The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Castle on the hill · Priv.
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Holly A. Callahan
M. Meerah Powell
James G. Byrne
Hero N. Niniadis
Simon Lackberg
Kendrick O. Black
10 participantes
Invitado
Invitado
Recuerdo del primer mensaje :

20 de octubre, 22 hs

Dame un minuto— pido a través de la puerta cerrada del baño y vuelvo a inclinarme sobre el retrete para descargar las dos gotas de alcohol que se han vuelto un vomito ininterrumpido durante los últimos cinco minutos, en los que vengo repitiendo esa petición de un minuto más. Esto es asqueroso, así como vil. Traté de organizar todo en la fábrica para que no faltara jugo de limón fresco en el barril con hielo - que nos sirve para compensar la falta de refrigerador - y a cierta rubia se le ocurre darme una supuesta bebida frutal infiltrada entre las otras, que me tiene aquí tomando posesión exclusiva del baño.

Le estoy quitando a Synnove su escondite al darse cuenta que ha venido a nada más y nada menos que la fiesta de cumpleaños de Ken, pero que se joda. ¿Quién lo manda a cortar con él en el verdadero cumpleaños, eh? Me gustaría poder decir que me abrazo al retrete para no darle el espacio, cuando lo cierto es que no puedo irme más allá de un centímetro de la puerta sin ensuciar el suelo de la fábrica con más vómito. Soy la ironía del hijo de un hombre llamado Patrick que hizo honor a su nombre en cada fiesta, mi hígado está destinado a limpiar el karma que heredé de él y se declara abstemio. —¡Otro minuto!— ruego al sentir una nueva arcada ardiendo por todo el trayecto de la garganta.

Limpio el sudor de mi frente al escuchar la música lo suficientemente alta como para alarmarme de que pueda oírse fuera de la fábrica, hasta que recuerdo toda la protección que hay en el lugar y puedo tranquilizarme como para continuar con mi martirio personal. Mierda, ¿qué tan patético es estar vomitando con una balada lenta de fondo? No, un momento, es aún más patético vomitar cuando a alguien se le ocurre iniciar la ronda de karaoke y arrastrar hasta a la muerte a las primeras melodías. Espera, ¿es Ken? Demonios, como perro afinaría mejor. La próxima arcada es cortesía de mis oídos, supongo. Me estoy replanteando qué tan buena fue esta idea de no dejar pasar así como si nada algo como un cumpleaños, cuando todo lo que se necesita es un galpón abandonado, amigos y un poco de música, y por supuesto, refresco sin alcohol. Trato de ponerme de pie para impedir que a Bev se le ocurra sacar drogas y fallo, tengo que sentarme sobre la tapa del inodoro a tomar respiraciones que devuelvan mi hígado a su lugar.

Tonterías que leer:


PARTICIPANTES BOTELLITA

  1. Bev
  2. Hero
  3. Holly
  4. Jim
  5. Ken
  6. Meerah
  7. Mimi
  8. Sage
  9. Simon
  10. Syv


Cómo jugar:

Anonymous
Mimi J. Johnson
Consejo 9 ¾
- Y si no te sirve de consuelo, puedo asegurarte que ninguna chica quiere decirle a su hermano, sea menor o no, que tiene novio. - Era una especie de regla universal en la que existían pocas excepciones. - No quieres saber cómo se enteró Amalie. - Le aseguro. Y normalmente no hablaría tanto sobre la intimidad de mi amiga, pero hace rato que el porro y el alcohol habían hecho efecto y bueno… su culpa por no haber aclarado las cosas antes con su hermanito menor.

-¿Pero has visto cómo está? No creo que a nadie le importen mucho los estándares. Además, como si no hubieras fumado. Solo fue un poco de humo. - Sigo sobre el tema solo porque me parecía una pena que no me hubiese tocado con él en la botellita. Que no me quejaba de que hubiera salido Holly, para nada. Pero bueno, en una fiesta se aprovecha lo más que se puede, ¿no?

- Ahora se preocupa por lo legal… - Me dejo caer hacia atrás con resignación cuando se va, y ni siquiera me molesto en levantar la cabeza cuando Holly declara que nos hemos quedado solas. - ¿En qué momento nos hemos vuelto las aburridas de la fiesta? Que si otra rubia más pierde la virginidad antes que yo, terminaré por lanzarme al primero que se me cruce por el camino y que no tenga una edad cuestionable. - ¿Seguiría Dave interesado? Casi que podría resignarme a un par de semanas de relación… ¿no debería ser tan malo, no? Me incorporo ante el nuevo ofrecimiento de Holly, y tomo uno de los chocolates sin que me importe dónde estuvo antes. - A estas alturas comenzaré a meterte mano a tí, con o sin música. - Declaro pese a que me levanto a subir el volumen de la música, tratando de encontrar algo que no sea solamente karaoke.
Mimi J. Johnson
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James G. Byrne
Fugitivo
Espero que sean muchas — bromeo con la risa camuflada en la voz, que si mañana voy a cuestionarme cada una de estas acciones, prefiero olvidarlo por completo. No tengo mucha experiencia con el alcohol, pero tengo la ligera sospecha de que cuanto más quiera olvidar algo, más se me va a pegar a la memoria. Jamás de los jamases hubiera creído que Meerah Powell sería la persona que reiría de mis chistes apoyándose contra mi pecho, haciendo que menee la cabeza de un lado al otro en lo que revoleo los ojos, midiendo su razón — Tienes un punto ahí. Digamos que tu carta de denuncia sería bastante extensa — le quito algunos mechones de la cara, esos que no sé cuándo se han despeinado y sospecho que fue mi culpa, con un gesto algo patoso y demasiado casual como para ser tomado en serio. Dice algo de leyes, pero es una charla demasiado seria como para que mi cerebro la procese y lo único en lo que puedo pensar es en Meerah con tacones y una peluca antigua y blanca de juez — ¿Vas a decir que tomar licor con muggles está bien? — por raro que suene, creo que lo estoy preguntando en serio.

¿Quién es Cocoa? — siento que me he perdido de algo, pero si ella dice que es bueno robando, voy a creerle. Casi me atraganto al beber y reírme a la vez, así que subo mi puño a la boca por un momento para aclararme la garganta — ¿Casi? Me ofendes. Tendrás que decirle a tus amigas que tu primer beso fue alguien apuesto e increíble, tan misterioso que no sabías su nombre ni su procedencia… — creo que se me pierde la mitad de las palabras cuando es ella quien se acerca a besarme, con un toque que me provoca el girar el rostro para robar un beso torpe y casto de sus labios, lo que me roba una nueva risita — ¿Tienes hambre? Me muero de hambre. Me comería una pizza entera.

Está claro que mi cuerpo está pasando por algo que he oído llamar “el bajón”, porque tiro de ella para despegarnos de la ventana y apoyo la botella sobre una de las mesadas, empezando a abrir y cerrar alacenas destartaladas llenas de latas. Obviamente que pizza no hay, pero encuentro lo que parece ser una enorme bolsa de doritos, la cual tomo con una exclamación de triunfo — No es lo que esperaba, pero es más que aceptable — el ruido metálico parece demasiado estruendoso en lo que abro el paquete, pero pronto me estoy llenando la boca de un puñado de doritos que me tiñen los dedos y los labios de ese polvillo naranja artificial. Mi cuerpo está tan pesado que me recargo de lado contra la mesada en lo que chupeteo mi pulgar y le tiendo el paquete para que tome lo que quiera — ¿Vendrás aquí seguido o qué se supone que pasará ahora? — porque su presencia aquí es extraña y todavía no obtengo respuestas. Para que no lo sienta como un reproche, me inclino para besarle la mejilla, jugueteando en su pómulo y bajando a su mandíbula con intenciones de que aún así pueda explicarse. Y sí, la voy pintando de naranja, para variar.
James G. Byrne
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Holly A. Callahan
Civil
Se me escapa un bufido mezclado con una risa sin poder contenerme, rodando los ojos hasta mirarla con una sonrisa — No hay absolutamente nada legal aquí. Creo que Powell no llega a la quincena de primaveras y estoy segura de que no están solamente hablando. ¿Y qué me dices del resto? — Ken y Syv habían comenzado su relación con él teniendo dieciséis y no nos vayamos a Hero y Sage. Creo que a estas alturas eso es lo de menos, si consideramos que aquí son todos fugitivos. Me lanzo sobre el sofá largo panza arriba, pellizcando el chocolate y llevándolo poco a poco a la boca en lo que alzo un hombro — Creo que ya deberías empezar a considerarlo. ¿Ves a alguna rubia por aquí? — muevo la mano, mostrando la sala con cadáveres de botellas — Están todas siendo felices y nosotras tenemos que quedarnos con las sobras — literalmente, lo dejo en claro al mostrarle el dulce.

La amenaza me hace reír, porque creo que está bien en claro que nada de lo que está diciendo me molesta — No me acuesto con mis amistades, pero en vista y considerando que somos las únicas enteras… — me muevo hacia un costado para hacerle espacio a mi lado, girando la cabeza para ver su espalda — Pon lo que sea, pero que haga mucho ruido. ¿Crees que Syv y Ken vuelvan o será solo un desliz de una noche? — me golpeteo el mentón con el último trozo de brownie y me lo acabo metiendo de lleno en la boca — Para ser un juego en el cual nadie tenía fe, parece que todo el mundo lo tomó de motor. Jamás me había sentido más acertada en la vida.
Holly A. Callahan
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M. Meerah Powell
Fugitivo
- Supongo que aquí es cuando entra a mi favor el que dijimos que no se hablaría de esto, o el que mi padre sea el ministro de justicia. - Que no me sabía bien el estar bromeando sobre él, o sobre lo que significaba encubrir a alguien tras haber cometido un acto ilegal si consideraba cómo estaban las coasa en casa. Y de verdad freno el pensamiento ahí porque no quiero ponerme a pensar en lo que pensaría mi padre, o Lara, o cualquier persona de mi familia. Incluyéndome. - Claro. Tomar licor y besarlos estará bien en la nueva constitución. Pero sólo si una cosa se desencadena de la otra. - Nada de sentimentalismos o actos conscientes. Que sino no tendría gracia.

- ¡Es mi escarbato! - Me río al pensar que como se fué no llegó a conocerlo, y a su vez me genera un alivio estúpido que me hace reír todavía más. - Que te lo presentaré en algún día que no tengas una podadora cerca. - Porque era adorable, pero también era escurridizo y no quería arriesgarlo para que sufriera un destino parecido al de Argie. Sabía que había sido un accidente, pero mejor prevenir que lamentar. ¿Pizza? Prefiero chocolate, mucho chocolate. - Pero si pizza es lo mejor que tenía para ofrecer, lo aceptaría.

Al final solo encuentra un paquete de frituras, y no son mis favoritas porque jamás puedo comerlas sin mancharme, pero al final me da lo mismo y meto la mano en la bolsa para sacar un puñado de doritos. Que como de manera civilizada, llevándomelos de uno a la boca y no aplastándolos contra ella de manera atropellada. Estaría ebria, pero nunca al punto de comer como un cerdo. Aunque era divertido ver que incluso bajo la escasa luz que nos ilumina se podía notar el naranja contra sus labios, y si tuviera un espejo, probablemente contra los míos. Eran deliciosos, pero imposibles de comer sin terminar como una especie de alien fluorescente. - No tengo idea. - Es la verdad, mis visitas dependían pura y exclusivamente de mi tía y… Me corto unos segundos incluso en mi hilo de pensamiento porque no esperaba sentir nuevamente sus labios, así que inclino un poco la cabeza y trato de no reírme cuando llega hasta mi mandíbula, casi que rozando mi cuello. - Vine un par de veces, pero permanecí esconcida en algún cuarto con Hero, y… - Trato de no distraerme y mantener el hilo de la conversación, pero es más difícil de lo que pensaba. Incluso se me escapa una risita cuando su respiración cosquillea contra mi piel. - Y traté de que no me viera nadie porque no sabía como reaccionarían. Que todavía no estoy segura de cómo lo harían, hoy no cuenta porque estaban alcoholizados y ¡mierda, que me distraes! - Ni siquiera me doy cuenta de que me he expresado de manera vulgar ya que estoy más preocupada en tomar sus mejillas con mis dedos naranjas para poder buscar su boca nuevamente. Esta vez el beso si sabe verdaderamente bien, pero creo que es gracias a que tanto sus labios como los míos, todavía están recubiertos de polvillo sabor a queso. - ¿Tú qué dices? No estoy segura de que quieran tener a la hija de un ministro dando vueltas por aquí.
M. Meerah Powell
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Invitado
Invitado
Entonces tengo razón, si dice que puedo leer su mente quiere decir que es cierto que estaba deseando besarme cuando cantaba todas esas tontas canciones, como yo también quería hacerlo al meterme a esa ronda con una botellita girando en el centro. Y si cuando no éramos más que amigos hicimos excepciones, ¿por qué no hacerlo ahora? Porque está mal, hay algo gritando fuera de nosotros que dice que está mal, pero no se siente así. Se siente caliente, frenético, bien, muy bien. Hace mucho calor en este rincón de la fábrica y pese al frío de los ladrillos de la pared a mi espalda, voy sintiendo como arde cada centímetro de mi piel que va entrando en contacto con la suya, y a la vez, su roce es el único alivio. Siento más calor que esa noche en la terraza, pese a que fue en pleno verano. Esta vez la tela de la ropa empieza a picar y resulta molesta, pero al estar en una escalera donde puede aparecer cualquiera, no considero que pasemos de meternos mano en la privacidad que nos da este espacio fuera la vista.

Saber que también quiere esto es todo lo que necesito para entregarme a este momento, en el que no hace falta pensar en los términos de todo lo dicho, y me doy cuenta que en serio lo quiere, quiere mucho más que un manoseo de desquite del cual puedan hablar nuestros amigos, cuando se abre ruidosamente una puerta para nosotros por la que me dejo guiar a ciegas, demasiado ocupada como estoy en recuperar su boca. Hago mi parte en tratar de desprender lo más a prisa que podemos toda esa ropa que es un incordio, no tengo idea de donde caerá porque todo está a oscuras y mi talón llega a chocar con una caja cargada cuando escucho su quejido. Y no, yo no lo mordí. ¿O sí? No. —¿Estás bien?— pregunto a la nada, por los ruidos de su garganta puedo decir que está cerca, lo confirmo al sentir que sus manos me encuentran y todo está pasando otra vez, el alcohol de la noche sirve para no pensar demasiado en ello, la urgencia por tocarlo se impone. —No, nunca— en este momento es la única respuesta que puedo darle al tirar su camiseta al suelo y aunque busco su cadera para acercarlo, alargo esta locura para no dejar ni una parte de él sin recorrer. Aunque no lo digamos en voz alta, podría ser la última y mañana, mi yo más lúcido, me agradecerá por haber tomado esta oportunidad.

Ken y Syv out porque hay menores
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James G. Byrne
Fugitivo
Debería sentirme culpable, pero la verdad es que todo el asunto de su puff es algo que tengo asumido y enterrado — Ya, nada de podadoras — le sigo el juego, aunque ahora me entra la duda de si en este lugar hay siquiera una. O siquiera un jardín. O una zona que no se vea tan podrida y gris. ¿Y por qué estamos hablando de esto? Ah, sí, su nuevo escarbato, algo que no me sorprende. De seguro Hans Powell le regalaría hasta un dragón si ella se lo pidiera.

Me siento hasta aliviado de que no sepa que hacer, porque eso significa que esto puede morir aquí mañana. Si Meerah se mudase a la fábrica, siento que sería demasiado raro como para poder soportarlo. Intento prestarle atención, de veras, a esa explicación que no sé por qué no me sorprende en lo que estoy concentrado en la textura de su piel, esa a la cual muerdo con diversión en lo que me percato de que parece darle cosquillas, hasta que una palabra que jamás creí oír de ella sale de su boca y me hace soltar una carcajada de sorpresa que es ahogada por su beso — ¡Lo lamento! — bueno, no lo hago, se me nota — No lo sé. Hero tendría que dar explicaciones, eso de seguro. Tu padre no es justamente una de las personas más admiradas en este lugar, sus leyes han jodido a casi todos — me incluyo. Con un último beso, me aparto para saltar y conseguir, de alguna manera, el sentarme sobre la mesada con el paquete entre las rodillas — Lo que no entiendo es si viniste solo a divertirte o qué es lo que pretendes.

Mordisqueo la punta de un dorito en lo que intento mirarla, pero solo puedo ver si silueta y eso no me ayuda a comprenderla mejor — Lo que viste hoy es una excepción, este sitio suele ser bastante deprimente porque nadie nunca sabe qué hacer a continuación y solo se basan en supuestos. Si quieres mi consejo, quédate en tu casa mientras sea seguro y si quieres ver a Hero, que siga siendo solo una visita casual y secreta. Y a mí, claro — porque si no me burlo de ella, pues no sería yo.
James G. Byrne
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Mimi J. Johnson
Consejo 9 ¾
- ¿Tiene catorce? - Me horrorizo porque no pensé que fuese tan pequeña, y mucho menos tan afortunada. - Moriré sola, sola y virgen. Sola, virgen y amargada. - Dramatizo. Golpeando las palmas contra el suelo y haciendo un puchero que dudo que pueda ver. - Debe ser porque son rubias. ¿Para qué quiero piernas así cuando todos terminan intimidados por ellas? - No era el caso, la verdad es que la única razón por la que no había tenido sexo es por ser una histérica con miedo al compromiso, con un complejo de superioridad demasiado grande para mi propio bien.

- Me halagas, ¿sería tu excepción? Que tierna. - Al menos si pasaba, las dos sabríamos que sería por aburrimiento y no por un planteo de relación que ninguna podría soportar. O bueno, que yo no podría soportar. - ¿Qué pongo? Aquí solo parece haber música deprimente, canciones de karaoke, más música deprimente, y pop barato. - Vuelvo a chequear las opciones, y tras corroborar que no me he salteado nada, agarro el primero de la lista. - Pop barato será… - Y vuelvo hacia Holly, recogiendo una botella de lo que sea que hay tirada y llevándome el pico a los labios para cantarle. - That’s what people saaaaaay - Me dejo caer en el lugar que me ha hecho y vuelvo sobre su pregunta antes de que siga con mi improvisado karaoke que no es karaoke. - No lo sé, ya me entararé del drama mañana. Puede que vuelvan, o que acaben todavía más resentidos el uno con el otro…- Me muevo inquieta tratando de bailar todavía la canción, y hago un puchero cuando noto que se ha terminado el chocolate. - ¿Acertada? Yo hubiera jugado un par de rondas más, pero empezó el drama y bueno… Siento que estamos en ese limbo en donde hay demasiada adolescencia para mi gusto, pero la adultez extrema tampoco me va. ¿Cuánto va a durar?
Mimi J. Johnson
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Holly A. Callahan
Civil
No es cuestión de piernas o de cabello, sino de conformarte con el primer idiota que quiera meterse entre tus piernas y al cual sepas que puedes usar en tu propio beneficio — sé que sueno como una perra sin sentimientos, pero creo que cuando eres como yo aprendes que los hombres tienden a ser más patéticos de lo que parecen. ¿Cómo puedes confiar en sus avances, cuando tu aura sirve para encantarlos? ¿Cómo puedes tolerar que se pasen de listos, cuando muchos usan tu raza como una excusa para ser unos cerdos? Si ellos se aprovechan de ti, tú tienes que aprovecharte de ellos, es la ley primera.

Muevo mis cejas con picardía y solo le dejo elegir lo que le guste, al final su elección no es tan terrible como esperaría y me conformo con mover mi pie al ritmo de la música, colgando por el borde del sofá. Así es como, con la actitud pesada de alguien que ha tomado alcohol, me giro para cruzar un brazo por encima de su torso al sentir que se acomoda a mi lado, apoyando la cabeza sobre su hombro — Puf. La gente se complica demasiado — si lo quiere, que se quede con él y ya, no entiendo la necesidad de tener que andar llorando por los rincones si es obvio que el mocoso besaría el piso bajo sus pies. Me río, aunque no sé si es porque se remueve como un gusano o por lo que está diciendo, que suena a una vieja amargada — Hasta que encuentres diversión intermedia o te conviertas en una abuela amargada, tú eliges — levanto la cabeza en su dirección, sonriéndole de medio lado — ¿Quieres quedarte aquí conmigo o vamos a ver qué hace el resto? A ver si conseguimos sumarnos a algo que te quite esa cara larga… y quizá también otra cosa — arqueo las cejas varias veces, a sabiendas de que solo ligaríamos un montón de gritos de indignación que a mí me harían reír por lo fastidiosa que puedo llegar a ser aburrida o ebria.
Holly A. Callahan
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M. Meerah Powell
Fugitivo
No lo lamenta. Pero a decir verdad, yo tampoco así que no reprocho y esta vez sí llevo las yemas de mis dedos a mi boca, tratando de limpiar los restos de comida de ellos pese a que no resulta una tarea sencilla. Tengo la necesidad de buscar un trapo para terminar de quitar la sensación pegajosa de mis dedos, pero no encuentro ninguno con la vista, así que acabo por hacer algo que mañana haría que me horrorice de mi misma. Supongo que será una buena muestra de que esto que está pasando no es una especie de sueño retorcido, un manchón anaranjado contra la tela que recubre mi muslo debería ser más que prueba suficiente. - Lo bueno es que yo no soy mi padre, ¿no? - Trato de sonar chistosa, pero estoy lejos de serlo así que me inclino contra el costado de la mesada a la que se ha subido. No planeo seguir su ejemplo porque seguramente termine pareciendo un conejo cojo o algo por el estilo, pero sí llevo mi mano a la bolsa de doritos y saco otro puñado que comienzo a comer solo para distraerme, sin importar que segundos atrás haya puesto tanto empeño en que mis manos quedasen limpias.

- Si te soy sincera, no pensaba que fuese a divertirme. Creía que todo el mundo me acusaría con un dedo y trataría de sacarme de aquí. Al final resulta que Hero tenía razón… - Debería haberle hecho caso en lugar de pasarme horas preocupada. Tanto por mi atuendo, como el por qué dirán. - Sí, algo así me fue contando. Tal vez es por eso que no esperaba… bueno. Esto. Pretendía entender un poco mejor a todo el mundo, pero creo que solo entendí que no se puede jamás terminar de conocer a las demás personas. - Que hablando de eso, luego tendría que buscar la manera de hablar con David sobre su aparente participación en un grupo rebelde. ¿Cómo es que no estaba enterada de esto? - ¿Así que quieres que te visite de forma casual y en secreto? ¡Ja! - Me río y llevo los restos de doritos a mi boca de un sentón, en un gesto que no esperaba hacer jamás y que claramente sucede porque… ¿cuántas veces se podía culpar al alcohol? - Te creeré cuando lo digas sobrio, pero mientras tanto… No sé, quiero ayudar de alguna manera. Que Lara dice que soy muy joven, pero no sé. En serio tienes razón con eso de que podrían condenarme a muerte solo por haberte besado. ¿Qué tan extremista es eso? Qué eres molesto, claro. Pero tampoco eres el portador de una enfermedad que acabará con todos los magos. Eso tendría más sentido. - O ninguno, pero ya me había perdido en mi propio hilo de conversación.
M. Meerah Powell
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James G. Byrne
Fugitivo
No sé en qué puede tener razón Hero porque no sigo sus pensamientos y no sé qué es lo que le dijo; ciertamente, su deducción no tiene sentido para mí y me quedo por un momento mirando hacia arriba en lo que recalculo todo hasta que puedo decir algo que se asome a una respuesta coherente — Son buenas personas que tienen mucha mierda a sus espaldas, es todo. Lo que todo el mundo dice que es una revolución, es en realidad gente diciendo lo que todos pensamos pero en voz alta — las quejas que ella y yo hemos soltado toman más fuerza cuando las dices agitando una bandera o planificando asesinatos masivos. ¿Debería decirle que tienen guardados algunos mapas con la cara de su padre y posiblemente la de su familia? No, mejor no preocuparla ahora cuando ni yo sé qué planes son esos con exactitud.

Por supuesto, me ofendería mucho si vienes y no dejas un saludo para mí. Llevarás mi saliva en tu cuerpo por meses, es lo mínimo que me merezco — no sé cómo me las arreglo para decir eso serio, si lo que hago a continuación es apretar los labios en mi intento de contener la risotada que se me acaba escapando. Se me apaga un poco frente a la mención de un nombre que me hace sacar la lengua con cara de asco, hasta hago ruidito a pedo y todo — Es una lástima, la guerra se ganaría más fácil… — y sí, con ese comentario cruel es que me doy cuenta de un pequeño detalle — Eres la primera bruja a la que he besado — se siente como una horrible traición, hasta puedo oír la voz de Andrew diciéndome que ha sido un acto desagradable. ¿Cómo podría besar a la hija de un ministro, a una portadora de varita que siempre se ha beneficiado de nuestra mierda? Repentinamente ya no tengo hambre y hasta he dejado de sonreír, solo puedo rascarme el lóbulo de la oreja con cierta incomodidad.

Me obligo a no pensar en ello, aunque parece que será uno de esos pensamientos que se te clavan en el cerebro y no te dejarán dormir — ¿Pasarás la noche aquí? — es una pregunta que sé que sale de la nada, pero para mí tiene todo el sentido. Limpio mis manos sobre mis rodillas, tratando de quitarme los rastros de polvillo — Tendrás que chequear que Hero y Sage no hayan decidido compartir cama, aunque lo que hay en este lugar son cuartos. No todos habitables, pero algo es algo — muevo un poco mis pies en el aire, no muy seguro de si marcharme o quedarme aquí. No puedo invitarla a mi cuarto, con todo lo que ha pasado será extraño y va a malinterpretarlo — ¿Meerah? — dudo, tanteando terreno en lo que me rasqueteo la rodilla sin mirarla — Estamos bien, ¿no? Ya sabes, solo amigos. Los besos de hoy solo fueron besos y pueden quedarse aquí. No quiero… ya sabes, que nos compliquemos cuando solo pasamos un buen rato juntos— ni sé por qué saco este tema ahora, pero sé que es mejor dejarlo bien en claro antes de continuar.
James G. Byrne
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Kyle A. Overstrand
Fugitivo
Su beso no me pilla por sorpresa, sino que más bien era algo que me veía venir de lejos, dada la situación y la conversación que cada vez va yendo hacia temas más... en fin, no hace falta ni añadir nada al respecto. Es cierto que no es mi primer beso, pero desde luego, es el primero con ella y cada beso es completamente diferente. Y digo que no es mi primer beso, pero puedo contar con los dedos de una mano los que he dado, y para colmo, la mayoría fueron hace años, antes acabar en el 14 por accidente.

Sus labios son más agradables y suaves de lo que imaginaba, tanto que hasta me pregunto por qué narices no hemos hecho esto antes. Y si ya lo es con la borrachera que arrastro y de notar cómo en un momento la habitación parece dar vueltas, no quiero imaginar estando sobrio. Por suerte, todo se estabiliza de nuevo cuando noto cómo me agarra de la nunca y me acerca incluso más hacia ella. Yo, por mi parte, me tomo la libertad de agarrarla por la cintura, separándome de sus labios durante un instante solo para poder girarme y colocarme mejor frente a ella. Es un segundo de separación, pero un segundo que se me hace eterno. ¿Quién me iba a decir que acabaría así con Beverly Redford? Cuando se lo cuente a Kendrick... ¡Pero no es momento de pensar en él, por Merlín!

Todavía con las manos sobre su cintura, empiezo a subirlas poco hacia sus costillas, acariciando su piel, y después, las dejo sobre el cierre de su sujetador. — ¿Puedo...? — pregunto, intentando sonar seguro de mí mismo y mirándola a los ojos con una pequeña sonrisa. Quizá he bebido y fumado, pero aun así, sé que hay cosas que es mejor preguntar, especialmente cuando ella tampoco es que esté sobria. Al menos, si dice que sí, el alcohol habrá ayudado a calmar mis nervios por perder la virginidad.
Kyle A. Overstrand
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Beverly S. Redford
Fugitivo
Me devuelve el beso por lo que tengo consentimiento, Ava estaría feliz de saber que no estoy forzando la situación y realmente la escuche aquella vez en el 14.

Profundizamos el beso pero vamos lento, siento mi vestido subirse a mis muslos y puedo sentir sus manos explorar mi piel, lo que me da un cosquilleo placentero. Siento el calor expanderse por esas zonas y un hormigueo más abajo, mi estomago se sentía revuelto pero no como si quisiera vomitar.

Había imaginado esta situación muchas veces, algunas estaba Ken y otra eran solo chicos inventados, incluso una vez me ví con una chica, pero era totalmente diferente a la realidad. Sabía lo que tenía que pasar, formas de hacerlo y que ambos disfrutaramos, pero por primera vez en mi vida me dieron nervios de pensar en sexo. Ya no era una idea, realmente estaba pasando y Kyle acababa de darme la decisión final al esperar mi respuesta.

Podría detenerlo, estaba algo mareada por la droga pero era conciente, todo pasaría como si nada y se que Kyle no se enojaría. Pero por otro lado seguir significaba al fin entender esta acción de la que tanto había leido y escuchado a mamá, además no era como si me estuviera obligando a hacerlo. Tenía un chico guapo frente a mí, besaba bien y la teoría la tenía. Era hora de saber la práctica.

- Dame un segundo - le dije y me pare para poder sacarme el vestido de una vez, fuí hasta mi estantería y de una cajita que me había conseguido Alice saque unos forros - Si vamos a hacerlo hagamoslo bien.

Volví a su lado y empecé a desvestirlo a él mientras lo seguía besando. Estaba nerviosa pero había recuperado mi confianza y sabía que mamá estaría velando por mí.


Beverly S. Redford
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M. Meerah Powell
Fugitivo
Sonaba casi que poético que definiera a la revolución de esa forma, pero como fueran contra Magnar solo gritando verdades a viva voz… Bueno, no le veía mucho futuro a una revolución de ese tipo. Las palabras valían poco si no iban respaldadas por acciones, ¿no? - Creo que la libertad de expresión hace rato que no es más que un principio opcional. Puedes tenerla siempre que opines de forma correcta, así que hay que tener cuidado con qué tan fuerte se dicen esas verdades. - En especial cuando una palabra de más en el lugar equivocado podía generar que muchas personas a las que quería salieran lastimadas. O tal vez no necesariamente lastimadas, pero Phoebe era el mejor ejemplo de cuando era adecuado o no hablar. Yo de momento, me hallaba tanteando terreno. Testeaba las aguas para ver hasta qué punto podía opinar de qué manera y con quien. Sorpresivamente, Jim era con quien más sincera me portaba.

- ¿Osea que no hablaremos de esto, pero tengo que rendir mis respetos ante tu saliva solo por un par de besos? - Me río por lo ridículo que suena la idea, y luego por su burla infantil que me hace negar con la cabeza. No voy a decirle que vaya a hablar con Lara para que arreglen las cosas porque no soy quien para meterme en sus problemas, o para meterlos en problemas; pero estaban siendo unos infantiles inmaduros. Los dos. - Si me muero por tu culpa, buscaré la forma de volver para hacerte la vida imposible. - Bromeo. Aunque bueno, si fuera verdad sería una valiosa información para su causa. ¿Se animaría a besar a Magnar si eso significaba matarlo? - Te aseguro que tampoco soy la portadora de ninguna enfermedad que acabará con todos la raza humana. - O esperaba no serlo, que siendo la primera persona a la que besé y todo, cómo saber de antemano si en verdad no tengo... ¿pero qué estoy diciendo?

- ¿Hero y Sage comparten cama? - ¿Pero qué tanto me había perdido? ¿O tal vez la pelirroja me lo había dicho y yo me había olvidado? No, no parecía probable. ¿O sí? - No es como que falten muchas horas para el amanecer tampoco. Pero sí, veré dónde duermo y luego… - ¿Qué sería peor? ¿El interrogatorio de Maeve, o el de Hans? - ¿Hmm? - Levanto la vista en su dirección, poco acostumbrada a que me llame por mi nombre a decir verdad. - ¿Complicarnos? - ¿Qué? En un inicio no entiendo qué es lo que quiere decir, pero cuando lo hago se me escapa una risita tonta que trato y fallo de contener. - Jim, me sorprende más el hecho de que quieras reconocer que somos amigos, o que pasamos un buen rato. - Apoyo mi codo sobre su rodilla, y llevo mi mentón contra mi palma abierta, sonriendo de manera burlona ante su seriedad. - No soy tan niña como para hacerme ilusiones por mi primer beso, así que quédate tranquilo que no me rompes el corazón. Y que en definitiva no te haré planteos luego. Aunque… - Es bueno que se encuentre encorvado, porque sino jamás podría alcanzar su nuca; esa de la que tiro con toda la delicadeza que puedo para alcanzar sus labios en un último beso. - Cómo esto se va a quedar aquí… Gracias por… - Mi mano revolotea en el aire ante la falta de palabras y termino encogiéndome de hombros en lo que me separo de la mesada. - Que no te trate mal la resaca, Jim. Y nos vemos… en algún momento. - No es un mal deseo de despedida, así que doy media vuelta y salgo de la cocina en busca del cuarto en el que Hero me ha hecho aparecer en primera instancia.
M. Meerah Powell
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