El barro chorrea de sus sienes en un hilillo torpe que poco tiene que ver con toda la marea gris y rocosa colocada en la frente, con grietas tan inverosímiles como el césped que contiene encima, del que emerge una flor y ofrece una impresión extraña a todo aquel tributo que se digne a mirarle.

La chica del cuatro va hacia la sección de Camuflaje y Bram le dedica una larga mirada, observándola durante los primeros cinco minutos, antes de optar por lo sano y dedicarse a ir al siguiente puesto, el de refugio. Porque encontrar un campamento cómodo es tan crucial como el saber defenderse, camuflarse con el entorno o suplirse de las carencias que los vigilantes dispongan.

—¿Aquí es dónde enseñan eso del fuego? —se jacta, aun a sabiendas de qué es muy probable que sea lo primero que le recuerden.  

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La ridiculez con la presenta al instructor provoca que éste se adecue el puente de sus gafas negras, mirándolo de arriba a abajo, cómo si intentase calcular en un solo vistazo si el tributo sabe o no del tema.

—La supervivencia es la clave de esta estación. Entre los diversos requerimientos se encuentra la temperatura. Un mal refugio puede ser tanto frío, aumentando la posibilidad de inducirte a la hipotermia como exageradamente caliente, produciendo un golpe de calor, extenuación y muerte —enuncia, directo. No cree que tienen tiempo que perder y no pretende divertirse porque el tributo quiera hacerse el gracioso—. El calor es peor que el frío. Porque el calor te quita humedad y ralentiza tu pensamiento. El frío solo te quita calor que bien puedes reducir con ropa, pieles o un buen fuego.

» Hacer un buen fuego depende de los materiales que utilices para ello. Comprueba siempre que la yesca esté seca o tendrás problemas para que prenda.

—¿Y si solo encuentro la húmeda? —No quiere buenas condiciones. Quiere irse a lo extremo. Al momento que no tenga yesca para hacer una función tan sencilla como aquella. Al momento en que necesite pensar como secarla o simplemente gastar tiempo —y recursos—: en algo que puede que lo haga visible ante el resto de asesinos.

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—Algo que tiene de interesante la madera es que es impermeable. Busca una rama de no más de tres pulgares y la cortas por el medio. Poco importa si el recubrimiento está húmedo porque el centro estará seco. De ahí, sacarás la yesca seca para encender el propio fuego. Solo necesitarás un material cortante como un cuchillo… —Levanta la mano a sabiendas de que Bram está a punto de interrumpirle—. De no tener un cuchillo, puedes fabricarte uno. Pero va a ser más rudimentario. Puede ser a partir de un hueso o de una piedra. La piedra deberá de ser de sílex o oxidiana. De lo contrario no aguantará el trabajo que le tienes preparado…

—Vamos que se me romperá en la mano.
—Exactamente. Y no queremos eso. Basta con que tenga un filo lo suficientemente afilado para servir a la tarea para la que está pensada —asegura mientras coloca la yesca sobre el montículo de piedras y le ofrece dos para que Bram comience la tarea de prender la madera.

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—No las golpees. Sale más a cuenta que deslices uno de los cantos sobre la piedra, de manera que la propia fricción del movimiento induzca a la chispa. Es más efectivo que estar golpeando y golpeando y, además, evita que puedan escucharte otros que estén en las cercanías. —Un consejo que, para estas alturas, Bram no escatima. Sino que simplemente asiente mientras la chispa, sutil, salta hacia la yesca. Anterior a que el instructor coloque la madera encima.

—Otra cosa importante es el tipo de madera. Evita la madera dura, la que hace referencia a los árboles caducos, tales como el roble o el fresno. A pesar de ser de combustión rápida, no ofrece todo el calor que debería en una hoguera y genera una cantidad enorme de humo que no conviene… A menos que quieras llamar la atención. —Habla y habla el instructor, soltando tanta información que parece que el puesto del refugio se queda corto para el abanico de posibilidades en cuanto a supervivencia.

—Vale. ¿Y me dirás cuál debo utilizar?
—La madera blanda. Árboles como el abedul, el abeto o el pino te ofrecerán la posibilidad de tener una hoguera encendida toda la noche, evitando la posibilidad de la hipotermia y el entumecimiento de las articulaciones —comunica mientras observa el bamboleo de las llamas entre las piedras.

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—Una vez tengas el fuego tendrás solucionados gran parte de tus problemas. Las carencias de temperatura e incluso el cocinar piezas crudas o iluminar los recodos de tu campamento. No obstante eso solo es una nota a pie de página. Lo que necesitas es buscar cuevas o formaciones en el terreno que permitan protegerte del viento, de la lluvia y de los desprendimientos. A veces incluso de los depredadores o otros peligros que vayas a encontrar a lo largo de la arena.

» Tan importante es encontrarlo como saber dejarlo en el momento oportuno. Si además juega un papel de camuflaje, debe ser ideal para transportarlo contigo y ocupar el mínimo peso. De primeras lo que necesitas es construir el refugio sobre un terreno llano para que sea cómodo. Busca ramas y hojas para hacerlo impermeable si se trata de un bosque. Si es un desierto, busca entre las cuevas y ten cuidado con las horas de luz, el calor será abrasivo.

—Claro que sí, mamá. Y me pondré la debida crema para que todos los violentos tributos que quieran matarme, sepan donde estoy. ¿No te jode?
—Si no quieres mis consejos siempre puedes levantarte y marcharte. Mi trabajo es el mismo con o sin ti. —Y aunque Bram quiera decir que no, llega a comprender que lo mejor y lo oportuno es tragarse sus palabras, soltar un gruñido y dejar que el instructor haga su trabajo.
—Prosigue.

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—Todo depende del escenario que te encuentres. Un clima polar tendrás oportunidad de recortar el hielo y construir un iglú. El fuego deberás racionarlo a menos que quieras derretir toda la estructura y morirte de una neumonía. Ponte siempre cercano a fuentes de agua o, de lo contrario, es probable que el refugio a emplear sea tan temporal que ni siquiera merezca la pena gastar tiempo en el mismo.

Odia las posibilidades que le ofrece y odia que todo quede determinado por un parecer de una mente maestra que componga un escenario a su gusto. De manera que todo cuanto aprenda puede servir o no. Y la sensación de que pierde, nuevamente, el tiempo se crece por momentos. Información perdida, información ganada. Información que no va a servirle de nada si se convierte en rey de los gusanos.

—¿Y algo que se pueda utilizar sí o sí, independientemente del suelo? Vamos, algo debe de haber.
—Evita usar hiedra venenosa para el techo o ramas comidas por las termitas. Eso te durará un día o incluso medio. La calidad del material es más importante de cómo hagas el refugio. Porque todos los refugios son similares. Construidos al apilar un montón de troncos con hojas. —Si no tiene hojas está jodido. Si no tiene ramas está jodido. Si no tiene piel de animal está jodido. Si llueve o nieva las veinticuatro horas está jodido. Si hace sofoco también.

El suspiro sale de sus labios con un cansancio que se va haciendo bola en su pecho. Va a ser incluso mejor hacer un refugio mediocre y tender una trampa en la entrada. O pelear el primer día y olvidarse de todo. Solo de tener una muerte digna.

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