OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Kendrick O. Black
The Mighty Fall
Beverly S. Redford
Mimi J. Johnson
Holly A. Callahan
M. Meerah Powell
Hero N. Niniadis
11 participantes
Recuerdo del primer mensaje :
Como uno de nuestros propósitos del nuevo año, teníamos el construir o ampliar el baño para que cupiera la bañera con patas de león que trajimos del monoambiente en el que vivíamos con Mimi, cuando todavía seguíamos en el distrito cinco. En tanto esto no fuera un hecho, la bañera se movía de un lado al otro de la casa y esta noche había terminado en el centro mismo de la sala, que no era especialmente grande, nada en la vieja casa de mi abuela lo era, pero la chimenea encendida y un par de hechizos se encargaban de que fuera la estancia más cómoda y cálida para pasar las bajas temperaturas de las noches de invierno. El sillón al que logramos sacar el penetrante olor a humedad servía para dar cabida al menos a tres personas, la bañera a otras tres más y si no quedaba la alfombra frente al fuego.
Después de un par de sorbos en la cena de celebración y las primeras botellas cortesía de Holly que fueron quedando vacías, el calor comenzaba a subirse por mi garganta. Tirada como estaba dentro de la bañera, con mis piernas dobladas para que los pies pudieran apoyarse en el borde, uso mi dedo índice para apuntar a Hero. —¿Todo un año de besos castos con Sage o una vez de la que nunca se hablará con Oliver Helmuth?— le pregunto, me echo hacia delante con tanta violencia que me provoca un mareo y es que mi alarma es real. — Hero, tu sabes quién es Oliver, ¿verdad? Era tu vecino, ¿no?—. Y es que el universo bendice a pocas personas con milagros así de tener un vecino como estos, el resto somos parte de una larga lista de seguidores en Wizzardface, o ni eso, que cerré mi cuenta apenas me mudé con Mimi. No iba a ponerme a compartir historias de nuestro día al día en el cinco y menos con mi novio-nonovio, ¿no?
Codeo a Holly que tengo a mi lado. —Estos juegos se me dan fatal, piensa tú una pregunta— le pido, que algo hay que hacer mientras pasa la madrugada y lo que trajo Beverly hace efecto en el resto de las chicas, que yo la quiero, pero nuestra amistad encuentra su límite en las drogas, me preocupa ser de esas que se largan a llorar como una bebé por nada y por eso mismo voy midiendo los últimos sorbos que le estoy dando al vodka, que ya siento que me está pesando la cabeza.
Madrugada del 1 de enero, 2470
Como uno de nuestros propósitos del nuevo año, teníamos el construir o ampliar el baño para que cupiera la bañera con patas de león que trajimos del monoambiente en el que vivíamos con Mimi, cuando todavía seguíamos en el distrito cinco. En tanto esto no fuera un hecho, la bañera se movía de un lado al otro de la casa y esta noche había terminado en el centro mismo de la sala, que no era especialmente grande, nada en la vieja casa de mi abuela lo era, pero la chimenea encendida y un par de hechizos se encargaban de que fuera la estancia más cómoda y cálida para pasar las bajas temperaturas de las noches de invierno. El sillón al que logramos sacar el penetrante olor a humedad servía para dar cabida al menos a tres personas, la bañera a otras tres más y si no quedaba la alfombra frente al fuego.
Después de un par de sorbos en la cena de celebración y las primeras botellas cortesía de Holly que fueron quedando vacías, el calor comenzaba a subirse por mi garganta. Tirada como estaba dentro de la bañera, con mis piernas dobladas para que los pies pudieran apoyarse en el borde, uso mi dedo índice para apuntar a Hero. —¿Todo un año de besos castos con Sage o una vez de la que nunca se hablará con Oliver Helmuth?— le pregunto, me echo hacia delante con tanta violencia que me provoca un mareo y es que mi alarma es real. — Hero, tu sabes quién es Oliver, ¿verdad? Era tu vecino, ¿no?—. Y es que el universo bendice a pocas personas con milagros así de tener un vecino como estos, el resto somos parte de una larga lista de seguidores en Wizzardface, o ni eso, que cerré mi cuenta apenas me mudé con Mimi. No iba a ponerme a compartir historias de nuestro día al día en el cinco y menos con mi novio-nonovio, ¿no?
Codeo a Holly que tengo a mi lado. —Estos juegos se me dan fatal, piensa tú una pregunta— le pido, que algo hay que hacer mientras pasa la madrugada y lo que trajo Beverly hace efecto en el resto de las chicas, que yo la quiero, pero nuestra amistad encuentra su límite en las drogas, me preocupa ser de esas que se largan a llorar como una bebé por nada y por eso mismo voy midiendo los últimos sorbos que le estoy dando al vodka, que ya siento que me está pesando la cabeza.
Tengo las tripas un poco revueltas, pero creo que si sacamos el asco general y el leve mareo que me hace dudar de dónde estoy apoyando los pies, puedo decir que estoy consciente. Es la vocecita de Synnove la que me hace reaccionar a tiempo, justo para ver su cabellera rubia salir disparada en dirección a la puerta principal y sé, incluso antes de verla, que la bebida le ha sentado terriblemente. Creo que le llamo, no muy seguro de eso me encuentro yendo detrás de ella y sospecho que dejó la puerta abierta, porque me encuentro muy pronto dándole palmaditas en la espalda como si eso fuese de ayuda cuando de seguro solamente la sacudo más de lo que necesita — No, no estás bien — utilizo el tono severo que estoy seguro de que ella ha utilizado alguna vez conmigo y le quito algunos cabellos del rostro para que no le sean un estorbo — Solo lárgalo todo, es mejor que salga a que te quede revolviendo la panza — esta es la imagen más romántica para empezar el nuevo año, que nadie me lo niegue.
Hace frío en el exterior, empiezo a notarlo por el ardor en la nariz. Cuando sospecho que ha dejado toda su alma en los peldaños y ya no tiene nada más para ofrecerles, me inclino para pasar su brazo por encima de mis hombros — Vamos, te llevaré a tu cama. Me parece que ya bebiste demasiado por hoy — sí, estoy sonando como si fuese responsable cuando también estoy ebrio, pero ella no tiene por qué saberlo. Me giro, tratando de arrastrar su cuerpo conmigo — ¿Te diste cuenta de que hoy se cumple un año de nuestro enfrentamiento con el dementor? Ha sido un total upgrade, eso no me lo puedes negar.
Hace frío en el exterior, empiezo a notarlo por el ardor en la nariz. Cuando sospecho que ha dejado toda su alma en los peldaños y ya no tiene nada más para ofrecerles, me inclino para pasar su brazo por encima de mis hombros — Vamos, te llevaré a tu cama. Me parece que ya bebiste demasiado por hoy — sí, estoy sonando como si fuese responsable cuando también estoy ebrio, pero ella no tiene por qué saberlo. Me giro, tratando de arrastrar su cuerpo conmigo — ¿Te diste cuenta de que hoy se cumple un año de nuestro enfrentamiento con el dementor? Ha sido un total upgrade, eso no me lo puedes negar.
¿Era muy pronto en mi vida para decir que no volvería a tomar alcohol? No me gustaba la sensación de letargo que tenía en mi cerebro, ni el que las luces parecieran tan brillantes. Casi que quería refugiarme en algún lado, pero hasta Jim era demasiado flaco como para poder tapar la luminación del entorno. Y no, no me iría de nuevo a lo oscuro para continuar la conversación sabiendo que Hero estaba cerca y sobria. - ¿Y por qué querría estar con alguien tan cobarde? Pese a que trataría de que no se repita esto de que se entere todo el mundo, se supone que valgo la pena lo suficiente como para correr el riesgo. - Ebria o no, mi autoestima seguía estando intacta y dudaría en que eso cambie en algún momento. - Una de las versiones del “fuck, marry, kill” - Le explico a la vez que mi mano hace un ademán para que descarte la idea. - Claro que era Hero, así que su versión no incluía lo de matar. - Me da gracia cuando describe las cualidades que la mayoría podría ver en Dave, cosas que a decir verdad para mí no serían importantes. Me gustaba más su amabilidad y su capacidad de escuchar que su atractivo físico, y pese a que nos complotamos para molestarla, se portaba de manera adorable con Charlie. Al final acabo por encogerme de hombros y no explico porque ya suficientes cosas malinterpretadas había. - Estándares aparte, no veo que hay de malo en eso. Siempre y cuando no estés queriendo leer “Ocaso”... no se puede saber de un día para otro lo que a nosotros se nos dió con años de educación paga. No seas tan duro contigo. - Suficiente que quiere esforzarse por hacerlo, y no descartar el conocimiento como así. Ya con lo de cocinar no opino. Sé hacerlo, pero no era algo que disfrutara de verdad.
- ¿Se supone que tengo que tomarme eso como una ofensa o como un cumplido? - Porque en verdad, no sabía si eso era bueno o malo. ¿Quería decir que era fuerte, o insensible? Considerando la cantidad de veces que me había visto llorar, esperaba que fuese fuerte. Me da risa que tenga que sacarse el pelo de encima para poder ver, pero no voy a sugerirle el corte de pelo. - Pues ellas se lo pierden. - No sabía que tuviesen una mala opinión de Jim como para evitarlo. - Solo dime que no fuiste con el suéter feo, por favor. - En cuyo caso, podía entender la reticencia a besarlo. - Cuando lo dices de ese modo suena muy estúpido. ¿Por qué estamos haciendo esto? Ninguno está arrepentido y al resto debería importarle poco a quién quiera o no besar. Asunto terminado. - Creo que lo que me asalta es una especie de epifanía por estar semi borracha, pero sonaba coherente y todo, y estaba segura de que mañana podría recordarla. - ¿Sabes lo que se me hace más raro? Tengo tus regalos de navidad guardados, ha pasado una semana y todavía no te los di; así que feliz navidad y feliz año, Jim. - A falta de una botella con la que brindar, me pongo en puntitas y usando su hombro de apoyo para llegar, beso su mejilla con rapidez. Una tradición era una tradición, ¿no?
- ¿Se supone que tengo que tomarme eso como una ofensa o como un cumplido? - Porque en verdad, no sabía si eso era bueno o malo. ¿Quería decir que era fuerte, o insensible? Considerando la cantidad de veces que me había visto llorar, esperaba que fuese fuerte. Me da risa que tenga que sacarse el pelo de encima para poder ver, pero no voy a sugerirle el corte de pelo. - Pues ellas se lo pierden. - No sabía que tuviesen una mala opinión de Jim como para evitarlo. - Solo dime que no fuiste con el suéter feo, por favor. - En cuyo caso, podía entender la reticencia a besarlo. - Cuando lo dices de ese modo suena muy estúpido. ¿Por qué estamos haciendo esto? Ninguno está arrepentido y al resto debería importarle poco a quién quiera o no besar. Asunto terminado. - Creo que lo que me asalta es una especie de epifanía por estar semi borracha, pero sonaba coherente y todo, y estaba segura de que mañana podría recordarla. - ¿Sabes lo que se me hace más raro? Tengo tus regalos de navidad guardados, ha pasado una semana y todavía no te los di; así que feliz navidad y feliz año, Jim. - A falta de una botella con la que brindar, me pongo en puntitas y usando su hombro de apoyo para llegar, beso su mejilla con rapidez. Una tradición era una tradición, ¿no?
Como se trata de Ken que me había visto con mis peores caras, puedo ser honesta. —Me siento un asco— lo digo con otra arcada que acaba como más vómito sobre la madera de los escalones, salpicando a mis zapatillas. La sensación persiste, una nueva arcada sigue a la anterior y no es más que una opresión dolorosa en mi pecho que me dificulta el respirar, escupo lo que me queda en la garganta para desprenderme del gusto amargo de tanto alcohol mezclado. Sostengo mi cabeza con una mano contra mi sien, agradezco el tacto de sus dedos que limpian los mechones también sucios de vomito. —Me siento morir, Ken— gimo, me siento sobre mis talones, presiono un poco más fuerte la palma de mi mano para que mi cabeza deje de dolerme tanto y pare sus vueltas. —¿Voy a morirme?— le pregunto con otra nausea más, que me hace escupir lo que ya ni le queda a mi hígado.
Tambaleo al ponerme de pie para que sea quien pueda llevarnos al piso de arriba, ah, mierda, hay una escalera. ¿Y si nos aparecemos arriba? No, mierda, vamos a terminar en el distrito 99 si nos desaparecemos en este estado. Cruzo un brazo por su espalda para tenerlo de apoyo así puedo creerme capaz de poner un pie detrás del otro. —¿Te das cuenta…?— balbuceo, no, no voy a decir ninguna de mis tonterías, tanto alcohol me ha dado de los pocos momentos de lucidez en la vida. —¿Qué hace un año estuvimos aquí? ¿En el invernadero? ¿Viendo los fuegos artificiales? ¿Y lloré? ¿Y lloraste?— me atropello con mis palabras, tironeo de él en la dirección contraria a la puerta de la casa. —¿Y si vamos al invernadero? ¡Vamos a mirar los fuegos artificiales!— en otro momento hasta podría haber sido una sugerencia coherente, el que arrastre mi voz y de un paso en falso al querer bajar los peldaños demuestra que es una iniciativa de borracha.
Como tal caigo rodando al suelo, llevándolo conmigo, me cabeza golpea contra el suelo con nieve reciente, es mentira que la nieve sirve de almohada, creo que va a salirme un chichón luego. —¿Nos podemos quedar aquí?— pregunto, estando acostada la cabeza no me da tantas vueltas y puedo ver a la casa en su sitio, con las ventanas en el lugar que le corresponde. Un copo solitario que cae sobre mi nariz me hace ver por qué eso sería una pésima idea. —De acuerdo, no, vamos a un lugar donde no muramos de hipoteirbda…— ah, ¿por qué las palabras son tan difíciles de pronto? Levanto mis brazos al seguir hablando: —Ayúdame a levantarme, esto es un asco, ¿por qué todas mis amigas tienen fantasías contigo? Detesto esa escalera, quiero poder abrir una puerta, ¡y tarán! Ya estoy en la habitación que quiero, sin tener que subir esa estúpida escalera. Hero me cae bien, ¿sabes? Y creo que Mimi y Holly se van a casar y adoptar bebés…— cruzo un brazo con desgano encima de mi cara. —Solo quiero quedarme aquí y morir.
Tambaleo al ponerme de pie para que sea quien pueda llevarnos al piso de arriba, ah, mierda, hay una escalera. ¿Y si nos aparecemos arriba? No, mierda, vamos a terminar en el distrito 99 si nos desaparecemos en este estado. Cruzo un brazo por su espalda para tenerlo de apoyo así puedo creerme capaz de poner un pie detrás del otro. —¿Te das cuenta…?— balbuceo, no, no voy a decir ninguna de mis tonterías, tanto alcohol me ha dado de los pocos momentos de lucidez en la vida. —¿Qué hace un año estuvimos aquí? ¿En el invernadero? ¿Viendo los fuegos artificiales? ¿Y lloré? ¿Y lloraste?— me atropello con mis palabras, tironeo de él en la dirección contraria a la puerta de la casa. —¿Y si vamos al invernadero? ¡Vamos a mirar los fuegos artificiales!— en otro momento hasta podría haber sido una sugerencia coherente, el que arrastre mi voz y de un paso en falso al querer bajar los peldaños demuestra que es una iniciativa de borracha.
Como tal caigo rodando al suelo, llevándolo conmigo, me cabeza golpea contra el suelo con nieve reciente, es mentira que la nieve sirve de almohada, creo que va a salirme un chichón luego. —¿Nos podemos quedar aquí?— pregunto, estando acostada la cabeza no me da tantas vueltas y puedo ver a la casa en su sitio, con las ventanas en el lugar que le corresponde. Un copo solitario que cae sobre mi nariz me hace ver por qué eso sería una pésima idea. —De acuerdo, no, vamos a un lugar donde no muramos de hipoteirbda…— ah, ¿por qué las palabras son tan difíciles de pronto? Levanto mis brazos al seguir hablando: —Ayúdame a levantarme, esto es un asco, ¿por qué todas mis amigas tienen fantasías contigo? Detesto esa escalera, quiero poder abrir una puerta, ¡y tarán! Ya estoy en la habitación que quiero, sin tener que subir esa estúpida escalera. Hero me cae bien, ¿sabes? Y creo que Mimi y Holly se van a casar y adoptar bebés…— cruzo un brazo con desgano encima de mi cara. —Solo quiero quedarme aquí y morir.
— ¿Qué es “Ocaso”? Suena a novela para señoras — una de esas con sujetos de camisa abierta en la portada y una mujer morena de pechos gigantes con pose de desmayo. Para aclararlo, la imito con una pantomima — No soy duro, es solo… Me gustaría sentirme útil — No espero que lo entienda, tampoco se lo puedo reprochar. Muchos me han dicho que no tengo que exigirme demasiado y que tarde o temprano acabaría por descubrir qué es lo que se me da bien. Supongo que lo mejor es hacerles caso y dejar de ser un impaciente de mierda, cosa que es lo mismo que pedirle a Magnar Aminoff que deje de ser un dictador sádico e hipócrita.
Mi risa es vaga, tardo un momento en contestar y está claro que lo hago a propósito — Tranquila, era un cumplido — creo que a estas alturas, se merece aunque sea uno. Nadie es perfecto, pero puedo concederle el hecho de que Meerah no es la misma niña llorosa e insoportable que he conocido en el mercado, hace lo que parece una eternidad. Para empezar, esa mocosa no me habría elogiado como ella acaba de hacerlo, ganándose una mirada de sorpresa por mi parte — No… — contesto simplemente a lo del suéter — Solo deben tener mal gusto — me sumo a su comentario, encogiendo mis hombros con una desaprobación que en realidad no siento. ¿Cómo es que llegamos a hablar de esto, en primer lugar? Como mera respuesta, me llevo la mano al puente de la nariz y le doy un suave apretón; aún se siente sensible — Es fácil para ti decirlo, nadie ha ido a golpearte. Pero supongo que sí… Se supone que estamos trabajando para un mundo libre, ¿no?
Me pierdo en lo que me confiesa, creo que ladeo la cabeza hacia ella con tanta velocidad que apenas y he sentido su beso como un roce — ¿Me preparaste regalos de Navidad? — espero que el verme tan pasmado no sea ofensivo para ella — Perdona, es que nunca nadie me había… bueno, sí, pero era muy pequeño y no lo recuerdo — ¿O lo hago? No, ahora mismo mi cerebro no puede empezar a hurgar en recuerdos demasiado complicados. Apoyo mi cabeza contra la pared, pero lo hago con tanta pereza que acabo recargando toda la mejilla y, como está fría, se siente extremadamente bien. Estoy seguro de que la sonrisa de mi rostro debe ser completamente estúpida, en especial cuando me presiono la mejilla con los dedos — Ahora también tengo tu beso de medianoche — me mofo y, antes de que pueda vengarse de mí, me hago con la botella y me alejo bebiendo.
Mi risa es vaga, tardo un momento en contestar y está claro que lo hago a propósito — Tranquila, era un cumplido — creo que a estas alturas, se merece aunque sea uno. Nadie es perfecto, pero puedo concederle el hecho de que Meerah no es la misma niña llorosa e insoportable que he conocido en el mercado, hace lo que parece una eternidad. Para empezar, esa mocosa no me habría elogiado como ella acaba de hacerlo, ganándose una mirada de sorpresa por mi parte — No… — contesto simplemente a lo del suéter — Solo deben tener mal gusto — me sumo a su comentario, encogiendo mis hombros con una desaprobación que en realidad no siento. ¿Cómo es que llegamos a hablar de esto, en primer lugar? Como mera respuesta, me llevo la mano al puente de la nariz y le doy un suave apretón; aún se siente sensible — Es fácil para ti decirlo, nadie ha ido a golpearte. Pero supongo que sí… Se supone que estamos trabajando para un mundo libre, ¿no?
Me pierdo en lo que me confiesa, creo que ladeo la cabeza hacia ella con tanta velocidad que apenas y he sentido su beso como un roce — ¿Me preparaste regalos de Navidad? — espero que el verme tan pasmado no sea ofensivo para ella — Perdona, es que nunca nadie me había… bueno, sí, pero era muy pequeño y no lo recuerdo — ¿O lo hago? No, ahora mismo mi cerebro no puede empezar a hurgar en recuerdos demasiado complicados. Apoyo mi cabeza contra la pared, pero lo hago con tanta pereza que acabo recargando toda la mejilla y, como está fría, se siente extremadamente bien. Estoy seguro de que la sonrisa de mi rostro debe ser completamente estúpida, en especial cuando me presiono la mejilla con los dedos — Ahora también tengo tu beso de medianoche — me mofo y, antes de que pueda vengarse de mí, me hago con la botella y me alejo bebiendo.
- “Ocaso” es la novela de la película que lleva el mismo nombre, y creo que debe ser peor que una novela para señoras. Trata de un vampiro y una humana. Un vampiro brillante, acosador y estreñido. Y una humana insulsa cuyo único sentimiento es el de estar más caliente que una pava. - El hecho de que esté Tristan Goldwyn en el reparto es la única razón por la que había visto ese horror, y ni siquiera había valido la pena ya que su aparición en escena había sido reducida a cinco minutos de diálogos sin sentido, y malos planos de cámara. - No pierdas tu tiempo, de verdad. - Creo que se me habían muerto un par de neuronas al ver eso, no recomendaría ni a mi peor enemigo el verla. - Y sí estás siendo duro. Quieres encontrar aquello en lo que de verdad eres bueno cuando la mitad de las personas a mitad de su vida siguen sin saberlo. Hay veces en las que te enamoras de algo sin saberlo, hay otras en las que tienes que construir todo paso a paso hasta ver que realmente sirves en algo, o que al menos te da satisfacción el hacerlo.
- Un cumplido y algo de autoestima. ¿Quién lo diría? Tal vez el año haya empezado por fin con el pie derecho. - Que si vamos al caso, el año anterior había arrancado bien, pero había sido un desastre en muchísimos otros aspectos también. ¿Esto es una reflexión de año entrante? Que patética, me había prometido a mi misma el no llegar tan bajo en mi vida. - ¿Por qué alguien habría de golpearme por besarte? Creo que la mayoría me aplaude, no me critica por eso. - Claro, no podría decírselo jamás a mis compañeras del Royal, a menos que contase a Maeve, pero ella ya se había enterado y todavía no sabía muy bien cual había sido su reacción. No era su persona favorita en estos momentos, o al menos procuraba no serlo al esconderme en mi cuarto la mitad de las veces en las que ella estaba. ¿Se habría dado cuenta Hans?
En un principio no sé descifrar la expresión de James, hasta que abre la boca y poco me falta para llevarme la mano al corazón. - ¿Cuándo fue la última vez que recibiste un regalo de navidad? Es algo que… - Ay por favor, sé que estaba sonando como una insensible, era horrible el pensar que no había recibido ningún regalo para estas fechas. - ¿De cumpleaños tampoco? - Va a hacer que me sienta mal. Corrección, ya me siento mal al respecto. Algo me dice que tendré que modificar un poco la bolsa que tendría su nombre si no fuese por temor a quealguien en casa la descubra. Que no deberaín descubrirla ya que estaba bien guardada y escondida, pero el caso es que no tenía forma de explicar eso sin decir alguna idiotez como “es el nombre de mi nueva línea”. Me caía bien Jim, pero me negaba a que mi línea se llamase de manera tan sencilla. Si tuviera un nombre como… no sé, “Alessandro” podía pasar porque sonaría europeo y exótico, pero era James y no me servía para una línea de ropa, sin importar lo simple que pudiesen ser los diseños. - Ah, no. - Me estiro para alcanzar su manga y tironeo de él para que no se vaya. - Hace como muchas horas que no es medianoche para empezar, y segundo. Aunque no dije primero en primer lugar. Segundo, eso no fue un beso. Dije que te besaría, porque ya lo había hecho, pero no me voy a acostar con Kyle ni a casarme con David. Porque Kyle se acostó con Beverly; y David es como un hermano mayor, sin serlo porque él ya tiene a Charlie y le cambia los pañales a mi hermana. Pero eso no importa. - Robo la cerveza de su mano y vuelvo a ponerme de puntitas de pie, esta vez usando su cuello para anclarme y estirarme para llegar a su rostro. Sé que no debería, pero tenía que admitir que de verdad había querido volver a besarlo desde aquella vez, y siendo que de nuevo el alcohol sirve de excusa, planeo usarla para cuando luego quiera irme a esconder abajo de mi cama por semejante estupidez. Porque me gusta la sensación de sus labios contra los míos, y porque ya que tanto estaban hablando de esto, al menos que lo hicieran con justificación. - Ese fue un beso de año nuevo del que de verdad nunca deberíamos volver a hablar. Gracias. - Y esta vez la que da la media vuelta y se vá soy yo, aún con la cerveza en la mano que no tarda en reemplazar el contacto de sus labios.
- Un cumplido y algo de autoestima. ¿Quién lo diría? Tal vez el año haya empezado por fin con el pie derecho. - Que si vamos al caso, el año anterior había arrancado bien, pero había sido un desastre en muchísimos otros aspectos también. ¿Esto es una reflexión de año entrante? Que patética, me había prometido a mi misma el no llegar tan bajo en mi vida. - ¿Por qué alguien habría de golpearme por besarte? Creo que la mayoría me aplaude, no me critica por eso. - Claro, no podría decírselo jamás a mis compañeras del Royal, a menos que contase a Maeve, pero ella ya se había enterado y todavía no sabía muy bien cual había sido su reacción. No era su persona favorita en estos momentos, o al menos procuraba no serlo al esconderme en mi cuarto la mitad de las veces en las que ella estaba. ¿Se habría dado cuenta Hans?
En un principio no sé descifrar la expresión de James, hasta que abre la boca y poco me falta para llevarme la mano al corazón. - ¿Cuándo fue la última vez que recibiste un regalo de navidad? Es algo que… - Ay por favor, sé que estaba sonando como una insensible, era horrible el pensar que no había recibido ningún regalo para estas fechas. - ¿De cumpleaños tampoco? - Va a hacer que me sienta mal. Corrección, ya me siento mal al respecto. Algo me dice que tendré que modificar un poco la bolsa que tendría su nombre si no fuese por temor a quealguien en casa la descubra. Que no deberaín descubrirla ya que estaba bien guardada y escondida, pero el caso es que no tenía forma de explicar eso sin decir alguna idiotez como “es el nombre de mi nueva línea”. Me caía bien Jim, pero me negaba a que mi línea se llamase de manera tan sencilla. Si tuviera un nombre como… no sé, “Alessandro” podía pasar porque sonaría europeo y exótico, pero era James y no me servía para una línea de ropa, sin importar lo simple que pudiesen ser los diseños. - Ah, no. - Me estiro para alcanzar su manga y tironeo de él para que no se vaya. - Hace como muchas horas que no es medianoche para empezar, y segundo. Aunque no dije primero en primer lugar. Segundo, eso no fue un beso. Dije que te besaría, porque ya lo había hecho, pero no me voy a acostar con Kyle ni a casarme con David. Porque Kyle se acostó con Beverly; y David es como un hermano mayor, sin serlo porque él ya tiene a Charlie y le cambia los pañales a mi hermana. Pero eso no importa. - Robo la cerveza de su mano y vuelvo a ponerme de puntitas de pie, esta vez usando su cuello para anclarme y estirarme para llegar a su rostro. Sé que no debería, pero tenía que admitir que de verdad había querido volver a besarlo desde aquella vez, y siendo que de nuevo el alcohol sirve de excusa, planeo usarla para cuando luego quiera irme a esconder abajo de mi cama por semejante estupidez. Porque me gusta la sensación de sus labios contra los míos, y porque ya que tanto estaban hablando de esto, al menos que lo hicieran con justificación. - Ese fue un beso de año nuevo del que de verdad nunca deberíamos volver a hablar. Gracias. - Y esta vez la que da la media vuelta y se vá soy yo, aún con la cerveza en la mano que no tarda en reemplazar el contacto de sus labios.
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