Sonreí y asentí. -Le quitarías un auror al a defensa, se te podría complicar. -le bromee para escucharla y pensar que responder. -Bien, hubiese preferido no estar de guardia este año, pero tengo un padre muy estricto que puede llegar a tratarme de vago si no uso mi titulo de auror para proteger a la gente. -me encogí de hombros descargando apenas lo que llevaba dentro. -Por lo cual no puedo beber… debería tomar eso… -señalé su refrescó y arqueando una de mis cejas. -Eso me recuerda que aun te debo una copa, pero no podrá ser hoy. -le sonreí a la vez que avanzábamos hacia el escenario, por supuesto iba observando cada detalle a mi paso buscando irregularidades. De repente los fuegos artificiales comenzaron a sonar mucho más fuertes, solo que no eran fuegos artificiales.

Pronto sentí como el aire caliente que arrastraba polvo y demás se abalanzaba sobre mí, milésimas de segundo más tarde fui empujado por una fuerza invisible que me hacía caer y golpear la cabeza. Ahí íbamos de nuevo, estábamos bajo ataque, y por alguna razón agradecía a mi padre su terquedad. Me levanté enojado del suelo buscando a Ariadna, quien corría hacia el frente.

Lo primero era saber que sucedía, lo cual estaba difícil, por lo que seguí a la sanadora hacia personas atrapadas en los escombros, pero momentos despues la perdí de vista por lo que me dirigí hacia los primeros heridos que vi, entonces me encontré con la persona a quien Ariadna llamaba, era la ministra Eloise, al parecer era su hija. -No pierdan la calma. Señora Eloise la sacaremos de aquí, necesitamos asegurar el perímetro primero. -me levanté observando a alguien más atrapado, era la hija de la ministra. -Señorita Niniadis, no esta sola, aguante. -le dije subiéndome a algunos escombros para poder ver un poco más, necesitaba saber que tan en peligro estábamos para proceder a quitar escombros.

Una de las explosiones tiene su origen incluso más cerca de mí que la anterior, lo que provoca que un pitido se apodere de mis oídos y escuche los gritos, órdenes y pasos de la gente corriendo como muy lejanos y con un eco de fondo. Es así como la voz de una joven chica, que me cuesta unos buenos segundos reconocer como la hija de la Ministra Leblanc, llega hasta mí. — Estoy... — empiezo a decir, pero me callo a media frase y noto como si tuviera la boca medio dormido del impacto anterior. — Gracias por tu ayuda, pero no puedo irme. Tengo que encontrar a mis hijos — digo al final, centrándome en lo que de verdad me preocupa. He pasado por cosas mucho peores; puedo aguantar algunos golpes por mucho que duelan.

En realidad, no tengo pensado irme de aquí hasta que se haya evacuado a la mayoría de gente. He hecho todo lo posible durante las últimas semanas para que la celebración de Nimue fuera con normalidad, y hasta he puesto a más seguridad que todos los últimos años anteriores... pero no ha servido de nada. Por mucho que lo haya intentando, han conseguido atacarnos vete a saber cómo. Quizá no sepa ahora cómo ha sido, pero tengo pensando tener una larga conversación con los aurores que debían asegurar las entradas, y con los trabajadores del Ministerio que queden vivos que fueran los encargados de descubrir cualquier amenaza o elemento extraño que intentase entrar en el edificio. — Eres medimaga, ¿verdad? Intenta ponerte a cubierto cuanto antes. Seguramente necesiten tu ayuda en cuanto la gente empiece a ser evacuada.

Había llegado el día de reunir a la familia, aunque aun no sabiamos quienes más podrían haber sobrevivido en el 14, sabíamos donde estaba Seth, y no ibamos a dejarlo a su suerte con aquella villana. Ben no estaba de acuerdo en que fueramos los jovenes, pero el buen señor Ferdia dijo que ya no eramos niños y si algo habiamos demostrado en las ultimas semanas era que podiamos cuidarnos, o algo así, puede que estuviera distraida por lo sexy que era...¿Por qué toda esta gente era tan hermosa? No lo hacía bien a la salud de una, o sí...

Pero más que nada yo quería ir, necesitaba estar presente en el reencuentro más esperado por todo Neopanem unido, Ben y Seth. Sabía que eso haría mi madre y como su hija era mi obligación asegurarme que tal momento se diera al no estar ella presente. Además iban a necesitan medicos y quien ayudara con las posiones, que tal vez no fuera una maestra pero sabía lo escencial.

A todo esto, la posion multijugos me dio el aspecto de una joven morocha sensual, nunca pense realmente que pasaría si tostara mi piel, pero definitivamente podía llevarlo, estoy segura que Ken se estaría odioando por haber arruinado nuestra relación y ojala haya llamado la atención de Mimi cuando hice un pequeño desfile para ver que outfit quedaría mejor, me decidí por unos pantalones anchos rayados y un top negro. Me sentía sensual.

En el viaje estuve dandoles conversación a Ava y Alice, contandoles como inicie mi negocio en el distrito 12, pero cuando llegamos al capitolio me quede sin voz. Ni en mi más locos sueños podía haber imaginado algo tan mágico y fabuloso, me sentía un ser insignificante ante tal esplendor. Puede que incluso me perdiera un poco del grupo mirando los fuegos artificiales y el recital desde las pantallas. ¿Podría quedarme a vivir allí?

Mis fantasias de vivir en una ciudad glamorosa, caminando las calles con seguridad y a la última moda se vieron interrumpidas por terribles sonidos de explosión y gritos de terror que trajeron de pronto recuerdos de pesadillas. Cuando Ken me piso me devolvió a la realidad y el que fuera tirada al suelo por el peso de algo me dejo idiota por unos segundo me retorno a las pesadillas.

Todo ha sucedido con demasiada rapidez. Se suponía que debíamos esperar a la señal de Ferdia, y entonces, sacar a Seth de aquí y ponerlo a salvo. Lo que creo que ninguno de nosotros pensábamos, al menos no la gente más cercana a mí, era que dicha señal iba a consistir en una serie de explosiones. Nunca pensé arriesgar la vida de nadie de esta manera para salvar a mi mejor amigo, por mucho que desee sacarlo de entre las garras de su madre. Hay niños, maldita sea, ¿en qué estaban pensando? — No sabíamos que esto pasaría así — le respondo a Amarïe mientras agarro su mano para levantarme.

Estoy a nada de preguntarle si ha visto a Seth para acabar con esto cuanto antes, pero no me ni tiempo a abrir la boca porque el grito de Zenda llamando a Ben hace que gire mi cabeza hacia a ambos lados, buscando a la pequeña del grupo. — Mierda. — Es lo único que alcanzo a soltar antes de hacerme paso como puedo hasta Zenda para intentar sacarla de ahí antes de que la cosa vaya a peor. Las piedras más pesadas las aparto con ayuda de la varita, y cuando puedo, la agarro para sacarla por el hueco que ha quedado libre. — ¿Puedes mantenerte en pie?

El brazo de Kennedy protegiendo mi cabeza evita que otro grupo de piedras no me golpee en la cabeza, lo que provoca que ella sí reciba un golpe en la espalda. Reprimo una mueca al verlo porque está claro que tiene que haber dolido lo suyo, y me pongo de puntillas para intentar ver qué está pasando más adelante porque por altura que tenga, no veo bien. Es obvio que ha habido explosiones en el Ministerio y en diferentes puntos, ¿pero por qué? ¿De verdad era esta la señal? ¿Cómo vamos a sacar a Seth de aquí ahora? — ¿Esto debía pasar así? — pregunto. Quizá no ha sido cosa de los nuestros; quizá ha sido culpa de aquellas personas que provocaron el atentado de aquella gala benéfica. Me niego a pensar que hemos tenido algo que ver, y la expresión de Arya me deja claro que ella tampoco tenía ni idea de esto.

Me dejo agarrar del brazo y voy esquivando algún que otro empujón, todavía intentando acostumbrarme a este cuerpo. El chico en el que me he transformado es un par de centímetros más alto que yo, lo que eso no me supone ninguna novedad o cambio exagerado, pero sí que es bastante delgado y ahora mismo me preocupa romperme un hueso casi con un soplido por culpa de lo debilucho que debo parecer. Seguramente debería haberme transformado en alguien con más músculos, pero pensaba que todo sucedería con más tranquilidad. — ¿Cómo vamos a llegar hasta Seth?

Escucho las preguntas de mis compañeros de grupo y odio tener la respuesta pero no ser capaz de responder con honestidad ¿Esto debía pasar así? Sí, la idea era hacer explotar cabezas del ministerio ¿Esto ayudará a salvar a Seth? Siendo honesta, creo que por un momento hasta olvidé al tipo que es tan importante para los rebeldes del 14. Dios, soy una terrible persona y dudo perdonarme alguna vez por esto, pero si quiero hacerlo mejor creo que debo comenzar por ponerme de pie y salir adelante, mantener al menos a ellos a salvo.

- Peleando - digo a Kyle aún moviendo un poco mi espalda por el dolor. Quizás la espada oculta allí me cubrió un poco del golpe, no estuvo de más traerla después de todo - Iremos por Seth, pero no creo que sea conveniente acercarnos a la estructura... Eso se viene abajo en cualquier momento - comento mirando tanto al muchacho como a Arya que luce bastante diferente, creo que hasta podría decirse que intercambiamos estilos.

Sé que esto se pondrá peor, siempre se pone peor ¿Cierto? Pero de todas formas me gustaría aportar un poco de ánimo a ésta misión de locos - ¿Dónde está Sophia? - y creo que había alguien más en nuestro grupo pero no logro recordar - Deberíamos ir todos juntos hacia la feria, no estaremos a salvo pero parece más estable.

Ariadna movió la varita para realizar un hechizo curativo simple, sobre el hombro del ministro de defensa, sin embargo antes de terminarlo, tuvo que agacharse y esquivar otro bloque de cemento que caía del edificio a punto de colapsar por completo. —Estaré bien, primero debo ayudar a mi madre. Por favor, encuentre a sus hijos y váyase a la isla. No sea terco.— Le pidió intentando no alterarse, mas la situación estaba por ganarle.
Al alzar la mirada pudo notar como Matthew empezaba a ayudar a su madre, pero lo que captaron sus ojos, un par de metros más atrás, hizo que su piel palideciera y todo su cuerpo temblara.  
Su padrino había volado por los aires y al aterrizar, varios bloques de escombros lo taparon junto con las cortinas del escenario, ¿Qué clase de monstruo pudo hacer algo así? Colocar bombas en un espacio público, lleno de niños, ancianos.

Cerró los ojos, respiró profundo y de nuevo corrió sobre sus tacones, tratando de alcanzar el destruido escenario sin ser golpeada por la lluvia de polvo, fuego y estructuras de cemento.
Estaba algo agotada, pero seguía funcionando culpa de la adrenalina, presión y claro...Amor por sus parientes. No podía verlos morir, no así.
—¡Nick! Te sacaré de aquí, estarás bien...Por favor resiste.— Sus uñas se rompieron cuando comenzó a apartar las piedras más pequeñas y al llegar a las rocas más pesadas, sacó la varita e intentó moverlas para liberar a su padrino. —Tranquilo, Nick te sacaré.— Prometió y continuó lanzando a un costado las piedras que si podía levantar con magia.
Un pequeño hueco le abrió el paso y era suficiente para sacar al ministro de aquella trampa mortal. La bruja estiró la mano y comenzó a jalarlo, hasta conseguir liberarlo.

El polvo se me mete en los pulmones cuando intento quitarme las rocas de encima. Me doy cuenta de que mis piernas han quedado atrapadas y tiro de mi brazo en un intento de zafarme, sujetando con fuerza la varita, pero la pierdo cuando alguien pasa por mi lado y la patea lejos de mí. Sé que es imposible zafarme y alcanzarla, pero el gentío no ayuda a que pueda moverme o encontrar a mis compañeros en busca de ayuda. Genial, esto es una ironía en sí misma.

La situación cambia tan repentinamente ante mis ojos, que casi no lo veo venir. No importa, tengo la suficiente adaptabilidad como para cambiar mi postura y recordar que, estar haciendo rondas significa que tengo trabajo por hacer. Saco la varita, y me pongo a gritar instrucciones por encima del gentío que parece cada vez más sumido en la histeria.
La cosa parece funcionar, pero no por mucho tiempo ya que, antes de poder darme cuenta, una nueva explosión resuena a mis espaldas, enviándome contra uno de los puestos de feria y dejándome sepultado entre madera, escombros y lo que sea que estaban vendiendo aquí. Con un demonio.

Sé que nadie puede escucharme, estoy aturdida pero el eco de las voces se oyen como si fuese una burla a mis pobres intentos de empujar las piedras y las maderas. Mi voz se siente ahogada estoy segura de que estoy sangrando, aunque no quiero atreverme a mirar. Tanteo, buscando mi varita y siento que mis dedos la rozan, pero mi postura no es la mejor para tirar de ella. Soy capaz de reconocer las lágrimas que he soltado sin desearlo, pero mis dedos se aferran con más fuerza de la normal a la varita y creo que uso lo que queda de mi voz para gritar un wingardium leviosa. No sirve de mucho, pero alguien me habla en algún punto y entonces sé que no estoy sola. ¿Es gente tratando de ayudar? ¿Es esa la ministra Leblanc?

Estoy aturdida, desorientada y con lo que puede ser descrito como el zumbido más molesto de la historia retumbando en mis oídos. ¿Pero qué? Las últimas horas… corrección: los últimos días, se sienten dispersos en mi mente, y mientras trato de enfocar la vista y quedarme erguida sobre mis pies, un estallido retumba, y lo que reconozco como gente gritando, comienza a desesperarse. Me llevo una mano a la cabeza tratando de presionar ahí dónde me duele en la sien, pero tengo algo apretado en mi puño que no logro reconocer. ¿Qué es? Parece una especie de interruptor. Observo el pequeño objeto y gruño, recordando escenas que me hacen sospechar la naturalidad de la situación. O la falta de. Incluso mi cuerpo se siente extraño, y tengo miedo de pensar en cuánto tiempo ha pasado desde que he usado por completo todas mis facultades.

Una nueva bomba parece estallar, y esta vez no llego a hacer nada cuando algo me golpea con fuerza en la nuca, tirándome de rodillas al suelo y dejándome más perdida de lo que estaba antes.