El golpe en la cabeza de la salvaje me durmió por demasiado tiempo y, aunque me pese admitirlo, se sintió con un alivio pues gracias a ello ya no tuve que seguir peleando. No tenía fuerzas y sigo sin tenerlas ahora, quizás soy un fracaso pero dí lo mejor de mí y protegí a Amalie lo máximo que pude.

Siento como me abraza aun cuando tengo los ojos cerrados y disfruto del contacto, feliz pues que esté en esa posición quiere decir que ha acabado con nuestra enemiga. Al menos podremos volver a casa ahora y una ligera sonrisa se dibuja en mi rostro cuando dice en voz alta que lo haremos. Pero minutos más tarde se va y vuelvo a sentirme vacío, por un momento pienso que estoy muerto pero el olor a carne quemada me hace abrir los ojos y veo el cuerpo de la mujer que antes estaba atacándonos ardiendo frente a mí. También logro captar el cabello rojo de Amalie que parece estar regañando a un auror, lamentablemente la imagen se aleja más y más, tardo unos segundos en comprender que me están moviendo por magia.

Cierro los ojos una vez más pues seguramente se trata de los aurores llevándome al hospital. Me dejo caer inconsciente seguro de que las cosas van a ser mejor en la mañana.

En otra ocasión, y bajo cualquier otro tipo de circunstancia, no habría hecho caso de la indicación de Lara de buscar refugio. Pero aparece más gente dispuesta a ayudar, y no soy tan ilusa como para creer que seré algo más que un estorbo y podré servir para algo. No discuto, y movida por el temor, el cansancio y el completo horror que comienza a asentarse en mi cuerpo busco esconderme no muy lejos de allí.

No entiendo muy bien los siguientes minutos, sé que estoy sentada y abrazada a mis rodillas, pero no registro del todo el paso del tiempo y creo que mi mente se halla completamente en blanco. Una persona llega en un momento, y sé que me pregunta algo, pero no es hasta que ma abraza que puedo reconocerla como mi madre. ¿Qué? ¿Que ha hecho qué? No... ¿Qué tiene que ver mi padre?, ¿a dónde no quiere llevarme?, ¿qué es lo que no tengo que creer? Quiero hablar, quiero decirle algo, gritarle que no la entiendo, pero las palabras ni siquiera llegan a mi garganta y solo atino a mirarla con los ojos abiertos en señal de alarma. Me besa, me dice que me quiere, y sin que me de cuenta desaparece cómo si nunca hubiese estado ahí en un primer lugar. Como si su presencia hubiera sido un engaño de mi mente, una pesadilla que me asalta pese a que estoy despierta. Una pesadilla que, si es verdad, no me va a dejar dormir en un tiempo largo.

Ya es tarde, sé que se ha ido, pero cuando mis cuerdas vocales vuelven a funcionar, lo hacen solamente para dejar emitir un grito desesperado que jamás llegaría a destino - ¡MAMÁAAAA!

Suelto mis rodillas y apoyo las manos a los costados buscando incorporarme, pero no sirve, así que cambio de táctica y me incorporo sobre mis rodillas. Todavía estoy tratando de levantarme cuando Lara aparece de la nada y me toma en brazos, envolviéndome en lo que debe ser el tercer abrazo que recibo esta noche,  pero que por alguna razón es el que mejor gusto me deja. Porque no se siente como un espejismo que va a desaparecer en un instante, porque de alguna manera me contiene y me da seguridad. Incluso cuando sus brazos me sueltan y sus manos acarician mi rostro, limpiando lo que deben ser rastros de mugre y lágrimas que nunca me di cuenta que solté. - Estoy... Estoy bien. - Mi voz suena algo tomada, producto de la cantidad de humo que inhalé en algún momento, y mis ojos me arden, irritados y molestos a causa del polvo y la ceniza que hay en el aire. Me duele el cuerpo, y sé que el día de mañana descubriré que tengo más moretones, raspones y cortes de los que nunca tuve en mi vida. Pero no le he mentido y, en vistas generales estoy bien. Vacía, pero bien.

La envuelvo esta vez yo en un abrazo, refugiando mi cabeza contra su costado, y solo la suelto cuando da una última indicación. - Sólo a Hans. Encontremos a mi padre y salgamos de aquí. - Y no le digo lo que acaba de pasar con mi madre, porque no encuentro las palabras para hacerlo. Porque todavía no entiendo lo que ha hecho y porque estoy dolida, desgarrada al saber que ni siquiera pudo utilizar unos segundos de su tiempo para explicarse antes de abandonarme en medio de este infierno.
 

Nunca en mi vida me habían petrificado, pero puedo decir ya que es la peor sensación que he tenido en toda mi vida y que, de hecho, creo que preferiría luchar contra una horda de acromántulas antes que volver a notar esto. Ver y escuchar mientras no puedes moverte ni articular palabra es una sensación horrible, especialmente cuando ves a gente morir a tu alrededor y sabes que, no muy lejos de todo ese desastre, hay mucha gente que te importa.

La llegada de Zenda y de Beverly es un alivio inmenso tipo nivel abrir los regalos en la mañana de Navidad, y no exagero. Volver a mi estado normal resulta algo extraño al principio, y tengo que inclinarme hacia delante para controlar las náuseas repentinas, fruto del cansancio y de llevar así tanto rato, mientras respiro de manera acelerada. — Ha... sido... horrible — respondo casi con un hilo de voz. — Era como si todas las vacas que teníamos en el 14 se me hubieran tumbado encima y no me dejasen respirar. — Un escalofrío me recorre el cuerpo al volver a recordar la sensación que he estado teniendo hasta hace escasos minutos, pero no me da tiempo a pensar mucho más porque tenemos que movernos para salir de aquí.

Por el camino recogemos a uno de los ministros entre los tres, y aunque al principio no comprendo por qué, lo acabo haciendo cuando veo a Ben cargar con el Ministro de Defensa. Quizá no tengamos a Seth, pero no vamos a irnos con las manos vacías. — Bev, cógele tú las piernas — le digo antes de marcharme por donde hemos venido. Con un simple hechizo consigo levitar a uno de los hombres que he visto antes tirados por el suelo, y aunque él a mí seguramente no me conozca, yo a él sí porque papá trabajaba con él antes de marcharnos del 3, cuando se dedicaba a los servicios sociales y nuestra vida era relativamente normal.

Es así, con el hombre flotando por el aire, como llego hasta el punto de encuentro, no muy lejos. — Ni se os ocurra decirle a Ken cómo me habían dejado — protesto cuando llego, alternando la mirada entre Zenda y Beverly. El problema es que para cuando Amber activa el traslador, Kendrick no está por ninguna parte, y aunque abro la boca para decir que por qué no le esperamos a él y a otros más que faltan, en cuestión de segundos ya estamos en el loft otra vez. Y mi mejor amigo no está.

Un nuevo estallido me despierta, creo que me he quedado medio dormida, ojala Viktor no lo note y crea que la conversación me aburre pero mi cuerpo a penas puede mantenerse en pie, aunque la nueva situación vuelve a generar la adrenalina necesaría para huir con la distracción.

Link aprovecha a tirarle otro ataque a nuestro contrincante y yo me debato entre despedirme o no de Viktor, al final no lo hago porque creo que eso delataría que estamos huyendo.

- Hay que ir al punto de encuentro - le grito por sobre el ruido, a lo que me responde de buscar por los resagados. Tiene razón aunque principalmente debo asegurarme de no caer o tropezarme con aquel campo de los horrores porque no siento que vaya a poder levantarme.

Tratamos de ser discretas con la llegada de los refuerzos del mal pero ambas nos quedamos heladas cuando escuchamos los gritos de auxilio de Ken y ver que se lo llevan junto con otros, por un lado quiero ir a rescatarlo pero mi cuerpo me reclama atención y se que si me dejo llevar solo terminaría empeorando las cosas. Por lo que hago algo que nunca me creí capaz, empujo a Zenda a seguir.

Encontramos a Kyle petrificado, yo me quedo vigilando mientras mi compañera lo libera y los gritos de Ben nos alertan que se estan moviendo al punto de encuentro. Solo quiero irme, pero Link tiene una idea y yo me dejo guiar. Encontramos un señor desmayado y parece importante por las ropas, supongo que el plan es "si se llevan a los nuestros nosotros nos llevamos a los suyos", para una historia de romances prohibidos se me ocurren unos ejemplos que he leido, pero no estoy de humor para contarles a los chicos mientras cargo de una pierna al secuestrado. Lo unico que puedo hacer ahora es decir hechizo sanadores para mis amigos y para mí.

En el camino veo a Alice desmayada también, pero no tengo tiempo de pedirles a los chicos que paremos la carrera por lo que le tiro un hechizo para reanimarla con mi brazo libre. Y que bueno que lo hice, porque de pronto Kyle me empuja la otra pierna del hombre y se va a buscar otro extraño que trae levitando. ¿Botin de guerra?

Llegamos de suerte con el resto, casi cayendonos porque un hombre grande es muy pesado para 2 chicas, aun no entiendo porque no hicimos los mismo que Kyle. En el loft solo puedo pensar en aquellas personas que nos habían acogido cuando perdimos todo, y sentirme más inutil. Extraño mucho a mamá.

Se quedó allí, arrodillada a su lado cuando vió que el hechizo hizo efecto en ello y cayó completamente inconsciente. Restregó en las manos en sus ropas en un vano intento de hacer desaparecer la sangre de éstas, no queriendo tenerlas manchadas de nuevo, y mucho menos si era literalmente. Los gritos seguían a la orden del día pero una fuerte explosión fue la que la sacó de su ensimismamiento, consiguiendo que alzara la cabeza y se encontrara con los refuerzos de aurores entrando en tropel dentro en la zona. A buenas horas. Alguna cabeza debía de rodar por aquel desorden. Ayuda médica, fue en lo único que alcanzó a pensar antes de acercarse a Alice para tomar su lento pero constante pulso. —Iré a buscar ayuda— anunció levantándose demasiado rápido del suelo, tanto que todo empezó a dar vueltas y la obligó a cerrar los ojos con fuerza unos segundos. Meneó la cabeza, consiguiendo centrarse y saliendo corriendo de allí en busca de ayuda; no iba a dejar que alguien muriera de nuevo por su culpa, le importaba bien poco si era de 'los suyos' o no.

Chocó de bruces con un medimago que trataba de tratar a otro herido. —Necesito que venga por aquí— urgió, tomándolo del brazo y arrastrándolo tras de sí para llegar hasta el lugar donde solo quedaba un charco de sangre pero ni rastro de la mujer.

La chica tenía razón, no podía ir solo y aunque quisiese decirle a sus compañeros donde estaba Seth, no podía, pues no sabía donde estaban. Apretó la mandíbula y a pesar de que quería responderle, su advertencia lo sacó de sus pensamientos. Un auror iba a por él, pero ella lo mandó lejos. No podía estar fingiendo todo eso; era demasiado, y su rostro lo decía -¡Corred vosotras! -gritó y se giró para enfrentar al auror, pero este fue más rápido y le dio en toda la nuca.

La cabeza de Derian dio vueltas y un mareo atroz lo invadió por dentro. No podía... No podía pasar eso. No. No. No. No podía caer o era su fin. Gruñó, pero otro derechazo al rostro lo recibió y cayó abatido entre sangre e inconsciencia con rostro mirando por donde habían huido Talysa y Audrey.

Estoy cansando, y creo que eso es algo que tanto yo como Benedict sabemos. La cuestión es que él también lo está, porque puedo notarlo en su retraso cuando intenta golpearme y falla, así que por un instante me confío en que quizá podré terminar con él de una vez por todas... pero no. Cuando veo el mango del hacha ya es demasiado tarde, y tras un dolor agudo, todo se vuelve negro.

No soy consciente de cómo me carga sobre su hombro y me lleva a vete a saber dónde; ni siquiera me entero cuando activan el traslador y aparecemos en otro sitio completamente diferente. En realidad, no sé ni cuántas horas han pasado cuando abro los ojos y me encuentro en un sitio que no reconozco, con otras personas que tampoco sé quiénes son, pero sí sé que no son de fiar. Y eso solo puede significar que estoy en peligro por primera vez dieciséis años.

Tras el enfrentamiento con varios de aquellos que eran considerados enemigos por el gobierno, me dediqué a buscar heridos luego de que el estallido traía a los refuerzos y los rebeldes intentaban escapar, lográndolo la mayoría, pero no todos, por mi parte los había dejado desmayados en sus lugares, así que probablemente tenían posibilidad si eran ayudados. Por nuestra parte los demás aurores pudieron capturar a varios de ellos, los que no estaban muertos.

Ahora me encontraba en una pila de escombros buscando heridos entre ellos, o debajo de ellos, y así fue solo que muchos de ellos estaban sin vida, demasiadas víctimas, victimas que no tenían nada que ver directamente, en otras palabras, inocentes. En ese momento sentía que los Black, el gobierno actual y los rebeldes en un punto eran todos la misma mierda, no se distinguía entre soldados e inocentes, entre gobierno e inocentes, entre rebeldes e inocentes. No entendía que hacían, ¿peleaban contra Niniadis de la misma forma que ella lo hacía? ¿Explotando todo indiscriminadamente?

Recorriendo el desastre pude localizar a otros aurores que retiraban varios cuerpos de los escombros, era un desastre, pero entonces noté algo que me dejó helado, un rostro conocido, muy conocido. Julian Burke. Corrí hacia el agachándome a su lado, sosteniendo su rostro con mis manos, buscando su pulso en su cuello, los compañeros a mis costados ya lo sabían, y algo dentro de mí también, él ya no estaba entre los vivos. Inmediatamente di un fuerte golpe en el suelo apretando los dientes, estaba enojado, muy enojado. Había sido sepultado por armas previamente plantadas, nadie se había enfrentado a él de frente, eran unos malditos cobardes. Caí sentado con los ojos húmedos, viendo a mi amigo.

Era un asqueroso circulo de venganza, de idas y venidas, de ojo por ojo. El gobierno había tenido la posibilidad de mejorar todo en su momento y no lo hizo. ¿Qué me decía que sería diferente con los rebeldes? No iríamos a ninguna parte si seguían metiendo a todos en la misma bolsa, quemándolos, matándolos, discriminándolos. Aquel mundo era un puto asco. Nadie era un santo, pero hoy la masacre fue realizada por los rebeldes.

Me levanto y salgo del lugar, esperando prontamente despedir a mi amigo y los caídos como se debe.

La llegada de los refuerzos me hace soltar un suspiro de alivio que no sabía que estaba conteniendo. Había sido la noche más caótica de mi existencia desde que tenía memoria, y lo único que tenía ganas de hacer en esos momentos, era llegar a casa y tomar un buen baño de burbujas. De ser posible también me gustaría ignorar al mundo por todo lo que quedaba del fin de semana, pero sabiendo que eso no iba a ser posible, descarto rápidamente mis planes y vuelvo a la realidad cuando se logran llegar al rebelde que tanta pelea nos había dado. - Tu tampoco estuviste mal, primito. Pero al fin de cuentas solo hicimos nuestro trabajo. - Es la respuesta que le doy a Colin, desviando mi mirada hacia la varita y pensando que solo minutos atrás con ella había quitado una vida. Seguía sin asaltarme el sentimiento de culpa, solo sentía hastío de pensar en la cantidad de declaraciones que tendría que prestar en los próximos días.

Mi primo ayuda a la rubia a incorporarse, y le da instrucciones que por suerte sigue con rapidez. No me centro mucho más en ella y me dejo guíar hasta que me suelto cuando noto a Hans a unos metros. - Ay, Morgana... - podía tener conocimientos básicos de sanación, pero eso necesitaría más que un par de pociones y hechizos sencillos. Casi podía asegurar que mi amigo tenía más sangre fuera de su cuerpo que dentro de él. Nos hubiera venido de maravillas un sanador aquí, pero en vista de que no hay ninguno cerca, le hago señas a Colin para que me ayude a incorporarlo para llevarlo hacia la ayuda.

Puedo escuchar las idas y venidas, pero no soy capaz de reaccionar a ellas y estoy seguro de que por momentos, pierdo el conocimiento por completo. Me siento respirar jadeante, provocando un sonido que delata lo mucho que me cuesta pasar el aire y creo que el pecho me sube y baja con una rapidez que no es normal. Me pregunto si llueve, tardo en darme cuenta de que no, que la humedad es de mi propia sangre pegándose a mi ropa y deslizándose por el suelo. Escucho gritos y explosiones, alguien pasa cerca de mí y apenas siento el pisotón en mis dedos, porque hay dolores más punzantes y mi cabeza no puede procesarlos a todos. En algún momento, siento que me mueven y me esfuerzo en abrir los ojos, aunque éstos giran y enfocar es casi imposible. No sé si es Annie, se parece mucho a ella, pero estoy seguro de que no puede escuchar lo que mis labios quieren modular. Preguntar por Meerah suena a una misión imposible, creo que solo alcanzo a reproducir su nombre, pero eso es todo. Para cuando me quiero dar cuenta, vuelvo a estar a oscuras.

Me tomo unos segundos para estar en silencio y poder caer en la cuenta de que ambos estamos bien. Conocía nuestra profesión y los riesgos que nuestro trabajo acarreaba, pero al final del día, de cualquier día ya sea una misión conjunta o no, siempre necesitaba esos segundos que me volvían a la realidad y me aseguraban que de moemnto, todo estaba bien. Incontables vidas se deben haber perdido esta noche, y aún así mi esposa se preocupa de que nuestra oponente aún conserve la de ella. - Habrá que atarla hasta que...- No termino mi oración y ya los refuerzos hacen su acto de presencia. - Olvídalo.

Rodeo con fuerza moderada la figura de Rose cuando me abraza, y cuando esconde su rostro en mi cuello, aprovecho para besar sus cabellos. Entendía más que bien a lo que se refería. - ¿Te he dicho que hay veces en las que odio que siempre tengas razón? - Quería volver a casa y estrechar a mi hijo entre mis brazos, pero el deber venía primero en estos momentos y a Rory no le pasaría nada mientras estuviese con su tío. - Ven, vamos. Antes de que cambie de opinión. - Y aflojo un poco mi agarre sobre ella. Pero no la suelto, no todavía al menos.

Sé que he perdido la conciencia en algún momento porque, cuando la recupero, es mi hija la que está al lado mío, y no Nick o el niño a quien nos habíamos enfrentado. Me pongo de pie como puedo, apoyándome en la figura de mi hija a sabiendas de que si puedo levantarme, es porque de seguro ha podido revitalizarme un poco con algún hechizo. Trato de sonreirle en forma de agradecimiento, pero creo que lo único que hago es formar una mueca inentendible que probablemente no pueda ver ya que está cargando con mi peso. Musito un suave gracias, a sus cuidados, a sus palabras, a su acompañamiento y lo siguiente que sé es que me encuentro en el aire y pronto, vuelvo a no saber nada más.

No entiendo absolutamente nada de lo que está sucediendo, me siento más pesada de de lo que me he sentido en la vida, y con un dolor que casi literalmente, me parte en dos. Miro de soslayo a la pesona que me está sosteniendo y pese a que estoy en un estado de puro estupor puedo distinguir a duras penas, las facciones de Amber. Vuelvo a desmayarme antes de que hagamos unos pocos pasos, y solo me despierto por otros segundos cuando me obligan a poner una mano en el traslador que teníamos planeado como ruta de salida. Si hubiera podido mantenerme consciente el tiempo suficiente como para poder contar a los presentes, hubiese sido muy dificil que me sacasen de allí. Pero no había podido, y en el momento que nos desplomamos en el suelo del loft, desaparezco por completo para el mundo nuevamente.