Los fuegos artificiales estallan sobre las cabezas de los ciudadanos, robando sus vítores y exclamaciones al iluminar la escena con la gracia de los colores. La música orquestal de la sinfónica del Capitolio es la encargada de lucirse en el escenario principal, montado delante de las puertas del Ministerio de Magia, llenando de ritmo una noche en la cual miles de ciudadanos se han movilizado para participar de las festividades de Nimue, en honor a un grupo de brujas caídas en el fuego en una injusticia histórica cientos de años atrás, a manos de la ignorancia de los muggles. Una tradición que clamaba la justicia cumplida sobre las vidas de un puñado de pobres brujas, una noche en la cual celebraban que los deseos de aquellas mujeres habían podido ser cumplidos tras una lucha que parecía haber sido eterna.

Como en toda buena fiesta, algunos borrachos bailaban en las calles y las personas se apiñaban entre risas, tratando de alcanzar a echarle un vistazo a las figuras importantes que se movían detrás de las vallas de seguridad. Las cámaras se encontraban en lo alto, transmitiendo segundo a segundo para aquellos que deseaban seguir la celebración desde la comodidad de sus hogares, muchos por no haber podido movilizarse al centro de la capital del país. La bandera de NeoPanem brillaba en lo alto, del negro y rojo entrecruzado por las varitas que ondeaban en la tela sacudida por la ligera brisa. Siendo una fecha festiva, las actividades ministeriales habían finalizado al mediodía para que la jornada fuese disfrutada por absolutamente todos. Aún así, podían verse algunas siluetas dentro de las luces encendidas del edificio, a los aurores caminando entre la multitud para mantener el orden y la impaciencia pintada en algunos rostros.

El Capitolio y el mundo mágico estaban de fiesta. Y las luces brillantes siempre son la mejor distracción.

Si tan solo alguien hubiese mirado dos veces al desconocido que pasó por su lado como una sombra. Si tan solo la multitud hubiese sido más pequeña. Si tan solo, la seguridad no hubiese estado tan pendiente de los movimientos de Jamie Niniadis y su familia cerca del escenario, en el centro del espectáculo. Si tan solo…

Nadie vio como Annie y Colin Weynart salían del Ministerio de Magia con la mirada perdida y se sumaban a las celebraciones como si no hubiesen pasado las últimas semanas bajo la influencia de un poderoso maleficio Imperius. Tampoco vieron los rostros que se mostraban muy ansiosos por chequear que se encontraban lejos de la zona de la distracción, a sabiendas de que el caos se desataría en segundos. La poción multijugos que habían tomado hacía casi una hora perdería su efecto pronto, así que deberían apresurarse, los minutos tenían que ser exactos…

Porque habían pasado horas desde que un grupo de repudiados y los sobrevivientes del catorce se habían reunido para llevar a cabo el plan que habían estado tramando por un tiempo. Algunos, convencidos con la idea de generar el caos suficiente como para poder rescatar a Seth Niniadis. Otros, con segundas intenciones, un poco más radicales. Movidos por un número que debía darles seguridad al no ser un grupo precisamente pequeño, la poción los camufló entre los ciudadanos, a la espera de la señal plantada por Ferdia Wallace. No todos sabían que iba a ser una tan obvia.

La explosión fue tan fuerte que hizo temblar el suelo y el silencio de la incógnita duro el segundo que le tomó a los presentes el lograr gritar. Los fuegos artificiales perdieron protagonismo cuando el fuego barrió gran parte del tercer piso del ministerio, explotando las ventanas pertenecientes a los laboratorios. La estructura se balanceó ante la segunda bomba y los pisos superiores empezaron a derrumbarse, con el escándalo de un tercer estallido. La bandera ardió en llamas mientras la seguridad alzaba las varitas en busca de crear una capa protectora que cubriese a los presentes justo debajo del edificio, pero no fueron demasiado rápidos o poderosos como para evitar que las grandes piedras impacten sobre el escenario. Algunos músicos lograron escapar en tropel, otros quedaron atrapados bajo los escombros que se desparramaban en todas direcciones. Y cuando las corridas no podían ser más urgentes e invadidas por el pánico, las bombas colocadas sobre las vallas de seguridad estallaron, llevándose en una barrida los cuerpos de varios funcionarios del ministerio. Dos aurores llegaron a tiempo para sacar a Jamie y Seth Niniadis, que se encontraban uno al lado del otro, de la escena. Las cámaras no se apagaron, algo o alguien había ingresado a su sistema para evitar que la transmisión se cortara y pudiera ver las cuentas que NeoPanem estaba saldando.

El olor a quemado y los cuerpos se extendían en todas direcciones, algunos corrían para salir del edificio que amenazaba con derrumbarse. Nadie pareció percatarse de que también se habían desactivado los códigos de seguridad del departamento de Criaturas y el fuego no era lo único saliendo del ministerio…