Los fuegos artificiales estallan sobre las cabezas de los ciudadanos, robando sus vítores y exclamaciones al iluminar la escena con la gracia de los colores. La música orquestal de la sinfónica del Capitolio es la encargada de lucirse en el escenario principal, montado delante de las puertas del Ministerio de Magia, llenando de ritmo una noche en la cual miles de ciudadanos se han movilizado para participar de las festividades de Nimue, en honor a un grupo de brujas caídas en el fuego en una injusticia histórica cientos de años atrás, a manos de la ignorancia de los muggles. Una tradición que clamaba la justicia cumplida sobre las vidas de un puñado de pobres brujas, una noche en la cual celebraban que los deseos de aquellas mujeres habían podido ser cumplidos tras una lucha que parecía haber sido eterna.

Como en toda buena fiesta, algunos borrachos bailaban en las calles y las personas se apiñaban entre risas, tratando de alcanzar a echarle un vistazo a las figuras importantes que se movían detrás de las vallas de seguridad. Las cámaras se encontraban en lo alto, transmitiendo segundo a segundo para aquellos que deseaban seguir la celebración desde la comodidad de sus hogares, muchos por no haber podido movilizarse al centro de la capital del país. La bandera de NeoPanem brillaba en lo alto, del negro y rojo entrecruzado por las varitas que ondeaban en la tela sacudida por la ligera brisa. Siendo una fecha festiva, las actividades ministeriales habían finalizado al mediodía para que la jornada fuese disfrutada por absolutamente todos. Aún así, podían verse algunas siluetas dentro de las luces encendidas del edificio, a los aurores caminando entre la multitud para mantener el orden y la impaciencia pintada en algunos rostros.

El Capitolio y el mundo mágico estaban de fiesta. Y las luces brillantes siempre son la mejor distracción.

Sus gruñidos hacia mí son algo que esperaba no tener que volver a oír desde nuestro anterior encuentro en aquellas cuevas, pero desgraciadamente, su chillido vuelve a atravesarme el tímpano del modo más desagradable posible. Aunque no tan desagradable como el que pega cuando le clavo el cuchillo en la parte baja del cuerpo, haciendo que retroceda pero no el tiempo suficiente para que me dé tiempo a reincorporarme. Por el contrario, una de sus patas alcanza el brazo con el que le he clavado el cuchillo y el propio golpe me obliga a soltar el arma. Trato de zafarme de ella dándole una patada con el pie, pero solo la deja algo confusa, lo que provoca que se vuelva hacia mí aún más enfurecida.

Lo único que se me viene a la cabeza en estos instantes es que mi hijo no se encuentra aquí, pero que mi mejor amiga y mi sobrina sí, quienes son tan importantes para mí como lo es Oliver. Esa es la razón que me impulsa a querer terminar con la quimera para poder reencontrarme con ellas y asegurarme de que están bien. Porque no puedo evitar sentirme culpable por haber estado convenciendo a Ariadna de que asistiera a la fiesta, solo para ver como ha terminado en desastre un velada que se suponía iba a ser divertida. La rabia que me consume por quien sea que haya permitido que esto pasara me saca las suficientes fuerzas como para impulsar un nuevo hechizo contra el león, el cual le da de lleno. El llanto que proviene de la criatura segundos después es música para mis oídos en contraste con los pobres gritos que escucho de gente que lucha por sus vidas.

He perdido las dos de mis armas en mi intento por quitarme la araña de encima, de forma que me encuentro sosteniendo las pinzas de la misma con las manos. Es lo más repulsivo que he tocado jamás en mi vida, y eso que como médica he tenido encuentro con cosas bastante más desagradables que una boca, pero solo el tacto con su piel peluda me provoca ganas de vomitar. Me hago valor para estirar la mano mientras trato de aguantar a la araña con la otra para alcanzar mi arma. Mis dedos rozan el mango del cuchillo, de modo que lo aferro con fuerza y se lo clavo en el lateral sin esperar a que reaccione, solo corriendo para ponerme en pie y alcanzar el rifle en lo que pongo distancia con la criatura.