Me duele hasta el culo de la caída, pero consigo incorporarme poco a poco mientras trato de ubicarme en el espacio donde me encuentro, a varios metros de Ava y Derian. De alguna manera mi ballesta llega hasta mí, pero no me incorporo del todo mientras trato de ver exactamente dónde está cada uno. De los niños bajo la capa ni rastro, pero Amber y Kendrick parecen estar cerca de Amärie y no logro ver si Ava ha logrado ponerse de pie o no.

Es el griterío cerca de mí lo que me llama la atención, haciendo que levante la vista en dirección a Alice, a quien reconozco en el suelo. Reconozco sus piernas tratando de patear a un auror, por lo que me levanto escupiendo algo de nieve, de la cual también me cae de la cabeza y voy hacia ella. Sé que no tengo una buena puntería entre la nieve, así que cuelgo la ballesta en mi espalda y saco el largo cuchillo de mi cinto, corriendo en dirección a ambos aunque sé que voy a odiarme por lo siguiente.

El auror no me ve venir, por lo que me es muy sencillo tomarlo del cabello para arrojarlo hacia atrás y rasgarle la garganta, tiñendo la nieve de color escarlata. Mis manos me tiemblan, quizá por la facilidad con lo que lo he hecho o por la adrenalina, pero a pesar del pitido de uno de mis oídos solo reacciono tomando la mano de Alice para ponerla de pie —  ¿Estás bien? —  le pregunto con una voz ahogada que no reconozco como propia. Ligeramente tembloroso, la tomo por un hombro para hacer que se agache cuando un maleficio de color esmeralda roza nuestras coronillas, haciéndome putear por lo bajo.

Veo a Ava caer detrás de mí y por un momento me detengo, frenando tan rápido que hago que la nieve se sacuda bajo mis pies. Ben y Derian van detrás de ella, pero yo no tengo tiempo a reaccionar porque alguien se arroja contra mí con tanta rapidez que por un momento me siento como el niño que se supone que soy. El hechizo golpea contra la nieve porque soy lo suficientemente rápido para echarme hacia atrás aunque estoy a punto de tropezar con una piedra, de modo que me muevo con torpeza durante un segundo en el cual intento apuntar mi varita.

No veo venir al hechizo que me atrapa por atrás. Me golpea con tal fuerza que caigo al suelo de frente y me trago toda la nieve, sintiendo como me raspo con la roca que antes casi me hace caer. La varita se me cae, por lo que empiezo a tantear entre la masa blanca hasta que la encuentro, girándome con rapidez en el piso cuando veo que mi atacante se me acerca para terminar conmigo — ¡Inflatus! — no sé por qué digo ese hechizo, pero pronto mi oponente se empieza a hinchar como un globo. Sus ojitos me miran con horror cuando empieza a flotar, obligándose a soltar la varita por lo corto de sus dedos en comparación al cuerpo y se eleva, lo que me hace sentir que es una imagen ridícula — ¡Chúpate esa, idiota! — le grito, levantándome para ir corriendo hacia la chica que se encuentra junto a la fogata. Me adelanto a Amber, lanzándome junto a la desconocida, a quien le doy unos golpecitos en la mejilla para que despierte — ¿Me oyes? ¡Ey! — miro a mi alrededor, buscando algo de ayuda, notando como la lucha continúa. Por las dudas, hago un movimiento de varita y las sogas que la sujetan se parten, dejándola en libertad. ¿Cómo saldremos de aquí? Ni idea.

Al menos está viva. Voy a decir algo más cuando levanto la vista y un globo demasiado enorme pasa por encima de nuestras cabezas, haciéndome sentir desconcertado — ¿Es eso un auror? — alcanzo a decir, justo antes de que mi distracción me valiese el que solo pudiese alzar las manos en un gesto automático de defensa. Es Alice quien esta vez da el golpe, notando como la sangre mancha su mano, su ropa y la nieve, haciéndome retroceder. El mago cae, dejándome por un momento perplejo. ¿Es la primera vez que Alice mata a alguien? No tengo tiempo a chequear como se encuentra, pero la tomo de la mano para arrastrarla lejos de allí, corriendo en dirección a los demás. Kendrick parece demasiado ocupado en despertar a Amärie, por lo que no pienso dejarlo con la espalda descubierta.

El cielo está repleto de luces que se reflejan en la nieve, que chocan contra el suelo y hacen retumbar los árboles. Mi carrera es a toda velocidad, sin importarme cómo estoy arrastrando a Alice conmigo, mientras el aire helado me golpea el rostro y me sacude la nieve del pelo. Un auror intenta interceptarnos, varita en mano, al cual le lanzo un golpe con la daga, haciéndolo caer; ni siquiera me fijo si sigue vivo o no para cuando llego con Kendrick, quien se mantiene junto a Amärie — Está viva... ¿Verdad? —  pregunto, moviendo la cabeza hacia atrás, notando la escena del claro. No hay rastro de los niños, de modo que lo único que puedo rogar es que no los hayan alcanzado.

De un momento a otro, mientras estoy en pleno duelo con uno de los aurores, Kendrick aparece por un lado. Mi primer instinto es el sobreprotector de decirle que se vaya de aquí antes de que salga herido, pero ni siquiera me da tiempo a abrir la boca porque conjura un hechizo protector prácticamente a la perfección. Desde luego que ha mejorado notablemente en estos últimos años, todo sea dicho. — ¿Estás bien? — le pregunto de todas maneras, incluso aunque sea difícil que alguno de los hechizos haya traspasado esa barrera.

La conversación no da más de sí, pues en cuanto tratamos de avanzar, un par de aurores más se cruzan en nuestro camino. Un tercero está a nada de llegar hacia nosotros, pero es Derian quien esta vez consigue hacernos un poco de hueco para que sigamos avanzando. Si no tuviera a uno de los otros aurores apuntándome con la varita, se lo agradecería, pero la situación no es la adecuada. Sea como sea, tengo la suerte de conseguir desarmarle a tiempo para evitar que me vuelvan a dar un buen golpe como antes, y para cuando me doy la vuelta a ver si Kendrick está bien, ya no está.

No sé en qué momento ha corrido para ir con Amarïe, pero yo también voy hacia allí, y cuando llego junto a ellos, observo cómo el chico trata de despertarla. Los segundos pasan de manera lenta y dolorosa, y en cuanto la libera de las sogas, me acerco aun más hacia ella, cada vez más preocupada por ver que no recobra la conciencia. — No me hagas darte un beso delante de todo el mundo para ver si reaccionas — le susurro en el oído, simplemente por probar algo tan estúpido como eso dentro de tanta desesperación. No tenemos nada, pero creo que le dejé bastante claras mis intenciones en nuestro último encuentro. Después, me aparto un poco, intentando pensar qué hacer y sin responder nada a Ben cuando llega porque ni siquiera estoy segura de la respuesta. — ¿Puedes decirle a Alice que compruebe si tiene pulso? — No me veo capacitada para hacerlo yo misma, y ahora mismo es mejor tener la respuesta de una profesional.

Apenas giro la cabeza y veo el espectáculo, uno del cual me advirtieron durante toda mi vida pero que ahora mismo tengo la sensación que no estaba preparado para verlo. Hay cuerpos sin vida en el suelo, haciendo que la nieve se vea oscura y muchos de mis compañeros que todos los días veo como personas completamente normales, están empapados en sangre. Trago saliva, bajando la vista hacia la desconocida, cuando Amber llega a mi lado, seguida muy de cerca por Ben y Alice. Me pongo de pie para retroceder un paso, sintiendo que esto es algo íntimo y yo no tengo nada que ver y me giro, dispuesto a frenar a cualquiera que se nos acerque.

Oigo gritos entre los árboles, pero aún quedan aurores de pie cerca de nosotros, así que alzo la varita cuando algunos de los que se encuentran luchando se acercan a nosotros, varita en alto. Oigo que alguien me llama en tono de advertencia, creo que se trata de Ben, pero en lugar de escucharlo tengo la vista clavada en los dos magos que se acercan a nosotros dispuestos a llevarnos, o aniqularnos, o ambas cosas. Que se jodan.

— ¡Expelliarmus! — el hechizo es repetido dos veces, por lo cual las varitas de mis contrincantes salen disparadas hacia atrás. No sé si como nosotros tienen armas escondidas entre la ropa, pero no pienso averiguarlo a las malas — ¡Defodio! — el estruendo hace temblar mis pies, pero es la tierra debajo de ellos la que se quiebra. Puedo ver la nieve hundirse cuando el agujero va creciendo debajo de ellos, por lo que extiendo un brazo hacia mis compañeros para que no avancen — ¡Atrás! ¡Apártense!— ordeno con un tono nada propio de mí. La tierra se sigue quebrando cuando repito el conjuro, haciendo que los dos aurores caigan dentro, golpeándose con las rocas.

Salvo por la breve intromisión de Ben cuando alcanza mi cuerpo inmovil, me pierdo de casi absolutamente todo en lo que no logro hacer que mis extremidades reaccionen. Quiero gritar o putear, pero ni siquiera los músculos de mi boca tienen movilidad y termino por dar un par de espantosos sonidos guturales.

Creo reconocer las voces de varios a mi alrededor, pero sigo sin siquiera poder ver más que el cielo por la posición en la que caí y... Eso era un autor flotando??? Sin estar muy segura de nada de lo que está sucediendo, de golpe puedo parpadear y noto como el entumecimiento rígido me abandona. No sé si han acabado con quien sea que me lanzó el hechizo, o si la maldición se rompió por sí sola, pero sin dudar ni un segundo me incorporo a tropezones Y gateo hasta dar con mi ballesta.

Disparo ni bien puedo enfocar la vista, y aunque el primer tiro lo acierto, los dos restantes fallan cuando donde antes estaban los aurores ahora hay una grieta en el suelo de un tamaño más que considerable. No tardó en encontrar con la mirada al autor de la hazaña y mi mirada se llena de asombro en lo que termino de incorporarme para tratar de reunirme con el resto, de verdad Kendrick había hecho eso?