Que los críos quieran participar no me sorprende, pero sí que no me parece adecuado. De todas maneras, decido no opinar nada al respecto porque aunque les haya visto crecer (excepto al nuevo que parece llevarse bien con Zenda), considero que he pasado demasiado tiempo fuera como para poder tratarlos como si debieran hacerme caso. Nosotros éramos iguales en su momento, pero la diferencia era que la seguridad no había aumentado de manera exagerada como acaba de pasar en cuestión de poco menos de un mes.

Volar es una cosa que siempre me ha relajado aunque, irónicamente, cuando voy en forma de humana no sea demasiado aficionada a las alturas. De hecho, me sumerjo tanto en mi tarea que por un momento pierdo al grupo de vista, y me quedo apoyada en la rama de un árbol hasta que reconozco en la distancia a los cuatro adultos andar con cautela. Después, vuelvo a alzar el vuelo... y entonces lo reconozco. En un principio no veo nada más que una fogata y a varios aurores dispersados por lo que parece ser un campamento improvisado de manera rápida. No es hasta varios segundos después cuando me doy cuenta de que hay alguien que no lleva el traje de auror, y alguien que, por desgracia, reconozco casi al instante.

Probablemente habría reaccionado a tiempo para avisar al grupo si hubiera sido cualquier otra persona, pero tratándose de Amarïe, me cuesta reaccionar y la ventaja que les había sacado volando acaba esfumándose porque cuando rodeo el claro para volver con ellos, ya es demasiado tarde.

No sé exactamente cómo les han descubierto, pero cuando llego a donde están, los aurores están intentando retenerlos mientras que mis amigos, incluidos los niños, se defienden. En cuanto rozo el suelo, vuelvo a transformarme y saco la varita. Suelo utilizar más los cuchillos, pero estamos en desventaja porque, para empezar, soy la única de los mayores que dispone de magia.

Entre que esquivo hechizos, alterno la mirada entre la fogata para observar a Amarïe desde la distancia y entre todos para comprobar que nadie resulte herido. Ni siquiera sé cómo consigo esquivar uno de los hechizos de los aurores, pero lo hago justo a tiempo para poder devolverle el ataque. No es todo lo fuerte que me gustaría, pero sí lo suficiente como para dejarlo tirado en el suelo durante un instante y aprovechar el tiempo para poder decir algo que llevo queriendo soltar desde que he visto a la morena: — ¡Tenemos que sacar a Amarïe de ahí! — les digo a Ben y a Alice porque son los únicos que la conocen, sin mirarles en ningún momento para no seguir desconcentrándome. Es algo obvio, pero es mi culpa que haya llegado hasta aquí.

Pasa todo tan rápido que mi cerebro está demasiado aturdido por el golpe para comprender lo que sucede. Oigo a Alice gritarme, a Kendrick lanzar un hechizo que creo que sale bien y no tengo más opción que sujetar mi ballesta, tratando de ponerme de pie haciéndome de apoyo con el tronco con el cual me he golpeado. Noto como Amber se ha acercado y giro la cabeza para ver la silueta de Amärie a lo lejos, aunque no me detengo mucho en ella porque me pongo a buscar como un condenado con la mirada a Beverly y Zenda, aunque solo puedo divisar a Ken, a quien tomo del hombro para acercarlo bruscamente hacia mí — ¡Ve por ella! — le insisto a Amber, dando unos pasos hacia atrás para volver a apuntar — ¡Yo te cubro! — o puedo intentarlo. A veces odio haber nacido sin magia.

Trato de servir de defensa para Alice y Kendrick, a quienes tengo más a mano, cuando levanto mi ballesta dispuesto a disparar, aunque un hechizo hace que me aparte con rapidez, lo cual provoca que pierda el blanco una vez más. No sé donde está el resto, a pesar de que los siento cerca. Disparo, clavando la flecha en el hombro del auror que se acerca a nosotros, haciéndolo caer al suelo con un gemido de dolor.

Cada uno da su opinión, y al final terminamos organizándonos como dice Ben. Ya tenía asumido que ninguna excursión iba a ser tranquila. Rodé los ojos con un suspiro, y me coloqué cerrando la marcha junto a Ava, atento a cualquier movimiento que hubiera en todo es escenario blanco, pero en cuanto nos acercamos y nos agazapamos para ver mejor. Mis sospechas se hicieron realidad.

Mi corazón se aceleró momentáneamente, mientras veía el uniforme del Ministerio y asentí a la señal de Ben, respondiéndole, pero todo fue para nada porque por detrás sentí una presencia. Ahora sufrí un paro, y todo comenzó muy rápido. Empujé a Ava para que no le diera ningún hechizo de los aurores, y yo me tiré al suelo, sacando el cuchillo para arrastrarme detrás de un árbol.

Fue cuando miré al campamento que reconocí a Amarïe como la prisionera, y apreté los dientes. Apreté el cuchillo en una mano, mientras que con la otra saqué el tridente, y noté como un hechizo se estampó contra el árbol lo que hizo que cerrara momentáneamente los ojos, de la adrenalina e intenté divisar a los demás, pero en mi campo de visión se cruzó un Auror, a lo que salí de mi protección y me lancé a él para clavarle ambas armas.

Creo que durante cuarenta segundos entretengo el pensamiento de lo bueno que estaba Ben con esa actitud autoritaria, lo cual me recuerda a Eowyn, y hace que vuelva a centrarme en la situación actual. Claro que el comentario de Zenda ayuda, y no precisamente para bien porque tenía la ballesta en la mano y si no fuese mi hermana no sabría como respondería. No porque estuviese diciendo algo que no se rumorease en todo el distrito, sino que era una actitud completamente desubicada en esta situación, más aún luego del discurso de Ben. - Este no es el lugar ni el momento para ese tipo de comentarios, así que haz lo que te dicen y CIERRA EL PICO. - termino ladrándole y agradeciendo que Alice se ocupara de cubrir a todos.

Al final nos ponemos en marcha sin mucho más alboroto, y mientras avanzamos con todo el cuidado que nos es posible, trato de ir borrando las huellas que dejamos al pasar. Claro que no importa lo atenta que pueda estar, nada me prepara para la visión que aparece delante de mis ojos y por unos segundos el corazón se me para al reconocer a los uniformados. ¿Pero qué demonios? Asiento ante las señas que nos hace Ben, pero antes de siquiera poder movernos una voz nos sorprende a nuestras espaldas. ¡La puta madre!

Si antes el corazón se me había detenido, ahora late a mil revoluciones cuando veo como Kendrick sale disparado por debajo de la capa, y siento como la garganta se me va cuando grito su nombre con desesperación. Si no fuera porque Derian me hace a un lado de un empujón, probablemente hubiese terminado bajo un sinfín de maldiciones, pero sin siquiera tener tiempo de agradecerle, levanto la ballesta y disparo hacia nuestros atacantes.

Nada más escuchar las palabras de Ben, le miro para asentir con un leve movimiento de cabeza, y después, trato de hacerme paso entre los aurores para llegar hasta Amarïe, todavía con esa sensación de culpabilidad reconcomiéndome. Obviamente no le di indicaciones de cómo llegar hasta aquí, pero cuando nos sinceramos hace varias semanas, le comenté algo sobre este lugar. Lo que no imaginé es que en cuestión de días, me la encontraría a las afueras del 14, presa. Por otra parte, tampoco debería de sorprenderme que se haya arriesgado de esta manera, teniendo en cuenta que, por ejemplo, iban hasta detrás del propio Kyle cuando simplemente es un niño.

Ni siquiera sé cómo consigo acercarme tanto hasta la fogata, pero justo cuando creo que ya voy a poder llegar hasta Amarïe sin ningún imprevisto, uno de esos malditos aurores se cruza en mi camino. No sé qué clase de hechizo utiliza, pero durante un par de segundos, me tambaleo, intentando mantener el equilibrio, hasta que al final acabo cayéndome. Después, me desarma, y antes de que vuelva a hacer algo, doy la vuelta al estilo croqueta, todavía en el suelo, para recuperar mi varita y devolverle el ataque. Esta vez el hechizo me acaba saliendo de pena, y casi ni le rozo.

Sé que Ava se pone histérica cuando me ve en medio de la pelea porque escucho su grito, pero no tengo tiempo para decirle absolutamente nada. Ben me tira hacia atrás tratando de ponerme a resguardo detrás de su espaldota, pero creo que estamos obviando el hecho de que detrás de nosotros solo me salva un árbol de todos los aurores que vienen del claro que está del otro lado. El plan para salvar a esa chica, quien-quiera-que-sea, hace que me gire para ver el camino por donde Amber sale disparada en una misión suicida porque la mayoría de los aurores vienen por ese lado. Tenemos que abrirnos, no quedarnos como animales encerrados en un mismo sitio.

Empujo a Ben para zafarme de su protección y corro detrás de Amber, oyendo como me llama con histeria — ¡No podrá hacerlo sola! — le explico a la carrera, sujetando con fuerza la varita. La cabeza me parece girar con fuerza por la adrenalina y el terror, pero cuando veo que corren hacia nosotros, me echo a la nieve para evitar el impacto de los hechizos que chocan sobre mi cabeza. Me levanto casi de un salto e intento apuntar, sabiendo que nos rodean — ¡Amber! ¡Protego! — una barrera se alza entre nosotros y los aurores, haciendo que los primeros hechizos reboten hacia ellos aunque por la intensidad, la pared transparente no tarde en evaporarse.

Caigo tarde en la cuenta de que conocen a la chica a la que el grupo de aurores capturó, y entiendo en medio de la pelea que además de salvar nuestro orto también debemos ayudar a la desconocida, genial... Claro que no esperaba que Amber saliese corriendo, y como al parecer se regodea en darme mini ataques cardíacos, Ken sale disparado detrás de ella. Apenas y puedo dirigir una rápida mirada a donde el resto se tendría que encontrar bajo la capa, y pese a haber estado enojada con ella solo segundos atrás, no puedo evitar rogar que a Zenda no se le ocurra ninguna tontería mientras salgo a perseguir a los otros dos.

Por más de que corro rápido, disparando a cuanto blanco se cruza en mi camino, llego en mal momento y la pared que Ken a conjurado con magia (una impresionante considerando el poco tiempo que lleva manejando la varita) se evapora justo al mismo momento que un auror lanza un hechizo que no logro esquivar y termino cayendo al suelo sin ningún tipo de gracia, y con un terrible dolor en la cadera. Trato de moverme, pero mi cuerpo no parece querer responder a nada, y no tardo en descubrir que me ha dado de lleno un maleficio inmovilizador.

Maldito terco, orgulloso, cabeza dura y no, no estoy hablando de mí, sino del idiota de Kendrick que sale corriendo detrás de Amber. Entiendo lo que quiere decir, sé que si ella se ve rodeada en pleno claro no saldrá de ahí ilesa, pero es un jodido niño sin experiencia, por todos los cielos — ¡No te alejes demasiado! — le grito a Alice, sabiendo muy a mi pesar que no puedo tener mis ojos en cada uno de mis compañeros. No sé dónde están los niños debajo de la capa de invisibilidad y para colmo, Ava decide correr detrás de Ken. Nos estamos dividiendo y la idea de la debilidad de quien se quede a solas me pone de los nervios.

Empujo a Alice para que salga al claro cruzando los arbustos que antes nos servían de protección porque lo último que necesito es que termine entre un auror y una planta, además de que si no tiene otra chance que correr, es mejor que lo haga. Derian parece estar manejándose bastante bien y es increíble como Kendrick parece ser más diestro en la magia de lo que aparenta, pero no por eso me relajo. Puedo ver a Ava caer al suelo y por instinto grito su nombre, corriendo hacia ella mientras que oigo como los aurores gritan cosas, además de hechizos, que me dan a entender que se están comunicando entre ellos o tratando de que nos rindamos. Al llegar junto a mi hermanastra, trato de ayudar a que se levante, justo cuando un auror aparece a mi lado; mi reacción automática es golpearlo en la cabeza con la ballesta, haciendo que caiga al suelo, antes de que un hechizo me golpee de lleno en el pecho. Caigo hacia atrás varios metros, golpeando mi espalda contra el suelo y la ballesta se me escapa de las manos, robándome un ronco quejido.

Saqué ambas armas del cuerpo del auror, y las coloqué de nuevo para volverlas a utilizar, notando como los aurores nos rodeaban. Eché un rápido vistazo a mi alrededor, intentando localizarlos a todos y bien si estaban todos defendiéndose, mi prioridad era no dejar que ningún auror huyese para pedir refuerzos ya sea por medio mágico o físico. Eran bastantes, y nosotros sólo contábamos con cinco pares de manos entrenadas.

No quise desprenderme de la mochila, pero muy a mi pesar, me imposibilitaba moverme bien y tuve que dejarla atrás metida en un hueco de un tronco. Sin embargo, un auror se percató de mi repentina retirada y lanzó un hechizo que logré esquivar hasta ponerme de nuevo a correr en dirección a donde estaba Ben.

Plaqué al auror que lo atacaba, clavándole el cuchillo en la garganta, y me levanté para alcanzarle la ballesta y arremeter con otro auror que estaba acercándose a Kendrick y a Amber y así dejarles el camino libre.