De alguna forma Eowyn consigue anticiparse a mi salida y me agarra antes de que pueda alcanzarla. Grito que me suelte pero obviamente no lo hace y segundos después, cuando Derian aparece por la puerta se lo acabo agradeciendo interiormente.
Me acerco corriendo hasta donde está cuando lo llevan con mi madre y me quedo ahí, comprobando que está realmente bien. - Derian... - Susurro en una especie de saludo y a la vez suspiro de alivio cuando escucho que no tiene heridas muy graves.

Respiro hondo ya mucho más tranquila y me convenzo a mí misma de que lo peor ya ha pasado, aunque hasta unos minutos después no comprendo lo equivocada que estaba. Todo empieza a desmoronarse sin previo aviso y puedo escuchar los gritos de la gente a mi alrededor. Me cuesta un poco distinguir si son de auxilio o de indignación porque al parecer alguien fuera lo ha provocado. Lo que sí escucho con claridad por la proximidad que hay entre ella y yo es el grito de Eowyn.

Abro los ojos con sorpresa al comprobar su estado bajo unas estanterías que han caído. - ¡Eh! ¡Necesito ayuda aquí! - Obviamente no puedo levantarlas yo sola. Me siento impotente cuando lo único que se me ocurre que puedo hacer mientras llega ayuda es quedarme al lado de Eowyn e intentar que no se desmaye. - Eowyn, despierta, no te duermas ¿vale? - No sé por qué pero creo que es malo que pierda el conocimiento. - Dime dónde te duele - Es lo que suele hacer mi madre primero, identificar cuáles son las heridas y dónde están, así que la imito mientras intento tranquilizarla y decirle que todo va a ir bien, mirando a mi alrededor para ver cómo alguien corre hacia aquí para ayudar y dando gracias a esa persona aunque ahora mismo ni la reconozca.

Lo primero que veo es a Ava inconsciente, logrando que me levante con extrema rapidez hasta llegar junto a ella, empujando la madera que ha caído sobre su cuerpo con una fuerza que jamás creí tener y que creo que obtengo por culpa de la adrenalina. No puedo ver lo que le ha pasado, pero lo único que me nace es tomarla del rostro dándole suaves golpecitos para que abra los ojos — ¡Ava, vamos, despierta! — le grito y apoyo una de mis orejas en su pecho. Es débil, pero noto de inmediato que sigue respirando, por lo que con cuidado intento moverla algunos metros más atrás para alejarla de las llamas que se azotan amenazantes frente a nosotros.

Todo a mi alrededor de ha sumido en un caos, pero entonces me doy cuenta de que nada de lo que pueda hacer para ayudar va a sacarnos de aquí. Derian va en rescate de Lilah por lo que ni me molesto en meterme, pero sí reacciono lo más rápido que puedo porque sé que pronto el humo no nos dejará respirar. Busco hasta encontrar un hierro que solemos utilizar para las fogatas y me acerco, arranco un trozo de mi remera y lo utilizo para tomar el mango sin quemarme por el calor; el resto de la remera me la quito y me la llevo a la cara, atándola como pañuelo y cubriendo así mi nariz.

— ¡ATRÁS! — ordeno con un grito que no reconozco como mío. Salgo disparado hacia una de las pocas ventanas que quedan al alcance ya que la mitad del almacén está destruido y golpeo, buscando romper la frágil madera que se suponía que debía protegernos de la lluvia. Los golpes son firmes y poco a poco, consigo que el bloque se vaya rompiendo hasta sentir como el vidrio estalla por mi culpa en uno de os extremos. Del otro lado puedo sentir los ladridos de Gigi y me bajo un poco la remera que me cubre la cara para poder gritar con claridad — ¡PAPÁ! — llamo y me estiro para sacar una mano, tosiendo con fuerza, en un intento de que pueda verme — ¡POR AQUÍ!

Los ladridos de Gigi me alertan de que algo está ocurriendo, pero entre los gritos tanto del almacén como fuera de éste están volviéndome loco y no sé por donde empezar. Asiento cuando me aclaran de que no hay ningún hechizo que pueda sernos de utilidad, pero la histeria de Seth me obliga a tomarlo por los hombros para sacudirlo, notando como su pelo húmedo por la lluvia se agita de un lado al otro — ¡Concéntrate, ellos estarán bien! — estallo, frustrado en mis intentos de que me preste atención y no salga disparado hacia cualquier estupidez que se le ocurra — ¡Te necesito enfocado, conmigo!

Pero antes de que pueda asegurarme de que le ha quedado claro mi petición, una voz me obliga a girarme para darme cuenta de que alguien ha logrado abrir las ventanas desde el interior, o algo muy parecido. Corro hacia allí y diviso la mano blanca que reconozco como Kendrick sacudiéndose por un extremo de la ventana, la cual ayudo a romper con una roca en cuanto veo sus intenciones. El chico ha sido inteligente, se lo concedo.

No cuesta tanto que el vidrio se quiebre en cuanto él se ha ocupado de toda la madera del otro lado, así que pronto lo estamos atajando con Echo para ayudarle a salir. Lo siento toser contra uno de mis brazos y murmura cosas que no comprendo, aunque logro reconocer algunos nombres. Sin hacer preguntas, lo dejo con su padre para meterme de lleno por el marco frágil de la ventana y saltar dentro.

El olor es asqueroso y puedo escuchar estallar algunos frascos del almacén a lo lejos. La tos es algo que retumba de un lado al otro y sé que no queda mucho tiempo, así que les hago señas histéricas — ¡LA VENTANA, USEN LA VENTANA, RÁPIDO! — les insto. Puedo divisar a Ava sola en el suelo y como me es posible me acerco a ella, tomándola en mis brazos para encaminarme de nuevo a la salida, girando la cabeza en busca de quienes necesiten ayuda — ¡Heridos, saquen a los heridos! — no sé si mis gritos van hacia la gente de afuera o hacia los que todavía pueden ayudar dentro, pero consigo salir con el peso muerto de la rubia justo para ver los ojos desesperados de su madre corriendo hacia nosotros.

Lo primero que noto cuando recupero la consciencia, es lo increíblemente doloroso que me resulta respirar. El aire me parece sofocante, y aunque el impulso automático que tengo es el de toser, el simple hecho de tratar de hacer fuerza con el pecho se siente como respirar fuego.

Tardo en notar que en lugar del peso de la viga sobre mi pecho, parte de la molestia que tengo se debe a estar en movimiento, pero ni siquiera puedo ver que sucede. El humo hace que me lloren los ojos y aunque parpadeo un par de veces no logro más que aumentar la incomodidad en mis retinas.

Cuando la voz de Ben llega a mis oídos, casi no puedo entender lo que dice ya que mis oídos parecen estar tapados, pero logro reconocer la palabra "heridos" y una sensación de pánico comienza a abrumarme.

Los recuerdos de todo lo ocurrido esa noche parecen lejanos, y no puedo evitar pensar en cuánto tiempo habré estado inconsciente y cuántos heridos debe haber. Lo último que puedo recordar es el haber frenado a Kend...- ¡KEN! - Grito al recordar que una madera lo había derribado antes de que la viga me cayese encima. Trato de seguir hablando y me retuerzo entre los brazos de Ben mientras intento indicarle que deben buscar al muchacho, sin embargo el grito y el movimiento son demasiado y aunque trato, no puedo evitar el acceso de tos que me da. Es una tortura, siento que los pulmones se van a escapar de mi pecho y esta vez lloro de dolor mientras siento como el sabor a óxido comienza a llenar mi boca. - A Ken lo golpeó una madera. - Logro balbucear cuando por fin me calmo un poco y sin siquiera pensar en que puede haber heridos de mayor gravedad.

Las paredes son demasiado pesadas para que pueda moverlas, sin tomar en cuenta el laberinto de escombros que se está precipitando contra el suelo cada vez que lo intento. Mi energía se drena como si alguien hubiera abierto el grito y olvidado cerrarlo y a pesar de los gritos que escucho en el interior y exterior de aquel recinto, soy incapaz de reaccionar hasta que Benedict me agarra por la fuerza y me sacude. Sus palabras suenan en mi cerebro como si me las estuviera gritando desde el otro lado de un campo de fútbol. No las entiendo. Mi vista baja hacia sus labios por inercia, como si así pudiera identificar las palabras. El pánico está escrito en mi cara y también en el resto de mi cuerpo, me tiemblan las manos, estoy helado, y estoy lívido. Enfocarme es lo que menos puedo hacer ahora.

El grito de Kendrick rompiendo esa sordera selectiva es como un bálsamo para mi cerebro. Mis pies reaccionan más tarde que los de Ben pero ponerme en marcha me ayuda a recuperar el resto de funciones. Reviso la herida de la cabeza de Kendrick por pura inercia, agarrando su mentón bruscamente y poniendo así su cabeza en una posición que me permita ver que mierda le pasó y tomar una decisión en cuestión de segundos. — Estás bien — Murmuro, soltándole y colándome por la ventana justo antes de que Ben vaya saliendo. — ¡Sophia! ¡JARED! — Una ráfaga de humo me inunda los pulmones y empiezo a toser enseguida, gritando sus nombres con la voz algo trastocada y agachándome para intentar respirar. La voz de Jared es la primera que escucho y no me cuesta nada encontrarlo, porque grita justo al verme pasar.

Lo encuentro recluido en un rincón atrapado entre dos estanterías que tengo que mover para sacarlo. En cuanto lo tengo cerca me aferro a él como si no lo hubiera visto en años. — ¿has visto a mamá? — Y mientras paso mis manos por toda su cara, como si así pudiera ver si está bien, escucho su respuesta. Lo mando con todos los demás a la ventana, acompañándolo la mitad del camino y luego yendo hacia el lugar donde vio a Sophia por última vez. Y ahí está. Intentando ayudar a los Robinson. La mujer mayor no para de toser y el cuerpo de su esposo no parece moverse. — Soph. Soph, sal de aquí. — Me dice que no puede, que se ha herido el tobillo y la mujer se niega a irse si su marido.

En eso, la estructura sede de nuevo. Varios escombros se precipitan al suelo y uno de ellos gigantesco que vertiginosamente va hacia nosotros. Solo tengo tiempo de ponerme de frente para extender las manos y frenarlo en seco antes de que nos aplaste. Pesa demasiado. No voy a aguantarlo mucho tiempo. — Tienes que salir de aquí. ¡Llévatela! — Por un instante ni siquiera sé si le estoy gritando a Sophia o a la mujer, y tengo la impresión de que ellas tampoco. La última me ruega por su marido, pero no puedo prometerle nada; ni aunque quisiera, porque el esfuerzo de mantener ese trozo de pared lejos de nosotros me ha robado la capacidad para pensar. Al final, la una fuerza a la otra a marcharse y las sigo con la mirada hasta que han desaparecido por la ventana.

Y espero. No sé ni a que espero si no puedo usar mi mente para buscar en la de alguien si todos están fuera ya. ¿Faltará alguien? ¿quién? ¿a cuantas personas voy a condenar si suelto estos escombros?

Pero tengo que soltarlos. Solo tengo tiempo de extender mi mano para tomar el tobillo del cuerpo de aquel hombre y de desaparecernos a ambos justo cuando cede la estructura y se consume por completo en el fuego.

Los ladridos de gigi mientras recorremos el exterior de la estructura me llaman la atención. De repente corre en dirección contraria como si se le fuera la vida en ello, y no quiero desperdiciar mi tiempo siguiendo mi propio camino pensando que esa perra se ha vuelto loca, porque siempre nos ha sido útil. La sigo de inmediato justo para llegar a la ventana de Kendrick, cuando asoma la mano. ¡Las malditas ventanas! ¡Cómo demonios no se me ocurrió eso?! — ¡KEN! — Nunca creí que estaría tan aliviado de oírlo llamarme a gritos, generalmente suele ser para quejarse de algo que no le dejo hacer porque ya se considera muy grande. Me acerco a donde está para ayudarlo a salir de la ventana, tirando el resto de cristales con el arma, para que el resto pueda entrar sin riesgo de cortarse.

Miro a Seth mientras revisa a Kendrick en un segundo y luego hago lo propio yo, como si esa revisión de dos segundos no fuera suficiente para mi. Y no lo es. Juré que protegería a ese niño hasta que me arrebataran la vida; nunca pensé que sería una promesa que tendría que cumplir durante tanto tiempo. — Buen chico. Has sido muy listo. — Estaba tan orgulloso de él que ni siquiera encontraba palabras. Lo abrazo torpemente, en un afán de quitarme esa sensación extraña de que todo esto es un espejismo y lo arrastro lejos de la ventana para permitir la salida del resto.

Asomo mi cabeza al interior para ayudar a Jared también, quien parece ileso, y posteriormente a Sophia que viene cojeando, pero aún así exige que saque primero a la mujer mayor. — ¿Cuánta gente falta? — Pero por el humo apenas se veía en el interior del recinto y había perdido de vista a la mayoría de las personas que entraron a ayudar. Meto la mitad del brazo por la ventana, sosteniendo mi varita mientras no viene nadie hacia la salida y la utilizo para expulsar una ráfaga de viento que despeje un poco la zona, y le permita a todos moverse más fácilmente. Una vez hecho esto, utilizo otro hechizo, un haz de luz roja que les ayude a encontrar la salida.

Me llevo las manos a los oídos y grito de nuevo, incluso enterrando mis uñas contra la piel en el proceso. Estoy totalmente aterrada y ese espacio es cada vez más estrecho. Al final, se detiene, aunque la sensación de que voy a morir ahí no se apaga. La voz de Derian me llega desde alguna parte y alcanzo a ver donde está. — ¡No quepo! ¡no quepo ahí, estoy gorda! — Y en ese instante, no lo digo con ningún tipo de ataque de baja autoestima, lo digo porque el agujero parece demasiado pequeño desde mi perspectiva. Richard aparece de nuevo. tumbado a mi lado, pero en otra posición, asegurándome que solo es sugestión. Que solo tengo que estirar la mano. Que solo tendré que arrastrarme un poco.

No sé porqué se empeña en ese derroche de amabilidad en momentos así, cuando se pasa el día metiéndome cosas de por medio para que me tropiece y me caiga por todas partes; pero al final, no puedo hacer nada más, que fiar en que él y Derian me dicen la verdad.

Lo primero que extiendo es mi mano y empujo con mis pies para intentar colarme en aquel pequeño agujero que hay entre la pared. No quepo. Me lo repito una y otra vez; pero la física funciona de otra forma. De alguna forma me las arreglo para que mi mano se pueda aferrar a Derian y lo cierto es que el resto del trabajo corre por su cuenta, porque cuanto más cerca estoy del agujero, menos movilidad tengo.

Pero consigue sacarme y yo solo puedo usar toda mi energía en no perder los nervios por completo y empezar a llorar. — ¡La luz! — La señalo, por si no la ha visto, sabiendo de alguna forma que ese es el sitio hacia donde debemos ir si queremos salir de allí.

Romper madera. Romper vidrio. Todo parece repetitivo en mi cabeza pero consigo que la ventana se transforme en un hueco por donde podamos salir. El viento entra y las llamas se agitan, pero puedo sentir el sabor a libertad y salgo ayudado por dos pares de brazos que reconozco como papá y el tío Ben. La tos sale de mí haciendo que me raspe la garganta pero tropiezo sosteniéndome de cuerpos ajenos y el pasto lleno de barro, hasta que las manos de tío Seth me levantan el mentón para poder chequearme con una rapidez que apenas noto mientras murmuro nombres al azar de personas que recuerdo haber visto heridas. Logro ver como Ben se lanza de lleno al almacén y me aferro a mi padre, quien me revisa justo después con unos nervios que jamás creí ver en él — Estoy bien — prometo, tratando de sonreír ante ese elogio que no me esperaba pero que me llena de una extraña sensación el pecho. El abrazo, sin embargo, lo devuelvo atropelladamente pero con honestidad.

Cuando Ben pasa a mi lado dejando a Ava en el suelo veo que Arleth la revisa un instante antes de prometer regresar y salir disparada en dirección al almacén; asumo que debe estar buscando por su pareja o su hija menor. Mi instinto, sin embargo, es correr hacia ella y asomarme por encima del brazo de tío Ben, quien se ha quedado con ella, por lo que lo aparto torpemente para inclinarme porque la he oído decir mi nombre — ¡Estás viva! — exclamo con alivio, tomando su rostro con mis manos para verla mejor — Creí que... la madera... — no sé como explicarme pero en verdad estoy agradecido de que no se hubiese convertido en Ava rostizada. La abrazo con torpeza y cuidado de no hacerle daño, sintiendo como detrás de mí la gente se mueve saliendo de una buena vez, mientras observo como el distrito que bien conozco está repleto de llamas. Es entonces cuando el miedo por fin me quiebra y rompo en un llanto ahogado y silencioso que disimulo ocultando mi rostro en el cuello de mi amiga, temblando por primera vez como el niño que todos dicen que soy y que yo tanto he tratado de negar.

Todo pasa tan rápido que presiento que absolutamente todo se escapa de mi alcance. Seth parece perder la compostura y si no fuese porque Ben lo frena antes, yo misma lo hubiese sacudido a pesar de que la altura me lo hubiese puesto complicado. Entonces Kendrick rompe una ventana y aparece como un pequeño milagro, llenándome el corazón de esperanza cuando veo como lo sacan con sumo cuidado de que no se corte con absolutamente nada en el apuro por escapar de las llamas. Oigo que habla de heridos, de Ava, pero antes de que pueda lanzarme al fuego en búsqueda de mi hija Benedict ya ha metido su inmenso cuerpo por la ventana y lo oigo gritar órdenes a diestra y siniestra. Estoy por meterme detrás de él cuando lo veo salir con Ava en brazos, por lo que cualquier intento de ayuda al prógimo se evapora en cuanto mi hija está sobre el suelo, siendo recostada con suavidad.

— ¡Ava! Cielo santo, cariño... ¿Puedes oírme? — me dejo caer de rodillas a su lado para revisarla y mis manos ansiosas y temblorosas chequean su pulso, sus pupilas e incluso tanteo su cuerpo en busca de alguna herida. Puedo notar la anormalidad en sus costillas y me muerdo la lengua para no odiarme a mí misma por haberla dejado atrás, sabiendo que arreglar esto será doloroso para ella — ¡Zenda, ve a ayudar! — le ordeno a mi hija menor; ya lo han dicho antes, hay heridos y el almacén no va a resistir — Benedict, quédate con ella. Regreso en un momento.

Le doy un rápido beso en la frente a mi hija y me levanto, cruzándome en el camino con un Kendrick que parece estar como loco por saber cómo se encuentra Ava. Salto la ventana en cuanto veo que tengo un hueco y llamo a Elioh a los gritos, hasta poder verlo tratando de ayudar a salir a un grupo pequeño de personas. Está herido, parece que se ha golpeado, pero de todos modos empuja a los habitantes hasta que salen y él tropieza. Sin más, lo atajo y pongo su peso sobre mis hombros, arrastrándolo hacia la luz que nos indica el camino — ¡Alice, saca a Beverly de aquí! — grito en cuanto las cruzo en el camino, viendo a Derian y Delilah a pocos metros — ¡RÁPIDO!

No sé dónde está Zenda pero creo que se me ha adelantado con más personas que no reconozco. Para cuando Elioh y yo podemos salir, poco falta para que el almacén se derrumbe.

Los gritos parecían lejanos y el pitido en los oidos no la abandonaba, asi también como con la mirada no dejaba de observar el cuerpo inmóvil junto a las llamas. Claramente su vida no era normal, no le asustaba cazar y ver animales siendo despellejados para comer, pero esto era muy diferente, era el primer humano que veía morir a su temprana edad.
La sangre de la herida abierta en su frente se deslizaba por el costado de su rostro alcanzando la oreja, tantas caidas y tropezones habian magullado también sus piernas, pero aquel daño aun no lo sentía gracias al frío, a la lluvia y a la adrenalina. Mañana iba a doler.
La voz de su madre se abrió paso por encima de todo y la sacó del estado de shock en el que se encontraba. Tenía que ayudar.

-"Vamos Zenda, tú puedes"- Murmuró para si misma. Se puso de pie y comenzó a caminar hacia el almacén como si estuviese ebria o bajo los efectos de alguna droga. Poco tardó en reponerse y una vez alcanzada la ventana, siguió los pasos de los demás dejándose caer por el agujero.
La situaciones de afuera era nada comparado con lo del interior, humo, calor y objetos que milagrosamente no se caían y hedidos...heridos por todas partes.
Al ser bastante pequeña y delgada, pudo meterse a través de unas maderas y cubriendo su boca con el abrigo empapado, logró llegar al lugar donde Mur y a Eowyn se encontraban atrapadas y de inmediato ayudó a su amiga -El lugar se está por venir abajo, tenemos que salir rápido. Eow, te ayudaremos pero aguanta ¿si?
Muchas veces había visto a Arleth haciendo su trabajo de enfermera y por eso mismo localizó el problema de inmediato. Iba a dolerle la pequeña caminata, pero eso era mejor que morir aplastada.
Zenda y su morena amiga no tardaron en empujar y jalar con todas sus fuerzas a la herida, consiguiendo ponerla de pie. Una a cada lado hacen de soporte para ayudarla a avanzar a pesar del humo y poca visibilidad hasta la ventana, donde los de afuera la atrapan para sacarla.
-Ve tú, debo ayudar.- Y colocando sus manos juntas hace un "escalón" para que Mur coloque un pie y la atrapen.

La rubia sólo consigue sacar a una persona más antes de un ataque de tos, seguido por lágrimas de dolor, cansancio y terror. Ya no podía más.
Dejó que el herido subiera primero y luego gritó estirando las manos y saltando, para que alguien la atrapara y sacara, ya casi no quedaba nadie y todo estaba por derrumbarse definitivamente.

Me sigue doliendo absolutamente todo, pero no puedo negar que el escuchar a mi madre liberó un peso que ni siquiera sabía que tenía. Con manos expertas no tarda en revisarme, y no es difícil darse cuenta que nota que algo mal anda en mi pecho. No importa, no me estoy muriendo y por más insoportable que sea el dolor, puedo con él.

Cuando le indica a mi hermana que vaya a ayudar, me alivia tanto como me preocupa el saber que va a meterse en el almacén a punto de derrumbarse, pero lo entiendo y no tardo en dirigirme hacia Ben ni bien mi madre sale disparada luego de besar mi frente. - Benedict, ve a ayudar. - Le ordeno aún respirando con dificultad y casi que a modo de chiste. Lo bueno es que mi visión comienza a despejarse, y ya no me siento tan sofocada por el calor.

Pasan solo un par de segundos y aunque ahora puedo ver algo, es la voz de Ken lo que me hace suspirar con alivio. Me arrepiento de ese suspiro ni bien sucede ya que duele como la puta madre, pero hago el esfuerzo de sonreírle para demostrarle que, a grandes rasgos, me encuentro bien. Estoy más preocupada por la sangre seca que tiene en el costado del rostro, pero su abrazo me sorprende tanto como me hace maldecir internamente. No importa, trata de ser cuidadoso y me importa más el hecho de que esté siendo afectuoso... Lo siento temblar y cuando un par de lágrimas caen en mi cuello, hago el esfuerzo de rodearlo con un brazo. - ¿Te preocupas por mí? Lo último que me acuerdo es como te caía una madera encima así que estamos a mano. - Trato de bromear mientras la cantidad de voces a nuestro alrededor aumenta. ¿Faltarían muchos por salir?

Me quedo al lado de Eowyn y descubro enseguida que tiene la pierna rota y tal vez algún hueso más. La persona que viene a ayudar consigue liberala de donde está pero justo cuando vamos a cogerla entre los dos parece ver a un ser querido igualmente atrapado entre escombros. Lo entiendo y sé que todos haríamos lo mismo, así que trato de coger a Eowyn yo sola. - ¿Me ayudarás a sacarte de aquí? Tienes que intentar andar sobre la otra pierna ¿vale? Sé que duele pero tenemos que salir - Justo cuando creo que no podré hacerlo sola porque pesa demasiado y necesita más de un apoyo tan pequeño como yo para caminar, Zen aparece a mi lado. Contengo las ganas de abrazarla y agradecer que esté bien porque ahora lo importante es sacar a la herida.

Entre las dos logramos avanzar hasta le ventana rota y conseguimos sacar a Eowyn. Cuando ella está a salvo me permito echar un vistazo para ver a mi madre y a Derian, pero no lo consigo Me tranquiliza saber que hace dos minutos los vi y estaban bien, dentro de lo que cabe, así que decido salir fuera porque puede ser que estén allí. Zen me hace un escalón que uso para impulsarme y dejar que alguien me ayude a salir al exterior. No me paro a ver el desastre que el fuego ha causado, simplemente me limito a volver a asomarme al agujero porque no permitiré que Zenda se quede dentro. La escucho gritar y me apresuro a estirar mis brazos para coger los suyos y sacarla fuera con impulso. Una vez está fuera observo sus lágrimas y su agotamiento y esta vez no me contengo, la abrazo, dejando yo también rodar por mi rostro las lágrimas de miedo que había estado aguantando desde que todo este desastre empezó. Cuando miro atrás mis lágrimas solo se incrementan al comprobar que de alguna forma Mort también ha conseguido salvarse. Sólo me queda encontrar a mi familia, a mi madre y Derian. Solo si los veo sanos y salvos me quedaré tranquila del todo.

Frunzo los labios cuando dice que está gorda e irremediablemente pienso el día que Murphy también le de por decir que está gorda y se ponga a hacer las dietas esas tontas de adolescente retrasada. Cierro los ojos un momento y los vuelvo a abrir a causa de la tensión y el dolor en mi costado —Venga... —la insto, y en cuanto veo como su mano asoma, la cojo y tiro de ella con fuerza para sacarla antes de que esas paredes caigan del todo. No le suelto la mano en ningún momento y ni si quiera me paro a ver si está bien porque el tiempo es oro.

Giro la cabeza, buscando esa luz que decía ella y la arrastro conmigo, alentado por las voces de los demás y consigo llegar a una ventana rota —¡Cogedla! —ordeno a los demás, haciendo que Delilah pase antes por la ventana y luego me ayudo yo de los escombros y consigo salir al exterior, donde están todos. Pero el dolor de las costillas vuelve y me obliga a sentarme en un escombro cercano, exhalando por la boca debido al esfuerzo y el dolor —¿Están todos bien? —pregunto, mirando hacia todas partes para ver que no falte nadie y aliviándome cuando veo a Alice y a Murphy más allá. Estaban bien.

Murphy se acerca y lo primero que pienso es en Bev y en que está bien, aunque no se parezcan ni en el blanco de los ojos. El dolor ciega la mayoría de mis sentidos en ese instante, así que levanto mi mano libre y la pongo sobre su mejilla. Siempre que me ponía a pensar en como despedirme de mi hija si el momento llegaba me ponía a llorar desconsolada y al final era incapaz de llegar a algo; mis padres murieron y nunca me dejaron ni una carta, yo prometí que eso jamás me pasaría a mi. Pero ahí estoy, a punto de morirme y sin haber si quiera podido grabar un video acerca de cuanto la quiero, las cosas que nunca podré enseñarle y decirle, además, lo orgullosa que estoy de ella.

Balbuceo cosas inteligibles ahogando otro grito cuando alguien se acerca a ayudar para liberar mi pierna de las estanterías. El cambio de presión hace que el hueso se mueva de lugar y me ciegue de nuevo el dolor de una forma lascerante.

A partir de ahí, soy todo balbuceos y ni siquiera me entero de quien me arrastra fuera de allí. En algún momento al cruzar por la ventana mi cerebro desconecta.