Recuerdo del primer mensaje :

Sé que las cosas cambiaron demasiado en un año. He dejado el distrito catorce siendo la mitad del niño que fui y ahora estoy aquí, a mitad de ser el hombre que se supone que debo ser. Es un poco irónico el pensamiento cuando estoy en forma de perro, demasiado pegado a la falda de Synnove mientras nos movemos por las calles del distrito cinco, cerca del punto de encuentro que Mimi pactó para nosotros. Está pronto a anochecer, las facciones de mis compañeros se tornan más confusas para aquellos que quieran mirarlos dos veces, pero si no nos apresuramos se hará la hora en la cual los dementores empiezan a rondar en las calles y nadie quiere eso. Yo, por mi parte, tengo la garganta seca y el corazón latiendo a un ritmo desbocado, pero sé que no tiene nada que ver con los encapuchados. Muchas cosas cambiarán a partir de ahora, lo sé. No es algo a lo que podré dar marcha atrás.

También me pone ansioso porque no he visto a la mayoría en un plazo aproximado de siete meses, así que probablemente voy a ligar algún grito o sacudida. ¿Estarán enfadados conmigo? Porque yo sé que ya no estoy enfadado con ellos, ese enojo se volvió tristeza y ahora, hasta puedo llegar a comprenderlo a pesar de no perdonarlo del todo. Mi rabo delata mi estado de ánimo, pronto lo dejo caer entre mis piernas cual canino arrepentido. Sé que todavía puedo dar la vuelta, regresar al Capitolio y encontrar otra manera antes de iniciar toda esta avalancha, pero tampoco puedo hacerlo. He prometido hacer algo y si estas personas vienen conmigo hoy, es porque confían en que juntos podemos conseguirlo. Puaj, es el pensamiento más político que he tenido y siento que he sonado como Magnar Aminoff.

Se me va un poco el malestar cuando noto a Mimi aguardando por nosotros en una esquina y debe ser un poco ridículo el verme correr hacia ella hasta saltar sobre su torso a modo de saludo, aunque ese ánimo se me ve aplacado cuando nos indica el camino hasta una fábrica que no hubiese notado si ella no la hubiera señalado; encantamientos de protección, tan simple como eso. Sé que ha dado aviso tanto a la red como al catorce para juntarnos ahí, pero creo que no les ha dicho los motivos y me pregunto quiénes están del otro lado de la puerta. Lo primero que veo cuando ingresamos es el armario evanescente con el cual me he enterado que se conectan, pero mis ojos pasan de éste a la figura inconfundible de Ben a algunos metros. Me da la espalda, con la mirada fija en una ventana y las manos detrás, pero no hay forma que no sea él. Apenas oigo la puerta cerrarse, la sacudida de mi cuerpo me transforma en el muchacho que se marchó del cinco dando un portazo por el cual jamás me he disculpado, así que me da mucha pena el fijarme quién más está aquí — Hola… — es lo primero que sale de mí, barro la sala con una mirada rápida que no se centra en nadie y bajo los ojos hacia mis dedos, los cuales juguetean entre sí — Yo… es bueno verlos — ¿No debería ser un momento de emoción y gritos y esas cosas y no de un bochorno horrible? Me aclaro un poco la garganta — Es que… bueno, pasaron muchas cosas. Lamento haberme ido de esa manera, sé que no me merezco su ayuda, pero la cuestión es que la necesito — y, por sobre todas las cosas, la quiero. Porque en los caminos que he recorrido jamás he estado solo y, por quince años, fueron sus manos las que supieron guiarme. Hoy no sería quien soy si no fuese por ellos.

Coloco una mano en mi pecho cuando Kyle me presenta como su hermana mayor, para que no queden dudas de que se refiere a mí y a nadie más, hasta agito un poco los rulos como si esa fuera la confirmación necesaria, si bien el cabello hecho un caos es más coincidencia que otra cosa. Le prometí a mi hermano que si había que pelear, lo haríamos juntos, incluso antes de que pasara lo de mamá. Eso no hizo más que convencerme que escondernos ha dejado de ser una posibilidad de supervivencia, es vivir con un miedo que no quiero para mis hermanos menores, que me cansé para mí misma, y creo que todos en esta fábrica, fugitivos que deben moverse entre las sombras de las ruinas de edificios y fábricas. Son las personas que estuvieron con mi hermano, sé que Ken es el amigo con el que se pararía en medio de un campo de batalla, y lucharía con ellos. Aprieto su mano con mis dedos y le muestro una sonrisa para hacerle saber que estoy con él.

Claro que enterarme de que este chico es un Black me impresiona lo suficiente, como para buscar en el rostro de mi hermano algún indicio de que también es una sorpresa para él, que no veo. Si Kyle confía en él, yo también puedo confiar. Escucho como él, así como los otros supervivientes del Catorce responden al pedido de Ken con la determinación de iniciar una guerra si hace falta y puesto que esto es todo lo que tenemos con mi hermano, porque lo demás lo hemos perdido, asiento hacia él y ladeo una sonrisa. —Estaremos contigo, Kendrick Black— digo, corrigiéndome en el nombre que le di al llegar y con mi mano apoyada sobre el hombro de Kyle, él es mi familia y ellos son su familia. —Si necesitas soldados, lucharé y moriré por esperanza, porque desde hace quince años que ni siquiera tengo eso. Y hoy, es todo lo que importa—. Y si no es para mí, que sea para mis hermanos.

De entre todas las voces que podrían haberse alzado primero, no me esperaba que sea Alice quien se aparece y no puedo evitar, poco a poco, que se me escape una sonrisa. Creo que su abrazo es lo que necesitaba para dejar escapar todo el aire, me cierro a su alrededor escondiendo mi rostro en su hombro hasta que me obliga a mirarla, por lo que asiento con la cabeza. Porque sí, quizá tuve un golpe o dos, pero creo que esos fueron los necesarios para poder asegurarme de que esto es lo que deseo, muy a mí pesar. Lo confirmo cuando las voces empiezan a alzarse, hay un calor extraño en el pecho cuando mis ojos se posan en Kyle, en Dave, en Ben, en Ava, en ese sujeto al cual no reconozco pero que de igual maneras se suma a mi locura porque, a pesar de todo, esto es lo que somos. Un montón de inadaptados que buscan un sitio, una voz y un derecho y, si lo hacemos juntos, podremos conseguirlo. ¿Cómo es posible que los quiera tanto? Incluso los que conozco poco, como Agatha, me llenan de una emoción extraña que, por un momento, me deja sin habla por culpa del nudo en la garganta.  Esto es todo, es mucho más de lo que hubiera pedido.

Busco con la mirada a Syv, porque es quien no ha dicho absolutamente nada y al encontrarla junto con Simon, sé que no puedo interrumpir; tomo su presencia como su voto, ya tendremos tiempo para hablar. Al menos, el que podamos robarnos antes de que todo estalle — Muy bien, entonces — no sé de dónde saco el volumen para hablar y palmeo mis manos con fuerza — Es momento de patear algunos culos ministeriales — porque quizá ellos tienen la ventaja, pero nosotros tenemos algo más por lo que luchar. El apoyo de estas personas me lo han dejado bien en claro — Si hay que sangrar, lo haremos hasta que NeoPanem sea libre — por los que perdimos, por los que perderemos y, por sobre todo, por los que nos van a sobrevivir.