The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Now we're young enough to try to build a better life ✘ Priv.
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Alice D. Whiteley
Mimi J. Johnson
Amber J. Pearson
Beverly S. Redford
Benedict D. Franco
9 participantes
Kendrick O. Black
Fugitivo
Sé que las cosas cambiaron demasiado en un año. He dejado el distrito catorce siendo la mitad del niño que fui y ahora estoy aquí, a mitad de ser el hombre que se supone que debo ser. Es un poco irónico el pensamiento cuando estoy en forma de perro, demasiado pegado a la falda de Synnove mientras nos movemos por las calles del distrito cinco, cerca del punto de encuentro que Mimi pactó para nosotros. Está pronto a anochecer, las facciones de mis compañeros se tornan más confusas para aquellos que quieran mirarlos dos veces, pero si no nos apresuramos se hará la hora en la cual los dementores empiezan a rondar en las calles y nadie quiere eso. Yo, por mi parte, tengo la garganta seca y el corazón latiendo a un ritmo desbocado, pero sé que no tiene nada que ver con los encapuchados. Muchas cosas cambiarán a partir de ahora, lo sé. No es algo a lo que podré dar marcha atrás.

También me pone ansioso porque no he visto a la mayoría en un plazo aproximado de siete meses, así que probablemente voy a ligar algún grito o sacudida. ¿Estarán enfadados conmigo? Porque yo sé que ya no estoy enfadado con ellos, ese enojo se volvió tristeza y ahora, hasta puedo llegar a comprenderlo a pesar de no perdonarlo del todo. Mi rabo delata mi estado de ánimo, pronto lo dejo caer entre mis piernas cual canino arrepentido. Sé que todavía puedo dar la vuelta, regresar al Capitolio y encontrar otra manera antes de iniciar toda esta avalancha, pero tampoco puedo hacerlo. He prometido hacer algo y si estas personas vienen conmigo hoy, es porque confían en que juntos podemos conseguirlo. Puaj, es el pensamiento más político que he tenido y siento que he sonado como Magnar Aminoff.

Se me va un poco el malestar cuando noto a Mimi aguardando por nosotros en una esquina y debe ser un poco ridículo el verme correr hacia ella hasta saltar sobre su torso a modo de saludo, aunque ese ánimo se me ve aplacado cuando nos indica el camino hasta una fábrica que no hubiese notado si ella no la hubiera señalado; encantamientos de protección, tan simple como eso. Sé que ha dado aviso tanto a la red como al catorce para juntarnos ahí, pero creo que no les ha dicho los motivos y me pregunto quiénes están del otro lado de la puerta. Lo primero que veo cuando ingresamos es el armario evanescente con el cual me he enterado que se conectan, pero mis ojos pasan de éste a la figura inconfundible de Ben a algunos metros. Me da la espalda, con la mirada fija en una ventana y las manos detrás, pero no hay forma que no sea él. Apenas oigo la puerta cerrarse, la sacudida de mi cuerpo me transforma en el muchacho que se marchó del cinco dando un portazo por el cual jamás me he disculpado, así que me da mucha pena el fijarme quién más está aquí — Hola… — es lo primero que sale de mí, barro la sala con una mirada rápida que no se centra en nadie y bajo los ojos hacia mis dedos, los cuales juguetean entre sí — Yo… es bueno verlos — ¿No debería ser un momento de emoción y gritos y esas cosas y no de un bochorno horrible? Me aclaro un poco la garganta — Es que… bueno, pasaron muchas cosas. Lamento haberme ido de esa manera, sé que no me merezco su ayuda, pero la cuestión es que la necesito — y, por sobre todas las cosas, la quiero. Porque en los caminos que he recorrido jamás he estado solo y, por quince años, fueron sus manos las que supieron guiarme. Hoy no sería quien soy si no fuese por ellos.
Kendrick O. Black
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Beverly S. Redford
Fugitivo
Habían convocado una reunión y allí estaba, Beverly Redford aka Cupido, agente de la Red y autodesignada curadora de corazones rotos, sensación radial del momento, encargada de la abastecer las verduras al grupo, medica en entrenamiento, modista y diseñadora.

Era mi discurso interno para darme confianza y seguridad, hacía un tiempo que no nos juntabamos todos para un encuentro así y la ultima vez que ocurrió todo termino en un gran desastre y con muertes. Aunque la presencía de Ben solía calmarme hasta el año pasado, habían pasado demasiadas cosas para que perdiera un poco de esa fe ciega que tenía en papá 1.

Volví a inspirar y expirar mientras trataba de no pensar en aquella transmisión. En cambio me concentre en mi atuendo primaveral pero cauto, con unos pantalones acampanados negros y un leve buzo gris, ni siquiera en el 14 había usado tan poco color pero nadie podía decir que no sabía llevarlo con estilo, además el salir del 14 me ayudo a modernizar mi estilo.

Volví al presente cuando Mimi regreso, se veía tan bien, aun nos encontrabamos en una etapa de conocernos pero debo decir que tener un nuevo crush era bueno para mi pobre corazón pisoteado. Y para que hable, allí estaba, la razón de mi desamor y dolor punzante, incluso más guapo que antes.

Me invadieron varias emociones en unos segundos, entre ellas tristeza, felicidad e incluso melancolía, pero prevaleció la ira. Di unos paso hasta él y le di una cachetada....para luego abrazarlo. Dije que eran varías emociones.

- Te extrañe maldita sea.
Beverly S. Redford
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Invitado
Invitado
La cachetada que cruza la cara de Ken me hace echarme hacia atrás y cubrirme la boca con una mano, ¿en qué película de drama adolescente acabo de meterme por traspasar esa puerta? Porque lo siguiente que hace la chica es abrazarlo, contradiciéndose con lo que dice al modo de recibirlo, cuando creo que es la petición más humilde que le escuché decir, reconociendo su propio error por huir y la necesidad de ayuda de los demás, que es mucho para alguien que peca de sabiondo algunas veces. Si lo traje hasta aquí es porque me había dicho que sería una reunión para organizarnos en las medidas que debieran tomarse para hacer frente a lo que está pasando y a lo que nos gustaría que nos pase, cambiar un poco o todo lo que se pueda del curso de los acontecimientos como se vienen dando hasta ahora y que la mayoría de las personas que están en esta sala en condición de marginados, puedan tener un lugar en Neopanem donde no haga falta esconderse. No me esperaba que en medio de una rebelión política hubiera tipo para este tipo de situaciones pasionales. —¿Es tu novia?— pregunto, por raro que sea luego de meses sin que me dijera que tenía una y en cambio me contara de otras, un momento, —o ella es… ¿es Delilah?— lo digo en un susurro cercano al oído de Ken, que como mucho podrá escuchar la chica rubia.  

Creo que estoy interrumpiendo un momento y seguro que el resto de las personas que están amontonadas en la sala -muchas caras que podría decir que conozco por haberlas visto empapelando papeles, pero no se me hace educado acotarlo-, también esperan dar un recibimiento a Ken, así que me hago a un lado cumplida mi misión de traerlo hasta aquí en su forma de perro y pegado a mis tobillos para no llamar la atención de nadie. Repaso todo el lugar con mi mirada para comprobar donde ha quedado la figura morena de Mimi y por el tiempo que hemos pasado sin vernos camino lo más a prisa que puedo para llegar hasta ella, tal vez haya corrido un poco y dado un salto al rodearla con mis brazos para estrujarla muy fuerte, ahora sí que puedo tomarme el tiempo para hacerlo. Es tanta mi emoción que ni siquiera me fijo en Dave que está unos pasos por detrás, aguardando como todos que se revele la razón por la que estamos aquí y que tendrá que decirlo Ken, nadie más que él. Así que los segundos siguientes me contento en abrazar a mi mejor amiga. —Te eche mucho de menos, Mimi. No es lo mismo hablar con interferencias que volver a verte— murmuro contra su cabello, creo que hemos crecido un par de centímetros desde la última vez y me saca un par. Y si he seguido a Ken, porque es así y no al revés, es porque me gustaría poder hacer esto siempre que quiera, todos los días, sin todas esas diferencias que se convirtieron en obstáculos reales entre nosotras y que lograron separarnos, poder pararme frente a mi amiga o a su lado para dar cara al mundo.
Anonymous
Kyle A. Overstrand
Fugitivo
Lo cierto es que quedar en una fábrica abandonada en el 5, con el resto de la Red y del 14 por motivos que nadie explica, es algo que ahora mismo no entraba en mis planes. Llegar hasta allí es fácil, pues simplemente es Amber quien nos hace aparecer allí tanto a mi hermana como a mí. Ni siquiera pregunto para qué nos han reunido a todos, ni mucho menos comento nada sobre la desaparición de mi madre y de mi tía. Solamente me limito a quedarme a un margen, con la espalda apoyada sobre una de las decenas de tuberías que sobresalen de la pared estropeada. — ¿Conoces a alguno? — le pregunto a Agatha. Teniendo en cuenta que todos se mueven por el norte, no sería de extrañar que reconociera a alguien, incluso aunque hasta ahora no supiera quiénes eran.

Pero el mantenerme a un margen deja de funcionar cuando por la puerta entra alguien que hacía meses que no veía. Lo primero que hago es quedarme congelado en el sitio, sin creerme lo que estoy viendo, y para cuando reacciono, Beverly se tira sobre sus brazos después de darle un tortazo bien dramático. Puedo entender que esté dolida por cómo se fue, y es que al menos, yo tuve suerte y pude despedirme de él. — Ha vuelto. — Me giro hacia mi hermana, aunque es un comentario más que obvio porque también lo está viendo. A él sí que lo conoce... o al menos hasta cierto punto, porque su apellido verdadero no.

Dejo un tiempo para que Beverly hable antes de ir hacia él y darle un golpecito en el hombro. — Has crecido, pero sigo siendo más alto que tú — le suelto nada más verle, y después, le doy un abrazo. — ¿Quién es tu nueva amiga? — Estamos en desventaja porque ella seguramente nos reconozca a la mayoría por esos estúpidos carteles, mientras que yo no tengo ni idea de quién es. — Tendrás que ponerme al día de todo lo que has hecho estos últimos meses, de dónde has estado... — Echo un vistazo hacia atrás para ver que no haya nadie demasiado cerca, y bajo el tono de mi voz antes de añadir: — ... y de si conseguiste encontrar a quien ya sabes. — Porque se marchó para ir en busca de Stephanie Black, por misión suicida que fuese. Me gustaría poder sacarlo a rastras de aquí, contarle lo que ha pasado con mi familia, pero sé que no es el momento y que si ha venido ahora y nos ha reunido a todos, es porque también tendrá algo importante que decir. Quizá sí que acabó encontrando a su tía.
Kyle A. Overstrand
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Invitado
Invitado
Conozco a casi todos los que son famosos— le contesto a mi hermano en un susurro que queda entre los dos, apartados como estamos del resto contra una de las paredes de la fábrica en la que tengo entendido que viven lo que ha quedado lo que una vez fue la red clandestina de noticias en el norte, y sólo veo caras adolescentes, más jóvenes que las mías. Los pocos adultos que se encuentran presentes son los que quedan del 14, lo que es una impresión engañosa porque una de las rubias no puede ser mucho más grande que yo y sigue viéndose como mucho mayor en comparación con el resto de los chicos. Se supone que es una reunión, a la que acepté ir nada más me lo propuso Kyle porque es lo que dijimos que haríamos, estamos juntos en esto y también para pelear si hace falta. Todo lo que ocurrió hace poco me demuestra que no es real creer que siendo invisible en el norte podré librarme del destino que me impusieron al marcarme con una M, cada día, cualquier paso que dé, siempre es en falso y pierdo personas que amo con cada uno de esos pasos.

Sonrío hacia mi hermano por su calmada emoción al ver de nuevo a su amigo y lo sigo un poco detrás para darle el espacio que necesita de abrazarlo con añoranza, que después de lo nuestro madre, creo que es el consuelo que Kyle se merece aunque su amigo no tenga idea de lo que ha sucedido. Me fijo en la rubia que ha seguido de largo para ir con una de las morenas y a las leguas se nota que no es de estos lares, pero por lo que sabía, Ken no estuvo precisamente merodeando entre callejones de basura del cinco o el doce. Fue mi error creer esa noche en la fábrica que su brújula lo llevaría cada vez más lejos, pasando los bordes del país, porque al parecer tomó el camino contrario y como el mundo es redondo, volvió aquí. —¡Hola, Sam! Me alegra ver que estás bien… limpio, bañado y ¿tienes las mejillas un poco más redondas?— pregunto, picándole tímidamente con un dedo, porque este es el mismo chico que una vez se estaba muriendo de hambre y frío.
Anonymous
Benedict D. Franco
Consejo 9 ¾
No tengo la más mínima idea de por qué Mimi nos ha hecho venir a la fábrica de la red, pero pasar por el armario evanescente nos hace llegar en un abrir y cerrar de ojos, aunque le doy un par de pisotones a Ava en el camino. Los presentes parecen tan descolocados como yo, aunque se siente un poco desesperante que los que quedan sean, básicamente, mocosos. ¿Esto es todo lo que tenemos? ¿Un puñado de niños asustados y pocas armas a nuestra disposición? No me centro en ninguna conversación, mantengo los ojos en una de las ventanas como si en el exterior pudiese ver alguna señal, mientras me conformo con mi silencio porque no quiero decir nada que pueda ser mal tomado por mis compañeros. Y estoy en eso cuando la puerta se abre, me giro para ver a Mimi en compañía de alguien que no reconozco y, cuando el perro que viene con ellos se transforma en Kendrick, el shock me lleva a comprender que no estamos aquí por ninguna tontería.

Uno, el mocoso es un animago, lo cual no puedo comprender cómo ha sucedido a pesar de que ya ha demostrado ser un suertudo con la magia. Dos, por fin se ha dignado a aparecer, después de meses que no le he visto la cara y parece que ahora eso tiene mucho más sentido. Tres… voy a matarlo, pero Bev se me adelanta y lo estampa de una manera que me hace pensar que, quizá, debería manterme al margen dos segundos más. Es obvio que los niños se van agrupando a su alrededor, no puedo hacer otra cosa que mirar a Ava en busca de alguna señal de su parte, porque sé lo importante que es Kendrick para ella. Aún así, cuando creo que lo dejan respirar, me adelanto lo suficiente como para tirar de su brazo y salvarlo, porque por su cara parece que no sabe dónde meterse — ¿Creciste dos centímetros? — a pesar de que me burlo, mi mano tantea su brazo como si de esa manera pudiese saber si está en buen estado. El alivio me hace sonreír y, con una palmada que es un semi abrazo, le revuelvo el cabello — Esto… ¿Dónde demonios estabas? ¡Te buscamos por todos lados y yo…! — no, momento, no es hora de reprocharle todos los problemas que me ha causado. Tomo algo de aire, observo a la rubia que ha venido con él y a quien no puedo interrumpir porque parece ocupada en Mimi, pero si Kendrick confía, no me queda de otra — ¿Ayuda en qué? Podemos olvidarnos del pasado dos minutos. Ya tendremos tiempo para castigarte o Beverly lo hará por nosotros.
Benedict D. Franco
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https://www.themightyfall.net/t8228-franco-benedict-desmond#9926
Simon Lackberg
El mensaje es tan confuso que me debato por varias horas si acudir o no al llamado de mi hermana mayor. De ser algo importante debería llamar a papá ¿No? Pero creo que lo que finalmente me hace caer en la cuenta y decidir es ver a Ken y Syv escabullirse de la casa. De acuerdo, otra vez me dejan atrás, pero por suerte la irresponsable de Moira comprende que yo también quiero estar en la acción y que mi edad no es un impedimento... ¡Por favor! La mayoría de los que están en la fábrica son a penas un año mayores que yo y además han sido criados como el perro, con la nada misma ¿Acaso no ven que puedo aportar conocimientos científicos a la causa? En fin.

Voy con la bicicleta a todo lo que me dan las puertas y luego dejo que el tren me lleve al distrito 5. Me cuesta un poco encontrar la fábrica, pero por suerte el secreto ya se me ha sido develado así que luego de unas artimañas logro divisar el imponente edificio. No encuentro a nadie de primera mano así que solo subo hasta la habitación de Moi y me siento en la cama hasta que escucho ruidos abajo.

Al salir me encuentro con los chicos que viven aquí saludando a Kendrick y también a Syv a su lado a quien saludo a lo lejos con una enorme sonrisa falsa y luego entrecerrando los ojos. Espero que esto sea suficiente señal para ella, estoy listo para esto y no hay forma de que pueda detenerme.

No me acerco al tumulto, solo me quedo a unos metros sentado sobre el respaldo de un sofá, con las piernas colgando del borde. Pero mi no intervención dura poco ya que el hombre que habla me suena conocido... Desmond. Solo que claramente no es él, sino que Benedict Franco como me pareció aquella noche ¡Hijo de su mamá!

- A veces el mejor escondite es a simple vista, Desmond - respondo poniendo especial énfasis en su falso nombre - Ya antes de que digas nada... Moira me dio permiso de estar aquí - agrego mirando a la menor de mis hermanas.
Simon Lackberg
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Beverly S. Redford
Fugitivo
La chica con la que vino Ken interrumpe mi tan añorado encuentro de fantasía hablando. No es que me enoje su curiosidad pero hasta el resto entendió que mereciamos intimidad.

La primera respuesta que viene a mi mente cuando pregunta si soy su novia es "su prometida" para corregirla y marcar territorio. Pero si algo me ha enseñado toda la experiencia con Lara es que ya no estamos en el 14 y Ken ha estado explorando todo este nuevo mundo con nuevas chicas y mujeres a su disposición, y claro que antes de asentarse quiere asegurarse que realmente esta elegiendo el amor de su vida, que yo se que es así, pero porque aun debo encontrar mi camino con Redford he aceptado que aun no estamos listo para tal compromiso. Aunque obviamente todo este viaje nos llevara de nuevo juntos.

- Su amiga - le respondo a la rubia - Soy Beverly.

Esta vuelve su atención hacía Mimi y por otro lado empiezan  a rodearnos el resto de viejos y nuevos amigos, Kyle y la que creo su hermana por el parecido; aun no había tenido el placer de conocerla; y Ben entre ellos.

Quién recuerda que Ken nos ha pedido ayuda y que habra otros momentos para castigos por su desaparición y abandono familiar, aun no olvidaba que él era uno de los padres del grupo y yo la madre y me dejo sola con las bendiciones. Y a Kyle.

- Oh tengo muchas ideas - sigo, medio en chiste medio en serio, el comentario de Ben. Ser madre soltera no es fácil - Ire por bocadillos por que seguro todos deben tener algo de hambre.

No que hubiera mucho, pero necesitaba hacer algo más que quedarme parada o le daría otra cachetada a Ken.
Beverly S. Redford
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Amber J. Pearson
Consejo 9 ¾
La verdad es que no sé por qué Mimi nos dice de reunirnos en la fábrica donde los de la Red pasan los días, pero mientras que el resto van desde nuestro apartamento hasta allí gracias al armario evanescente, yo me aparezco en el 11 para llevar a Kyle y a su hermana mayor a la fábrica. En un principio iba solo a por el chico, pero ha insistido en llevarla a ella también, y tampoco es como si sobrara el tiempo para preguntarle por qué. Sea para lo que sea, unas manos extras siempre van bien, y más cuando cada vez los que quedan apenas alcanzan la veintena. Ella incluso parece más grande que la mayoría. Para cuando llegamos, Ben y Ava ya están allí, igual que varios de los integrantes de la Red.

Permanezco apartada, sin hablar con nadie, y aprovechando la espera para comerme una barrita de cereales que he conseguido rescatar de la pequeña despensa del apartamento. Con el ajetreo del día, ni siquiera he tenido tiempo de comer nada, y empiezo a notar que, en cualquier momento, mi estómago va a sonar como un monstruo berreando... pero mucho peor, que seguro que hay algo de eco aquí.

Casi me atraganto cuando veo al perro que entra por la puerta, acompañando a una chica que no he visto en mi vida, transformarse en Kendrick. No sé si es la sorpresa de verle después de más de medio año buscándole día tras día, o si por descubrir que es animago; ni siquiera sé si el hecho de que venga con una chica que, por sus apariencias, está más que claro que no es del norte. Toso un par de veces para deshacer el nudo que la barrita me ha formado en la garganta, y después de sacudir las manos para limpiarme los restos de migas, me acerco hacia Ken, que poco a poco está siendo rodeado por todos. Y es normal, porque han sido demasiados meses sin tener ni rastro de él. — Ven aquí — le digo en cuanto veo un poco de espacio, y le tiro hacia a mí para darle un abrazo. La última vez que le vimos, la charla acabó en un desastre por ambas partes, y todos teníamos nuestra parte de razón. — Sabes que estamos aquí para lo que haga falta. — Me separo de él, y por un instante mi mirada se va hacia Ben, con una pequeña sonrisa. Ya habrá tiempo de hablar, pero al menos ahora sabemos que está bien.
Amber J. Pearson
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Mimi J. Johnson
Consejo 9 ¾
La falta de Kenny es algo que pesa cuando quiero pensar en la red como la red en sí, y el tener que organizar una reunión sin ella o sin Jeff, recordando a Ferdia o incluso el viejo apartamento... tal vez mi mudanza inicial había tenido menos que ver con mi independencia, y un poquito más que ver con el no poder soportar enfrentar el cambio. Lo bueno es que no me quedo mucho tiempo sumida en mis pensamientos ya que puedo escuchar el trote ligero de una criatura, y sentir segundos después como un perro grande embiste contra mi torso. - Oh, casi que esperaba ver un chihuahua. - Rasco detrás de las orejas del Collie y sacudo sus mofletes sabiendo que he agudizado un poco mi voz. Sé que es Kendrick, pero también es un perro adorable. - Te queda bien el look, pulgoso. - Palmeo su cabeza y cuando Syv acorta la distancia que produjo el apuro de Ken, me apresuro a indicarles el camino antes de que se haga más tarde.

No sé qué esperaba que pasase durante los siguientes minutos, pero tengo que admitir que la escena que se desarrollaba delante de mis ojos no era algo que hubiese imaginado nunca. Un error de mi parte, había conocido a Beverly el tiempo suficiente como para poder considerar cualquier arrebato que se le ocurriese, pero siendo que habían pasado meses, no sé… Al menos me distraigo con la presencia de Syv y devuelvo el abrazo a medias, no del todo acostumbrada a ese tipo de tacto. - Me preocupa ver que en todo este tiempo no creciste. Creí quer era efecto de la pantalla, pero sigues siendo de tamaño bolsillo. - Bromeo dándole unas palmaditas y aprovechando mi comentario para observar realmente su estado. Está bien y eso es lo que importa. - Hasta la pulga de tu hermano también creció. - Un hermano que todavía no sabía muy bien qué hacía aquí, pero ya a estas alturas había dejado de cuestionarme todo. A decir verdad, confiaba en que las personas que aquí dentro estaban, era porque querían y eran dignos de fíar.
Mimi J. Johnson
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Ava E. Ballard
Fugitivo
Cuando salgo del armario evanescente y escaneo la habitación con la mirada, un pensamiento rápido cruza mi mente: ¿es esto lo que sentiría mi madre cada vez que tenía que reunirnos por algo? Había estado demasiado acostumbrada a ser la más chica del lugar en alguna que otra junta, como para de golpe encontrarme de frente a mi propia vejez. Y no me gustaba. No solamente por lo viaje que puediese o no sentirme, sino que porque el verlos me hacía dar cuenta que no importa qué tanto pasen los años, la situación sigue siendo la misma. Las políticas del gobierno obligaban a que los más chicos tuviesen que tomar acción, y a diferencia de hace dieciséis años, nosotros ya no teníamos un refugio seguro al que llevarlos, en dónde pudiesen crecer como los niños que eran.

Como queriendo enfatizar mi punto, Mimi entra acompañada de otra muchacha que parece recién salida del colegio, y de un perro… que no se mantiene como tal por mucho tiempo. ¿Pero qué demonios? ¡Pendejo de mierda! ¿Qué?  No sé si golpearlo o embestirlo en un abrazo asfixiante, pero al parecer mi tiempo de reacción está muy lento ya que Bev hace ambas cosas antes de que siquiera pueda decir una palabra. No que pudiese decir mucho hasta salir del shock, pero al menos me dan el tiempo suficiente para mantenerme al margen y reordenar mi cabeza en lo que el resto le da la bienvenida. - Vuelves a desaparecer de esa forma, y le pediré a Amber que te ponga una correa mágica permanente o algo así. - Y puede que haya empujado un poco a la castaña para llegar hasta el muchacho, pero es un impulso el arrojarme a abrazarlo con fuerza, feliz de verlo sano y salvo. Tal vez un poco menos feliz ya que, tal y como mencionó Ben, Ken ostenta un par de centímetros de más que en definitiva lo hacen mucho más alto que yo. Lo suelto un poco, pero en lugar de alejarme busco su mirada para que esté atento a mis palabras. - No importa que cosas hayan o no pasado, somos prácticamente familia, así que tienes derecho a toda la ayuda que puedas necesitar. - Amber lo había dicho, en lo que hiciera falta, y en lo que no también.

- Entonces… si ya todos nos saludamos y nos aseguramos de estar sanos, ¿quieren decirnos por qué estamos aquí, o esperamos a alguien más?
Ava E. Ballard
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https://www.themightyfall.net/t8219-ballard-ava-elizabeth#99244
Kendrick O. Black
Fugitivo
Bien, sé que me merecía algún grito, pero no me esperé jamás que fuese una cachetada de Beverly lo primero que me recibe. Momento, ¿me estoy sorprendiendo de que la dramática empiece con su drama? Todavía me duele la mejilla y la estoy mirando con los ojos desorbitados, sin saber muy bien qué responder así que balbuceo incoherencias, cuando ella me abraza y me quedo con los brazos pegados a ambos lados del cuerpo — Yo también, Bev… — sueno dudoso, pero la verdad es que tampoco estoy mintiendo. Uno se acaba acostumbrando a las compañías más extrañas después de toda una vida con ellas, lo que me deja un poco descolocado son los susurros de Synnove que me hacen sonrojar con fuerza — ¡No, claro que no! — es una respuesta escueta, al menos Beverly es lo suficientemente decente y dice que solo somos amigos, lo cual me da cierta señal de que ha madurado. Un poco.

Pero bah, no me importan sus locuras… ¡Que los rulos de Kyle entran en acción y jamás he estado más emocionado por verlo! Su golpecito apenas me duele, me froto el hombro con una sonrisa que me tironea las mejillas y me hace olvidar el motivo principal por el cual estoy aquí — ¡Que son solo dos centímetros! — me quejo sin una pizca de enojo y mis intenciones de abrazarlo se van al caño cuando hace que me fije en mi acompañante — Syvonne Lackberg, hija de Ivar — creo que es mejor dejar aclarado eso desde el primer momento. Meneo la cabeza para dejarle en claro que le responderé las siguientes dudas después, creo que por mi mirada consigo enviarle una advertencia, pero no consigo ponerme más quisquilloso porque alguien me pica y me giro para encontrarme otros rulos que no entiendo qué demonios hacen aquí — ¿Agatha? — se me agudiza la voz como si me hubiese apretado los huevos, pero porque no me esperaba verla aquí, en lo absoluto. Ignoro totalmente que me dice que estoy gordo, porque… — ¿Qué demonios? ¿Se conocen? — la señalo a ella, después a Kyle, después al resto. ¿Acaso cuándo el mundo se volvió tan pequeño?

Obvio que, una vez más, confundirme me dura un suspiro porque Ben se acerca y rápidamente sonrío enseñando todos mis dientes como si fuese un niño tierno e inocente que no se merece ningún castigo. Ni siquiera llego a responder su burla inicial porque estoy pensando mil excusas para que no me grite, así que toda su muestra de afecto me toma desprevenido y me hace soltar una risa nerviosa de total alivio — Esto… — ¿Por dónde empezar? Al menos el comentario de Simon me hace reír un poco ante la obviedad y Beverly se va corriendo a buscar bocadillos, así que aprovecho a escapar de Ben para envolverme en los brazos seguros de Amber. Suspiro con fuerza en su hombro, por alguna razón me contengo de ponerme a llorar. ¿Dije que los había extrañado? Porque esto es lo más parecido a casa que he tenido en meses, en especial con las muestras de afecto y el apoyo incondicional que creo que no me merezco. El sentimentalismo se me va a la mierda cuando Ava aparece con una amenaza que suena demasiado familiar, solo puedo murmurar un “lo siento” que creo que no escucha porque me está ahogando en su abrazo. Ya, ya, no tengo que llorar, de verdad — Lo sé, y comprendo por qué hicieron lo que hicieron, solo necesitaba… estar conmigo — que técnicamente no estuve solo, pero la distancia siempre es buena para acomodar las ideas.

Y hablando de eso, me separo de la rubia para poder respirar en paz y vuelvo a pasear la vista por la habitación. ¿Es normal que sienta que el corazón se me ha hinchado? Porque después de meses de creerme la persona más sola del mundo, estamos todos aquí y sé que daría todo por ellos, de alguna manera u otra. Quizá mi sangre diga que soy un Black, pero yo sé muy bien dónde está mi familia — No es fácil lo que vengo a decirles — tampoco tengo idea de cómo comenzar. Me aclaro la garganta y trato de pararme más derecho, aunque mis manos incómodas me arreglan la camiseta y el pelo — Pero… he visto mucho todo este tiempo, ¿saben? Y he aprendido mucho — por favor, estoy sonando como un mocoso en una muestra escolar. Me aclaro un poco la garganta y sigo — Todos aquí sabemos quién soy, no creo que haga falta que nos pongamos exquisitos con ello. Pero creo que un apellido no nos representa, como tampoco lo hace la sangre. Quiero decir… ¡Vamos! Ninguno de ustedes está emparentado conmigo y son mucho más mi familia que cualquier Black que podría toparme por ahí — meto las manos en los bolsillos, me atrevo a una sonrisa tímida a los adultos del catorce que se supone que me han criado, cuando sé que hay muchas personas que ya no están y que ayudaron a que los más chicos tuviésemos un sitio en el mundo — El punto es… Quiero pelear. Porque me he quejado demasiado y, aunque no lo quiera, tengo algo con lo que reclamar mi lugar y una razón para hacerlo. Creo que nosotros nos merecemos una segunda, tercera, hasta décima oportunidad y allá afuera van a escucharnos, les guste o no. Ellos querían una guerra, pues bien… — inflo mi pecho, creo que siento la garganta seca, pero estoy seguro de que mi voz suena clara a continuación — Llamaré a las armas en nombre de Kendrick Black y deseo, más que ninguna otra cosa, que ustedes estén conmigo. Porque este es nuestro mundo y lucharemos juntos, lo armaremos juntos y, si es necesario y ustedes están dispuestos, moriremos juntos. Porque prefiero morir libre, a vivir huyendo.
Kendrick O. Black
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Alice D. Whiteley
Consejo 9 ¾
Bueno, por fin algo de movimiento. Creo que las últimas semanas hemos estado todos un poco más ariscos de lo normal, y eso que podrían calificarse como tranquilas debido a que no se nos considera el único problema que tiene el ministerio estos días. He sido capaz de ver muchos arrestos los últimos días, la mayoría de humanos que quedaron liberados en la escapada de Richter, y una vez la cosa ha terminado por normalizarse, por decirlo de alguna manera, los ojos se han vuelto sobre nosotros. No es que alguna vez hubieran mirado para otro sitio, pero estaba bien el no haber sido el foco de culpas por una vez en nuestras vidas. Si voy a ser sincera, me he dejado arrastrar por el resto porque se supone que alguien tiene que decir algo importante sobre lo que hacer a continuación. No tengo ni idea de quién se supone que va a dar el mensaje, me limito a seguir a Ben y Ava por el armario evanescente hasta llegar a la fábrica familiar de la red.

Me acomodo en una pared tras saludar a los que ya están en el lugar, cruzando los brazos y quedando un poco al margen de la imagen principal, quizás porque estoy demasiado concentrada en posar mis ojos sobre el perro que llega junto a Mimi y una chica rubia. Si muestro sorpresa cuando veo a Kendrick de golpe es porque un pestañeo me ha valido para perderme de lo que acaba de ocurrir, pero estoy por jurar que antes no era un canino de cuatro patas. Creo que es el propio shock lo que me deja con los pies firmes en el suelo, apenas soy capaz de echarle un vistazo que tiene a todo el mundo sobre él y se me pasa por la cabeza que lo van a asfixiar con tanto apretujón.

Sacudo la cabeza, porque de a pronto el niño que yo conocí en el catorce se transforma en una nueva voz política de la que me cuesta mucho no hacer un comentario al respecto. — Creo que a esa conclusión hemos podido llegar todos. — el eco de mi voz resuena entre el silencio que deja al terminar esa frase, es la primera vez que interrumpo y me alejo de la esquina para hacerme un paso hacia él con el rostro bastante serio. Quizás creció unos centímetros, pero sigo siendo más alta que él y lo compruebo cuando mis brazos lo rodean en un abrazo que me saca el sonreír. No obstante, tengo que separarme para coger su mentón con una mano y elevar su barbilla en repetición a lo que ya han hecho todos. — ¿Estás bien? — solo porque no espero que responda con sinceridad, me separo para observarle de arriba a abajo y comprobarlo por mí misma. — ¿Te golpearon en la cabeza o realmente quieres hacerlo? Porque nosotros te estábamos esperando, para luchar una guerra, huir, o... lo que sea. Estamos contigo, Kendrick, los que seguimos en pie y los que quedaron atrás también. — me alegra que, al menos, sus vacaciones de nosotros le hayan servido para darse cuenta de eso.
Alice D. Whiteley
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Kyle A. Overstrand
Fugitivo
Lo cierto es que ni siquiera sé qué responder cuando dice quién es su acompañante, así que me limito a parpadear un par de veces, incrédulo, porque desde luego no me esperaba que fuera hija de ese hombre. Es decir... no cuando le secuestramos entre un grupo de adolescentes. No le pregunto si de verdad cree que es de fiar, porque sea lo que sea, confío en él, y si la ha traído aquí, por algo será. No soy quién para cuestionarle esas decisiones; la última vez que pasó algo así, fue lo que provocó que Ben se fuera del 14 con mi tía porque nadie se fiaba de ella. Por suerte, que mi amigo reconozca a mi hermana de aquel encuentro que tuvieron aparta esos pensamientos de mi cabeza, y alterno mi mirada entre los dos con una amplía sonrisa. Es la primera vez en semanas que sonrío de verdad. — Es mi hermana mayor — respondo. Que no es mi melliza está más que claro, eso sí. Kendrick sabe la historia de mi familia, y por lo tanto, con ese simple comentario sabrá que me refiero a la humana que hace años mis padres acogieron como a su propia hija.

Quiero decirle mil cosas más y ponernos al día, que falta nos hace después de más de medio año, pero en su lugar, me limito a apartarme un poco para que el resto pueda darle la bienvenida en condiciones. No somos muchos, al menos no tantos como éramos antes, pero aun así, son unos cuantos reencuentros por delante.

Por suerte, la cosa no parece alargarse demasiado, y al poco rato Kendrick empieza a explicar sus motivos por los que nos ha reunido a todos aquí. Sus palabras sobre el origen de uno, la sangre y el ser una familia, consiguen que desvíe la vista hacia Agatha, a quien acabo cogiendo de la mano para darle un corto apretón cariñoso porque es precisamente de eso de lo que hablamos hace pocos días. Después, vuelvo a centrar mi atención en las palabras de mi amigo... y en la gran bomba que suelta. No me esperaba eso, no después de cómo se fue la última vez que nos vimos y de cómo de dolido estaba por todo. Aun así, supongo que tiene sentido, teniendo en cuenta que debe de haber vivido y visto muchísimas cosas estos meses. — Yo también estoy contigo para lo que necesites. Me tendrás a tu lado — reafirmo cuando Alice acaba de hablar, y doy un paso hacia él. — No tengo nada que perder. Vosotros sois mi familia también, y la única biológica que me quedaba... — continúo, no muy seguro. Tengo que centrar la mirada en mi hermana para calmarme un poco, pues sé que dijimos que lo mejor era hablarlo con ellos. — ... ya no está. Ni mi madre, ni mi tía — añado, y esta vez a quien miro es a Ben antes de volver la vista hacia Kendrick. — Si quieren quitarnos lo poco que tenemos, que lo intenten. Pero estaremos contigo para evitarlo. — Y es que ya estoy harto de huir, que es lo que llevo haciendo casi toda mi vida.
Kyle A. Overstrand
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Invitado
Invitado
Me quedo de pie en alguna parte de la fábrica, viendo cómo llegan otras personas a través de un armario evanescente o de maneras más tradicionales como simplemente cruzar la puerta. Con unas pocas de estas tuve trato por un par de años, al resto los he visto de pasada cuando se estaban escondiendo en el apartamento que fue el refugio original de la Red, y no puedo ver a la fábrica como un reemplazo de este, sin las presencias de Kenny o de Jeff, se siente como un sitio muy distinto, con una misión diferente. Mimi es quien atraviesa primero la entrada, regresando después de un rato con quienes he visto hace poco y esperaba ver el día de hoy, así que no puedo fingirme sorprendido.

Cruzo mis brazos en una postura cómoda al dirigirme hacia la morena, respetando el momento de reencuentro del chico con los otros supervivientes del catorce, ellos entenderán mejor que nadie por qué hemos sido convocados por un chico que tiene el apellido para usarlo como grito de guerra, porque eso es lo que propone al final de cuentas. Desde hace mucho que pienso en él sólo como Ken, sin un apellido, del que finalmente elige apropiarse. No podía pensar en él como un Black cuando lo tenía tirándose de cabeza al suelo por una mala broma. Pero pienso en esto como algo irreversible, el hecho mismo de que esté aquí y muerdo mi labio en un gesto pensativo, no creo que haga falta decirles a ninguna de estas personas que estoy trabajando en una de las oficinas centrales del ministerio, para el mismo sujeto que firmó las sentencias de la mayoría en esta sala.

En vista de que lentamente todos van mostrando su apoyo, también verbalizo el mío. —También lucharé, desde el lugar en el que me encuentro y al frente de todo cuando sea el momento— digo, que al final de esta reunión seré quien regrese a una casa en el distrito 6. A mí el traje de abogado tampoco es que me quede cómodo y si lo uso que sea para nuestra conveniencia, no necesito más que una señal para que me diga cuándo colgar la corbata, dejar que se enfríe el café con dos de azúcar, que mi lugar no es ese, sino este. Con estas personas, con lo que ha quedado de la Red, con los valores que han mantenemos, con todo ese idealismo que tuvimos de bandera y el convencimiento de que tenemos la fuerza como para derrumbar el poder del ministerio, no por el efecto de bombas, sino porque podríamos ser un ejército imparable.

Me paro al lado de Mimi, casi rozando su hombro. —No se lo digas nunca, pero no puedo creer que haya madurado de niño llorón de hace unos meses a tener pantalones para decir todas estas cosas, parece que a alguien ya le salieron pelos en los huevos— susurro cerca de su oído, con un par de rulos de su parte de por medio como interferencia. Coloco una mano en mi pecho en un modo dramático, haciendo un paréntesis para la idiotez en el discurso político de Ken que está animando a todos. —Tan orgulloso de mi cachorro— murmuro con sentimiento, y me recupero como para decir un poco más serio. —Por cierto, Johnson, hay algo serio que quiero hablar contigo luego.
Anonymous
Invitado
Invitado
Soy consciente de que me encuentro en un sitio en el que no seré bien recibido por el simple hecho de que absolutamente nadie me conoce. Por los pocos minutos que llevo en la fábrica pude darme cuenta de cómo se mueven, cómo están ordenadas las cosas y es una modalidad que no veo hace siglos, más precisamente desde que vivía con mis padres hace ya algunas décadas atrás. No confiarán en mí y por eso no bajo al sitio de reunión hasta que Lea está lista para acompañarme. La verdad es que no veo muy maduro de mi parte el refugiarme en una jovencita que podría ser mi hija, pero ni bien veo a la rubia en cierta parte de la escena quedo seguro de que tomé la decisión correcta.

Llegamos a media parte del discurso, justo a tiempo para escuchar el llamado a las armas que me hace sonreír. Claramente no me une el mismo sentimiento de familia que tienen entre ellos pero dudo que rechacen una mano amiga ¿No? Da igual cual sea el ejército o por quién esté liderado, siempre y cuando sirva para tener a MI familia de vuelta. No tengo ganas de morir como ellos dicen, pero si las cosas se van de control siempre se puede huir y buscar el siguiente ejército ¿No? Porque ellos no son los primeros y probablemente no los últimos.

- ¿Cómo negarse luego de tan estimulante discurso? - intervengo y asiento mirando al chico para que sepa que tiene mi apoyo. Observo las caras que hay alrededor y, siendo honesto, mis esperanzas por conseguir una victoria se desvanecen. La mitad de las personas son adolescentes y la otra mitad parecen tan cansados con todo que sus rostros muestran diez años más de los que en realidad tienen. Pero puede que ese cansancio les sirva de combustible para una última batalla, así que confío en eso.

Me cruzo de brazos y por fuera del círculo voy caminando hacia el único rostro que conozco a parte del de Lea (Ava). Le dedico una sonrisa algo falsa y luego murmuro para no interrumpir lo que está pasando - ¿Ves? Aquel día salvaste un desconocido sin saber que se convertiría en soldado. Buena decisión - bromeo con ella.
Anonymous
Benedict D. Franco
Consejo 9 ¾
No alcanzo a hacer más que rodar los ojos ante las palabras de Simon, a pesar de que en cierto modo me pintan una sonrisa que busca ser una disculpa por las mentiras de esa noche. Lo bueno de este sitio es que podemos estar aquí sin usar máscaras, ser solo nosotros, esa posibilidad que no tenemos fuera de estas paredes y que parece ser el motor que ha impulsado a Kendrick a regresar. Es mentira si digo que no pongo mala cara en un principio, creo que la concentración se me va pintando en las facciones y me pregunto cómo es que llegamos a este punto. He visto a su madre embarazada, lo sostuve cuando era un bebé llorón que pasaba entre los brazos de un montón de personas aisladas de la sociedad, Seth y yo tratamos por meses hasta conseguir que su primera palabra fuese “popó”. Se transformó en un niño de culo inquieto que no hacía más que preguntar los cómos, los porqués y, cuando no obtenía respuesta, la buscaba por su cuenta. ¿Cómo pude pensar que alguien con ese espíritu iba a quedarse calmado, cuando el mundo a su alrededor explotara y las cartas se echaran sobre la mesa? En una pequeña ilusión de alguien un poquito más viejo, siempre deseamos que los que queremos agarren la carta de la tranquilidad, que te dejen a ti jugar las difíciles. Lo sé porque siento un enorme pesar cuando Kendrick escupe las palabras que no esperé nunca escuchar, que me hacen saber que ha pisado ese punto que siempre estuvo destinado a pisar y, a pesar del orgullo, no puedo hacer más que quedarme callado cuando el resto de los que me importan empiezan a saltar en su apoyo. Sí, el catorce nos entrenó a todos para la guerra, yo mismo dije que no podíamos quedarnos quietos y… ¿Por qué solo quiero que todo termine, cuando sé que es la mejor opción que tenemos? Porque aquí todos fuimos niños que transformaron en soldados. Porque todos perdimos a alguien y aún conservamos sus fantasmas. Las piezas de dominó ya empezaron a caer, hace tanto tiempo, pero nos cuesta verlo hasta que pasan estas cosas. Ya no hay sitio donde huir.

— Pues si no queda de otra… — lo hago sonar como un resentimiento, aunque la sonrisa de mis labios demuestre lo contrario — No es secreto que los Black no son santos de mi devoción, pero hay una enorme diferencia entre los apellidos que heredamos y los caminos que deseamos tomar con ellos sobre los hombros. Muchos de nosotros somos catalogados con nombres que allá afuera son condenables — Muggles, squibs, criaturas, traidores. Ni hace falta que me ponga a enumerarlos — Y si seremos un grupo de inadaptados, lo seremos diciendo que ya no vamos a conformarnos con las migajas. Esto no es sobre apellidos o sangres, es sobre quienes somos en realidad. Siempre lo ha sido — porque hubo un Black que señaló a un mago que no le agradaba, hubo juegos que asesinaron a cientos de ambos lados para acabar explotando en una guerra eterno que ninguno pidió, pero que todos heredamos. Con un vistazo general, hago un vago asentimiento a Kendrick — Tenemos algo que vale mucho más que sus sillones cómodos, así que hagámoslo valer. ¿Ellos quieren una guerra? Pues se la daremos para demostrarles que tan equivocados están. Y lo haremos juntos.
Benedict D. Franco
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https://www.themightyfall.net/t8228-franco-benedict-desmond#9926
Invitado
Invitado
Coloco una mano sobre mi cabeza como si quisiera medir así mi estatura debido a su comentario, no creo haber cambiado mucho en todos estos años, como mucho me ha crecido el pelo y eso lo podía ver a través de la pantalla. Estar frente a frente hace que me vaya fijando en otros detalles de mi amiga con la intención de redescubrir a la persona que conocí, aunque nunca me han quedado dudas de que su amistad seguía estando para mí, incluso en los largos períodos en que no nos comunicábamos por miedo a que fueran a pillarnos el equipo de informática de Seguridad Nacional, si es que la conversación de dos adolescentes requiere mandar a un escuadrón especial y no lo creo.

No hasta que cierto chico con apellido tabú se coló, pero eso fue a lo último, para empezar a hacer planes entre los dos y de los que no habría hecho parte a mi hermano menor por muchas razones, que hubiera desaparecido de casas era solo una de estas. Por eso lo sigo con la mirada, respetando la distancia que él mismo impuso y me coloca en otro extremo. —No sabía que vendría— comento, espero a conocer su reacción al llamado de dar batalla que proclama Ken y al que siguen quienes ya han pasado por otras luchas, no es lo mismo en mi caso, ni en el de mi hermano. Estuvimos protegidos en el Capitolio todo este tiempo, y no le niego lo inteligente, pero me sigue pareciendo que es muy niño para meterse en esto. Si papá… pero si estamos aquí es porque supongo que somos hijos de nuestro padre, seamos de sangre o no.

En el momento en que Dave se acerca a Mimi, me decido a acercarme a Simon. En vez de preguntarle si está listo para que hagamos esto juntos, buscando una confirmación de lo que sé que está preparado, más de lo que estaré yo misma, que todavía no sé bien que haría si pasara por la mitad de las penas que pesan sobre estas personas, me limito a mirarlo y que las palabras que dice Benedict Franco sobre que esto no se trata de apellidos y sangres, sino de quienes somos, espero que pueda entenderlo como lo hago yo. Me giro, abrazándome a mí misma por la cintura, para que no me hunda en el suelo la certeza de que se está iniciando una guerra en esta fábrica y que estoy aceptando ser parte por haber traído a Ken, por creer en lo que me ha dicho y me ha enseñado mi padre con su ejemplo, de que todos merecemos el mismo trato con derechos y tal vez sea el momento de luchar por recuperarlos quienes lo han perdido.

Esto es irreversible y trato de encontrar en cada una de las caras que veo, una razón para convencerme de que no será un suicidio para Ken, de que no estamos arremetiendo contra un gigante que podrá aplastarnos fácil, de que esto puede ser el comienzo de algo que lo supere al fin. Y cuando busco los ojos de Simon oculto mi miedo, acepto que quiera estar aquí y como esto no puede más que empeorar de ahora en más, tomo su muñeca para sostenerla por un momento. —Perdón— modulo con mis labios, y me aparto de él para devolverle la distancia que prefiere, poniendo un par de pasos entre nosotros, que no sé cuál de nosotros volverá a casa o si la idea de familia acababa de desvanecerse para perdernos en algo que es más grande.
Anonymous
Ava E. Ballard
Fugitivo
Por alguna razón, y pese a que sé que debería estar orgullosa más que otra cosa, mientras escucho a Ken la pregunta “¿qué pensaría Coco?” aparece en mi mente de manera fugaz. Es un pensamiento estúpido si realmente trato de darle vueltas, casi que no conocí a la mujer y mis memorias de niña se vuelven cada vez más difusas. Pero aún así le pido perdón internamente, porque no creo que ninguna madre quiera ver a su hijo clamando para alzarse en armas o diciendo que prefiere morir que vivir en la conformidad de no hacer nada y escapar. Lo entiendo, entiendo hasta dónde llega el afán de protección y el querer estar sanos y salvos, alejados del enfrentamiento y viviendo en relativa paz. El problema fue que la pelea había llegado a nuestras puertas, derribado todas nuestras paredes y nos había dejado por muertos. Gran error, se olvidaron de enterrarnos, y si bien ya les habíamos demostrado que estaban equivocados al creernos acabados, ahora llegaba el momento de demostrarles que tanto la habían cagado.

Me desconciertan un poco las caras no tan conocidas entre los presentes, y aún más la de alguien que no creí que iba a volver a ver, no aquí al menos. - No te conviertes en soldado solo por apoyar una causa. - Respondo también en un susurro. Aún así, asiento con la cabeza en su dirección, agradeciéndole en cierta medida que esté de acuerdo con todo esto, pero dejándolo de lado con rapidez, eligiendo centrarme en la persona que al parecer estaba detrás de toda esta organización. - No esperes un discurso motivacional como respuesta de mi parte. Siempre me acusaron de favoritismos contigo, y esta no va a ser la excepción. - Nunca había podido decirle que no a Ken… o bueno, casi nunca. Pero en un pedido como este solo había una respuesta para dar, ¿no?. No me hace falta buscar la aprobación en los rostros de los más cercanos, pero aún así los miro con rapidez antes de volver a Kendrick. - Estoy contigo, con mi familia. Siempre lo estuve y siempre lo voy a estar. Para luchar juntos, para morir juntos y sobretodo: para vivir juntos. - Porque había momentos en los que era más fácil poner un alto a todo y echarse para atrás, que enfrentarse a la vida, a los riesgos y a las pérdidas. Así que elegía seguir adelante, con la frente en alto y el paso firme, al lado de mis seres queridos.
Ava E. Ballard
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Simon Lackberg
Sé que esta es una guerra que se está peleando desde mucho antes de haber nacido. Hay cosas de las cuales no fui testigo pero de todas formas sé cuanto han sufrido a manos de los Black aquellos en la habitación que ya tienen unas cuantas arrugas en sus rostros... Y tenían mi edad cuando les tocó pelear, así que creo que yo también puedo hacerlo. No me gusta la idea de una pelea porque sé que habrán bajas, pero confío en Kendrick pues en el tiempo que llevamos viviendo juntos ha demostrado ser un perro fiel y libre de maldad, él tampoco querrá que caigan inocentes y por eso espero que tenga un mejor plan que volar todo como intentaron la última vez. Y si no lo tiene, no me molestaría darle algunas sugerencias.

Se me hace difícil no sonreír e incluso doy unos aplausos en el aire en señal de aprobación. Cuenta conmigo también y al parecer con mi hermana, sino no estaría aquí - ¿Perdón por no traerme en primer lugar? - le pregunto con una ceja en alto y voz baja para no interrumpir el clima que se acaba de formar. No sé si es un clima de guerra, pero sí uno de revolución... Y las revoluciones que conozco lograron grandes cosas.

Miro a Synnove apenado por unos segundos cuando se aparta y al final termino dando un salto del respaldo del sofá. Aun sigue siendo más alta que yo, espero que por poco, así que me cuesta pasar un brazo arriba de su hombro. Es mi hermana, aunque no de sangre, y creo que ya es hora de que empiece a aceptar sus abrazos pues en el camino que estamos tomando, no sabemos cuándo será el último - Sé que soy el más pequeño de los cuatro y no me corresponde pero... Pase lo que pase, cuidaré tu espalda, hermana.
Simon Lackberg
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Alice D. Whiteley
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Benedict D. Franco
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