Los cabellos de Zenda estaban completamente azulados, había perdido el control y estaba muy asustada.
Encontrarse a Ava, le resultó tan emocionante, que a pesar de los gritos, lo único que hizo Zenda fue abrazarla fuerte. -¡¡Ava!!- Chilló y entonces las lágrimas comenzaron a empapar sus mejillas. -Tenemos que buscar a todos e irnos, no te voy a dejar.- Elevó la voz temblorosa y tomando su mano, empezó a correr.

Cuando Ava se quedó a medio camino culpa de un auror, la niña quiso ayudarla, pero al ver que ella podía y que Derian y Alice estaban en mayores problemas, continuó corriendo hasta alcanzar los establos.

El pedido de Derian le asustó, ella no iba a poder hacer eso, ¿Y si herían a los suyos y no sólo a los aurores?
-¡¿Qué?!- Y al escuchar que debía conjurar el hechizo ya, no volvió a pensar, sólo actuó.
Movió la varita apuntando hacia la enorme torre de vigilancia.

La explosión sonó contra la estructura y poco a poco empezó a caer, logrando atrapar a varios aurores debajo de los escombros.
-¡Tengo que encontrar a mi familia!- Exclamó hacia Derian.

Me duele hasta el alma. Me duelen hasta partes que no sabía que existían en mi cuerp. La boca me sabe a sangre y estoy seguro de que hay un hilo de ese líquido carmesí patinando por mi rostro. Solo quiero quedarme tendido, descansar dos minutos, pero los gritos de Kyle me indican que el mundo sigue girando y, cuando logro enfocarlo, solo veo una maraña de rizos demasiado agitada — Odio tus rulos… — mascullo en un quejido de dolor. Pero él me ayuda a levantarme y, sin soltar mi varita, me sujeto de él, pasando una mano por sus hombros y recargando allí todo mi peso. Miro el paisaje, divisando la silueta de Gigi al correr hacia no sé donde entre ladridos, pero es todo tan confuso que solo se incrementa mi miedo — ¿Dónde está mi papá? — ¿Por qué no puedo verlo? Me aprieto a su agarre y me impulso, tratando de caminar — Debemos alejarnos, ir al claro o algo. Salir del amontonamiento de gente — y ayudar. Siempre ayudar. ¿Por qué tuvo que suceder esto? ¿Cómo es posible que las cosas hayan pasado tan rápido? ¿Y dónde están los demás?

Paso saliva y me apoyo en la pared para despegarme, viendo como el auror me pasa de largo al creerme fuera de combate. Creo oír la voz de Seth, pero el creciente humo no me permite ubicarlo y sacudo la mano por inercia en un intento de apartalo, aunque no sea de verdadera utilidad. No puedo ver a nadie y he perdido a Sophia y Jared de vista, por lo que intento avanzar, llevándome un brazo a la boca y la nariz para evitar inhalar más humo del que debería. Eleanor me pasa por al lado a las corridas, siendo ayudada por un hombre que identifico como mi padre y que no logro llamar porque pronto desaparece, sin haberme visto. Intento apurarme, decidido a seguir con mi misión de encontrar a quienes prometí cuidar, pero las siluetas que se acercan con varitas en alto me hacen aferrar el agarre de mi hacha, reconociendo las luces de hechizos entre el humo. Me agacho ante las primeras que puedo identificar, pero no soy lo suficientemente rápido como para esquivar el bombarda que hace estallar el suelo y me hace volar hacia atrás, raspando la espalda magullada sobre la tierra. Los oídos me pitan, pero tanteo hasta dar con el hacha en un intento de salir de allí con rapidez, tratando de enfocar dónde mierda se metieron aquellos a los que estoy buscando — ¡SOPH! — le llamo, rogando que pueda oírme.

A duras penas y puedo soplar el flequillo que me cae entre los ojos, cuando veo como mi hermano aparece de la nada. No importa que estos meses hayan sido extraños entre los dos, verlo me quita el aliento por unos segundos, y me llena de alivio al ver que se encuentra bien. - Le acabo de decir que vaya a buscar refugio con el resto. Se fue en dirección a los establos. - Indico con la cabeza su dirección, pero dudo que me vea, demasiado ocupado en sacarse de enfrende a otro malnacido. - ¿Qué? No la veo desde hace rato, ve tu con Zenda, yo me encargo de buscar a mamá.

No hace falta, apenas y volteo puedo ver como viene corriendo hacia nosotros. Estoy por gritarle a Cale para indicarle la ubicación de Arleth así se queda tranquilo, pero en los micro segundos en los que me distraigo, alguien le tira un hechizo y la hace caer al suelo antes de que pueda llevar el dedo al gatillo. -¡MAMAAAAAA!- Es un momento, apunto, disparo y veo como cae el auror en lo que corro hacia ella. - ¿Puedes levantarte?- Me agacho junto a ella y llamo a gritos a mi hermano para que sepa dónde estamos.

Para bien o para mal, los niños tenían que luchar. Habían sido entrenados para este momento y aunque le costase admitirlo, tenían que cooperar. No quiso decirlo en voz alta, pues tampoco es que tuviese la cabeza para debatir o decidir moralmente que hacer con los más jóvenes.

Con Alice en la retagurdia, Zenda haciendo caer la estructura a su señal y él clavando el tridente en los cuellos, no iban del todo mal, y más aún cuando la torre cayó en el pelotón de los aurores, sepultándolos entre barras de metal. Asintió satisfecho y le sonrió a Zenda -¡Lo has hecho genial! -la alabó y comenzó a buscar con la mirada a los suyos. Entre tanta gente iba a ser difícil dar con alguien, pero tenía que hacerlo - Vale, está bien, busquemoslos -Agarró con fuerza el tridente y la ballesta, acercándose hacia Alice -Busquemos a más gente - Y fue cuando escuchó el ruido de uno de los aurores acercándose por el flanco derecho. Derian apartó a Zenda de la trayectoria del hechizo y este le rozó en un brazo, apartándose en el mínimo momento. Soltó un gruñido de dolor y le lanzó un virote que se desvió por la momentánea pérdida de fuerza en el brazo.

Negué con la cabeza cuando Sean le dijo que el 14 era real. Yo sabía que lo era, que las personas que estaban allí gritaban, lloraban y sentían, pero no me refería a la realidad tangible, sino a la realidad para Seth. — No para él. Esto Sean... esto es un berrinche. ¿No lo entiendes? es como llevar encerrado en su maldito cuarto quince años. ¡Nada de esto es real! ¡ninguna chica que haya conocido aquí es real porque no tenía a nadie más! ¡sabes como era! ¡se aferraba a cualquier cosa con patas para no estar solo! — ¿No habían acabado así en este lío? ¿Con Seth aferrándose a Ben más de lo que debía?

Seguía sin entender porqué los defendía. Estos malditos rebeldes habían escapado de su régimen y los habían dejado como putos idiotas durante años, ¡no se merecían un juicio justo! — Ni siquiera son parte de nuestra nación. ¡No merecen una mierda! — No podía evitar gritar, estaba furiosa con él y su nobleza. ¿No era consciente de que este distrito es una prueba de que pueden con nosotros? Es una muestra de debilidad. No puede quedarse. —  ¡¿nos robaron a nuestro hijo y pides piedad para ellos?! — Estaba furiosa, y su varita apuntándome a mi, me puso el doble de furiosa. — Baja esa varita Sean Niniadis. ¿Cómo te atreves a usarla contra mi? —

Elevó la voz con total indignación, presionando mi varita contra mi propia palma, a causa de la frustración que me causaba que no viera más allá. Sí, veníamos a recupera a Seth, pero Seth no podía dejar atrás a este lugar; Seth nunca vendría con nosotros si tenía un lugar a donde volver. — Cálmate y escúchame. ¡Esta siendo un necio! Llevamos buscando este lugar años por mil razones diferentes que nada tienen que ver con Seth. Nos han visto la cara de imbéciles durante más de una década y sabes bien, que pase lo que pase esta noche, hay alguien aquí que debe morir. — Y su mayor problema radicaba en que no sabían quien, pero mientras Seth estuviera a salvo, quemar al resto estaba entre las posibilidades. — No hay nada que solucionar —

No puedo creerlo. Creo que queda en evidencia por el modo en el cual mi cabeza se mueve en una negativa que va más para mí que para ella, porque no puedo hacerme una idea de lo que está pasando por su mente ahora mismo. Siempre supe que este sitio es su obsesión, pero también creí que su hijo le importaba más que un montón de rebeldes que podríamos simplemente arrestar, obviando que le di mi palabra a Benedict de que nada malo les sucedería. No se puede estar bien con Dios y con el Diablo — ¡Hay niños aquí, Jamie! ¡No puedes quemar vivos a un montón de niños! — nuestro gobierno ha juzgado con dureza, pero siempre supimos que hay límites con los pequeños, en especial con aquellos que no tienen la culpa de las decisiones de sus padres. Oigo a Seth a mis espaldas y sacudo mi varita para lanzarlo hacia atrás, evitando que se acerque más de la cuenta, aunque mantengo los ojos fijos en su madre — No la usaré contra ti, querida. Pero no dejaré que le pongas un dedo encima a mi hijo, el hijo que yo crié, en medio de todo este desastre. ¿Acaso no queríamos evitar todo esto? — había un mundo con el que soñábamos cuando éramos jóvenes. Las cosas han cambiado, sí, y he entendido los juegos de venganza y compartido casi todos. Pero tengo mis límites. Seth y su familia son mi límite.

— ¿Yo estoy siendo un necio? — me río con la sorna del sarcasmo, dando un paso más en su dirección — Jamie, todo tiene una solución decente. Apaga el fuego. Apresa a los que debas apresar, pero prefiero que te vean la cara de imbécil antes que la cara de asesina — entorno un poco la mirada, moviendo mi varita con lentitud, como si buscase el ángulo correcto — ¿Sabes que ha sido de él durante estos años? Porque si pudieras hablar con tu hijo, descubrirías algunos detalles que quizá te hagan cambiar de opinión.

Tropiezo con lo que reconozco como un cuerpo sin vida, pero no me detengo a chequearlo porque reconozco el uniforme de auror, así que literalmente le piso la mano mientras salgo del montón de humo. Creo reconocer los establos a unos metros cuando salgo del montón de viviendas, bordeando las que aún siguen de pie, pero no encuentro a Sophia y a Jared por ningún lado. Tampoco a Seth, pero creo ver a  Zenda y Derian a lo lejos y, más allá, a Alice. Suspiro de alivio al verlos con vida, apoyado en la parte trasera de la casa y respiro con fuerza, tratando de ingerir algo de aire más limpio en los pulmones. La ceniza me fastidia, pegada en la cara, por lo que me paso una mano por ella en un intento de limpiarla. No basta que doy dos pasos y veo un montón de aurores quebrando el paisaje, por lo que cuelgo el hacha y saco la ballesta, dispuesto a dispararles.

La flecha es evaporada en el aire por el auror que contraataca y tengo que agacharme para que la piedra del hogar que está detrás no me dé de lleno en la cara, maldiciendo entre dientes por esas estúpidas varitas. El sonido de un rifle y el cuerpo que cae hacen que levante la mirada, encontrándome con la mano de Alice, a quien le sonrío a medias — Nunca he estado mejor — ironizo, tomando sus dedos para ponerme de pie. Amago a querer revisarla, pero solo queda en eso y mi cuerpo se balancea de adelante hacia atrás evidenciando mis intenciones — ¿Estás bien? — acomodo mi ballesta, a sabiendas de que nos debemos una larga charla, pero que no es el momento ni el lugar. Especialmente porque si morimos, no habrá charla alguna. Sacudo la cabeza para hacerle un gesto y me agazapo un poco en un intento de avanzar — Hay que salir de aquí y dejarlos atrás, ya no es una zona segura y no hay manera de bajarlos a todos. ¿Dónde está Murphy?

Tengo que respirar con fuerza en cuanto la maldición me abandona, haciendo que observe los pocos rastros de cielo azul que puedo ver entre el montón de humo negro. El rostro de Ava ocupa repentinamente todo mi rango de visión y el alivio me hace sonreír en la más extraña de las ocasiones, alzando una mano para tocar su mejilla — Estoy bien. Está todo bien — no sé por qué busco consolarla como cuando era una niña, pero aún así lo hago. Asiento y me ayudo con una mano para incorporarme, poniéndome de pie con la mayor rapidez de la que soy capaz.

He estado en campos de batalla en otras ocasiones, hace muchos años, pero era muy diferente en ese entonces. Empecemos porque no tenía a mis hijos, una de ellas menor, metidos en el medio. Debe ser por eso que, en cuanto veo una lluvia de maleficios caer sobre el terreno donde estamos, encorvo mi cuerpo alrededor del de mi hija, agazapándonos contra una de las estructuras más cercanas.

Zenda cayó al suelo cuando Derian la empujó, evitando así que el hechizo del auror impactara de lleno en su cuerpo.
Tardó segundos en levantarse y en cuanto logró ver a Ben entre todo el desastre, fue hasta donde se encontraba interrumpiendo el momento que tenía con Alice.
—¡Ben, estás vivo!— Chilló con emoción y lo abrazó, para luego mover la varita y conjurar un hechizo curativo. No era la gran cosa y sabía que tampoco lo sanaría por completo, pero tal vez le daría un poco de energía extra.

Volvió a ponerse de pie y comprobando que Derian estaba bien, se detuvo ante las palabras de su hermano. —¿Irnos a dónde? Tenemos que buscar a papá, a mamá, a Ava....¡A Cale!— Empezó a enumerar a todos los que tenía que encontrar antes de abandonar el distrito 14 y su hogar.

Todo se estaba destruyendo a su alrededor y al descuidarse durante dos segundos, un auror logró impactarla de lleno por el costado.
El dolor le impidió respirar durante unos segundos y todo lo que aparecía en su campo de visión, se movía sin control. Intentó ponerse de pie, pero las nauseas la invadieron y terminó de nuevo en el suelo.