Notó de nuevo sangre en sus, ya manchadas, manos, pero no fue lo suficiente puesto que recibió un golpe y de nuevo fue alejado del cuerpo que tenía que destrozar. No supo si había dañado la pierna, pues la oscuridad no le dejaba y la lejanía tampoco. Notó otra vez la fuerza que no dejaba moverse y fue entonces cuando las antorchas se encendieron y la mente de Derian volvió a su cuerpo.

Parpadeé varias veces, como despertando de un sueño y me recosté en la pared con dolor de cabeza. Ni si quiera me di cuenta de que se habían abierto las puertas y una al fondo mostraba un atril con un libro. Quise hablar, pero obviamente no podía, es más, me dolía más aún la garganta que se sumaba a la de la cabeza. Tardé un poco en darme cuenta de lo que estaba pasando y de verme manchado de sangre. ¿Un enemigo? ¿Dónde estaba? ¿Más bichos? No encontraba el cuerpo muerto, pero entonces me di cuenta de Ben, y luego de Seth bastante herido.

Fruncí el ceño y volví a verme manchado de sangre, el tridente con el mismo color carmesí y mi cuchillo muy cerca de Seth. Mi cabeza encajó las piezas y mi rostro palideció. ¿Había sufrido un ataque? ¿Había intentado matar a Benedict y Seth? El corazón comenzó a latirme con fuerza y noté una arcada cargada de bilis en mi boca. Pero entonces escuché a Ben y por sus palabras deduje que él también había intentado matarlo.

No sabía que pasaba, pero no miré a nadie. Ni si quiera me di cuenta del libro, pues tan sólo vi las escaleras, subiendo por ellas y luego la puerta que conducía a la noche y me dirigí hacía allí para salir de ahí.

El color abandona mi cara cuando, seguido de la despedida de Seth, la voz de Ben se hace escuchar. ¿Pero qué mierda está pasando allí? No quiero imaginarme a qué hace referencia la palabra "quema" y temo que se haya desatado una especie de infierno del cual ninguno pueda salir. Cuando creo escuchar el nombre de Jared en una especie de sonido ahogado el corazón se me va al piso y temo lo peor. No importa que Alice bromee, en mi cabeza del otro lado de la pared está el peor escenario posible. No se si el silencio de Derian significa que algo terrible le ha pasado, o quien le está haciendo daño a quien entre los restantes, pero sea lo que sea no es bueno, y poco no me falta para tirar el cofre lleno de piedras con lo alterada que estoy.

Por suerte, Alice logra mantenerse calmada y logra descifrar algo en el pergamino viejo.- Llegas a tener razón y... -  Ni siquiera puedo terminar la promesa, con una rapidez que no creí que fuese posible, las piedras faltantes se encuentran en su lugar y en el instante en el que la luz de la antorcha ilumina la habitación, salgo disparada hacia la puerta que ahora se encuentro abierta.

Antes de atravesarla me detengo en seco. ¿Será otra trampa? ¿Habrá bastado lo que hicimos para calmar las cosas del otro lado? Doy uno, dos pasos hacia atrás, y me giro a buscar las armas antes de avanzar, rogando internamente el no tener que utilizarlas, y mucho menos en contra de uno de ellos.

No tardo nada en calzarme las cosas nuevamente, y doy unos pasos tentativos fuera de la sala, ignorante de si la morocha está conmigo o ya salió. La figura de Ben no tarda en aparecer desde el cuarto de al lado, cuchillo en mano y en un estado mucho peor del que lo dejamos antes de entrar por la puerta contraria. Aprieto un poco mi agarre sobre el rifle pero no lo alzo; simplemente dirijo la mirada hacia su mano armada, y estoy por preguntarle que ha pasado, cuando el inquiere primero por nuestra salud. El suspiro que se me escapa en esos momentos es lo suficientemente audible como para que parezca un resoplido, no me importa, el alivio que me sienta el ver que está vivo y que claramente no tiene intenciones de atacarnos es casi balsámico, y de manera inconsciente lo rodeo con los brazos. - Estamos bien. - Mascullo contra su pecho. Nosotras no hemos pasado ningún peligro, son ellos quienes se han llevado la peor parte. - ¿Ustedes...? - La pregunta se escapa casi temerosa de mis labios, pero antes de que pueda responder, veo como Derian aparece y atraviesa el cuarto desapareciendo rápidamente de la sala. ¿Pero qué...?

Al observar la salida del castaño, mi vista se desvía rápidamente al resto de la habitación, pero no me entretengo mucho en ella, mucho más preocupada por lo que le haya pasado a Seth.

Su súplica me hace perder fuerza, de todas formas apenas tenía ya. Su nombre escapa de mis labios como una especie de sentencia, pensando que había vuelto en sí antes de tiempo. Así es como sus movimientos acaban safándose no solo de mi agarre sino también de la magia que tenía como apoyo y sus manos acaban en mi garganta, lo cual instintivamente me echa hacia atrás. Caigo entre el agujero de sus piernas, apenas teniendo tiempo de poner mis manos en el suelo a mis espaldas para evitar que me arrastre al suelo de regreso. Le llamo, pero mi voz apenas sale con el estrangulamiento. Los ojos empiezan a llorarme por el esfuerzo; mis manos empiezan a perder fuerza.

No me doy cuenta del momento en el que regresa al control de su cuerpo ni siquiera por la luz y mucho menos de su conflicto interno, solo aspiro la bocanada de aire que puedo en el instante en el que sus manos dejan mi cuello y toso violentamente. Me doblo hacia adelante con respiraciones muy fuertes, ahogadas y que casi son como gemido cuando el aire pasa demasiado rápido por la garganta. Sus disculpas me llevan como si estuviera a kilómetros de distancia y lo único que puedo hacer es negar e intentar hacerle fácil el trabajo. Me dejo ir hacia atrás para liberarlo y después de eso me dejo caer al suelo muy lentamente sobre el costado que no me duele.

Poco a poco mi cabeza empieza a ser consciente del resto de la sala, la luz que lo ilumina todo y el brillo de la puerta que se abrió; las piernas de todos fuera y la expresión de Derian quien también parece haber recuperado la noción de todo. Además, la sangre, en aquel rincón donde me había atrincherado pensando que era mejor si no volvían a atacarme por la espalda. Las marcas de las manos arrastradas por la pared y los charcos del suelo. Me llevo la mano a la herida del abdomen y agradezco que imaginara que era peor de lo que era, pero eso no la hace menos grave. Y luego observo la del brazo que tiene una pinta horrible, seguramente por todas las veces que le rodé encima.

Me gustaría poder levantarme del suelo pero la verdad, ni tengo ganas; solamente llevo la vista hacia el recoveco de la nueva sala que veo por la puerta y al reconocer una de las runas me fuerzo a ponerme en pie. Mi varita había volado lejísimos y atraerla hacia mi me cuesta lo mismo que si pesara 200 kilos, pero una vez con ella en la mano, me apoyo en la pared para llegar al marco de la puerta y echar un vistazo a la cosa por la que casi muero. — Son... — Toso de nuevo, hablar me cuesta una barbaridad con la garganta todavía lastimada. Cuando vuelve a salirme la voz, estoy casi afónico. — Son runas. Pero no todas son mis runas. Reconozco algunas: Piedra... nombres de joyas... esmeraldas... esmeraldas para la renovación... ambar para la vida, rubís para el renacer... no... renacer no — Pero se me escapa la palabra de los labios, no consigo recordarla. Había varios false friends en las traducciones de las runas que yo conocía, uno de ellos era renacer que salvo por la diferencia de una miserable raya pequeña debajo de uno de sus componentes, significaba otra cosa. Aún así, la palabra escapaba de mi cerebro. — Es un ritual. Va por pasos. — Y aunque no traduzco el resto porque no tengo energía para eso, mi tono deja claro que necesitamos ese libro. Necesito ese libro. ¡Casi me muero, mierda! no pienso irme de aquí sin él.

A pesar de ese pensamiento, sigo pensando que no deberían tocar nada así que intento frenar a cualquiera que tenga el valor para acercarse aquella cosa; ya ha quedado más que claro en la habitación de atrás que esto no es para muggles. Y no soy racista pero, sinceramente, preferiría que nadie más intentara matarme hoy. — Seguid a Derian, cuando estemos a un paso de salir, cogeré ese libro — No más sorpresas. Lo de coger el libro era relativo, y esperaba que lo entendieran a pesar de que solo pude hacer un movimiento muy sutil con mi varita. Si el accio no funcionaba, sabía que la telequinesis no me fallaría. De otra forma no podría, dudaba poder correr lo suficientemente rápido hasta la salida si la ausencia de ese libro activaba otra trampa.

Siento un enorme alivio cuando Ava afirma que está bien y Alice parece no negarlo, por lo que aprovecho que mi hermanastra se abraza contra mi pecho para estrecharla con los brazos y apoyar mi mejilla en su pelo, cerrando por un momento los ojos. Quizá no lo voy a decir jamás en voz alta, pero realmente necesitaba un abrazo, en especial por el pequeño factor de que mis piernas no dejan de temblar a pesar de que no sé si es por el dolor físico o porque aún puedo sentir un curioso malestar por culpa de aquel hechizo. No estaba consciente de mis actos, pero puedo recordar a la perfección las amenazas que mi cerebro creó para mí y pensar que he actuado de esa forma contra la única persona que siempre ha estado contra mí... intento no vomitar, a pesar de que tengo que obligarme a aflojar mi agarre contra Ava para evitar asfixiarla.

Derian pasa cerca de nosotros y tengo el impulso de preguntarle si está herido pero parece no estar de ánimos para comunicarse con nadie; sube las escaleras como un robot y lo triste es que no puedo culparlo, pero antes de poder siquiera hacer algo reparo en el libro que se encuentra en medio de la sala — ¿Un ritual? ¿Nos harán sacrificar vacas y vírgenes? — refunfuño con sarcasmo, a pesar de que es solo para disimular lo incómodo que me pone la situación. Si hay un ritual incluido, no quiere decir nada bueno. Me separo de Ava en un intento de ir tras Seth pero él empieza con su estupidez de quedarse con el libro, por lo que ruedo los ojos  — Más te vale que no te quedes atrás por esa cosa que nos pudo haber costado la vida. ¿Quién carajo se esfuerza tanto por proteger un libro? — ¿Y cómo diablos eso significaba que era algo bueno y no jodidamente peligroso?

Ayudo a mi amigo a subir las escaleras hasta que llegamos a la última y dejo salir a las chicas, esperando a que Seth haga su magia. Increíblemente el libro vuela hacia él y en cuanto se apresa entre sus dedos, tiro de él para que al fin salgamos al aire libre. Respiro como si jamás hubiese podido sentir la brisa fresca y aunque mi cuerpo está a la miseria, no puedo sentirme más agradecido — Ven — le digo a Seth, tomando su brazo con una sonrisa burlona — Como tienes esa pierna, tendré que cargarte. Por los viejos tiempos.

Y ni hablemos de que es por mi complejo de culpa.