The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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The Last Chance • Unión Matrimonial de Dexter y Stephanie
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The Mighty Fall
Ambientación
Recuerdo del primer mensaje :


Fue cuestión de días que la prensa se enterara de la boda programada para los Metzger Black. Se habló de ella hasta la saciedad en todos los programas de cotilleos e incluso se hizo una entrevista que todo el mundo tuvo la oportunidad de ver hace menos de un par de días.

Aquellos ciudadanos más entregados siguieron cada detalle de la preparación desde el primer momento, saben que vestido llevará la novia, que traje se pondrá el novio, que decoraciones habrá, incluso el tipo de flores que habrá sobre las mesas porque de eso es de lo que se habla los últimos tres meses. Fue una noticia que tomó desprevenida a las personas de la economía media, pero algo con lo que aquellos que nacieron y se criaron en las capitales, conocen de primera mano.

Pese a que es una boda que se ha anunciado a todo el país, no todo el mundo está invitado. Algunos se llevaron una gran decepción cuando sus invitaciones fueron perdidas por el personal de correo; al menos esa es una excusa menos vergonzosa que la de admitir que una de las familias más poderosas del país, ni siquiera los consideran dignos de ellos. La celebración está dividida en dos partes. Mientras en el interior, donde se preparará la recepción, está trabajando el personal de servicio para ultimar los detalles, en el jardín exterior de la casa gubernamental todo está dispuesto para que los invitados que van llegando tomen asiento. Una alfombra marca sobre el césped un camino con flores pálidas flores rosas sobre éste, y partiendo los asientos a la mitad donde los acompañantes de la novia toman la derecha y los del novio la izquierda.

En el altar, esperan los padrinos y las damas de honor, con sus trajes a juego perfectamente acomodados por el servicio de la casa Black y la mismísima Riley. Algunas copas de vino van de un lado a otro sobre bandejas para entretener a los invitados que más temprano han llegado, e intentando mitigar las miradas hacia el equipo de agentes de la paz sobre la terraza, que custodian desde todos los ángulos la celebración, armados hasta los dientes. El juez encargado de la ceremonia, lleva un traje blanco por completo que grita a los cuatro vientos su dudosa sexualidad.

En poco más de media hora, todos están acomodados en sus asientos, el novio en el altar y un completo silencio que solo es roto por la música del piano que da la entrada a la novia.



* Por el momento, solo las personas que tienen permiso para entrar deben hacerlo. Si crees por algún motivo que deberías tener permiso pero nadie te avisó, MP al canto!.
* Se recomiendan post ligeros y dinámicos.
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Stephanie M. Black
Fugitivo
Aún me cuesta mucho entender como he llegado al día de mi boda. Desde la noticia de mi abuela, me gustaría decir que he intentando disuadirla de que no me obligara a casarme pero no lo hice. Puede que haya perdido la memoria, pero consigo recordar los suficiente para algunas cosas. La primera de ellas, y probablemente más importante: A la abuela nunca se le dice que no, el resto no importan aunque también voy a enumerarlas: Soy una Black, y mi deber para con la familia es venderme como moneda de cambio a una poderosa familia. Dexter no proviene de una poderosa familia, pero si tiene una enorme reputación en el capitolio. Es el hombre que ocupaba mi asiento mientras yo no estaba aquí; es el hombre que se hizo cargo de todas las responsabilidades que antes eran mías. Mi abuela es lista, mi familia en general lo es, la vida nos ha enseñado a lo largo del tiempo que cuando quieres conservar el poder, a veces, necesitas tener a las personas adecuadas comiendo de tu mano. Mentira o no.

Además, seamos realistas, todo esto es una distracción.

Están sucediendo demasiadas cosas a la vez, nadie es ciego ante lo ocurrido en el once y que violaron nuestra seguridad con una facilidad increíble. Incluso intentaron matarme. Lo que aún me tiene con vida es el hecho de que ese día, un golpe de suerte, evitó que me mataran. Un pequeño quizá, que nos dio una oportunidad que no desperdiciamos y solo por eso hoy estoy aquí. Las voces de mi alrededor captan mi atención y mi mente sale del pasado para posar la vista sobre el espejo donde me devuelve la mirada una persona que desconozco. Mi cabello está suelto a la mitad y recogido a la mitad, ondulado en algunas partes que caen en bucles sobre el vestido que parece de diamantes; llevo maquillaje que realza una personalidad que no me pertenece, o al menos eso creo, porque parezco tan frágil como la porcelana y si hay algo que entiendo de mi ahora mismo, es que no soy frágil en absoluto.

Escucho a mi madre merodeando por todas partes mientras los avox se encargan de los últimos detalles de mi indumentaria, a alguien leyendome unos votos que no escribí y que relatan memorias de cosas que jamás pasaron, cómo nos enamoramos, cómo empezamos a salir, cuando comemos juntos. Desde el anuncio de nuestra boda ambos hemos tenido cuidado representando un papel en consecuecia. Se mudó a casa, por lo que la prensa creyó que vivíamos juntos incluso durmiendo en alas separadas. Siempre íbamos de la mano a los eventos y tenía que besar sus labios mientras me reía de cosas que supuestamente me decía cuando estábamos "a solas". Nunca estuvimos realmente a solas fuera de la casa del gobierno, los ojos de todo el mundo estaban siempre encima y con ello, nuestras alertas. La puerta se abre y Alfred entra por ella, todo el mundo está corriendo en décimas de segundo y por un instante, solo uno, me quedo a solas con él. - Te ves preciosa - Bufo ligeramente. Eso es algo evidente. Casarme nunca fue mi prioridad, jamás se me pasó por la cabeza, no desde que la persona que iba a estar esperándome la final del altar iba a ser Kirtash.

No alcanzo a decirle nada, sabiendo que cuando esta boda acabe él volverá con mi abuela a donde sea que se marche cuando no está en casa. En el fondo lo agradezco. Alfred es, de lejos, la persona que más se parece a Kirtash. El único Winterthrop que hace que se me atragante la respiración. - Y si Yorkey no está, quien se encarga de mi? - El muy cobarde se largó antes de que pudiera explicarle nada. Está claro que la paciencia no es precisamente uno de sus puntos fuertes. La voz que me sale es bastante caprichosa. Le detesto por irse ahora, cuando más me hace falta. Y lo peor, es que se me nota. Alfred no alcanza a contestarme porque Echo entra en la habitación en ese momento. El gruñón. El que se supone que debería estar cuidando del que será mi marido en menos de una hora. Dos minutos después todo está dispuesto para que yo camine hacia el altar, y no puedo evitar suspirar una última vez, para echarle un último vistazo a mi reflejo como Black. Pronto seré Metzger. Pronto llevaré un apellido que perderá poder, al menos en mi cabeza.

Doy media vuelta y camino hacia el altar del brazo de mi padre. Localizo a mi madre en algún lugar mirándome como si fuera el día más feliz de su vida, y es que probablemente lo sea. A su lado, mi abuela me mira con esa expresión que solo pone cuando se sale con la suya, y a su lado, mi hermano, quien por cierto ha llegado tarde. En cuanto mi mano toca la de Dexter empieza la actuación, mientras escucho sus votos sonrío como si realmente me los tragara, y mientras digo los míos dejo que mi voz se amortigüe entre risas en ocasiones con recuerdos que parecen felices pero que nunca pasaron. Mi mano sostiene la suya mientras el juez pronuncia esas palabras que acaban una ceremonia que parece demasiado larga. Le miro a los ojos cuando me miente, cuando dice el sí quiero, y también cuando llega mi turno. - Sí quiero. Claro que quiero - Reafirmo sintiendo su frente pegarse a la mía casi como respuesta inmediata, para rozarme los labios antes de besarme al tiempo que la ceremonia termina.

Se acabó. Ya no soy una Black y esto es humillante de muchas maneras.

Mientras todos se levantan para felicitarnos, algunos poco apoco son guiados hacia el interior de la casa donde se llevará a cabo la recepción, en mesas organizadas por familias y allegados, además de por clase social. Las más cercanas a la que será nuestra mesa también son las personas más poderosas del país. Somos los últimos entrar porque  esperamos hasta que todos los invitados se ha acercado para darnos la enhorabuena, incluso la prensa, y después se han marchado al interior. Me permito un instante cuando estamos a solas para suspirar y pasarme instintivamente la mano por los labios en un gesto involuntario de estar intentando limpiar todos los besos que me ha dado los últimos minutos mientras somos marido y mujer, y la gente nos miraba. Mi abuela asoma la cabeza hacia el exterior para meternos prisa, y tomo de nuevo la mano de mi marido sin decir una palabra para ingresar en la recepción donde muchos alzan las copas que sostienen en las manos con el brindis a punto y la música sonando.

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Stephanie M. Black
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El hecho de que toda esta ceremonia carezca de unos verdaderos valores emocionales que unan tanto al novio como a la novia es algo que no pasa desapercibido para ninguno de los presentes, pero que obviamente toda la población se estará tragando porque los medios de comunicación ya se encargarán de editar de mil y una forma distinta lo que está pasando ahora mismo en este lugar. Y es que, cuando aparece una Steph completamente preciosa y vestida con un traje que helaría la sangre de cualquiera y serviría para pagar las deudas de todo un distrito de la periferia durante varios años, todos parecen callarse y el asombro es unánime en todos los sentidos. Esbozo una sonrisa que se pierde cuando pasa de largo, una vez que se ha percatado de mi presencia, pues me gusta verla bonita, me gusta que al menos la gente no pase por alto todo esto y que ella se sienta... ¿preciada? En el fondo la conozco y a ella esto le gusta tan poco como a muchos, pero no queda otra. Incluso Coco parece estar un tanto airada por el inconveniente que supone toda esta boda - pues ella sigue aún trabajando en los juegos como vigilante y apenas pasa tiempo por el Capitolio a pocos días de lo que parece un desenlace final en esta edición -, aunque la mantienen entretenida y un tanto despistada y ajena a lo que sucederá cuando nos toque a nosotros.

La ceremonia no dura más que lo justo y necesario, y cuando se dan el "si quiero" todo es una marea de vítores y aplausos que se van haciendo cada vez más grandes conforme el beso, forzado pero tan bien fingido que casi parece real, se alarga hasta terminar en una sonrisa por parte de los dos que han sabido perfectamente como interpretar sus papeles sin que nada ni nadie sospeche. Es curioso contemplar toda la parafernalia desde una perspectiva completamente diferente a la de los demás.

Antes siquiera de que todos se dirijan al lugar donde se va a hacer la recepción, me escabullo no sin antes despedirme de mi abuela y empiezo a preparar todo antes de que la pareja llegue. Este fue uno de los encargos de mi padre, hacer que todo esto luzca bien y que salga bien, sin incongruencias ni nada que joda lo que queda de noche - ¿Qué habéis hecho con el ponche? - pregunto a uno de los avox que me mira como si todo esto fuera una mentira y no se crea siquiera con quién está hablando. Tonto de mi, espero una respuesta que llega no de boca del avox, sino más bien de otros varios que cargan las fuentes tanto de ponche como de diferentes tipos de vinos, cada cuál más exquisito que el anterior, y los van colocando alrededor de varias mesas largas de banquete adornadas con rastros de oro blanco y flores que se funden cuando las tocas y se convierten en más oro blanco, todo cortesía de vayamos a saber qué estilista - Que todo esté en su sitio, vamos, están por llegar - comento a varios agentes que asienten y se colocan en sus posiciones, abriendo las puertas del recibidor y sintiendo como la marea de gente empieza a inundar la sala entre cuchicheos y parloteos entusiasmados por el nuevo vínculo que se acaba de crear en NeoPanem.

Los recibo a todos con una amplia sonrisa, con mi copa en mano, esperando a que lleguen los novios que no tardan en aparecer con sus manos entrelazadas y viviendo un cuento del que no quisieron formar parte. No quito la mirada de Steph, que saluda con un fingido nerviosismo a cada cual que pasa por su lado y, cuando están en el centro de la sala, copas en mano, todas las atenciones se fijan en mi. Otro encargo de mi padre que parece querer afianzar toda esta farsa con mis palabras - Bienvenidos, señores, señoras - voy pasando la vista por todos los presentes, recordando todas y cada una de las palabras que había escritas en un pergamino y que tuve que memorizar de la mejor manera posible para que el discurso no pareciera forzado ni preparado, sino más bien algo salido de... de mi corazón - Es un placer para mi familia teneros a todos aquí presentes en este día tan especial - hago una pausa, mirando a Steph fijamente a los ojos y sin siquiera molestarme en mirar a Dexter, que no parece ni tan siquiera notarlo - Día especial pues todos deseábamos compartir con vosotros la unión de dos personas que, sin duda, afianzarán el futuro de NeoPanem no sólo con sus directrices, sino con ese amor tan profundo que nos han demostrado durante estas semanas - sonrío como si nada, cerrando los ojos por un momento para recordar todo lo que he memorizado - Amor que seguro servirá para unir mucho más a todos nuestros ciudadanos, desde el más pobre hasta el más rico, desde el más desdichado hasta los más afortunados, haciéndonos recordar que somos una nación grande basada en unos valores que impulsan el progreso y la consecución de una vida sana y posible para todos nosotros - se escuchan diferentes aplausos entre medio de la multitud, algunos un tanto exaltados porque parece que nunca hayan escuchado algo igual, a veces me deja sin palabras el hecho de que haya gente que se dedique a escribir discursos orientados a un tipo de público para conseguir emocionarlo - Dexter, ¿porque puedo llamarte Dexter, no? Ahora eres de la familia - "ríe para provocar las risas de los demás", río a la par que varias personas empiezan a reírse de un comentario tonto pero acertado para el momento - Estoy seguro de que serás capaz de hacer feliz a Steph durante el resto de tu vida, confío en ti para que la protejas, la cuides, la quieras y formes un vínculo que vaya más allá, ya sabes a lo que me refiero - ruedo los ojos por mera indicación de lo que decía el papel y casi siento arcadas por lo que estoy diciendo, no soy capaz de imaginarme un mundo en el que Steph tenga hijos de este... tipo - Steph - esta vez mi atención se va directamente hacia ella, sin perder por un momento el contacto visual, y me olvido del papel. No me hace falta - La vida nos ha hecho darnos cuenta de que no todo sale como querríamos a la primera, y que para eso están las segundas oportunidades - hago una pausa, recordando todo lo que hemos pasado, por todo lo que nos hemos visto envueltos - Pero, dejando de lado las diferencias y todos esos obstáculos, tú sabes perfectamente que te quiero, y que siempre tendrás un hermano en mí, así como yo espero encontrar a mi querida hermana en ti siempre que lo necesite - medio sonrío, dejando de lado los recuerdos para centrarme en el presente, tratando de sacarle una sonrisa sincera en medio del montaje - Te quiero, hermana, y espero de por vida que seas la persona más feliz de esta vida, porque si no... bueno, ya me encargaré de que eso no pase - termino, sacudiendo la cabeza para apartar mi flequillo de mi cara y, alzando mi copa, termino el discurso que acaba con el brindis - Por vosotros, pero sobre todo por ti - acabo alzando la copa en dirección a Steph, y cuando todos me siguen, le doy un sorbo dando por terminado todo esto.
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Invitado
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Todo paso tan rápido qe apenas soy capaz de reaccionar cuando el presidente se levanta y avanza hacia las mesas colocándose en una mesa cerca a la de la feliz pareja. Me pongo al tanto de la seguridad y pido reporte por enésima vez antes de colocarme en mi sitio, un avox me ofrece una copa la cual no niego ya que de todas formas será lo único que pueda beber en esta fiesta que sinceramente me da igual. Busco a Echo con la mirada y doy varios vistazos al perímetro antes de fijar mi atención en Orion quien esta decidido en recalcar que es un Hermano ejemplar, que por mi parte creo es cierto, aplaudo tras el término de su discurso y busco a mi hermano a quien veo sentado junto a una chica lo bastante bonita para poder toparme en su casa si decido hacerle una visita mañana por la mañana sin avisar. Todos guardan unos segundos de silencio y es cuando de manera sorprendente me veo tocando con un cubierto la copa que tengo en la mano derecha, todos me miran y me nuevo un poco para que sean capaces de verme -Stephanie y Dexter- comienzo diciendo mirando a ambos -Espero que sean muy felices juntos- "si como no" -Que disfruten de cada momento de su vida juntos la cual comienza esta noche- mis ojos pasan ahora únicamente hacia Stephanie, aprieto levemente los labios -Stephanie, se que Kirtash sería mucho mejor que yo en dar un discurso, la verdad es que las palabras no son lo mío pero el probablemente no me hubiera perdonado dejar pasar tu boda sin decir algo- suelto una leve risa imaginando la cara de mi primo -Pero se que el querría que tu fueras feliz, haciendo lo que tu quieres, siendo quien tu quieres sin importar nada- esta parte quisiera que ella fuera la única que lo escuchara. Pero era mejor hablar ahora -El te quiso mucho y siempre buscaba tu bienestar, sigue cuidando de ti donde sea que esté, deseando de igual forma que seas la misma amiga y compañera de batallas que admiró desde el primer momento- ni siquiera estoy muy convencido de ello, jamás creí en el alma y mucho menos en esas cosas del cielo y del infierno, sin embargo tanto como yo miles de personas a los largo y ancho de NeoPanem intentan hacer cosas buenas para que "si en dado caso el cielo llega a exitir" sus almas vayan al mismo sin preámbulos.

-Dexter, espero la cuides tan bien como mi primo lo hizo, ella lo vale todo y más- Siento que estoy comenzando a dar favoritismo al que probablemente si no estuviese muerto estaría ocupando el puesto de Dexter,  de hecho si el no estuviese muerto Dexter tampoco estaría aquí y tampoco hubiéramos tenido que recurrir a subir la seguridad hasta donde hay más agentes de la paz que invitados propiamente. -Salud, por los novios- finalizo, pensando en que seguir con mi estúpido discurso sea de mal gusto. Doy un sorbo a la copa al mismo tiempo que el resto de invitados y vuelvo a mi lugar, dejando la misma en una charola sostenida por un avox y cruzando ambas manos volviendo a prestar atención al auricular que nuevamente comenzaba a ser bombardeado con reportes de cada zona de la casa de Gobierno.
Anonymous
Invitado
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Los minutos pasan con demasiada rapidez para mi gusto, y mientras estoy sentada en mi silla asignada, a la espera de que mi hija aparezca del brazo de su padre, sigo revisando que todo esté en su sitio. Soy consciente de que en cuestión de... nada, prácticamente, mi hija volará del nido, y Orion dentro de poco hará lo mismo. No puedo evitar sentirme alegre de ver que Stephanie va a tener un buen futuro a partir de hoy; sin embargo, tampoco puedo quitarme ese nudo en el estómago al pensar en la rapidez con la que han ido pasando estos años. Recuerdo verla por estos mismos jardines cuando apenas levantaba dos palmos del suelo, y ya por aquel entonces apuntaba maneras de que acabaría siendo una dama ejemplar. Y cuando la veo entrar con ese vestido deslumbrarte, escuchar los votos de ambos, el sí quiero y el beso que lo sigue, el nudo crece aún más. Al final tengo que apartar la vista unos segundos de la escena para no que éste no crezca aún más, e incluso agradezco que tengamos que levantarnos para ir pasando a la recepción, donde probablemente algunos de los más allegados acaben dedicando algún brindis. La verdad es que no he preparado ninguno, pero no voy a perderme la ocasión de dedicarle unas sinceras palabras a mi hija en el que probablemente acabé siendo el día más importante de su vida, independientemente de por qué se haya hecho la boda, de su propósito inicial.

Como había supuesto, hay brindis, y el primero en hacerlo es Orion, que acaba haciéndome sentir aún más orgullosa en este día por sus palabras, y después le sigue Matthew, primo de Kirtash, el hombre que estuve casi toda mi vida pensando que sería mi yerno. En cuanto finaliza, carraspeo para llamar yo ahora la atención de los invitados antes de empezar a hablar de manera improvisada: — Probablemente mi brindis no sea tan significativo como el Orion y lo que sus palabras significan — empiezo; después, hago un pequeño gesto con la cabeza en dirección a mi hijo, dándole la aprobación — y tampoco como el de Matthew por el gran amigo de la familia que fue su primo — continúo, llamando a Kirtash amigo tal y como el guardaespaldas ha hecho en una de las veces que le ha nombrado. — pero... ¿cómo iba a perderme la ocasión de desearle lo mejor en esta vida a mi hija? — Durante una fracción de segundo noto un leve escozor en los ojos e incluso me parece ver algo borroso por culpa de alguna que otra lágrima que estoy reteniendo, pero consigo hacer que éstas desaparezcan antes de que caigan y en cuestión de segundos. — Sólo quiero desearos lo mejor a ambos, que seáis felices y que me deis algún nieto pronto — digo y río con la última parte para escuchar también alguna que otra risa por entre los invitados. — Sé que seréis felices. — Alterno mi mirada entre ambos antes de formar una pequeña sonrisa. — Te quiero, Stephanie — digo mirando ahora únicamente a mi hija. No soy de decir estas cosas, de transmitir así mis sentimientos, y mucho menos en público, pero hoy es el día indicado. — Por los novios. — Alzo la copa antes de beber a la misma par que el resto de los presentes.
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No entiendo el codazo pero lo asocio casi por inercia a algo que haya hecho mal, solo necesito averiguar el qué. No tengo mucho tiempo para eso y ella parece restarle importancia por lo que yo también lo aparco de mi mente. Miro hacia los novios mientras van al altar, y el carísimo vestido de diamantes que lleva la novia y que deslumbra en algunas zonas cuando reflejan la luz. La ceremonia es preciosa y ofrezco a mi madre un pañuelo cuando se pone a llorar. Ezequiel hace lo mismo con la vecina cuyo nombre desconozco porque ella, al igual que mi madre, está hecha un mar de lágrimas. Por un momento pienso que es cosa de chicas y miro a Charlotte esperando, quizá más tiempo del permitido para mirar a alguien de forma disimulada. - ¿Tú vas a llorar también? - Bromeo, pero no con un tono de broma porque si va en serio seguro que me pega por reírme de ella. Suelto una risa suave antes de que todo el mundo estalle en aplausos.

Tenemos que esperar a un montón de gente para felicitar a los novios, yo quería irme, pero mis padres y también los de Charlotte que se han unido poco después, coinciden en que ya que los Black se tomaron la molestia de mandar invitaciones para todos nosotros, deberíamos responderles con nuestra más sincera enhorabuena. Todo lo de la boda ha sido tan apresurado que apenas tuvimos tiempo de elegir un buen regalo. Por suerte, Lottie parece tener una especie de magia para elegir cosas para otros. Cuando por fin salimos del tumulto de gente, cojo su mano para no perderla, Ezequiel y mis padres desaparecen en algún punto de la gente que entra a la casa y como solo quedamos nosotros y su padre, decidimos adelantarnos. Dentro, están esperando. - ¿Donde os metéis? - Mascullo como reclamo, es mi hermano el que responde algo ajetreado porque al parecer ha perdido a su novia. Remarco irónica y mentalmente lo de novia.

Pasamos un rato charlando entre todos y entre bromas que apenas entiendo porque son cosas entre mi padre y el de charlotte, dos hombres raros y reconocidos en el capitolio que vienen de la misma generación y tienen sus propias cosas. Alzo mi copa de Champagne al tiempo que todos los demás. Los discursos son tan emotivos que veo a mi madre llorando otra vez, ahora sí que me echo a reir inclinándome hacia Lottie ligeramente bajando la voz para susurrarle. - Recuerdame que a la próxima boda que asistamos traiga más pañuelos - Beso su hombros antes de separarme de nuevo cuando al unísono decimos salud, y choco mi copa con la de mi hermano y todos los cercanos de la mesa antes de beberla.
Anonymous
Invitado
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La boda me parece tan eterna como recuerdo que fue la mía, aunque en ese momento era yo quien estaba esperando a una novia que años después me dejaría y además ahora está muerta. Paso más tiempo recordando lo que pasó durante la mía que siendo consciente sobre lo que pasa en ésta, así que no es hasta que todo el mundo aplaude y grita el típico "vivan los novios" no me despierto. Me levanto como el resto y aplaudo, sinceramente no debí venir, o al menos debería haber traído a cualquiera que se estuviera muriendo por estar aquí porque estar solo pierde su gracia. Me salto lo de felicitar a los novios porque cuando voy a hacerlo todo el mundo tiene la misma idea así que se arma un lío delante de ellos del que pretendo pasar. Entro prácticamente los primeros y mi mesa está en el centro con el resto de ministros y sus respectivas familias. Junto a mi, está el nuevo ministro de economía, uno de esos niños que obtuvo su puesto por tener un padre con buenos contactos.

Mi vista va del hijo al padre y después a la que parece ser su copia y a su madre quien parece reparar su atención en mi, atención de la cual intento deshacerme tan suavemente como me es posible. No lo consigo. Así que la espera se hace ligeramente más amena. Los brindis llegan más pronto de lo que me esperaba y es momento de estar en silencio, y aunque ya es mi sexta copa por lo menos, no rechazo el champagne que los avox me ofrecen y con el que después brindamos por una pareja que está intentando distraer a la gente de cosas realmente importantes. No sé que son esas cosas. Ni tampoco me importan. Yo tengo dinero, una casa a la que volver y un trabajo que no está mal y por el que me pagan. Con eso estoy bien. - Chinchin - Doy un trago. Noto amargo el sabor del champagne pero está más rico que de costumbre. Seguramente es una de esas bebidas que solo podría costearse el presidente de un país en la millonaria boda de su hija. ¿Cuantas personas se están muriendo de hambre para que yo pueda beber esto?. Vuelvo a mi actitud arrogante y desinteresada así que alzando mis hombros, me limito a beberme el resto y a disfrutarlo.
Anonymous
Invitado
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Me paso toda la boda intentando callar a Maharet y Marie Anne que no paran de soltar grititos por todo. No sé si ha sido buena idea traer a dos chicas de 16 años que parecen tener una obsesión compulsiva por las bodas. Ven al novio y gritan, no sé como diablos se saben su número de zapato si siempre olvidan el mío; ven al padrino y también gritan, supongo que por guapo; ven a la novia y su vestido y es lo peor. Me cuentan hasta cuantos diamantes tiene, quien lo hizo, donde, cuanto tardaron y cuantas personas murieron sacando esos diamantes del distrito uno. Durante un momento bufo y me río. Esto es subreal. Se supone que esta clase de cosas debería estarlas aguantando mi esposa, no yo; pero supongo que son los problemas de quedarse viudo. Hay un momento donde se callan y disfruto un poco de eso hasta que me doy cuenta de los gimoteos. Saco dos pañuelos y se los ofrezco con una leve sonrisa en la cara. Supongo que pese a ser un par de adolescentes locas por las bodas, en el fondo son unas crías todavía.

Cuando la boda acaba son las primeras que quieren ir a saludar pero no son tan rápidas como se creen. Se quedan atrapadas en el tumulto de gente y mientras el jardín se vacía me quedo esperando a que acaben lo que tengan que hacer, disfrutando de un cigarro apartado de la gente para no molestar. Un agente de la paz se acerca, me mira, pero no dice nada, así que supongo que se ha acercado solo para asegurarse de que no soy algún tipo de pirómano dispuesto a incendiar el jardín con los invitados dentro. Me limito a mostrar el cigarro, él se marcha y yo sigo a mis cosas. Mis hijas y yo somos prácticamente las últimas personas en entrar. - Voy. Igual dentro si tenemos sitio. - Me meten prisa de todas maneras, y al final tengo que botar medio cigarrillo. Cuando entramos, los brindis han empezado así que intentamos no hacer demasiado ruido. Maharet y yo lo conseguimos, pero Marie acaba chocando contra algo que cae al suelo y hace un estruendo terrible. Por suerte, interrumpió solo los aplausos de una parte de la sala, la que estaba más cerca al estropicio que montón. - Con cuidado - Le cedo mi asiento junto a una mujer de avanzada edad porque está muerta de la verguenza para encontrar su asiento sola, y tomo el suyo en su lugar cogiendo una de las copas de Champagne que nos ofrece el Avox de la bandeja, donde solo lleva dos más. Seguramente somos los últimos en ser servidos. - Gracias - Murmuro, él se limita a gesticular con la cabeza un ligero asentimiento y acerca las otras dos copas a mis hijas que no tienen más tiempo que para cogerlas, alzarlas y dar un trago.

Marie anne no parece muy a gusto con el sabor, pero Maharet la toma de golpe. - Ten cuidado. Sigue siendo alcohol. - Ella no me hace caso, e igualmente la imito aunque con algo más de cabeza.
Anonymous
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Dejo a mi hija en manos del hombre que se encargará de ella ahora, y tras los saludos de formalidad doy media vuelta para tomar asiento junto a mi esposa. Instintivamente junto a ella tomo su mano sin mediar palabra, manteniendo el silencio por cortesía debido al lugar en el que estamos. Hay algo que tengo que contarle sobre Riley. No ella, Riley; pero este no es el momento y mucho menos el lugar. Durante la luna de miel de Dexter y Stephanie y con Orion ocupado tomando las medidas del que será su traje para su boda, ya tendremos tiempo. Lo aparto en mis asuntos pendientes pero urgentes, impidiendo así que los asuntos de la familia que creíamos sanjados en el pasado, nos estropeen el futuro. De vez en cuando me aseguro que las cámaras están haciendo su trabajo, siempre miradas corteses porque no me puedo permitir salir con una mala cara frente a todo el país que hoy está celebrando y distrayéndose con nosotros. Por unas cuantas horas, quizá días, sus problemas no tienen importancia, y si la siguen teniendo, entonces no merecen estar en éste país.

Me levanto a aplaudir con el resto y como es natural, mi esposa y yo tenemos el honor de felicitar a los novios antes de todo el barullo que se monta después. Cuando estamos en el interior, tomamos asiento uno junto al otro en la mesa principal, mesa en la cual segundos después se unen tanto Orion como mi madre. - ¿Y la señorita Collingwood? - Le oigo murmurar una respuesta vaga que me indica que requiere de la importancia que le estoy dando, por lo cual lo dejo pasar. Seguramente, para variar, Orion la ha cagado y la ha ofendido sin darle tiempo de arreglarlo antes de la boda. Al menos su asuencia no se ha notado más que por los miembros de la familia y los periodistas, algo que seguramente podremos cubrir con una indisposición con el fajo de billetes suficientemente inflado.

La hora de los brindis llega con rapidez, y Orion es el primero en hablar. Sonrío levemente orgulloso de que no hay acolado ninguna de sus estupideces entre medias de lo que debía memorizar, y después, vienen los demás. Me levanto cuando Riley termina de hablar y acaricio ligeramente su brazo. - Y como es de esperar, señor Metzger, espero que haga a mi hija tan feliz como se merece. - Esas son todas mis palabras, pero no hacen falta más porque hasta el momento, todas han sido dichas. - Sino, recuerde que yo tengo unas cuantas personas a mi cargo que tienen un acceso muy fácil a su dormitorio. - Una risa arregla esa amenaza y la convierte en una broma, por lo que tras las risas de cortesía, levanto mi copa al unísono del "por los novios" dicho por mi esposa. - Por los novios, y por el grandioso futuro que les espera. - Choco mi copa contra la de Riley y contra la de mi madre, haciendo el gesto en lo alto con la copa para un "choque" simbólico con el resto de invitados antes de beber la copa y volver a mi sitio.
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Este circo es lo suficientemente perfecto como para que absolutamente todo el mundo se trague nuestras palabras, nuestros perfectos votos, cada roce de nuestras manos o la unión veloz y poco interesante de nuestros labios. A partir de ahora ella es Stephanie Metzger; a partir de ahora, soy algo más que el Ministro de Seguridad, sino que formo parte de la familia más poderosa del país. Y a partir de ahora, todos estarán pendientes de nosotros como método de distracción, mientras les regalamos una vida perfecta que ellos puedan alabar y envidiar. Los vítores no tardan en llegar; tampoco las felicitaciones. Mis nuevos suegros son los primeros en alcanzarnos y ellos comienzan un enorme desfile de saludos, de palabras vacías de sentido que yo pretendo adorar, un acto continuo de tonterías que preferiría estar evitando de, ser posible, con un vaso de whisky en la mano. Y antes de que me pueda acostumbrar, terminamos con el asunto y somos guiados a un salón tan lujoso que me parece aburrido.

La copa que llega a mis manos me da la excusa perfecta para no tener que escuchar absolutamente todo lo que la gente dice sobre nosotros, especialmente porque la mitad es mentira y la otra mitad me resulta demasiado empalagosa como para considerar soportarlo. Olfateo la bebida, notando el aroma dulzón que me provoca el instinto de querer probarlo antes de tiempo, pero no lo hago. Simplemente me quedo en mi lugar, luciendo como un idiota demasiado bien vestido y sujetando la mano de la mujer que no amo pero que lleva el título de mi esposa, y muevo la cabeza una y otra vez con amabilidad en vagos intentos de mostrarme agradecido. Sé que suelto frases vagas que ni siquiera reconozco, pero el momento clave está en cuanto el presidente me habla en un claro intento de mostrarse más familiar y humilde; sus palabras me arrancan una cálida pero actuada risa y levanto mi copa en dirección a él - y todo gracias a usted, señor.

Sí, absolutamente todo gracias a los Black. Y así es como llevo el alcohol a mis labios, saboreando la gloria.
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Paso la ceremonia atendiendo a medias a lo que sucede en el altar y a medias a las palabras de Eveline que está preguntando si algunas de estas cosas podemos copiarlas. Suelto una risa y sacudo la cabeza porque nuestra boda lleva demasiado tiempo postergada y además, dudo mucho que mi sueldo, por muy algo que sea, pueda si quiera igual el 10% del dinero que los Black se han gastado en esta boda. Está toda la élite de la ciudad, ministros, empresarios de fama y por supuesto las familias más poderosas del país. Me juego lo que sea a que la mitad de los invitados han cobrado por asistir o algo así. - Podríamos hacerla en la playa. Solos tu y yo. A estas alturas si no es solos, no nos casaremos jamás - Bromeo. Ella refunfuña pero me limito a tomar su mano, a besarla, y a decir "sí cariño" a todas las demás cosas que dice tras eso aunque sean cosas absurdas o peticiones de compensaciones por burlarme.

Pasamos un buen rato esperando para tener la oportunidad de felicitar a los novios, incluso charlamos con ellos un rato breve, tampoco queremos entretener y ellos no parecen tener  ganas de seguir parados esperando felicitaciones de gente que es prácticamente desconocida, así que pasamos al interior para tomar asiento en la mesa donde nos acompañan varios agentes de la paz en sus días libres, veteranos, y cazadores que han trabajado durante años con los Black. Entramos en una conversación bastante amena, hasta que todos aplauden por la llegada de los recién casados. El ambiente que se respira es prácticamente felicidad, y de alguna manera todos los oscuros días que Eve y yo hemos pasado parecen lejanos. Mientras llegan los brindis nos imaginamos a mis padres haciéndolo, y discutimos sobre si llorarían o no llorarían, y después entre risas, alzamos las copas para felicitar a los novios como todos los demás.

Llevo la copa a mi boca y en cuanto toca mi lengua mi alarma se activa. Reconozco esta planta mezclada con el champagne porque la he utilizado para matar criaturas que se escabullen y localizan fácilmente las tramas que utilizamos. Resulta útil cuando la mezclas con comidas o bebidas de olores fuertes que enmascaran el dulzón de la misma. Prácticamente por inercia golpeo el vaso que tiene Eveline en las manos y que no se ha llevado a los labios todavía. El cristal golpea contra los platos haciendo un gran estruendo. - ¡LAS COPAS TIENEN BELLADONA! - Las palabras fluyen de mi un torrente de agua, pero demasiado tarde porque si bien algunos se quedan incrédulos ante mis palabras y con más cara de estar creyendo que se me fue la pinza, otros han caído al suelo gimoteando de un modo muy desagradable lo cual crea una alarma general.
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La boda transcurre con total normalidad, de vez en cuando utilizo el comunicador para dar avisos de que todo va correctamente, aproximadamente una vez cada 20 minutos. Sin embargo, pese a que las cosas parecen tranquilas no me descuido en absoluto. Hace varios años que los rebeldes han encontrado la manera de colarse en lugares donde no deberían estar, con una facilidad que nos hace quedar como idiotas, y en el evento más importante del país no podemos permitirnos algo así. No hoy. Con toda la familia Black allí abajo celebrando una unión matrimonial que al llorica de Yorkey le duele, pese a que ni siquiera es real. No es necesario ser muy listo para verlo. Fue demasiado apresurado. Muchas de las ruedas de prensa fuero contradictorias a como se conocieron, como se enamoraron y cuanto tiempo llevan juntos.

Salgo de mis pensamientos cuando me llega la orden de que nos trasladamos al interior, y todos los francotiradores del edificio guardan sus armas. Se quedan únicamente los del grupo B que guardan los alrededores, y nosotros entramos. Desde la segunda planta se ve absolutamente todo el lugar, allí apenas habemos unas 10 personas, con Avox personales que pasean las bandejas con bebidas también para nosotros. Rechazo unas cuantas, hasta que llegan los brindis. Decido que una copa no me matará y la pongo en mis manos. Las palabras de toda la familia son adorables, encantadoras y sobre todo falsas. Lanzo una mirada a Echo que no parece muy contento de estar tan cerca, y también al resto de funcionarios alrededor. - Por los novios - Farfullo con el resto aunque no con tanta emoción. Acerco la copa a mis labios y me detengo justo a un milímetro de que el líquido toque mis labios. En ese momento noto un olor dulzón que me llama la atención, oculto tras el Champagne.

Tardo un poco en identificar de donde viene, hasta que acerco mi nariz a la copa otra vez. Es la bebida. Ese olor me recuerda algo. En dosis bajas es una potente droga. En dosis altas, como un vaso, es mortal. Es cuestión de segundos que mi cabeza una todos los puntos. Me acerco a la barandilla de forma violenta de modo que mi vaso se precipita por el borde y revienta una planta más abajo. - NO BEBAIS!! - Mi voz se entremezcla, tardíamente, con la del Jefe de los Cazadores de criaturas mágicas que alerta de lo mismo que he descubierto yo con unos segundos de antelación, aunque sea cual sea el caso, para muchos de los invitados ya es tarde y es evidente cuando sus cuerpos comienzan a caer al suelo entre violentas convulsiones.
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El líquido se desliza por mi garganta y puedo notar como su sabor dulzón y el frescor que lo caracteriza, se va perdiendo en el fondo de mi estómago de una manera suave que me hace soltar un suspiro digno de un buen trago. No me ha costado beber hasta la última gota tan rápido; estoy acostumbrado a la buena bebida y la situación amerita que beba lo suficiente como para poder sobrevivir a la noche de bodas, pero cuando estoy dispuesto a darme vuelta para pedir una segunda copa, el grito de uno de los agentes de la paz me sobresalta e interrumpe cada uno de mis gustosos pensamientos - ¿pero qué? - miro con confusión a Echo, casi obligandolo en la mirada para que camine hacia él y lo culpe por arruinar el momento, pero cuando intento abrir la boca para efectuar la orden, me doy cuenta de que tengo la garganta seca. No, no seca, cerrada....

Mis manos temblorosas consiguen llevarme la copa de vidrio a la nariz, olfateando el aroma dulzón que ahora parece invadir cada uno de mis sentidos. No reconozco el frío y el sudor, tampoco entiendo como es que mi corazón parece galopar y mis tiemblan fallan. Mis ojos se abren de par en par buscando a Stephanie, quien continúa a mi lado y cuyo vestido parece brillar cientos de veces más; pero aunque sé que esa es su silueta, apenas diviso su rostro - ¡D-Duane...! - ¿a dónde ha ido mi voz? ¿Por que nadie hace nada? Alguien está gritando.... no, muchas personas están gritando, pero creo que nadie se da cuenta que el aire no llega a mis pulmones, que quiero vomitar y que soy incapaz de hacerlo. Una gota de sudor se patina por mi nuca; está helada y me sacude aún más.Por un instante tomo la muñeca de Stephanie, apretando lo suficiente como para marcar mis dedos en su piel, pero entonces caigo, caigo en lo que parece ser una cámara lenta y tortuosa hasta que mi espalda choca contra un piso demasiado limpio y demasiado frío. Apenas logro divisar las lámparas del techo; son un punto de luz confuso entre mis pensamientos cada vez más lentos. Alguien me salvará, vendrán por mí y todo estará bien; pero mi cuerpo no es mi cuerpo, mis movimientos son involuntarios y cada sacudón se convierte en tortura. Allí va el dolor, quemándome por dentro, desgarrándome lentamente y consumiendo todo lo que puede. Ya no hay aire y siento todos los órganos de mi interior son el doble de grandes. Y sé que a mi alrededor, no soy el único. Los cuerpos caen como moscas. Yo soy una mosca.

Alguien se acerca a mí. No sé si es mi mujer, no sé si es Duane, o Mike. Pero alguien está cerca de mí y es la última persona en el mundo a la cual aferro de la camisa mientras el aire se escapa de mis pulmones, mi corazón da un último vuelco y busco unos ojos a los cuales ya no puedo ver. Y todo es oscuridad.
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Echo R. Duane
Me aparto de la novia cuando llega su gran momento, caminar de la mano de su padre hacia el altar y me paseo por el rededor intentando no molestar en las cámaras que graban lo que sucede. Escucho muy regularmente los anuncios de los distintos grupos de agentes de la paz que protegen el edificio, mientras que todo sucede con una sinuosa calma que no me da buena espina. A veces, cuando llevas mucho tiempo luchando en el mundo real, ves venir los desastres. Reconoces la calma real, de la calma que precede a la más fuerte de las tormentas y hoy tengo la desastrosa sensación de que esta calma es más la segunda que la primera. Eso me hace mantenerme más alerta, lo cual hace eterna la ceremonia, pese a que no duró más de media hora.

Todos los invitados se aglomeran contra los novios y doy instrucciones a los francotiradores de que estén pendientes de lo que suceda y disparen a cualquiera que tenga pintas raras. Al final, no se oyen disparos, nadie muere, y el 90% de los invitados ya están dentro. - Retiraros de vuestros puestos. Excepto el grupo D. Quedaros donde estáis. - Escucho la confirmación de cada jefe de grupo y los veo entrar. Al final, solo somos los novios y yo. Permanezco en la puerta, entre dentro y fuera esperando a que se decidan a entrar. Es la señora Black quien tiene que salir a por ellos, que con tan solo un gesto de la cabeza los tiene en el interior. Cierro detrás de nosotros y me mantengo en los bordes de la ceremonia. La mayor parte de los agentes están en el segundo piso tan aburridos como hace cinco minutos. El lugar ha cambiado pero la perspectiva es la misma. Una fiesta en la que en realidad no somos invitados. Es aburrido cuando te limitas a ver a otras personas divertirse.

Los brindis llegan pronto para mi, y rechazo la copa que me sirven viendo a la mitad de los novatos coger las suyas. - Panda de perras irresponsables - Farfullo por el comunicador, aunque la mitad ya va por la segunda copa y se queja de que soy un aburrido. No tengo tiempo de mandarle a que se meta su opinión por el puto culo cuando escucho el grito de Abraham seguido del de Zachary. No me tomo ninguno a la ligera y mucho menos cuando algunos de los invitados empiezan a combulsionar en el suelo. Tengo literalmente un solo objetivo en mente. Sé que Matthew está por alguna parte por lo que el presidente no es mi prioridad, lo es Dexter, y su esposa. Corro hasta ellos sacando mi arma dispuesto a reventar la cabeza de cualquiera que tenga pinta de querer detenerme. En cuestión de segundos la sala es un completo caos. Más gente cae y fallece a mis pies, y estoy seguro de que piso uno de los cadáveres cuando por fin llego a los novios.

Me tomo un segundo para ver a Dexter fallecer delante de mis narices lo cual me da una sensación extraña en el pecho. Se supone que mi deber era protegerlo, y aquí estoy, incapaz de hacer nada por salvarlo. Tacho otro nombre más que tacho de mi lista de personas que debería sacar de aquí antes de que sea tarde, y me giro hacia la tercera aún parada delante del que ahora es su marido y acaba de perder. Tomo a Stephanie de la muñeca, arranco la mano inerte de Dexter de mi camisa y de su piel y dejo en el aire una última orden que transmito a todos los agentes en el comunicador. - Han muerto los ministros. Estáis solos. - Antes de que acabe mi frase ya hay gente gritando y despotricando. Suenan las armas, armas de personas que están envenenadas e intentan acabar con su propia vida pero se llevan otras por delante; otras de personas cargadas de miedo que se han echo con ellas y disparan a personas que creen culpables de lo que sucede. El caos inunda la sala de una horrible manera, algunas de las balas pasan peligrosamente cerca de nosotros mientras la arrastro fuera del edificio donde una vez pasado el perímetro de seguridad anti desapariciones, desaparezco.
Echo R. Duane
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La fiesta es tan perfecta que hasta puedo decir que estoy emocionada. Los murmullos alegres se extienden de un sitio a otro y las personas ríen, beben y comen como si fuera de estas paredes no existiese un mundo que poco a poco parece escaparse de nuestras manos, cosa que dejará de ser una simple sensación si no conseguimos retenerlo. Las copas para el brindis comienzan a pasar por delante de mis narices y acabo tomando una que iba dirigida hacia uno de los ministros, con una mirada de reproche al avox – creo que a pesar de ser una persona mayor, tengo derecho a una copita en la boda de mi nieta que yo misma me he encargado de organizar – le reprocho con desdén, antes de que éste se aleje con la cabeza gacha y los pies totalmente apurados por estar fuera de mi alcance. Yo misma he elegido el alcohol de esta noche; los más exquisitos vinos y champagnes  se encuentran aquí gracias a mi delicado gusto. Me pongo de pie como el resto de los invitados, observando a la aparentemente feliz pareja mientras uno a uno, la gente digna de ellos les regalan palabras que cualquiera consideraría hermosas; puedo apostar que hay personas limpiándose las lágrimas frente al televisor y que están completamente encantadas con cada detalle. Beber no es tan simple como lo fue en mi juventud, pero el sabor es tan delicioso que lo paso de inmediato. Pero hay algo allí que me resulta extraño y acabo mirando las últimas gotas de mi copa con cierta confusión - ¿alguien ha cambiado el champagne? No recuerdo que este sea exactamente el sabor  - no me sorprendería, a veces no comprendo cómo es que pueden ser tan inútiles.

Los gritos de los agentes me desconcentran e impiden que vaya a hacer alguna queja, pero para entonces algunas personas ya están cayendo al suelo; uno de los ministros vomita sobre uno de los adornos de mesa, por lo que mi primer impulso es empujarlo de allí, pero no alcanzo a hacerlo porque veo a Dexter caer al suelo. Y a mi hijo también - ¡James! – alguna vez he sido una madre, por sobre todas las cosas, así que intento llegar a él cuando mis piernas me fallan y el aire comienza a irse de mí. Se escuchan gritos, disparos, no puedo ver a Stephanie por ninguna parte y soy incapaz de llegar hacia mi mejor creación, mi máximo orgullo, que cada vez se siente más lejos. La gente grita, corre, me pisotea y ni se fijan que bajo ellos se encuentra la persona más poderosa de la sala, reducida a unas horribles arcadas. Mi mente da una vuelta y la vista se nubla, hasta que me sacudo y no me muevo más.

La muerte en una delicada copa de un fino champagne. Qué ironía.
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El líquido baja por mi garganta y las palabras de todos los Black parecen no acabar. Intentan ser amables, pero más de uno estará pensando en lo hipócritas que están sonando. La cara de satisfacción del novio ni siquiera necesita un cartel para dejarnos ver a los demás que se ha salido con la suya. Resulta molesto, tanto que se me atraganta algo en la garganta que por más que me remuevo, doy golpes y toso cada vez de forma más violenta, se queda ahí, como atado, como si fuera un koala aferrándose al último bambú del mundo.

Eso era lo que creía en un principio cuando el veneno empieza a hacerme efecto. Se me cierran las vías respiratorias y abro la boca en busca de un aire que es incapaz de pasar por la tráquea hacia los pulmones. El caos se cierne alrededor mientras yo intento respirar. Y por un momento me doy cuenta de que a nadie le importa. Hay personas gritando nombres de otras, preguntandose si están bien aunque estén ellas se estén muriendo. Yo no tengo a nadie. Jocelyn era la única persona que alguna vez se preocupó por mi, aunque luego las cosas se torcieran y dejara de ser mi esposa. Aunque en el fondo me alegro de que no siguiera viva para estar aquí sufriendo como lo estoy haciendo yo.

Mi cuerpo cae al suelo aunque no sé si de los últimos o del os primeros. Solo sé que el dolor se apodera de cada hueso y cada músculo, de cada parte de mi piel, y las pisadas de la gente que intenta huir como si hubiera escapatoria apenas se notan. Hay un momento donde ya ni siquiera veo la habitación, solo escucho gritos y cada vez más lejanos, mientras la voz de mi suegra, la última de las personas en la tierra a la que le importaba, me dijo hace meses que aceptar el puesto de ministro no era buena idea. Los Black, no traen más que desgracias. Fueron sus exactas palabras. Y sí. Tenía razón.
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Ya esta, ya se habían casado. Acababa de estar presente a una de las grandes bodas del año y nunca antes había estado más aburrida. Puede que se debiera a que nunca me habían gustado este tipo de eventos eran igual de largos como interminables y lo peor es que no ocurría nada. NADA, había pequeñas como divertidas curiosidades, pero no eran lo suficiente importante como a llegar a ser noticia. Deseaba tener una noticia jugosa, pero mi paladar no parecía encontrar tal cosa más que en cada copa de champagne.

Mi fiel cámara parecía preocupado, tan solo llevaba dos copas y él no hacía otra cosa que mirarme a mi en lugar de enfocar la cámara en esos rostros tan conocidos - Ya te he dicho que relajarte ¡ES UNA FIESTA! Disfruta. Mira, bebe-  Volví a insistir algo achispada mientras tomaba en mis manos otra copa, pero esta vez se la lleve a los labios y lo obligue a beber.

Tuve un peculiar presentimiento. Esa sensación sonó mil veces en mi cabeza, pero como siempre supe apagar aquel instinto como mejor sabía : Con un gran y sublime copa de cualquier cosa que llevara ALCOHOL  - Sublime... espera - Empece a decir sintiéndome de lo más extraña, empezaba asfixiarme y tenía ganas devolver. El desastre se había hecho con las riendas y yo solo quería...

Valkyria muere
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Justo cuando mi suegra pregunta algo de si han cambiado el champagne porque no recordaba que supiera así, yo también me estoy preguntando lo mismo interiormente. — Es verdad — corroboro lo que dice Minerva. — Tenía otro gusto más... — Sin embargo, no alcanzo a decir cómo sabía el de las pruebas porque noto cómo se me cierra la garganta hasta el punto de no poder apenas respirar. Es entonces cuando dan la alarma de que lo que hay en las copas es belladona y no esa delicada bebida francesa. A pesar de que con cada segundo que pasa me noto con menos fuerzas, como si en cualquier momento mi cuerpo fuera a caer al suelo, y una ganas irremediables de vomitar me suben por la estrechez de la garganta, busco a mis dos hijos con la esperanza de que estén bien y que ellos no hayan llegado a tragar. Aunque sí que alcanzo a ver a Stephanie siendo agarrada de la muñeca por Dexter, no consigo ver a Orion entre la multitud que corre de un lado a otro, entre el caos que se ha formado en cuestión de segundos. También escucho cómo mi suegra llama a mi marido, lo que consigue ponerme aún más nerviosa por si ha visto que él también está como la mayoría de los presentes... y como yo.

Probablemente todo esto sea culpa de esa panda de idiotas llamados rebeldes, igual que todo lo malo que le ha pasado a esta familia ha sido obra de ellos. No sería difícil que se enteraran de la boda, no teniendo en cuenta que todo el país sabía de la existencia del gran acontecimiento del siglo. Ellos han fastidiado el que debía ser el mejor día de mi vida y, obviamente, el mejor de mi hija. ¿No tuvieron bastante con todo lo que le hicieron meses atrás? Todo por lo que he luchado en esta vida para acabar muriendo envenenada.

Mientras pierdo el control de mi cuerpo y la vista se me nubla, en lo último que pienso es en que ojalá pueda vengarme de ellos si hay otra vida después de ésta. Después termino de perder la vista del todo y ya no siento nada.
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En mi cabeza todo es un mundo paralelo en el que las luces y los gritos de emoción forman parte de un tan ansiado desenlace que pocas personas seguramente se hubiesen esperado.

Después de mi "pequeño discurso inventado" veo incluso a mi padre aplaudir, y dirigirme una mirada que deja un pequeño rastro de orgullo a su paso, con ganas y dispuesto a perdonar del todo e incluso olvidar todo lo que una vez fue parte de mi pasado y que no recuerdo porque no quiero ponerme a recordarlo. Mi abuela parece dispuesta a darlo todo y mi madre lloriquea, muy metida en su papel o creyéndoselo pues de verdad dudo siquiera que ella sepa que todo esto no fue más que un montaje. Mi hermana parece ausente rodeada de tantas personas que no hacen más que felicitarla, y el tintineo de las copas en la sala recorre todo el bullicio y apenas somos conscientes de que se apetecía algo bien frío incluso cuando el clima no parece ser muy favorable, ya que en el exterior, la lluvia comienza a hacer presencia. Una fina llovizna se alza y los invitados siguen en su mundo, en ese mundo paralelo que hemos creado, y que de repente es interrumpido por el grito de alguien al cuál no reconozco, para luego ser secundado por la voz de Zachary, al cuál si recuerdo de la aventura por los distritos hasta encontrar a Steph.

Casi dejo caer la copa de mi mano aún siendo consciente de que mis labios ya han probado el líquido dulzón que se desliza por mi garganta hasta tocar fondo. En primera instancia no noto nada y más que nada pienso que todo esto es una broma, o un gran intento de rebeldía por parte de varios agentes que simplemente veian oportuno armar bullicio para darle un toque más activo a la celebración - ¿Estáis de broma? - frunzo el ceño. Pese a que la boda es una gran mentira no permitiré que nadie arruine la poca felicidad que pueda sentir Stephanie en este momento. Aprieto los puños y cuando empiezo a andar decididamente, siento que mis piernas me fallan y que un suave picor y cosquilleo recorre todo mi cuerpo, convirtiéndose lentamente en una gran molestia pues no soy capaz de dar dos o tres pasos más hasta que siento el frío suelo en mi cuerpo, así como varias copas más que caen a mi alrededor seguidas de los cuerpos de los invitados que, ajenos a lo que estaba pasando, también bebieron de sus copas y ahora yacen muertos en el salón - ¿Qué... qué pas... qué est... está pa... qué está pasan... pasando? - formulo al aire pues nadie oye más que los gritos de todos aquellos que aún no habían siquiera dado el primer trago en un brindis casi obligatorio para todos los presentes. Trato de gesticular nuevamente pero no soy capaz, quiero devolver todo lo que tengo en mi estómago pero ni siquiera saliva sale por mi boca. Siento una quemazón a la altura del pecho, ahí por donde el champagne ha ido descendiendo, y trato de darme golpes para hacer que pare. ¿Gritar? Es imposible, no soy capaz de formular sonido. Y mi mente se ve claramente inmiscuida en una oleada de pensamientos y mensajes que yo mismo me digo porque esto no puede estar pasando - Ste...ph - no consigo decir su nombre por completo porque me vuelve a fallar la voz. ¿Dónde está mi hermana? Ella no puede estar muriendo como yo, ¿verdad?

La multitud sigue descendiendo su tono de voz... ¿o soy yo que cada vez los oigo más lejanos y distantes? Cierro los ojos aferrándome a la copa tratando de hacerla añicos pero ni para eso tengo fuerzas. ¿Quién lo iba a decir? El momento ha llegado y de la forma más rara posible. Siento los pasos de un agente que se acercan a donde estoy pero trato de negar con la cabeza - S...Ste...Steph - ella primero, ¿desde cuando he sido yo una prioridad? Ni mi padre, ni mi madre, ni tan siquiera mi abuela. Kirtash, Sam, ningún miembro del cuerpo de agentes. ¿Dexter? Ni en sueños. Stephanie, ella siempre fue el flanco de todos los movimientos rebeldes, ¿por que quiénes si no han organizado todo esto? Mi cabeza es un lío de imágenes, mis ojos están completamente cerrados y siento como el pecho se alza cada vez menos. Trato de abrir los ojos para encontrar a mi hermana pero se me hace imposible. Pienso en Coco y me hago creer a mi mismo que hacerla enfadar en el día de hoy fue una decisión más que acertada. Pienso en todas las cosas que he hecho, en las que no he podido hacer. Pienso en mis fallos, en mis aciertos, pienso en cómo el mundo parecía haberse dado la vuelta apenas unos meses. Pienso en que el poder quizás no lo sea todo. Y por sobre todas las cosas, pienso que todos somos humanos.

Y como cualquier humano, todos podemos morir.
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Es la primera vez que veo beber a mis hijas y mientras se burlan entre ellas porque de alguna forma ambas acaban atragantándose, yo acabo sonriendo. Me habría gustado de Adelaida estuviese aquí para verlas así, ver crecer a las hijas que no pudo ver cuando ese accidente atroz se la llevó de la tierra demasiado pronto. Juego con la copa entre mis manos después de darle un sorbo, y la acabo del todo. Apenas queda una gota cuando alguien avisa de que el champagne está envenenado. Me quedo en silencio por un momento dudando de sus palabras pero entonces la gente empieza a caer. Lejos de comportarme como un profesional, fijo mi vista en la mayor de mis hijas que ahora se lleva las manos al cuello e intenta separarse vestido como si así consiguiera que le entrara aire en los pulmones.

Delante de mi se están muriendo mis hijas y no puedo hacer absolutamente nada. Saco la varita pero no hay manera de detener un envenenamiento con ella, y si lo hubiera, no tendría tiempo para tratar a todo el mundo. ¿Así es como vamos a morir? Si, por todas esas pequeñas que fueron a la arena y me dijeron que su sueño si salían de ella era comer pudín hasta explotar. Por todos esos chicos que quisieron ser cantantes del rock pero nunca llegaron a hacerlo porque fallecieron en una arena que nosotros, como ciudadanos, estábamos apoyando. En el fondo sé que me lo merezco. Sé que lo que hacíamos no estaba bien y aún así lo hacíamos.

Agarro a mis hijas y las aprieto contra mi cuerpo cayendo al suelo con ellas con la espalda contra la pared y protegiéndolas, agarrándolas fuertemente como si de esa manera pudiera asegurarme de que no van a morir o de que no voy a perderlas por el camino hacia... no se, nunca he creído que haya un alma o un más allá de esto, pero si lo hay, quiero tenerlas cerca, porque son mis hijas, porque yo las vi crecer, y porque no tienen más de 14 años. Dejo caer mi cabeza entre ellas sin ser capaz de decir palabra alguna, con el veneno consumiéndome por dentro y con la más pequeña de mis hijas convulsionando en mis brazos mientras su hermana yace inerte entre ellos. Se fue demasiado pronto. Como todos los niños de la arena que no levantaban un palmo del suelo. ¿Esto sintieron los padres? ¿Esto he hecho todos estos años?

En algún punto me deja de importar porque el dolor se vuelve insoportable. Por más que intento detenerlo no puedo, y por más que quiero morirme, tampoco puedo. Cada segundo de mi vida resulta agonizante y aún más con los cuerpos de mis hijas sobre mis piernas, inertes, en una esquina alejada de la gente que intenta correr hacia sitios sin rumbo. Al final, me entran las convulsiones a mi también y dejo de notar a mis hijas, dejo de notar el dolor, y dejo de notar mi alrededor. Ya no hay nada.
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Es cuestión de tiempo antes de que todos tomen sus ligares y esperen los típicos discursos de la nova, el hermano, la madre, el padre y quizá la abuela. No ahora la abuela ha sido remplazada por ¿Un guardaespaldas? Winterthrop, vaya era preciso querer ignorar por completo todas esas palabras. Mis manos juguetean con la copa que tengo enfrente de mi ignorando por completo a cualquiera que esté sentado a mi lado, sobretodo una mujer que caché llorando de ¿Felicidad? Hago una leve mueca de disgusto y para cuando todos han terminado de hablar, levanto mi copa a modo de brindis y me la bebo como si se tratara de agua, mi intención era esperar a la comida pero como veo las cosas creo que prefiero regresar a casa antes de lo previsto, me pongo de pie dejando la servilleta que antes estaba sobre mis piernas encima del plato vacío delante de mi, avanzó hasta la entrada pero antes de siquiera poner un pie fuera de la zona de mesas me mareo, intento sostenerme de uno de los avox pero caigo al suelo de lado y apenas soy consiente de poner mis brazos antes de dejar que mi cabeza choque contra el suelo, todos parecen comenzar a gritar y el sonido se va alejando cada vez más, mi vista es borrosa y estiro la mano ¿Hacia qué? No lo sé, puesto que fue cuestión de segundos antes de que mi vista se nublara, dejé de sentirme mal y todo parecía bien. Quise decir algo pero ya era demasiado tarde, el último latido de mi corazón había sido dado, yo ya estaba muerto.
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