Aquel arco está complicándose más de lo debido y el tributo del distrito cinco no tiene la suficiente paciencia para comprobar si el problema es la tensión de las cuerdas o que simple y llanamente no comprende qué debe de hacer para enderezarlo. Alguien debe de haber golpeado con la maza, el hacha o con lo que fuera para dejarle esa torcedura tan interesante en la empuñadura y él, tan obtuso como estúpido, es incapaz de tomar las riendas y ejecutar el cambiazo para tomar una herramienta en perfecto estado.

—Oye, niña. —Debe aprenderse su nombre, sabe que es imperativo si quiere que las cosas salgan bien. Pero con el cúmulo de información que asimila su cabeza desde que han entrado al centro de entrenamiento, es incapaz de aprendérselo—. La chica del cinco, tú —dice y le hace señas para que se acerque—. La que se apellida Mason, esa —añade, porque teme que los otros sean tan cabezas huecas como para acercarse también—. Ven aquí. —No quiere decirle que practiquen, que ha contemplado su destreza con los cuchillos y que le interesa verla de primera mano. Simplemente hace el gesto, sin saber cómo más puede llamarla para que acuda de una buena y maldita vez.

El gruñido sale de su garganta en automático. Rebecca es demasiado largo. Tiene tres sílabas, dos más que el propio diminutivo que Abraham utiliza. Bram es sencillo; Bram no deja opción a equivocaciones y Mason tiene que tener un nombre acorde al propio. Algo que no sea una molestia andante el repetirlo, que no se le enrolle la lengua al decirlo.  

—Ese es muy largo. ¿No podían ponerte uno más corto? —Odia pensar en nimiedades sobre qué nombre le va bien. Porque gnomo le va como un guante pero con la posibilidad dormida de encontrarse a gnomos reales prefiere cortar por lo sano y recortar el nombre él mismo—. ¿Sabes qué? Te llamarás Beck. —Beck, que suena como un graznido de ave. Beck, que solo tiene una sílaba. Beck y Bram. Simple. Obvio. Un resumen apelotonado por una neurona haciendo sinápsis consigo misma.

Los pies sobre el arco y las manos sobre la cuerda no ofrecen una estampa predilecta a ningún observador y, aún así, Bram se niega a parar hasta conseguir la tirantez que quiere. Porque la arma maldita no va a vencerle, da igual que tenga que escuchar el crujido del artefacto al romperse para conseguirlo.

—Tengo que demostrarte que soy el mejor. O de lo contrario comenzarás a creértelo, niña. Y eso no puede ser. —De mejor no tiene nada. Su puntería es paupérrima y, aún así, no escatima en dejar el arco en el suelo y ponerse a colocar varias dianas—. Empezamos con las estáticas. A la mitad cambian y se ponen en movimiento. —Ni siquiera comprende del todo por qué le informa de la mecánica. Pero supone que es mejor que cada quién entienda el entrenamiento, poniéndolos en las mismas posibilidades.

Su pie se pasea marcando la línea de tiro —al menos una línea inicial—: antes de recoger el arco y tomar una de las flechas en el carcaj.

—Así —murmura anterior a tensar la cuerda y observar cómo la flecha no sale del arco—. Si funcionase esta estúpida cosa.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Destreza): 3x
Conteo (Defensa) : daño - 5(Defensa) =
Vida: 50/50

La explosión en polvo manifiesta un objetivo abatido y, diga lo que diga ella, eso es un acierto en toda regla. La suerte puede tejer sus hilos y engatusarla para que apunte debidamente pero, si ejecuta la misma acción quinietas veces, su cuerpo recordará el movimiento y lo hará sin darse cuenta.

—Separa las piernas, eso ofrece mayor equilibrio. —Sus oídos borbotan en consejos que ha escuchado, que otros han dicho, que él ha asimilado—. Y así apuntarás mejor. —No es una gran ayuda pero es lo que tiene para ofrecerle—. Algunos estúpidos dicen que tienes como una línea fija en el ojo y con eso apuntas. Pero suena a gilipollez. —O a él se lo parece. Apuntar tiene muchos cálculos de por medio y tiene que ver con cómo pone la mano, cómo dispone los hombros, cómo respira expulsando o no el aire.

—Pero apuntar es lo de menos, mientras aciertes. —A él le vale con eso. A ella también debería de valerle. Tira nuevamente de la cuerda y apunta al objetivo de la derecha.

La tensión de la cuerda hace cabalgar a la flecha, veloz como el viento, que se clava en la pared a más de tres palmos de dónde Bram ha apuntado.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Destreza): 3x
Stat (Defensa): 5
Vida: 50/50

Observa el cuchillo que tiene en la mano, ese que no ha lanzado, ese que no se ha ido a vete tú a saber dónde para no volver a personarse hasta el final del ejercicio.

—Puede que mañana —responde mientras se rasca la mejilla, allí dónde anteriormente estaba el corte. Un corte que ya no existe, un corte que se ha convertido en humos y espejos, consumido por una magia que ni siquiera él alcanza a comprender del todo. Es un uso raro, una facultad intrigante a la que escoge no darle más vueltas porque carece de importancia—. Son versátiles. Y por eso todos los quieren. Es una putada pelearse por un par de cuchillos, ¿no crees? —El riesgo de pelearse con diecinueve tribuos no merece un botín tan asqueroso. Dos cuchillos no lo vale. No lo hace.

—Bah, ni te preocupes. —Porque no importa que no acierte de lejos, lo importante es que acierte de cerca—. Eso será lo de menos cuando se acerquen. Solo asegúrate de no quedarte sin. —Porque, de lo contrario, no tendrá cómo defenderse.

Resultado (Azar): Fallo
Stat (Destreza): 3x
Stat (Defensa): 5
Vida: 50/50