There is freedom within
There is freedom without
Try to catch the deluge in a paper cup
There's a battle ahead
Many battles are lost
But you'll never see the end of the road
There is freedom without
Try to catch the deluge in a paper cup
There's a battle ahead
Many battles are lost
But you'll never see the end of the road
Cuando Samara llegó a la tierna edad de desear cosas, siempre tuvo claro lo que quería para su futuro: ropa bonita, mucho dinero y una hija que fuera igual que ella. Así que, cuando su primogénita nació, grande fue su decepción al notar el al notar que la pequeña era el calco de su padre. ¿De qué le servía una niña de cara ancha con un padre que no podía pagar por sus caprichos? Así que, en cuanto tuvo ocasión, abandonó a su primer familia para irse con una nueva conquista. Alguien mejor posicionado que pudiera darle ropa bonita, mucho dinero y otra hija que sí fuera igual que ella. Ni padre ni hija supieron jamás el verdadero motivo por el cual la mujer los había dejado, pero sea cual fuera, no era algo que fueran a perdonar.
Lydia, desde muy pequeña, supo que su madre jamás la quiso. Sabía su nombre, figuraba en su acta de nacimiento, pero más allá de eso en su casa no se hablaba de Samara y, quienes la rodeaban, sabían que era mejor no mencionarla. Ella no debería creer que jamás tuvo una progenitora, no quería hacerlo y parecer una tonta, así que justo cuando estaba convencida de que jamás la tendría, acuñó el término “donante de óvulo”. Era mucho más sencillo que negar la realidad.
Y entonces, Lyds empezó con su obsesión de llamar a las cosas por el nombre correspondiente. En pequeñas cosas, detalles absurdos y sin sentido que la llenaban de satisfacción. ¿Por qué decirle “manada” a un conjunto de perros cuando podía decirles “jauría”? De esos detalles, nació su amor por el conocimiento, y de a poco… pues de a poco Lydia comenzó a ver el mundo con otros ojos.
Para alguien que había pasado toda su vida buscando definiciones. Sabiendo que la vida no se podía observar a través de un par de lentes de color rosa, no esperaba que algo tan ajeno a ella pudiera complicarle tanto la existencia. Debería haber sabido que, así como le había sucedido a ella previamente, su
Nunca le llegaron los rumores que se escuchaban por las calles. No le importaba la opinión del público cuando siempre buscaba los hechos. No imaginaba, sin embargo, que la estupidez de su progenitora fuera tal que, además de meterse con un muggle, acabara por protegerlo. Samara dice que nunca lo supo, que pensaba simplemente que tenía grandes problemas de dinero y de estilismo.
Lydia, pese a todo, le cree.
Al fin y al cabo, cuadraba con el único concepto que tenía de ella. Samara Alfred era un ser humano egoísta y desagradable y Lydia jamás la reconocería como madre.