Primogénito de una familia acomodada, o al menos, todo lo acomodada que se podía ser en un distrito tan pobre. Su padre era el alcalde del distrito ocho y lo fue durante tantos tiempo que él no recuerda una vida antes de eso. Fiel a los Niniadis desde temprana edad influenciado por el entorno en el que creció y cero conocimiento de una realidad a la que no le daba importancia, creyendo que su vida privilegiada era el estándar del resto, cegándose a propósito de los verdaderos problemas del sistema.

Vivió una vida relativamente tranquila, casi siempre en casa de sus amigos de otros distritos considerablemente más ricos que el suyo, y ocupado en una fantasía que se fue dando por si misma. Fue hermano mayor a los 8 años por primera vez y a los 11 por segunda, siendo este último un parto bastante peligroso que se acabó llevando por delante la vida de su madre. Su padre no fue el mismo a partir de ahí; ningún miembro de su familia lo fue.

Asher se echó la responsabilidad de ser el hombre de la familia en el momento en el que descubrieron que su padre había estado desfalcando al estado durante bastante tiempo, destituyéndolo de su cargo como alcalde y condenándolo a pasar preso el resto de su existencia. El resto de los chicos fue tirado a la calle como si no valieran nada (probablemente no lo hicieran) y tuvieron que apañárselas como pudieron para sobrevivir los siguientes años.

Lejos de culpar al sistema de lo ocurrido, Asher no pudo más que odiar a su padre. Hizo malabares entre trabajar duramente en toda clase de cosas con tan solo 16 años de edad, criar dos niñas pequeñas y mantener sus estudios, para poder graduarse del Prince en la especialidad de criaturas mágicas, lo que le dio entrada directa al escuadrón de cazadores del cuerpo de defensa, algo a lo que siempre apuntó con la esperanza de que eso mejorase su situación. No fue fácil, porque el apellido de su familia estaba manchado por su padre, sin embargo no le importaba tener que escalar desde cero hasta donde pudiera si con eso le daba una vida mejor a su familia.

Estaba a puertas de conseguirlo cuando se reinstauraron los juegos y el nombre de la mayor de sus hermanas pequeñas fue seleccionado. Aguantó hasta que más de la mitad de los tributos estuvieron muertos, haciendo que Asher se aferrara a un rayo de esperanza y a la posibilidad de que se alzara con la victoria, pero que solo hizo que la cruda realidad le golpeara con mucha más fuerza cuando lo inevitable ocurrió. Tuvo que enterrar a su hermana con 15 años, mientras le explicaba a la de 11 que ya nunca la volverían a ver porque había ido a un sitio a donde no podían seguirla.

Durante los meses posteriores a que los juegos terminaran, estuvo investigando una forma de poder salvar a Liv, la menor de sus hermanas, evitando que el nombre de esta entrara en la urna la próxima vez, sin embargo solo acabó metiéndose en un conflicto que casi le cuesta su puesto de trabajo y además le supuso una advertencia acerca de los peligros de estar buscando formas de burlar la ley.

Con el cumpleaños número 12 de Liv a la vuelta de la esquina, solo tenía dos opciones: quedarse a jugar con el azar y arriesgar la vida de su hermana, o marcharse al distrito 9, el sitio al que siempre ha mirado con odio por ser el refugio de casi toda la gente que busca el gobierno que tanto defiende.