Elisedd
Tremble for yourself, my man
You know that you have seen this all before
You know that you have seen this all before
Si tuviera que hacer un racconto de la vida de Elisedd Irvine, apenas y gastaría unos segundos de mi tiempo. Oriundo del distrito cuatro, trabaja como bibliotecario a tiempo completo, como pescador a tiempo parcial y no tiene familia que se le conozca. Le gusta estudiar sobre botánica marina y es capaz de hacer casi cualquier tarea manual siempre y cuando tenga un ejemplo o un tutorial a seguir. La única excepción a esta habilidad recae en la cocina; su colección de libros de recetas es engañosa, en lugar de reflejar la personalidad de alguien con pasión por el arte culinario, es sinónimo de un pobre desgraciado que a duras penas puede hervir arroz. Se le dan bien las ensaladas y cualquier cosa que pueda ensartar en un palo y tirar al fuego, pero si tiene que preparar algo más elaborado, probablemente termine con una indigestión.
De su vida amorosa no hay mucho que contar. Ha tenido un par de relaciones, pero ninguna ha perdurado en el tiempo. “Miedo al compromiso” dirían algunos, Eli no se apresura a contradecirlos y se queda contento al mantener una buena relación con la mayoría de sus ex parejas. ¡Incluso es el padrino de la hija de una ex novia!
Por fuera de esto, ¿hay algo más que conocer de Eli? Tal vez de él no, pero Lorcan Windsor es otro cantar.
Hijo de un matrimonio con más problemas que dinero o con más dinero que problemas según el día, la infancia de Lorcan no fue precisamente alegre. Su padre era un mago insufrible y desgraciado que había pasado la mitad de su vida siendo un miserable, y la otra mitad haciendo que otros fueran miserables. Su madre tampoco era ninguna santa y se había casado con su padre solo para mantener el estatus y la pureza de su sangre (algo que en aquella época era aún más inservible de lo que lo había sido siglos atrás). Nadie en su sano juicio los habría dejado procrear, pero como al parecer sí existían pruebas de manejo en aquel entonces, mas no de aptitud parental, Rafael y Lorcan habían llegado al mundo separados por cinco años de diferencia.
Para los Windsor el tener hijos había sido un capricho, así que era de esperar que, cuando el nombre de su primogénito fue llamado en las cosechas, su aflicción por perder un hijo durase lo mismo que el tiempo en pantalla de Rafael.
Con Lorcan no tuvieron tiempo de mostrarse de ninguna manera. La arena de ese año había sido despiadada, pero sus concursantes aprendieron a ser aún más despiadados que el terreno en el que se encontraban. Si no hubiera cortado toda relación con ellos tras su victoria, Lorcan probablemente debería haberle agradecido a sus padres el haber sobrevivido. Fue el saber reconocer la codicia y la traición en los ojos ajenos lo que lo hizo acabar con su alianza a tiempo, el resto fue suerte y el contar con buenos patrocinadores. No fue el único vencedor de esa edición, pero eso es otra historia que no viene al caso.
Lo importante de la vida de Lorcan es que ganó sus juegos durante el invierno poco después de haber cumplido dieciséis años, que cortó todos los lazos con su familia luego de mudarse a la isla de los vencedores y que, si escapó de allí luego de que ésta fuera atacada, fue gracias a la combinación de haberse vuelto una de las personas con el sueño más ligero de la existencia y a que era un excelente nadador.
A partir de ahí… pues ya les hablé de Elisedd. Lo que no mencioné es que su nombre completo era Elisedd Lorcan Windsor-Irvine, pero creo que eso era algo obvio en la narrativa de esta historia.
Tras huir de la isla, pasó unos años vagando por el norte, tratando de mantener un bajo perfil y buscando una forma de rehacer su vida. Lo consiguió vendiendo a sus padres a la mafia. Ambos eran prestamistas y estafadores, y pese a que el cambio de gobierno los había dejado bien ubicados, no había sido difícil el entregar las pruebas necesarias para hundirlos y hacer que la gente adecuada se quedase con su dinero. Él solo pidió a cambio lo necesario para limpiar su nombre y así evitar los juicios que lo harían quedar en evidencia. Elisedd buscaba el anonimato.
Fueron años de vivir tranquilo, en relativa paz. Y habría esperado seguir así si no fuera por culpa de Benedict Franco. ¿Quién lo mandaba a huír y dejar el puesto de mentor vacío? ¿Es que no le importaba que otros tuvieran una vida? Pues al parecer no, y como una nueva edición de los juegos se acercaba, el pasado volvió para cobrarle factura.