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We were born to break the doors down
Se podría decir que Roxanne era muy pequeña cuando el mundo dió un giro de ciento ochenta grados y pasó a tornarse de cabeza, pero la verdad es que su mundo no cambió demasiado con la caída de los Black. Fue Beatrice la persona que la cuidó desde que tiene memoria y, cuando en septiembre del cincuenta y dos apresaron a su madre por ser muggle, fue también ella la que testificó que Roxie sabía hacer magia desde los cuatro años de edad. Deberían haberla llevado a un orfanato, buscar testamentos u otros familiares que pudieran hacerse cargo de la pequeña, pero los tiempos eran otros y cuando Bea aseguró que el padre de la niña era otro muggle de mala muerte al que habían condenado hace años, y que ella podía cuidarla, las autoridades se desentendieron rápidamente del asunto.
Roxanne pasó los siguientes años de su vida casi sin recordar prácticamente nada de su madre biológica, prosperando al no estar asustada de mostrar sus habilidades mágicas y disfrutando del colegio una vez que pudo asistir al Prince. O al menos haciéndolo hasta que los rumores comenzaron a correr: Roxie era hija de muggles ¿no se habían enterado?, dicen que sus padres se murieron en el mercado y que encima ¡vive con una prostituta!, ¿es que no tenía dignidad? De lo último tenía mucho, pero no podía hacer demasiado cuando los rumores eran verdad. Bea le decía que no les prestara atención, que los niños que sabían de su profesión seguramente tendrían a padres que fueran sus clientes, ¿y en verdad se iba a quejar de cómo llegaba un plato de comida a su mesa? Pues la respuesta era no.
Fue a sus diecisiete, a semanas de terminar el colegio, que la vida se encargó realmente de ponerla en aprietos. Bea había sufrido un accidente cerebro vascular, y aunque tenían algo de dinero guardado, los gastos del hospital eran mucho más de lo que una adolescente que aún no había terminado de estudiar podían cubrir. No le fue difícil decidir qué hacer, sabía que ganaría mucho más con su cuerpo que con cualquier trabajo mediocre que pudiera conseguir en el hipotético caso de que la contrataran, y así lo hizo.
Roxanne aprendió a moverse por el norte, a conseguir clientela y a tratar con todo tipo de personalidades. Siempre había tenido respeto por las personas que se movían por el bajo mundo ¿pero cuando comprendió que eso era un juego de mentes? Ella quería estudiar, destacarse para convertirse en inefable, pero descartó la idea rápidamente cuando comprendió que las artes más llamativas se encontraban por fuera de los márgenes legales. Además, ¿en verdad quería trabajar para el gobierno? Los primeros años de su vida los había pasado escondiéndose gracias a su magia, y cuando eso cambió, aún así se veía afectada porque su sangre no era lo suficientemente limpia. Aminoff había llegado demasiado tarde con sus reformas. Ella tenía sus propias reglas y no iba a dejar que el mundo le dijera lo que tenía que ser, o que se la juzgara por cosas que escapaban a su control.