O'RILEY

Esta historia podría haber empezado de una forma diferente, en una habitación de hospital blanca e impecable, con un padre orgulloso y una madre agotada pero satisfecha y pletórica, radiante de felicidad.

Nada más lejos de la realidad.

En realidad, comenzó en una cabaña en ruinas en mitad del bosque que rodea el Distrito 7, un año después de la caída de los Black, con la esclavización de los muggles en auge y el terror recorriendo las calles como si de una bruma espesa, negruzca, se tratase. Eritía y Orestes O'Riley, los protagonistas, estaban a punto de ser padres, sí, pero no lo serían como deberían, porque para ellos ya no habían hospitales ni derechos y, de haberse arriesgado a buscarlos, las medidas adoptadas por el nuevo Gobierno habrían arrastrado a toda la familia.

Habían sido lo suficientemente estúpidos como para creer que su posición y su dinero los protegería de la pérdida que sufrían los demás miembros de la comunidad no-mágica a su alrededor y, entonces, se lo habían arrebatado todo. Su única opción había sido tratar de escapar pese a no tenerlas todas con ellos, nada de trenes, coches ni barcos, apenas quedaba gente a la que recurrir, el miedo a las represalias era tal que incluso había quien, creyendo que se salvaría, delataba a otros. Así que, a punto de dar a luz, Eritía decidió que valía la pena arriesgarse aunque solo uno de ellos pudiese salvarse y, con lo puesto, marido y mujer huyeron en mitad de la noche.

Y tal vez habrían logrado atravesar los límites del Distrito de no ser por las contracciones que, gracias al esfuerzo y el estrés, se adelantaron obligándolos a parar y refugiarse en una diminuta cabaña que, en otro tiempo, parecía haber sido el refugio de un cazador.

Allí fue donde, cerca de una hora más tarde, nació Urian.

Un beso en la frente, eso fue todo lo que pudo recibir de su madre antes de que los magos los encontrasen y Orestes tuviese que huir con él en brazos dejando atrás a la mujer que amaba y, sin saberlo, a su segundo hijo, Hyperion.

Corrió durante tantas horas con el niño refugiado entre sus brazos que temió que el peso, el frío y el cansancio, lo venciesen y acabasen muriendo ambos en medio de la nada, sin alguien que les tendiese una mano amiga.

Y, entonces, ocurrió un milagro.

Los encontró un mago que, pese a estar protegido por su linaje y sangre, estaba en contra de las medidas que el Gobierno había decidido tomar contra los muggles y, compadeciéndose de padre e hijo, decidió ayudarlos. ¿Cuánto tiempo pasó? No sabría decirlo, la cuestión es que, con ayuda de unos y otros, ambos acabaron en el Distrito 2, refugiados y escondidos en el hogar del mediano de los hermanos Evanson que, dejando a un lado su condición, había decidido llevar a cabo una labor humanitaria ayudando a cuantos esclavos pudiese. Pero, aunque Orestes le estaba agradecido, temía que aquel oasis tarde o temprano se secaría y, cuando ocurriese, arrastraría a su pequeño Urian con los demás sin que él tuviese culpa alguna.

Decidieron encontrar una forma de evitar que el niño corriese la misma suerte que sus padres.

No muy lejos de allí, en una finca alejada de la parte más concurrida del Distrito, vivía un matrimonio que, contando ya con una edad avanzada, acababa de perder a su bebé, nacido muerto tras un parto que a punto estuvo de matar a la pobre parturienta también. El matrimonio, que lejos de compartir la triste noticia se encerró en su hogar sin dar más explicaciones, estaba compuesto por Florence y Arthur Relish, una Sanadora y un Auror, ambos sangre pura, este último conocido del señor Evanson, que, preocupado por la falta de noticias, no tardó en ir a visitarlos y descubrir lo sucedido.

El Señor Relish, desesperado por el estado en que se encontraba su esposa, tan enferma física como psicológicamente por la pérdida del que había sido su último rayo de esperanza, dudó al principio en aceptar al bebé cuando el señor Evanson le pidió que se hiciesen cargo de él como si fuese su propio hijo. No habría otra oportunidad como aquella, nadie preguntaría jamás ni se daría cuenta de qué era lo que había sucedido, el niño, aunque fuese muggle, podría pasar como squib y tener una buena vida junto a una buena familia, protegido por su apellido.

Pero el señor Relish no lo tenía tan claro.

Entonces, Urian comenzó a llorar.

Y su llanto logró que la señora Relish saliese de la cama y, temblorosa, descendiese las escaleras para ver qué era lo que sucedía en su salón.

Cuando sus ojos se cruzaron con los del bebé...

Las dudas quedaron a un lado.

RELISH

Los caminos de Orestes y Urian se separaron allí mismo, desde aquel mismo momento uno se convirtió a tiempo completo en "esclavo" del señor Evanson y el otro en el legítimo heredero de los Relish. Su infancia no podría haber sido más feliz, las dudas y temores de Arthur se disiparon en cuanto su mujer adoptó al bebé como si realmente fuese propio y pronto él mismo se convirtió en la viva imagen de un padre dedicado. Trajecitos, juguetes y paseos llenos de felicitaciones por parte del resto de familias del Distrito, Urian se convirtió en la alegría de la casa y nada, ni su origen, ni el hecho de que no pudiese hacer magia, lograba enturbiar aquella felicidad.

Creían que no podrían desear más, que no podrían ser más felices... hasta que, a los cuatro años, tratando de llamar la atención de su padre adoptivo, hizo levitar el libro que éste sostenía entre las manos.

Era un mago.

Así fue como, a los seis años, comenzó a asistir junto al resto de niños de su Distrito y otros tantos al Colegio Royal y no podría haberse sentido más orgulloso, hasta que comenzó a darse cuenta del clasismo que exudaban sus estudiantes. Era un niño estudioso, algo alborotador, pero no como aquellos que se creían tan superiores al resto por su sangre.

Y así creció y creció hasta que el señor Evanson, un buen amigo de sus padres, fue ejecutado junto a los esclavos que había escondido en su hogar por saltarse las normas del régimen. Su familia no tardó en ser investigada y, con ellos, todos los que tuviesen relación con ellos, incluidos los Relish, sin embargo, no llegó a encontrarse nada que los inculpase dado que ellos únicamente se habían dedicado a cuidar de su pequeño Urian sin interesarse en nada más que en él, olvidando su sangre e identificándolo como si fuese de la suya propia. Estaban lo suficientemente bien posicionados como para que él no tuviese que preocuparse por nada, como para poder juntarse con quien quisiese en el colegio.

Todos creían que realmente lo era.

Su vida pasó así sin demasiadas idas y venidas hasta que el nombre de Hyperion O'Riley comenzó a resonar por NeoPanem y un rostro demasiado similar al suyo llamó no solo su atención, sino también la de sus padres que, con tal de protegerlo, decidieron contarle la verdad tras su origen y revelarle que su nombre de nacimiento no era Relish, sino O'Riley.

O'Riley, como uno de los esclavos que había sido ejecutado junto al señor Evanson.

Así fue como, de un día para otro, su vida se derrumbó.

Y con ella todo lo que había creído saber sobre el mundo.