You and I walk a fragile line

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14 de Agosto, tarde ▼ Terraza▼ Kenna

Las pruebas de ésta mañana me han dejado machacada, sobre todo tras ver tantas pruebas de tributos que han hecho que hayamos abierto un protocolo para tenerles vigilados, por si las moscas. Como ha pasado con la tributo del doce, que ha usado un maniquí para simular a Magnar. Mira que hay veces que me dan ganas de estrangularlo por mi propia cuenta, pero está claro que ella lo hacía con unas ganas tremendas.

De todas formas, ya me imaginaba que ser Vigilante jefe iba a ser una locura en la semana de los juegos, pero es que no tengo tiempo ni para tomarme un pequeño descanso. Más que nada porque se me ha acercado un vigilante para comentarme que un auror ha agredido al tributo masculino del distrito cinco para contenerlo. — Pero qué dices. — Digo un tanto horrorizada. Espero que no le haya pasado nada grave al tributo, más que nada porque queremos que todos lleguen a la arena de manera perfecta. Ya tendrán tiempo para hacerse todas las heridas que quieran cuando comiencen los juegos.

Es por eso mismo que en un momento en el que estoy por los pasillos y me encuentro a la jefa de los aurores, decido pararla. — Kenna, ¿tienes un momento? — Le interrumpo el paso a ella y a un par de aurores que van con ella. — Bueno, no quiero interrumpir lo que estés haciendo ahora. ¿Te parece si nos reunimos en la terraza una vez que estés libre? Quiero comentarte algo importante. — Intento ser lo más educada y profesional que puedo. Tras recibir su consentimiento, me alejo para irme hacia el ascensor que me hará llegar a la terraza.

Al menos voy a poder tomar el aire y no estar encerrada en una sala con todo pantallas digitales. Así también voy a poder descansar la vista. Me paso la mano por el flequillo y suspiro una vez llego a la terraza y veo que ésta está vacía. Al menos tendremos un poco de intimidad y podremos hablar tranquilamente. Me apoyo en la barandilla y espero a que ésta llegue. Espero que no la haya pillado liada.

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14 de Agosto, tarde ▼ Terraza▼ Daphne

Desde que pasaron las cosechas y los desfiles, con la sorpresita de Stephanie Black y los nombres de los tributos siendo públicos, hemos tenido que doblar las guardias en algunos distritos, y hacer las matemáticas necesarias para distribuir bien a mis aurores y que puedan dormir todos un número de horas razonables a la vez está siendo complicado, más cuando tenemos que reforzar la seguridad del centro de entrenamiento, también, para evitar que se les vaya la olla a estos muchachos y traten de hacer algo que no deben.

Estoy andando por un pasillo a paso ligero, seguida de Lillard y Jeffords, con una tableta en la mano, estudiando un documento con la distribución de aurores que hemos decidido para los próximos días. Concentrada como estoy, no me percato de la mujer que nos corta el paso hasta que dice mi nombre. Levanto la mirada con desdén, frenando el paso y sintiendo como los dos aurores que me siguen frenan conmigo —Hargreeves, hola— le digo, sin demasiado entusiasmo en el tono. Mi mirada baja de sus ojos a mi tableta y sube de nuevo a sus ojos cuando me pregunta si tengo un momento. Está claro que ahora mismo no lo tengo. Por eso cuando dice que nos encontremos en la terraza cuando esté más libre asiento, resignada. No va a dejarlo estar, aparentemente debe tener algo importante que decirme —Claro. Estaré ahí en menos de media hora— y, antes de que pueda decir nada más, la esquivo y sigo andando por el pasillo, seguida de mis hombres.

Tras hacer una rápida reunión con unos cuantos miembros del cuerpo de seguridad, dejo a Lillard a cargo de repasar la distribución de los aurores, y me dirijo a los ascensores que conducen a la terraza. Mientras le doy al botón que me dejará en la terraza, me pregunto qué querrá Hargreeves. ¿Tal vez contarme que ella también ha tenido un papel súper importante a la hora de organizar estos juegos? Una sonrisa divertida me cubre los labios a raíz de mi propio pensamiento, pero borro esa expresión al llegar a la terraza. Salgo del ascensor y localizo a Hargreeves junto a la barandilla —¿Qué ocurre? No tengo mucho tiempo— le digo, dejando claro desde un principio que preferiría que nuestro encuentro fuera lo más breve posible.

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14 de Agosto, tarde ▼ Terraza▼ Kenna

Puede que no vaya a disfrutar mucho la compañía de Richards. básicamente por lo poco amigable que se mostró conmigo durante el desfile de los tributos en el palco, delante de todo el mundo. La única persona que verdaderamente se preocupó por mi fue Hans, al cual le agradezco bastante el haberme tendido una mano tras haber sido acribillada con comentarios. De todas formas, soy una buena profesional y sé diferenciar mi trabajo de mi vida personal, es por eso mismo que la he citado en este sitio en concreto. También para tener algo de intimidad y que no haya aurores a nuestro al rededor.

Ha cumplido su promesa, ya que escucho a mis espaldas el ascensor abrir sus puertas y alguien caminando hacia mi. Miro el reloj y no ha tardado mucho tiempo desde que la he llamado. Su comentario hace que me salga una pequeña sonrisa ladina, pero no me muevo del sitio en el que estoy. — Yo tampoco tengo mucho tiempo. Dentro de poco tengo que ir a preparar los rankings de los tributos teniendo en cuenta las pruebas que han realizado hoy a la mañana y luego preparar todo para las entrevistas de mañana con Zirconia. — Puede que le dé exactamente igual lo que tenga o no tenga que hacer, pero así soy yo.

Me reincorporo y me quedo a la altura de la jefa de aurores para poder mirarla a los ojos y poder comentarle lo que he escuchado hace poco más de tres cuartos de hora. — Era para que estuvieses al tanto de lo que ha hecho uno de tus aurores. — Comienzo. — Uno de ellos ha debido darle una pequeña paliza al tributo masculino del cinco. Según he oído, ha debido ser para retenerlo y no justifico el comportamiento que ha debido tener el tributo como para llegar a tales extremos, no me malinterpretes. — Tampoco soy una defensora del tributo ni mucho menos. — Pero como comprenderás, he de velar por la seguridad de los tributos hasta que lleguen a la arena. Quiero que todos lleguen de una pieza, porque el espectáculo debe surgir allí y no aquí. — En principio todos deben tener las mismas capacidades para llegar a la arena y pelear por su vida, a no ser que se lesionen durante los entrenamientos y eso ya sea una mala pata.

— No nos podemos permitir que el público vea a un tributo magullado, por lo que te pido por favor que controles al cuerpo de seguridad hasta el comienzo de los juegos. —.

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14 de Agosto, tarde ▼ Terraza▼ Daphne

Mantengo en mi rostro una expresión algo fría mientras me relata todas las razones por las que ella tampoco tiene mucho tiempo, y hago un esfuerzo sobrehumano por no entornar los ojos —Ya, ya. Todas estamos muy ocupadas— digo, algo tajante, porque no me interesa saber todas sus tareas. Puede ir a contárselo todo a Isaac luego, si quiere, y a pedir su medallita por ser la más trabajadora del lugar, pero a mí que no me cuente su vida. Solamente me interesa lo que tenga que ver conmigo, los motivos por los que me ha llamado aquí.

Cuando empieza a hablar y dice que ha ocurrido algo con uno de mis aurores levanto las cejas —¿Qué ha pasado?— pregunto, mientras me cruzo de brazos. Y lo que me cuenta hace que me cague mentalmente en todos y cada uno de mis aurores. ¿Es que no han aprendido nada de autocontrol? Respiro hondo mientras ella habla. Siento que esta mujer tiene un don especial para alargar las frases más de lo necesario. No me interesan la mitad de las cosas que me dice. Lo único que me interesa ahora mismo es el nombre del auror que ha hecho esto, y está claro que ella no lo tiene, porque sino me lo habría dado ya.

—Para que quede claro— empiezo a hablar, con semblante serio —No soy la niñera de los aurores, soy su jefa. Así que no voy a vigilar a nadie, porque sé que una gran mayoría de mis aurores son personas adultas que no harían una cosa así— mejor dejar las cosas claras. Puedo responder por los aurores de mi cuerpo de seguridad, pero no son niños pequeños a los que tenga que vigilar, justificar o defender —Pero me aseguraré de que llegan a todo el mundo mis órdenes de no ponerles la mano encima a los tributos— como si no hubiera mil otras formas de retener a un tributo. ¡Que tenemos varitas, joder! Podrían haberlo atado, petrificado, pero no. Tenía que caer una paliza.

Agarro mi teléfono y marco rápidamente el contacto de Lilliard, que en menos de un segundo me responde —Lilliard. Hola. Tengo una pregunta y necesito la respuesta con urgencia. ¿Tienes a mano los turnos de hoy?— pregunto, sin apartar mi mirada de los ojos de Hargreeves —¿Quién estaba vigilando al tributo del cinco?— lanzo la pregunta y espero unos segundos mientras mi auror comprueba los datos —¿Roth? Muy bien. Hazle llegar un mensaje. Le quiero mañana a primera hora en el centro de entrenamiento. Pon a alguien en su lugar, cubriéndole— porque Roth va a tener, como mínimo, unas semanas de suspensión. Todo depende de cómo se muestre en la reunión de mañana —Gracias, Lilliard. Adiós— cuelgo el aparato y miro a la mujer, mientras me lo guardo de nuevo —Gestionado. Mañana hablaré con él. Valoraré entonces qué procede hacer, si una suspensión temporal o una expulsión a largo plazo o definitiva— le digo, sin más —Aunque también estaría bien que los tributos tuvieran un poco de respeto por la autoridad. Estoy segura de que mi auror no ha empezado la pelea— añado, con una mirada desconfiada.

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14 de Agosto, tarde ▼ Terraza▼ Kenna

No puedo evitar soltar un pequeño suspiro cuando Kenna dice que todas estamos muy ocupadas. Se nota que es un perrito faldero de Magnar y que, al igual que él, lleva un palo metido en el culo. ¿Es que esta gente no encuentra el momento de liberarse un poco y de relajarse? Qué amargante tiene que ser estar así veinticuatro siete, aunque todo cobra sentido si es así. — Así es. — Respondo al igual que ella, tajante. No tengo que demostrar nada delante suya. Es la jefa de aurores, al igual que yo soy la jefa de los vigilantes. No tiene por qué creerse superior a mi en ningún aspecto.

Me relamo los labios al escuchar sus palabras de que no es la niñera de nadie. — No te estoy pidiendo que los cuides como una niñera. — Le explico, de manera calmada. — Simplemente te estoy pidiendo algo de ayuda en esta situación, Richards, como jefa suya que eres. — Tampoco se lo estoy pidiendo como si fuésemos amigas de toda la vida, sino de manera profesional. Seguro que a Isaac no le hará mucha gracia saber que hay uno de los tributos magullados, al igual que no me lo ha hecho a mi. — No quiero que se le caiga el pelo a nadie y mejor solucionar el problema de raíz ¿no crees? — Concluyo. Y ella es la persona que va a ser capaz de acabar con el problema de raíz. O al menos eso espero.

Asiento a lo que dice respecto a hacer llegar las órdenes a todos los aurores y sonrío de manera cordial. — Te lo agradezco. — Es lo mínimo que puedo hacer, al menos yo no soy tan estirada como otras que les cuesta dar las gracias o agradecer el trabajo que hacen los demás. Observo cómo coge el teléfono y cumple su palabra. Al menos es persona de palabra. Me quedo callada durante toda su conversación, observándola en silencio. — Gracias, de nuevo. El castigo está en tus manos, yo solo quería informarte del incidente. — Comento una vez ha colgado el teléfono. No me voy a meter en su trabajo, al igual que espero que ella no se meta en el mío. Eso ya es asunto suyo, el disciplinar a su cuerpo de seguridad.

No puedo evitar sonreír ante la acusación sobre el tributo. — No voy a defender a un tributo. — Empiezo diciendo. — Él sabrá qué es lo que habrá hecho para merecerlo. Puede que incluso sirva de referencia para los demás tributos y éstos se mantengan más a ralla, porque tenemos buenas perlas. — Al final puede que no sea ni tan malo el haberle reprimido un poco, porque lo que he visto en las pruebas me ha sorprendido. — Pero no nos podemos permitir dar esa imagen. — Y es así de claro. Espero que al menos el maquillaje que se le vaya a poner para las cámaras de las entrevistas de Zirconia oculte las magulladuras. En la arena siempre se puede justificar de cualquier manera.

— ¿Cómo están las cosas en los distritos? ¿Se están portando tan bien como nuestro tributo del cinco? — Digo con cierta ironía. Con todo el tema de los juegos a la vuelta de la esquina no he tenido tiempo de informarme un poco de cómo están afectando éstos a los distritos, aunque ahora es la perfecta oportunidad para saberlo.

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14 de Agosto, tarde ▼ Terraza▼ Daphne

Me ahorro el comentario, obvio para mí, de decirle que ya sé que el castigo está en mis manos. Al fin y al cabo son mis aurores, y aunque no quiera ser su niñera sé perfectamente de quién es la responsabilidad de mantenerles firmes. Tendré que escuchar lo que me cuenta mañana y valorar qué clase de castigo aplica, pero me temo que deberá ser ejemplar para evitar que se repitan incidentes como este. No quiero tener a Hargreeves quejándose todo el día de cómo actúan o dejan de actuar mis aurores.

No respondo a sus agradecimientos, al fin y al cabo ella está haciendo su trabajo y yo el mío, y no necesito que me agradezcan las cosas para tener la validación de que lo estoy haciendo bien. Sé que lo estoy haciendo bien, por eso estoy en la posición en la que estoy —Pues usa lo que ha pasado como ejemplo para que se mantengan a ralla, porque nadie les tiene demasiado aprecio a esos chavales. Yo mantendré a mis aurores firmes, pero si se ven provocados podrían responder— que es lo que intuyo que pasó con Roth, pero no voy a entrar en esa discusión.

Cuando me pregunta por los distritos hago una mueca —Está siendo complicado— le digo, y trato de tomarme esta conversación como una simple actualización de la situación con alguien a quién le interesa por su situación laboral —Estamos teniendo situaciones complicadas en el norte— miro hacia los edificios que se ven desde la terraza. Las vistas son bonitas, por lo menos, entre tanto estrés —En el cinco, sobre todo, pero también en el doce, y hace poco en el once. La población no está contenta y hemos registrado actividad más movida de lo normal— me froto las sienes —, e incluso ataques a aurores. Hemos tenido que doblar la seguridad ahí, no está siendo bonito— le digo, con tono formal y profesional.

Cruzo los brazos sobre mi pecho y ladeo la cabeza —¿A parte del chico del cinco, tienes más tributos problemáticos?— pregunto, porque ella habrá investigado los perfiles y los conocerá mejor que nadie —Para estar prevenida cuando empiecen los juegos. Si tienes chavales especialmente revoltosos, quiero saberlo para doblar la seguridad en sus distritos, susceptibles a responder a cualquier cosa que puedan decir o hacer en la arena— le explico. Ya tengo en mente a la que daba gritos en el desfile, pero quiero estar enterada de cuanto más mejor.

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14 de Agosto, tarde ▼ Terraza▼ Kenna

No puedo evitar dibujar una sonrisa ladina en mi rostro cuando menciona el hecho de que nadie tiene aprecio a los tributos. — Y yo diría que soy la primera en no tenerles aprecio. — Al fin y al cabo, mi trabajo es que todos mueran excepto uno. No me parece bien que los aurores puedan responder contra los tributos, básicamente porque tenemos que conservar su integridad física hasta que llegue la arena. De hecho, tendrían que tener un poco de autocontrol con ellos, porque estamos preparando algo muy gordo. Sin embargo, prefiero no verbalizar lo que pienso y me mantengo callada, asintiendo a lo que dice la jefa de aurores.

Asiento de nuevo y suspiro cuando dice que el tema de los distritos está siendo complicado. Realmente me lo imaginaba, al igual que en los juegos de hace años, habrá mucha gente de los distritos que no estará conforme con las medidas que se han tomado desde el Capitolio. — Era algo que se contemplaba, ¿verdad? Que hubiese disturbios y ataques contra la seguridad mágica del estado después de seleccionar a los tributos. — No tengo a la morena como una chica tonta, y sé que esto se lo podía esperar. — Supongo que es cuestión de darle tiempo. Ahora estamos en plenos juegos y es normal que haya trifulcas. Los distritos norteños siempre han sido los más problemáticos y donde más chusma hay. — Comento, mirando al horizonte. — Puede que cuando éstos terminen la cosa se calme un poco más. — Añado.

Me quedo un poco pensativa al escuchar sus palabras, pensando en las pruebas que han hecho los tributos. — La chica del uno fue diferente en su cosecha, no sé si has tenido la ocasión de verlo. — Le comento, por si quiere saber más de ello. — El chico del ocho tuvo una prueba de vigilantes bastante peculiar. Tuvimos una pintura enorme de Stephanie Black en el suelo con la palabra asesinos escrita debajo de éste. — Algo bastante impactante, pero que no le va a favorecer en absoluto en su posición del ranking. — La chica del doce colgó un maniquí del presidente, simulando su asesinato. Y la chica del trece escribió una frase con cuchillos... — Hago una pequeña pausa para intentar memorizar lo que hizo. — La vida no es un videojuego. — Digo con cierto rintintín.

Son bastante rebeldes al intentar enfrentarse a nosotros de tal manera, pero no es algo que les vaya a favorecer, por lo que no están siendo demasiado inteligentes. — De esos distritos... el uno, el ocho y el trece no creo que sean gran problema. Pero el doce puede que lo sea. ¿Qué opinas? — Puede que Kenna no sea una persona que me haga demasiada gracia, pero saber su opinión profesional respecto a los tributos me parece interesante, para saber especialmente qué tributos tener vigilados cuando demos comienzo a los juegos.

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14 de Agosto, tarde ▼ Terraza▼ Daphne

La sensación de que esta señora está tratando de explicarme mi propio trabajo me saca un poco de quicio. Siento que está diciendo obviedades, como para recordármelas, cuando dudo que haya alguien más consciente que yo de toda esta situación ahora mismo. Tal vez con la excepción de Magnar, o incluso de Hassel. Pero, ¿qué me va a contar una jefa de vigilantes acerca de seguridad nacional que yo no sepa ya? —Sí, Hargreeves, claro que era obvio que vendrían sublevaciones en los distritos más pobres. Pero tu trabajo es que los juegos sirvan para frenarlas, ¿verdad?— pregunto, con cierta frialdad.

—Los disturbios en el norte no son algo que haya venido de nuevo por los juegos, es algo que llevamos arrastrando mucho tiempo. Esto tendría que servir para apaciguarlo todo, no para alimentar más sus intentos ridículos de atacar a los cuerpos de seguridad nacional— añado, con los brazos cruzados y con algo de suficiencia en mi tono. Paso de que me cuente reflexiones sobre cómo hacer mi trabajo, y menos cuando el suyo no está ayudando para nada.

Hago una mueca cuando habla de algunas de las pruebas, y la que menciona de la chica del doce me dibuja una mueca de desaprobación en el rostro —El chico del ocho no me preocupa demasiado. Si nos dieran un par de galeones por cada vez que nos llaman asesinos, podríamos terminar con la pobreza del norte— me encojo de hombros, con algo de diversión —Pero por favor, asegúrate de que no gane esa niña. No podemos legitimar lo que hizo. Si amenazó con asesinar al presidente y luego gana los juegos, ¿qué tipo de mensaje estamos dando?— comento, con expresión de desaprobación —¿Que aunque amenaces a las figuras de autoridad puedes salirte con la tuya? Eso no está bien, no lo queremos, ¿verdad?

No sé por qué le importa mi opinión, pero tampoco es que me moleste mucho dársela. Ya lo he compartido con más gente, con Magnar incluido —Creo que sería peligroso y poco estratégico que ganara alguien del norte. Por lo que he ido viendo, los que podrían convencerme más como vencedores y que nos sirvieran estratégicamente a nosotros... Iría con los del trece. Tanto el chico como la chica podrían ser buenos resultados— opino, manteniéndome firme en lo que ya le comenté al presidente.

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14 de Agosto, tarde ▼ Terraza▼ Kenna

Me hace mucha gracia como la jefa de aurores se toma todo tan a la defensiva respecto a lo que digo. ¿Es que tiene algún tipo de envidia sobre mi vida? Me parecería algo bastante inmaduro por su parte, para la edad que tiene ya. Estas cosas me dan bastante igual, por lo que no le doy nada de importancia a sus palabras tan pasivo agresivas. — La teoría siempre está muy bien. — Suelto una pequeña risa silenciosa, soltando algo de aire e hinchando mi pecho al hacerlo. — Está claro que los juegos se han usado para intimidar a la ciudadanía y que los disturbios que hemos estado viviendo se vean reducidos. — Comento, de manera pausada y tranquila, sin usar ninguna palabra para atacarla, al igual que lo ha hecho ella conmigo.

— No obstante, sería de necios pensar que los juegos van a apaciguar todos los disturbios que pueda haber en el país. — Incluso mi propia hija piensa que lo que se le está haciendo a esos chavales es de alguna manera injusto, ¿qué van a pensar los ocupas del distrito nueve y tres cuartos? — Puede que hayamos hecho una gran sentencia a toda persona que ose ir contra el gobierno y estaría bien saber el porcentaje de cara al año que viene de delincuencia comparándolo con el de éste. — Seguramente baje, porque habrá mucha gente preocupada porque sus hijos puedan ser elegidos como tributos. — Estoy segura que en los distritos los juegos han hecho mella, pero me gustaría saber qué es lo que piensan los cachorros de Black, porque no creo que se vayan a quedar de brazos cruzados. — Es una gran sentencia la que hemos hecho, mandando a ejecutar a tantos niños.

De todas formas, esa pequeña tensión que se ha formado la intento relajar con una pequeña sonrisa al escuchar las palabras de la morena respecto a los galeones. — Creo que ninguna de las dos nos tendríamos que preocupar por trabajar si eso fuese verdad. — A mi se me está tachando de asesina y de ser responsable de la muerte de esos adolescentes, pero no pienso que realmente esa sea la razón. Ellos mismos han sido los que se lo han buscado, yo simplemente cumplo mi trabajo. Chasqueo la lengua cuando me pide que no deje que gane la chica del doce. — Tienes razón en que no nos conviene en absoluto que gane un prototipo de tributo como ella. No te puedo prometer nada, pero si llegamos a tal extremo, de verla como posible ganadora, no dudes en que meteré mano para que acabe asesinada por un muto. — Puede que sea trampa, sí, pero soy la jefa de los vigilantes y tengo que pensar lo mejor que es para los juegos de manera política. Como bien ha dicho Kenna, no podemos dejar que de estos primeros juegos salga tal mensaje.

Un mensaje de esperanza para los rebeldes.

Asiento, totalmente de acuerdo con sus palabras en que los del trece puede que sean una buena opción. — Ambos parecen estar muy unidos, por lo que seguramente formen una alianza. Si son lo suficiente listos en la arena, estoy segura de que podrán llegar muy lejos. — No voy a favorecer el ganar a nadie, ya que en un principio todos tienen que tener las mismas condiciones. Pero es cierto que ambos pueden ser manipulables, especialmente por la edad en la que se encuentran y por el nivel de trauma que pueden llegar a tener una vez salen de la arena. — Los críos del cuatro pueden ser buena opción también, de cara a imagen. Pero veo complicado que puedan ganar a alguien como los chicos del uno y del dos. — Se los podrían comer con patatas, teniendo en cuenta que esos chicos son dos armarios.

Suspiro y me hecho el pelo hacia atrás. — Bueno Kenna, gracias por el tiempo que has dedicado en esta pequeña charla. Ahora tengo que volver a preparar los últimos detalles de mañana. Buena tarde. — Y así, de tal manera que me despido de ella, entrando al ascensor y agarrando mi teléfono móvil para fijarme en todo lo que me he perdido durante este tiempo.