Era de las primeras en tener que mostrar las habilidades que había adquirido durante la semana previa, que el tiempo que hubo estado madrugando y trasnochando, frecuentando con más insistencia de la esperada, las salas de entrenamiento no habían sido en vano, que podía marcar una pequeña diferencia si se lo proponía, que podría serle de utilidad a Thomas, que lo haría bien por y para él. Respiró profundamente por la boca, llenando sus pulmones de aire y tratando de soltarlo en tres tiempos, buscando una tranquilidad que no le pertenecía en absoluto. No cuando los segundos parecían pasar como horas, no cuando no faltaba mucho tiempo para su turno.

Alzó la mirada hacia la puerta, observando a aquel que la llamó, instándole a que saliera y entrara en la sala indicada; aquella en la que sería observada, juzgada y evaluada. Apenas tuvo un segundo en el que su mirada se encontró con la del otro rubio, su mellizo. — Thomas, ¿cómo ha ido? — alcanzó a preguntar antes de que la tomaran por los hombros y alejaran de él, no dejando que cruzara ninguna otra palabra o que el otro contestara a su interrogante, llevándola hasta la puerta e indicándole que entrara por ella misma.

Sabía que debía hacer, había estado yendo muchas horas a la misma sala, había entrenado mil veces con el mismo entrenador, incluso pedido indicaciones para saber si sería capaz de conseguir su objetivo de ‘demostración’, no de supervivencia. Porque allí debían ¿presumir? ¿probar que podían dar un buen espectáculo? Quizá si eran muy agresivos no les gustaba, o quizá les gustaba demasiado. Se mordisqueó el labio interior, tragando algo de aire antes de terminar de entrar y caminar hacia el centro de la sala, dirigiendo una rápida mirada al palco, recorriendo con la mirada los rostros de los presentes para luego inclinar la cabeza a modo de saludo, no queriendo destacar como alguien presuntuosa o que quisiera ganárselos de aquel modo.

Los pasos de la rubia fueron directos hacia la mesa en la que se exponía una amplia variedad de cuchillos, desde más grandes a más pequeños, pesados y ligeros, de sierra o filo fino. Los observó un segundo antes de tomar varios de los más pesados, insertándolos en las correas de su cinto y dirigiéndose hacia la zona de dianas.

Prueba con Destreza. (8)
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 1
Fallo: 0

Dados: 020/100

Solo tenía que hacer lo que había aprendido, solo tenía que lucirse y demostrar que podría sobrevivir más de cinco minutos en la arena, que no sería una presa fácil, que no sería fácil de matar, que tenía recursos como… ¿asesina? No quería ser una asesina. Los dedos de la rubia temblaron un instante cuando sacó el primero de los cuchillos y, con un pequeño mando a distancia, cambió la plana diana que se mostraba, activando un nuevo modo al que le dio la espalda.

El silencio se cernió, y los ojos de la bruja se cerraron un instante, el resto de sus sentidos se agudizaron, sus dedos se cernieron con firmeza en torno al pesado cuchillo y, entonces, el suave silbido de la salida de un maniquí. No, dos maniquíes. Fue leve, casi como el sonido de algo rompiendo el aire, pero lo suficientemente alto como para que la joven se percatara de ello y, rauda, se girará en redondo hacia el lugar desde el que surgió el sonido. El cuchillo que portaba en la diestra voló en un milésima de segundo, no dándole tiempo a ver si estaba en lo correcto de la aparición del maniquí cuando este ya se hubo clavado en la zona izquierda del pecho del maniquí; pero la zurda, en el giro, hubo tomado otro de los cuchillos, lanzándolo con precisión hacia el otro maniquí, hundiéndose en el abdomen del mismo.

Prueba con Destreza. (8)
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 2
Fallo: 0

Dados: 032/100

El sistema estaba preparado para hacer aparecer una proyección en cualquier parte de la sala. En el lugar de las dianas se trataba de maniquís, la primera parte de la exhibición; pero, después las proyecciones harían acto de presencia debajo de una mesa, en la parte alta de la zona de escalada, emergiendo de la piscina. No importaba, podían aparecer donde desearan. Moviéndose, escondiéndose o huyendo como lo haría cualquier persona que supiera que era la presa. Y Vega, en aquel momento, debía de actuar como la cazadora que se suponía debía fingir que era. Aunque, en algún momento entre entrenamiento y entrenamiento, realmente sintió que podría ser la cazadora y no la presa, que podría ser con facilidad la que corriera tras los demás y no la que huyera.

Asintió con la cabeza, tomando un par de cuchillos entre sus manos, quedándose quieta en el lugar, pero con sus claros ojos recorriendo cada esquina y recoveco del lugar. Buscando con avidez las sombras que podían surgir donde menos lo esperara, como así fue. Por el rabillo del ojo consiguió captar un movimiento, uno cerca. Giró sobre sus pies, girando el pesado cuchillo entre sus dedos y lanzándolo en dirección a una de las proyecciones, la cual corría en su dirección. El arma atravesó por completo el cráneo de la proyección, simulando la tortura del cráneo cuando el mismo cayó hacia atrás y desapareció en dorados píxeles.

Prueba con Destreza. (8)
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 3
Fallo: 0

Dados: 044/100

Apenas un segundo después aparecieron un par más, haciendo que sus manos volaran hasta el cinto, encontrándose únicamente por un par de cuchillos para el trío de proyecciones que había alcanzado a visualizar en diferentes zonas del lugar. Mierda. Los dientes de la rubia se apretaron, la mandíbula se tensó y su cuerpo reflejó el obvio desagrado por la situación en la que se encontraba. Reflejos, debía tener también reflejos y rapidez. Solo necesitó un rápido movimiento de ojos para ubicar nuevamente la mesa en al otro extremo de la sala. Se humedeció el labio inferior, regresando su atención hasta el primero de los objetivos, el cual saltó directamente tras una de las estanterías en las que se apoyaban los tridentes; siendo recibida por el cuchillo lanzado por la rubia, el cual lo hizo desaparecer.

Corre, se dijo a sí misma. Las piernas de la rubia se movieron rápido, dirigiéndose hacia le mesa y, cuando la tuvo delante, haciendo uso de ambas manos para apoyarse en la misma, saltó al otro lado, tomando en el proceso un delgado cuchillo que, junto al otro, lanzó al unísono hacia la proyección que la hubo perseguido hasta al ubicación que alcanzó.

Prueba con Destreza. (8)
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 3
Fallo: 1

Dados: 044/100

El más fino de los cuchillos se clavó, certero, en la yugular de la proyección, la cual cayó hacia atrás con la sangre saltando como una fuente antes de desaparecer también, pero el otro cuchillo no había dado donde debía, y lo supo al verlo tirado en el suelo, no habiendo desaparecido como lo hicieron el resto al dar en el blanco. Apretó los dientes. Debilidad. Errores. Así no podía hacer nada, así no le serviría de nada al otro. Podía haber mejorado, tener algo más de puntería o acierto, pero seguía cometiendo errores delante de las personas que la juzgarían con un número; un número que les podría ser de verdadera ayuda si lo hacía bien.

Los claros ojos de la rubia se fijaron en aquella proyección que restaba, al cual parecía querer mantenerse escondida de ella, despistándola para dar lugar a la sorpresiva llegada de otra que saltó desde la mitad de la pared de escalada, cayendo al otro lado de la mesa y llevando también ambas manos a los cuchillos que habían sobre la mesa.

Prueba con Destreza. (8)
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 3
Fallo: 2

Dados: 044/100

Rauda, tomó un cuchillo con cada mano, agachándose cuando las manos de la proyección trataron de alcanzarla desde el otro extremo. La mente de la rubia fue mucho más rápida y, haciendo acopio de sus conocimientos sobre anatomía, se deslizó bajo la mesa, hundiendo el filo del cuchillo en la zona de la ingle de la proyección, empujándola hacia atrás y aprovechando para salir bajo la dura superficie para hundir el otro cuchillo en el lateral del cuello de la proyección; dando con sus piernas en el suelo cuando el mismo desapareció junto al par de armas.

Cuchillos, Vega., se recordó a ella misma. Se giró en redondo, tomando tanto cuchillos como sus manos abarcaron, metiéndolos a trompicones en las guías de su cinto, cuando un nuevo movimiento cercano la alertó. Eran silenciosas, casi imperceptibles salvo por los errores de programación que tenían, aquellos que los hacían más humanos, más inexpertos, tal y como eran los tributos de la edición que tenían delante.

Prueba con Destreza. (8)
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 4
Fallo: 2

Dados: 064/100

Vamos, Vega, sigues, sigue, no pares ahora. No, no podía permitirse parar, dudar o ser débil, no en aquel momento, no desde el mismo momento en el que el nombre de su hermano apareció en las pantallas de la cosecha del distrito dos. En ese momento se sintió desvanecer, quería desaparecer y dejar todo atrás, totalmente atrás; pero, más tarde, se dió cuenta de que lo haría, de que no tenía posibilidad alguna de salir de allí, pero sí podía ayudar a Thomas a que lo hiciera. Que lo haría.

Los dedos de la joven se tensaron, levantándose de un salto y lanzando otro par de cuchillos que desaparecieron, al igual que el resto, cuando acabaron con la proyección más cercana. Se movían, hacían ruido, actuaban como si fueran personas; habían sido diseñadas para ello, y la rubia los estaba cazando con su mente totalmente inmersa en la idea de que eran reales, de que cada cuchillo que hacía desaparecer a un enemigo era un cuchillo que alejaba un peligro de la figura del menor de los hermanos Fisher.

Prueba con Destreza. (8)
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 5
Fallo: 2

Dados: 084/100

Sacó del cinto otro par de cuchillos, sosteniendo incluso en una de sus manos dos cuchillos, de los más ligeros puesto que los otros ocupaban demasiado espacio y eran incómodos de cargar el mismo tiempo, y aseguró los pies en el lugar. El silencio se hizo de nuevo, los movimientos se sucedieron a su alrededor, y sabía que era la prueba final, aquella que necesitaba pasar para conseguir que todo fuera tal y como lo esperaba; aunque no podía negar que las proyecciones la habían sorprendido en más de una ocasión, y que su propio descuido con los cuchillos casi le costó echar por tierra todo el esfuerzo de la última semana.

Respiró por la nariz, con su mirada yendo de un lado para otro, ubicando a un par más, las cuales estaban juntas y parecían querer atacar al unísono, también a la que la acechaba desde el borde de la piscina y aquella que aprovechaba la cercanía con el palco para mostrarse segura. No, en realidad si estaban correctamente diseñadas, y era lo que el daba tanto realismo que le hacía pensar que, realmente, iba a ser capaz de hacer todo aquello si la situación lo ameritaba.

Prueba con Destreza. (8)
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 5
Fallo: 3

Dados: 084/100

El último movimiento no pareció ser acertado, al menos no en espacio y tiempo, por lo que tuvo que tirarse al suelo y rodar lejos de una de las proyecciones, gatear por el suelo hasta que se giró como un gato panza arriba y lanzó un cuchillo con poco tiempo, viendo como el mismo se clavaba en la pierna de la proyección, haciéndola retroceder y, entonces, apuntando para encajarle el siguiente cuchillo en un ojo, consiguiendo que desapareciera junto al arma lanzada.

Se puso en pie nuevamente, apoyando las lumbares contra la mesa de metal, barriendo el espacio que quedaba frente a ella y las proyecciones que podía ver. Dos, no, tres.

Prueba con Destreza. (8)
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 6
Fallo: 3

Dados: 092/100

Dos nuevos cuchillos quedaron acomodados en sus manos, sujetados con firmeza en lo que calculaba el espacio que la separaba de los que restaban en pie, de los movimientos de los mismos, como se dividía y parecían avanzar hacia ella. Dos de ellos parecían más insistentes, como si quisieran abalanzarse sobre al de claros cabellos sin perder mucho tiempo, mientras que el tercero era como ella, como ella había sido al inicio de llegar hasta allí; se mantenía aletargado, en la parte de atrás, como queriendo ser protegido por el otro par. Odiaba a esa proyección, la odiaba mucho más que a las que avanzaban con más intenciones de herirla.

Se centró en aquella figura, no dudando en lanzar ambos cuchillos contra la misma, quizá siendo impulsiva y descuidando al otro par de proyecciones que avanzaban con rapidez pero, en apenas un parpadeo, la diestra de la joven bruja volvía a tener otro cuchillo entre sus dedos, haciéndolo volar hacia la proyección más avanzada. La misma retrocedió hacia atrás debido a la fuerza del golpe, desapareciendo igual que su compañera y dejando sola a la que restaba en pie. El avance cesó, incluso pareció dudar sobre si seguir contra ella o tratar de huir de la rubia, pero la bruja no dudó ni un segundo. Quizá no en aquella circunstancia, pero en los siguientes días no podría permitirse dudar cuando alguien tratara de huir; y por ello lanzó y atravesó la cabeza de la última proyección que quedaba en pie.

Prueba con Destreza. (8)
Arma escogida: Cuchillos.

Acierto: 7
Fallo: 3

Dados: 112/100