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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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4 participantes
La Cosecha: Distrito 11
Sábado 5 de agosto, 2471.
El sol se asomó por un NeoPanem silencioso. Hacía mucho tiempo que habían olvidado la sensación de una cosecha clásica y, no obstante, a algunos se le hacía horriblemente familiar.
Los desayunos fueron servidos, algunos más abundantes que otros. Las mejores ropas fueron escogidas, incluso por aquellos que no tenían mucho de dónde elegir. Los aurores y licántropos llegaron temprano, sus botas se escuchaban en cada rincón de los distritos que estaban por regalar dos niños a su suerte.
Cada Edificio de Justicia había levantado pantallas en sus extremos. Las vallas cerraban el perímetro que sería ocupado por los niños que habían entrado a las urnas. Empleados de seguridad los iban recibiendo, pinchaban sus dedos solo para chequear en sus tabletas que ninguno de los condenados hubiera faltado ese día. Un pequeño registro del orden.
Claro que los distritos más fieles al Capitolio tenían muchos menos niños anotados que los norteños. En el distrito dos había menos de cincuenta. Se podría decir que, en cierto modo, la presión por el cumplimiento de las normas había surtido efecto en una buena parte de los civiles. La mayoría sólo quería volver a sus casas, la guerra no tenía por qué tocarlos si agachaban la cabeza.
El logo de NeoPanem apareció en todas las pantallas a las diez de la mañana en punto. El himno retumbó como un eco en cada rincón del país.
Las imágenes captadas por diferentes cámaras pasaron a una gran velocidad, pero la mayoría las conocía muy bien. Eran fragmentos de cámaras de seguridad, de los estallidos que tiraron abajo el Ministerio de Magia, de los asaltos, de las manifestaciones, de la Isla Ministerial en llamas, de la gente que huía despavorida el día en el cual los rebeldes arrebataron el distrito nueve de sus ciudadanos. Cada uno de los pecados de esos terroristas puestos en evidencia, las memorias de los motivos que los habían colocado en esas urnas por decisión propia.
Una voz masculina desconocida hablaba por encima de ellas. Los que prestaban atención escucharon cómo NeoPanem buscaba restaurar el orden en honor no solo a los magos y brujas del pasado, sino también a quienes habían muerto en servicio tratando de combatir el terrorismo. Cómo debían recordar que el sacrificio de los tributos terminaría cuando los rebeldes dieran un paso atrás...
Por un futuro unido, brillante y mágico.
La voz se silenció. Las cámaras se enfocaron en los niños.
Y los escoltas subieron a escena para darles la bienvenida.
Cosechas
Instrucciones
— Todo personaje perteneciente al Distrito puede participar. No hay un límite de post o espera.
— A lo largo de los días de hoy y mañana habrá dos intervenciones: la presentación del tributo femenino y el tributo masculino. Estén atentos para saber cuándo reaccionar.
— El tema estará abierto hasta el viernes 13 por la noche para que todos lleguen a pasarse. Al finalizar, será abierto el Centro de Entrenamientos y el registro de tributos será cerrado.
— A lo largo de los días de hoy y mañana habrá dos intervenciones: la presentación del tributo femenino y el tributo masculino. Estén atentos para saber cuándo reaccionar.
— El tema estará abierto hasta el viernes 13 por la noche para que todos lleguen a pasarse. Al finalizar, será abierto el Centro de Entrenamientos y el registro de tributos será cerrado.
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Cosecha: Distrito 11
05.08.2471
Esto es una absoluta mierda. Una parte de mí cree firmemente en que estos juegos están amañadísimos y que todo el mundo que los ha organizado tiene claro ya a quién van a coger. Al fin y al cabo, necesitan unos perfiles determinados para tener cierto espectáculo, ¿no? No se arriesgarían a dejar las cosas en manos del azar y tener, de repente, un conjunto de tributos introvertidos que no han cogido un cuchillo en su vida. Aunque tal vez manipulan las personalidades de la gente durante los días previos al baño de sangre, quién sabe. Es gente con poder y dinero y influencia y esas cosas, y eso mueve el mundo, ¿no?
Me froto la nuca, algo despeinada gracias a que he escapado de una de las cuidadoras, Karen, que me quería poner lacitos en el el pelo para que estuviera “más presentable”. No le ha hecho ninguna gracia que le dijera que si nadie me elige en el orfanato tampoco me van a elegir en los juegos, por muchos lacitos que lleve. Pero por lo menos se ha quedado lo suficientemente perpleja ante tal respuesta como para que yo pudiera alejarme y ella pudiera dar con otra víctima para ponerle lacitos en el pelo.
Bostezo. Miro a mi alrededor y me remuevo, incómoda. Impaciente. Honestamente, solamente quiero que esto termine pronto para irme a mi cama otra vez a terminar uno de los cómics que aparecieron en la escasa biblioteca del orfanato, casualmente después de que yo le dijera a Edward que me gustaban mucho. Me pregunto qué pensará él de todo eso. Al fin y al cabo, siendo alguien a quien le gustan los niños... Muy de acuerdo con unos juegos donde se masacran a montones no puede estar, ¿verdad?
Me froto la nuca, algo despeinada gracias a que he escapado de una de las cuidadoras, Karen, que me quería poner lacitos en el el pelo para que estuviera “más presentable”. No le ha hecho ninguna gracia que le dijera que si nadie me elige en el orfanato tampoco me van a elegir en los juegos, por muchos lacitos que lleve. Pero por lo menos se ha quedado lo suficientemente perpleja ante tal respuesta como para que yo pudiera alejarme y ella pudiera dar con otra víctima para ponerle lacitos en el pelo.
Bostezo. Miro a mi alrededor y me remuevo, incómoda. Impaciente. Honestamente, solamente quiero que esto termine pronto para irme a mi cama otra vez a terminar uno de los cómics que aparecieron en la escasa biblioteca del orfanato, casualmente después de que yo le dijera a Edward que me gustaban mucho. Me pregunto qué pensará él de todo eso. Al fin y al cabo, siendo alguien a quien le gustan los niños... Muy de acuerdo con unos juegos donde se masacran a montones no puede estar, ¿verdad?
Interacción
Interacción: nadie.
Mención: Edward.
Mención: Edward.
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Tributo Femenino
Todos sabían por qué estaban ahí: un chico y una chica de cada distrito debían cumplir con el reclamo del Ministerio de Magia y entregarse a cambio de la cantidad de bajas producidas por los rebeldes. La explicación innecesaria de los escoltas retumbó en las plazas, nadie pudo hacer oídos sordos.
Como era costumbre en los tiempos de antaño, las damas fueron primero. Todos vieron cómo los dedos la persona sobre el escenario revoloteaba en la urna de su izquierda, algunas con más papeletas, otras con menos.
El aire era tenso. Un papel se estiró delante de los ojos de todo el distrito. Y un nombre retumbó en el micrófono.
— ¡Anya Durst!
Icono :
Cosecha: Distrito 11
05.08.2471
Miro a mi alrededor, con un punto de impaciencia, queriendo que digan ya lo que tengan que decir para que podamos marcharnos todos. Que elijan al chico y a la chica a los que van a masacrar para darnos una lección sobre buen comportamiento a aquellos que el gobierno nos cae regular y que el resto podamos seguir con nuestras vidas.
Las damas primero. Miro de reojo a algunas de las otras chicas, que parecen tremendamente nerviosas ante la posibilidad de ser elegidas por esa mano -que debe de ser de todo menos inocente- que revolotea entre las papeletas hasta cerrarse sobre una. Creo que en la vida había escuchado tanto silencio, ni siquiera en las noches de invierno en el orfanato, cuando las cuidadoras, hartas -y no sin razón, a decir verdad- amenazaban con hacernos salir a la calle a correr si escuchaban más ruidos en las habitaciones. La tensión se palpa en el aire, y hasta me parece que puedo escuchar mis propios latidos en los que los dedos abren la papeleta y los labios se abren para anunciar a la elegida.
Claro que lo que no esperaba, por nada del mundo, era escuchar mi propio nombre.
Apenas soy consciente de cuántas cabezas se giran hacia mí. Algunas de gente que he conocido toda la vida. Otras de chicas del orfanato. De compañeras de habitación. Pestañeo, perpleja, y aunque puedo notar cómo a mi alrededor un montón de chicas respiran aliviadas, yo contengo el aire en mis pulmones durante unos segundos. No han sido imaginaciones mías. Han dicho mi nombre.
Mientras los aurores me indican hacia dónde tengo que ir y mis pies les obedecen por ellos solos, no puedo hacer otra cosa que mirar atrás, hacia los adultos, donde se encuentra Karen, la cuidadora. ¿Habría pasado esto si le hubiera dejado ponerme los lacitos en el pelo?
Las damas primero. Miro de reojo a algunas de las otras chicas, que parecen tremendamente nerviosas ante la posibilidad de ser elegidas por esa mano -que debe de ser de todo menos inocente- que revolotea entre las papeletas hasta cerrarse sobre una. Creo que en la vida había escuchado tanto silencio, ni siquiera en las noches de invierno en el orfanato, cuando las cuidadoras, hartas -y no sin razón, a decir verdad- amenazaban con hacernos salir a la calle a correr si escuchaban más ruidos en las habitaciones. La tensión se palpa en el aire, y hasta me parece que puedo escuchar mis propios latidos en los que los dedos abren la papeleta y los labios se abren para anunciar a la elegida.
Claro que lo que no esperaba, por nada del mundo, era escuchar mi propio nombre.
Apenas soy consciente de cuántas cabezas se giran hacia mí. Algunas de gente que he conocido toda la vida. Otras de chicas del orfanato. De compañeras de habitación. Pestañeo, perpleja, y aunque puedo notar cómo a mi alrededor un montón de chicas respiran aliviadas, yo contengo el aire en mis pulmones durante unos segundos. No han sido imaginaciones mías. Han dicho mi nombre.
Mientras los aurores me indican hacia dónde tengo que ir y mis pies les obedecen por ellos solos, no puedo hacer otra cosa que mirar atrás, hacia los adultos, donde se encuentra Karen, la cuidadora. ¿Habría pasado esto si le hubiera dejado ponerme los lacitos en el pelo?
Interacción
-
Icono :
Tributo Masculino
Las chicas se movieron, ocuparon sus puestos sin que nadie aplauda demasiado. Anya Durst pronto estuvo en su lugar, tan ordenada como debía ser.
Para cuando anunciaron que era el turno de los varones el silencio se había instalado con pesadez. La mano volvió a hurgar entre las papeletas, esta vez a su derecha, hasta dar con el nombre del pobre susodicho que sería el acompañante de la jovencita que acababa de subir al escenario.
Un nuevo nombre retumbó para que el mundo sepa su condena.
— ¡Nolan Davies!
Icono :
Cosecha: Distrito 11
05.08.2471
Sé que Colin está bien, y eso me es suficiente para poder caminar hacia el podio y ocupar mi lugar como mentora de este distrito. De haberle pasado algo no sé qué tan loca me habría vuelto, pero al menos hoy, mi cordura está en su lugar, y eso en sí ya es bastante. Circe ha sido de gran ayuda también, claro, y Lara. No puedo quejarme por ese lado. Claro que mi expresión no puede ser más que despectiva aún cuando todo en mi vida está medianamente en orden.
No solo estoy aquí en contra de mi voluntad, también debo soportar ver a varios de mis alumnos pararse delante de mí, nerviosos, esperando que su futuro no sea dictaminado en este momento. Es doloroso, es indignante, y por un momento puedo entender a Colin, porque la sola idea de perder a Hanna frente a estos estúpidos juegos me hace cabrearme. Con todos. Con el gobierno, con el distrito nueve, incluso con mi hermano que la puso en esa posición.
Pero bueno, no es como que pueda hacer mucho mientras muestran los videos de todo lo sucedido, mucho menos cuando se acercan a la urna para elegir a los tributos.
No transcurren muchos segundos antes de que una de las chicas que reconozco del Prince se acerque, seguida de otro chico. Solo puedo verlos con un dolor que no soy capaz de explicar cuando me adelanto hacia donde se encuentran. No pronuncio palabra alguna tampoco, solo coloco mi mano sobre el hombro de Anya viendo en dirección al otro chico.
Interacción
Anya y Nolan
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Cosecha: Distrito 11
05.08.2471
Cuando supe de la posibilidad de ser tributo no me pareció anda raro. ¿Qué había pasado por la cabeza de mis padres cuando habían decidido asesinar a un hombre? Aunque debo admitir que no estoy seguro de que se le pueda considerar persona siquiera. Probablemente mounstruo, eso estaba más cerca de la realidad. Aún así, eso no les daba ninguna excusa.
"Tienes que vestir formal y verte bien, es la costumbre" me dijo el hombre mayor para el que trabajo en cuanto supo que mi nombre estaría en la urna de posibles tributos. No soy quién para cuestionarlo y menos cuando me había dado la posibilidad de vivir sin demasiados problemas, así que me preparo temprano para salir, vestido con un traje viejo -aunque bastante bien conservado- que me había regalado.
Después de pasar la zona de "registro" y confirmar que mi nombre está en la lista, me dirijo donde los demás chicos condenados se encuentran. Me sorprende ver que son tantos y empiezo a pensar en la posibilidad de que mi nombre no sea el elegido. Si hay tantos nombres, significa que las posibilidades de que el papel en el que figuro son menores. Así que, sólo por unos segundos, empiezo a tener un poco de esperanza.
Primero le toca a las chicas y el nombre que escucho no es otro que el de la pequeña y revoltosa niña que viene a ayudarme de vez en cuanto en mi trabajo. Empiezo a sentir lástima por ella, es una de las personas con las que me llevo bien y realmente espero que pueda salir del problema en el que se encuentra al estar en una situación tan peligrosa. Sin embargo, no tengo mucho tiempo para preocuparme por ella, porque enseguida escucho mi nombre, indicándome que yo soy el otro tributo elegido.
Por un momento no puedo creerlo, pero enseguida caigo en cuenta. Claro que el nombre es el mío. Mis padres habían asesinado a un hombre y, por mi parte, acumulé la suficiente suerte en mi vida cuando nací mago para escapar de la crueldad del dueño de mis padres.
Me acerco al lugar junto a Anya, sin entender todavía que estar allí significaba que tenían una tumba preparada con mi nombre y, justo al lado, el de la única chica que podía llegar a considerar una amiga.
"Tienes que vestir formal y verte bien, es la costumbre" me dijo el hombre mayor para el que trabajo en cuanto supo que mi nombre estaría en la urna de posibles tributos. No soy quién para cuestionarlo y menos cuando me había dado la posibilidad de vivir sin demasiados problemas, así que me preparo temprano para salir, vestido con un traje viejo -aunque bastante bien conservado- que me había regalado.
Después de pasar la zona de "registro" y confirmar que mi nombre está en la lista, me dirijo donde los demás chicos condenados se encuentran. Me sorprende ver que son tantos y empiezo a pensar en la posibilidad de que mi nombre no sea el elegido. Si hay tantos nombres, significa que las posibilidades de que el papel en el que figuro son menores. Así que, sólo por unos segundos, empiezo a tener un poco de esperanza.
Primero le toca a las chicas y el nombre que escucho no es otro que el de la pequeña y revoltosa niña que viene a ayudarme de vez en cuanto en mi trabajo. Empiezo a sentir lástima por ella, es una de las personas con las que me llevo bien y realmente espero que pueda salir del problema en el que se encuentra al estar en una situación tan peligrosa. Sin embargo, no tengo mucho tiempo para preocuparme por ella, porque enseguida escucho mi nombre, indicándome que yo soy el otro tributo elegido.
Por un momento no puedo creerlo, pero enseguida caigo en cuenta. Claro que el nombre es el mío. Mis padres habían asesinado a un hombre y, por mi parte, acumulé la suficiente suerte en mi vida cuando nací mago para escapar de la crueldad del dueño de mis padres.
Me acerco al lugar junto a Anya, sin entender todavía que estar allí significaba que tenían una tumba preparada con mi nombre y, justo al lado, el de la única chica que podía llegar a considerar una amiga.
Interacción
Mención: @Anya J. Durst
Icono :
Salida
Los tributos habían sido escogidos. Sus rostros iban a recorrer el país entero y sus nombres serían los que ocuparían las bocas de todos los habitantes en las semanas siguientes. El reloj había comenzado a correr.
Las escoltas pidieron que estrechen sus manos. Una imagen de breve unidad que se rompería con el correr de los días, al menos en la mayoría de los casos. Después de todo, en esta ocasión habría sólo un vencedor.
Las cámaras captaron cómo los tributos, las escoltas y los mentores se metían dentro del Edificio de Justicia de cada uno de sus distritos. Las plazas empezaron a vaciarse, repletas de rostros que cargaban con el alivio de no haber sido elegidos a costa del sufrimiento de alguien más.
Solo quedaba despedirse.
Luego llegaría el Capitolio.
— A partir de este momento no se aceptan más tributos en los registros.
— Quienes deseen abrir temas de despedida con sus seres queridos en el Edificio de Justicia de su distrito son libres de hacerlo. Claro que esto es un tema individual y no corre dentro de las recompensas de participación en los juegos.
— Tras las despedidas, los tributos han sido enviados con transportadores mágicos al Capitolio junto con sus mentores y escoltas. Fueron recibidos en la Plaza Principal frente al Ministerio de Magia, en una zona vallada y rodeada de cámaras y público curioso. Tras eso han sido enviados al centro de estética para ser preparados para el desfile de esa misma noche.
— Cualquier duda o consulta, comunicarse con el Staff.
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