Toda la historia de Nolan comienza incluso antes de que su nacimiento. Sus padres, unos muggles, estuvieron un largo tiempo en el mercado de esclavos de sus respectivos distritos sin que nadie quisiera adquirirlos como sus bienes. No sabían de la existencia de uno y el otro hasta que un adinerado y cruel hombre del Distrito 1 los adquirió a ambos. Fue ahí donde hablaron por primera vez, en la casa de su dueño.

Su relación se fortaleció aunque el casamiento no fuera algo permitido para ellos y ahí fue cuando la mujer se enteró que estaba embarazada. Nueve meses después Nolan llegó al mundo y, como se estipulaba, se volvió propiedad del dueño de sus padres. Aquel cruel hombre que sólo buscaba sacar provecho de todas sus posesiones, incluidos sus esclavos. Por ese motivo, el pequeño se crió realizando trabajos forzosos para su dueño y viviendo su vida como un esclavo muggle. Sufrió maltrato, desnutrición y fue forzado a trabajo físico durante un largo tiempo. O por lo menos así fue hasta que su primera muestra de magia pública y tardía, se presentó.

Antes de los once años había realizado magia, pero eran muestras tan pequeñas que para él y sus conocidos habían pasado desapercibidas. Sólo a los once años, cuando su dueño estaba por maltratarlo, se enojó tanto que hizo que todos los objetos hechos de vidrio y cerámica explotaran. Ahí lo supo, era mago. Desde ese entonces dejó de ser esclavo, para ser considerado mago. Sin embargo, ya no podría volver a ver a sus padres y fue llevado al distrito 11 para que allí pudiera vivir su vida.

Era muy niño, pero por suerte, conoció a alguien que lo ayudó. Éste le ofreció vivienda pero la escasez de alimento hizo que Nolan realizara todo tipo de trabajo para poder ayudar económicamente al hombre. Los años pasaron y aprendió a controlar su magia, pero fuera de eso su vida no cambió mucho. Seguía realizando trabajos forzados, pero por lo menos ya nadie lo maltrataba. Hasta que un buen día, le llegó la noticia de que sus padres habían matado a su dueño y que se habían escapado. ¿Qué le depararía a él? Después de todo... seguían siendo sus padres.