¿Acaso el distrito dos no era uno de los más seguros para formar una familia y criar a un par de niños inquietos? Eso era lo que el matrimonio Fisher creía. En un principio eran dos jóvenes ambiciosos que crecieron en dos familias acomodadas económicamente, con la intención de crecer independientes, entre idas y vueltas les tomó un tiempo establecerse por su lado. Dar sus primeros pasos, dejar sus primeras huellas y consiguieron hacerlo cuando encontraron la estabilidad que tanto ansiaban para ellos dos y los mellizos prometieron llegar a penas un tiempo después.

Años de sacrificios y planificación. Por fin iban a ser una familia completa... llenos de esperanza e ilusiones. Por mucho que creyeran que existía un momento correcto para traer al mundo a sus hijos, al final, se darían cuenta de que aquello como tal no era real. Tampoco imaginaron que de la noche a la mañana el régimen de los Black caería. De pronto, eran los humanos quienes eran cazados y no tardaron en encontrar al patriarca de la familia. Un hombre que nunca llegaría a conocer a sus propios hijos.

La señora Fisher se encontró sola en aquel mundo, con una clínica bajo su mando, una familia que ahora dependía de ella y lo peor de todo era que le habían arrebatado la posibilidad de comprar la libertad de su marido. Tuvo que pasar por un embarazo solitario, cargado de complicaciones y finalmente su única alegría fue enterarse que, en vez de uno, tendría dos niños. Uno al que eventualmente nombraría en honor a su desaparecido amor.  

Con el correr de los años la vida de los Fisher se volvió casi normal, aunque ninguno olvidaba al hombre que algún día había formado parte de la familia también. Los mellizos no conocieron a su padre, aunque la madre de estos se encargó de convertirlo en una leyenda, contándoles historias a sus hijos sobre aquel que les dio también la vida. Thomas siempre se sintió atraído por conocer un poco más a su padre, en la medida limitada que se lo ofrecía la situación, era la viva imagen de este. Misma tonalidad de cabello, sus ojos e incluso su sonrisa.  

La vida de Thomas era como la de cualquier adolescente del distrito en el que vivían, entre clases, aficiones y proyecciones del futuro. Al menor de los mellizos le gustaba practicar Quidditch, también armar y desmantelar continuamente una vieja motocicleta que les había pertenecido a sus padres en la juventud.  

La vida de Thomas era como la de cualquier adolescente libre del distrito en el que vivían, entre clases, aficiones e incluso había encontrado un gusto particular por el Quidditch y por desmantelar hasta volver a armar una y otra vez una vieja motocicleta que les había pertenecido a sus padres en la juventud.  

Ninguno de los dos muchachos habría sido capaz de darse cuenta de cuanto había consumido al corazón de su madre el resentimiento. Como la tristeza y la necesidad de vengarse fue lo suficientemente mayor como para poner en riesgo la vida que conocían. Es hasta el día de la fecha que el menor de los Fisher se culpa a si mismo por haberse sumido completamente en su propia vida sin haberse dado cuenta de la decadencia en la que su madre cayó. Que tan lejos iba a ser capaz de llegar... al punto de unirse a las revueltas y quitarle la vida a otro con sus propias manos.  

El destino de la madre de los mellizos estaba sellado en el momento que le atraparon con las suficientes pruebas como para enjuiciarla. Los chicos acabaron trasladándose a la vivienda de sus abuelos con la intención de mantener algo de esa normalidad de la que ya no quedaba absolutamente nada. Thomas continuó con la rutina diaria a la que estaba acostumbrado, clases e incluso prácticas de Quidditch. Un sentimiento de soledad se cernió sobre el rubio tras que esta se encerrarse en su propio mundo. Intentó convertirse en el ancla de la otra mestiza, aunque dudaba ser capaz de conseguirlo o si quiera sacarla a flote.  

A diferencia de los que creían que él no tenía una opinión política, estaban muy equivocados, su interés en convertirse en un auror venían de la mano de una insaciable necesidad de convertirse en alguien que fuera capaz de hacer las cosas de otro modo. De esa forma ocupó su tiempo, se mantuvo más o menos estable y cuerdo. Solo que no imaginó que la nueva edición de los juegos pudiese alcanzarlos a ellos, a él y su hermana.