¿Cómo comienzan las historias de los hijos de la guerra? Hablando de sus padres, por supuesto. Neville Longbridge fue uno de los tantos que escapó de los estragos de la guerra de los años 50. Quiso coquetear con el bando rebelde pero dejó de lado cualquier aspiración al ver como los agentes de la paz se llevaban a vecinos respetables para no volver. Aunque ni a él ni a su mujer Hannah les agradase quedar al margen, lo hicieron por simple supervivencia.

Eran jóvenes cuando empezaron a salir, tras coincidir en la escuela durante la adolescencia en el cuatro, ambos estudiando para convertirse en profesor y medimaga respectivamente Seguían siendo jóvenes cuando optaron por casarse en medio del caos en NeoPanem, poco antes de que Jamie Niniadis asuma al poder. Charlie, el primogénito, llegó a sus vidas un año después de la boda en 2453. En mayo del 2455, tras dos años, tuvieron a su segunda hija.

Madeline Alice Longbridge.

Su primer nombre había sido elegido por su madre pero era indudable que su segundo nombre tenía historia familiar. Ella no supo que tan importante era pero, desde entonces, siempre trata de vivir a la altura de ese legado que viene con el nombre de su abuela.

La suya fue una infancia normal, alejada del caos que era la sociedad de NeoPanem. Maddie era algo torpe, por lo que los accidentes eran cosas de todos los días... pero nunca pasó más que algún moretón. Para alivio de sus padres, la primera gran muestra de magia de Maddie fue a los seis años cuando hizo florecer las flores favoritas de su madre que estaban a su alrededor, llenando el lugar de color en pleno invierno. Ambos, siendo amantes de la herbología, encontraron ese detalle encantador.

Sus padres nunca de los jamases la presionaron ni a tomar posición ni a seguir algún objetivo en particular. Ellos solo querían dejarla ser, que pudiese vivir su infancia y adolescencia sin problemas. Pero era ella la que sentía que tenía que cumplir con las expectativas de otros. Tal vez esa era la razón por la cual intenta tener buenas notas: acciones que servían para darle un propósito a su vida.

Aunque tenga que guardarse las ideas para sí misma, le parece extraordinario conocer otras viviencias y modos de ver la vida. En un hogar, siempre le inculcaron la aceptación y la inclusión de todo ser mágico y no-mágico y Maddie absorbió todo aquello. Disfruta oír de las historias de su madre cuando tiene que visitar otros distritos alejados del 4 o incluso las anécdotas de su padre y sus viejos amigos, aún cuando él apenas pueda hablar de ello.

Desde siempre ha estudiado en el Colegio Royal y no se imagina haciéndolo en otro lugar. Ha descubierto la magia allí y amistades que espera duren para siempre. No tiene en claro qué es lo que quiere hacer en el futuro. Lo único que sí tiene claro es que quiere hacer algo bueno para el mundo... por más cliché que suene. Seguir el legado de su padre como profesor es una de las opciones pero, últimamente, no deja de pensar que la medimagia también puede ser el camino para intentar aportar su granito de arena.