James y Pandora Nott fueron testigos de lo que fue vivir escondiendo su condición en una sociedad en la que su sangre y su raza eran repudiadas. Mantuvieron su existencia humildemente sin llamar la atención, acatando las normas de un gobierno que no les dejaba ser libres. Siempre priorizaron su propia seguridad y supervivencia, sobre todo cuando Pandora Jr. llegó al mundo de la mano de la esperanza, un rayo de luz entre la pobreza y la tristeza en la que el matrimonio estaba sumido.

El auge del movimiento rebelde no dejó indiferente a ninguno de los dos, pero prefirieron mirar desde lejos cómo los demás peleaban por unos derechos que también eran suyos. Decidieron abstenerse de las revueltas y mantenerse al margen de la guerra con tal de no jugarse la vida en el campo de batalla. Muchos tacharían su decisión como pura cobardía, pero ellos tenían muy claro que sus vidas eran sus bienes más preciados; no podían permitirse morir luchando durante la crianza de su, por entonces, única hija. Con la caída de los Black y la subida al poder de los Niniadis, abrazaron los derechos que les fueron otorgados como magos. Pandora Jr. vivió la experiencia desde la ignorancia, viendo cómo todo pasaba a su alrededor sin ser verdaderamente consciente de ello; sabía que era bruja como sus padres, pues un día cualquiera hizo volar toda la cubertería de su casa, pero desconocía cuál era su consecuencia. Recuerda haber vivido cambios bruscos en su calidad de vida, pero actualmente son sólo vagos recuerdos que no ocupan un gran espacio en su mente. Para ella, su vida empieza con unos seis años en el Distrito 02, bien acomodada y con unos padres ocupados pero exigentes.

Desconoce en qué momento de su infancia su madre empezó a desaparecer y Marjorie llegó a su vida para cuidar de ella. No acababa de entender muy bien el concepto de esclava, pero tardó poco en familiarizarse con él. Marjorie le preparaba la comida y jugaba con ella, le contaba cuentos antes de dormir y escuchaba todas sus historias sobre el Royal. Pronto empezó a despegarse de sus padres, quienes rara vez andaban por casa (o al menos, ella no los veía); sólo aparecían para preguntar cómo iban sus calificaciones y recordarle que tenía que esforzarse al máximo. Pandora, que siempre fue una niña de carácter inquieto y gran temperamento, solía saltar con facilidad. Aunque tras años de represalias y castigos, terminó tragándose su rebeldía y aprendió a ser más dócil, convirtiéndose en la hija perfecta.

Con diez años, vio a su hermano Maverick nacer. Al principio, la idea no le gustó demasiado; sin embargo, tras largas charlas con Marjorie, terminó aceptando su llegada con los brazos (no tan) abiertos. La diferencia de edad hizo que no se convirtiera en su compañero de juegos, pero sí desarrolló cierto instinto protector entorno a él. Junto a Marjorie, se pasaba el día haciéndole carantoñas y divirtiéndose a su costa.

A pesar de que se crio bajo la ideología de la supremacía de la sangre mágica, la lealtad de Pandora siempre estuvo con quiénes la merecían. Marjorie era una muggle y ella la quería, por lo que, a pesar de que normalizaba la esclavitud de los muggles, nunca estuvo de acuerdo en considerarla alguien inferior. Siempre tuvo dudas sobre la sociedad que la rodeaba, pero estaba demasiado ocupada en cumplir los estándares que acabó poniéndose a sí misma como para mirar más allá de su casa.

La fuga de Marjorie fue un gran golpe tanto para ella como para su hermano pequeño. Sus padres manipularon la información a su antojo, contándoles a una Pandora de 21 años y a un Maverick de 11 que la mujer que los había criado los había abandonado para irse con los esclavos fugitivos del Distrito 13. Por aquella edad, Pandora ya no era una cría y sabía lo que pasaba a su alrededor. Sabía sobre la tensión en la que el país estaba sumido, a pesar de que no tuviese una idea clara sobre su propia posición. Sintió la traición que de alguien a quien acaban de abandonar, sin poder evitar contener la ira que le produjo el suceso. En un impulso temperamental, quiso ir tras ella y dañarla con sus propias manos. Fue más lista que eso y se puso en contacto con uno de los amigos de la mujer, obligándolo a confesar su paradero. Éste le anunció que Marjorie no había desaparecido, sino que había muerto; más bien, que había sido asesinada por sus propios amos. Pandora prefirió creer sus palabras antes que quedarse con la otra idea: a fin de cuentas, sus padres habían estado poco presentes durante toda su vida, ¿por qué confiaría en ellos?

Llegó a casa hecho una furia, acabando y destrozando todo objeto que se interponía en su paso. Tras una larga discusión con sus padres, éstos terminaron confesando su crimen, excusándose en sospechas que apuntaban a Marjorie como infiltrada de los rebeldes. Aquello fue un antes y un después. Tras la amenaza de sus padres por apuntarla como traidora si se lo confesaba a su hermano, cogió lo poco que necesitaba y abandonó aquella casa de hipócritas. Se marchó hacia el norte y se asentó en el Distrito 05. No le fue fácil acomodarse, pero el instinto de supervivencia hizo que consiguiera buscarse la vida, aunque fuese entre pobreza y ruinas.

El ascenso del nuevo gobierno la dejó indiferente. Odiaba el concepto de gobierno, odiaba el hecho de que alguien implantase leyes bajo su propio criterio. Odiaba a sus padres y, con ello, todo lo relacionado con la política. La única preocupación que pasó a tener fue la de luchar por sí misma y por sus seres queridos. La guerra le traía sin cuidado —a fin de cuentas, jamás fue capaz de escoger un bando— y sólo velaba por su propio bien.

Actualmente, sigue residiendo en el Distrito 05. Con tal de ganarse la vida y proporcionarse cierta seguridad (aunque su criterio no sea del todo coherente), empezó a vender armar muggles ilegales bajo la fachada de una tienda de antigüedades que fundó con su amiga Harriet. No hacen distinciones en su clientela, tanto rebeldes como pro-magos son bienvenidos en su negocio secreto. Se mantiene en una posición neutral; lo único que tiene en claro es su desprecio por el gobierno, sea cual sea su líder. Opina que las personas que acaban teniendo poder siempre terminan corrompiéndose, por lo que siempre estará descontenta mientras haya un líder que imponga leyes y autoridad.