Segunda hija de un matrimonio de linaje puro entre los magos, escondió su don como el resto de su familia los años que duró el gobierno de los Niniadis. Creció en la comodidad de una economía alta gracias a la empresa farmacéutica que sus padres sostenían y prosperó, frente a la rivalidad de unos vecinos que se dedicaban al mismo rubro, con la indecencia de usar su negocio para el tráfico ilegal. Ingrid se educó bajo la ley de moral de sus padres y eso la definió desde niña como alguien con un carácter estricto hacia sí misma y a los demás.

Sufrió una adolescencia de exigencias maternas que la llevaron a desarrollar una marcada inseguridad y trastornos de alimentación, que encubrió bajo una rígida fachada de excelencia. Tiene un hermano mayor, el actual ministro de salud Nicholas Helmuth, de quien tiene un sobrino, Oliver. Y una hermana menor, Sigrid Helmuth, heredera de la farmacéutica y lamentablemente casada con quien supo ser la mancha en el cuadro familiar, una que se pudo remover para bien de los hijos que tuvieron juntos, Jenna y Brian.

Ingrid procuró seguir con la empresa de los Helmuth y se interesó por la medicina por seguir el mandato paterno, cuando ser una bruja debía seguir manteniéndolo en secreto. En esos años conoció a Konstantine Romanov, un mago del círculo de favoritos de sus padres, con quién se casaría con la aprobación de ambos y, en especial, de sí misma por su acertada elección de alguien que cumpliera con todas sus expectativas, muy altas.

Tenían la intención de formar una familia de varios hijos, pero tras el nacimiento de su primera hija, Alexa, y su segundo hijo, Luka, sucedió el cambio de gobierno que significó el abandono del secreto de la magia y el momento para que Ingrid pudiera unirse a los escuadrones de seguridad nacional. Postergó sus metas como esposa y madre en pos de su vocación, con el apoyo absoluto de su esposo Kostya. Fue por contar con este que pudo hacer frente por primera y única vez en la vida a su madre, Agatha Helmuth, quien se oponía que su hija se vinculara a las fuerzas de seguridad.

Su última hija, Katerina, nació hace unos años y entonces comenzaron los síntomas que, aun sabiendo de medicina, ignoró por sumirse en un estado de negación a una enfermedad que comenzó a debilitarla y la apartó del escuadrón de aurores. Estuvo de licencia por casi un año y medio por una enfermedad en un principio fue de alto riesgo, afortunadamente los últimos meses han sido de una recuperación favorable y pudo reincorporarse a su trabajo. Sigue medicándose para mantener a raya la posibilidad de volver a recaer en su enfermedad.