Mi vida desde que llegamos al 9 ha sido relativamente tranquila, obviando el incidente de los inferis, claramente. Tuve una oportunidad de empezar de cero con Des y la tomé. Nada de la mujer lican, ni la bruja repudiada. Nada de familiares que nos dejaron abandonadas cuando no pudimos quedarnos con todos. Nada de nada. Y bueno, creo que he sido demasiado confiada, demasiado blanda, demasiado olvidadiza, como para estar alerta sabiendo que la vida te hace mierda cada que quiere y puede. ¿Por qué lo digo? Bueno, he aquí la historia. El otro día caminaba muy tranquila por el distrito, Des estaba ocupada en el hospital y yo estaba haciendo las compras, cuando me topé con una cara conocida. Una cara que juré no volvería a ver nunca más. Una cara que me produjo ardor en el estómago.

La cara de Derek.

De todos los lugares en los que podría verlo, y en verdad esperaba no volver a hacerlo, llegamos a toparnos cuando por fin la suerte nos sonreía. Por supuesto que ni siquiera me atreví a cruzar miradas con él y regresé por donde había ido. Incluso llegué a pensar que no tendría que preocuparme por encontrarnos, después de todo es un distrito enorme, pero ya no aguanto más. Simplemente no puedo dejarlo pasar. Así que me armé de valor, me vestí lo más presentable posible,  y me dirigí a verlo. Esta vez no va a escapar.

No tardo mucho en llegar al taller donde averigüé que pasa la mayor parte de su tiempo, y tardo aún menos en encontrarlo. — Derek. — Mis brazos están cruzados, mis labios apretados, y mi ceja izquierda arqueada. — Supongo que no me has olvidado, pero quién sabe, tal vez necesitas que te refresquen la memoria. — Mi indignación es latente. — Denisse, por si quedaban dudas. — Han pasado años desde que nos vimos, catorce, para ser exacta, pero supongo que la madre de tu hija no es algo que olvides así de fácil. — Es increíble, ¿No? Realmente estás aquí. — Quiero reírme con sarcasmo, pero eso no nos llevaría a ningún lado. — ¿Decidiste dejar de huir por fin? — Den, el rencor no es bueno... A la mierda eso. —Honestamente no me importa, pero espero que sepas que el que estés aquí no significa nada. — Mi expresión está más dura de lo que ha estado en mucho tiempo.

El distrito 9 ¾ es el paraíso terrenal que ha atraído a más magos, muggles y criaturas de las que había creído que pudiera congregar un sitio que también se ha convertido en el blanco de todo el desprecio ministerial, sitio en el que seguimos esperando que un día arrasen con la misma furia conocida anteriormente por otros gobiernos, cosa que se está demorando según mis cálculos y propicia a situaciones como reencuentros entre marginados que alguna vez coincidimos en el norte. Me mantuve en este espacio al margen de la actividad del distrito, en el taller de las maquinarías agrícolas que se usan para producir los grandes lotes que alimentan a sus residentes y también se exportan, con la esperanza de que mi contacto sea mínimo con sus residentes y así protegerme a mí mismo de que se conozca la razón por la que me asenté aquí.

Tendría que haberme ido cuando lo pensé en su momento, postergarlo me ha puesto delante del único rostro ante el que no puedo actuar como un desconocido. Suspiro antes de buscar sus ojos para sostenerle la mirada, las personas cambian en quince años, no lo suficientemente para que dejen de ser reconocibles, por mucho que ella sufra la absoluta perdida de sí misma cada mes, sigue siendo una cara que me haría detenerme donde sea que me encuentre, adoptando la misma postura del pasado en que mis hombros caen y todo lo que siento es resignación. —Agradezco el recordatorio, estaba en la duda— miento, es necesario para remarcar la línea que yo mismo tracé un día y detrás de la cual me coloqué, sobre la que dije que no volvería.

—Hoy en día todos los caminos llevan a este distrito, ¿no? Y se terminan encontrando también los que tomaron direcciones distintas—  digo, nos señalo a ambos con mis dedos en el aire, en un gesto vago, esa mano cae a un lado de mi cuerpo por su pregunta. La manera en la que se tuerce mi boca no llega a ser una sonrisa, la carcajada es seca cuando sale de mi garganta. —No— respondo simplemente, —no he dejado de hacerlo. Este es solo un lugar de paso, del que tengo marchado irme cuanto antes, así que si te has tomado la molestia de venir a hablar conmigo, aprovecha para decirme todo lo que te ha impulsado a hacerlo— camino un paso hacia ella para hacer frente a las recriminaciones que habrá roído durante estos años.  —No creo que signifique nada si has venido— lo dejo en claro, pongo yo en palabras lo que acabará por salir al borde de todos modos, —¿Es por Desireé? No tengo intenciones de conocerla, así que no tienes que preocuparte por eso— podría dejarlo ahí, en indiferencia, pero no lo es. —No le haría algo así.

"Estaba en la duda". Mi labio tiembla por un segundo pero logro reprimir el gesto apretando la boca. ¿Es en serio? No. No lo es. Porque si lo fuera juro que... AH. Estoy furiosa, pero no sé si con él o conmigo por dejar que esto me afecte tanto. Me prometí que no dejaría que esto nublara mi juicio, que vendría en son de paz y hablaría con él como alguien civilizada. Pero aparentemente aún pasado tanto tiempo sigue teniendo algo de poder sobre mí. Y eso... Eso me pone rabiosa.  — Por nada. — Respondo con un tono seco aún cruzada de brazos.

— Supongo, sí. Eso no quiere decir que no me haya llevado una gran sorpresa al descubrir que compartimos distrito. — Porque sí, este lugar ofrece otra alternativa que muchas personas en el norte o que huyeron de el tomaron. Ver caras que se habían dejado atrás no es extraño, para nada, pero de todas formas, es algo que pega con fuerza. Su carcajada me hace dejar caer mis brazos y arquear las cejas, no sabía que había contado un chiste. — Si solo estás de paso entonces creo que no vale la pena que hable. — Digo con una seguridad que ni siquiera yo me creo. Ambos sabemos que estoy mintiendo, se nota en mi rostro dubitativo.  — Ni siquiera sé qué me impulsó a venir en primer lugar... — Murmuro más para mí que para él, sintiendo ahora enojo para conmigo, ¿A qué se supone que vine? ¿A demostrar algo? ¿A probarme a mí misma como había sido capaz de dejar todo atrás?

— Si hubieras sido tú el que se topara conmigo en el centro del distrito sin que yo me diera cuenta, ¿No me hubieras hablado? — Pregunto como respuesta a su frase. La verdad no sé si quiero escuchar su respuesta, no porque tenga miedo de lo que salga de su boca, sino porque no sé si me afectará. Quiero creer que no, que soy lo suficientemente fuerte, que ha pasado mucho tiempo y he cambiado, pero la verdad es que me daría mucho coraje descubrir lo contrario. — ¿Que no le harías algo así? — Mi tono se alza un poco, sin llegar a ser un grito pero más alto que antes. — No tienes idea. — Tengo que respirar hondo antes de continuar. — Nunca le dije nada sobre ti y aprendió a no preguntar, pero sólo un idiota no se daría cuenta de que es algo que le afectó. — Nunca se queja ni dice nada, pero estoy convencida de que le hubiera gustado saber algo más sobre su padre. — No sabe cómo te ves, no sabe cómo hablas, no sabe quién eres y es mi hija, así que estoy segura de que la duda la mata, pero hice lo mejor que pude. — ¿Por qué estoy diciendo todo esto? No tengo nada por lo cual excusarme, pero es como si mi boca se moviera por sí sola. — Y tú tampoco sabes nada de ella, no, pero no quiero pensar en toparnos contigo y que las cosas surjan, no sé cómo le afectaría y... — Y aún así no puedo evitar pensar que estoy siendo injusta con Desireé. — ¿Qué harías entonces? —

—También para mí— coincido, si bien la sorpresa no es que vivamos en el mismo distrito, sino el encontrarnos, que ella misma sea la que venga a hacer real el encuentro y no quede en una posibilidad de las calles que ambos transitamos. Suspiro una vez más, porque si esperaba una respuesta distinta a que no haré de este distrito el suelo estable bajo mis pies para hablar, ha hecho todo el camino desde su casa en vano, no sé qué la lleva a pensar que algo podría haber cambiado en todos estos años. —Yo sí creo saber qué te impulsó— digo, aunque no sea con una intención distinta a la de molestarla, —¿querías ver si me arrepentí? ¿Si la culpa me ha hecho miserable? Porque no fue así, supe lo que hacía el día que me fui, ¿que conseguiría con sentir remordimientos luego?— se lo explico con toda claridad, limpiando de toda emotividad lo que fue una decisión rotunda en su momento, por la cual mostrarme arrepentido sería aún más canalla.

Demoro en darle mi respuesta cuando pregunta si hubiera pasado de ella si nos encontrábamos por casualidad, mis ojos puestos en su rostro, y no es porque no sepa cómo contestar, sino porque mis palabras hacen que todo sea irreversible. —No lo hubiera hecho— murmuro, en una nota más baja, para que no parezca que hablo desde el enfado que no es a mí a quien le corresponde sentir. —De haberte visto, me hubiera dado la vuelta y puesto una distancia que es la que tienes derecho, porque fui yo quien se marchó en primer lugar—. Nunca estuve hecho para sostener una familia con mis manos, no cuando encontrarme con un auror en alguna calle me hubiera llevado al mercado de esclavos, ni cambiaba el hecho de que ella seguía siendo una bruja, aunque ser una licántropo la hiciera repudiada y la rebajaba a una clase que le permitía ser más cercana a la de los humanos fugitivos. —¿Qué haces aquí a todo esto, Denisse?— se lo tengo que preguntar. —Podrías haber regresado al Capitolio, haberte llevado a Desireé, ¿por qué te sigues quedando con las parias?— la interrogo.

Procuro que nada de lo que me dice sobre nuestra hija pase los límites que fije y que me excluían de su vida, hago oídos sordos a lo que eligió no compartirle, a lo que podría haberla afectado por desconocer. —Es mejor una ausencia a una persona que no podría ejercer de padre de todas formas— digo con un tono cortante, me fui antes de que fueran otras las circunstancias las que inevitablemente terminarían por apartarme y no pediré disculpas por salvar mi pellejo, es lo que hace posible que hoy me encuentre aquí. Nunca he sido idiota como para creer que un muggle estaría bien escondido entre repudiados, con las redadas que cada tanto había, soy de los pocos humanos que nunca han sido esclavos y fue gracias a esa paranoia. —Den, ¿qué esperas que haga si eso sucede?— se lo dejo a ella. —¿Qué bien le haría saber que su padre es un muggle, que ni siquiera voy a quedarme, por qué hablaría con ella solo para despedirme?— trato de ser racional en esto.

Entrecierro los ojos cuando aclama saber mis motivos para venir al lugar, no estoy segura de querer oírlo, pero no lo interrumpo. Me resigno a escuchar lo que tiene para decir, tensando en algún punto la mandíbula. — ¿Por qué querría ver si eres miserable? No creo sacar satisfacción de algo así nunca. — Cuando era adolescente era más rencorosa, habría adorado ver arder muchas de las cosas que produjeron dolor a mi familia. Pero ya no soy así, creo que incluso antes de regresar al 12 no lo era. Aprendí muchas cosas de muchas personas peleando al lado de los magos y brujas rebeldes, maduré. Sí, tal vez eso no me dejó mucho pero puedo decir que no soy la misma Denisse que en el pasado. — No conseguirías nada, así como yo tampoco obtendría algo al verte arrepentido o sufriendo. — Suelto un suspiro, relajando un poco el gesto. — Podré estar furiosa contigo desde el día que te fuiste, pero nunca te he deseado el mal. — Me encojo de hombros. — Vine por Desireé, pero no es sólo eso... No lo sé Derek, tal vez una parte de mí quería asegurarse de que en verdad eras tú, después de todo no he escuchado nada de ti por años. —

Su respuesta me cae con más fuerza de la que me gustaría, provocando que crispe los labios, dejándolos entreabiertos, como si quisiera decir algo. — Supongo que la impulsiva siempre fui yo. — Mi tono declara amargura. Hace mucho tiempo que dejé de pensar en él, y por más que luché con la sabia decisión de ignorar el hecho de que vivimos en el mismo lugar, una parte de mí quiso venir aquí. — No tengo nada interesante en el Capitolio, habría terminado en el escuadrón de licántropos y eso no le hubiera hecho ningún bien a Desireé. — Y en parte, no me atrevería a luchar de nuevo con las personas que viraron su espalda después de todo lo que hice. — Apoyé al gobierno en su tiempo, hice muchas cosas del lado de los que eran en aquel entonces rebeldes, ¿Y de qué me sirvió? De nada. — No hablo ni con amargura ni con ira, pero mi tono es severo. — Supongo que pude haber buscado a mi familia, pero aquí teníamos la oportunidad de empezar de cero. — Entrecierro los ojos de nuevo mirándolo con detenimiento. — ¿Tú qué haces aquí? —

Pongo los ojos en blanco cuando habla de nuevo y hago un gesto con la mano para que se detenga, sintiendo un cosquilleo cuando me llama por mi sobrenombre. — Muggle o no, nunca he tenido nada en contra de ello y estoy segura de que Des tampoco. — Suspiro. — Pero ese no es el punto. Sólo quiero que estemos en la misma página. — La cual es... — No quiero pensar en verte cerca de ella. — ¿Esto es una buena decisión? ¿En verdad le haré bien a Desireé con esto? Sin siquiera tenerle confianza, sin dejar que ella decida. — No quiero que le rompas el corazón, que ambos sabemos que yo podría darte una maestría en eso. — Y salió el comentario del sentimiento que estuve guardando por años.  Mis propias palabras producen que desvíe la mirada, esperando a su respuesta.

La miro, no puedo hacer algo distinta a mirarla, cuando asegura que su satisfacción no está puesta en comprobar que tan mal pudo haberme ido en la vida, luego de haberlas abandonado, y si fuera cierto que nos merecemos todo el mal que causamos. Esa es la auténtica prueba que tengo de que los años han pasado, que no ha sido un salto que nos trajo de regreso a este punto, sino que ha sido un camino largo el que recorrió cada uno y a Denisse le permite mostrarme una distante compasión que no me esperaba. —De eso se trata, de que no escucharas nada de mí— suspiro, se me acabará el aire por la repetición de este gesto, —no me fui para quedarme merodeando alrededor de ustedes como una sombra— murmuro, entonces confieso lo que solo podría decirle a alguien con quién llegué a tener una hija y lo que quizás traté de decirle a mi hermana, —puedo hacer muchas cosas que están mal, pero no seré así de cruel hacia las personas que pudieran importarme alguna vez.

No juego a nada limpio estando a las órdenes de Richter, tengo por seguro que me tocara obedecer en algún momento a indicaciones que podrían ponerme en oposición a mi hermana, pero así como me acomodé al margen de la vida de Denisse y su hija, espero que pueda seguir siendo así y nada de lo que haga llegue a impactar en ellas. —Y yo soy firme en las cosas que decido— musito, en contraste a su impulsividad. —No me moveré del lugar en el que me encuentre y lo que pasó fue ese lugar nunca fue con ustedes— por duro que sea, tengo que repetir palabras de lo que fue nuestra última conversación. Su repaso por lo que fui su vida rebelde no quiero tomarlo como un consejo indirecto hacia mis propias acciones, las cuales desconoce por ser decisiones que se dieron mucho después de dejarlas. —Estoy aquí de paso, es solo un lugar tranquilo donde estar un tiempo, luego de pasar tantos años escondiéndome como humano— miento y lo hago sosteniéndole la mirada.

—No pretendo comenzar de cero nada, mantengo mi vida en cero. Incluso aquí, esto es temporal, por fuera del distrito seguimos siendo perseguidos— es posible que esto no sea en lo que no fui claro cuando me marché. —No se trataba, nunca se trató, de lo que pudieras pensar tu o Desireé— levanto mi tono al mostrarme enojado, —sino de lo que era para todos los demás, ¡hubiera sido delatado! ¡Capturado!— me callo al resignarme de que no es nada que quiera escuchar, porque su petición es la única cosa que he tenido en claro sin que hiciera falta que ella me lo recuerde. Podría haberlo dejado ahí, pero lo que dice después hace que mis ojos se mantengan sujetos a los suyos. —Aunque no me creas— susurro, —lo siento—, tal vez tampoco sea la respuesta que espera recibir. —Diría que fue un error desde de un principio, pero hay una tercera persona involucrada en ello. No le haré daño a Desireé, nunca quise hacérselo— le aseguro, —pero lo que sea que te haya dolido por mi culpa no tenga más que decir que lo siento, no podía ser de otra manera.

— ¿Cruel? — Rebuzno, desviando la mirada con los ojos hacia arriba. Tengo que suspirar y tomar dos segundos para relajarme antes de regresar la cara hacia él. — Cruel fue dejarnos, si te hubieses quedado hubiera sido otra historia. — Mi mandíbula está tensa y mi ceño fruncido. La verdad es que no puedo asegurar absolutamente nada, pero mis emociones actuales me nublan el juicio, provocando que lance comentarios que en otro momento no saldrían. — Pero sí Derek, supongo que el no saber de ti nunca significa que hiciste un buen trabajo escondiéndote. — Porque por muy furiosa que estuviera, siempre me preocupaba la idea de que fuera capturado y llevado al mercado de esclavos. Me llevo una mano a la frente y la otra la extiendo por delante de mi pecho, indicando que necesito un momento. —  Me estoy desviando del tema. No vine a reclamarte nada... Al menos esa no fue mi intención. —

Escucho lo siguiente que se escapa de su boca y asiento con la cabeza repetidas veces apretando los labios. — Muy firme, diría yo. — Todos los aquí presentes sabemos que la firmeza y compostura no son lo mío. No sé si hubiera aguantado el régimen de Jaime de no haber sido repudiada, tal vez habría cambiado de opinión, tal vez no. Pero lo que siempre he sido es impulsiva, en todas mis decisiones, tal vez es así como acabé en este lugar en primer lugar. De no haber salido con Xavier no sería lican, de no ser lican probablemente no hubiera conocido a Derek, y entonces ni tendría a Des ni estaría aquí. Ojo, no estoy diciendo que me arrepiento de tener a mi hija, siempre he pensado que es lo mejor que tengo, pero... Me habría gustado que todo fuera diferente, nunca tuvo una vida justa conmigo. Y supongo que de haberse quedado, Derek tampoco, lo que me lleva a mi siguiente pregunta. — Si encontraste tranquilidad, antes de que yo llegara al taller claro, ¿Por qué irte? ¿Por qué mantener todo en cero siempre? — La aclaración está de más y no sé si lo digo como resultado de mi enojo o para aliviar la tensión, pero ya está hecho. Por otro lado, tampoco es que quiera que se quede ni nada parecido, sólo es intriga.

Sus siguientes comentarios me dejan momentáneamente pasmada, no esperaba que elevara su tono de voz. —  ¿Sabes? En serio intento con todas mis fuerzas mantener la calma. Me prometí no venir a verte, y aquí estoy. Me prometí que todo era pasado, pero no puedo evitar sentirme irritada, sobre todo cuando dices ese tipo de cosas. — Siendo honesta, cuando se fue estaba muy enojada y triste y frustrada y muchísimo más, pero me obligué a comerme todo lo que me acongojaba y a hacer lo mejor por Desireé. Y creo que ahora al verlo después de tanto tiempo, todo está saliendo, se nota en mis ojos, los cuales, muy a mi pesar, empiezan a verse vidriosos, no por su tono ni sus palabras, sino por lo que hay dentro de mí. — Te perdoné por dejarme a mí hace mucho. Con Des es otra historia... Y ya lo sé Derek, ya sé que pudiste ser capturado y que aún corres ese riesgo, y lamento mucho que mi raza haya hecho lo que un día nosotros sufrimos. — Al contrario de antes, mantengo un tono calmado, porque no quiero terminar gritándole, o peor, no quiero acabar llorando. — No sé qué decirte. No quiero que me pidas disculpas, no quiero que nos alteremos y aún así estoy aquí. Sólo quiero lo mejor para Des. Tal vez "lo mejor" para ella sí fue que no estuvieras, nunca podremos saberlo. Pero lo que sí sé es que esa niña toda su vida ha tenido dudas que hace mucho no pregunta, no quiero reabrir el tema y causarle dolor innecesario. —

—Nunca lo sabremos— contesto como una sentencia que nos impide volver sobre lo que fue, asumo los miedos que tuve en ese entonces y son mucho más reales que las probabilidades de que todo hubiera salido bien. Estoy parado del otro lado de la vida, en el que las cosas no resultan de la manera en que ella tenía la esperanza de que pudieran ser. Un par de marginados haciéndose compañía en el norte es casi natural, las miserias y los estigmas son más llevaderos cuando la otra persona también los hace carne, pero si hay una tercera vida en medio, quedarse fue una responsabilidad que superó lo que tenía para ofrecer. —Porque tu única intención era comprobar que fuera yo y nadie más— repito sus palabras anteriores, poniéndolas en duda, cuando ella misma dice que no ha venido a reclamarme nada, es lo que creo que ha venido hacer, consciente o no, no es otra reacción la que puedo esperar de ella después de esconderme durante quince años.

Comprendo que quiera demostrar un punto cuando trata de conservar la compostura, nadie se lo pide, si se abalanzara sobre mí para golpearme nada más verme estaría en todo su derecho. Recibir un golpe de su parte tampoco me moverá del lugar que asumí. —Porque no comenzaré nada sobre un suelo inestable, que es el que siempre tuve baje mis pies. No construiré sobre aire. Este distrito es una utopía que no durará mucho, por fuera seguimos siendo perseguidos por nuestra sangre muggle— digo con rabia, esta es una conversación vieja que hemos tenido alguna vez, lo único que cambió es que este distrito puede engañarnos a la realidad por un rato, el tiempo que estemos aquí, si algo nos empuja fuera de aquí es volver a la realidad y no, nada de lo que estoy haciendo, ni mis razones por estar aquí, me hacen una persona idónea para permanecer, a la larga voy a terminar siendo sacado a patadas.

Estoy comprometido a la única causa a la que sí puedo responder siendo como soy, no es una persona, es una pelea para los que no tienen nada que perder, porque no tienen nada. No quiero que Dennise vuelva para decirme que sí lo tuve, su calma no la acepto, prefiero que grite a que converse conmigo, pero no me encuentro capaz de ser hiriente con ella, solo honesto y espero que eso baste. —No hay nada que se pueda hacer si te sientes así, me muestra a mí que fue una estupidez venir a este distrito. Pensé que estarías en el Capitolio— murmuro, quizá fui yo mismo tratando de convencerme de esto. Hundo mis dedos en mi cabello al darme la vuelta y lidiar con la impotencia de esta situación que nos tiene a los dos en un punto nulo del que no podemos movernos por las posturas que adoptamos, es hablar a través de un muro de vidrio, no quiero golpearlo porque solo va a lastimarnos. —No creo que lo hayas hecho, Den— susurro. Y donde va a dolernos es en Desireé, así que le dedico una mirada derrotada al girarme hacia ella. —¿Qué le dijiste?— quiero saberlo, ahora que tengo la oportunidad de saberlo. —No haré nada qué contradiga lo que le hayas dicho— le prometo, lo que puedo ofrecerle será siempre nada.

Sé que parece que lo que digo y hago se contradice, anulando probablemente las palabras que he dicho y haciéndome ver como alguien fuera de sus cabales. Lo cual probablemente sea cierto. Lo único de lo que estoy segura es de que el estómago me da vueltas debido al coraje que siento por las sensaciones mezcladas que me produce este encuentro con Derek. Por un lado estoy enojada por la forma en que terminaron las cosas, aunque no puedo decir que no lo vi venir en ese momento. Siempre me pregunté si hubiera estado conmigo por dos años de no ser por el nacimiento de Des, tampoco es que yo fuera la mujer más estable emocionalmente por ese entonces. Por otro lado me siento aliviada de verlo vivo y a salvo, sí, tal vez lo odié un poco, pero es en serio que nunca deseé que le pasara nada malo. Y bueno ya que estamos en estas, también me asusta pensar en cómo puede esto afectar a mi hija, tal vez termine por odiarme, odiarlo a él o a ambos. Pero no permitiré que lleguemos a eso.

Asiento cautelosamente cuando me explica sus motivos para abandonar el lugar. — Probablemente tengas razón. Podría estar en el Capitolio con Des en este momento pero decidí apostar por este lugar, aunque sea demasiado impredecible lo que vaya a pasar. No puedo decir que sea similar para ti de todas formas. — Me encojo de hombros tratando de mostrar indiferencia. He decidido que esta actitud me va mejor que la anterior que mostré. Debo mantener la calma. Aunque esto probablemente haga que Derek piense que me falta un tornillo. Tampoco es que me importe lo qué piense nadie.

— Pero no lo estoy, ya pasó todo. Estamos los dos aquí y no podemos cambiarlo por mucho que nos moleste. — No estoy segura cómo me siento al respecto aun y no quiero decir que a él le moleste todo esto pero básicamente lo sentencio con mi comentario, el cual intento que no salga con tono agresivo. Suelto un suspiro cuando se voltea, relajándome por primera vez. Sin darme cuenta estuve tensando mis hombros y brazos y ahora lo resiento. Me llevo una mano a la mejilla y respiro hondo, estirando el otro brazo hacia él, gesto que retiro en el segundo en que me doy cuenta que está por voltearse. Bien, aquí no pasó nada. No puedo actuar indignada y luego sentirme culpable. Es decir, tengo todo el derecho de estar enojada, ¿No? Estúpidos sentimientos, siempre me he creído buena enterrándolos y ahora no estoy segura de nada. — No le dije nada. — Confieso desviando la mirada hacia mis pies. — Preguntaba demasiado antes pero hace tanto que no tocamos el tema. Lo que sí es que le dije que su padre era un mago, no podía arriesgarme a que se le escapara que eres humano. — Mi mirada sigue fija en el piso. — Ni siquiera sabe tu nombre... — Regreso la vista hacia él sintiéndome igual de derrotada y agotada. Mi primo Arturo nunca fue feliz con mi decisión y nos vimos pocas veces pero nadie además de él sabía el secreto del nacimiento de Des. — ¿Qué se supone que se hace en este caso? Podría hacer como tú y fingir como que no existe, no te voy a mentir, sería más fácil. Pero ambos sabemos que eso puede que no resulte para mí, soy demasiado obstinada con estas situaciones. — Muerdo mi labio. — Sé que dijiste antes que planeas irte, pero no quiero que llegues a hacerlo porque estamos aquí, después de todo puedes estar en paz en este distrito, ¿Puedo confiar en que estaremos en paz? Sin meter a Des. Lo único que quiero es que viva en paz y esté feliz. —

Molestia no es la palabra que usaría para describir a las emociones que principalmente me embargan, pese a mi tono de enfado al hablar, esa es una emoción superficial que cubre a todas las otras que están causando un caos en mi interior, en una contradicción de todas las maneras en las que me podría sentir al saber que la hija que una vez tuve y su madre están a pasos de donde me encuentro, y huir es lo más inmediato, el instinto al que debería obedecer. Demorarme, dar un paso hacia Desireé, dará comienzo a todo lo que una vez negué, no puedo decir que ahora me halle en una posición mejor que en ese entonces, diría que es aún peor, porque el compromiso que no pude asumir con ellas, lo asumí con Richter y su gente. No tenía nada que perder, cambiar eso no traerá nada bueno. —Por mucho que queramos, hay muchas cosas que no cambiarán— musito, un modo distinto a lo que ya dije en su momento: esto no era algo que estuviera hecho para funcionar, por mucho que lo hubiéramos querido no dejaba de ser algo equivocado.

Mi semblante endurecido no deja ver como ese «nada» se asienta en mi estómago como un golpe, lo acepto con un asentimiento de mi mentón, es lo que me he ganado con mis actos, así que lo acepto. Pero hubiera deseado un cuento, una mentira, un personaje distinto y mejor a la persona que soy, un engaño a sus preguntas de niña en vez de la simple nada. —Hiciste bien— me obligo a sacar esas palabras con el calor de la rabia en las entrañas, de todo lo que podía decirle, se encargó de darle la respuesta que la mantendría a salvo, pero que significa para mí todo lo que detesto y me puso en esta vida para empezar. Ni un nombre, así que puedo estar seguro que habernos cruzado casualmente en alguna ocasión, no hubo riesgo de que algo en mí le hubiera sido familiar. Eso es lo bueno de ser nada, escasean las posibilidades de que surja el temido encuentro por Denisse.

No tengo una respuesta para lo que quiere saber así que solo meneo la cabeza, y una sonrisa curva de pronto mi boca al escuchar que no quiere que sean razón para que me vaya, así que me veo en la situación de tener que ser franco también en esta oportunidad, para que entienda mi distancia que ella también pide por razones distintas. —Estoy con Richter— lo suelto sin más, mis ojos en su rostro, no sé de donde sale mi confianza por la cual estoy convencido de que Denisse no me descubrirá, puedo colocar esta verdad entre nosotros y tener la certeza de que no saldrá de aquí. —Y también quiero que Desireé esté bien, así que irme será lo mejor para ella, otra vez. Estemos donde estemos, aunque nos encontremos en el mismo distrito, tu y yo siempre estamos en caminos paralelos que van en direcciones distintas. Nunca quise que Des quede en medio, contigo está bien.  

Las palabras que dice, las que escuché una vez hace muchos ayeres, me caen como un balde de agua fría, cosa que me hace sentir decepcionada de mí misma, porque todo eso ya lo sé. Hay cosas que no podemos cambiar, como el encuentro que acabamos de tener, como haber tenido a Desireé, como haberme quedado sin mucho por lo que luché también. No es que me queje de cómo ha resultado mi vida, ni de que él se haya ido de ella. Digo, sí, en su momento lo resentí muchísimo, me tomó bastante tiempo superar todo eso y, debo admitir, verlo aquí ha reabierto algunas heridas que creía habían sanado ya. Pero por más que quise nunca pude odiarlo, como quiera verlo, me dio el regalo más grande de todos. Y aún así cuando dice que hice bien en no decirle nada no puedo evitar sentirme defraudada. Ni yo me entiendo. Si se hubiera enojado y reclamado probablemente yo también me hubiera indignado, pero ahora que dice que estuvo bien así tampoco me siento bien, ¿Qué es lo que quiero? Supongo que nada de lo que diga va a complacerme, al menos no ahora. — Siempre me sentí mal por no decirle más. Des tenía tantas preguntas y yo la evadí todo el tiempo. No es que quisiera borrarte de nuestras vidas por rencor, solo... No podía arriesgarme y pensaba que nunca más te veríamos. — ¿Y ahora me siento culpable? No lo sé, por un lado y sabiendo los planes de Derek supongo que le ahorré el dolor a Desireé... Pero, ¿Eso está bien? Estaba tan segura de que eso era lo mejor cuando llegué aquí y ahora siento que soy un manojo de emociones que encerré en una cajita hace mucho y que me nublan los pensamientos.

Escucho en completo silencio su confesión acerca del bando en el que está, con Ritcher, asintiendo con la cabeza un par de veces en movimientos cortos. — Ya veo. — Es mi única respuesta. Honestamente me da igual si está con los del 9 o no, mientras no quiera hacernos daño por mí puede pelear la guerra al lado de quien quiera, que yo he pasado por eso también. — Yo estoy cansada de pelear guerras ya, la última vez no me resultó. — Me encojo de hombros. Es diferente para él. — ¿Planeas pelear, Derek? — Le pregunto con genuina duda. Un paso en falso podría costarle todos esos años escondiéndose. — Supongo que entonces no tengo nada de que preocuparme. — Mi tono denota cansancio y, ¿Decepción? Debería estar feliz, ¿No? — Si estamos en caminos distintos y estás tan seguro de todo eso, entonces todo debería resultar para los tres. — Suelto un suspiro fijando la mirada en sus ojos y tratando de poner mi mejor tono para la frase que viene a continuación. — Podría robarte este recuerdo, si quieres continuar tu vida sin saber de este encuentro ni de la cercanía que hay ahora entre Desireé y tú. — Desvío un momento la mirada llevando mi mano hacia la varita. — Genuinamente quiero que todos vivamos una vida tranquila. Hablar contigo después de todos estos años puede que haya sido egoísta por mi parte, no sé cómo haya sido para ti. Vine muy segura de mis intenciones pero ni siquiera termino de entender qué pienso ni qué siento. — Le confieso regresando los ojos hacia los suyos con un tono serio. — De no haberlo hecho podrías seguir tranquilo, así que puedo borrar todo para ti. — Ahora sé que no tengo que preocuparme y ofrezco esto únicamente porque ha sido mi culpa encontrarnos, aunque no sé cómo me sentiría sabiendo que olvidó todo, sólo espero no ofenderlo con mi pregunta, sé que no le gustan estas cosas, pero... No lo sé. Mis palabras flotan en el aire y el resto es su decisión.

No merezco sus explicaciones, ni sus intentos de justificar el que se haya reservado mi identidad real, así que cierro los ojos y la dejo hablar, el plan era precisamente el que nunca volviéramos a vernos. Solo quienes han vivido con el miedo de ser atrapados en cada minuto del día pueden entender lo inestable que se vuelve tratar de tener algo y tal cosa como una familia es simplemente impensable. Trato de impedir con todas mis fuerzas que la culpa me invada y me recuerdo que aun viviendo en este distrito, mi situación no es distinta a la que fue hace unos años, sigo siendo un fugitivo y esta vez porque estoy siguiendo ciertas ideas, las órdenes del único hombre que me asegura que en mi vida puedo llegar a ser algo distinto a un humano que vive escondiéndose de su destino de esclavo. Y se lo digo, siento que es una verdad que incluso le debo, porque también en ese entonces cuando le dije que no iba a funcionar, no estaba haciendo otra cosa que ser honesto. —Si, Den, planeo hacerlo. Puedes estar cansada de lo que te tocó pelear, yo de no hacerlo— murmuro bajo, mirándola a los ojos. —Siempre vamos a destiempo, desencontrándonos.

Trago saliva con dificultad al dar el asentimiento que le confirma que, por mi parte, nos veo transitando caminos paralelos que sí coincidieron en este distrito fue por un descuido, no hubo intención de ninguno de los dos. Procuro convencerme de que si se va, si esta vez es ella quien lo hace, nada se habrá movido de lugar y todo continuará en el orden de siempre. Pero no es cierto, saber que cualquier chica con la que pudiera coincidir en este distrito es mi hija, la convierte en una presencia invisible y abrumadora que me obliga a huir, con más prisa de la que pudiera sentir si por ejemplo se tratara de alguien de seguridad. —No lo hagas— contesto, en cambio, cuando me ofrece una alternativa que aliviará mi permanencia en el distrito. —No quiero olvidarlo— suspiro, asumo la responsabilidad de que esta coincidencia es también consecuencia de la decisión egoísta que tomé un día y no tomaré la salida de escape de esto también. Camino hacia ella casi sin pensarlo, mis dedos rozan el aire cerca de su muñeca y no me atrevo a tocarla, solo queda en el gesto, quieto, suspendido en el aire. —Lo siento, este distrito llega dieciséis años tarde para nosotros— susurro.