OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Agosto
Por la noche es poca la gente que se queda en la base, aquellos que deben cumplir con el turno de guardia, manejo mis horarios así que puedo aparecerme cerca de la medianoche en estos pasillos donde algunos se sobresaltan de verme por creerlo una inspección a su trabajo. Mi falta de interés en lo que hacen y la prisa que muestro al avanzar en zancadas hacia los vestuarios les permite relajarse en sus puestos, ignorar que estoy en el edificio si quieren, cosa que dudo que hagan, con que no molesten estaré más que conforme. Cambio la ropa con la que me presenté por la muda de entrenamiento que encuentro en mi casillero y con el elástico entre mis dedos vuelvo recoger mi cabello en una tirante cola que deja mi rostro limpio de mechones. Con la camiseta sin mangas puedo mirarme en el espejo y buscar en mi piel esas cicatrices que recuerdo, que se desvanecieron con magia o tiempo, la única que permití que perdurara es la que puedo ver cuando me desprendo del reloj que rodea mi muñeca, finas líneas que parecen una sola, la vuelvo a esconder detrás de vendas que anudo a mis manos.
—Ballard— saludo a la mujer que encuentro en una de las salas vacías de prácticas, donde había indicado que esperara y los aurores de turno tenían orden de dejarle estar. —¿Te han permitido entrenar en paz?— pregunto para comprobar si ha recobrado el suficiente espíritu de pelea y así guiarla con un movimiento de mi cabeza hacia otra de las salas que está a un par de puertas de distancia. Más allá de los motivos personales y cuestionables que me llevaron a ofrecerle este lugar para que pueda recuperar el hábito de entrenar, no me tomo a la ligera la posibilidad de medir mis propias habilidades con la de una mujer que fue formada en el distrito catorce, de donde proceden nuestros enemigos y esos jóvenes que hacen saltar a nuestros aurores por los aires. Si los otros departamentos han experimentado y abusado de ella, también puedo reclamarla para mi propio experimento, ¿verdad? Desde lo alto del techo destellan haces de luz y el galpón con un único claro en el centro rodeado de penumbra, queda como el espacio despejado que necesitamos. —Elige un arma, yo usaré mi varita— indico, hay un par arrojadas dentro del claro. —Cada una en una punta— sigo, rodeo el circulo de luz para esconderme en la oscuridad que me corresponde como mi lado, —mediremos que tan buena eres con un arma a distancia, luego haremos un combate con un arma corta y cuerpo y cuerpo— especifico. No hay posibilidad a que se niegue a las condiciones, tampoco creo que lo haga, no he vuelto a molestarla después de nuestra única charla y no hay necesidad de un tercer encuentro. —¿Con quién aprendiste a pelear? Habrás sido una niña cuando comenzó el rumor del distrito invisible, alguien se habrá tenido que encargar de formarte— comienzo con las preguntas.
La quemazón que aparece contra mis gemelos se siente tan familiar y refrescante que me aventuro a estirarme un poco más, lo suficiente para tener que flexionar mis codos y así bajar hasta que casi no existe distancia entre mi torso y mis piernas. Inspiro por contados segundos, suelto el aire y me levanto con el cuidado que se requiere antes de entrecruzar mis palmas y llevarlas al techo. Pasó tiempo desde que realmente pude darme el lujo de hacer una rutina completa y siendo que Hasselbach había autorizado el que pudiera hacerlo con una relativa frecuencia… no iba a negar jamás que extrañaba esto. Incluso si era en este lugar detestable mientras quedaba a la espera de tener las repercusiones correspondientes a un comportamiento que, aunque autorizado, seguro les parecía incorrecto a otros. Qué es lo que pasaba por la mente de la ministra de defensa, no tengo ni la más mínima idea, pero de momento planeaba aprovechar la situación y entrenar las veces que me lo podía permitir.
Ya estoy de pie para cuando la mujer ingresa por la puerta de la sala en la que me encontraba calentando y, aunque sabía lo que íbamos a hacer, no puedo evitar mirarla de arriba abajo cuando reconozco que ha venido acorde a la situación — Hasselbach — imito su saludo y la sigo por donde me va indicando — Sorprendentemente sí, supongo que te respetan lo suficiente para solo mirarme mal y cerrar el pico — que tampoco solían hablarme por regla general, pero cada tanto sonaba algún insulto o comentario despectivo hacia mi persona. No me importaba. Incluso si Rebecca buscaba esto como una excusa para descargar frustraciones, incluso eso era mucho mejor que correr en una cinta, con electrodos pegados al cuerpo y pitidos constantes de máquinas que nunca entendía lo que hacían — ¿Voy a suponer que nada letal? — no he usado nunca las armas que puedo reconocer dispersas, así que me acerco hasta tomar una pistola que parece ser láser o eléctrica y tanteo su peso contra mi mano. No estoy acostumbrada a algo tan pequeño y ligero, pero dudo mucho que quiera darme un rifle así como así. — Era una niña, pero sí, tuve quienes me entrenaron para que aprendiese a defenderme. Creo que no estabas en el gobierno cuando asesinaron a Sebastian Johnson, ¿verdad? — Las noticias de su captura y posterior juicio ya eran viejas, pero no por eso lo olvidaría. — Mi madre no era la persona más feliz al respecto, pero a decir verdad siempre me gustó esto — camino con precaución hasta la punta opuesta a la que se encuentra, y levanto el arma en su dirección. Sabía que quería disparar, pero la suavidad del gatillo me sorprende y el hecho de que no haya un efecto rebote es algo que mi muñeca agradece.
Ya estoy de pie para cuando la mujer ingresa por la puerta de la sala en la que me encontraba calentando y, aunque sabía lo que íbamos a hacer, no puedo evitar mirarla de arriba abajo cuando reconozco que ha venido acorde a la situación — Hasselbach — imito su saludo y la sigo por donde me va indicando — Sorprendentemente sí, supongo que te respetan lo suficiente para solo mirarme mal y cerrar el pico — que tampoco solían hablarme por regla general, pero cada tanto sonaba algún insulto o comentario despectivo hacia mi persona. No me importaba. Incluso si Rebecca buscaba esto como una excusa para descargar frustraciones, incluso eso era mucho mejor que correr en una cinta, con electrodos pegados al cuerpo y pitidos constantes de máquinas que nunca entendía lo que hacían — ¿Voy a suponer que nada letal? — no he usado nunca las armas que puedo reconocer dispersas, así que me acerco hasta tomar una pistola que parece ser láser o eléctrica y tanteo su peso contra mi mano. No estoy acostumbrada a algo tan pequeño y ligero, pero dudo mucho que quiera darme un rifle así como así. — Era una niña, pero sí, tuve quienes me entrenaron para que aprendiese a defenderme. Creo que no estabas en el gobierno cuando asesinaron a Sebastian Johnson, ¿verdad? — Las noticias de su captura y posterior juicio ya eran viejas, pero no por eso lo olvidaría. — Mi madre no era la persona más feliz al respecto, pero a decir verdad siempre me gustó esto — camino con precaución hasta la punta opuesta a la que se encuentra, y levanto el arma en su dirección. Sabía que quería disparar, pero la suavidad del gatillo me sorprende y el hecho de que no haya un efecto rebote es algo que mi muñeca agradece.
El miembro 'Ava E. Ballard' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
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#2 'Alto Riesgo' :
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Dudo que se trate de respeto por parte de los subalternos, por tantas razones que van desde haberle quitado a Weynart su puesto en opinión de algunos hasta mi licantropía como estigma y que a consideración de algunos me hace inapropiada para un puesto como el que me designaron. No hago una charla de esto porque no es cuestión que discutiría con quien sigue siendo una rehén del estado, las internas o miradas recelosas dentro de la base, puede seguir siendo algo que solo nos incumbe a los miembros y puesto que, respeto o no, lo único que importa es que obedezcan mientras sea quien de las ordenes, me basta con saber que le dieron acceso a alguna de las salas de entrenamientos. —Nada letal, Ballard. El propósito de esto es que dure tres tiempos, ¿no?— contesto a su pregunta retórica. Debemos dejar un poco de lado esa idea de todos los disparos deben ir a mansalva, una pelea no es pelea si dura solo unos segundos entre que se dispara y el proyectil impacta, eso no es medirse con el rival, que es lo que pretendo al pararme fuera del círculo con la varita contra mi muslo.
—Nunca me interesó la política, sus escándalos y sus juicios, nunca tuvo que ver conmigo salvo para hacer de mis derechos una rifa— respondo. Debía ocuparme y preocuparme de los problemas que surgían dentro de las paredes de la que era mi casa, como para poder mirar hacia los problemas de afuera, el abuso que algunos recuerdan de los Black era parte de un mundo que había aceptado que fuera así, esa aceptación hizo que lo relegara a un segundo plano en mis intereses y me centré en lo que día a día me perturbaba como la chica nerviosa y retraída que era. Expulsada al norte, pasaron a ser otras mis prioridades de supervivencia y seguí evadiendo los vaivenes revolucionarios. No pertenezco al mundo en el que han vivido estas personas, no hago carne de sus injusticias y perdidas, mi mundo se cerró en mí misma y era un mundo oscuro, busqué los rincones más negros para poder permanecer oculta. Por todo ello, tampoco estoy donde estoy por ideales, sino por intereses personales y eso me hace más firme en mi posición que cualquier discurso carismático que de mí obtendría escepticismo.
La veo tomar una de las armas así que aguardo a su disparo que no llega a alcanzarme y en respuesta de mi varita emerge un sectum para recordarle que no nos mantendremos en los ataques limpios o que no debe hacerlo en todo caso. —No agarres lo primero que te llama la atención, escoge bien. Nadie te echa prisas— preciso cuando voy hacia las armas en el centro para hacerme con un par de Sai y barrer el resto fuera de nuestro espacio de combate con una ráfaga que se desprende de mi varita, entonces la guardo. —¿Tienes un hermano, verdad?— continuo, se lo pregunto a ella, no iré a revolver archivos, ni a pedir copias de árboles familiares. —¿Tienes más familia?— pregunto.
—Nunca me interesó la política, sus escándalos y sus juicios, nunca tuvo que ver conmigo salvo para hacer de mis derechos una rifa— respondo. Debía ocuparme y preocuparme de los problemas que surgían dentro de las paredes de la que era mi casa, como para poder mirar hacia los problemas de afuera, el abuso que algunos recuerdan de los Black era parte de un mundo que había aceptado que fuera así, esa aceptación hizo que lo relegara a un segundo plano en mis intereses y me centré en lo que día a día me perturbaba como la chica nerviosa y retraída que era. Expulsada al norte, pasaron a ser otras mis prioridades de supervivencia y seguí evadiendo los vaivenes revolucionarios. No pertenezco al mundo en el que han vivido estas personas, no hago carne de sus injusticias y perdidas, mi mundo se cerró en mí misma y era un mundo oscuro, busqué los rincones más negros para poder permanecer oculta. Por todo ello, tampoco estoy donde estoy por ideales, sino por intereses personales y eso me hace más firme en mi posición que cualquier discurso carismático que de mí obtendría escepticismo.
La veo tomar una de las armas así que aguardo a su disparo que no llega a alcanzarme y en respuesta de mi varita emerge un sectum para recordarle que no nos mantendremos en los ataques limpios o que no debe hacerlo en todo caso. —No agarres lo primero que te llama la atención, escoge bien. Nadie te echa prisas— preciso cuando voy hacia las armas en el centro para hacerme con un par de Sai y barrer el resto fuera de nuestro espacio de combate con una ráfaga que se desprende de mi varita, entonces la guardo. —¿Tienes un hermano, verdad?— continuo, se lo pregunto a ella, no iré a revolver archivos, ni a pedir copias de árboles familiares. —¿Tienes más familia?— pregunto.
I. ARMA A DISTANCIA.
AVA: 19 destreza - 2 = 17 - 17 = 0 daño
BECCA: 20 destreza + 0= 20 - 17 = 3 de daño
Acierto de Becca
Estadísticas hechas en base a los últimos stats comprados
El miembro 'Rebecca Hasselbach' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
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— Nunca te interesó la política y… eres ministra. — la obviedad se escapa de mis labios como si en sí misma la contradicción de lo que dice no fuera una ridiculez. Podía entender que antes, debido a su situación el interés fuera diferente; pero ahora ostenta uno de los cargos más altos dentro del gobierno y ¿quiere que crea que la política sigue siendo algo que no le pasa por la mente? De acuerdo, de todas las personas con cargo a las que me había cruzado en estos meses, que básicamente habían sido todos los ministros, ella era a la que más le podía creer que no sintiese un verdadero interés por la burocracia y el juego que había que manejar; pero a su vez… bien, supongo que sigo siendo la misma desconfiada de siempre.
Cuando mi disparo falla y su ataque llega, son mis reflejos los que hacen que el corte en mi pierna no se sienta como un rasguño y no como algo más profundo que podría complicarse más adelante. No duele, o si lo hace, pero la sensación es una a la que ya estoy acostumbrada hasta el punto de que casi lo siento como algo bienvenido. Triste, ¿verdad? Necesitar sentir el dolor de un corte para poder regocijarme en la adrenalina de empezar la batalla — Podría haber mirado las armas un tiempo más y habría elegido lo mismo. Mis opciones eran más rústicas, más pesadas, no estoy acostumbrada a este tipo de cosas láser — no eran muy difíciles de manejar, pero siendo que pasaron meses sin sostener nada parecido… pues no iba a excusarme más. En cambio sigo su ejemplo y, tras guardar la pistola en la parte trasera de mi pantalón, me acerco a tomar lo que parece ser un machete corriente — En cambio esto… — lo giro sobre mi mano hasta asentar la empuñadura como corresponde y lo giro en el aire para probar la movilidad de mi muñeca — Esto si es algo a lo que estoy acostumbrada
Me quedo tanteando la situación, midiendo su figura en lo que mis dedos se tornan inquietos sobre el arma, espero, queriendo ver si es ella la que va a dirigirse primero en contra mío hasta que en cierta forma lo hace. No con sus sai, no. Sino con su lengua filosa. — Tenía — no voy a aclarar con ella la información que me había brindado Holly, no cuando ni yo lo había visto como cerciorarme. En cambio elijo contestar su segunda pregunta, convirtiéndola en una sola respuesta. — Al menos si te refieres a la familia tradicional. Padre, madre, hermanos… Tengo más familia, son esos que se encuentran del otro lado y siguen peleando. — en vista de que ella no avanza, vuelvo a ser yo la que arremete contra ella, conociendo el riesgo que supone manejar algo de corto alcance pero intentando de todas formas. Nada letal, tengo que recordarlo al saber que el filo del machete puede ser más peligroso que un disparo láser. — ¿Tu familia? ¿También son ellos una de esas heridas abiertas de las que hemos hablado? —
Cuando mi disparo falla y su ataque llega, son mis reflejos los que hacen que el corte en mi pierna no se sienta como un rasguño y no como algo más profundo que podría complicarse más adelante. No duele, o si lo hace, pero la sensación es una a la que ya estoy acostumbrada hasta el punto de que casi lo siento como algo bienvenido. Triste, ¿verdad? Necesitar sentir el dolor de un corte para poder regocijarme en la adrenalina de empezar la batalla — Podría haber mirado las armas un tiempo más y habría elegido lo mismo. Mis opciones eran más rústicas, más pesadas, no estoy acostumbrada a este tipo de cosas láser — no eran muy difíciles de manejar, pero siendo que pasaron meses sin sostener nada parecido… pues no iba a excusarme más. En cambio sigo su ejemplo y, tras guardar la pistola en la parte trasera de mi pantalón, me acerco a tomar lo que parece ser un machete corriente — En cambio esto… — lo giro sobre mi mano hasta asentar la empuñadura como corresponde y lo giro en el aire para probar la movilidad de mi muñeca — Esto si es algo a lo que estoy acostumbrada
Me quedo tanteando la situación, midiendo su figura en lo que mis dedos se tornan inquietos sobre el arma, espero, queriendo ver si es ella la que va a dirigirse primero en contra mío hasta que en cierta forma lo hace. No con sus sai, no. Sino con su lengua filosa. — Tenía — no voy a aclarar con ella la información que me había brindado Holly, no cuando ni yo lo había visto como cerciorarme. En cambio elijo contestar su segunda pregunta, convirtiéndola en una sola respuesta. — Al menos si te refieres a la familia tradicional. Padre, madre, hermanos… Tengo más familia, son esos que se encuentran del otro lado y siguen peleando. — en vista de que ella no avanza, vuelvo a ser yo la que arremete contra ella, conociendo el riesgo que supone manejar algo de corto alcance pero intentando de todas formas. Nada letal, tengo que recordarlo al saber que el filo del machete puede ser más peligroso que un disparo láser. — ¿Tu familia? ¿También son ellos una de esas heridas abiertas de las que hemos hablado? —
II. ARMA DE CORTO ALCANCE
AVA: 10 fuerza x 2,5 = 25 - 17 = 8 de daño
Vitalidad: 32/35
Acierto de Ava
El miembro 'Ava E. Ballard' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
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—No eres la primera en reaccionar como si este fuera un puesto imposible para alguien como yo— contesto con cierta indiferencia a su comentario que lo dice todo por el tono que usa, —por muchas razones explicitas y calladas— agrego. Mi nula trayectoria política no es lo que me ha dado el puesto, está claro para mis propios colegas ministros. Magnar dijo algo sobre tener a una licántropo entre los que lideran los distintos departamentos del ministerio, mirado de cierta manera se puede hablar de una inclusión real, una conquista de poder para las criaturas mágicas a las que al restituirle derechos, también se le ha dado el de acceder a puestos que se podría creer que siguen reservados a un grupo selecto de magos y brujas. —Pero estoy segura de que conoces a más de una persona que hoy día está en un lugar, para el cual las circunstancias lo formaron— digo, —aunque dijera que no sería el lugar que elegiría de poder hacerlo.
Mis ojos caen al filo del machete que sujeta, aguardo su avance con la ironía de que su pregunta vaya acompañada de un corte en mi piel que saca sangre y me hace morder mis dientes para guardarme el quejido que escondo detrás de una sonrisa tirante. Tomo el dolor como impulso para adelantarme con el sai capturando su machete así lo aparto cuando pruebo darle una estocada con una de las cuchillas, solo roza su costilla. —Si— musito, —lo son, las primeras, las que no cicatrizan— sigo, —como todas las heridas familiares, no se sienten con la intensidad de otras, porque son tan profundas que solo laten, es el dolor al que uno llega a acostumbrarse que consigue anularlo a los sentidos, y sigue ahí, un roce menor consigue hacerlas sangrar otra vez— se lo comparto, a ella que sigue teniendo una familia entre los que luchan y yo, que les declaré la guerra a los míos. No les di la espalda como les gusta decir, le mostré mi cara y saqué mis dientes. Perdí, claro que perdí. Son las batallas perdidas las que me trajeron a esta guerra que no es mía, y hay algo muy curioso en los han sufrido una seguidilla de derrotas, caímos tantas veces que tenemos una mayor confianza en levantarnos que aquellos que dependen del triunfo como motivación. —Los vinculos nos hacen vulnerables, y luego de haber perdido a tu familia, decides seguir sosteniendo esos vínculos con otras personas— apunto, —¿por qué asumir el riesgo de nuevas perdidas, Ballard?
Mis ojos caen al filo del machete que sujeta, aguardo su avance con la ironía de que su pregunta vaya acompañada de un corte en mi piel que saca sangre y me hace morder mis dientes para guardarme el quejido que escondo detrás de una sonrisa tirante. Tomo el dolor como impulso para adelantarme con el sai capturando su machete así lo aparto cuando pruebo darle una estocada con una de las cuchillas, solo roza su costilla. —Si— musito, —lo son, las primeras, las que no cicatrizan— sigo, —como todas las heridas familiares, no se sienten con la intensidad de otras, porque son tan profundas que solo laten, es el dolor al que uno llega a acostumbrarse que consigue anularlo a los sentidos, y sigue ahí, un roce menor consigue hacerlas sangrar otra vez— se lo comparto, a ella que sigue teniendo una familia entre los que luchan y yo, que les declaré la guerra a los míos. No les di la espalda como les gusta decir, le mostré mi cara y saqué mis dientes. Perdí, claro que perdí. Son las batallas perdidas las que me trajeron a esta guerra que no es mía, y hay algo muy curioso en los han sufrido una seguidilla de derrotas, caímos tantas veces que tenemos una mayor confianza en levantarnos que aquellos que dependen del triunfo como motivación. —Los vinculos nos hacen vulnerables, y luego de haber perdido a tu familia, decides seguir sosteniendo esos vínculos con otras personas— apunto, —¿por qué asumir el riesgo de nuevas perdidas, Ballard?
II. ARMA DE CORTO ALCANCE
Fallo de Becca
Vitalidad: 27/35
El miembro 'Rebecca Hasselbach' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
#1 'Azar' :
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#2 'Alto Riesgo' :
Icono :
La desviación que hace con una de sus cuchillas me da el tiempo necesario para llevar mi peso a la pierna contraria, asentarme sobre ella y esquivar su golpe al tiempo que con movimientos precisos puedo golpear con la empuñadura su sostén sobre uno de los sai, antes de alejar el machete hacia mi cuerpo y dar por finalizado esta ronda. No podré mantener la cuchilla en mi bolsillo con el peligro que conlleva tener algo con filo en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo pero, cuando la dejo caer, trato que no quede demasiado lejos de mis inmediaciones. — ¿De verdad crees eso? — “Los vínculos nos hacen vulnerables” suena como una especie de verdad universal y al mismo tiempo como la mayor ridiculez que jamás pude escuchar. — Si viera a cada una de las personas a las que amo como una nueva pérdida con fecha de caducidad, ¿para qué demonios me esforzaría en seguir adelante? — me alejo un paso, como si su idea en sí misma me generase un rechazo demasiado grande como para siquiera mantenerme en su presencia.
— ¿De verdad no tienes a nadie? No me refiero siquiera a alguien a quien puedas considerar familia. Sino que alguien con quien compartir las cosas que te hacen feliz, las cosas que te preocupan. Momentos, recuerdos, palabras, juegos… — vivir una existencia solitaria, sin tener absolutamente a nadie incluso aunque fuera algo riesgoso… — No me malinterpretes. No soy tan idiota como para no saber que la pérdida siempre es una posibilidad. Estamos en guerra, cada minuto del día que pasa representa un riesgo para aquellos a los que quiero, más aún dentro del desconocimiento que poseo. ¿Pero por qué rayos me privaría de algo así? Las pérdidas duelen más de lo que podría poner en palabras, cada una de ellas es una herida que se hunde contra mi piel, ¿pero sabes qué más deja marca? todo aquello que pude vivir con aquellos que quise. Y es una marca mucho más grande que vale cada gota de dolor, cada lágrima que después acabe dando por ellos. — y sí, he pasado por un infierno personal. Por muchos de ellos. Pasé meses encerrada en una celda con un dementor alimentándose de cada momento feliz que poseía. Torturada día tras día, sin descanso, ¿y al final? Cada recuerdo robado, cada momento de dolor, TODO, había valido la pena. Porque incluso dentro de esos meses, todavía tenía memorias que opacaban cada rastro de tristeza que me sobrepasó en aquel entonces. ¿Había veces que lo olvidaba? Seguro, hubieron días que no creí poder salir de dónde estaba, pero lo había logrado. — ¿Por qué peleas, Rebecca? ¿Qué es lo que te motiva a salir de tu cama todas las mañanas y seguir adelante? Porque yo sé que peleo por mí, por vivir cada día. Pero lo hago con la esperanza de poder hacerlo en compañía de las personas que me importan. ¿Qué sentido tendría vivir solo para mí o para las cosas materiales que pudiese obtener?
— ¿De verdad no tienes a nadie? No me refiero siquiera a alguien a quien puedas considerar familia. Sino que alguien con quien compartir las cosas que te hacen feliz, las cosas que te preocupan. Momentos, recuerdos, palabras, juegos… — vivir una existencia solitaria, sin tener absolutamente a nadie incluso aunque fuera algo riesgoso… — No me malinterpretes. No soy tan idiota como para no saber que la pérdida siempre es una posibilidad. Estamos en guerra, cada minuto del día que pasa representa un riesgo para aquellos a los que quiero, más aún dentro del desconocimiento que poseo. ¿Pero por qué rayos me privaría de algo así? Las pérdidas duelen más de lo que podría poner en palabras, cada una de ellas es una herida que se hunde contra mi piel, ¿pero sabes qué más deja marca? todo aquello que pude vivir con aquellos que quise. Y es una marca mucho más grande que vale cada gota de dolor, cada lágrima que después acabe dando por ellos. — y sí, he pasado por un infierno personal. Por muchos de ellos. Pasé meses encerrada en una celda con un dementor alimentándose de cada momento feliz que poseía. Torturada día tras día, sin descanso, ¿y al final? Cada recuerdo robado, cada momento de dolor, TODO, había valido la pena. Porque incluso dentro de esos meses, todavía tenía memorias que opacaban cada rastro de tristeza que me sobrepasó en aquel entonces. ¿Había veces que lo olvidaba? Seguro, hubieron días que no creí poder salir de dónde estaba, pero lo había logrado. — ¿Por qué peleas, Rebecca? ¿Qué es lo que te motiva a salir de tu cama todas las mañanas y seguir adelante? Porque yo sé que peleo por mí, por vivir cada día. Pero lo hago con la esperanza de poder hacerlo en compañía de las personas que me importan. ¿Qué sentido tendría vivir solo para mí o para las cosas materiales que pudiese obtener?
De eso se trata precisamente, la nula expectativa de que algo pueda perdurar, la lista innumerable de razones por las que una decide no comenzar un vínculo con algo, se sigue delante de todas maneras, se trata de ir poniendo un pie detrás del otro, que un día se suceda a otro. Se quiera o no, ciertas personas adquieren una importancia que hace que las mire de soslayo cada tanto, pero no establezco con ellos un vínculo que los ligue a mí, he perdido esa posesividad que es real y necesaria en las relaciones, ese «mi» acompañado de otra palabra que las coloca en un lugar de mi vida, por la cual mis acciones estén condicionadas al impacto que puedan tener esa persona y también así en un sentido inverso. Entre todas las cosas tampoco espero que se mantengan a mi lado, he probado de todas las maneras, mucha coacción y de vez en cuando un ruego, nunca se quedan. Y que se muevan de una manera en la que quedemos en bandos enfrentados es algo con lo que sé convivir, también de que se esfumen en una nada desde la que ya no pueden responder.
—Hay personas— digo, —pero lo que comparto con ellos no creo que coincida con lo que estás tratando de ilustrar—, esto no es reciente, no es algo que justifique a partir de las decepciones, sino desde mi casi innata reserva, a lo retraída que he sabido ser desde niña, incapaz de compartir cosas mías y sin embargo, dejando pedazos como vidrios de bordes sucios de sangre en cada lugar que he estado, quien lo recoge siempre termina con cortes en la piel. La escucho hablar con una media sonrisa, no creo que pueda pensar así alguien que haya dejado su espíritu en la cárcel donde la torturan o en esos espacios donde han experimentado con ella, así que vuelvo a probar con otra estocada del sai para comprobar si sus palabras van en correlación a un carácter de pelea.
—Estás planteando una idea que no es universal, hablas de lo que uno puede vivir con las personas que quiere— murmuro con una calma que marca mi distancia, —pero no sé qué te hace pensar que es así para todos, lo que quiero decir…— digo al arrojar los sai al suelo, —es que esa primera condición, la que va por delante de todos los momentos que se pueda vivir, la parte de personas que queremos y nos quieren, no se cumple para todos. Lo tuyo es un discurso de sentimientos, lo entienden quienes lo experimenten, pero siempre habrá un resto que serán sordos a ese discurso—. Y no, no estoy menospreciando la creencia que la sostiene, a mi manera le hago saber con respeto que no es aplicable a todos, en vez de simplemente oponerme a ello escupiendo mierdas. —También peleo por mí, ya te lo dije— contesto al ir tronando mis nudillos, —sin esperanzas a futuro de nada— aclaro para resaltar mi diferencia con ella, —es un ejercicio de respiración, cada respiración me hace sentir viva, peleo por eso, para escucharme respirar. Porque hubo un tiempo en que no me oía, en que no respiraba, me desesperaba esa silencio, me sentía enterrada en la nada y podría haberme dejado morir ahí, pero vi mi oportunidad. Así que respiro para decirle al mundo que sigo viva, por derechos que se consideran básicos y tampoco los tuve, peleo por lo más básico de todo. Porque tengo memoria de cuando fui y tuve nada— se lo digo en un tono muy bajo, ausente de toda emoción, con la misma fría precisión con la que mi puño va hacia su rostro, luego hacia su estómago, para ir descargando un golpe tras otro hacia ella con una rapidez que trata de avanzar sobre su intento de defenderse.
—Hay personas— digo, —pero lo que comparto con ellos no creo que coincida con lo que estás tratando de ilustrar—, esto no es reciente, no es algo que justifique a partir de las decepciones, sino desde mi casi innata reserva, a lo retraída que he sabido ser desde niña, incapaz de compartir cosas mías y sin embargo, dejando pedazos como vidrios de bordes sucios de sangre en cada lugar que he estado, quien lo recoge siempre termina con cortes en la piel. La escucho hablar con una media sonrisa, no creo que pueda pensar así alguien que haya dejado su espíritu en la cárcel donde la torturan o en esos espacios donde han experimentado con ella, así que vuelvo a probar con otra estocada del sai para comprobar si sus palabras van en correlación a un carácter de pelea.
—Estás planteando una idea que no es universal, hablas de lo que uno puede vivir con las personas que quiere— murmuro con una calma que marca mi distancia, —pero no sé qué te hace pensar que es así para todos, lo que quiero decir…— digo al arrojar los sai al suelo, —es que esa primera condición, la que va por delante de todos los momentos que se pueda vivir, la parte de personas que queremos y nos quieren, no se cumple para todos. Lo tuyo es un discurso de sentimientos, lo entienden quienes lo experimenten, pero siempre habrá un resto que serán sordos a ese discurso—. Y no, no estoy menospreciando la creencia que la sostiene, a mi manera le hago saber con respeto que no es aplicable a todos, en vez de simplemente oponerme a ello escupiendo mierdas. —También peleo por mí, ya te lo dije— contesto al ir tronando mis nudillos, —sin esperanzas a futuro de nada— aclaro para resaltar mi diferencia con ella, —es un ejercicio de respiración, cada respiración me hace sentir viva, peleo por eso, para escucharme respirar. Porque hubo un tiempo en que no me oía, en que no respiraba, me desesperaba esa silencio, me sentía enterrada en la nada y podría haberme dejado morir ahí, pero vi mi oportunidad. Así que respiro para decirle al mundo que sigo viva, por derechos que se consideran básicos y tampoco los tuve, peleo por lo más básico de todo. Porque tengo memoria de cuando fui y tuve nada— se lo digo en un tono muy bajo, ausente de toda emoción, con la misma fría precisión con la que mi puño va hacia su rostro, luego hacia su estómago, para ir descargando un golpe tras otro hacia ella con una rapidez que trata de avanzar sobre su intento de defenderse.
III. PELEA CUERPO A CUERPO.
Becca: 15 x 2,5 = 37,5 - 17 de defensa de Ava = 20,5 de daño
El miembro 'Rebecca Hasselbach' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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#2 'Alto Riesgo' :
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Escucho cada una de sus palabras con detenimiento, tanto que sus golpes me llegan de improvisto y, para el momento en que mis reflejos actúan lo único que puedo hacer es frenar sus golpes con los antebrazos y retroceder. Tengo maneras de contraatacar, pero el aire que recupero al reponerme de su golpe a mi estómago lo uso para responder con palabras. — ¿Decirle al mundo? El mundo es sordo y ciego, ni gritando a todo pulmón podrás hacer nada para cambiar el hecho de que, a fin de cuentas, el que estés viva solo significa algo para aquellos a los que les importas. Si te mueres ahora, si esta pelea fuese distinta por un minuto ¿te llorarían? ¿habría alguien con el que quisieras tener más tiempo? — no hacía falta que me respondiera, solo que fuera capaz de saber y conocer la respuesta dentro suyo. No eran cosas que a mí particularmente me gustaría pensar, y aún así las respuestas a esas preguntas no las dudaría ni las pensaría siquiera un segundo. — ¿Peleas por lo más básico? ¿por tener derechos? Pues adivina qué es lo que tratamos de conseguir nosotros… Kendrick es la figura que ven porque es el único que legalmente tiene derecho a reclamar algo, pero no lo hace por la familia que nunca conoció. — ¿Acaso creían de verdad que peleaba por los Black? Por los juegos mágicos, por el ideal de supremacía, por una sociedad controlada en base al miedo…
— No he puesto un pie en el nueve desde que lo tomaron, pero el mensaje se me hizo bastante claro. ¿A tí no? — ansiaba ver ese lugar, no por estar en un distrito en el que no todo el mundo me mirara como basura, sino porque quería poder ver a la gente pasear tranquila por la calle en plena luz del día, sin tener que cargar con una etiqueta en la espalda. — Muggles, squibs, criaturas, ¿por qué no pueden tener derechos ellos también? ¿Acaso nos ves haciendo alguna diferencia? La idea es que todos puedan tener algo tan básico como es el derecho a la vida digna. ¿No es eso en lo que dices creer? Supongo que no. Nosotros no adornamos los “derechos” con mansiones con pileta y puestos importantes, con una comodidad falsa que se da en base a la utilidad que puedan darte, como si fueras un objeto y no una persona. No veo a Magnar Aminoff imponiendo servicio militar obligatorio a nadie más que a los licántropos, uhmmmm me pregunto ¿por qué será? ¿Acaso cree que los licántropos tienen más habilidad que cualquier mago no infectado? Supongo que debe ser eso, claro. Pídele que lo exponga de esa manera a la población la próxima vez que dé un discurso. "Los licántropos son más hábiles y poderosos, es por eso que están obligados a prestar servicios al gobierno". Dime como les pega en el orgullo luego. — ruedo los ojos sin poder contenerme y me mantengo en movimiento mientras mi mano va hacia mi espalda. No sé cuál es la reacción que pueda tener Rebecca, pero no quedaré expuesta nuevamente a causa de mi propia idiotez.
— No he puesto un pie en el nueve desde que lo tomaron, pero el mensaje se me hizo bastante claro. ¿A tí no? — ansiaba ver ese lugar, no por estar en un distrito en el que no todo el mundo me mirara como basura, sino porque quería poder ver a la gente pasear tranquila por la calle en plena luz del día, sin tener que cargar con una etiqueta en la espalda. — Muggles, squibs, criaturas, ¿por qué no pueden tener derechos ellos también? ¿Acaso nos ves haciendo alguna diferencia? La idea es que todos puedan tener algo tan básico como es el derecho a la vida digna. ¿No es eso en lo que dices creer? Supongo que no. Nosotros no adornamos los “derechos” con mansiones con pileta y puestos importantes, con una comodidad falsa que se da en base a la utilidad que puedan darte, como si fueras un objeto y no una persona. No veo a Magnar Aminoff imponiendo servicio militar obligatorio a nadie más que a los licántropos, uhmmmm me pregunto ¿por qué será? ¿Acaso cree que los licántropos tienen más habilidad que cualquier mago no infectado? Supongo que debe ser eso, claro. Pídele que lo exponga de esa manera a la población la próxima vez que dé un discurso. "Los licántropos son más hábiles y poderosos, es por eso que están obligados a prestar servicios al gobierno". Dime como les pega en el orgullo luego. — ruedo los ojos sin poder contenerme y me mantengo en movimiento mientras mi mano va hacia mi espalda. No sé cuál es la reacción que pueda tener Rebecca, pero no quedaré expuesta nuevamente a causa de mi propia idiotez.
El miembro 'Ava E. Ballard' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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#2 'Alto Riesgo' :
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No le contesto, como toda persona que tiene asumido que su tiempo corre hacia un final cercano, lo que tengo que hacer lo hago, a las personas que debo buscar, las busco, y a una gran mayoría de personas las dejo en el lugar en el que escogieron y que escogí que estén. Carezco de la avaricia de algunos de querer atrapar en sus brazos más de lo que puede caber en ellos, usando al tiempo finito como excusa de esa voracidad de afecto y reconciliación. Este seguirá siendo un sentimiento que me inspirará sorpresa donde sea que tropiece con él, si bien el afecto será siempre ese cristal empañado que la gente esgrime y lo usa para decir que quiere a otros, cuando en sus actos de ausencia está la prueba real de lo que dicen sentir. No es en otros en quienes pienso cuando peleo, el egoísmo ha sido rasgo tatuado en mi carácter desde los días en que deseaba verme libre de la familia que tenía, quienes me imponían pelear con ellos y mi traición me hizo aprender a pelear en solitario.
—Todos peleamos por lo mismo en cierto sentido, es distinto en muchos otros, que quieras señalarme la semejanza y lo triste a mi parecer de que ciertas peleas por derechos se consideren más válidas que otras, no cambia nada…— digo, de todo lo que me ha dicho, es lo único que me queda por responderle con la simpleza de lo honesto. —Sigo con mi pelea. Me preguntaste, te contesté, pero no esperes que confraternice con sentimientos universales de lucha. Hay peleas propias de todos los días que a veces nos colocan en lugares donde nos toca conducir a otros, lo hago porque es donde me colocó mi lucha— le explico, aunque sean discursos paralelos, por el mismo contraste de mentalidad y carácter que puedo percibir en ella. —Si quieres saber con quién peleas, mírame a mí. No soy una ideología, no soy algo que en lo que puedas ver a muchos. Solo soy yo y por eso mismo, peleo como ejercicio de respiración, hasta que efectivamente deje de respirar— sigo, mi predisposición a responder no compensará el hecho de que sigan siendo palabras incomprensibles para ciertos oídos y no espero algo distinto, como mucho que tenga en cuenta que así como muchos al estar en el campo de pelea, se debaten entre el sentimiento comunitario y el egoísmo de sus propios afectos e intereses, tengo un egoísmo mucho más visceral y es lo que abstiene de muchos dilemas.
El ataque hace a las condiciones de vida de los ministros me saca una sonrisa, hasta donde tengo entendido, el chico Black vive en la casa del anterior alcalde, creo que hay ciertas cosas como los lujos que son críticas superficiales que estarán presentes siempre y es lo que sume a la gente en general en banalidades de la guerra, haciendo que pierdan el centro en otras cuestiones sobre lo que está en disputa. —También tú pareces tener una opinión sobre los manejos del cuerpo de defensa del ministerio— digo, ¿en serio espera que me ponga a discutir con ella sobre eso cuando es un pendiente con el mismo presidente y otros ministros? Pendiente que está desde hace mucho antes que llegara. Es un chiste malo que hasta una mujer que peleó como contraria y que lo seguiría haciendo de tener las posibilidades, venga a hacerme señalamientos sobre la discusión interna que sigue habiendo entre magos y criaturas. Solo suspiro, camino hacia ella para colocar mi palma en su frente, hago una ligera presión cuando bajo mis dedos al nacimiento de mi cabello. —Trato de entenderte a ti como soldado, a ti, de manera individual. Es difícil por como abarcas todo, a todos, en tu lucha, a la vez es muy simple si lo entiendo de esa manera. Está bien, puedo retirarme conforme, solo quería comprobar que siguieras respirando, lo haces— la suelto con un empujón leve, así recupero mi distancia con las cosas y le devuelvo a ella su espacio personal. —Ya nos veremos en otro momento.
—Todos peleamos por lo mismo en cierto sentido, es distinto en muchos otros, que quieras señalarme la semejanza y lo triste a mi parecer de que ciertas peleas por derechos se consideren más válidas que otras, no cambia nada…— digo, de todo lo que me ha dicho, es lo único que me queda por responderle con la simpleza de lo honesto. —Sigo con mi pelea. Me preguntaste, te contesté, pero no esperes que confraternice con sentimientos universales de lucha. Hay peleas propias de todos los días que a veces nos colocan en lugares donde nos toca conducir a otros, lo hago porque es donde me colocó mi lucha— le explico, aunque sean discursos paralelos, por el mismo contraste de mentalidad y carácter que puedo percibir en ella. —Si quieres saber con quién peleas, mírame a mí. No soy una ideología, no soy algo que en lo que puedas ver a muchos. Solo soy yo y por eso mismo, peleo como ejercicio de respiración, hasta que efectivamente deje de respirar— sigo, mi predisposición a responder no compensará el hecho de que sigan siendo palabras incomprensibles para ciertos oídos y no espero algo distinto, como mucho que tenga en cuenta que así como muchos al estar en el campo de pelea, se debaten entre el sentimiento comunitario y el egoísmo de sus propios afectos e intereses, tengo un egoísmo mucho más visceral y es lo que abstiene de muchos dilemas.
El ataque hace a las condiciones de vida de los ministros me saca una sonrisa, hasta donde tengo entendido, el chico Black vive en la casa del anterior alcalde, creo que hay ciertas cosas como los lujos que son críticas superficiales que estarán presentes siempre y es lo que sume a la gente en general en banalidades de la guerra, haciendo que pierdan el centro en otras cuestiones sobre lo que está en disputa. —También tú pareces tener una opinión sobre los manejos del cuerpo de defensa del ministerio— digo, ¿en serio espera que me ponga a discutir con ella sobre eso cuando es un pendiente con el mismo presidente y otros ministros? Pendiente que está desde hace mucho antes que llegara. Es un chiste malo que hasta una mujer que peleó como contraria y que lo seguiría haciendo de tener las posibilidades, venga a hacerme señalamientos sobre la discusión interna que sigue habiendo entre magos y criaturas. Solo suspiro, camino hacia ella para colocar mi palma en su frente, hago una ligera presión cuando bajo mis dedos al nacimiento de mi cabello. —Trato de entenderte a ti como soldado, a ti, de manera individual. Es difícil por como abarcas todo, a todos, en tu lucha, a la vez es muy simple si lo entiendo de esa manera. Está bien, puedo retirarme conforme, solo quería comprobar que siguieras respirando, lo haces— la suelto con un empujón leve, así recupero mi distancia con las cosas y le devuelvo a ella su espacio personal. —Ya nos veremos en otro momento.
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