OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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La verdad es que desde que se fue Weynart siento que las cosas funcionan mejor. Que no se me malinterprete, yo tuve mi ascenso cuando él estaba en decaída, supongo que mi percepción también se ve sesgada por este hecho, pero al final la clave de todo es que, tras una ejecución notable (si lo comparamos con cómo funcionaban las cosas antes en el departamento de aurores, claro, soy perfectamente consciente del gran margen de mejora que hay todavía) en el Departamento de Misterios y con el ascenso de Hasselbach a Ministra de Defensa, estoy mucho más cómoda con mi propia posición de poder dentro del Departamento.
Tengo ganas de encontrarme con ella. De una conversación sobre la defensa de NeoPanem. Están pasando cosas que escapan al conocimiento de demasiada gente, y siento la necesidad de no quedarme fuera. Al fin y al cabo, si quiero dirigir bien al equipo de aurores de este país, tendré que ser consecuente con lo que decidan y opinen las altas esferas, ¿no? Y Hasselbach está en esas esferas. Así que, con la mirada segura, me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja mientras camino, enfundada en el uniforme de auror y con un paso firme, por los pasillos del Ministerio, dirigiéndome a lo que antes era el despacho de Weynart, donde yo era reacia a acercarme, y lo que ahora es un sitio al que hasta tengo ganas de ir. Así que llego a la puerta (habiendo avisado, claramente, de mi visita antes de presentarme, y llamo golpeándola suavemente con los nudillos —Soy Kenna Richards— anuncio, para que sepa de quién se trata cuando venga a abrirme.
Al final, recae sobre nosotras la responsabilidad de hacer las cosas bien. Principalmente sobre ella. Luego sobre mí y sobre la persona que cargue de ahora en adelante el peso y la responsabilidad de estar al mando del Escuadrón de Licántropos. Tenemos que coordinarnos bien. Tiene que haber más comunicación. Sin duda más de la que había con Weynart en su momento.
Tengo ganas de encontrarme con ella. De una conversación sobre la defensa de NeoPanem. Están pasando cosas que escapan al conocimiento de demasiada gente, y siento la necesidad de no quedarme fuera. Al fin y al cabo, si quiero dirigir bien al equipo de aurores de este país, tendré que ser consecuente con lo que decidan y opinen las altas esferas, ¿no? Y Hasselbach está en esas esferas. Así que, con la mirada segura, me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja mientras camino, enfundada en el uniforme de auror y con un paso firme, por los pasillos del Ministerio, dirigiéndome a lo que antes era el despacho de Weynart, donde yo era reacia a acercarme, y lo que ahora es un sitio al que hasta tengo ganas de ir. Así que llego a la puerta (habiendo avisado, claramente, de mi visita antes de presentarme, y llamo golpeándola suavemente con los nudillos —Soy Kenna Richards— anuncio, para que sepa de quién se trata cuando venga a abrirme.
Al final, recae sobre nosotras la responsabilidad de hacer las cosas bien. Principalmente sobre ella. Luego sobre mí y sobre la persona que cargue de ahora en adelante el peso y la responsabilidad de estar al mando del Escuadrón de Licántropos. Tenemos que coordinarnos bien. Tiene que haber más comunicación. Sin duda más de la que había con Weynart en su momento.
De las rutinas de mi cargo una de las tediosas es tener que pasar por la oficina cada tanto porque una llamada, una cita o una notificación así lo requieren, prefiero cansar mis pies andando de un lado al otro de la base de seguridad a tener que quedarme entre paredes y estoy abotonándome la chaqueta para abandonar el despacho cuando escucho la voz al otro lado de la puerta, que podría reconocer aún si no me diera el nombre. He necesito pocas veces hablar con Richards, quien asumió antes que yo como jefa de aurores y su desempeño en los momentos cruciales consiguió que confiará en sus capacidades como para cuestionarlos al ser nombrada ministra con un incómoda charla sobre cómo debería reconducirse el departamento de seguridad.
Es un hecho que hay cosas sobre las que seguir trabajando, el robo al departamento de misterios lo dejó en claro, también que hay sobre lo que trabajar y eso es bueno, peor es tratar de hacer algo a partir de un ejército de inútiles, no es el caso. Tiendo a pensar que los soldados necesitan de líderes que no duden al cruzar límites para estar seguros de seguirlos, los líderes que dudan deberían volver a ser soldados rasos y replantearse por qué luchan. Y no es un detalle menor que las cabecillas del área militar del ministerio seamos mujeres, toca dejar en claro que los ovarios muchas veces tienen lo que le faltan a un par de pelotas. —Pasa— la llamo, en vez de volver a la silla detrás del escritorio me coloco al frente de este para sentarme en el borde. —¿Sucede algo, Richards?— pregunto nada más verla cruzar la puerta, eso va por delante de cualquier cosa que pueda comentarle, el que trabaje codo a codo con tantas personas, en ocasiones magos y brujas conservadores a tener como colega a quien hasta poco fue una paria, está lejos de abrirme espacios para charlas y visitas de cortesía.
Es un hecho que hay cosas sobre las que seguir trabajando, el robo al departamento de misterios lo dejó en claro, también que hay sobre lo que trabajar y eso es bueno, peor es tratar de hacer algo a partir de un ejército de inútiles, no es el caso. Tiendo a pensar que los soldados necesitan de líderes que no duden al cruzar límites para estar seguros de seguirlos, los líderes que dudan deberían volver a ser soldados rasos y replantearse por qué luchan. Y no es un detalle menor que las cabecillas del área militar del ministerio seamos mujeres, toca dejar en claro que los ovarios muchas veces tienen lo que le faltan a un par de pelotas. —Pasa— la llamo, en vez de volver a la silla detrás del escritorio me coloco al frente de este para sentarme en el borde. —¿Sucede algo, Richards?— pregunto nada más verla cruzar la puerta, eso va por delante de cualquier cosa que pueda comentarle, el que trabaje codo a codo con tantas personas, en ocasiones magos y brujas conservadores a tener como colega a quien hasta poco fue una paria, está lejos de abrirme espacios para charlas y visitas de cortesía.
Me apresuro a entrar en su despacho en cuanto me da el visto bueno, porque tampoco quiero perder tiempo, ni hacérselo perder a ella. Cierro la puerta detrás de mí y miro a mi jefa con una sonrisa cordial —Nada en concreto, pero quería hablar— reconozco. Nada concreto es tal vez una pequeña exageración, sí que hay cosas concretas que quiero comentar, pero más sobre el funcionamiento de todo esto que de cosas concretas. Sí, podría hablar sobre cómo me parece dudosa la forma en la que los puestos fluctúan en este departamento (y no lo digo por ella, más bien por Weynart u otra gente), o cómo hay gente que hace dos días estaban en la lista negra de NeoPanem y ahora campan tan anchos con sus uniformes de Defensa.
Pero supongo que esos temas a mí me quedan muy lejos y no tengo ni voz ni voto en ellos, pese a ser la Jefa de Aurores. Yo lo único que quiero ahora mismo es que se me comuniquen las cosas. Más información. Así que me acerco un poco a Hasselbach y me cruzo de brazos —Venía a hablar sobre la comunicación dentro del Ministerio de Defensa y sobre mi puesto y el departamento de Aurores en general— le comunico, directa, porque tampoco es cuestión de ir con rodeos cuando tengo clarísimo en mi cabeza los temas que quiero tocar —¿Va bien si hablamos ahora, o estás muy ocupada?— pregunto, señalando las sillas que hay en su despacho, indicando que si no está extremadamente liada tal vez nos podemos sentar ahí a hablar un rato.
Y sonrío internamente pensando que se me hace mucho más cómoda esta situación, con ella al mando del Ministerio de Defensa, que cuando estaba Riorden Weynart. Nada personal, supongo, solamente las sensaciones que desprenden ciertas personas. Y con Rebecca Hasselbach siento que, sin importar los motivos por los que ha terminado ella en este puesto, que no soy quién para cuestionarlos o ponerlos en duda, es una persona con la que el departamento podrá avanzar. Y es lo que me importa.
Pero supongo que esos temas a mí me quedan muy lejos y no tengo ni voz ni voto en ellos, pese a ser la Jefa de Aurores. Yo lo único que quiero ahora mismo es que se me comuniquen las cosas. Más información. Así que me acerco un poco a Hasselbach y me cruzo de brazos —Venía a hablar sobre la comunicación dentro del Ministerio de Defensa y sobre mi puesto y el departamento de Aurores en general— le comunico, directa, porque tampoco es cuestión de ir con rodeos cuando tengo clarísimo en mi cabeza los temas que quiero tocar —¿Va bien si hablamos ahora, o estás muy ocupada?— pregunto, señalando las sillas que hay en su despacho, indicando que si no está extremadamente liada tal vez nos podemos sentar ahí a hablar un rato.
Y sonrío internamente pensando que se me hace mucho más cómoda esta situación, con ella al mando del Ministerio de Defensa, que cuando estaba Riorden Weynart. Nada personal, supongo, solamente las sensaciones que desprenden ciertas personas. Y con Rebecca Hasselbach siento que, sin importar los motivos por los que ha terminado ella en este puesto, que no soy quién para cuestionarlos o ponerlos en duda, es una persona con la que el departamento podrá avanzar. Y es lo que me importa.
Hago un movimiento con mis manos invitándolo a que lo haga, si la razón de su visita es hablar. Bien se sabe que la plática no es algo en lo que crea que se deba dedicar más tiempo que el que se necesita para dar órdenes o ponernos de acuerdo, pero tratándose de alguien que tiene una jefatura a su cargo y esa jefatura a su vez está dentro de mi competencia, puedo darle más que unos pocos minutos. Es lo que pretendo al sentarme en el borde del escritorio, dejando que sea ella quien elija si prefiere una de las sillas o continuar parada. Personalmente, me arrellano en mi silla detrás del escritorio, solo si busco que la persona que está enfrente se sienta incómoda. No es el caso, salvo que esa sea la intención de Richards para conmigo al plantearme una cuestión tan amplia que me lleva a arquear una ceja, pocos son los que preguntan sobre esto tan abiertamente cuando la mayoría trata de moverse dentro de sus funciones, sin meterse en las de otros, para que no se metan en las propias. —No estoy ocupada y en vistas de que eres quien lo plantea, aprovecharé la ocasión para que podamos hablar largo y tendido sobre esto— digo y entonces sí rodeo el escritorio para sentarme detrás, arrastro mi silla para que mis brazos queden sobre la superficie despejada de papeles. — Quizás deberíamos invitar a Weynart, después de todo es nuestro otro jefe del departamento, y quizás a Valerie o Marcel del escuadrón licántropo…—, que me quemen la piel antes de convocar a Franco a una reunión de estas.
—Hablemos primero de lo que nos corresponde a ambas, el escuadrón de aurores— tamborileo mis dedos sobre la mesa para dar inicio a esta conversación para la que tengo varios nombres apuntados. —¿No crees que Ingrid Helmuth está muy mayor para seguir desempeñándose como auror? Si es un estorbo, podríamos sugerirle un retiro temprano o que siga en la base como entrenadora. Porque no vamos a negar que las camadas más jóvenes necesitan de un entrenamiento más estricto. Tu desempeño delante de los rebeldes fue excelente, se nota que tienes más destrezas en duelo que muchos,— lo remarco, porque se lo merece, —¿pero no te pareció lamentable que adolescentes entre los rebeldes supieran usar maldiciones imperdonables y no les temblara el pulso para usarlas? Y nuestros aurores que le llevan unos pocos años parecían estudiantes de primero en el Royal—, aquí es donde comienza su trabajo.
»¿Qué opinas de Alexa Romanov? Se ve que es una chica con potencial, su hermano Luka Romonav por poco no quedó tirado en el suelo como un trapo rotoso. ¿Donnadieu? También tuvo un buen desempeño en el departamento de misterios. ¿Y Lancaster?— pregunto, tuve una charla de tinte personal con Alecto. Si bien nunca llegué a cumplir la amenaza de ir con Richards para hablar por ella, me interesa lo que pueda decirme alguien que si tiene una autoridad que respete, porque la mía no es más que contraprudente en el mal carácter de la muchacha. —¿Cómo va la comunicación en tu escuadrón? ¿Qué tanto los conoces?— se lo planteo de esa manera. —Antes de mirar para arriba, miremos para abajo. ¿Eres una líder o una jefa, Richards?— otra pregunta poniéndola a prueba al entrelazar mis manos sobre la mesa y esperar su respuesta.
—Hablemos primero de lo que nos corresponde a ambas, el escuadrón de aurores— tamborileo mis dedos sobre la mesa para dar inicio a esta conversación para la que tengo varios nombres apuntados. —¿No crees que Ingrid Helmuth está muy mayor para seguir desempeñándose como auror? Si es un estorbo, podríamos sugerirle un retiro temprano o que siga en la base como entrenadora. Porque no vamos a negar que las camadas más jóvenes necesitan de un entrenamiento más estricto. Tu desempeño delante de los rebeldes fue excelente, se nota que tienes más destrezas en duelo que muchos,— lo remarco, porque se lo merece, —¿pero no te pareció lamentable que adolescentes entre los rebeldes supieran usar maldiciones imperdonables y no les temblara el pulso para usarlas? Y nuestros aurores que le llevan unos pocos años parecían estudiantes de primero en el Royal—, aquí es donde comienza su trabajo.
»¿Qué opinas de Alexa Romanov? Se ve que es una chica con potencial, su hermano Luka Romonav por poco no quedó tirado en el suelo como un trapo rotoso. ¿Donnadieu? También tuvo un buen desempeño en el departamento de misterios. ¿Y Lancaster?— pregunto, tuve una charla de tinte personal con Alecto. Si bien nunca llegué a cumplir la amenaza de ir con Richards para hablar por ella, me interesa lo que pueda decirme alguien que si tiene una autoridad que respete, porque la mía no es más que contraprudente en el mal carácter de la muchacha. —¿Cómo va la comunicación en tu escuadrón? ¿Qué tanto los conoces?— se lo planteo de esa manera. —Antes de mirar para arriba, miremos para abajo. ¿Eres una líder o una jefa, Richards?— otra pregunta poniéndola a prueba al entrelazar mis manos sobre la mesa y esperar su respuesta.
Parece abierta a tener una conversación sobre esto tan larga como sea necesario, lo cual hace que tome asiento, cómoda, con una sonrisa en los labios. Desde que me dieron el puesto he tenido claro que quiero hacer las cosas bien, y eso pasa inevitablemente por una buena relación con mi jefa más directa. Y, como puntualiza también, con las personas más fuertes o al mando de los otros departamentos. Aunque encontrarme con según quién me sigue dando pereza, hay que anteponer lo profesional a lo personal —Sí, estaría bien hacer una reunión así... Coordinarnos mejor para futuras ocasiones— coincido. Que los tres departamentos, el de criaturas, el de aurores y el de licántropos, vayan tan por separado nos suele jugar más a la contra que otra cosa. Y, a mi parecer, limita las opciones de defensa en muchas ocasiones. Entonces Hasselbach empieza a hacer un repaso por todos mis aurores y no puedo ocultar una pequeña sonrisa al ver que es una persona que realmente hace su trabajo y conoce nombres y apellidos de la gente que tiene bajo su mando. Eso ya inspira mucha más confianza. Escucho sus palabras con atención, tratando de no mostrar orgullo alguno cuando destaca mi desempeño en el último encuentro desafortunado que tuvimos con los rebeldes. Pero realmente lo hice bien, y creo que me he ganado, o me estoy ganando todavía, poder estar aquí ahora mismo.
Cuando termina de hablar estiro los brazos levemente y cruzo mis piernas, colocando una encima de la otra. Me dejo unos segundos para pensar bien mis respuestas, y luego alzo la mirada hacia ella, que ya se ha sentado detrás de su escritorio —Ingrid Helmuth... Dobla en edad a muchos aurores del escuadrón, pero tiene un bagaje y una experiencia detrás que la convierte en un buen atributo para el escuadrón— hago una pequeña pausa —. Sin embargo... Me inquietan más los vínculos emocionales y los lazos familiares. No podemos ignorar que dos de sus hijos están en el escuadrón. Y me preocupa que eso haga que en un momento dado se tome una decisión llevada por el amor o el afán de proteger a los suyos, en detrimento de la seguridad del cuerpo de aurores. En el ministerio sé que estuvo luchando junto a su hijo, y... No sé bien cómo fue eso porque no estaba con ellos en ese momento, pero tengo entendido que Luka no terminó demasiado bien— expreso, sincera —. Tal vez estaría bien tener una conversación con ella. Ver cómo de dispuesta está a dar un paso a un lado y ayudar a que el escuadrón se desempeñe desde otro punto. Entrenando, ayudando, aconsejando...— me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja —. Porque sí, me pareció lamentable ver a esos rebeldes que ni eran mayores de edad usando maldiciones como lo hicieron... Pero me pareció todavía más lamentable que algunos miembros de mi escuadrón cayeran o se acobardaran ante ello en vez de ejercer una buena defensa y contraatacar con más fuerza— sentencio.
Sin duda a mis aurores les hace falta entrenar duro. A algunos más que otros. Y eso me llega a seguir hablando de los miembros que ella ha ido mencionando —Alexa Romanov tiene muchísimo potencial. Hizo un trabajo excelente en el Ministerio, creo que si sigue como hasta ahora podrá llegar a ser una de las mejores del escuadrón. Si es que no lo es, ya. Su hermano, Luka... Bueno. Necesita ponerse las pilas. Creo que tiene mucho margen de mejora y que si trabaja puede llegar a ser bueno. Ya tenía en mente hablar con él para que trabajara más duro, pero viendo que no soy la única que lo piensa trataré de tener esa conversación cuanto antes— asiento, decidida. Me está gustando esta conversación. Principalmente porque ha hecho muchas preguntas, interesada y con conocimiento de causa, en vez de dejar que hable yo directamente. Y eso dice mucho de ella —Donnadieu lo hizo bien. Mucho mejor que otros aurores. Y Lancaster... Bueno. No lo hizo tan bien— hago una pequeña mueca —. Siento que no les falta ganas de nada, pero que sí les falta entrenamiento y constancia. Ser auror no es patrullar por calles de distritos y resolver hurtos sin importancia. Es estar preparada para lo que te venga encima. Y creo que muchos no lo están— termino —. En parte venía aquí para hablar de nuevas formas de entrenamiento. Nuevos métodos y áreas de magia y técnica que no se exploran lo suficiente. Para pedir luz verde en eso— aclaro, para que vea que realmente le he estado dando vueltas.
La última pregunta que me lanza es la más complicada de todas. Porque es la que hará que exponga todo lo que va mal con mi forma de llevar el escuadrón hasta ahora —Creo que la comunicación con mi escuadrón ni es suficiente ni es constante. Y lo mismo con cuánto les conozco. Creo que aterricé de repente en el puesto, tanto para ellos como para mí misma, y eso nos dejó un poco en un limbo— no tengo claro por qué me lo dieron, todavía. Tal vez por Overstrand, o por Brawn en su momento. O porque soy de las aurores que ha entrenado más duro, esto tampoco lo vamos a negar —Sé que tengo fallos pero para nada los ignoro. Y estoy trabajando en ello y seguiré haciéndolo. Creo que al escuadrón de aurores le ha faltado durante mucho tiempo una serie de objetivos fijos y concretos, y es lo que quiero establecer. Entrenamientos más duros, más constantes, obligatorios. No quiero una jerarquía meramente meritocrática dentro del escuadrón, pero sí que aquellos menos fuertes se sientan motivados por los más desempeñados. Que el escuadrón mejore. Y creo que puedo trabajar para conseguirlo— digo, segura pero con precaución —. Porque creo que hasta ahora he sido más una mera jefa que una líder, pero que tengo potencial y ganas para ser ambas cosas, dependiendo de lo que el momento me pida. Lo que tengo claro es que no quiero ser solamente una jefa que da órdenes. Quiero motivar al escuadrón y guiarlo hacia la mejora— termino, recostándome en el respaldo de la silla, temiendo haber hablado demasiado pero contenta de estar teniendo esta conversación.
Cuando termina de hablar estiro los brazos levemente y cruzo mis piernas, colocando una encima de la otra. Me dejo unos segundos para pensar bien mis respuestas, y luego alzo la mirada hacia ella, que ya se ha sentado detrás de su escritorio —Ingrid Helmuth... Dobla en edad a muchos aurores del escuadrón, pero tiene un bagaje y una experiencia detrás que la convierte en un buen atributo para el escuadrón— hago una pequeña pausa —. Sin embargo... Me inquietan más los vínculos emocionales y los lazos familiares. No podemos ignorar que dos de sus hijos están en el escuadrón. Y me preocupa que eso haga que en un momento dado se tome una decisión llevada por el amor o el afán de proteger a los suyos, en detrimento de la seguridad del cuerpo de aurores. En el ministerio sé que estuvo luchando junto a su hijo, y... No sé bien cómo fue eso porque no estaba con ellos en ese momento, pero tengo entendido que Luka no terminó demasiado bien— expreso, sincera —. Tal vez estaría bien tener una conversación con ella. Ver cómo de dispuesta está a dar un paso a un lado y ayudar a que el escuadrón se desempeñe desde otro punto. Entrenando, ayudando, aconsejando...— me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja —. Porque sí, me pareció lamentable ver a esos rebeldes que ni eran mayores de edad usando maldiciones como lo hicieron... Pero me pareció todavía más lamentable que algunos miembros de mi escuadrón cayeran o se acobardaran ante ello en vez de ejercer una buena defensa y contraatacar con más fuerza— sentencio.
Sin duda a mis aurores les hace falta entrenar duro. A algunos más que otros. Y eso me llega a seguir hablando de los miembros que ella ha ido mencionando —Alexa Romanov tiene muchísimo potencial. Hizo un trabajo excelente en el Ministerio, creo que si sigue como hasta ahora podrá llegar a ser una de las mejores del escuadrón. Si es que no lo es, ya. Su hermano, Luka... Bueno. Necesita ponerse las pilas. Creo que tiene mucho margen de mejora y que si trabaja puede llegar a ser bueno. Ya tenía en mente hablar con él para que trabajara más duro, pero viendo que no soy la única que lo piensa trataré de tener esa conversación cuanto antes— asiento, decidida. Me está gustando esta conversación. Principalmente porque ha hecho muchas preguntas, interesada y con conocimiento de causa, en vez de dejar que hable yo directamente. Y eso dice mucho de ella —Donnadieu lo hizo bien. Mucho mejor que otros aurores. Y Lancaster... Bueno. No lo hizo tan bien— hago una pequeña mueca —. Siento que no les falta ganas de nada, pero que sí les falta entrenamiento y constancia. Ser auror no es patrullar por calles de distritos y resolver hurtos sin importancia. Es estar preparada para lo que te venga encima. Y creo que muchos no lo están— termino —. En parte venía aquí para hablar de nuevas formas de entrenamiento. Nuevos métodos y áreas de magia y técnica que no se exploran lo suficiente. Para pedir luz verde en eso— aclaro, para que vea que realmente le he estado dando vueltas.
La última pregunta que me lanza es la más complicada de todas. Porque es la que hará que exponga todo lo que va mal con mi forma de llevar el escuadrón hasta ahora —Creo que la comunicación con mi escuadrón ni es suficiente ni es constante. Y lo mismo con cuánto les conozco. Creo que aterricé de repente en el puesto, tanto para ellos como para mí misma, y eso nos dejó un poco en un limbo— no tengo claro por qué me lo dieron, todavía. Tal vez por Overstrand, o por Brawn en su momento. O porque soy de las aurores que ha entrenado más duro, esto tampoco lo vamos a negar —Sé que tengo fallos pero para nada los ignoro. Y estoy trabajando en ello y seguiré haciéndolo. Creo que al escuadrón de aurores le ha faltado durante mucho tiempo una serie de objetivos fijos y concretos, y es lo que quiero establecer. Entrenamientos más duros, más constantes, obligatorios. No quiero una jerarquía meramente meritocrática dentro del escuadrón, pero sí que aquellos menos fuertes se sientan motivados por los más desempeñados. Que el escuadrón mejore. Y creo que puedo trabajar para conseguirlo— digo, segura pero con precaución —. Porque creo que hasta ahora he sido más una mera jefa que una líder, pero que tengo potencial y ganas para ser ambas cosas, dependiendo de lo que el momento me pida. Lo que tengo claro es que no quiero ser solamente una jefa que da órdenes. Quiero motivar al escuadrón y guiarlo hacia la mejora— termino, recostándome en el respaldo de la silla, temiendo haber hablado demasiado pero contenta de estar teniendo esta conversación.
He tenido una escuela muy distinta a la de los aurores y cazadores que tengo a cargo, tampoco hago uso de esta oficina como lo haría alguien que tenía como meta un puesto en este ministerio, así que todo lo que me dice sobre los aurores a su cargo no toma nota, lo interiorizo de una manera muy distinta, porque en vez de mirar carpetas de expedientes, me interesa más medir el carácter y el desempeño de cada persona en este departamento. Mi sonrisa es imperceptible cuando menciona los vínculos familiares, que sea precisamente para señalar a Ingrid Helmuth y sus hijos, cuando yo también le he preguntado por Alecto. —Las emociones que se involucran en una pelea deben limitarse a la pelea, al rival, si se refieren a algo distinto supone una distracción… a menos que esas emociones sean una motivación. Pero estaría más tranquila si esos casos también podemos controlarlos, usarlos a nuestro beneficio, pensarlos…— murmuro, no dando más detalles porque no hay ningún plan armado sobre esto, y si lo hubiera, necesito saber más sobre cómo piensa para saber si hacerla parte.
Me interesa lo que dice, no hago un comentario de cada cosa, porque me centro en lo que puedo sacar en limpio de sus percepciones y en el repaso que hace de los aurores más jóvenes, algo me obliga a decir cuando el comentario sobre ella es más bien escueto. —Lancaster— vuelvo sobre este apellido, —puedo poner mis manos en el fuego al decir que tiene más potencial que sus otros compañeros— es mi hija, sé qué sangres están mezcladas en ellas, y por mucho que se realce a los nacidos de linaje puro, es mestiza bastarda mía y del hombre que ha logrado posicionarse como una amenaza para Magnar Aminoff. —Pero se empeña en ocultarlo, tiene una vena para auto boicotearse muy peligrosa. No le interesa destacar haciendo las cosas bien y recibiendo halagos como sirve con sus colegas. Ten un ojo puesto en ella para que no sea el punto débil del escuadrón— está dicho.
Pongo recta mi espalda para poder continuar por donde nos interesa. —Eres una auror de experiencia, lo que puedas proponer lo tendré en cuenta para hablarlo con quienes haga falta y conseguir las autorizaciones si no basta la mía— hago un gesto con la mano diciéndole que tiene margen. —Me encargaré de dar tu nombre también— que sé que eso es importante para los que están haciendo carrera en este ministerio. Richards no tiene cara de ser de las que pelean cegadas por una causa, sería entonces un coloso solitario dentro del escuadrón que evitaría las responsabilidades burocráticas que traen una jefatura, está tratando de hacer su trabajo y que se le reconozca. Me dispongo a escucharla en lo que había supuesto que sería una respuesta breve, en cambio obtengo un detalle de sí misma, las aristas que me quiere mostrar para convencerme de que hará bien su trabajo y no la culpo de querer hacerlo. Todos en este departamento, ¿no están un poco desesperados en demostrar que no son tan impotentes como se ha empezado a decir desde que un muchacho de quince años asalta alcaldía y antes de eso, un humano burla todo el sistema de seguridad del ministerio, y mucho antes que eso, antes que yo viniera del norte, fueran otros rebeldes los que colocaran bombas en el ministerio? Hay un largo camino que recorrer para que el departamento de defensa sea siquiera catalogado como decente.
—Richards, te diré una única cosa del departamento de defensa. De todo el departamento, sus tres escuadrones, quiero que me escuches bien— le pido su atención, —puedes hablarme de comunicación, entrenamientos, motivación, todo lo que se te ocurra pero el día de la batalla hay una única cosa que importa y quiero poder verlo de nuestro lado, así como lo veo del lado rebelde— puntualizo, —un frente unido, que cuando nos miremos entre nosotros nos reconozcamos, sepamos al lado de quien peleamos. Se puede destacar de manera individual, pero no quiero que seamos puntos dispersos, los individualismos se potencian cuando somos un frente unido— remarco. Entonces abandono mi silla para ponerme de pie y rodearla, mis manos sobre el respaldo. —Yo soy jefa, doy órdenes. Trabaja para convertirte en una líder. Porque los jefes se colocan al frente en las batallas, pero los líderes las conducen— una sutil diferencia que espero sepa interpretar, entre mantenerse en un sitio o ser una fuerza implacable, —y puedo ver en ti que buscas trayectoria, los caminos se hacen andando.
Me interesa lo que dice, no hago un comentario de cada cosa, porque me centro en lo que puedo sacar en limpio de sus percepciones y en el repaso que hace de los aurores más jóvenes, algo me obliga a decir cuando el comentario sobre ella es más bien escueto. —Lancaster— vuelvo sobre este apellido, —puedo poner mis manos en el fuego al decir que tiene más potencial que sus otros compañeros— es mi hija, sé qué sangres están mezcladas en ellas, y por mucho que se realce a los nacidos de linaje puro, es mestiza bastarda mía y del hombre que ha logrado posicionarse como una amenaza para Magnar Aminoff. —Pero se empeña en ocultarlo, tiene una vena para auto boicotearse muy peligrosa. No le interesa destacar haciendo las cosas bien y recibiendo halagos como sirve con sus colegas. Ten un ojo puesto en ella para que no sea el punto débil del escuadrón— está dicho.
Pongo recta mi espalda para poder continuar por donde nos interesa. —Eres una auror de experiencia, lo que puedas proponer lo tendré en cuenta para hablarlo con quienes haga falta y conseguir las autorizaciones si no basta la mía— hago un gesto con la mano diciéndole que tiene margen. —Me encargaré de dar tu nombre también— que sé que eso es importante para los que están haciendo carrera en este ministerio. Richards no tiene cara de ser de las que pelean cegadas por una causa, sería entonces un coloso solitario dentro del escuadrón que evitaría las responsabilidades burocráticas que traen una jefatura, está tratando de hacer su trabajo y que se le reconozca. Me dispongo a escucharla en lo que había supuesto que sería una respuesta breve, en cambio obtengo un detalle de sí misma, las aristas que me quiere mostrar para convencerme de que hará bien su trabajo y no la culpo de querer hacerlo. Todos en este departamento, ¿no están un poco desesperados en demostrar que no son tan impotentes como se ha empezado a decir desde que un muchacho de quince años asalta alcaldía y antes de eso, un humano burla todo el sistema de seguridad del ministerio, y mucho antes que eso, antes que yo viniera del norte, fueran otros rebeldes los que colocaran bombas en el ministerio? Hay un largo camino que recorrer para que el departamento de defensa sea siquiera catalogado como decente.
—Richards, te diré una única cosa del departamento de defensa. De todo el departamento, sus tres escuadrones, quiero que me escuches bien— le pido su atención, —puedes hablarme de comunicación, entrenamientos, motivación, todo lo que se te ocurra pero el día de la batalla hay una única cosa que importa y quiero poder verlo de nuestro lado, así como lo veo del lado rebelde— puntualizo, —un frente unido, que cuando nos miremos entre nosotros nos reconozcamos, sepamos al lado de quien peleamos. Se puede destacar de manera individual, pero no quiero que seamos puntos dispersos, los individualismos se potencian cuando somos un frente unido— remarco. Entonces abandono mi silla para ponerme de pie y rodearla, mis manos sobre el respaldo. —Yo soy jefa, doy órdenes. Trabaja para convertirte en una líder. Porque los jefes se colocan al frente en las batallas, pero los líderes las conducen— una sutil diferencia que espero sepa interpretar, entre mantenerse en un sitio o ser una fuerza implacable, —y puedo ver en ti que buscas trayectoria, los caminos se hacen andando.
La escucho con atención mientras habla de las emociones, pensando que comparto lo que dice pero que le veo una gran dificultad a la hora de aplicarlo. ¿Cómo podemos controlar las emociones de los aurores del escuadrón, más si implican vínculos familiares? Es muy complicado. Y es más complicado todavía usarlo en nuestro favor. Habrá que darle un par de vueltas a todo eso, ya dedicaré tiempo a pensarlo. Por ahora me limito a asentir levemente con la cabeza, mostrando que estoy de acuerdo con ella, con que hay que trabajar en eso y que pienso hacerlo cuanto antes. Por el bien del escuadrón. Ella va respondiendo a algunas de mis intervenciones con información que yo grabo en mi cabeza con firmeza. Lancaster y su aparente potencial autoboicoteado es un tema interesante y que quiero abordar. Para mí, el equilibrio y el buen funcionamiento del escuadrón no radica en potenciar a los que van bien y olvidar a los que no se esfuerzan tanto, sino en motivar a todo el mundo por igual y crear sinergias que permitan que cada uno aporte lo que pueda, de la forma más interesante, creando un equipo que sepa luchar junto, pese a las diferencias que pueda haber en lo personal, los lazos emocionales o cualquier circunstancia externa al escuadrón —No será el punto débil del escuadrón. Me encargaré personalmente de ello— digo, simplemente. Es un buen lugar por donde empezar, supongo.
Asiento con la cabeza cuando expone que me facilitará las herramientas que pueda necesitar en las propuestas que presente para el mejor funcionamiento del escuadrón. Cuando menciona que también dará mi nombre aprieto los labios durante un instante —No hace falta que des mi nombre. Ya lo darás más adelante si consigo lo que me propongo— le digo, arqueando levemente las cejas. Entiendo que ella no es una ministra como tantas otras, que su aspiración no es el poder o el control. No hay más que ver el trato que tiene con gente del Ministerio, su poco paso por su despacho o el hecho de que apenas haya tomado apuntes durante toda la conversación, algo que he visto hacer en muchas otras ocasiones. Pero creo que mucha gente, dada mi edad y mi repentino ascenso, piensa que tengo una aspiración de poder o de crecimiento que no existe, realmente, dentro de mí. No quiero ser ministra, ni adentrarme en un mundo de burocracia y formalidades. Estoy en el puesto que antaño ostentó mi madre, y mi único objetivo ahora mismo es hacerlo bien, sentir que, si mi madre me viera ahora, estaría orgullosa... Y luchar por mis principios y la seguridad de la gente.
Cruzo los brazos mientras habla de lo que quiere para el Departamento de Defensa. Juego con mi labio inferior entre mis dientes y cuando termina de hablar la miro a los ojos —Yo busco lo mejor para el escuadrón de aurores y para su funcionamiento. Busco que, por una vez, la gente no piense en inutilidad y actuaciones fallidas cuando se mencione el cuerpo de aurores. Esa es la trayectoria a la que aspiro ahora mismo— puntualizo —. Puedo trabajar para encontrar el lugar adecuado para mí dentro del escuadrón, pero si lo que buscas es un frente unido... No sé cómo quieres conseguirlo, empezando porque hay tres frentes muy separados en la Defensa Nacional— le comento. Claramente yo llevo años siendo auror y he vivido todo el proceso desde esta perspectiva, pero realmente la idea de un frente unido en la batalla cuando cazadores, licántropos y aurores han trabajado siempre tan a su aire... Es raro —Los cazadores tienen unas tareas muy determinadas y alejadas del día a día de los aurores. Y, con total sinceridad, en el cuerpo de aurores vivimos la incorporación del escuadrón licántropo como una forma de decirnos que nuestro trabajo no era suficiente y que ellos lo harían todo mejor— digo, queriendo que se entienda mi punto —. Yo puedo ser una líder de mi gente, pero necesitamos trabajar codo con codo con los otros equipos. Por lo menos con el escuadrón de licántropos. Y ahora que tú has ascendido, no sé quién es la persona adecuada para liderarles a ellos. Pero necesitamos coordinarnos. Trabajar juntos. Entrenar juntos. Si no sabemos qué pueden aportar los licántropos a las batallas con aurores o viceversa... ¿Podremos actuar con nuestro máximo potencial durante la batalla?— expongo.
Cruzo las piernas, mirándola —Lo que quiero decir con esto, es que creo que necesitamos una persona que asuma el liderazgo del escuadrón de licántropos. Una persona que pueda trabajar conmigo en un plan de coordinación de ambos cuerpos de seguridad— explico. Porque tácticamente sería lo más inteligente —Alguien con quién poder planear estrategias de colaboración, entrenamientos conjuntos, técnicas... Que aurores y licántropos pasen de ser dos cuerpos casi rivales a saber trabajar juntos aprovechando las habilidades y fortalezas de los demás— termino así mi petición.
Asiento con la cabeza cuando expone que me facilitará las herramientas que pueda necesitar en las propuestas que presente para el mejor funcionamiento del escuadrón. Cuando menciona que también dará mi nombre aprieto los labios durante un instante —No hace falta que des mi nombre. Ya lo darás más adelante si consigo lo que me propongo— le digo, arqueando levemente las cejas. Entiendo que ella no es una ministra como tantas otras, que su aspiración no es el poder o el control. No hay más que ver el trato que tiene con gente del Ministerio, su poco paso por su despacho o el hecho de que apenas haya tomado apuntes durante toda la conversación, algo que he visto hacer en muchas otras ocasiones. Pero creo que mucha gente, dada mi edad y mi repentino ascenso, piensa que tengo una aspiración de poder o de crecimiento que no existe, realmente, dentro de mí. No quiero ser ministra, ni adentrarme en un mundo de burocracia y formalidades. Estoy en el puesto que antaño ostentó mi madre, y mi único objetivo ahora mismo es hacerlo bien, sentir que, si mi madre me viera ahora, estaría orgullosa... Y luchar por mis principios y la seguridad de la gente.
Cruzo los brazos mientras habla de lo que quiere para el Departamento de Defensa. Juego con mi labio inferior entre mis dientes y cuando termina de hablar la miro a los ojos —Yo busco lo mejor para el escuadrón de aurores y para su funcionamiento. Busco que, por una vez, la gente no piense en inutilidad y actuaciones fallidas cuando se mencione el cuerpo de aurores. Esa es la trayectoria a la que aspiro ahora mismo— puntualizo —. Puedo trabajar para encontrar el lugar adecuado para mí dentro del escuadrón, pero si lo que buscas es un frente unido... No sé cómo quieres conseguirlo, empezando porque hay tres frentes muy separados en la Defensa Nacional— le comento. Claramente yo llevo años siendo auror y he vivido todo el proceso desde esta perspectiva, pero realmente la idea de un frente unido en la batalla cuando cazadores, licántropos y aurores han trabajado siempre tan a su aire... Es raro —Los cazadores tienen unas tareas muy determinadas y alejadas del día a día de los aurores. Y, con total sinceridad, en el cuerpo de aurores vivimos la incorporación del escuadrón licántropo como una forma de decirnos que nuestro trabajo no era suficiente y que ellos lo harían todo mejor— digo, queriendo que se entienda mi punto —. Yo puedo ser una líder de mi gente, pero necesitamos trabajar codo con codo con los otros equipos. Por lo menos con el escuadrón de licántropos. Y ahora que tú has ascendido, no sé quién es la persona adecuada para liderarles a ellos. Pero necesitamos coordinarnos. Trabajar juntos. Entrenar juntos. Si no sabemos qué pueden aportar los licántropos a las batallas con aurores o viceversa... ¿Podremos actuar con nuestro máximo potencial durante la batalla?— expongo.
Cruzo las piernas, mirándola —Lo que quiero decir con esto, es que creo que necesitamos una persona que asuma el liderazgo del escuadrón de licántropos. Una persona que pueda trabajar conmigo en un plan de coordinación de ambos cuerpos de seguridad— explico. Porque tácticamente sería lo más inteligente —Alguien con quién poder planear estrategias de colaboración, entrenamientos conjuntos, técnicas... Que aurores y licántropos pasen de ser dos cuerpos casi rivales a saber trabajar juntos aprovechando las habilidades y fortalezas de los demás— termino así mi petición.
Asiento quedamente con mi barbilla cuando la auror pone en palabras, las críticas que ha recibido el cuartel desde antes que yo misma me pusiera un uniforme como miembro de seguridad, como un traje cargado de una mala reputación que más de uno ha dicho querer limpiar por una fidelidad a la placa que radica… ¿en qué? Trato de entender qué es lo que me mueve a estos aurores, porque lo que he visto son cuerpos quietos que permitieron el avasallamiento de los rebeldes y culpo de esto a una falta de dirección para sus propios actos, en el que así como Richards también creo que los que nos colocaban al frente cumplimos un rol fundamental marcando el paso. Si nos ven dudar, ellos dudan. Si nos ven atacar, ellos atacan. Si ven que atacamos aun cubiertos de sangre, ellos encuentran el coraje para imitar. Esa es la coordinación que quiero ver entre las filas, que si un puño se lanza al aire, todos sepamos bien qué es lo que pretendemos golpear y no seamos una paliza desorganizada en la que nos terminamos cacheteándonos entre nosotros, así que trato de interrumpir el discurso de divisiones de la líder de aurores. —No rivalices a los aurores con los licántropos, ni invisibilices a los cazadores. Este será un proceso lento, Richards. El que estés sentada aquí es de las primeras cosas necesarias para trabajar coordinados, y puesto que son de las primeras cosas, tu función primordial en este momento es fortalecer el cuartel de aurores. Planteemos una reunión de coordinación de equipos cuando cada uno logre reestructurarse lo suficiente como para que haya algo sobre lo que trabajar— se lo explico con el tono calmo que requiere precisar los movimientos que serán la base sobre la que construir, si ellos que se ven futuro en este departamento desean que sea uno que pueda sostenerse a las sacudidas que se vienen, no construiré Roma sobre palabras que al final de cuentas son aire.
—Y así como me dices que los aurores sintieron la incorporación de los licántropos como una invasión a su territorio, ten cuidado con cruzar la línea de asuntos que solo competen a los licántropos, en especial la decisión de quién será su líder. Somos lobos, Richards— se lo tengo que decir, mirándola a los ojos, como pocas veces no es una frase que vaya acompañada de una amenaza, sino el recordatorio necesario de quiénes somos. —Somos una manada, la elección de nuestro líder solo nos incumbe a nosotros y quizás a Magnar Aminoff. Fortalece tu equipo, si necesitas hablar con alguien de estrategias, sigue considerándome la líder de los licántropos porque hasta ahora no se ha decidido un sucesor—. Y en verdad, lamento tener a Franco dentro como lobo entrometido, pone la vara muy alta como soldado para el resto. Tenemos mucho sobre lo que trabajar, en todos los campos, cada uno en su lugar. Suelto un suspiro y me relajo en la silla, en ningún momento me hizo faltar levantar la voz con Richards, no lo haría con alguien que muestra ganas de pelear. —Se llama autonomía de departamentos, no es incompatible con el deseo de que seamos un frente unido. El ministro Powell y el ministro Helmuth están lejos de ser mis amigos, sus ministerios tampoco me incumben porque desconozco de políticas salud y de leyes, pero cuando Magnar llama, todos sabemos interpretar su orden de la misma manera— abro mis manos en el aire, es así de simple cuando se tiene bien definido el enemigo y que lo que se quiere es ganar esta guerra. Porque fue mi primera duda cuando me incorporé al departamento de defensa, ¿la quieren ganar? —Principio de eficiencia, cada uno desde el lugar en el que está, se encarga de hacer bien su trabajo, entonces la sinergia es posible.
—Y así como me dices que los aurores sintieron la incorporación de los licántropos como una invasión a su territorio, ten cuidado con cruzar la línea de asuntos que solo competen a los licántropos, en especial la decisión de quién será su líder. Somos lobos, Richards— se lo tengo que decir, mirándola a los ojos, como pocas veces no es una frase que vaya acompañada de una amenaza, sino el recordatorio necesario de quiénes somos. —Somos una manada, la elección de nuestro líder solo nos incumbe a nosotros y quizás a Magnar Aminoff. Fortalece tu equipo, si necesitas hablar con alguien de estrategias, sigue considerándome la líder de los licántropos porque hasta ahora no se ha decidido un sucesor—. Y en verdad, lamento tener a Franco dentro como lobo entrometido, pone la vara muy alta como soldado para el resto. Tenemos mucho sobre lo que trabajar, en todos los campos, cada uno en su lugar. Suelto un suspiro y me relajo en la silla, en ningún momento me hizo faltar levantar la voz con Richards, no lo haría con alguien que muestra ganas de pelear. —Se llama autonomía de departamentos, no es incompatible con el deseo de que seamos un frente unido. El ministro Powell y el ministro Helmuth están lejos de ser mis amigos, sus ministerios tampoco me incumben porque desconozco de políticas salud y de leyes, pero cuando Magnar llama, todos sabemos interpretar su orden de la misma manera— abro mis manos en el aire, es así de simple cuando se tiene bien definido el enemigo y que lo que se quiere es ganar esta guerra. Porque fue mi primera duda cuando me incorporé al departamento de defensa, ¿la quieren ganar? —Principio de eficiencia, cada uno desde el lugar en el que está, se encarga de hacer bien su trabajo, entonces la sinergia es posible.
Escucho a Hasselbach con los brazos cruzados, atenta a todo lo que va diciendo. Porque sé expresar lo que me incomoda y lo que se me remueve dentro, pero también soy consciente de que ahora que ya he dicho lo que pienso, lo importante es cerrar la boca, callar y escuchar lo que tiene que decir. No me incumbe el por qué ha terminado como Ministra, pero confío en su capacidad y en que va a poder hacer un buen trabajo, así que me limitaré a hacer lo que creo que es, ahora, mi deber. Ella defiende a su escuadrón (lo más normal del mundo, al final hasta hace apenas meses ella estaba como líder de los licántropos, no como Ministra), y me recuerda que son lobos. Me ahorro una mueca irónica, no creo que haga falta exteriorizar lo que pienso: sé perfectamente lo que son, porque nos encontramos con la obligatoriedad de empezar a compartir muchos espacios con ellos sin saber bien de dónde salían, y se nota, por cómo actúan a veces, que hay algo instintivo en ellos que a nosotros se nos escapa.
Ella trata de zanjar el tema diciendo que si necesito hablar con alguien de estrategias la siga considerando su líder, pero a mí me sigue inquietando todo eso. Estoy a punto de empezar la frase diciendo algo como "Con el debido respeto", pero soy consciente que muchas veces la gente emplea esa frase antes de ser terriblemente irrespetuosa, así que opto por ir al grano directamente —Sobre rivalizar a los licántropos y los aurores... No era mi intención expresarlo así pero, sinceramente, desde el escuadrón de aurores hemos vivido su incorporación como un proceso muy invasivo. Creo que en pocos momentos ha quedado claro del todo la división de tareas. ¿Qué hace el escuadrón que no hagamos los aurores? ¿O qué hacemos los aurores que no haga el escuadrón?— pregunto, sabiendo que somos dos cuerpos con habilidades distintas pero queriendo poner sobre la mesa que todos los factores refuerzan la sensación que tuvimos desde el principio de que era un cuerpo de seguridad creado para trabajar paralelamente a nosotros, en lo mismo pero queriendo dejarnos por los suelos. La competitividad estaba en la base, no la creamos nosotros.
Sigo escuchándola, inquieta con todo. Al final, mi deber es obedecer sus órdenes y las bases que quiera instaurar y trabajar al máximo en mi escuadrón para poder llevarlo a cabo todo al pie de la letra. Pero es raro hacerlo sintiendo que hay otro escuadrón que hace lo mismo que nosotros pisándonos los talones. Y los cazadores... Bueno. No sé ni qué están haciendo. Aunque realmente no es mi trabajo saberlo, y confío en que Hasselbach tenga resueltas todas las dudas que a mí me taladran y que pueda llevar bien todos los cuerpos de seguridad —Entendido, pues. Eficiencia, cada uno desde su lugar— asiento, repitiendo algunas de sus palabras. Aunque me sigue preocupando la sensación de no saber muy bien qué lugar ocupa cada escuadrón en el Ministerio de Defensa —Me pondré manos a la obra con mis aurores, entonces. Tratando de empezar a cambiar las dinámicas internas, a... A construir esta sinergia primero dentro de mi propio grupo— aclaro, con ganas reales de empezar a mejorar la situación del escuadrón.
Ella trata de zanjar el tema diciendo que si necesito hablar con alguien de estrategias la siga considerando su líder, pero a mí me sigue inquietando todo eso. Estoy a punto de empezar la frase diciendo algo como "Con el debido respeto", pero soy consciente que muchas veces la gente emplea esa frase antes de ser terriblemente irrespetuosa, así que opto por ir al grano directamente —Sobre rivalizar a los licántropos y los aurores... No era mi intención expresarlo así pero, sinceramente, desde el escuadrón de aurores hemos vivido su incorporación como un proceso muy invasivo. Creo que en pocos momentos ha quedado claro del todo la división de tareas. ¿Qué hace el escuadrón que no hagamos los aurores? ¿O qué hacemos los aurores que no haga el escuadrón?— pregunto, sabiendo que somos dos cuerpos con habilidades distintas pero queriendo poner sobre la mesa que todos los factores refuerzan la sensación que tuvimos desde el principio de que era un cuerpo de seguridad creado para trabajar paralelamente a nosotros, en lo mismo pero queriendo dejarnos por los suelos. La competitividad estaba en la base, no la creamos nosotros.
Sigo escuchándola, inquieta con todo. Al final, mi deber es obedecer sus órdenes y las bases que quiera instaurar y trabajar al máximo en mi escuadrón para poder llevarlo a cabo todo al pie de la letra. Pero es raro hacerlo sintiendo que hay otro escuadrón que hace lo mismo que nosotros pisándonos los talones. Y los cazadores... Bueno. No sé ni qué están haciendo. Aunque realmente no es mi trabajo saberlo, y confío en que Hasselbach tenga resueltas todas las dudas que a mí me taladran y que pueda llevar bien todos los cuerpos de seguridad —Entendido, pues. Eficiencia, cada uno desde su lugar— asiento, repitiendo algunas de sus palabras. Aunque me sigue preocupando la sensación de no saber muy bien qué lugar ocupa cada escuadrón en el Ministerio de Defensa —Me pondré manos a la obra con mis aurores, entonces. Tratando de empezar a cambiar las dinámicas internas, a... A construir esta sinergia primero dentro de mi propio grupo— aclaro, con ganas reales de empezar a mejorar la situación del escuadrón.
Escucho lo que dice, desde que me senté detrás de mi escritorio, no hago más que estar pendiente de la impresión que ella pueda darme de todo el cuerpo de defensa, después de todo, su mirada es la de una bruja formada con la disciplina de una escuela y luego el mismo ministerio, que ha hecho una carrera como agente de seguridad. Me interesa saber cómo una persona que reúne esas características que son el contraste de las mías, y así poder ver hacia dentro la dinámica de aurores, licántropos y cazadores, con sus opiniones y prejuicios si los tiene. Ella es de las personas a las que debo dar órdenes y me gusta saber con qué estoy trabajando, sobre qué bases y qué resistencias internas. —¿Qué hacía Jack Tyler que no hicieras tú, Richards? ¿Qué hacía Rose Harkness que no hicieras tú?— evoco a los aurores muertos hace unos meses, conocidos por estar presente en las peleas y ser diestros duelistas como para enfrentar a Franco y Ballard que ahora tenemos “rehenes” de este lado. —No se trata de mirar qué hace el otro, ¿qué tiene cada uno para aportar? Las tareas son las mismas para todos, son parte del cuerpo de defensa. La presencia de uno no resta a la presencia del otro, se multiplican esfuerzos, Richards. El escuadrón licántropo vino a aportar lo suyo, no resta al trabajo de los aurores, la idea es seguir sumando para una guerra que el cuerpo de aurores como única unidad demostró que necesitaba refuerzos— se lo digo con toda calma, porque es un entendimiento al que creo que ambas debemos llegar en primer lugar, para luego compartirlo al resto.
Por eso, cuando asegura que se pondrá con su trabajo, aprovecho para un último comentario antes de que se retire. —Gracias por acercarte a conversar, Richards—. Sé lo que se dijo de mí cuando pisé este ministerio, lo sé bien cuando busco su mirada y la sostengo sin parpadear, se dijo que mi puesto como líder de los licántropos se me dio por ser la perra de Magnar Aminoff, colaboré a la fama mostrando mi falta de pudor en sacar sangre en las peleas si así debía hacerlo, pero soy capaz de sostener una charla civilizada con los magos y brujas del ministerio, aunque mi siguiente cita en la agenda de este día sea ir a hundir mis manos en sangre otra vez. Este puesto obliga a que vuelva a escuchar mi voz racional como bruja, en ocasiones como esta, frente a personas como ellas con las que pelearé a la par, no en su contra, mientras duren las circunstancias que nos llevan a ser una sola fuerza. —Me agrada poder colocarte en mi tablero como uno de los primeros colosos con los que puedo contar para ganar esta guerra— al decirlo me pongo de pie así puedo apartarme del escritorio y en camino a la puerta, colocar mi mano sobre su hombro. —Porque peleamos para ganar, no solo por pelear, lo bueno que eso está claro para nosotras— queda que el resto también lo entienda. —Puedes ir a trabajar— me despido siendo quien primero abandona la oficina, que luego de mi plática con ella, no tengo razones para permanecer entre papeles.
Por eso, cuando asegura que se pondrá con su trabajo, aprovecho para un último comentario antes de que se retire. —Gracias por acercarte a conversar, Richards—. Sé lo que se dijo de mí cuando pisé este ministerio, lo sé bien cuando busco su mirada y la sostengo sin parpadear, se dijo que mi puesto como líder de los licántropos se me dio por ser la perra de Magnar Aminoff, colaboré a la fama mostrando mi falta de pudor en sacar sangre en las peleas si así debía hacerlo, pero soy capaz de sostener una charla civilizada con los magos y brujas del ministerio, aunque mi siguiente cita en la agenda de este día sea ir a hundir mis manos en sangre otra vez. Este puesto obliga a que vuelva a escuchar mi voz racional como bruja, en ocasiones como esta, frente a personas como ellas con las que pelearé a la par, no en su contra, mientras duren las circunstancias que nos llevan a ser una sola fuerza. —Me agrada poder colocarte en mi tablero como uno de los primeros colosos con los que puedo contar para ganar esta guerra— al decirlo me pongo de pie así puedo apartarme del escritorio y en camino a la puerta, colocar mi mano sobre su hombro. —Porque peleamos para ganar, no solo por pelear, lo bueno que eso está claro para nosotras— queda que el resto también lo entienda. —Puedes ir a trabajar— me despido siendo quien primero abandona la oficina, que luego de mi plática con ella, no tengo razones para permanecer entre papeles.
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