OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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El pasillo es eterno y oscuro. No lo reconozco, porque por momentos parece la escuela y por otros, solo puedo ver las esferas de la sala de profecías del departamento de misterios. La puerta al fondo es familiar, porque tiene ese color rojo detrás del cual se ocultaron algunos de mis recuerdos más preciados y también los más dolorosos. No, no es como que corro y jamás la alcanzo, sino que lo hago… pero regreso al mismo pasillo. Una y otra vez, sin salida, sin que nadie me escuche, porque pido ayuda. Hasta que la puerta se abre y caigo de bruces al suelo. El olor a ceniza se me cuela en la nariz, es tan real que me pica y tengo que aguantarme las ganas de estornudar. Oigo una voz llamando mi nombre y no me atrevo, pero cuando levanto los ojos, el niño que tengo delante me mira tan fijamente que estoy seguro de que me está juzgando — Levántate — me dice — Si sigues ahí tirado, te vas a pegar al suelo — parece un consejo coherente, pero no puedo hacerlo. Él se ve decepcionado y se gira, porque mirarme debe ser doloroso. Le llamo una y otra vez, pero se aparta cada vez más. Toma la mano de una niña pálida que me es familiar y, sin dedicarme una última mirada, corren hasta desaparecer en el humo negro — ¡Espera! — le grito — ¡No te vayas! ¡Quédate! — pero es obvio que no se quedará. Él tiene que correr, correr tanto que nadie será capaz de tocarlo. Quiero mover mis manos y mis rodillas, pero no puedo. La niebla crece, el olor a quemado es real y oigo los gritos. Agonizan, claman por ayuda, no veo el fuego pero lo escucho con claridad. Como un monstruo que come todo lo que encuentra. Y ahí están, con los ojos derretidos y la piel pegada a los huesos, lo poco que queda de ella, corriendo hacia mí. Yo solo grito, grito tanto que despierto…
Está todo oscuro, pero es porque no quiero abrir los ojos. No dejo de patalear en la cama y el grito sigue, sigue tanto que me duele la garganta y aprieto con fuerza la muñeca que he agarrado, tan repentinamente en el aire que no tengo idea exactamente de dónde salió. Mi torso cae hacia delante en cuanto me quedo sin voz con un gimoteo, tengo que tomar una bocanada de aire para darme cuenta de que estoy sudando como cerdo, aunque las gotas se mezclan con lágrimas inconscientes. Parpadeo, boqueando en busca de respirar y me percato de que debe ser bien entrada la madrugada. Estoy en el hospital. Nadie se está quemando, no hay muertos que vengan por mí. Sé quienes eran, pero necesito sacarme esa imagen de la cabeza porque no es así como quiero recordarlos. Aún siento los latidos con una fuerza pesada.
Me percato de que no he soltado jamás la muñeca que he apretado y me atrevo, con mucha vergüenza, a mirar a la persona que está cuidándome esta noche. Incluso en la poca luz puedo reconocer el cabello largo y lacio de Desireé. Genial, la chica nueva que va a la escuela conmigo me ha visto siendo un cobarde en sueños y no tenemos tanta confianza como para que pueda sentirme cómodo con la idea — Lo lamento… — apenas tengo voz cuando murmuro y la suelto con mucho cuidado. Mis dedos tiemblan en el aire — Es… Fue una pesadilla. No pasa nada — ¿Se lo digo a ella o a mí? Eso no importa. Me hundo en la almohada, tratando de recuperar la respiración normal y consciente de que debe estar bajándome una fiebre muy alta, porque sino no entiendo cómo es que parezco pasado por agua. De seguro huelo para la mierda.
Está todo oscuro, pero es porque no quiero abrir los ojos. No dejo de patalear en la cama y el grito sigue, sigue tanto que me duele la garganta y aprieto con fuerza la muñeca que he agarrado, tan repentinamente en el aire que no tengo idea exactamente de dónde salió. Mi torso cae hacia delante en cuanto me quedo sin voz con un gimoteo, tengo que tomar una bocanada de aire para darme cuenta de que estoy sudando como cerdo, aunque las gotas se mezclan con lágrimas inconscientes. Parpadeo, boqueando en busca de respirar y me percato de que debe ser bien entrada la madrugada. Estoy en el hospital. Nadie se está quemando, no hay muertos que vengan por mí. Sé quienes eran, pero necesito sacarme esa imagen de la cabeza porque no es así como quiero recordarlos. Aún siento los latidos con una fuerza pesada.
Me percato de que no he soltado jamás la muñeca que he apretado y me atrevo, con mucha vergüenza, a mirar a la persona que está cuidándome esta noche. Incluso en la poca luz puedo reconocer el cabello largo y lacio de Desireé. Genial, la chica nueva que va a la escuela conmigo me ha visto siendo un cobarde en sueños y no tenemos tanta confianza como para que pueda sentirme cómodo con la idea — Lo lamento… — apenas tengo voz cuando murmuro y la suelto con mucho cuidado. Mis dedos tiemblan en el aire — Es… Fue una pesadilla. No pasa nada — ¿Se lo digo a ella o a mí? Eso no importa. Me hundo en la almohada, tratando de recuperar la respiración normal y consciente de que debe estar bajándome una fiebre muy alta, porque sino no entiendo cómo es que parezco pasado por agua. De seguro huelo para la mierda.
Toda la vida me he escondido de los problemas. Trato de aparentar que no me importan las cosas pero la verdad es que siempre he estado demasiado asustada para hacer algo. No es que me diera igual la actitud de todos en el norte, pero es que prefería no meter mis narices en asuntos ajenos y acabar mal. En fin. No sabía qué pensar cuando mi madre decidió que probaríamos suerte en el distrito 9, es decir, podríamos haber ido a cualquier otro lado, pero ella quiso venir aquí. Supongo que después de ver por años cómo los principios por los que luchó antes habían cambiado decidió intentar algo diferente. Pensando con más profundidad, no creo que de haber elegido otro distrito hubiera podido seguirla. Conforme fui creciendo siempre pensé que teníamos suerte porque, sí, los licántropos eran mal vistos, pero hey, al menos no era tan malo como con los esclavos. Un consuelo estúpido y erróneo. Me di cuenta de eso después de estar un tiempo aquí, hay un mejor modo. Es por ello que no termino de entenderlo, ¿Por qué alguien haría tal atrocidad como la de la otra noche?
Suelto un suspiro alejando mis reflexiones para otro momento. Es de madrugada y casi no he podido descansar pero no soy quién para quejarme, se necesitan a todas las personas sanas ayudando. La verdad es que me encuentro bastante perturbada por lo acontecido. Nunca había experimentado en carne propia algo así. Siento que el olor a humo y muerte me siguen a todos lados a donde voy, aunque aquí dentro sólo se respira el olor del alcohol y las pociones. Tengo el cuello entumecido y estoy a punto de caer dormida así que estiro un poco para despertar antes de dirigirme al ala de los infectados. Todos han padecido de severas alucinaciones, algunos de forma más recurrente que otros, así que hay mantener un ojo para que no suceda nada malo. Incluso me enteré que hubo un incidente entre un infectado y el tubo de suero, no podemos bajar la guardia.
Me paseo entre las habitaciones checando a las personas y cómo están sus signos vitales hasta que escucho un grito y me dirijo a toda prisa a la fuente del sonido. Llego a tiempo para ver a Kendrick pataleando, así que un intento por calmarlo me acerco. - Todo está bien, tranquilo. - Pero no parece escucharme y en cambio me sujeta por la muñeca. Doy un pequeño brinco por la sorpresa y muevo el brazo pero no puedo soltarme. - ¿Kendrick? Soy Desireé, todo está bien. - Trato de sonar lo más calmada posible pero la verdad es que tengo el corazón bastante acelerado por el susto. No estoy segura de qué hacer. Pero tampoco tengo que pensarlo mucho porque Kendrick recupera la consciencia y me suelta con una cara apenada. - No pasa nada, en serio. - Le digo en un intento por no hacerlo sentir mal, aunque de forma inconsciente he empezado a tallarme la muñeca con la otra mano. Pasan unos segundos antes de que me de cuenta y baje ambas manos. No se ve para nada bien. - Toma un poco de agua. - Le comento acercando el vaso que se encuentra en la mesita junto a la cama. - ¿Te encuentras bien? - Una pregunta un poco tonta pero que hago intentando ser cordial. - Estás sudando mucho, seguro la fiebre ha bajado. Será mejor que cambiemos las sábanas cuando puedas levantarte. -
Suelto un suspiro alejando mis reflexiones para otro momento. Es de madrugada y casi no he podido descansar pero no soy quién para quejarme, se necesitan a todas las personas sanas ayudando. La verdad es que me encuentro bastante perturbada por lo acontecido. Nunca había experimentado en carne propia algo así. Siento que el olor a humo y muerte me siguen a todos lados a donde voy, aunque aquí dentro sólo se respira el olor del alcohol y las pociones. Tengo el cuello entumecido y estoy a punto de caer dormida así que estiro un poco para despertar antes de dirigirme al ala de los infectados. Todos han padecido de severas alucinaciones, algunos de forma más recurrente que otros, así que hay mantener un ojo para que no suceda nada malo. Incluso me enteré que hubo un incidente entre un infectado y el tubo de suero, no podemos bajar la guardia.
Me paseo entre las habitaciones checando a las personas y cómo están sus signos vitales hasta que escucho un grito y me dirijo a toda prisa a la fuente del sonido. Llego a tiempo para ver a Kendrick pataleando, así que un intento por calmarlo me acerco. - Todo está bien, tranquilo. - Pero no parece escucharme y en cambio me sujeta por la muñeca. Doy un pequeño brinco por la sorpresa y muevo el brazo pero no puedo soltarme. - ¿Kendrick? Soy Desireé, todo está bien. - Trato de sonar lo más calmada posible pero la verdad es que tengo el corazón bastante acelerado por el susto. No estoy segura de qué hacer. Pero tampoco tengo que pensarlo mucho porque Kendrick recupera la consciencia y me suelta con una cara apenada. - No pasa nada, en serio. - Le digo en un intento por no hacerlo sentir mal, aunque de forma inconsciente he empezado a tallarme la muñeca con la otra mano. Pasan unos segundos antes de que me de cuenta y baje ambas manos. No se ve para nada bien. - Toma un poco de agua. - Le comento acercando el vaso que se encuentra en la mesita junto a la cama. - ¿Te encuentras bien? - Una pregunta un poco tonta pero que hago intentando ser cordial. - Estás sudando mucho, seguro la fiebre ha bajado. Será mejor que cambiemos las sábanas cuando puedas levantarte. -
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Me hace sentir culpable el que trate de calmarme, porque eso solo quiere decir que he dado un espectáculo de lo más penoso, una vez más, en lo que se está tornando una eternidad. Froto un poco mis ojos en lo que me percato el movimiento de sus brazos, esos que me indican que mi agarre le ha dolido más de lo que se atreverá a decir y no sé cómo solucionarlo, en especial cuando no puedo hacer nada para conseguirlo. Murmuro un agradecimiento y me hago con el vaso de agua, lo bebo tan rápido que no tardo en darme cuenta de que tenía la garganta por completo seca. Aún estoy pasando la bebida cuando intento contestar, lo hago con un encogimiento de hombros que busca ser cordial a pesar de que me siento para la mierda. Creo que a mi cuerpo le gusta la idea de traicionarme, porque puedo notar como estoy temblando y me pregunto dónde mierda he dejado mi abrigo. No sé cómo nivelar mi temperatura, no cuando creo que me estoy muriendo de calor y de frío al mismo tiempo.
— No, no… No te preocupes — intento calmarla, que me llena de culpa que tenga que estar trabajando a estas horas de la noche cuando de seguro lo único que quiere es descansar — La fiebre volverá a subir y seguiré ensuciando sábanas, así que no… De verdad — casi parece que le estoy rogando. Me estiro para apoyar el vaso ya vacío sobre la mesa de luz y enciendo la luz. Tengo que parpadear en un intento de ubicar mejor lo que está sucediendo a mi alrededor después de horas de oscuridad y, en efecto, Desireé está frente a mí, con una cara que delata el cansancio que debe estar sintiendo — ¿Siquiera tomaste un descanso? — le pregunto. No soy su jefe, si está aquí es porque son necesarias manos amigas y Alice debe estar controlando los turnos para evitar el tumulto de gente en caso de que alguien acabe infectado — ¿Qué hora es? — me giro, pero no alcanzo a ver ningún reloj y no tengo idea de dónde ha quedado mi teléfono — Supe que ayudaste el otro dia cuando hubo que atender a los heridos… — ni sé por qué digo eso, pero es lo primero que me sale y le lanzo una mirada de soslayo — Supongo que gracias… Se nota que estás dispuesta a dar una mano — jamás voy a rechazar a alguien que quiere ser de ayuda, pero no deja de carcomerme la culpa.
— No, no… No te preocupes — intento calmarla, que me llena de culpa que tenga que estar trabajando a estas horas de la noche cuando de seguro lo único que quiere es descansar — La fiebre volverá a subir y seguiré ensuciando sábanas, así que no… De verdad — casi parece que le estoy rogando. Me estiro para apoyar el vaso ya vacío sobre la mesa de luz y enciendo la luz. Tengo que parpadear en un intento de ubicar mejor lo que está sucediendo a mi alrededor después de horas de oscuridad y, en efecto, Desireé está frente a mí, con una cara que delata el cansancio que debe estar sintiendo — ¿Siquiera tomaste un descanso? — le pregunto. No soy su jefe, si está aquí es porque son necesarias manos amigas y Alice debe estar controlando los turnos para evitar el tumulto de gente en caso de que alguien acabe infectado — ¿Qué hora es? — me giro, pero no alcanzo a ver ningún reloj y no tengo idea de dónde ha quedado mi teléfono — Supe que ayudaste el otro dia cuando hubo que atender a los heridos… — ni sé por qué digo eso, pero es lo primero que me sale y le lanzo una mirada de soslayo — Supongo que gracias… Se nota que estás dispuesta a dar una mano — jamás voy a rechazar a alguien que quiere ser de ayuda, pero no deja de carcomerme la culpa.
- No pasa nada, es parte del trabajo. - Le comento agitando las manos como intentando decir con ellas que no se preocupe. Aún no trabajo aquí como tal, me dejan venir a observar y aprender, aunque estos días hago turnos completos, pero debo tomarlo igual de serio. Frunzo el ceño arrugando mi nariz en el proceso y asiento. - Bien, entonces no cambiaré las sábanas... Aún. - Porque estoy decidida a cambiarlas en el momento en que se descuide. Tengo que entrecerrar los ojos cuando enciende la luz, hasta que vuelvo a adaptarme a ella. Mi pican un poco así que me los rasco. Quiero decirle que he tomado mil descansos porque la que debería estar preocupada soy yo, al final él es el paciente y no al revés. Lamentablemente un bostezo me delata y me encojo de hombros. - Ya tendré tiempo para eso después. - Espero. - Hubo muchos heridos e infectados, incluso medimagos así que me ofrecí para tomar turnos completos. - Sólo hago cosas sencillas, nada fuera de mis capacidades, pero me gusta, hace que me sienta bastante útil. De otra forma estaría en casa picándome los ojos.
Me saco el teléfono del bolsillo del pantalón cuando pregunta por la hora. - Van a ser las 4 de la mañana. - Vuelvo a guardarme el celular, la verdad es que no tenía ni idea de qué hora era. Estado en el centro médico sólo hay dos opciones: O el tiempo vuelva y antes de que te des cuenta has terminado, o pasa demasiado lento y no puedes evitar mirar a los relojes. Últimamente los días sólo son como en el primer caso. Me encojo de hombros cuando me agradece sintiéndome algo apenada. - No tienes por qué dar las gracias, cualquiera hubiera hecho lo mismo. - No pretendo ser modesta aunque me sorprendo a mí misma y ladeo la cabeza, ¿En verdad cualquiera haría eso? Creo que en otro momento de mi vida me hubiese ido corriendo hacia el lado contrario del peligro, pero por algún motivo ahora no podía quedarme con los brazos cruzados. - Es parte del oficio. Además, hubo mucha gente defendiendo el distrito, no podíamos dejar que fuera en vano, ¿No? - Yo no tuve que luchar contra inferis, se podría decir que me tocó la parte fácil. No estoy segura de convencerlo así que vuelvo a encogerme de hombros para restarle importancia al asunto. - Es algo a lo que quiero dedicarme de todas formas. - No podría médico más tarde si con esto me hubiera asustado.
Me siento algo extraña hablando tanto de mí así que decido cambiar el tema de conversación a lo verdaderamente importante: Él como paciente. - Como sea, ¿Tú cómo estás? - Su fiebre ha disminuido y el hecho de que esté lúcido ya es esperanzador. - ¿Las alucinaciones han disminuido? - Muchas personas infectadas siguen aún sin saber en dónde están, y otras más parecen recuperarse más de prisa.
Me saco el teléfono del bolsillo del pantalón cuando pregunta por la hora. - Van a ser las 4 de la mañana. - Vuelvo a guardarme el celular, la verdad es que no tenía ni idea de qué hora era. Estado en el centro médico sólo hay dos opciones: O el tiempo vuelva y antes de que te des cuenta has terminado, o pasa demasiado lento y no puedes evitar mirar a los relojes. Últimamente los días sólo son como en el primer caso. Me encojo de hombros cuando me agradece sintiéndome algo apenada. - No tienes por qué dar las gracias, cualquiera hubiera hecho lo mismo. - No pretendo ser modesta aunque me sorprendo a mí misma y ladeo la cabeza, ¿En verdad cualquiera haría eso? Creo que en otro momento de mi vida me hubiese ido corriendo hacia el lado contrario del peligro, pero por algún motivo ahora no podía quedarme con los brazos cruzados. - Es parte del oficio. Además, hubo mucha gente defendiendo el distrito, no podíamos dejar que fuera en vano, ¿No? - Yo no tuve que luchar contra inferis, se podría decir que me tocó la parte fácil. No estoy segura de convencerlo así que vuelvo a encogerme de hombros para restarle importancia al asunto. - Es algo a lo que quiero dedicarme de todas formas. - No podría médico más tarde si con esto me hubiera asustado.
Me siento algo extraña hablando tanto de mí así que decido cambiar el tema de conversación a lo verdaderamente importante: Él como paciente. - Como sea, ¿Tú cómo estás? - Su fiebre ha disminuido y el hecho de que esté lúcido ya es esperanzador. - ¿Las alucinaciones han disminuido? - Muchas personas infectadas siguen aún sin saber en dónde están, y otras más parecen recuperarse más de prisa.
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¿Las cuatro de la mañana? Los ojos se me abren como platos por un instante antes de dejar que mi cuerpo se acomode entre las almohadas, como si de esa manera pudiera descansar a pesar de saber que no podré pegar los párpados por un buen rato — No, lo sé… — sé que es su trabajo, sé todo lo que va a venir a continuación porque he oído durante toda mi vida lo que es el deber para nuestros compañeros, pero no dejo de pensar lo extraño que me parece como nuestro grupo ha ido creciendo. De ser un puñado, ahora tenemos a un distrito entero que confía en nosotros, que presta una mano… Y a quienes tenemos que mantener seguros a pesar de lo mucho que se está complicando la misión — No me he atrevido a mirar la lista de guardias que murieron ese día — confieso con la voz apagada, sumido en mi propia pequeñez — Sé que había unos cuantos en turno, pero no quise saber… — ¿Cobarde? Muy probablemente. Hay cosas a las que cuesta hacerle frente, como a la culpa — Pero… Como sea… De verdad, gracias. Alice debe estar encantada con tener a tanta gente dándole una mano — personas como Desireé, Syv y Bev están ahí para arreglar lo que los demás rompemos.
No sé por qué no me espero que desvíe la conversación en mi dirección, cuando esa pregunta la he escuchado un millón de veces en estos días. Lo triste es que nunca sé muy bien cómo contestar, porque no sé si guiarme por cómo me siento física o emocionalmente. Acabo por responder con un encogimiento de hombros muy poco convincente — Bueno… No es tanto como antes… — admito en un tono que deja todo abierto a la duda — Al menos he dejado de creer que hay alguien en la habitación dispuesto a matarme, pero se meten en mí todo el tiempo… Es como que… No puedo dormir sin pensar que voy a morirme y, cuando lo consigo, las pesadillas siempre están esperando. Y cuando abro los ojos… Cuesta convencerme de que nada de eso es real — no sé cómo explicarlo. Es como vivir en una especie de parálisis del sueño constante y algo compleja.
Me aclaro la garganta, esa que ni con el agua ha perdido la sensación de muerte que tengo dentro. Me pongo una mano en la frente, como si de esa manera pudiera definir si tengo temperatura o no, cuando sé muy bien que es imposible que pueda adivinar cómo me encuentro de esa forma — No sé cómo lo han hecho, Des. Pero te prometo que es la última vez que me vas a tener gritando como un loco a las cuatro de la mañana, sin dejarte dormir — es una promesa vacía, lo sé, pero aún así me obligo a sonreírle un poco — ¿Tomaste siquiera un café? — no quiero parecer insistente, pero no puedo evitarlo.
No sé por qué no me espero que desvíe la conversación en mi dirección, cuando esa pregunta la he escuchado un millón de veces en estos días. Lo triste es que nunca sé muy bien cómo contestar, porque no sé si guiarme por cómo me siento física o emocionalmente. Acabo por responder con un encogimiento de hombros muy poco convincente — Bueno… No es tanto como antes… — admito en un tono que deja todo abierto a la duda — Al menos he dejado de creer que hay alguien en la habitación dispuesto a matarme, pero se meten en mí todo el tiempo… Es como que… No puedo dormir sin pensar que voy a morirme y, cuando lo consigo, las pesadillas siempre están esperando. Y cuando abro los ojos… Cuesta convencerme de que nada de eso es real — no sé cómo explicarlo. Es como vivir en una especie de parálisis del sueño constante y algo compleja.
Me aclaro la garganta, esa que ni con el agua ha perdido la sensación de muerte que tengo dentro. Me pongo una mano en la frente, como si de esa manera pudiera definir si tengo temperatura o no, cuando sé muy bien que es imposible que pueda adivinar cómo me encuentro de esa forma — No sé cómo lo han hecho, Des. Pero te prometo que es la última vez que me vas a tener gritando como un loco a las cuatro de la mañana, sin dejarte dormir — es una promesa vacía, lo sé, pero aún así me obligo a sonreírle un poco — ¿Tomaste siquiera un café? — no quiero parecer insistente, pero no puedo evitarlo.
Asiento con expresión distante cuando menciona la lista de defunciones. La verdad es que si yo fuera él tampoco la habría mirado. Un poco tonto tal vez, tomando en cuenta que me la paso en un hospital cuando tengo tiempo libre. Ya he conocido la muerte, en el norte, el otro día cuando llegué a la estación, pero nunca ha estado en mis manos. Es decir, nunca se ha muerto una persona a la que estaba ayudando. Probablemente porque apenas me ponen a hacer unos vendajes, recetar pociones y curar heridas superficiales. Así que no puedo imaginar lo que se debe ser sentir la responsabilidad de la muerte de alguien. Que es probablemente lo que piensan muchos cuando miran a los caídos del ataque. Trato de aclararme la garganta pero no sé bien qué decir. Siento que nada de lo que salga de mi boca sonará inteligente o como consuelo, y ni siquiera sé si eso es lo que busca puesto que apenas nos conocemos. Así que me limito a asentir con la cabeza cuando vuelve a darme las gracias. - De nada... -
No puedo evitar verlo consternada cuando habla de sus alucinaciones. Sabía que eran potentes, todos los pacientes han estado bastante alterados, aunque en diferentes niveles, después de todo, no todo el mundo sufre el mismo delirio. Pero no puedo decir que lo entiendo o que haya alguna pócima que pueda ayudarlo. Al final si le dan una poción para dormir podría tener pesadillas, que no serían muy diferentes de las alucinaciones que menciona. - Suena complejo. La verdad es que no puedo imaginármelo bien pero creo que cualquiera se confundiría si de sufrir alucinaciones pasara a pesadillas y luego despertara. - Creo que pensarían que siguen dentro de un delirio o sueño.
Suelto una pequeña risa con su siguiente comentario y niego con las manos. - No tienes por qué preocuparte por eso, en serio. De cualquier manera yo tengo que estar despierta hasta que termine el turno nocturno. - No siempre me lo asignan porque procuran que las cosas sigan con normalidad y los jóvenes estudien pero cuando puedo hacerlo me ofrezco, así que consigo encogerme de hombros. - De todas maneras llevo unos días ayudando en el área de infectados y no eres la primer persona que me sorprende. - Si le contara que le otro día hubo alguien que insistía en que yo era su madre y no quería dejar que me fuera... Sacudo la cabeza alejando el recuerdo y negando al mismo tiempo. - Nop. Por algún motivo el café tiene el efecto contrario en mí. En lugar de espantarme el sueño, me adormece el calorcito. - A menos que se trate de un expresso o algo así. - Me funciona mejor masticar chicle, así que siempre traigo un paquete. - Meto la mano al bolsillo contrario de mi celular y de el extraigo un paquete de chicles de menta. - ¿Quieres uno? - No creo que sea malo darle a un paciente un chicle, ¿No? No es como si le estuviera dando un trozo de pastel de chocolate o algo peor. - No puedo hacer mucho por tu fiebre, según recuerdo la medicina les toca hasta más tarde. - Y no podemos abusar de ellas y que tengan un efecto contraproducente. Lo que sí podría ser sería cambiar sus sábanas pero por algún motivo siento que eso no sucederá hasta dentro de un rato. - Pero puedo conseguirte algo, tal vez una gelatina o algo así. - De todas maneras hay gelatinas para los enfermos y no pasará nada si tomo una extra.
No puedo evitar verlo consternada cuando habla de sus alucinaciones. Sabía que eran potentes, todos los pacientes han estado bastante alterados, aunque en diferentes niveles, después de todo, no todo el mundo sufre el mismo delirio. Pero no puedo decir que lo entiendo o que haya alguna pócima que pueda ayudarlo. Al final si le dan una poción para dormir podría tener pesadillas, que no serían muy diferentes de las alucinaciones que menciona. - Suena complejo. La verdad es que no puedo imaginármelo bien pero creo que cualquiera se confundiría si de sufrir alucinaciones pasara a pesadillas y luego despertara. - Creo que pensarían que siguen dentro de un delirio o sueño.
Suelto una pequeña risa con su siguiente comentario y niego con las manos. - No tienes por qué preocuparte por eso, en serio. De cualquier manera yo tengo que estar despierta hasta que termine el turno nocturno. - No siempre me lo asignan porque procuran que las cosas sigan con normalidad y los jóvenes estudien pero cuando puedo hacerlo me ofrezco, así que consigo encogerme de hombros. - De todas maneras llevo unos días ayudando en el área de infectados y no eres la primer persona que me sorprende. - Si le contara que le otro día hubo alguien que insistía en que yo era su madre y no quería dejar que me fuera... Sacudo la cabeza alejando el recuerdo y negando al mismo tiempo. - Nop. Por algún motivo el café tiene el efecto contrario en mí. En lugar de espantarme el sueño, me adormece el calorcito. - A menos que se trate de un expresso o algo así. - Me funciona mejor masticar chicle, así que siempre traigo un paquete. - Meto la mano al bolsillo contrario de mi celular y de el extraigo un paquete de chicles de menta. - ¿Quieres uno? - No creo que sea malo darle a un paciente un chicle, ¿No? No es como si le estuviera dando un trozo de pastel de chocolate o algo peor. - No puedo hacer mucho por tu fiebre, según recuerdo la medicina les toca hasta más tarde. - Y no podemos abusar de ellas y que tengan un efecto contraproducente. Lo que sí podría ser sería cambiar sus sábanas pero por algún motivo siento que eso no sucederá hasta dentro de un rato. - Pero puedo conseguirte algo, tal vez una gelatina o algo así. - De todas maneras hay gelatinas para los enfermos y no pasará nada si tomo una extra.
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Hay una larga lista de razones por las cuales jamás me dedicaré a la medicina y las largas jornadas de trabajo nocturno es una de ellas. Siempre me he identificado como una persona activa, pero creo que no llego al punto de querer trasnochar con la paciencia y la dedicación que un sanador necesita. No me sorprende en lo absoluto que personas como Synnove se presten para esas cosas; son aquellos que tienen la vena curadora, que arreglan las cosas en lugar de romperlas, incluso cuando estamos hablando de personas tan heridas que parece que jamás van a poder encontrar un momento de paz — Tienes mucha paciencia. ¿No es así? — aventuro con una vaga sonrisa, que no me quiero ni imaginar lo pesado que debe ser soportar las alucinaciones de todos los que caímos en batalla. Supongo que lo que dice del café tiene sentido, lo que no me espero que la solución para ella sean chicles — No veo por qué no — acepto su oferta y estiro una mano en espera del dulce — ¿Es porque tienes miedo de tragártelo si te duermes? Cuando era niño, mi padre me decía que se me pegaría en el estómago y que jamás podría sacármelo y acabaría enfermo — no es como que tuviéramos muchos chicles, pero cuando conseguían traer dulces robados, la emoción hacía que me meta de todo en la boca sin pensarlo — Mi padre adoptivo, ya sabes — aclaro, que sé que debe ser de público conocimiento que no he conocido a Orion Black. Él se siente muy ajeno a mí y, aún así, daría lo que sea por hablar una vez con él. Ya saben, como para tener idea de saber siquiera cómo era y no solo basarme en fotos o rumores.
— Oh, no te preocupes. Algo que no tengo últimamente es hambre y me conformo con mojarme las muñecas — que parece ser que la frente no es el único lugar para bajar la temperatura, cosas que uno se entera — Des… ¿Puedo hacerte una pregunta? Ya sabes, como método de socializar a las cuatro de la mañana y de chequear que no estamos haciendo todo mal… — he conocido a muchas personas en los últimos meses, pero no tengo confianza con todas y creo que Desireé y yo tendremos que soportarnos por mucho tiempo. No solo porque sea mi enfermera, sino porque puedo verla como una igual al tener una edad similar a la mía y tener algunos cursos juntos. ¡No puedo creer que he llegado al punto en el cual tengo compañeros de escuela nuevos! — ¿Eres feliz aquí? — sé que suena a una pregunta muy íntima, así que levanto un dedo para que me dé tiempo a explicarme — Quiero decir… Sé que las personas están asustadas y que lo que ha sucedido solo nos pone en la mira, pero… ¿Tú cómo te sientes con todo esto? — que Hero siempre dice que tengo que escuchar a los civiles, así que aquí estoy. Enfermo, pero escuchando.
— Oh, no te preocupes. Algo que no tengo últimamente es hambre y me conformo con mojarme las muñecas — que parece ser que la frente no es el único lugar para bajar la temperatura, cosas que uno se entera — Des… ¿Puedo hacerte una pregunta? Ya sabes, como método de socializar a las cuatro de la mañana y de chequear que no estamos haciendo todo mal… — he conocido a muchas personas en los últimos meses, pero no tengo confianza con todas y creo que Desireé y yo tendremos que soportarnos por mucho tiempo. No solo porque sea mi enfermera, sino porque puedo verla como una igual al tener una edad similar a la mía y tener algunos cursos juntos. ¡No puedo creer que he llegado al punto en el cual tengo compañeros de escuela nuevos! — ¿Eres feliz aquí? — sé que suena a una pregunta muy íntima, así que levanto un dedo para que me dé tiempo a explicarme — Quiero decir… Sé que las personas están asustadas y que lo que ha sucedido solo nos pone en la mira, pero… ¿Tú cómo te sientes con todo esto? — que Hero siempre dice que tengo que escuchar a los civiles, así que aquí estoy. Enfermo, pero escuchando.
Hago una pequeña mueca cuando pregunta por mi paciencia y al final me encojo de hombros. - Creo que sí. Ni yo sé cómo le hago, supongo que es porque después de un par de sustos en el hospital aprendes a mantener la calma. Al menos lo mejor que sea posible. - Nunca me he detenido a pensar en este aspecto de mi persona, pero creo que tiene razón. Digo, tengo que tener algo dentro de mí para hacer voluntariado aquí sin perder la cabeza cada que alguien grita por sus alucinaciones. Al final decide aceptar el dulce así que se lo doy tomando también uno para mí. Lo escucho hablar mientras el sabor de la menta me llena y me espabila un poco y sonrío de lado cuando dice la teoría acerca de los chicles. Aunque la sonrisa se esfuma lentamente con el siguiente comentario. Es cierto que es de conocimiento general quién es su padre biológico, pero no sé mucho al respecto de su vida, sólo puedo intuir que no debe ser un tema muy cómodo. Yo tengo a mi madre y con ella estoy bien. Siempre me ha dado curiosidad saber quién era la otra parte que ayudó a traerme al mundo pero nunca he obtenido respuestas, así que no puedo saber cómo me sentiría si fuera como en el caso de Kendrick. Quisiera aventurarme y preguntarle al respecto, pero no tengo la suficiente confianza para hacerlo, así que decido volver a sonreír y sólo retomar el tema de los chicles. - La menta me espabila, más que el temor a tragármelo. Debe ser porque mi madre nunca me espantó con eso. -
Asiento con la cabeza cuando rechaza la comida, si ardiera en fiebre todo el día igual me conformaría con eso, por lo que me pongo a pensar modos de ayudarle a pasar las síntomas de la enfermedad con más calma hasta que mis pensamientos son interrumpidos con su siguiente pregunta. Asiento con la cabeza sintiendo intriga, y debo admitir que no espero que me pregunte eso. Así que masco con más fuerza el chicle mientras me explica, pensando con calma mi respuesta. - ¿Honestamente? No tengo idea. - En el norte puedo decir que no era del todo feliz. La gente nos veía feo, pasaba lo mismo en la escuela, nunca fui muy social. Sí, tuve contados amigos y no todo estuvo mal. Pero feliz no era, siempre quise irme de ese lugar. Ahora que si me pregunta cómo me siento aquí no puedo decir de inmediato de forma rotunda que no estoy a gusto. - Es decir, probablemente si hubiese tenido poco tiempo en el distrito me habría asustado y habría rogado para irme a otro lado. - Un poco exagerado pero es que la escena final del ataque de la otra noche aún retumba en mis sueños. - Y asustada estuve y aún estoy, creo, pero no lo hice. En cambio decidí poner mucha energía en ayudar en algo en lo que fuera buena, algo que se necesitaba con urgencia. No sólo porque quiero dedicarme a ello y es mi deber. - Justo hace unas semanas hablaba con Synnove de lo mismo, de las razones que me movían a estar aquí y cómo pensaba que ella tenía motivos más nobles. Supongo que ya tengo mi respuesta. - Creo que después de haber estado un tiempo en el distrito mi perspectiva cambió bastante. - Las cosas no son como lo eran antes. - El ambiente aquí me hace sentirme parte de la comunidad, me hace sentir cómoda. Así que en resumen, sí, podría decirse que estoy a gusto. - Termino por sonreír. - No están haciendo todo mal. Lo del otro día asusta pero... No sé, de algún modo siento que hay muchas personas que piensan igual y no quieren huir, sólo ayudar a reconstruirlo. - Me siento un poco filosófica, cosa que me sorprende un poco así que hago una bomba de chicle y me encojo de hombros. - Sólo puedo hablar por mí en esto. ¿Tú qué piensas al respecto? -
Asiento con la cabeza cuando rechaza la comida, si ardiera en fiebre todo el día igual me conformaría con eso, por lo que me pongo a pensar modos de ayudarle a pasar las síntomas de la enfermedad con más calma hasta que mis pensamientos son interrumpidos con su siguiente pregunta. Asiento con la cabeza sintiendo intriga, y debo admitir que no espero que me pregunte eso. Así que masco con más fuerza el chicle mientras me explica, pensando con calma mi respuesta. - ¿Honestamente? No tengo idea. - En el norte puedo decir que no era del todo feliz. La gente nos veía feo, pasaba lo mismo en la escuela, nunca fui muy social. Sí, tuve contados amigos y no todo estuvo mal. Pero feliz no era, siempre quise irme de ese lugar. Ahora que si me pregunta cómo me siento aquí no puedo decir de inmediato de forma rotunda que no estoy a gusto. - Es decir, probablemente si hubiese tenido poco tiempo en el distrito me habría asustado y habría rogado para irme a otro lado. - Un poco exagerado pero es que la escena final del ataque de la otra noche aún retumba en mis sueños. - Y asustada estuve y aún estoy, creo, pero no lo hice. En cambio decidí poner mucha energía en ayudar en algo en lo que fuera buena, algo que se necesitaba con urgencia. No sólo porque quiero dedicarme a ello y es mi deber. - Justo hace unas semanas hablaba con Synnove de lo mismo, de las razones que me movían a estar aquí y cómo pensaba que ella tenía motivos más nobles. Supongo que ya tengo mi respuesta. - Creo que después de haber estado un tiempo en el distrito mi perspectiva cambió bastante. - Las cosas no son como lo eran antes. - El ambiente aquí me hace sentirme parte de la comunidad, me hace sentir cómoda. Así que en resumen, sí, podría decirse que estoy a gusto. - Termino por sonreír. - No están haciendo todo mal. Lo del otro día asusta pero... No sé, de algún modo siento que hay muchas personas que piensan igual y no quieren huir, sólo ayudar a reconstruirlo. - Me siento un poco filosófica, cosa que me sorprende un poco así que hago una bomba de chicle y me encojo de hombros. - Sólo puedo hablar por mí en esto. ¿Tú qué piensas al respecto? -
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Me llevo el chicle a la boca con un agradecimiento y hago una bolita de su envoltorio como mero entretenimiento. Me esperaba que sea honesta, pero la verdad es que me sorprende que tanto. Mi silencio delata que le estoy prestando atención, tanta que clavo la mirada en una de las paredes en lo que mi cabeza hace un suave vaivén para expresar que la entiendo — Reconstruirlo… — repito, más para mí que para ella — Sé que para muchos todo esto es nuevo. No, para muchos no, para la gran mayoría. Soy consciente de que no he crecido en el lugar más normal del mundo ni con los métodos clásicos de crianza — vamos, que para mí puede ser natural, pero nadie ha entrenado desde que tuvo uso de conciencia para luchar en caso de que algún loco de remate quisiera atacar su hogar. El catorce podía ser un sitio ideal y libre, pero también vivíamos con miedo. No por nada he crecido sabiendo del gobierno y de los Black incluso estando aislado, cuando nada de eso debería de poder tocarme — Pero estamos buscando un sitio en el cual las personas puedan ser lo que quieran y no lo que les indican. Gracias por confiar en eso.
A pesar de estar masticando con algo de fuerza, me permito el sonreírle de lado como respuesta inmediata a su pregunta. Para ponerlo en palabras, me tomo un momento más — Es… agotador — confieso, no muy seguro de que esa sea la palabra — Cuando decidimos reclamar el distrito, no pensé que tantas personas confiarían en nosotros y tampoco veía posible que alguien me tomara en serio. Quiero decir, nadie del gobierno lo hace y cuando nos juntamos en el consejo… Todos son mayores que yo. Bueno, salvo Hero, pero ella fue criada para gobernar, no yo — hasta la muerte de su madre y en vista de que su único hermano vivo y reconocido, Seth, estaba fuera del mapa, la colorada era quien heredaría Neopanem. No yo. No Magnar — Se conoce todas las leyes y protocolos, mientras que yo… No he peleado la guerra que empujó a los adultos ni he sido educado como los más jóvenes. Y muchos esperan que yo tenga la última palabra cuando, en verdad, no tengo ni idea de lo que debo hacer. ¿Me pone feliz que la gente confíe en nosotros y el tener un lugar? Pues claro. Pero a su vez me da mucho miedo perderlo — observo la bolita que he armado con el envoltorio del chicle y, sin poder contenerme, suelto una vaga risa — Lo lamento, no quería usarte de terapeuta.
A pesar de estar masticando con algo de fuerza, me permito el sonreírle de lado como respuesta inmediata a su pregunta. Para ponerlo en palabras, me tomo un momento más — Es… agotador — confieso, no muy seguro de que esa sea la palabra — Cuando decidimos reclamar el distrito, no pensé que tantas personas confiarían en nosotros y tampoco veía posible que alguien me tomara en serio. Quiero decir, nadie del gobierno lo hace y cuando nos juntamos en el consejo… Todos son mayores que yo. Bueno, salvo Hero, pero ella fue criada para gobernar, no yo — hasta la muerte de su madre y en vista de que su único hermano vivo y reconocido, Seth, estaba fuera del mapa, la colorada era quien heredaría Neopanem. No yo. No Magnar — Se conoce todas las leyes y protocolos, mientras que yo… No he peleado la guerra que empujó a los adultos ni he sido educado como los más jóvenes. Y muchos esperan que yo tenga la última palabra cuando, en verdad, no tengo ni idea de lo que debo hacer. ¿Me pone feliz que la gente confíe en nosotros y el tener un lugar? Pues claro. Pero a su vez me da mucho miedo perderlo — observo la bolita que he armado con el envoltorio del chicle y, sin poder contenerme, suelto una vaga risa — Lo lamento, no quería usarte de terapeuta.
No tengo idea cómo creció Kendrick, creo que yo tuve una niñez lo más normal que pudo darme mi madre. Hubo problemas sí, pero no me imagino lo que debió ser vivir escondido de esa forma. Simplemente no podría comparar las cosas por las que pasé cuando escucho la vida de otras personas. - No sé qué tan confiable sea mi opinión, pero creo que hacen un buen trabajo. - Todos tienen historias, pasado, y este lugar para muchos significó iniciar una nueva vida, la vida que esperaban. No puedo hablar por todos, claro, sólo tengo mi experiencia, pero si existe alguien que piensa así debe haber más gente, ¿Verdad?
Espero no haber cruzado una línea al pedirle su opinión. Primero porque sigue febril y débil, y en segundo porque no quisiera ponerlo incómodo preguntando algo personal tal vez. Pero creo que no lo he hecho. Continuo mascando el chicle sintiendo cada vez menos el sabor de la menta, lo cual es un poco decepcionante, pero suficiente para mantenerme despierta a las 4 am. Lo escucho con atención sintiéndome algo sorprendida por la facilidad con la que suelta todo. No me incomoda ni nada parecido, pero sí me deja sin palabras por unos segundos. Aunque me río un poco con el comentario de la terapia. - Puedes usarme de terapeuta si quieres, aunque no prometo dar los mejores consejos. - Le digo a modo de broma y luego me encojo de hombros. - Probablemente muchas personas vieron algo en ti. - Tal vez el apellido fue una primera pantalla, pero no creo que lo sea todo. - Y no puedo decir que te entienda, nunca he tenido problemas así, suena muy complicado. - Querer siempre cumplir con las expectativas de un distrito tan grande sin duda tiene que ser agotador. - No sé qué trato de decir, pero estoy segura de que no estás solo. Eres joven sí, pero hay mucha gente dispuesta a ayudar, puedes pedirle consejos a los demás si no te sientes seguro, pero confía, te juro que me he sentido muy a gusto estando aquí. - Vuelvo a encogerme de hombros, no tengo idea de cómo dar apoyo emocional y mucho menos porque no termino de entender, pero espero poder ayudar en algo. - La verdad no puedo decir que sé cómo te sientes ni cómo ayudar, sólo se sanar heridas sencillas y hacer de enfermera, pero si hay algo que pueda hacer sólo dilo. - Le sonrío un poco. Me gustaría apoyar más al distrito, si pudiera.
Espero no haber cruzado una línea al pedirle su opinión. Primero porque sigue febril y débil, y en segundo porque no quisiera ponerlo incómodo preguntando algo personal tal vez. Pero creo que no lo he hecho. Continuo mascando el chicle sintiendo cada vez menos el sabor de la menta, lo cual es un poco decepcionante, pero suficiente para mantenerme despierta a las 4 am. Lo escucho con atención sintiéndome algo sorprendida por la facilidad con la que suelta todo. No me incomoda ni nada parecido, pero sí me deja sin palabras por unos segundos. Aunque me río un poco con el comentario de la terapia. - Puedes usarme de terapeuta si quieres, aunque no prometo dar los mejores consejos. - Le digo a modo de broma y luego me encojo de hombros. - Probablemente muchas personas vieron algo en ti. - Tal vez el apellido fue una primera pantalla, pero no creo que lo sea todo. - Y no puedo decir que te entienda, nunca he tenido problemas así, suena muy complicado. - Querer siempre cumplir con las expectativas de un distrito tan grande sin duda tiene que ser agotador. - No sé qué trato de decir, pero estoy segura de que no estás solo. Eres joven sí, pero hay mucha gente dispuesta a ayudar, puedes pedirle consejos a los demás si no te sientes seguro, pero confía, te juro que me he sentido muy a gusto estando aquí. - Vuelvo a encogerme de hombros, no tengo idea de cómo dar apoyo emocional y mucho menos porque no termino de entender, pero espero poder ayudar en algo. - La verdad no puedo decir que sé cómo te sientes ni cómo ayudar, sólo se sanar heridas sencillas y hacer de enfermera, pero si hay algo que pueda hacer sólo dilo. - Le sonrío un poco. Me gustaría apoyar más al distrito, si pudiera.
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Tengo que empujar el chicle con la lengua para no tragármelo al reír — Oh, cualquier consejo me viene bien hoy en día — aunque sea una broma, no está muy lejos de la verdad. No cuando a veces me muestro desesperado por una guía, que puedo pretender que mis pasos sean seguros, pero siempre tengo el temor de que alguien más se encuentre midiendo cuánto avance y cómo lo hago. Me ahorro el decirle que lo único que vieron fue un apellido y una oportunidad, que no quiero sonar como un niño emo y caprichoso con lo que tiene, cuando yo solito me lo busqué. ¿Y no estoy abusando de las cosas que gano con mi puesto, de todos modos? Que tengo una casa inmensa para mí solo, las personas me regalan tonterías y una chica muy bonita que no conozco hasta me invitó a su cumpleaños; claro que no fui, no le haría algo así a Synnove, pero creo que se entiende el punto a donde quiero ir. Supongo que todo tiene sus pros y sus contras, solo que a veces el estrés y la preocupación pueden más que cualquier otro pensamiento, por infantil que sea,
— Tenerte de enfermera es más que suficiente, de veras — le aseguro, tengo que estirarme un poco para darle una palmada en la mano que busca ser amistosa — Y puede que yo sea joven, pero tú también lo eres y estás aquí dispuesta a dar una mano. Verás, aprecio mucho esa actitud, que personas como tú tenían otra opción y decidieron venir en esta dirección — siempre he dicho que yo estoy aquí porque era el único a camino a seguir si no quería vivir corriendo, pero sé que mi caso es uno particular y que no todo el mundo tiene mi mala suerte, gracias al dios que tenga que ser, que nunca he sido religioso. Me hundo un poco más en las almohadas y, con un suspiro que delata el cansancio ganado por la fiebre, cierro los ojos a pesar de mantener una tenue sonrisa — Para mí, lo que haces es mucho más valiente que lo que yo hago. Decidiste tomar tu vida, creíste que no era suficiente y te arriesgaste al cambio. En lo que a mí respecta, tienes más bolas que la mitad de las personas del Capitolio — tal vez no es mucho decir, pero creo que entiende mi punto. El cómodo frente a la injusticia es parte del problema y aquel que mueve montañas, es la verdadera solución. No me ha tomado mucho tiempo el aprenderlo.
— Tenerte de enfermera es más que suficiente, de veras — le aseguro, tengo que estirarme un poco para darle una palmada en la mano que busca ser amistosa — Y puede que yo sea joven, pero tú también lo eres y estás aquí dispuesta a dar una mano. Verás, aprecio mucho esa actitud, que personas como tú tenían otra opción y decidieron venir en esta dirección — siempre he dicho que yo estoy aquí porque era el único a camino a seguir si no quería vivir corriendo, pero sé que mi caso es uno particular y que no todo el mundo tiene mi mala suerte, gracias al dios que tenga que ser, que nunca he sido religioso. Me hundo un poco más en las almohadas y, con un suspiro que delata el cansancio ganado por la fiebre, cierro los ojos a pesar de mantener una tenue sonrisa — Para mí, lo que haces es mucho más valiente que lo que yo hago. Decidiste tomar tu vida, creíste que no era suficiente y te arriesgaste al cambio. En lo que a mí respecta, tienes más bolas que la mitad de las personas del Capitolio — tal vez no es mucho decir, pero creo que entiende mi punto. El cómodo frente a la injusticia es parte del problema y aquel que mueve montañas, es la verdadera solución. No me ha tomado mucho tiempo el aprenderlo.
Sonrío amistosamente con su comentario. - Gracias Kendrick. - Me limito a decir. No creo ser tan buena como lo menciona pero por algo se empieza. - En parte creo que es porque llevo un poco de tiempo aquí conviviendo con todos que puedo pensar así. Las personas que viven aquí te hacen querer ayudar a mantener este distrito. - Porque antes no tenía este sentido de comunidad tan marcado como ahora. Es una experiencia interesante. Pero al mismo tiempo aterradora. Antes sólo me preocupaba por mí y mi madre, incluso no me sentí triste al dejar atrás a los amigos que llegué a tener en la escuela. En parte porque podía seguir viéndolos, pero en parte porque nunca me sentí por completo aceptada en ese ambiente. Pero aquí es diferente. Y eso resulta refrescante de cierto modo. Sin embargo, ese mismo sentimiento hace que sea más difícil todo cuando pasan cosas como la del otro día. Porque antes podía reprimir todo sin que me importara, y ahora no.
Río un poco con su siguiente comentario, más que porque me resulte gracioso es porque me sorprende. - Creo que la mayoría de las personas aquí están en ese caso. - Como Synnove, me resultó bastante admirable cuando me contó por qué ayudaba en el hospital. Me gustaría algún día ser más como ellos. - Espero algún día ayudar mucho en este sitio. - Porque creo que es un lugar al que podría llamar hogar. Aunque aún me falta encontrar muchas cosas que busco, fue un buen inicio venir hacia aquí. Suelto un suspiro sintiéndome un poco aliviada y menos adormilada. El sabor del chicle se ha ido casi por completo así que ya sólo lo mastico de forma mecánica. Por su parte Ken se ve exhausto, si bien la fiebre está cediendo mucho más que antes, aún no está del todo recuperado. - Creo que lo mejor será que descanses un rato, Ken. - Le sonrío y me aparto un poco para salir de la habitación. - Vendré antes de irme a casa para ver cómo sigues, pero si necesitas algo antes estaré por aquí. -
Río un poco con su siguiente comentario, más que porque me resulte gracioso es porque me sorprende. - Creo que la mayoría de las personas aquí están en ese caso. - Como Synnove, me resultó bastante admirable cuando me contó por qué ayudaba en el hospital. Me gustaría algún día ser más como ellos. - Espero algún día ayudar mucho en este sitio. - Porque creo que es un lugar al que podría llamar hogar. Aunque aún me falta encontrar muchas cosas que busco, fue un buen inicio venir hacia aquí. Suelto un suspiro sintiéndome un poco aliviada y menos adormilada. El sabor del chicle se ha ido casi por completo así que ya sólo lo mastico de forma mecánica. Por su parte Ken se ve exhausto, si bien la fiebre está cediendo mucho más que antes, aún no está del todo recuperado. - Creo que lo mejor será que descanses un rato, Ken. - Le sonrío y me aparto un poco para salir de la habitación. - Vendré antes de irme a casa para ver cómo sigues, pero si necesitas algo antes estaré por aquí. -
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