The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Karina E. Hegel
9 de Julio


¿Es posible que mañana vaya a cumplir diecinueve años y vaya a pasarlo sola? ¿¡Sola!? Bueno, sin contar a mis amigas, pero todos saben que me refiero a sola de... ¡sola! Me siento realmente ofendida, que a Oliver no se le haya pasado el arrebato de salir con chicas menores que él, que además no tienen nada de clase o siquiera modales, ¿porque vieron como se comporta Maeve Davies? Su actitud se asemeja más a la de un babuino que a la de un ser humano, pero qué se puede esperar, ni siquiera me sorprendió enterarme de que pertenece al grupo de licántropos que se han extendido en masa por el país. ¿No le da vergüenza? ¡Así voy a tener que pasar mi cumpleaños! ¡Sola! Si se lo disculpo es porque sé de sobra que no es nada más que un pasatiempo, una distracción de adolescente, que es bien sabido que los hombres maduran más tarde que las mujeres y si bien yo ya estoy pensando en el matrimonio, Oliver aun está pasando por la época de divertirse con cualquiera.

Es bueno que mi adorada madrina me esté escuchando en mis quejas, porque siendo la tía del susodicho, estoy segura de que ella podrá infringir un poco más de presión sobre el chico, para que se termine de dar cuenta de con quién verdaderamente le interesa estar. La media visera que llevo sobre la frente me protege del sol que azota todo el club de golf de las afueras del Capitolio, aunque apenas lo noto por estar moviéndome de un lado a otro, con mi palo de golf número 1 sobre el hombro por haber estado hace nada tirando un par de bolas. Ahora me encuentro paseando frente a una de las mesas de la terraza de la cafetería que utilizan los miembros del club, el cabello amarrado en una coleta alta vuela por mis movimientos apurados, si es que se nota que estoy empezando a ponerme nerviosa, y es que no podría ser menos, en mi vida me ha pasado algo como esto.

¿Pero lo puedes creer, tía? ¡Ni un solo mensaje al finalizar las clases! ¡Con todo por lo que hemos pasado...! — sigo quejándome, no necesito mirarla para saber que me está siguiendo el hilo de la conversación, sus ojos claros escondidos bajo las gafas de sol, esas mismas que yo llevo a juego por ser un regalo adelantado de su parte. — No lo entiendo, de verdad que no lo hago, ¿acaso he hecho algo mal? — me doy por vencida, dejándome caer en una de las sillas al lado de la suya, sosteniendo el palo entre mis piernas y suspiro del agotamiento — Uno pensaría que empezaría a asentar cabeza de una vez y se le pasaría ese capricho que tiene con esa muchacha, ¿tú lo ves, verdad, tía? Qué bochorno, ¡bochornoso! Jamás he pasado por tanta vergüenza — no me permitiré que me vean arrastrándome, eso por supuesto, la única que conoce de mi verdadero estado con respecto a esta situación es mi madrina, a quien miro como si pudiera darme una explicación.
Karina E. Hegel
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No has hecho nada mal, cariño— contesto a mi sobrina, ¿cómo podría una muchacha como ella, tan impecable como mi propia Alexa, hacer algo que pueda considerarse que está mal? ¡Ah, la desgracia de las muchachas de esta familia! ¿Por qué los jóvenes con los harían una pareja tan perfecta, tienen el mal tino de dejarlas por ir corriendo detrás de alguna de… esas… chicas que más les valdría estar en el norte, donde se amontonan los de su especie. Primero el querido Percy, que no supo dejarse los pantalones puestos delante de una veela, luego mi propio sobrino, ¡Oliver! ¡Mi adorado Oliver! ¡Que se anda manoseando delante de todo Neopanem con… una licántropo! ¿Es que el mundo se ha vuelto loco? Bebo de mi vaso para calmar este calor y la frustración que me provocan errores tan tontos de la juventud. Quizá ha llegado el momento de resignarme a que no contaremos con Percy en nuestra fotografía anual, ¡pero me niego a rendirme tan pronto con Oliver y Karina! —Dale un poco más de tiempo, los muchachos necesitan divertirse mientras están en la escuela. ¿Luego del Royal? ¡Ni siquiera recordará como se llama esa muchacha!— le aseguro.

Estiro mi brazo por encima de la mesa para acariciar su mejilla con mi pulgar así la consuelo, me alegra habérmela encontrado cuando Kostya consideró que con un mensaje bastaba para hacerme saber que no vendría al almuerzo con los Monnier y tuve que tolerar a Valentine las dos horas de plática en las que no dejaba de hablarme de los logros, disgustos y cada anécdota que le llenara de orgullo sobre su pequeña Léa. Dos horas de escuchar sobre vida y obra de un pomeranian pone a prueba la paciencia de cualquiera, y claro que acepté llevar a Milo a jugar algún día, espero que les demuestre lo que es realmente un perro de clase. Pero, primero, debo llevarlo a la estilista. —No eres quien debería sentir vergüenza, Kari— aclaro, —esa muchacha que se mete con todo desparpajo en la vida de mi sobrino es quien debería sentir vergüenza. No tienes que hacer nada, la gente por sí sola le hará sentir que está aspirando más alto de lo que debe y que no es más que una buscona. Confía en la crítica social, suele ser feroz— lo sé, porque contribuyo a ella. —¿Una chica salida que quien sabe de dónde y que el juez Davies tuvo que dar su apellido? ¿Mordida por un licántropo quien sabe en qué circunstancias? Y por si fuera poco, se sabe que es el esbirro de nuestra actual ministra, ¿y sabes cómo esa mujer llegó a donde está, Kari? No de buenas maneras. Pero son oportunistas a las que le dura poco la suerte, ¿nosotras?— abarco todo el campo de golf con un movimiento de mi brazo. —Tenemos una vida plena y estable, con hombres que al final de cuentas saben a quién elegir. ¿Y Oliver? Él sabe que eres la mejor, solo necesita un tiempo para pasarlo con las equivocadas, chicos
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Karina E. Hegel
¿Más tiempo? — es la exaltación de mi rostro lo que hace parecer que subo un tono en mi voz, sosteniéndome de los reposabrazos de la silla con actitud desesperada. — ¡Le he dado más de un año! Y todavía… todavía sigue poniéndole ojos a esa… cría — no hay más que verla para ver que no es más que eso, una niña con pocos modales y un comportamiento demasiado infantil como para poder llamarla mujer hecha y derecha. Un año de tener que soportar viendo a mi futuro prometido detrás de la muchacha, que después del vivo aquel que me mostraron mis amigas con todo el bochorno acumulándose en mis mejillas, no soporto la idea de que esté haciendo algo más que tontear con ella. Afortunadamente mi tía debe estar leyéndome los pensamientos y sus declaraciones hacen un mejor intento de calmarme, así que me permito relajar mi espalda para dejarla reposar sobre el asiento. — Tienes razón, probablemente no sea más que un pasatiempo, ¿verdad? Es estresante el tiempo que transcurre desde el inicio de la mayoría de edad hasta el final de nuestra especialización, tiene que ser eso, estará pensando en matar sus tensiones con una chica de barrio… — ¿qué otra explicación puede haber? ¡Ninguna! No se puede comparar lo que yo tengo para ofrecerle, Oliver haría bien en recordarlo.

Sonrío por la caricia en mi mejilla, a escasos segundos de ver a uno de los camareros pasar con la bandeja para servir a otros ocupantes, así que me cuesta nada y menos levantar la mano en su dirección para que me traiga mi pedido habitual, un café con leche y hielo en estos días calurosos de verano. — ¡Pero precisamente por eso, tía! ¿Puedes imaginarte la vergüenza que siento cuando se les ve por los pasillos? ¿Cómo dos babuinos enamorados? Y lamento utilizar esa expresión, tía, que es tu sobrino, ¡pero a veces es que no lo entiendo! Da que pensar que de un día para otro se anden besuqueando en la escuela, ¡en la escuela! ¿Es que no tienen respeto por los profesores de la institución? — sé que me estoy pasando de más al hablar así del hijo del ministro, pero no es más que una táctica para hacer que mi propia tía utilice su relación con su hermano para darle un toque sobre lo que anda haciendo Oliver por ahí. — Ya sabes como funciona esto, tía, primero son los pasillos, luego terminan revolcándose en coches estacionados… — ¡qué vergonzoso! Vergüenza es lo que me da a mí tener que decir estas cosas en público, rodeadas de gente con categoría.

Escucho lo que sabe sobre la susodicha, mi cara expresando cada uno de los sentimientos que pasan por debajo de mi piel cuando me cuenta su conexión con la nueva ministra de defensa. — ¡Es lo que yo digo todo el tiempo! Esta sociedad se está yendo a pique con cada día que pasa, ya no queda nadie con valores o ética de etiqueta, ¿te das cuenta, verdad? — soy consiente de que cuando paso tiempo con mi tía, se me pegan varias de sus formas y maneras de hablar, una conversación más refinada de la que tendría con amigas, pero uno tiene que saber que cuando se trata con adultos, lo mínimo es tenerles un poco de respeto y educación. Suspiro dramáticamente, meneando la cabeza con cierto desagrado. — Espero que de verdad sea así, tía, porque tengo mucho planes de futuro, y ninguno incluye a ninguna buscona que le quite a Oliver de prestarme atención — sentencio con fuerza.
Karina E. Hegel
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Un año es mucho tiempo, en eso tengo que darle la razón a mi ahijada, y sin ir demasiado lejos, pienso en el error que cometió Percy con mi Lexie. —Es mejor que los chicos derrochen el tiempo que deben derrochar con una chica de esas, así una vez que sientan cabeza, no tropiezan con un error al caer fácilmente en las tretas que esas chicas conocen bien— opino, y sin ir demasiado lejos en verdad, podría pensar en mi propio caso, es solo que evito pensarlo porque me da jaqueca mezclada con la más honda vergüenza, el desenfreno de aquella Ingrid tan joven nada tiene que ver conmigo ¡pero fue lo mismo que le sucedió a Percy! Solo fue un error, de los que cometemos las personas que siempre vamos por el camino correcto, tan ingenuos a las mañas de seducción de personas con malas intenciones. —Si tiene que cometer errores que los hago ahora, luego lo superará. El resto de la vida es para que lo pase con la chica que debe ser— digo, tiendo mi brazo para tomar su mano, con mi voto de confianza de que esa chica es ella y que me encargaré de que será ella.

Hay cosas que están destinadas a ser, a cada quien el lugar que le corresponde, la escuela puede ser un lugar que les haga confundirse sobre cuál es el lugar de cada uno, pero luego salen a la vida… al mundo… ¿dónde se ha visto que una soldado del escuadrón licántropo pueda estar con el hijo de un ministro y quién sabe si Oliver no será ministro también…? Eso no pasa en la casa Helmuth, no con el ejemplo que le dan Nicholas y Eloise. Y mírate…— le sostengo la barbilla con el orgullo que me provoca esta muchacha tan parecida a las m… a Lexie. —si tienes la misma elegancia que Eloise. Puedo verlos a Oliver y a ti… ¿cómo los próximos ministros de Salud y Educación? Escuché que Oliver quiere ser profesor y sabemos que si decide serlo, no es para ser uno más del montón…—. Como algún día espero mi hija se encargue de limpiar la mugre que pueda dejar Rebecca Hasselbach en la silla de ministra de Defensa, más allá de todo lo que se pueda decir de Riorden y su familia, ellos tenían un apellido que también está en alta estima dentro de los magos, como para que esa mujer… aggg, se me revuelve la bilis al pensar que mi hermano tuvo que pasar por la humillación de pedirle que rastree a Kitty, ¡cuando ese es tu trabajo! ¡Su obligación! Para algo le pagamos su sueldo con nuestros impuestos, zorra arribista.

Taparía mis oídos a las insinuaciones que hace Karina del comportamiento de mi sobrino con esa muchacha. —Procura no pensar en ello, Kari. No será algo que recuerde Oliver en el futuro, así que no debes ser tú quien le de importancia— digo, porque no puedo prohibir a la naturaleza que actúen las hormonas de mi sobrino y deje de tontear con esa chica Davies, son imágenes que prefiero no meterme en la cabeza. —No ha quedado ningún respeto por las buenas formas, así que nos toca a las pocas familias que quedan hacer respetar estos valores. Nos hemos mantenido por años, décadas, incluso escondidos de los Black, como para que parias quieran venir a sentarse en nuestra mesa— pienso en lo desagradable, muy desagradable, que fue tener a una veela en el salón de mi casa. ¡Ay! ¡Me gustaría creer que solo son etapas! —Pueden pavonearse todo lo que quieran en la calle, pero a nuestras casas no entrarán. No pondría jamás un plato para servir la cena a esa tal Davies— ¿acaso no conseguí que la veela de Luka se fuera de la casa sin siquiera llegar a sentarse? Mi familia, no. —Y si ves que se quieren pasar de los límites, siempre es bueno buscar maneras de recordarles cuál es su lugar y que el resto de las personas ayuden a que vuelvan a su rincón de paria…— insinúo, que la escuela también tiene mucho de estas influencias en que una abeja reina influye sobre las obreras.
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Karina E. Hegel
Lo bueno de mi tía es que sé que le puedo contar todo lo que quiera, que siempre me va a ofrecer su más honesta opinión y eso, siendo que tenemos una misma visión de las cosas, me reafirma en mis propias creencias. — Desde luego, lo que me preocupa de esto es que no se dé cuenta de que está derrochando el tiempo, ¿sabes cómo te digo? — la miro para comprobar que me está prestando atención, el apretón de su mano me lo confirma y se lo devuelvo con una sonrisa que se asemeja más a una mueca por lo que tengo para decir después. — Tú conoces cómo son estas chicas de hoy en día, no les importa a quién pisar con tal de conseguir sus caprichos, y esa Maeve está pisando por terreno muy peligroso en lo que a Oliver se refiere. Tengo miedo de que lo lleve por un mal camino y, al final, termine arrastrándolo con ella hasta lo más hondo del pozo donde se reúnen las bestias… — uso una metáfora, pero no es que haya tanta diferencia con la realidad si uno se pone a pensar en los lugares que hay en el norte. — Y tu sobrino es tan buen chico… no se lo merece — concluyo con un suspiro, uno que define muy bien mi preocupación por el hijo del ministro. Si solo pudiera ver realmente con quién anda juntándose…

Agradezco que el camarero haga su intervención para traerme mi bebida, porque necesito de un trago de café para no poner mala cara ante lo que propone. Cuando poso el vaso sobre la mesa después de haber tomado un sorbo, suelto un gran ‘oh’ en exclamación de mi indignación— ¿Oliver casado con una licántropo? ¿Y qué sería lo siguiente? No, no, no, de ninguna manera, eso son cosas que no deben ser, igual que ocurre con la ministra de Defensa. Estoy empezando a plantearme que no es más que un plan de ella para fastidiarnos la existencia — bufo molesta, ¿no que la chiquilla era su esbirro? Seguro que lo tenían todo planeado desde el principio, ¡incluso antes de que Oliver y yo lo dejáramos! Rebajo mi irritación al levantar la barbilla por ese gesto que tiene mi tía y sonrío, por supuesto que lo hago. — ¿Te dije que siento que Eloise tiene algo conmigo? Debe de ser cosa mía, no habría ninguna razón para ello, si solo quiero lo mejor para el hijo del ministro… — murmuro, no sé, esa sensación me ha dado. — Pues claro que no, Oliver está hecho para seguir el mismo camino que su padre, tiene un futuro muy brillante por delante, junto al mío claro, no con una buscona que no haga más que ensuciarle los zapatos — exclamo, la indignación vuelve a tomar tono en mis palabras.

Asiento con la cabeza, que mi tía tiene razón, no tengo que ofuscarme por cosas que ni siquiera van a pasar, porque no pueden ser, solo me molesta que tengan que ser así hasta que consiga mis objetivos. — Eso es lo que digo yo, tía, parece que la prole ya no sabe donde está su lugar en la sociedad, que parecen hienas hambrientas tratando de usurpar ese lugar que tanto nos ha costado conseguir — hablo por mis padres, tanto como por la familia de Ingrid, que no han trabajado lo que han hecho para que ahora se les otorgue los mismos derechos a gente que no ha movido un dedo en su vida. — Si solo pudiera dejarle claro a Davies que está aspirando a demasiado… no es consciente del golpe que se terminará dando cuando caiga de la nube. ¿Tú podrías…? — tanteo el terreno, estirando una mano para colocarla sobre el brazo de mi tía con el cuidado de alguien que planea decir esto con tacto, pero al final no me aguanto. — ¡Tienes que hablar con tu sobrino, tía! — o con su hermano, cualquiera va.
Karina E. Hegel
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¡Jamás!— exclamo, en un tono alto que sobresalta a quienes están en las mesas cercanas. —Como que me llamo Ingrid Cath Helmuth, nadie mi familia caerá nunca en uno de esos pozos por ser arrastrados por una persona, ¡yo misma iré a sacarlos de ahí y devolverlos a nuestra casa!— me enerva la sola posibilidad de que una muchacha que no alcanza ni la mitad de mi edad, como esa tal Davies, quiera desviar a mi sobrino de la impecable educación que recibió en nuestra familia. ¡Faltaba más! Al mínimo cambio que pueda advertir en el carácter de Oliver, seré quien se encargue de ir a arrojar a esa chica a la frontera de Neopanem y que se apañe para vivir entre sus pares, las bestias. —No dejaré que perjudique a Oliver. Nadie, nunca lo hará. Por la memoria de Olivia, con lo mucho que respeto a Eloise, asumiré la responsabilidad de madre si hace falta para defenderlo de quien quiera dañarlo y apartarlo de su lugar— sostengo. También lo hice con Sigrid, mostrándole lo peligroso que era para ella y mis sobrinos seguir vinculados con el delincuente repudiado que tienen como padre, y aunque la adore, en ese momento tuve que ser cruel con mis opiniones, no me arrepiento de haberlo hecho.

¡Por Morgana, Kari! ¡Se te haga la boca a un lado!— otro sobresalto en la mesa vecina, el mismo hombre nos mira con desaprobación y su esposa toquetea nerviosamente las perlas que lleva en el cuello al echarnos un vistazo. No quiero oír la palabra casamiento en una misma oración que vincule a Oliver con esa chica. —¿Tú crees que es esa mujer quien la está instigando?— me sorprendo por la conclusión a la que Karina ha llegado, ¿y cómo yo no lo pude ver? ¡Si es tan evidente! —¡Lo que nos faltaba! ¡Esa…!— me trago el insulto al recibir una mirada de advertencia por parte de la mujer del collar de perlas. ¡Por supuesto que es cosa de ella! ¡Si no se dedica más que a fastidiarnos a todos los Helmuth! Como si no tuviera otras cosas de la que encargarse, se ha relajado en su nuevo sillón y ahora que nos tiene más cerca, está aprovechando ¡para meter en la cama de mi sobrino a su esbirro! Tendré que preguntarle a Sigrid si es que cree que Anne Ruehl está desquitándose por algún rechazo por parte de nuestro hermano, ella que la conoce mejor y percibe mejor estas cosas, yo de lo único que puedo estar segura es que mi hermano jamás se rebajó a prestar atención a una chica tan insulsa como Ruehl, ¡y si hay mujeres como Olivia y la misma Eloise! —¿Qué dices, cariño? ¡No, imposible! Dudo que Eloise pueda tener algo en contra de ti— meneo mi cabeza, armando en mi cabeza una idea que termina de tomar forma con sus siguientes palabras. —Vendrás conmigo al próximo almuerzo familiar, Kari— decido, mi voz demuestra mi determinación. —Podrás entenderte mejor con Eloise, también Nicholas te defenderá como su favorita, yo hablaré con él. ¡Y se me ocurre algo mejor! Iremos a pasar uno de estos fines de semana de verano a casa de Nicholas, entre todos los primos, podrás estar. Con Sigrid me encargaré de mantener a Kitty y Brian alejados, tú puedes disfrutar de la playa con Jenna, y especialmente, Oliver— dispongo, acomodando las cosas como deben ser y como a mí me gusta que sean.
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Karina E. Hegel
No suelo escuchar a mi tía pronunciarse a sí misma con su nombre completo, a no ser que le esté molestando algo profundamente, así que me alegra saber que al menos la tengo a ella de mi parte para mirar por el bien de su sobrino. — Es lo que nos queda por hacer viendo que él no tiene el más mínimo aprecio por su reputación social, suficiente tuvimos con el vivo, no necesitamos de más incidentes que puedan destruir su imagen, y la mía. — añado, que si pretendo que nuestro futuro sea juntos, no puedo permitir que en su afán por juntarse con la plebe destroce lo que se le ha dado por nacimiento, el prestigio de un nombre como el suyo, como para que ahora lo derroche por puro capricho adolescente. Ruedo los ojos con excesiva exasperación, pues es verdad que los hombres maduran más tarde que las mujeres, pero uno hubiera pensado que tendría algo de respeto por el apellido de su familia. — Te lo agradezco de veras, tía, no queremos que se repita tampoco lo de Percy, ¿cómo lo está llevando Lexa? Imagino que nada bien… — ¿cómo podría? ¡Percy es el ejemplo mismo de lo que podría pasarle a Oliver como siga manteniendo su atención sobre las chicas equivocadas!

Se me van los ojos a las personas que tenemos alrededor cuando las exclamaciones de mi tía hacen que se giren hacia nuestra mesa y solo atino a disculparme con un movimiento de mi cabeza. — ¡Definitivamente es lo que parece! Yo solo estoy poniendo los datos sobre la mesa… — bastante literal, además. — ¿No que esa mujer siempre ha tenido envidia de los Helmuth? No me sorprendería para nada que fuera su propia frustración hacia asuntos del pasado lo que le haya llevado a decirle que vaya a molestar a tu sobrino. ¿Qué otra explicación habría? — digo, que no hay más que echarle un vistazo a Maeve Davies para darse cuenta de que ella y yo jugamos en ligas completamente diferentes, ya no solo en educación, sino en apariencia física también. ¿Qué? No, no, no lo digo solo porque se dedique a emborracharse cada vez que puede mientras yo dedico tiempo sano a practicar deporte y comer decentemente. Lo sé porque le cotilleo el perfil social de vez en cuando, no porque me muestre demasiado interesada en su vida, solo en lo que pueda arrastrar a Oliver con ella.

Me encojo de hombros en la misma ignorancia que mi tía al preguntarse lo mismo, que yo tampoco tengo idea de lo que podría tener Eloise LeBlanc en mi contra, así que asumo que deben ser imaginaciones mías. No es que yo acostumbre a tener este tipo de inseguridades con respecto a mi propia persona, pero los recientes acontecimientos están empezando a hacerme dudar. — ¡Eso sería estupendo, tía! De esa manera no va a poder ponerme ninguna excusa, que cada vez que deseo hablar con tu sobrino me salta con que o no está en su casa, tiene un entrenamiento o cualquier tontería con tal de evitarme — me quejo. ¿Será cosa de Davies también? ¡Además de buscona, controladora! — Mejor, Katerina y Brian están un poco… alborotados, así que mejor si pueden entretenerse con tu hermana — ¿vamos a hablar de que su hija se escapó de casa? ¡Qué preocupación, terrible! Suelto un suspiro dramático. — ¿Qué les ocurre a estas nuevas generaciones? Cada vez están más descarriladas del camino correcto… Vas a tener que hablar con tus sobrinos seriamente, tía, cosas como estas no se pueden simplemente permitir — no, no estoy diciéndole como educar a sus hijos, ¡si Luka y Lexie no pudieron salir mejor! El problema es todo lo que está azotando el país estos días, que les meten ideas equivocadas al resto…
Karina E. Hegel
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La de toda la familia— considero necesario decirlo, que las acciones de Oliver si fueran discretas, no pasarían por ser más que un rumor adolescente, y sin embargo, graba vivos y se pavonea con esta muchacha de tan poca gracia por todo el Royal, de arriba abajo, como si la imagen no lastimara a los ojos de mi ahijada y a los míos también. ¿Qué clase de niños egoístas hemos criado en esta familia? ¡Oliver, Brian, Katerina! Si es que los hemos consentido en demasía, en especial a mi sobrino por haber perdido a su madre, nos tuvo sobre él con una preocupación quizás exagerada, ¡y esto hemos conseguido! Me remuevo incomoda en mi asiento por lo que dice de Percy, lo siento como una aguja que también se clava en mi costado, ¿deslices que luego se convierten en una mancha imborrable? Solo yo sé del juicio que veo en los ojos de Kostya todos los días, ni que hablar de los planes y anotaciones botadas a la basura sobre todo lo que tenía relación con la boda de Lexie y Percy, de la que no dejé de hablar en toda la base de seguridad y otras oficinas del ministerio, ¡si era un hecho! ¡Tan real como que mañana será otro día! Y así acabó…

No he hablado mucho con ella, creí que por ser la más cercana a mí me diría como se siente, quizás me escuchara cuando le dije que fue solo un error y debían continuar, pero han pasado los meses… estoy perdiendo las esperanzas— suspiro con dramatismo, y me veo obligada a aclarar: —No es lo mismo que contigo y con Oliver. Si tan solo Percy hubiera venido a mí para pedirme ayuda, si tan solo Lexie estuviera decidida a recuperarlo, ¡pero no sé! Ninguno de mis planes de una cena en común ha funcionado. Contigo es distinto, contigo no pienso rendirme, sigo convencida de que son la pareja ideal con Oliver—, porque ella sí pide mi ayuda, si me convence de que lo son. Y nunca admitiría a mi querida ahijada, por miedo a ofenderla, que si no insistí con lo de Lexie es porque los meses pasaron y jamás presionaría a mi hija a estar con alguien si no hay un indicio de su parte de que desea estar con esa persona. Puedo presionar –mucho- sobre muchas otras personas, pero tengo mis límites con mi esposo, mis hijos y quizás también con Sigrid. —Me encargaré de que haya una boda con todos los honores en esta familia— y salvar a Lexie de esa responsabilidad si así no lo que quiere, me daré por satisfecha con unir felizmente a Karina con Oliver.

Y a mí no me vendrá a hacer sombra alguien como Anne Ruehl, ¡ja! Tus manipulaciones tendrán que flaquear ante mi determinación de conseguir lo mejor para mi familia, ¿qué la chica que cela como suya se vincule con un Helmuth para desprestigiarnos? ¡Ya quisiera! ¡Ya quisiera! No hace más que querer arrastrar nuestro apellido al fango en el que ella se revuelca, ¡pero ni yo ni Nicholas permitiríamos algo así! Me gustaría incluir también a Sigrid, lo haría si no fuera porque siempre ha tenido el corazón y el carácter más blando, mi pobre hermana, la única que podría llegar a sentir simpatía por una causa perdida como lo es Ruehl. Pero ni mi hermano mayor, ni yo, nunca nos hemos cegado con ella, la vemos tal cual es. Y en su cara le demostraré que piso más fuerte que ella cuando me planto en un lugar, sobre todo si es delante de mi familia para impedir que entre con sus malas intenciones. —Lo hice entonces, lo volvería a hacer ahora, no dejaré que Ruehl ponga un pie dentro de mi territorio y le recordaré cuál es su lugar, muy por debajo de donde yo piso. Es la única manera de tratar a este tipo de personas si no quieres que te avasalle— mascullo.

Así que mi plan está puesto en marcha, no costará convencer a Sigrid de que necesitamos unas vacaciones, aunque quizás debería plantear la conversación de manera que sea ella quien lo sugiera al verme estresada, de decirlo yo podría despertar sospechas. Y entonces estaremos todos en la casa de Nicholas antes de que mi hermano termine de contar cuántos somos. —Será por lo menos un fin de semana, más días si los necesitamos, así que no podrá encontrar excusas que esa muchacha le imponga y tendrás a Oliver para que puedan hablar tranquilos, así descubren qué ha pasado para que se deje engatusar de esa manera. Yo hablaré con tus padres, así que no te preocupes por eso…— sus padres me agradecerán luego, que estoy a punto de conseguir el mejor candidato posible para nuestra Karina. —No lo sé, querida. No lo sé… tú, Lexie, Jenna… son ejemplos de comportamiento, pero han sido criadas en el seno de familias tan correctas. Afuera el mundo está siendo un caos, a Kitty que se le ocurre ir a pasear por ahí, ¿qué me espera con ella? No lo sé. ¿Por qué ir de excursiones por ahí cuando se está bien aquí? ¿Cómo no puede verlo?— echo una mirada a todo el lugar, es lo que conocí toda mi vida, lo que casi abandoné en un arrebato y mi buena cordura regresó a tiempo para recordarme que este es el sitio al que pertenezco, como todos en mi familia y tampoco permitiré que ellos lo olviden.
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Karina E. Hegel
Coloco una mano sobre la muñeca de mi tía como muestra de mi apoyo al buscar sus ojos con los míos. — Entrará en razón con el tiempo, ahora mismo seguro que todavía está dolida por lo que ocurrió y no sabe cómo mostrarse al respecto, pero no pierdas las esperanzas, tía, tu opinión y consejos es algo que Lexa valora en cantidad, solo que está pasando por un tiempo difícil… — suspiro bajando mi mirada hacia la mesa, pensando en mi pobre prima que ha tenido que rebajarse a las malas decisiones de su prometido. ¿Cómo personas como Alexa y como yo, tenemos que sufrir la idiotez de hombres que todavía no han madurado como para darse cuenta de lo que se están perdiendo? Y más tontas nosotras por permitirlo… Me salva el que mi tía piense de manera distinta, que siga creyendo que hay esperanza con Oliver. Es joven todavía, puede cambiar sus formas con unas cuantas modificaciones de conducta — Somos la pareja ideal, tía, ¡no entiendo cómo no puede verlo! Está completamente cegado, ha caído tan hondo en la telaraña de esa arpía que ahora no es capaz de darse cuenta de lo que ha dejado atrás — ¡a mí! ¡a mí!

Está claro que con estas personas solo funciona el recordarles de manera eficaz el lugar que les ha dejado la sociedad, uno que ha sido marcado desde hace generaciones, es ahí donde se tienen que mantener, no hay placa que vaya a servirles para que se les reconozca como a iguales. — Me encargaré personalmente de señalarle cual es la posición que le corresponde en esta imagen, tía, de eso no tengas ninguna duda — y por eso doy a entender que alguien como Davies no puede siquiera estar dentro de la fotografía, antes preferiría ser una hormiga que permitir que aparezca en el marco familiar de los Helmuth. Con suerte tengo de mi lado a Ingrid, que es quien se encarga en este familia por excelencia de dar la bienvenida a nuevos miembros, y también de echar a los que se atreven a pisar el felpudo de sus casas.

Puedo mostrarme más tranquila ante la aseguración de que serán unos días los que podremos pasar en compañía de Oliver, así que relajo mi espalda contra el asiento, llevándome la bebida a los labios para después reposar mis brazos sobre la silla de metal. — Muchísimas gracias por todo esto, tía, de verdad que te agradezco lo que estás haciendo por mí y tu sobrino, estoy más que segura que solo necesita que le abran un poco los ojos, con un par de días será suficiente para arreglar las cosas entre nosotros — siempre me calma escucharme segura de mí misma al hablar, junto con las palabras fieles de mi madrina, sé que es todo lo que necesito para pensar que nada de esto es en vano, que mi relación con Oliver todavía tiene de arreglo. — ¡Y recién está empezando en la adolescencia! Pobre de ti tía como empiece a tomar ejemplo de personas como Davies… No me sorprendería que también hubiera sacado esas ideas de escaparse de casa de ella, la he visto alguna vez por los pasillos hablándole de forma sospechosa. — decirle que también le he visto entregarle algo va a causarle un paro cardíaco, así que me lo guardo para cuando las aguas estén más tranquilas. — Katerina lo que necesita en este momento es una mano dura, no dejarle pasar estas cosas, que luego termina descarrilándose del camino correcto, ¡y quién puede decir lo que puede salir de ahí! Un buen internado es lo que le hace falta — declaro con un gesto afirmativo de mi cabeza, escuché que la dueña del periódico de The Guardian iba a abrir uno — Con el buen ejemplo que tiene en casa con su hermana… — suficiente tiene Lexa con lo de Percy, me haré la encargada exclusiva de hablar con mi prima para hacerle saber que no puede volver a preocupar a su madre de esa manera.
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Invitado
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Nunca lo admitiría, de todos nunca delante de mi propio esposo, que ciertas cosas son debilidades que reconozco en mi carácter, y en especial con Kostya que luego termina descubriéndolas por sí solo, no podría ponerlo en palabra. No insistiría en ese matrimonio tan conveniente de mi hija mayor, sí no la veo segura de que la otra persona es alguien a quien puede amar, claro que les deseo lo mejor a mis hijos, así como a mi ahijada. Pero necesito saber que esto es lo que quieren, que esa es la persona que quieren, entonces movería todo a mi alcance para conseguir que las cosas se acomoden de un modo en que puedan estar al lado de esa persona, siempre que también la crea adecuada, eso está de más decir. Mujeres como Rebecca Hasselbach que tienen sus líos con el mismo presidente por lo que he escuchado o la chica Davies al arrimarse a mi sobrino, esas las hubo siempre, merodeando alrededor de lo bueno y valioso, ¡ah! ¡pero que seamos sofisticadas no quiere decir que no sepamos dar pelea! Peleamos con toda elegancia, de eso no hay dudas, con movimientos sutiles y precisos.

Puede que esa chica lo haya cegado estos días, pero no se puede tapar el sol con un dedo y menos cuando el sol está en tus narices. No hay manera que mi sobrino te ignore si te tiene enfrente y no hay alguien que todo el tiempo está tironeando de él para distraerlo— bufo. Lo bueno es que mi hermano tiene las mismas políticas que yo en cuanto a que nadie inadecuado pise las baldosas de su casa, así que unas vacaciones en la isla de unos pocos días nos darán la tranquilidad de que no habrá molestias cerca, y por las dudas, bajaré todas las persianas que den a la casa de nuestra ministra de defensa. —¡Si tan solo hubiera un buen instituto para Katerina! Una mansión retirada de la ciudad, con muros y enrejados, donde esté segura de que la tendrán con estricta disciplina, pero educándola bien. El Royal se ha convertido en un colegio de lo popular, ahora que el Prince es casi que propiedad de los rebeldes. Me imagino el trabajo que deberá estar teniendo Eloise estos días, tampoco puedo esperar que el ministerio se encargue de todos, quizás es momento de que como en otros tiempos, la educación mágica vuelva a pasar por las casas— y entonces sí, Katerina Romanov no volverá a sentir en la piel el aire de la calle hasta los veinticinco años. Si no fuera porque tanto su padre como yo tenemos trabajos que demandan mucho de nuestro tiempo, lo consideraría. Por ahora no me queda más que suspirar. —Siempre es bueno hablar contigo, Kari. Mis hijos, como lo hace todo hijo, tienden a criticar lo que hago y no saben ver que mi único deseo es que estén bien y seguros— la hago parte de mis desahogos, —es bueno tener al menos una persona que me dice que lo que hago está bien, ¡eso me da la razón! Y por supuesto que la tengo. Kitty es una chica tan inteligente, pero no quiero que sea inteligente en los sitios incorrectos— tiene toda la lógica, ¿no? —Es difícil ocuparse del bienestar de una familia tan grande, pero no imposible. No para mí. Hay cosas que están destinadas a ser y otras que no, personas que nunca pasarán el umbral de nuestras casas, ni se sentarán a nuestra mesa y me encargaré de que así sea— se escucha como una promesa muy solemne hecha en el lugar indicado, así que no espero más que se cumpla.
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