OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Finales de junio
En mi defensa diré que así como lo ven, el capitán Shang es un viejo que lleva treinta años practicando Krav Maga, el que me haya dejado reducido en el suelo al cabo de tres minutos no quiere decir nada sobre mí, que cumplí con venir a todas las clases estas cinco semanas y vaya a saberse qué pócima toma para los huesos, que sus movimientos fueron más rápidos de los que debería ser para alguien que haya pasado los cincuenta. El que va a necesitar algo para los huesos soy yo, vuelvo al banco contra la pared donde están el resto de los espectadores sobándome la garganta donde todavía siento la presión del brazo de nuestro entrenador, quien por cierto no se llama capitán Shang, es una broma que por nuestras vidas es mejor que no llegue a sus oídos. —Me distraje— digo cuando me giro hacia Alexa, —eso fue lo que pasó — miento.
Tampoco soy el peor de los casos, hay uno que todavía no sabe diferenciar izquierda y derecha. Ella es de las pocas personas que están en estas clases y forman parte del escuadrón de seguridad del ministerio, así que se espera que tengan más destreza para aprender los movimientos. Pero verlos es raro porque suelen tener sus entrenamientos reglamentarios en la base como para mostrar interés en otras alternativas. Yo me cuento entre los que se apuntan a estas clases privadas para aprender cómo defenderse y abandonar la táctica de la zarigüeya de simular mi muerte con un desmayo, si es que algún día me veo en aprietos. Es broma, ayuda decir eso cada vez que me presento en uno de estos cursos que me menciona Alexa, para que las expectativas en mí sean bajas y pueda hacerlo sin presiones. Hay gente que mantiene el contacto con sus compañeros de escuela para salir de juerga o por consejos de crianza, nosotros cada tanto coincidimos en uno de estos lugares.
No quiere decir que seamos muy cercanos, pero soy de los que se mantienen en contacto con otros compañeros en Wizzardface y trato de estar presente en las reuniones de cada año, son las personas que con sus buenas y malas, eran el paisaje de mi vida cuando mi mundo parecía cerrarse a lo que ocurría en el Royal y luego explotó en todas direcciones haciendo que deambulara por el norte tras la graduación. Los últimos años de la especialización fueron insoportables, no me hubiera quedado hasta recibirme si no fuera por Locki y recién entonces me soltó la correa para que fuera libre, sin rumbo. Siendo justos, aunque ni él ni yo teníamos problema de sumarnos a los grupos, Locki fue mi único amigo todo ese tiempo. Quizá Alexa no lo fue, pero daba por hecho que su boda iba a estar invitado, que está claro que todos lo comentaban y sabían porque estamos en esa edad en la que… sí, estas cosas son noticia. —Entonces… ¿este verano no hará falta que vaya a comprar cucharas como regalo?— me he tardado un par de clases en preguntarlo. —Que conste que estoy sacando el tema para que le des una paliza a Shang por mi honor perdido, ¿sirve?— consulto, me temo que terminaré siendo inmovilizado también en este banco.
Si tengo que ser completamente sincera, había pensado en dejar las clases de krav magá. No era cuestión de que no disfrutara la disciplina, sino el hecho de que no la creía necesaria o vital para mi organismo. Eso hasta que Katerina desapareció por días y me dejó el sistema nervioso a flor de punta. No en serio, la histeria de mi madre no es buena para ningún ser humano, pero si a eso le sumamos mi propia histeria cuando ya estaba nerviosa por todos los trámites que tenía que hacer para poder mudarme… Digamos que el verdadero milagro no había sido que Kitty apareciera, sino el que mi padre no se hubiese aparecido en la puerta de la cocina con una valija en una mano y los papeles de divorcio en la otra.
- Sigues pensando los movimientos, eso es lo que te pasó. - Nada de distracciones. Se notaba en toda su postura que estaba pensando en la manera exacta de contraatacar el movimiento del profesor, en lugar de dejarse llevar con lo que su cuerpo le decía. Que el impulso y el reflejo estaba, lo que faltaba era que dejase de tratar de usar su memoria en un movimiento de acción-reacción. - Igual duraste más que Fuery. - Lleva dos años asistiendo el pobre, y todavía le cuestan los movimientos básicos. Que no es enteramente su culpa, sino de su persistencia al hacer algo y no practicar ningún otro tipo de actividad física, como caminar, por fuera de las clases.
Por mi apellido todavía faltaban un par de alumnos más antes de que fuese mi turno, así que aprovecho para estirar mis extremidades en el lugar, y de paso me concentraba en no tratar de hacerle una demostración ahí mismo a Dave. - Nunca voy a entender por qué todo el mundo asumía que nos íbamos a casar, cuando ni siquiera hubo una propuesta de por medio. - ¿Vivíamos juntos?, sí. ¿Nosotros asumíamos que a futuro nos íbamos a casar?, tal vez. Eso no significaba que el resto automáticamente tuviese una invitación a una celebración sin fecha alguna. - No. Sirve para que yo quiera demostrarte lo que aprendí en estas clases, o para que el profesor Anderson te devuelva al centro para hacer otra demostración. Ya, en serio, siendo curiosa. ¿Cuánta gente asumía que nos íbamos a casar? ¿Y cuántos saben lo que en verdad pasó? - Que había escuchado un sinfín de rumores, incluyendo el que mi padre tenía una mafia en el norte y que Percy actuaba como espía para obtener información y así poder apresarlo.
- Sigues pensando los movimientos, eso es lo que te pasó. - Nada de distracciones. Se notaba en toda su postura que estaba pensando en la manera exacta de contraatacar el movimiento del profesor, en lugar de dejarse llevar con lo que su cuerpo le decía. Que el impulso y el reflejo estaba, lo que faltaba era que dejase de tratar de usar su memoria en un movimiento de acción-reacción. - Igual duraste más que Fuery. - Lleva dos años asistiendo el pobre, y todavía le cuestan los movimientos básicos. Que no es enteramente su culpa, sino de su persistencia al hacer algo y no practicar ningún otro tipo de actividad física, como caminar, por fuera de las clases.
Por mi apellido todavía faltaban un par de alumnos más antes de que fuese mi turno, así que aprovecho para estirar mis extremidades en el lugar, y de paso me concentraba en no tratar de hacerle una demostración ahí mismo a Dave. - Nunca voy a entender por qué todo el mundo asumía que nos íbamos a casar, cuando ni siquiera hubo una propuesta de por medio. - ¿Vivíamos juntos?, sí. ¿Nosotros asumíamos que a futuro nos íbamos a casar?, tal vez. Eso no significaba que el resto automáticamente tuviese una invitación a una celebración sin fecha alguna. - No. Sirve para que yo quiera demostrarte lo que aprendí en estas clases, o para que el profesor Anderson te devuelva al centro para hacer otra demostración. Ya, en serio, siendo curiosa. ¿Cuánta gente asumía que nos íbamos a casar? ¿Y cuántos saben lo que en verdad pasó? - Que había escuchado un sinfín de rumores, incluyendo el que mi padre tenía una mafia en el norte y que Percy actuaba como espía para obtener información y así poder apresarlo.
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—Comienzo a pensar que tengo un serio problema con esto de pensar demasiado las cosas…— comento. ¿Qué sigue? ¿Ponerme a pensar mis respiraciones? Podría decir que esa es una de las cosas buenas que consigo de venir a practicar, sacar al perro aunque pueda ser considerado como una caminata para distender, solo hace que tenga un tiempo a solas con mi mente y eso nunca es buena idea, llegué a esa conclusión luego de pensarlo mucho. Al menos cuando tengo que pensar de qué manera liberarme de una llave, ese pensamiento ocupa espacio y no se lo deja a otros. —Fuery ayuda a que ponga muchas cosas en perspectiva en mi vida en general— murmuro, esto no tan alto que no quiero que me escuche y se ofenda, ¡que a mí me cae bien! No puedo caerte mal el tipo que en cada clase cae sobre su nariz y creo que va estrenando la quinta.
Debería preguntarle dónde se las consigue, porque podría necesitar una nueva luego de mi comentario desafortunado con Alexa. —¿No la hubo?— pregunto, quizás no debería hacerlo, —¿no lo hablaron…?— definitivamente, no debería estar preguntando nada de esto, pero es de lo que llevaban hablando entre los cotilleos de nuestros compañeros del Royal desde hace ¿un año? ¿dos? En este punto reconoceré que si lo creí posible, ni siquiera lo cuestioné, es porque entiendo el tradicionalismo de las familias puristas y las bodas entre los más jóvenes siguen siendo parte de eso. En el tiempo que podemos estar en la escuela se dan relaciones de las más dispares, cuando por fuera se formalizan parejas como las de Alexa y Percy, solo dices «es como debes ser». —No se cuánta gente, yo diría que más bien lo tomábamos como que era lo que seguía, porque no veíamos que pudiera ser de otra manera…— y lo terminó siendo, mentiría si digo que desconozco las causas, ni planeo mentir. —De hecho, escuché que Percy estuvo con otra chica y que esa chica tuvo una cena más que incómoda en tu casa—, la susodicha me golpearía por estar usando el calificativo más amable posible, —en la que fue señalada como la responsable de arruinar tu noviazgo entre otras cosas— aquí metiéndome donde no me han llamado, consideraré lo de ser fiscal a futuro. —¿Fue así? ¿Esa chica es la única y válida razón por la que terminaste con Percy?— pregunto.
Debería preguntarle dónde se las consigue, porque podría necesitar una nueva luego de mi comentario desafortunado con Alexa. —¿No la hubo?— pregunto, quizás no debería hacerlo, —¿no lo hablaron…?— definitivamente, no debería estar preguntando nada de esto, pero es de lo que llevaban hablando entre los cotilleos de nuestros compañeros del Royal desde hace ¿un año? ¿dos? En este punto reconoceré que si lo creí posible, ni siquiera lo cuestioné, es porque entiendo el tradicionalismo de las familias puristas y las bodas entre los más jóvenes siguen siendo parte de eso. En el tiempo que podemos estar en la escuela se dan relaciones de las más dispares, cuando por fuera se formalizan parejas como las de Alexa y Percy, solo dices «es como debes ser». —No se cuánta gente, yo diría que más bien lo tomábamos como que era lo que seguía, porque no veíamos que pudiera ser de otra manera…— y lo terminó siendo, mentiría si digo que desconozco las causas, ni planeo mentir. —De hecho, escuché que Percy estuvo con otra chica y que esa chica tuvo una cena más que incómoda en tu casa—, la susodicha me golpearía por estar usando el calificativo más amable posible, —en la que fue señalada como la responsable de arruinar tu noviazgo entre otras cosas— aquí metiéndome donde no me han llamado, consideraré lo de ser fiscal a futuro. —¿Fue así? ¿Esa chica es la única y válida razón por la que terminaste con Percy?— pregunto.
- No está mal pensar de más algunas cosas. Solo no lo hagas con lo que debería ser intuitivo. Practica hasta que los músculos se acostumbren, de esa forma luego no los piensas. - Precisamente yo no me regía por esa regla al cien por cien, pero solía tener buenos reflejos y eran ellos los que ayudaban a compensar por el tiempo que pasaba sobre analizando las situaciones. - Al menos no se puede decir que no sea perseverante. Ojalá pusiera ese empeño en las cosas que corresponden en vez de recaer una y otra vez en el error. - Que errar es humano, pero tropezarse con la misma piedra una docena de veces era simple terquedad.
- Claro que lo hablamos, pero hasta donde sabía ese tipo de conversaciones nos competían sólo a nosotros, ya sabes, eso de que estar en pareja viene de “par”, como… no sé, ¿dos personas? - No sabía en qué momento nuestra relación se había vuelto de dominio popular, pero claramente era algo que en estos momentos no me agradaba. Ni que hubiésemos sido tampoco personas extremadamente sociales. Maldita gente cotilla… - Ufff… No me recuerdes esa cena. - No había estado en mi mejor momento, mamá mucho menos, y claro que Luka solo quería fastidiar. - En serio no quiero saber cómo es que circula ese tipo de información por los pasillos del ministerio, y mucho menos como le llega a un abogado. Pero tengo que confesar… - Vamos Lexa, ya lo has hablado en terapia, aceptar las cosas como eran era parte de la sanación o algo así. - Los responsables de arruinar nuestra relación fuimos Percy y yo. Sí, Holly Callahan pudo haber sido un factor importante en esa ecuación y puede que no la tenga en alta estima pero, a fin de cuentas gran parte de la culpa es mía. Y no, no estoy diciendo que él haya estado bien por engañarme, pero cuando lo analizas desde afuera… - Oh, eso había sonado maduro y todo… - También ayuda la terapia. - Le aseguro. - ¿Tú que me dices? Siento que últimamente hablamos mucho de mí o de nuestras familias, pero nunca de tí. ¿Algo que tengas que contar?
- Claro que lo hablamos, pero hasta donde sabía ese tipo de conversaciones nos competían sólo a nosotros, ya sabes, eso de que estar en pareja viene de “par”, como… no sé, ¿dos personas? - No sabía en qué momento nuestra relación se había vuelto de dominio popular, pero claramente era algo que en estos momentos no me agradaba. Ni que hubiésemos sido tampoco personas extremadamente sociales. Maldita gente cotilla… - Ufff… No me recuerdes esa cena. - No había estado en mi mejor momento, mamá mucho menos, y claro que Luka solo quería fastidiar. - En serio no quiero saber cómo es que circula ese tipo de información por los pasillos del ministerio, y mucho menos como le llega a un abogado. Pero tengo que confesar… - Vamos Lexa, ya lo has hablado en terapia, aceptar las cosas como eran era parte de la sanación o algo así. - Los responsables de arruinar nuestra relación fuimos Percy y yo. Sí, Holly Callahan pudo haber sido un factor importante en esa ecuación y puede que no la tenga en alta estima pero, a fin de cuentas gran parte de la culpa es mía. Y no, no estoy diciendo que él haya estado bien por engañarme, pero cuando lo analizas desde afuera… - Oh, eso había sonado maduro y todo… - También ayuda la terapia. - Le aseguro. - ¿Tú que me dices? Siento que últimamente hablamos mucho de mí o de nuestras familias, pero nunca de tí. ¿Algo que tengas que contar?
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—Ese es un buen consejo para la vida— murmuro. Para ser la chica a la que recuerdo de la escuela que no se corría un centímetro de cómo debían ser las cosas, lo que llevaría a pensar que es de las que estudian todo minuciosamente, me sorprende que recomiende dejar que algunas cosas se den de manera intuitiva y me pregunto si eso es lo que estoy haciendo en cierto sentido, si está bien que así sea… otra vez, pensándolo todo demasiado. Es cierto que tener a alguien doblándome el brazo cada tanto para golpearme con el suelo puede ayudar a que me concentre en algo que esté por fuera de mi cabeza y darle al fin un respiro a mi mente. —Hay gente que se termina encariñando con el error— lo digo como una broma, con una media sonrisa, alguna vez en el pasado habría usado esa frase en primera persona.
Alzo mis palmas como gesto inocente que me libra de la culpa de haber contribuido a los rumores sobre una posible boda entre un par que sí, es un par, pero hubieran terminado ocupando una página en la sección de sociales de The Guardian, de lo que no me libra es de las especulaciones llegaron a mí y las di como algo cierto. De la misma manera que luego el rumor del rompimiento y las razones también se regaron por la oficina. —El que sea abogado te da la respuesta de cómo llegué a enterarme, entre los vicios legales de nuestra oficina están los chismes y el alcohol, no tuve el gusto de participar de las fiestas del legendario Kirke— ni tampoco creo que hubiera encajado, —pero Patricia Lollis se encarga de darme un chisme en vez de un crossaint con cada taza de café que me sirvo…— describo vagamente como es la dinámica en el departamento de Justicia.
Apoyo mis codos en las rodillas al inclinarme mi cuerpo hacia adelante así la sigo escuchando al mirarla de lado, bien podría decirme que me concentre en el práctica y deje de meterme en sus asuntos, en vez de eso me da una explicación que no me aclara demasiado. Pero en lo referido a Holly, creo que no hace falta insistir por ahí, moldear sentimientos todavía no es un don que tenga y con qué Alexa no la recalque como culpable única me deja suponer que no habrá un resentimiento que pueda tornarse en algo peligroso. Sí me sorprende que se señale ella como culpable. —Está más que claro que no debo entrometerme— está más que claro, pero… —pero, ¿por qué dices que es tu culpa?— se lo pregunto con verdadera curiosidad, trato de descifrarlo en su expresión que nada me dice y en lo que pueda decir luego, que no es otra cosa que un cambio brusco de tema. Rasco mi mentón como si tuviera que pensarlo, sobre la superficie no hay mucho que contar porque el mundo sigue girando encontrándome en el mismo lugar y los últimos meses, es donde quiero estar. —No lo sé, ¿algo que quieras saber?— pregunto.
Alzo mis palmas como gesto inocente que me libra de la culpa de haber contribuido a los rumores sobre una posible boda entre un par que sí, es un par, pero hubieran terminado ocupando una página en la sección de sociales de The Guardian, de lo que no me libra es de las especulaciones llegaron a mí y las di como algo cierto. De la misma manera que luego el rumor del rompimiento y las razones también se regaron por la oficina. —El que sea abogado te da la respuesta de cómo llegué a enterarme, entre los vicios legales de nuestra oficina están los chismes y el alcohol, no tuve el gusto de participar de las fiestas del legendario Kirke— ni tampoco creo que hubiera encajado, —pero Patricia Lollis se encarga de darme un chisme en vez de un crossaint con cada taza de café que me sirvo…— describo vagamente como es la dinámica en el departamento de Justicia.
Apoyo mis codos en las rodillas al inclinarme mi cuerpo hacia adelante así la sigo escuchando al mirarla de lado, bien podría decirme que me concentre en el práctica y deje de meterme en sus asuntos, en vez de eso me da una explicación que no me aclara demasiado. Pero en lo referido a Holly, creo que no hace falta insistir por ahí, moldear sentimientos todavía no es un don que tenga y con qué Alexa no la recalque como culpable única me deja suponer que no habrá un resentimiento que pueda tornarse en algo peligroso. Sí me sorprende que se señale ella como culpable. —Está más que claro que no debo entrometerme— está más que claro, pero… —pero, ¿por qué dices que es tu culpa?— se lo pregunto con verdadera curiosidad, trato de descifrarlo en su expresión que nada me dice y en lo que pueda decir luego, que no es otra cosa que un cambio brusco de tema. Rasco mi mentón como si tuviera que pensarlo, sobre la superficie no hay mucho que contar porque el mundo sigue girando encontrándome en el mismo lugar y los últimos meses, es donde quiero estar. —No lo sé, ¿algo que quieras saber?— pregunto.
- ¿Consejo para la vida? No, no, Meyer. Me refiero a los movimientos del Krav Magá, o de los deportes y las artes físicas. - No quería explicarme mal y luego teniendo que ver cómo se da la cabeza contra la pared solo por ir por la vida sin mirar ni pensar. Había oportunidades para todo, y los reflejos y la intuición siempre eran bienvenidos, pero no imaginaba como uno podría jugar al billar o al golf sin medir ni analizar el terreno y los movimientos. - Eso en cambio sí es un buen consejo de vida. - Lo de no tener que encariñarse con los errores, y hacerlos carne hasta no poder ver que era un error en primer lugar. Uffff, eso estaba para hablarlo en terapia a decir verdad.
- Oh, vicios legales… - Repito de forma cantarina, tratando de no pensar en cuáles eran los ilegales. Suponiendo que los hubiera, claro, que seguro los abogados son los mejores para escapar a ese tipo de situaciones. - ¿Hay algo que Patricia Lollis no sepa? A estas alturas voy a creer que esa mujer es omnipresente. Sería una buena persona de reconocimiento con lo bien que se le da sacar información de todos lados. Claro que tendría que aprender a quedarse callada y no creo que eso sea humanamente posible para ella. Hay que ver la falta de decoro que tienen algunos… - Por que sí, Patricia Lollis sería la cara visible de la indiscreción, pero era obvio que no estaba sola en toda su red de chimentos y rumores. No entendía como, en un departamento como en el de justicia podían darse el lujo de mantener a una persona que mejor estaría trabajando en el periódico, o en un programa de farándula televisiva.
- Como dije, las relaciones se construyen de a dos y yo hace rato que había olvidado cosas importantes que se debían tener en cuenta en una. Como la comunicación en primer instancia, o el dedicarle tiempo a la otra persona. Dar muchas cosas por sentado sin hablarlas parece ser mi mayor defecto. No sé si te diste cuenta, pero estoy tratando de cambiar eso. - Que no sé cómo no podría darse cuenta, siendo que debe ser la primera vez que hablamos tanto desde que dejamos el colegio. Había costado más en un principio, pero cada vez se hacía más sencillo esto de compartir antes de juzgar. O algo así. - ¡No lo sé! Dudo mucho que tu vida se trate solo del trabajo y el krav magá. ¿Sales con alguien? ¿tienes otro hobbie? ¿tu hermana te causa la mitad de los problemas que la mía? Recién va por Newberry, hasta que llegué a Romanov… - Lo malo de tener una clase de demostración cada tanto, era el mucho tiempo libre que había entre medio.
- Oh, vicios legales… - Repito de forma cantarina, tratando de no pensar en cuáles eran los ilegales. Suponiendo que los hubiera, claro, que seguro los abogados son los mejores para escapar a ese tipo de situaciones. - ¿Hay algo que Patricia Lollis no sepa? A estas alturas voy a creer que esa mujer es omnipresente. Sería una buena persona de reconocimiento con lo bien que se le da sacar información de todos lados. Claro que tendría que aprender a quedarse callada y no creo que eso sea humanamente posible para ella. Hay que ver la falta de decoro que tienen algunos… - Por que sí, Patricia Lollis sería la cara visible de la indiscreción, pero era obvio que no estaba sola en toda su red de chimentos y rumores. No entendía como, en un departamento como en el de justicia podían darse el lujo de mantener a una persona que mejor estaría trabajando en el periódico, o en un programa de farándula televisiva.
- Como dije, las relaciones se construyen de a dos y yo hace rato que había olvidado cosas importantes que se debían tener en cuenta en una. Como la comunicación en primer instancia, o el dedicarle tiempo a la otra persona. Dar muchas cosas por sentado sin hablarlas parece ser mi mayor defecto. No sé si te diste cuenta, pero estoy tratando de cambiar eso. - Que no sé cómo no podría darse cuenta, siendo que debe ser la primera vez que hablamos tanto desde que dejamos el colegio. Había costado más en un principio, pero cada vez se hacía más sencillo esto de compartir antes de juzgar. O algo así. - ¡No lo sé! Dudo mucho que tu vida se trate solo del trabajo y el krav magá. ¿Sales con alguien? ¿tienes otro hobbie? ¿tu hermana te causa la mitad de los problemas que la mía? Recién va por Newberry, hasta que llegué a Romanov… - Lo malo de tener una clase de demostración cada tanto, era el mucho tiempo libre que había entre medio.
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Es difícil de encontrar el equilibrio de cuándo pensar detenidamente algo y cuándo seguir lo que dice el instinto, en mi caso lo segundo suele ser consecuencia de lo primero; cuando mi mente se satura, la anulo y escapo como una fuga necesaria para mis propios necesarios. No es algo de lo que me sienta orgulloso, es el defecto callado y latente que me preocupa todos los días, incluso en este presente en el que puedo decir que me gusta donde estoy, que no me gustaría estar en otro lugar, mi inquieta la idea o el presentimiento de que pueda despertar un día sabiendo que todo está volviendo empezar y conociendo bien cómo termina. Por eso necesito de algo que en la práctica me ayude a trabajar ambas cosas, conocer hasta qué punto puedo permitir que influyan en mí. —Hay todo tipo de errores, algunos son necesarios— aclaro, para que no demonicemos a los errores en contrapartida a no encariñarnos con ellos. Hubo errores que cometí creyendo que a la larga solo me lastimarían a mí, supongo que es un pensamiento egoísta que nos mueve a muchos, lo cierto es que muchos de nuestros errores tienen dejan sus heridas en otros.
—Cuando dijiste que tenías gran parte de la culpa, te confieso que esperaba otra cosa…— digo, dejando atrás todos los comentarios que pudiéramos hacer sobre Patricia Lollis. —Si las relaciones se construyen de a dos, ¿eso qué dices no es también algo que se comparte? Quizás estás siendo algo dura contigo. No digo de pasarle culpas a tu ex novio, sino de no cargarte a ti con más culpa de la que debes—. Si solo conozco su versión de los hechos, no es mi estilo ir contra el ausente que no se puede defender, y dejando de lado el hecho puntual de que él fue quien la engañó, tampoco centrarnos en ello si la misma Alexa trata de verlo más allá de eso. —¿Cuántos años tenemos, Lex? ¿Con cuántas personas saliste antes que Percy? ¿De cuántas personas te enamoraste? Todo lo que tenga que ver con aceptar a otra persona en tu vida y compartírsela, va cargado de errores las primeras veces, a nadie le sale perfecto a la primera el cálculo de cincuenta y cincuenta— digo, que todavía falta para que llegue a su apellido.
Me río por las preguntas que hace, es posible que sea un intento de su parte de cambiar de tema o un ejercicio a la comunicación que ella misma dice que quiere trabajar. Hago mi parte al responder lo mejor que puedo. —Soy un tipo aburrido, ¿qué le vamos a hacer? Trabajo todos los días, a veces los sábados, los domingos son para dormir. Salgo con alguien, pero no salimos, los días se hacen tan largos a veces que me conformo con quedarnos tirados en el sillón. Tengo un perro, Moriarty, al que estoy entrenando para una competencia de cinco destrezas, ¿cuenta como otro hobbie? Y con mi hermana tuvimos la charla de cosas que ya sabía por internet, por culpa de los irresponsables de mis padres que no saben echar un alohomora a la puerta. ¿Qué les cuesta? No piensan en el trauma que me provocan con veinticuatro años—, ir a saludar a mis padres en su aniversario antes de ir al trabajo convirtió ese día en nuestro Halloween personal. —Con Charlie, en general, vivo a un paro cardíaco de distancia cada día, me asusta más lo que pueda hacer, que lo que termina haciendo— solo yo sé lo que sufriría si algo llegara a pasarle a Charlie, por sobre todas las pérdidas que voy contando, necesito saber que ella sigue creciendo segura donde mis brazos alcancen a protegerla, aunque sea solo demorar lo inevitable y darme un poco más de tiempo a mí para entender que no está hecha para aceptar el mundo como es. Encontrará su manera, distinta a la mía, de fugar a otros lugares. No en el sentido literal de la hermana de Alexa, quizás. —¿Qué tal la vuelta a casa de tu hermana?— dejo la pregunta amplia para que pueda explayarse.
—Cuando dijiste que tenías gran parte de la culpa, te confieso que esperaba otra cosa…— digo, dejando atrás todos los comentarios que pudiéramos hacer sobre Patricia Lollis. —Si las relaciones se construyen de a dos, ¿eso qué dices no es también algo que se comparte? Quizás estás siendo algo dura contigo. No digo de pasarle culpas a tu ex novio, sino de no cargarte a ti con más culpa de la que debes—. Si solo conozco su versión de los hechos, no es mi estilo ir contra el ausente que no se puede defender, y dejando de lado el hecho puntual de que él fue quien la engañó, tampoco centrarnos en ello si la misma Alexa trata de verlo más allá de eso. —¿Cuántos años tenemos, Lex? ¿Con cuántas personas saliste antes que Percy? ¿De cuántas personas te enamoraste? Todo lo que tenga que ver con aceptar a otra persona en tu vida y compartírsela, va cargado de errores las primeras veces, a nadie le sale perfecto a la primera el cálculo de cincuenta y cincuenta— digo, que todavía falta para que llegue a su apellido.
Me río por las preguntas que hace, es posible que sea un intento de su parte de cambiar de tema o un ejercicio a la comunicación que ella misma dice que quiere trabajar. Hago mi parte al responder lo mejor que puedo. —Soy un tipo aburrido, ¿qué le vamos a hacer? Trabajo todos los días, a veces los sábados, los domingos son para dormir. Salgo con alguien, pero no salimos, los días se hacen tan largos a veces que me conformo con quedarnos tirados en el sillón. Tengo un perro, Moriarty, al que estoy entrenando para una competencia de cinco destrezas, ¿cuenta como otro hobbie? Y con mi hermana tuvimos la charla de cosas que ya sabía por internet, por culpa de los irresponsables de mis padres que no saben echar un alohomora a la puerta. ¿Qué les cuesta? No piensan en el trauma que me provocan con veinticuatro años—, ir a saludar a mis padres en su aniversario antes de ir al trabajo convirtió ese día en nuestro Halloween personal. —Con Charlie, en general, vivo a un paro cardíaco de distancia cada día, me asusta más lo que pueda hacer, que lo que termina haciendo— solo yo sé lo que sufriría si algo llegara a pasarle a Charlie, por sobre todas las pérdidas que voy contando, necesito saber que ella sigue creciendo segura donde mis brazos alcancen a protegerla, aunque sea solo demorar lo inevitable y darme un poco más de tiempo a mí para entender que no está hecha para aceptar el mundo como es. Encontrará su manera, distinta a la mía, de fugar a otros lugares. No en el sentido literal de la hermana de Alexa, quizás. —¿Qué tal la vuelta a casa de tu hermana?— dejo la pregunta amplia para que pueda explayarse.
— Oh, no me cargo con culpas de más. No estoy hablando sólo de lo que duró nuestra relación en sí. Sino… — Me da vergüenza el hecho de admitirlo en voz alta y hasta ahora los únicos que sabían ese pequeño detalle eran mi madre y mi terapeuta. Ambos tenían opiniones muy diferentes al respecto, pero al menos consideraban que la que importaba era la mía. No puedo creer que te esté por decir esto. Pero la causa principal de nuestra separación no fue el engaño de Percy. Sino que cuando le dije de cortar todo, fue desde el orgullo, creí que me suplicaría volver, o algo por el estilo. Y no, sé que no es la única causa de verdad, pero si me hubiera callado y le hubiese explicado realmente lo que quería, probablemente seguiríamos juntos y tardaría otro par de años en cuestionar cosas personales que ahora no vienen al caso — como mi aparente falta de amor propio para algunas cosas, y exceso de orgullo en otras. Esas cosas que pude sacar como conclusión pese a que el doctor Schumer insiste en que no sea tan extremista.
— Suenas como mi terapeuta con eso de que no debo ser tan fatalista o tener las cosas medidas. ¡Pero sí tuve otras relaciones antes! superficiales y con personas que no tenían ni un poco de ambición en la vida. ¿Pero enamorarme? Solo de Percy. ¿Cuántas veces te has enamorado tú como para estar tan seguro de eso? — que en una relación se podía compartir equitativamente siempre lo supe, pero puede que también haya exagerado un poco mi porcentaje falsamente, cuando en realidad no estaba compartiendo. — ¿Seguro que lo tuyo es la abogacía? — consulto tratando de causar gracia y dar por sentado el asunto de mi vida personal.
— Eres un tipo aburrido — saco como conclusión cuando describe su día a día y encuentro, casi con horror, que no difiere demasiado del que yo tenía hasta hace pocos meses… o semanas. ¿A quién quiero engañar? — Pero supongo que también yo lo soy, ¿qué tan triste es que quiera preguntar por la raza de tu perro y qué disciplinas son? Porque creeme, no quieres que me ponga a hablar de eso de “salir con una persona pero no salir” — si alguna vez decidía que pertenecer al departamento de seguridad no era lo mío, le pediría una recomendación a mi psicólogo para ingresar a la especialidad de salud y así poder montar mi propio consultorio. — Lo que no me puedo creer es lo de tus padres. A estas alturas con lo del perro, los domingos para dormir y la charla acabaré creyendo que eres tú el padre de familia. — y no lo decía precisamente como un halago en base a la experiencia, que mi padre estaba bastante lejos de ser tan sedentario. — ¿La vuelta a casa? Pues algo parecido al inicio de la vigésima guerra mundial, pero controlado una vez que Kitty bajó su dramatismo y mamá pudo tomar el té de la tía Sigrid. — Ese que no diré qué es lo que tiene. Iba a ser algo así como una especie de conocimiento ancestral que yo bien sabía que mis propios hijos deberían aprender la receta para dármelo a mí en un futuro. No había terapia que pudiera salvarme de mi genética y estaba orgullosa de eso.
— Suenas como mi terapeuta con eso de que no debo ser tan fatalista o tener las cosas medidas. ¡Pero sí tuve otras relaciones antes! superficiales y con personas que no tenían ni un poco de ambición en la vida. ¿Pero enamorarme? Solo de Percy. ¿Cuántas veces te has enamorado tú como para estar tan seguro de eso? — que en una relación se podía compartir equitativamente siempre lo supe, pero puede que también haya exagerado un poco mi porcentaje falsamente, cuando en realidad no estaba compartiendo. — ¿Seguro que lo tuyo es la abogacía? — consulto tratando de causar gracia y dar por sentado el asunto de mi vida personal.
— Eres un tipo aburrido — saco como conclusión cuando describe su día a día y encuentro, casi con horror, que no difiere demasiado del que yo tenía hasta hace pocos meses… o semanas. ¿A quién quiero engañar? — Pero supongo que también yo lo soy, ¿qué tan triste es que quiera preguntar por la raza de tu perro y qué disciplinas son? Porque creeme, no quieres que me ponga a hablar de eso de “salir con una persona pero no salir” — si alguna vez decidía que pertenecer al departamento de seguridad no era lo mío, le pediría una recomendación a mi psicólogo para ingresar a la especialidad de salud y así poder montar mi propio consultorio. — Lo que no me puedo creer es lo de tus padres. A estas alturas con lo del perro, los domingos para dormir y la charla acabaré creyendo que eres tú el padre de familia. — y no lo decía precisamente como un halago en base a la experiencia, que mi padre estaba bastante lejos de ser tan sedentario. — ¿La vuelta a casa? Pues algo parecido al inicio de la vigésima guerra mundial, pero controlado una vez que Kitty bajó su dramatismo y mamá pudo tomar el té de la tía Sigrid. — Ese que no diré qué es lo que tiene. Iba a ser algo así como una especie de conocimiento ancestral que yo bien sabía que mis propios hijos deberían aprender la receta para dármelo a mí en un futuro. No había terapia que pudiera salvarme de mi genética y estaba orgullosa de eso.
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—Escucho todo tipo de cosas todos los días— le aseguro para que pueda hablar con confianza, y tengo que recordarme a mí mismo cuál es la profesión a la que me dedico para que no me atrapen los dilemas existenciales sobre si hubiera sido mejor dedicarme a algo distinto. En el fondo conozco bien qué me impulsa a hablar con una persona cuando la veo con la necesidad de desahogarse, lo curioso es que ciertas personas se niegan más que otras a hacerlo, así que trato de escucharla con la seriedad que se merece su confesión y no desestimar nada con un comentario a la ligera. —Explicado así puedo ver cuál es el quid de la cuestión— reconozco. —No quito nada de lo dicho sobre no cargar con todas las culpas cuando una relación es de dos, pero puedo entender eso de que te hayas quedado esperando algo sin decirlo por orgullo— sabemos que es algo que está mal, de todos modos lo hacemos, y se vuelve algo que debemos aprender a tratar con madurez en algún momento. —Es difícil encontrar el punto de equilibrio, no tener orgullo tampoco es bueno— opino. —Tú sabrás mejor cómo te sentías de lo que yo pueda imaginar, pero el orgullo es a veces ese escudo necesario tras el que nos resguardamos para… que la otra persona no nos haga mierda, no podemos estar tan expuestos y la falta de orgullo nos muestra así.
No, no creo que suene como un terapeuta, mis opiniones quizás van cargadas de interpretaciones que un profesional se encargaría de dejar a un lado para guiar mejor a su paciente. Todo lo que pueda decirle a Alexa es a partir de lo que yo mismo viví, de las cosas a las que yo, que tengo su misma edad, sigo tratando de dar un orden en mi vida. —Muchas veces, de muchas maneras— contesto su pregunta con una sonrisa segura, —no es un sentimiento al que me haya negado, la única manera en la que aprendes a amar a otra persona es sintiéndolo, experimentándolo, equivocándote, pero no en el sentido de que vas anotando cuántas personas llevas, pueden ser muchas, puede ser una sola. Nadie comienza haciéndolo todo bien a la primera, pero saber cómo hacerlo requiere que lo pongas en práctica— se lo dejo en esos términos, para no decirlos en otros que le hagan rodar los ojos, yo mismo trato de no irme por esos lados en que patino con frases sacadas de alguna tarjeta. —Todos sabemos que no lo es— hago una mueca al responder, puede parecer un chiste, tampoco lo es.
Me río cuando su interés se centra en el perro, suponía que me iba a preguntar por las disciplinas y estoy tratando de recordar la quinta. —Es mestizo, lo adoptamos de la calle— le explico, —y hace salto en vallas, atrapar la pelota en el aire, pasar por un túnel, escalada… ¿y nadar? No me acuerdo la quinta—. ¿Me gusta hablar de Moriarty? Sí, me gusta hablar de mi perro. Y vuelvo a reírme al tener que aclarar su frase, que deriva de mi respuesta, que a su vez surgió de cómo estaba planteada su pregunta. —No es ese salir sin salir, me refería a que vivimos juntos— es largo de explicar, una cosa se dio antes que la otra, podría confundirla con una respuesta que desde un principio podría haber sido más simple. Y, por lo menos de mi parte, no me veo capaz de meterme en algo así cuando me conozco y nunca me quedo solo metiendo los pies en la orilla, termino siendo arrastrado por la corriente. —No sé si llego a padre de familia, ¿no es muy exagerado? Y solo por querer dormir los domingos— la miro con miedo. —No sé, son cosas de mi carácter que antes me hubiera interesado cambiar, pero a esta edad me resbala. Ser el amigo al que llamas para salir a divertirte un lunes o que te acompaña a pasar la noche en una celda, no el que viene a buscarte y a darte el sermón de regreso a casa. Nunca me han tocado los puestos que gusten a la mayoría— murmuro con mi voz ida, a lo último sonrío. —Pero, ¿alguien los tenía que ocupar, no?— pregunto. —¿A ti que te gustaría cambiar?— que en vista de todo lo que hablamos, me arriesgo al decir que debe ser algo a lo que le ha dado muchas vueltas.
No, no creo que suene como un terapeuta, mis opiniones quizás van cargadas de interpretaciones que un profesional se encargaría de dejar a un lado para guiar mejor a su paciente. Todo lo que pueda decirle a Alexa es a partir de lo que yo mismo viví, de las cosas a las que yo, que tengo su misma edad, sigo tratando de dar un orden en mi vida. —Muchas veces, de muchas maneras— contesto su pregunta con una sonrisa segura, —no es un sentimiento al que me haya negado, la única manera en la que aprendes a amar a otra persona es sintiéndolo, experimentándolo, equivocándote, pero no en el sentido de que vas anotando cuántas personas llevas, pueden ser muchas, puede ser una sola. Nadie comienza haciéndolo todo bien a la primera, pero saber cómo hacerlo requiere que lo pongas en práctica— se lo dejo en esos términos, para no decirlos en otros que le hagan rodar los ojos, yo mismo trato de no irme por esos lados en que patino con frases sacadas de alguna tarjeta. —Todos sabemos que no lo es— hago una mueca al responder, puede parecer un chiste, tampoco lo es.
Me río cuando su interés se centra en el perro, suponía que me iba a preguntar por las disciplinas y estoy tratando de recordar la quinta. —Es mestizo, lo adoptamos de la calle— le explico, —y hace salto en vallas, atrapar la pelota en el aire, pasar por un túnel, escalada… ¿y nadar? No me acuerdo la quinta—. ¿Me gusta hablar de Moriarty? Sí, me gusta hablar de mi perro. Y vuelvo a reírme al tener que aclarar su frase, que deriva de mi respuesta, que a su vez surgió de cómo estaba planteada su pregunta. —No es ese salir sin salir, me refería a que vivimos juntos— es largo de explicar, una cosa se dio antes que la otra, podría confundirla con una respuesta que desde un principio podría haber sido más simple. Y, por lo menos de mi parte, no me veo capaz de meterme en algo así cuando me conozco y nunca me quedo solo metiendo los pies en la orilla, termino siendo arrastrado por la corriente. —No sé si llego a padre de familia, ¿no es muy exagerado? Y solo por querer dormir los domingos— la miro con miedo. —No sé, son cosas de mi carácter que antes me hubiera interesado cambiar, pero a esta edad me resbala. Ser el amigo al que llamas para salir a divertirte un lunes o que te acompaña a pasar la noche en una celda, no el que viene a buscarte y a darte el sermón de regreso a casa. Nunca me han tocado los puestos que gusten a la mayoría— murmuro con mi voz ida, a lo último sonrío. —Pero, ¿alguien los tenía que ocupar, no?— pregunto. —¿A ti que te gustaría cambiar?— que en vista de todo lo que hablamos, me arriesgo al decir que debe ser algo a lo que le ha dado muchas vueltas.
— Suenas como un romántico de la vida, Meyer. Y no es para que te lo tomes a mal solo… — no lo sé, parece ese tipo de personas a las que se la suele catalogar de tener un alma vieja. Aquellas que parecen haber vivido otra vida entera antes de llegar a esta, y ya traían consigo lecciones que habían aprendido con anterioridad. Yo estaba aprendiendo esas lecciones paso a paso, muy de a poco, y solo aquellas que realmente me generaban un interés o una ganancia que podría aprovechar. Eso de experimentar continuamente, de equivocarse más de una vez, no sonaba a algo que pudiese querer por voluntad propia. — ¿Todos? Me tienes perdida aquí David, ¿es que acaso no te gusta ejercer tu profesión? — que eso de haber estudiado por años algo que al final no te satisfacía… no iba a decir que era una pérdida de tiempo, pero se sentiría como una mala jugada de la vida.
— ¿Por qué no me sorprende que ninguna de esas disciplinas sea “ataque”? — no me hallaba muy a favor de la misma como una muestra de agilidad en una competencia, pero no me parecía mal como un conocimiento que podría tener cualquier perro para servir de ayuda en cualquier momento. Aún así no digo más ya que prefiero no meterme en la crianza ajena, ni de hijos ni de mascotas.
Tardo un segundo más luego de que me aclara el por qué si viven juntos no salen, hasta que lo logro comprender. — Oh, lo siento, creí otra cosa. Supongo que cada uno tiene sus gustos, aunque nunca está mal romper la rutina de vez en cuando. — al menos según mi terapeuta. — Pero ten cuidado, las cenas familiares no cuentan como salida de pareja al parecer. — me río con gracia pese a que, no mucho tiempo atrás mi opinión era una muy diferente. — No sé si a la mayoría, pero cada vez me caes mejor, ¿cómo es posible que siempre hayamos tenido charlas banales a lo largo de todos estos años? — con lo bueno que parecía ser escuchando, y lo centrado que parecía estar en la vida pese a conocerlo poco. — ¿Cambiar en qué sentido? Si es en los demás, tengo mi lista de imposibles. Ya si es algo más personal… supongo que estoy en ese proceso de conocerme, y no a la versión que siempre quise ser de mí. ¿Qué quieres cambiar tú?
— ¿Por qué no me sorprende que ninguna de esas disciplinas sea “ataque”? — no me hallaba muy a favor de la misma como una muestra de agilidad en una competencia, pero no me parecía mal como un conocimiento que podría tener cualquier perro para servir de ayuda en cualquier momento. Aún así no digo más ya que prefiero no meterme en la crianza ajena, ni de hijos ni de mascotas.
Tardo un segundo más luego de que me aclara el por qué si viven juntos no salen, hasta que lo logro comprender. — Oh, lo siento, creí otra cosa. Supongo que cada uno tiene sus gustos, aunque nunca está mal romper la rutina de vez en cuando. — al menos según mi terapeuta. — Pero ten cuidado, las cenas familiares no cuentan como salida de pareja al parecer. — me río con gracia pese a que, no mucho tiempo atrás mi opinión era una muy diferente. — No sé si a la mayoría, pero cada vez me caes mejor, ¿cómo es posible que siempre hayamos tenido charlas banales a lo largo de todos estos años? — con lo bueno que parecía ser escuchando, y lo centrado que parecía estar en la vida pese a conocerlo poco. — ¿Cambiar en qué sentido? Si es en los demás, tengo mi lista de imposibles. Ya si es algo más personal… supongo que estoy en ese proceso de conocerme, y no a la versión que siempre quise ser de mí. ¿Qué quieres cambiar tú?
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—Lo sé— suspiro sobre lo que es mi peor defecto, sí, por delante del defecto de que tiendo a hacer de mi vida una mentira, porque eso a su vez es culpa de mi romanticismo por el mundo que me hace creer que lo que hacemos puede ayudarlo a cambiar para bien. Ser un romántico lleva a círculos viciosos, así que lo trato de disimular con trajes que no varían del color gris, la rutina de la oficina también aportó lo suyo para que lograra dar límites de prudencia a mi carácter. Y en todo eso que le digo sobre aprender a amar a otra persona, que ser un romántico no me haga volver a cometer el error de creer que se trata de amar más, sino solo amar bien, mejor. También abandonar discursos a otros, hechos con pensamientos de este tipo, porque no son cosas de las que todos puedan hacer carne, que de última cada quien lo vive de acuerdo a lo que ha aprendido de la vida misma. —Si y no— contesto, —me gusta cuando pienso a futuro donde me gustaría estar y haciendo qué, pero el camino es largo. Puede que cuando llegue a donde quiero estar, tampoco sea como quería que fuera. Tengo mucho en contra, pero me mantengo donde estoy parado porque es donde sé que en este momento debo y quiero estar. Pero cualquiera que me mire, puede decir que no estoy hecho para ser abogado— no lo digo como si lo lamentara, para nada, lo hago como si le contara algo que he terminado por asumir como otras de las certezas con las que voy a contracorriente.
Mi mirada vuelve a ella con una carcajada saliendo de mi garganta por su queja a la educación de mi perro. —¡Oye! He considerado que luego se apunte a competencias tipo Schutzhund, después de todo también es el perro de una auror y está bien que practique esas habilidades. Pero las que te digo son destrezas básicas, le ayudará con la confianza en sí mismo, su carácter sigue siendo más juguetón que agresivo y… paso a paso, no hay prisas, su educación va lenta, pero segura…— en el poco tiempo que tengo fuera del trabajo para dedicárselo, pobre perro. El tiempo es… en verdad poco, aunque juntara mis horas libres con las que tiene Alecto no creo que lleguemos a la mitad de un día. Me consuelo diciéndome que es así en esta etapa de la vida, el trabajo va en las prioridades porque necesitamos de ese sueldo a fin de mes para cumplir con las estrenadas responsabilidades de adultos, luego habrá otras etapas donde todos nos relajaremos un poco más, la vida avanza, las circunstancias cambian. Si en el medio la guerra no termina por arrasar con todo y nos volvemos granjeros de algún nuevo distrito marginal, solo por barajar posibilidades. —Tendré en cuenta tu consejo— se lo prometo, sé que tiene razón con los peligros de la rutina, ni que tuviéramos cuarenta años. —Y no, creo que ninguno tiene intención de hacer participar al otro de cenas familiares— murmuro, en mi caso ya se lo he ilustrado con una anécdota, el caso de Alecto es… decir que es complicado es quedarse corto.
—¿Porque las personas pueden cruzarse un montón de veces, pero solo coincidirán en el momento que debe ser y lo necesiten?— sugiero, también es cosa mía por tratar que mis relaciones, por ir hacia ambos lados, se mantuvieran en lo superficial y no pasaran de alguna conversación casual cada tanto, ciertas fachadas necesitan de la distancia del espectador para que se vean convincentes. —Y a todo esto perdona por ser un entrometido que te preguntó por Percy— por si las dudas, pido disculpas si sonó brusco e invasivo al principio. La miro de soslayo al comentar por lo bajo: —Solo no dejes que otros te digan quién eres, por mucho tiempo que te lleve conocerte, escucha a tu propia voz— es lo que me dijeron a mí para ayudarme cuando lo necesité escuchar. —Ser más realista, supongo. Muchas de las cosas que quiero conseguir requieren que aprenda las reglas de otros, que pueda ver el mundo como ellos lo hacen, tanto idealismo sobre cómo deberían ser las cosas a la larga es una carga inútil que me hará dar vueltas sobre mí mismo y no hacia donde quiero llegar.
Mi mirada vuelve a ella con una carcajada saliendo de mi garganta por su queja a la educación de mi perro. —¡Oye! He considerado que luego se apunte a competencias tipo Schutzhund, después de todo también es el perro de una auror y está bien que practique esas habilidades. Pero las que te digo son destrezas básicas, le ayudará con la confianza en sí mismo, su carácter sigue siendo más juguetón que agresivo y… paso a paso, no hay prisas, su educación va lenta, pero segura…— en el poco tiempo que tengo fuera del trabajo para dedicárselo, pobre perro. El tiempo es… en verdad poco, aunque juntara mis horas libres con las que tiene Alecto no creo que lleguemos a la mitad de un día. Me consuelo diciéndome que es así en esta etapa de la vida, el trabajo va en las prioridades porque necesitamos de ese sueldo a fin de mes para cumplir con las estrenadas responsabilidades de adultos, luego habrá otras etapas donde todos nos relajaremos un poco más, la vida avanza, las circunstancias cambian. Si en el medio la guerra no termina por arrasar con todo y nos volvemos granjeros de algún nuevo distrito marginal, solo por barajar posibilidades. —Tendré en cuenta tu consejo— se lo prometo, sé que tiene razón con los peligros de la rutina, ni que tuviéramos cuarenta años. —Y no, creo que ninguno tiene intención de hacer participar al otro de cenas familiares— murmuro, en mi caso ya se lo he ilustrado con una anécdota, el caso de Alecto es… decir que es complicado es quedarse corto.
—¿Porque las personas pueden cruzarse un montón de veces, pero solo coincidirán en el momento que debe ser y lo necesiten?— sugiero, también es cosa mía por tratar que mis relaciones, por ir hacia ambos lados, se mantuvieran en lo superficial y no pasaran de alguna conversación casual cada tanto, ciertas fachadas necesitan de la distancia del espectador para que se vean convincentes. —Y a todo esto perdona por ser un entrometido que te preguntó por Percy— por si las dudas, pido disculpas si sonó brusco e invasivo al principio. La miro de soslayo al comentar por lo bajo: —Solo no dejes que otros te digan quién eres, por mucho tiempo que te lleve conocerte, escucha a tu propia voz— es lo que me dijeron a mí para ayudarme cuando lo necesité escuchar. —Ser más realista, supongo. Muchas de las cosas que quiero conseguir requieren que aprenda las reglas de otros, que pueda ver el mundo como ellos lo hacen, tanto idealismo sobre cómo deberían ser las cosas a la larga es una carga inútil que me hará dar vueltas sobre mí mismo y no hacia donde quiero llegar.
— Dave, tienes veinticuatro años. Si no tomas el camino largo no sé qué te quedará cuando llegues a los cincuenta. — tampoco había que quedarse estancado en la vida, pero la razón principal por la cual no aspiraba a subir puestos tan temprano en la vida, era porque dentro de toda la guía de pasos a seguir, sabía que tenía un tiempo para todo. Claro que en una profesión como la mía, e incluso teniendo los antecedentes de salud de mamá, cualquier cosa podía ser un riesgo. Pero aunque tenía una no tan sana obsesión por planear todo de antemano, sabía que no debía extralimitarme con las metas ya que con mi disciplina de trabajo no dudaba en que llegaría a los lugares que quería a su debido tiempo.— No opino en verdad que no tengas madera de abogado, pero no puedo imaginarte de fiscal. ¿Como abogado defensor? pues ahí creo que te contrato casi sin dudarlo — y el creo iba más de la mano de su edad, y del equipo legal que se encargaba de los trámites de mi familia, pero la intención estaba.
Voy a suponer que Schutzhund es la disciplina con la que nombran eso de atacar, porque sino no tengo idea a lo que hace referencia. Debería tal vez investigar un poco más y ver si podía convencer a Kitty de ir por ese camino con Milo. — Oh, es una auror. ¿Cómo es que todo el mundo se entera de lo que pasa en mi vida, y yo nunca me entero nada del resto? Dime que al menos no lo andan divulgando para que no me sienta tan mal al respecto. No creo ser tan pésima compañera. — Aunque si me lo ponía a pensar… ya, estaba tratando de socializar un poco más por fuera de la burbuja que estaba construyendo a mi alrededor. — Lo peor es que no imagino con quién podrías estar saliendo. Mientras que no sea con mi madre, o con mi jefa, cualquiera de ellas, no veo que hagas mala pareja con nadie. — no le estaba llamando genérico, solo sociable.
— Justamente es eso lo que estoy tratando de hacer. Dejar de lado mi crianza y mi entorno por un ratito, para ver si realmente estoy donde quiero estar. Los resultados son favorables hasta ahora, y mi mayor contrincante en esto parece ser solo mi terquedad así que creo que de momento estoy bien. — le sonrío con gracia cuando dice qué es lo que quiere cambiar de él, y me parece algo muy sensato. — Entonces eres un abogado idealista, ¿y no quieres ir por el camino largo? no creo que acabes dando vueltas sobre ti mismo, siempre y cuando aprendas a ir paso a paso. El idealismo suele cegar a las personas y ahí es cuando todo se pierde. Me parece bien eso del realismo. — Qué no sé que es lo que le estaría pasando por la cabeza cuando en mi opinión David parecía ser sensato y realista. — No te preocupes por eso, si sigo frunciéndome cada vez que nombren a Percy jamás podré superarlo del todo y no quiero ser una tonta que acaba enganchada por siempre a su primer amor.
Voy a suponer que Schutzhund es la disciplina con la que nombran eso de atacar, porque sino no tengo idea a lo que hace referencia. Debería tal vez investigar un poco más y ver si podía convencer a Kitty de ir por ese camino con Milo. — Oh, es una auror. ¿Cómo es que todo el mundo se entera de lo que pasa en mi vida, y yo nunca me entero nada del resto? Dime que al menos no lo andan divulgando para que no me sienta tan mal al respecto. No creo ser tan pésima compañera. — Aunque si me lo ponía a pensar… ya, estaba tratando de socializar un poco más por fuera de la burbuja que estaba construyendo a mi alrededor. — Lo peor es que no imagino con quién podrías estar saliendo. Mientras que no sea con mi madre, o con mi jefa, cualquiera de ellas, no veo que hagas mala pareja con nadie. — no le estaba llamando genérico, solo sociable.
— Justamente es eso lo que estoy tratando de hacer. Dejar de lado mi crianza y mi entorno por un ratito, para ver si realmente estoy donde quiero estar. Los resultados son favorables hasta ahora, y mi mayor contrincante en esto parece ser solo mi terquedad así que creo que de momento estoy bien. — le sonrío con gracia cuando dice qué es lo que quiere cambiar de él, y me parece algo muy sensato. — Entonces eres un abogado idealista, ¿y no quieres ir por el camino largo? no creo que acabes dando vueltas sobre ti mismo, siempre y cuando aprendas a ir paso a paso. El idealismo suele cegar a las personas y ahí es cuando todo se pierde. Me parece bien eso del realismo. — Qué no sé que es lo que le estaría pasando por la cabeza cuando en mi opinión David parecía ser sensato y realista. — No te preocupes por eso, si sigo frunciéndome cada vez que nombren a Percy jamás podré superarlo del todo y no quiero ser una tonta que acaba enganchada por siempre a su primer amor.
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—Decir que llegaré a donde quiero a los cincuenta quizás no sea un cálculo tan errado— trato de bromear, por vertiginoso que sea el ascenso de ciertas personas en lo cambiante del gobierno, me gusta avanzar con pies de plomo en cuestiones que me comprometerán a la larga y yo mismo no aceptaría estar en una posición como el Wizengamot, sí, porque es ahí donde quiero llegar, si no me siento capaz de ocupar esa banca con el carácter y los conocimientos como para plantarme. —Pensé en ser fiscal— lo reconozco, —pero la defensoría será mi salida de escape si veo que el camino además de largo se vuelve un andar contra corriente y eso termina cansando en cierto punto. Somos humanos, las fuerzas de todos se agotan en algún momento—. Por adelanto agradezco tener a una antigua compañera de escuela como potencial cliente, aunque no creo que sea quien vaya a necesitarme alguna vez. —No te veo metiéndote en esos líos— se lo digo, —y es lo mejor. A menos que me digas que todo lo que vienes pensando te hará replantearte hasta tu trabajo— la miro de lado, —¿lo hace?— ya veo que sí, —¿algo así como darte cuenta que quizás te gustaría probar otras opciones?— que conozco algo de crisis, y sí, básicamente se trata de ponerlo todo de cabeza para recomenzar, si las religiones siguieran vigentes, creo que serían de las primeras cosas que cambiaríamos.
—Debes saberlo a estas alturas, apellido, familia y reputación en la oficina nos hace o nos libra de ser material de chismes— resumen breve del manual de chismorreos del ministerio, a lo que tengo que agregar: —Muchas veces he creído que el perfil bajo y mantener lo privado a resguardo ayuda a que lo bueno se conserve, ¿sabes? Si hay miradas encima, surgen las opiniones, los consejos que nadie pidió, las insinuaciones sobre tal o cual cosa, nunca falta el amor del jardín de infantes que reaparece…— lo último es una broma, que por ser broma, no es menos cierta. No sé cómo tomarme lo que dice luego, de que sería impreciso dar un nombre, y aún menos que diga luego que podría ser cualquiera. —De acuerdo, no creo que sea tan así— me río. —Tengo mis cosas que no cualquiera aceptaría, también hay otras que no me gustan en una persona y otras, esas son las más importantes, que encuentro solo en esta persona y me gustan demasiado— se lo explico, me doy cuenta que sigo resistiéndome a dar un nombre y me lo pienso una segunda vez lo que voy a preguntar. —Fui un entrometido en tus cosas, así que dejaré que lo seas en las mías. ¿Crees que Alecto y yo hacemos buena pareja? Porque a veces creo que somos una fatal, pero… es como cuando en un cruce de caminos hay una multitud de personas yendo de un lado al otro, y entonces ves a alguien, te gusta todo lo que es, te golpea la certeza de que esa persona es única, nunca volverás a encontrar que sea todo lo que es esa persona. Y todo lo que ves entre esa multitud, es a esa persona— tengo que dejar de hacer esto de hablarle a otras personas de Alecto, cuando a ella lo que hago es mandarle mensajes de lo que va faltando en la alacena.
Le muestro una sonrisa de apoyo al decir que quiere dejar de lado lo que por experiencia sé que puede tener una influencia muy grande en nosotros, cuando son vínculos estrechos en ciertas casas más que en otras, la sangre se comparte y por esta se cree que también ciertos destinos. —Es lo que todos debemos tratar en algún momento, ¿no? ¿Tú también sientes como yo que la adultez nos está llegando? No fue el día de la graduación, siento que recién ahora nos cuestionamos todas estas cosas y que apenas estamos iniciando el camino de descubrir quiénes somos. Quizás para los treinta ya pueda decir «oh, mira, ha nacido el verdadero David»— que no necesito seguir marcando contrastes con mis padres, que mi vida no se vea como una continuación de malas decisiones, que el traje que me calzo no sea el mismo que han ocupado otros y que inclusa honra al nombre que mi madre odia, Justice. Mi idealismo al menos me pertenece a mí, pero tanto no es bueno, he podido conocer lo bueno de cierta estabilidad bajo los pies. La codeo a lo último que dice para corregirla. —No lo hagas una cuestión de orden, que los terceros y los cuartos a veces tampoco se lo merecen. Que no te quedes esperando a un amor, cualquiera sea el orden que tuvo, que ya pasó. Es lo que dicen de no mirar sobre el hombro, que te pierdes lo que hay por delante.
—Debes saberlo a estas alturas, apellido, familia y reputación en la oficina nos hace o nos libra de ser material de chismes— resumen breve del manual de chismorreos del ministerio, a lo que tengo que agregar: —Muchas veces he creído que el perfil bajo y mantener lo privado a resguardo ayuda a que lo bueno se conserve, ¿sabes? Si hay miradas encima, surgen las opiniones, los consejos que nadie pidió, las insinuaciones sobre tal o cual cosa, nunca falta el amor del jardín de infantes que reaparece…— lo último es una broma, que por ser broma, no es menos cierta. No sé cómo tomarme lo que dice luego, de que sería impreciso dar un nombre, y aún menos que diga luego que podría ser cualquiera. —De acuerdo, no creo que sea tan así— me río. —Tengo mis cosas que no cualquiera aceptaría, también hay otras que no me gustan en una persona y otras, esas son las más importantes, que encuentro solo en esta persona y me gustan demasiado— se lo explico, me doy cuenta que sigo resistiéndome a dar un nombre y me lo pienso una segunda vez lo que voy a preguntar. —Fui un entrometido en tus cosas, así que dejaré que lo seas en las mías. ¿Crees que Alecto y yo hacemos buena pareja? Porque a veces creo que somos una fatal, pero… es como cuando en un cruce de caminos hay una multitud de personas yendo de un lado al otro, y entonces ves a alguien, te gusta todo lo que es, te golpea la certeza de que esa persona es única, nunca volverás a encontrar que sea todo lo que es esa persona. Y todo lo que ves entre esa multitud, es a esa persona— tengo que dejar de hacer esto de hablarle a otras personas de Alecto, cuando a ella lo que hago es mandarle mensajes de lo que va faltando en la alacena.
Le muestro una sonrisa de apoyo al decir que quiere dejar de lado lo que por experiencia sé que puede tener una influencia muy grande en nosotros, cuando son vínculos estrechos en ciertas casas más que en otras, la sangre se comparte y por esta se cree que también ciertos destinos. —Es lo que todos debemos tratar en algún momento, ¿no? ¿Tú también sientes como yo que la adultez nos está llegando? No fue el día de la graduación, siento que recién ahora nos cuestionamos todas estas cosas y que apenas estamos iniciando el camino de descubrir quiénes somos. Quizás para los treinta ya pueda decir «oh, mira, ha nacido el verdadero David»— que no necesito seguir marcando contrastes con mis padres, que mi vida no se vea como una continuación de malas decisiones, que el traje que me calzo no sea el mismo que han ocupado otros y que inclusa honra al nombre que mi madre odia, Justice. Mi idealismo al menos me pertenece a mí, pero tanto no es bueno, he podido conocer lo bueno de cierta estabilidad bajo los pies. La codeo a lo último que dice para corregirla. —No lo hagas una cuestión de orden, que los terceros y los cuartos a veces tampoco se lo merecen. Que no te quedes esperando a un amor, cualquiera sea el orden que tuvo, que ya pasó. Es lo que dicen de no mirar sobre el hombro, que te pierdes lo que hay por delante.
Bien, creo que he mostrado tener poco tacto cuando descarto con rapidez lo que parece es su área de interés, pero no iba a pedir disculpas por mostrarme sincera. — Si te sirve de consuelo, no tengo mucha idea del mundo legal — no es un perdón, ni me estoy retractando. Mis palabras son verdad ya que por fuera de las normas que tratábamos de hacer cumplir, el mundo del departamento de justicia era uno en el que no trataba de entrar. — Oh, no. En verdad es todo lo contrario. Pese a todo el camino de descubrimiento que estoy recorriendo, mi carrera es una de esas pocas variables inamovibles. Puede que parezca cosa de familia a estas alturas, pero la realidad es que en verdad disfruto lo que hago. — y es una de esas cosas que puedo asegurar que no cambiaría. Me gusta la previsibilidad dentro de la rutina, y aunque muchos me tratarían de loca por pensar que el ser auror tiene que ver en algo con ser previsible, yo podía entender mi manera de actuar.
— ¿Lancaster? — trato de visualizarlos uno al lado del otro y, mal que mal, el cuadro que se pinta es uno que hasta tiene coherencia. — Ya ha demostrado que tiene paciencia, así que sí. Quedan bien juntos. — es mitad broma mitad en serio. Lo de la paciencia, no lo de hacer una buena pareja. — Voy a ser sincera David, no he entendido ni la mitad de las cosas que has dicho. No puedo identificarme dentro de ese romanticismo casi ciego porque soy una persona casi que demasiado realista en este tipo de asuntos… dejando de lado mi lapsus mental en el cual traté que otra persona leyera mi mente… no lo sé. — ¿era algo malo no ver el amor como algo tan…? no lo sé, no encuentro siquiera la palabra para describirlo. Para mí el amor era algo más simple, jamás me había golpeado ese tipo de certeza capaz de borrar una multitud delante de mis ojos. Yo no me permitía enfocarme tanto en alguien al punto de hacer que mi entorno desapareciera — Dejando de lado eso, bravo por haber encontrado algo así, solo trata de no centrarte tanto en alguien como para que el resto de las personas que quieres y están a tu alrededor también desaparezcan. También es consejo de terapia — le sonrío, que toda esta sabiduría en las relaciones me había llegado un poco tarde.
Ya se acerca la letra de mi apellido así que, como conclusión comienzo a sacudir la tela de mi pantalón antes de volver a dirigirme a él. - Yo estoy tratando de descubrir quien soy en verdad, no quien quiero ser. A los treinta, o dentro de treinta años, lamentablemente seguirás siendo David ¿y en verdad querrás haber llegado a un punto fijo en el que el cambio no sea bienvenido? He tratado mucho tiempo de mirar hacia adelante, esperando llegar a una meta que parecía mi ideal sin preguntarme lo que pasaría luego de eso, o aún peor, sin mirar mi entorno. Puedes pensar que ese futuro que tan marcado tenía era ese amor ciego que me borró algunas cosas de mi alrededor. No dejes que te pase lo mismo, que la adultez ya nos llegó, y nos acompañará el resto de nuestras vidas. — esta vez sí me incorporo, acomodándome el cabello para soltarlo de su coleta y volver a sujetarlo. — Y no está mal poner un orden a las cosas. Fue mi primer amor, puede que sea el único, puede que sea el primero de muchos. ¿Acaso importa? Sonaré soberbia, pero estoy tratando de que el ítem más importante dentro de mi propia lista sea yo. La yo de ahora, y no la de seis años más tarde, o la de seis meses atrás.
— ¿Lancaster? — trato de visualizarlos uno al lado del otro y, mal que mal, el cuadro que se pinta es uno que hasta tiene coherencia. — Ya ha demostrado que tiene paciencia, así que sí. Quedan bien juntos. — es mitad broma mitad en serio. Lo de la paciencia, no lo de hacer una buena pareja. — Voy a ser sincera David, no he entendido ni la mitad de las cosas que has dicho. No puedo identificarme dentro de ese romanticismo casi ciego porque soy una persona casi que demasiado realista en este tipo de asuntos… dejando de lado mi lapsus mental en el cual traté que otra persona leyera mi mente… no lo sé. — ¿era algo malo no ver el amor como algo tan…? no lo sé, no encuentro siquiera la palabra para describirlo. Para mí el amor era algo más simple, jamás me había golpeado ese tipo de certeza capaz de borrar una multitud delante de mis ojos. Yo no me permitía enfocarme tanto en alguien al punto de hacer que mi entorno desapareciera — Dejando de lado eso, bravo por haber encontrado algo así, solo trata de no centrarte tanto en alguien como para que el resto de las personas que quieres y están a tu alrededor también desaparezcan. También es consejo de terapia — le sonrío, que toda esta sabiduría en las relaciones me había llegado un poco tarde.
Ya se acerca la letra de mi apellido así que, como conclusión comienzo a sacudir la tela de mi pantalón antes de volver a dirigirme a él. - Yo estoy tratando de descubrir quien soy en verdad, no quien quiero ser. A los treinta, o dentro de treinta años, lamentablemente seguirás siendo David ¿y en verdad querrás haber llegado a un punto fijo en el que el cambio no sea bienvenido? He tratado mucho tiempo de mirar hacia adelante, esperando llegar a una meta que parecía mi ideal sin preguntarme lo que pasaría luego de eso, o aún peor, sin mirar mi entorno. Puedes pensar que ese futuro que tan marcado tenía era ese amor ciego que me borró algunas cosas de mi alrededor. No dejes que te pase lo mismo, que la adultez ya nos llegó, y nos acompañará el resto de nuestras vidas. — esta vez sí me incorporo, acomodándome el cabello para soltarlo de su coleta y volver a sujetarlo. — Y no está mal poner un orden a las cosas. Fue mi primer amor, puede que sea el único, puede que sea el primero de muchos. ¿Acaso importa? Sonaré soberbia, pero estoy tratando de que el ítem más importante dentro de mi propia lista sea yo. La yo de ahora, y no la de seis años más tarde, o la de seis meses atrás.
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—No tienes por qué, este es el momento que podría aprovechar para una explicación larga y aburrida de los pormenores de mi profesión, pero no quiero que cuando te llamen tengas los sentidos dormidos por el aburrimiento— esa es la verdad, ¿o ya hemos llegado al punto en que como graduados del Royal nos reunimos a hablar cada uno de los detalles de su trabajo, a quejarse de sus jefes y a contar cuál fue la última “cosa adulta” que compramos con el sueldo a fin de mes? —Eso es bueno— opino sobre que tenga tan firme que quiera continuar como auror. —Yo elegí ser abogado por influencia familiar— no de mis padres, ellos fueron los principales opositores, —que me agrada poder decir que verme haciendo esto y trazando planes a futuro sea cosa mía, no herencia. Pero es parte de todo el proceso…— de ser adulto, valga la redundancia de que sea a lo que siempre volvemos en esta conversación.
¿Y la verdad? Lo echaba de menos, mucho, había tenido a mi mejor amigo especializándose en lo mismo, quien me quedó como ejemplo de lo que sería hacer carrera hasta llegar a tribunales, y este tipo de charlas solo puedo replicarlas con quienes he compartido cosas en el Royal, ahora en el ministerio, porque mientras por fuera se está dando una guerra de la que participo a mi manera, también hay procesos internos que vamos pasando en un espacio más personal. Por eso me provoca una carcajada que disimulo su consejo bien recibido y muy necesario sobre no centrar todo en una sola persona, no es lo que crea estar haciendo. —Bien, no, no me estaba refiriendo a que sea lo único que pueda ver en ese sentido tan general de las cosas— aclaro con mis manos en alto, hay veces en los que siento que ambos tenemos demasiada consciencia del mundo y que son tantas las cosas que pasan alrededor que son esas las que tienen nuestras mentes ocupadas en exceso. —Solo hablaba de que estaba seguro de querer estar con ella— se puede decir también de una manera tan sencilla, mi problema es que me explayo demasiado en todo y me encuentro con un montón de cosas por decir, que hablando de terapia, nunca podría ser terapeuta porque terminaría yo dando monólogos. —Soy alguien que cree que una persona no borra a otras del panorama, cada persona sabe ganarse su lugar en un trabajo de constancia, de eso se trata en todas las relaciones, cualquiera sea, es constancia— y esto no es algo que vaya a decirle a Alexa, pero la constancia también se vuelve importante cuando las pérdidas son abruptas y la última chica que amabas murió como un espectáculo público, necesitas una reafirmación constante que surge del miedo más absurdo a la perdida, de que la otra persona sigue estando ahí.
—Que llegue a un punto en el que realmente entienda quien es David y pueda decir que esa persona soy yo, enteramente yo, no lo que otros proyectaron en mí— he tenido esta charla con Phoebe, el miedo a descubrirme siendo alguien sin un rostro preciso porque a cada persona, a cada bando, le mostraba una cara distinta que respondía también a las expectativas que ponían en mí y a calificativos que siendo halagos en ocasiones, críticas en otras, actuaban como una etiqueta, mal que a todos nos acosa en la adolescencia y no es bueno alargar al ir creciendo. —Y a partir de ese punto, continuar. No está mal que te fijes una meta, que camines hacia esa meta, Alexa. Todos necesitamos un norte, aunque luego el camino nos lleve por desvíos que no esperamos tomar. Pero los finales nunca han sido finales para mí, aunque cada final dolió, llegar a una meta es ir hacia otra, porque es el desafío en sí, no la meta. Así abogado y aburrido como soy, pienso en la vida como ciclos que se suceden, en cada uno hay algo para nosotros— la tranquilizo. —Te confieso que cuando tenía veintidós y me fui luego de terminar recibirme de abogado, fue porque me dio pánico imaginarme como un abogado atrapado dentro de una oficina. Miedo al estancamiento. Pero no lo siento así, ahora no lo siento así— andar sin rumbo, de un lado al otro, recorrer demasiadas calles, escapar, eso se vuelve a veces el verdadero estado de estancamiento. —No creo que sea soberbia, si tu vida es tuya y te pertenece toda a ti, está bien que al principio de la lista te coloques a ti. Si no lo haces es como si trataras de ver un bosque desde la ladera de la montaña, en cambio si lo miras desde la cima ves todo el bosque y también los distintos caminos que puedes tomar.
¿Y la verdad? Lo echaba de menos, mucho, había tenido a mi mejor amigo especializándose en lo mismo, quien me quedó como ejemplo de lo que sería hacer carrera hasta llegar a tribunales, y este tipo de charlas solo puedo replicarlas con quienes he compartido cosas en el Royal, ahora en el ministerio, porque mientras por fuera se está dando una guerra de la que participo a mi manera, también hay procesos internos que vamos pasando en un espacio más personal. Por eso me provoca una carcajada que disimulo su consejo bien recibido y muy necesario sobre no centrar todo en una sola persona, no es lo que crea estar haciendo. —Bien, no, no me estaba refiriendo a que sea lo único que pueda ver en ese sentido tan general de las cosas— aclaro con mis manos en alto, hay veces en los que siento que ambos tenemos demasiada consciencia del mundo y que son tantas las cosas que pasan alrededor que son esas las que tienen nuestras mentes ocupadas en exceso. —Solo hablaba de que estaba seguro de querer estar con ella— se puede decir también de una manera tan sencilla, mi problema es que me explayo demasiado en todo y me encuentro con un montón de cosas por decir, que hablando de terapia, nunca podría ser terapeuta porque terminaría yo dando monólogos. —Soy alguien que cree que una persona no borra a otras del panorama, cada persona sabe ganarse su lugar en un trabajo de constancia, de eso se trata en todas las relaciones, cualquiera sea, es constancia— y esto no es algo que vaya a decirle a Alexa, pero la constancia también se vuelve importante cuando las pérdidas son abruptas y la última chica que amabas murió como un espectáculo público, necesitas una reafirmación constante que surge del miedo más absurdo a la perdida, de que la otra persona sigue estando ahí.
—Que llegue a un punto en el que realmente entienda quien es David y pueda decir que esa persona soy yo, enteramente yo, no lo que otros proyectaron en mí— he tenido esta charla con Phoebe, el miedo a descubrirme siendo alguien sin un rostro preciso porque a cada persona, a cada bando, le mostraba una cara distinta que respondía también a las expectativas que ponían en mí y a calificativos que siendo halagos en ocasiones, críticas en otras, actuaban como una etiqueta, mal que a todos nos acosa en la adolescencia y no es bueno alargar al ir creciendo. —Y a partir de ese punto, continuar. No está mal que te fijes una meta, que camines hacia esa meta, Alexa. Todos necesitamos un norte, aunque luego el camino nos lleve por desvíos que no esperamos tomar. Pero los finales nunca han sido finales para mí, aunque cada final dolió, llegar a una meta es ir hacia otra, porque es el desafío en sí, no la meta. Así abogado y aburrido como soy, pienso en la vida como ciclos que se suceden, en cada uno hay algo para nosotros— la tranquilizo. —Te confieso que cuando tenía veintidós y me fui luego de terminar recibirme de abogado, fue porque me dio pánico imaginarme como un abogado atrapado dentro de una oficina. Miedo al estancamiento. Pero no lo siento así, ahora no lo siento así— andar sin rumbo, de un lado al otro, recorrer demasiadas calles, escapar, eso se vuelve a veces el verdadero estado de estancamiento. —No creo que sea soberbia, si tu vida es tuya y te pertenece toda a ti, está bien que al principio de la lista te coloques a ti. Si no lo haces es como si trataras de ver un bosque desde la ladera de la montaña, en cambio si lo miras desde la cima ves todo el bosque y también los distintos caminos que puedes tomar.
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