OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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La tía Ingrid no me dejo traer a Milo. ¿Quién lo va a cuidar? ¿Ella? No lo creo, ya está llamando a todo el escuadrón de aurores para ir a buscar Kitty. ¿El tío Kostya? Ni siquiera lo vi por estar encerrado en su despacho, se habrá ido a llorar ahí para que nadie lo vea. O quizá a su propio escuadrón secreto, el tío Kostya es tan misterioso que se lo he dicho a Kitty más de una vez, debe pertenecer a alguna logia secreta que les hace ir y venir de un lado al otro, seguro que tiene contactos en todos los distritos y actúan desde las sombras, ¿resolviendo crímenes? ¿enigmas? Espero que el tío Kostya logre encontrar a Kitty, ¡y le eche una buena bronca! Después de la tercera o cuarta vez que yo trate de ponerme en contacto con ella a través del walkie talkie también le di un buen sermón, ¿cómo se le ocurre irse sin mí? ¿Qué hará si tiene que hacer nudos para trampas de caza o pescar con una lanza? Cuando me enteré lo primero que hice fue armar mi mochila para ir tras ella, hasta que lo entendí, Kitty decidió que era algo que tenía que hacer sola. No puedo creer que me haya dejado atrás, a mí y a Milo. Pensé que éramos un equipo. Puedo entender que no quiera llevar a la señora Tusa con sus desmayos y problemas mentales, ¿pero yo? ¿Milo?
Puede que haya llorado un poco cuando le gritaba al aparato y me dio tanta vergüenza que Jen lo haya escuchado en la habitación de al lado, que llevo metido horas debajo de la manta, y sí, también porque sigo llorando. Porque cuando comienzo no puedo parar, tengo la almohada llena de mocos por mucho que me limpie la nariz con la mano y aguante la respiración a ver si así las lágrimas dejan de salirse de mis ojos. No, lo hace todavía peor. Pero vuelvo a llorar, me atraganto con los sollozos por culpa de la falta de aire y tengo que apartar la manta para sentarme al toser. Toso, lloro, hay mocos por todos lados, así que hago lo único que se puede hacer en estos casos. —¡MAMÁAAAAAAAAAAA!— grito, pero no es suficiente para que me sienta bien, por estar llorando me salte la cena y también porque no me gusta el arroz. ¡Había arroz en la cena! ¿Puedo considerar este como el peor día del año? —¡PIZZAAAAAAAAAAA! ¡Quiero pizzaaaaa!— creo que es la única cosa que podría hacerme sentir bien en este momento.
Puede que haya llorado un poco cuando le gritaba al aparato y me dio tanta vergüenza que Jen lo haya escuchado en la habitación de al lado, que llevo metido horas debajo de la manta, y sí, también porque sigo llorando. Porque cuando comienzo no puedo parar, tengo la almohada llena de mocos por mucho que me limpie la nariz con la mano y aguante la respiración a ver si así las lágrimas dejan de salirse de mis ojos. No, lo hace todavía peor. Pero vuelvo a llorar, me atraganto con los sollozos por culpa de la falta de aire y tengo que apartar la manta para sentarme al toser. Toso, lloro, hay mocos por todos lados, así que hago lo único que se puede hacer en estos casos. —¡MAMÁAAAAAAAAAAA!— grito, pero no es suficiente para que me sienta bien, por estar llorando me salte la cena y también porque no me gusta el arroz. ¡Había arroz en la cena! ¿Puedo considerar este como el peor día del año? —¡PIZZAAAAAAAAAAA! ¡Quiero pizzaaaaa!— creo que es la única cosa que podría hacerme sentir bien en este momento.
No ha sido un día fácil, para nada. No todos los días te enteras de que tu sobrina se ha saltado el colegio para meterse en el vagón de un tren con la nula intención de volver a casa. Junto con mi hermano Nicholas, somos las primeras personas en enterarnos de lo ocurrido con Katerina por la propia boca de Ingrid. No hace falta conocerla mucho para darse cuenta de que es una persona que se altera con facilidad, pero si vamos a hablar de que su hija menor se ha escapado de casa en búsqueda de vaya a saber qué, puede arder el país entero. Desconozco cuantas horas hemos pasado discutiendo con mi hermana en la ahora intranquila casa de los Romanov, sobre lo que hacer y el por qué de que se hayan llegado a estos extremos con su hija en los que la tan flamante relación que alardeaba tener Ingrid con sus hijos no ha terminado de cuajar con la menor. ¿Cuántas veces se lo he dicho? ¿Se lo he advertido? Que Kitty no es como ninguno de sus hermanos, que su manía con tener a toda su familia bajo lupa y a presión nunca es bueno, porque luego termina explotando y pasa lo que pasa, que la recién adolescente no soporta las rabietas de su madre y acaba fugándose de la casa.
Ni que decir que la primera medida ha sido beneficiarse de los contactos de Nick, tragarse el orgullo al tener que acudir a Rebecca, actual ministra de defensa, para resolver el problema de qué escuadrón de aurores avisar para buscar a una niña de trece años por el país entero. Porque a saber donde está la criatura ahora mismo, si se subió a un tren a primera hora de la mañana y no se veía claro en las cámaras en que parada o distrito terminó bajándose. Es mejor no mencionar el uniforme tirado en uno de los baños de la estación, que si no llega ser por la nota escrita por la misma Kitty, a mi hermana ya le habrían dado siete males y tres infartos de pensar que alguien ha podido secuestrar a su pequeña. Solo de pensar en mi pobre sobrina pasando la noche fuera a saber donde, se me estruja el corazón y me entran ganas de gritarle todavía más a Ingrid, sobre todas las cosas que ha hecho mal, como para permitir que algo como esto pasara. Si yo no voy a poder pegar ojo esta noche, dudo que ella pueda siquiera sentarse en el colchón de la cama, que a mí ya se me atraganta el arroz que he tenido que preparar rápidamente para la cena de mis hijos porque se hizo tarde.
Y bueno, debería decir que para mi hija, en realidad, porque Brian ni ha querido presentarse en la mesa después de contarle lo que ha sucedido con su prima. Mis intentos de consolación no han servido de mucho cuando se ha encerrado en su cuarto, sé que para llorar, porque mi niño es sensible y todo lo que tiene que ver con Kitty siempre le toca en la fibra sensible, como para no. Decido que lo mejor es dejarlo tranquilo hasta que haga señales de querer hablar con alguien, tomo sus gritos que escucho desde el piso inferior de la casa como que ese momento ha llegado. — ¿Ya tienes hambre, tesoro? — si le ofrezco el arroz bien puede comérselo la cobaya, así que mejor tomo asiento en la cama — ¿Quieres que preparemos algo abajo? Puede ser pizza o lo que quieras, te vendrá bien salir de la habitación un rato — aseguro, apartando con mis manos los rizos de su rostro y de paso limpiando los rastros de lágrimas de sus ojos.
Ni que decir que la primera medida ha sido beneficiarse de los contactos de Nick, tragarse el orgullo al tener que acudir a Rebecca, actual ministra de defensa, para resolver el problema de qué escuadrón de aurores avisar para buscar a una niña de trece años por el país entero. Porque a saber donde está la criatura ahora mismo, si se subió a un tren a primera hora de la mañana y no se veía claro en las cámaras en que parada o distrito terminó bajándose. Es mejor no mencionar el uniforme tirado en uno de los baños de la estación, que si no llega ser por la nota escrita por la misma Kitty, a mi hermana ya le habrían dado siete males y tres infartos de pensar que alguien ha podido secuestrar a su pequeña. Solo de pensar en mi pobre sobrina pasando la noche fuera a saber donde, se me estruja el corazón y me entran ganas de gritarle todavía más a Ingrid, sobre todas las cosas que ha hecho mal, como para permitir que algo como esto pasara. Si yo no voy a poder pegar ojo esta noche, dudo que ella pueda siquiera sentarse en el colchón de la cama, que a mí ya se me atraganta el arroz que he tenido que preparar rápidamente para la cena de mis hijos porque se hizo tarde.
Y bueno, debería decir que para mi hija, en realidad, porque Brian ni ha querido presentarse en la mesa después de contarle lo que ha sucedido con su prima. Mis intentos de consolación no han servido de mucho cuando se ha encerrado en su cuarto, sé que para llorar, porque mi niño es sensible y todo lo que tiene que ver con Kitty siempre le toca en la fibra sensible, como para no. Decido que lo mejor es dejarlo tranquilo hasta que haga señales de querer hablar con alguien, tomo sus gritos que escucho desde el piso inferior de la casa como que ese momento ha llegado. — ¿Ya tienes hambre, tesoro? — si le ofrezco el arroz bien puede comérselo la cobaya, así que mejor tomo asiento en la cama — ¿Quieres que preparemos algo abajo? Puede ser pizza o lo que quieras, te vendrá bien salir de la habitación un rato — aseguro, apartando con mis manos los rizos de su rostro y de paso limpiando los rastros de lágrimas de sus ojos.
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—Tengo hambre, pero no quiero arroz— me encapricho como el niño que todavía puedo ser, haciéndome bolita bajo la mano de mi madre sobre mi frente y rodeando la almohada con mis brazos para poder sujetarme con fuerza al subir las rodillas hasta mi pecho. —Ha sido un día horrible como para comer también arroz…— me quejo, que otros días me meto las cucharadas dentro de la boca hasta reventar mis cachetes y las escupo cuando mi mamá no me ve, pero hoy no creo merecer esa tortura. ¿Es que no me ven? ¿Alguien puede ver lo dolido que estoy? —Kitty no es solo mi prima, mamá. Es mi mejor amiga. No es como Lex, ni siquiera como Jen. Y ahora se fue… por culpa de la tía Ingrid, tuvo que escapar y vaya a saberse donde está. Tal vez tenga que vivir en una choza por un tiempo, ¿y sabías que las chozas no tienen baños? ¿Ni tampoco internet? ¡Duermen en mantas sobre el suelo, mamá! ¡Eso si tienen mantas! Seguro que tiene frío y hambre, hambre de pizza…— se me llenan los ojos de lágrimas otra vez, sorbo mis mocos haciendo un ruido que no me importa porque es mi madre y ella me ha limpiado los mocos con las mangas de su camiseta más de una vez.
Miro hacia la pecera de la señora Tusa, donde la cobaya tiene su hocico contra el cristal, pidiéndome que la saca para venir a meterse en la cama también, seguro cree que ya es hora de dormir y no es por eso, si estoy tirado en la cama es porque no tengo ganas de hacer nada más, ni de ir a ningún lugar solo para descubrir que Kitty no está. —¿Por qué las personas se van, mamá?— susurro, la voz me sale aguda. —¿Qué pasará si no vuelvo a ver a Kitty hasta dentro de unos años como pasó con papá? ¿Y si no vuelvo a verla nunca? Entiendo por qué se fue, la tía Ingrid es insoportable, ¿pero qué pasará si no regresa? ¿Y todos los domingos y todas las Navidades tengo que pasarlas escuchando de lo que hablan Oliver y Luka? Pensé que Kitty estaría siempre y ella no me dejaría nunca…— musito.
Miro hacia la pecera de la señora Tusa, donde la cobaya tiene su hocico contra el cristal, pidiéndome que la saca para venir a meterse en la cama también, seguro cree que ya es hora de dormir y no es por eso, si estoy tirado en la cama es porque no tengo ganas de hacer nada más, ni de ir a ningún lugar solo para descubrir que Kitty no está. —¿Por qué las personas se van, mamá?— susurro, la voz me sale aguda. —¿Qué pasará si no vuelvo a ver a Kitty hasta dentro de unos años como pasó con papá? ¿Y si no vuelvo a verla nunca? Entiendo por qué se fue, la tía Ingrid es insoportable, ¿pero qué pasará si no regresa? ¿Y todos los domingos y todas las Navidades tengo que pasarlas escuchando de lo que hablan Oliver y Luka? Pensé que Kitty estaría siempre y ella no me dejaría nunca…— musito.
—¿Bajamos y me ayudas a preparar la pizza? No puedes quedarte en la cama todo el día, y ya verás como enseguida te sentirás mejor— trato de animarlo a que salga, pero creo que lo único que hará que mejore su estado de ánimo es que su prima regrese, o que llame al colegio mañana para decir que no asistirá, así puede quedarse durmiendo toda la mañana, que después del día de hoy es algo que tanto él como el resto de la familia necesitamos. Quizá yo también pueda mandar a mi asistenta a la botica mañana en lugar de abrir yo… —No ha sido culpa de la tía Ingrid…— ¿por qué la estoy defendiendo, cuando no hace nada yo misma estaba echándole culpas a mi hermana? Me acomodo un poco más cerca de su cuerpo para pasar mi brazo alrededor de su cuerpo y atraerlo hacia a mí, así puedo acariciar suavemente su cabello rizado. —Es solo que… ya conoces a tu tía, a veces puedes ser un poco… intensa, pero no lo hace con mala intención, lo hace precisamente porque nos quiere mucho, a todos, y en ocasiones no lo exterioriza de la mejor forma— me ahorro el suspiro porque ni yo sé de dónde me están saliendo las palabras para tratar de entender a mi hermana. Son muchos años de habernos criado juntas, como para saber que lo que digo es verdad. —Y quiere mucho a Kit Kat, muchísimo, con eso también viene de la mano un poco de sobreprotección por su parte, pero jamás dejaría que a tu prima le pase nada malo— aclaro firmemente, aunque no sé qué tanto de mis palabras se creerá viendo lo que ha ocurrido esta tarde.
Poso mis labios sobre lo alto de su frente, en el borde de donde empieza su cabello, para luego dejar posada mi mejilla contra su cabeza. —No sabemos donde está, tienes razón, pero sí sabemos que Kitty es una niña muy inteligente, se las apañará hasta que demos con ella— suena a consuelo de tontos, pero no sé qué otras palabras de aliento puedo decir para hacer que se sienta mejor. De a últimas, lo que dice me hace levantar la cabeza para tomar su rostro y girarlo hacia el mío, asegurándome de que me está escuchando. —No digas algo así, tu prima va a volver, está más cerca de lo que crees, solo… es muy buena jugando al escondite, ¿lo recuerdas?— anda que no tuvieron su tiempo de jugar a esconderse por la casa cuando eran más pequeños, como ponían loca a Ingrid cuando pensaba que se habían perdido, y en los parques puedo recordar vívidamente, también sonoramente, los gritos que pegaba bramando sus nombres. —No tienes que preocuparte por eso, de verdad, ya la están buscando, y no pararán hasta que la encuentren, te lo prometo. Tendremos las Navidades de siempre y los almuerzos seguirán siendo como todos los domingos. Solo tenemos que tener un poco de paciencia, y las cosas saldrán bien, ¿de acuerdo?— el tono de mi voz es más seguro que mis pensamientos, pero no me puedo permitir sonar vacilante delante de mi hijo, menos en este estado. —Oh, tesoro…— mis brazos lo rodean en un abrazo cariñoso por lo último que dice, tengo que aguantarme las ganas de ponerme a llorar yo también.—Claro que está contigo, siempre, ahora no puedes verla, ni hablar con ella, pero no te ha dejado, volverá— poso una mano sobre el lugar que ocupa su corazón, para demostrarle donde es que tiene que ir a buscarla ahora que tanto lo necesita.
Poso mis labios sobre lo alto de su frente, en el borde de donde empieza su cabello, para luego dejar posada mi mejilla contra su cabeza. —No sabemos donde está, tienes razón, pero sí sabemos que Kitty es una niña muy inteligente, se las apañará hasta que demos con ella— suena a consuelo de tontos, pero no sé qué otras palabras de aliento puedo decir para hacer que se sienta mejor. De a últimas, lo que dice me hace levantar la cabeza para tomar su rostro y girarlo hacia el mío, asegurándome de que me está escuchando. —No digas algo así, tu prima va a volver, está más cerca de lo que crees, solo… es muy buena jugando al escondite, ¿lo recuerdas?— anda que no tuvieron su tiempo de jugar a esconderse por la casa cuando eran más pequeños, como ponían loca a Ingrid cuando pensaba que se habían perdido, y en los parques puedo recordar vívidamente, también sonoramente, los gritos que pegaba bramando sus nombres. —No tienes que preocuparte por eso, de verdad, ya la están buscando, y no pararán hasta que la encuentren, te lo prometo. Tendremos las Navidades de siempre y los almuerzos seguirán siendo como todos los domingos. Solo tenemos que tener un poco de paciencia, y las cosas saldrán bien, ¿de acuerdo?— el tono de mi voz es más seguro que mis pensamientos, pero no me puedo permitir sonar vacilante delante de mi hijo, menos en este estado. —Oh, tesoro…— mis brazos lo rodean en un abrazo cariñoso por lo último que dice, tengo que aguantarme las ganas de ponerme a llorar yo también.—Claro que está contigo, siempre, ahora no puedes verla, ni hablar con ella, pero no te ha dejado, volverá— poso una mano sobre el lugar que ocupa su corazón, para demostrarle donde es que tiene que ir a buscarla ahora que tanto lo necesita.
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—No me sentiré major nunca— murmuro con mi cara contra la almohada, no lo haré hasta que mi prima vuelva, todos los días serían una agonía de desayuno, escuela, tareas, jugar gobstones con el tramposo de Jeremy, más tareas, un walkie talkie mudo. La compañera de todas mis aventuras se ha ido, ¿es que alguien puede entender lo dura que se volverá esta época de mi vida? Mamá ha pasado a ser oficialmente la persona más divertida en mi vida, ¡mi mamá! La amo, pero cuando tu madre es la única figura de diversión presente en tu vida, eso quiere decir algo… tienes una vida miserable, con solo once años. —La tía Ingrid es una arpía, todo el tiempo le dice a Kit Kat que hace las cosas mal, todo el tiempo le reprocha que no sea tan prolija, todo el tiempo la trata mal. La tía Ingrid no quiere a Kit Kat, solo quiere a Lex y a veces a Luka. ¡O no sé si los quiere! La tía Ingrid es una arpía con corazón de hielo— me desahogo con mi mamá, a riesgo de quedarme sin pizza.
Todos sabemos que mi prima es muy inteligente, ¿eso le servirá si tiene que vivir en una choza? No lo sé, no lo sé. Hay otras cosas más importantes que ser inteligente cuando te toca sobrevivir en medio de la nada como imagino que son los distritos más alejados, ¿y si le toca ir a las ciudades del norte? ¿¿Y si la secuestran ahí?? Escuche que en el cinco, hay ratas en todos los edificios. Jeremy me contó que hay un hombre al que mordieron tantas ratas que ahora es un hombre-rata viviendo en la alcantarilla y por las noches suele morder los pies de los vagabundos. ¿Y si le muerde los pies a Kit Kat? —¿Cerca?— pregunto, mi mamá me da una pizca de esperanza. —¿Crees que no se fue? ¿Qué está por aquí? ¡¿Estará con Oliver?!— ¿por qué eso me hace sentir traicionado? —No, no, si solo quisiera esconderse vendría con nosotros, ¿no? Eres la mejor tía del mundo y yo soy el mejor primo del mundo, Jenna tampoco está mal. Se escondería aquí con nosotros— balbuceo. —Mamá… tienes que decirme la verdad— le pido, por lo mucho que me asegura que hallarán a Kitty, pero al final hace algo como decir que vivirá por siempre en mi corazón. —¡Solo la verdad! ¡No me mientas! Juralo por la garrita que me dirás solo la verdad— le ruego y le muestro mi dedo índice para que lo tome con el suyo. —¿Kit Kat está muerta?— susurro.
Todos sabemos que mi prima es muy inteligente, ¿eso le servirá si tiene que vivir en una choza? No lo sé, no lo sé. Hay otras cosas más importantes que ser inteligente cuando te toca sobrevivir en medio de la nada como imagino que son los distritos más alejados, ¿y si le toca ir a las ciudades del norte? ¿¿Y si la secuestran ahí?? Escuche que en el cinco, hay ratas en todos los edificios. Jeremy me contó que hay un hombre al que mordieron tantas ratas que ahora es un hombre-rata viviendo en la alcantarilla y por las noches suele morder los pies de los vagabundos. ¿Y si le muerde los pies a Kit Kat? —¿Cerca?— pregunto, mi mamá me da una pizca de esperanza. —¿Crees que no se fue? ¿Qué está por aquí? ¡¿Estará con Oliver?!— ¿por qué eso me hace sentir traicionado? —No, no, si solo quisiera esconderse vendría con nosotros, ¿no? Eres la mejor tía del mundo y yo soy el mejor primo del mundo, Jenna tampoco está mal. Se escondería aquí con nosotros— balbuceo. —Mamá… tienes que decirme la verdad— le pido, por lo mucho que me asegura que hallarán a Kitty, pero al final hace algo como decir que vivirá por siempre en mi corazón. —¡Solo la verdad! ¡No me mientas! Juralo por la garrita que me dirás solo la verdad— le ruego y le muestro mi dedo índice para que lo tome con el suyo. —¿Kit Kat está muerta?— susurro.
— Brian… — empiezo, pero dudo que haya algo que yo pueda decir que de verdad vaya a hacerle sentirse mejor. ¿Cómo puedo pedírselo, de igual forma, cuando yo tampoco me siento bien? Siendo Kitty mi ahijada, me hubiera gustado que hubiera recurrido a mí directamente de tener un problema con su madre, que como su hermana menor, sé de sobra lo que se siente estar bajo su ala opresiva. — No digas eso sobre tu tía, Brian, por favor… Sabes que no es así — la pobre defensa que puedo hacer para salvar la opinión de mi hijo con respecto a su tía se resume en esas pocas palabras, con una dejadez cansada que indica que no puede estar poniéndomelo más difícil, porque hasta yo consideraría a mi hermana un poco frígida, aunque sepa de sobra que ama a sus hijos por sobre todas las cosas. — La tía Ingrid quiere lo que es mejor para todos nosotros, yo tampoco apoyo sus maneras.. pero sé que en el fondo no pretende infringir ningún daño. Cometió un error, todos somos humanos y nos equivocamos, pero podemos perdonarla… ¿verdad que podemos? — lo hago una cosa de ambos, porque si lo hago suya estoy segura de que no va a coincidir con mi palabra y, aunque le estoy pidiendo lo que mismamente Kostya no podría hacer de no encontrar a su hija, necesito que lo haga por el siguiente motivo: — Tu tía lo que necesita ahora mismo es apoyo, ¿sí? Que estemos todos de su lado, como la familia que somos — murmuro, porque si no lo hacemos juntos, dudo que podamos hacerlo en lo absoluto.
Sus preguntas se me vienen demasiado grandes, y eso no es algo que como madre quieras que suceda con tus hijos en la vida. Quieres ser la persona que pueda responder a todas sus dudas y miedos, estar ahí para sostener su mano y decir que todo saldrá bien, ¿pero cómo lo haces cuando ni tú misma sabes cómo acabará esto? — Bueno… no, no sabemos lo cerca que está, físicamente hablando… — podría estar en cualquier parte, pero eso prefiero no decírselo de manera tan brusca. — A lo que me refiero es que… aunque ahora mismo no esté con nosotros, podemos sentirla cerca, ¿sabes? De todo lo que la queremos, y ella sabe que la queremos, solo… — ¿solo qué? Ni sé lo que decir para apagar sus miedos, porque yo también los siento — ¿Qué? ¡No, no, no! Tu prima no está muerta, no lo está, ¿me oyes? La están buscando ahora mismo, tu tío Nick se ha encargado de que sea así, y nadie descansará hasta que aparezca, ¿de acuerdo? — su dedo índice se alza delante de mí, imponiéndose ante todo lo que he dicho con el fin de tranquilizar sus pensamientos, y cuando envuelvo ese dedo con el mío, solo espero que sea verdad. — Te lo prometo.
Sus preguntas se me vienen demasiado grandes, y eso no es algo que como madre quieras que suceda con tus hijos en la vida. Quieres ser la persona que pueda responder a todas sus dudas y miedos, estar ahí para sostener su mano y decir que todo saldrá bien, ¿pero cómo lo haces cuando ni tú misma sabes cómo acabará esto? — Bueno… no, no sabemos lo cerca que está, físicamente hablando… — podría estar en cualquier parte, pero eso prefiero no decírselo de manera tan brusca. — A lo que me refiero es que… aunque ahora mismo no esté con nosotros, podemos sentirla cerca, ¿sabes? De todo lo que la queremos, y ella sabe que la queremos, solo… — ¿solo qué? Ni sé lo que decir para apagar sus miedos, porque yo también los siento — ¿Qué? ¡No, no, no! Tu prima no está muerta, no lo está, ¿me oyes? La están buscando ahora mismo, tu tío Nick se ha encargado de que sea así, y nadie descansará hasta que aparezca, ¿de acuerdo? — su dedo índice se alza delante de mí, imponiéndose ante todo lo que he dicho con el fin de tranquilizar sus pensamientos, y cuando envuelvo ese dedo con el mío, solo espero que sea verdad. — Te lo prometo.
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—¿Y cómo es?— pregunto ahogando mi voz con la almohada al hablar escondiéndome en esta. Si mi madre no lo sabe, no lo sabrá nadie. Ni el tío Kostya que se limita a tolerarla, ni el tío Nick al que trata de agradar todo el tiempo. —Porque se esfuerza mucho para dejarnos en claro que es una arpía— lo digo sacando mi cabeza de su escondite. Muestro mi desconfianza a lo que dice con una mueca que me hace torcer toda la cara. —Lo mejor para Kitty es que su mamá la deje tener un móvil o que sea alquimista, no veo que acepte ninguna de esas dos cosas. ¿Por qué le cuesta tanto? Tú nunca nos dijiste a Jen y a mí que estamos locos por las cosas que queremos hacer en el futuro. ¡Jen podría convertirse en la científica más villana de la historia y la apoyarías!— por poco mis palabras no se pisan con la suya y meneo mi cabeza de un lado al otro, negándome a hacer lo que pide. —Si la tía Ingrid quiere nuestro apoyo, ella debería dar el ejemplo primero y darnos su apoyo— soy duro al criticar a la tía Ingrid, porque ella también lo es con todos. —Porque eso es lo que hacen las familias— lo repito para remarcar que la tía Ingrid es la primera en estas en falta.
Si tan solo… si tan solo hubiera sido una mamá para Kitty, mi prima no se habría marchado. Una mamá como la mía. Puede que de los dos, sea yo quien tiene a sus padres separados y a mi padre no lo conocí hace poco, pero aunque ella lleve viviendo trece años con el tío Kostya y la tía Ingrid en una misma casa, mis padres me han demostrado que se interesan por mí y que quieren que sea feliz. Mis tíos, a los cuales aborrezco en este momento, no supieron querer a Kit Kat como ella se merecía y ahora está demasiado lejos para que pueda darle un abrazo. Me sorbo la nariz al estirar mis brazos para rodear la cintura de mi madre y colocar mi cabeza sobre su estómago, así puedo volver a llorar todo lo que necesito llorar. —No contesta el walkie talkie, mamá… ¿crees que si la llamo muchas veces podrá escucharme dónde esté? ¿Qué pasa si no sabe cómo volver a casa? Tal vez deba llamarla, muchas, muchas veces… como cuando llamaba a papá— se lo confieso, —y al final papá apareció, ¿no?—. Retuerzo la tela de su ropa con mis dedos al aferrarme a ella. —¿O quizás debo ir a buscarla? ¿Y si le pido a Oliver que vayamos? ¿Me das permiso? ¡Es Oli! Él me cuidará. También podemos pedirle a Jen que nos acompañe, si quieres, así estarás segura de que todo estará bien… y también podemos invitar a la novia a Oli… ¿y si vienes con nosotros?— pregunto al alzar mi rostro rojo y con los ojos empañados.
Si tan solo… si tan solo hubiera sido una mamá para Kitty, mi prima no se habría marchado. Una mamá como la mía. Puede que de los dos, sea yo quien tiene a sus padres separados y a mi padre no lo conocí hace poco, pero aunque ella lleve viviendo trece años con el tío Kostya y la tía Ingrid en una misma casa, mis padres me han demostrado que se interesan por mí y que quieren que sea feliz. Mis tíos, a los cuales aborrezco en este momento, no supieron querer a Kit Kat como ella se merecía y ahora está demasiado lejos para que pueda darle un abrazo. Me sorbo la nariz al estirar mis brazos para rodear la cintura de mi madre y colocar mi cabeza sobre su estómago, así puedo volver a llorar todo lo que necesito llorar. —No contesta el walkie talkie, mamá… ¿crees que si la llamo muchas veces podrá escucharme dónde esté? ¿Qué pasa si no sabe cómo volver a casa? Tal vez deba llamarla, muchas, muchas veces… como cuando llamaba a papá— se lo confieso, —y al final papá apareció, ¿no?—. Retuerzo la tela de su ropa con mis dedos al aferrarme a ella. —¿O quizás debo ir a buscarla? ¿Y si le pido a Oliver que vayamos? ¿Me das permiso? ¡Es Oli! Él me cuidará. También podemos pedirle a Jen que nos acompañe, si quieres, así estarás segura de que todo estará bien… y también podemos invitar a la novia a Oli… ¿y si vienes con nosotros?— pregunto al alzar mi rostro rojo y con los ojos empañados.
— Pues es… — si yo me pusiera a contar… tengo que hacer un esfuerzo enorme por dejar de lado la imagen controladora y exquisita de mi hermana para dejar hueco a los recuerdos sobre ella que la muestran como una persona cuyo único propósito en la vida es cuidar de los suyos. — Tu tía no es ninguna arpía, tiene sus… cosas, como todos las tenemos, sí es verdad que en esta ocasión estuvo muy en falta con Kitty, en eso creo que todos podemos coincidir, hasta ella — le aseguro, aunque no lo estoy tanto de que ese sea el pensamiento principal en la cabeza de mi hermana, hemos quedado pronto mañana a primera hora del día así que no es algo que tardaré en averiguar. Hoy ha sido un día demasiado intenso para ella y no es sorpresa que haya tenido que ofrecerle algo para calmar sus nervios, con Nick siendo médico y yo trabajando en una farmacia, pastillas es lo de menos en esta familia. — Lo sé, lo sé, tesoro, la tía Ingrid y yo somos muy distintas, ¿pero sabes qué? Cuando se trata de familia… hay que aprender a respetar nuestras diferencias, porque por encima de todo eso, nos queremos y debemos mantenernos unidos — todo lo que intento es tratar de vender esta imagen de familia unida que no sé si sirve de mucho dadas las circunstancias, pero tampoco puedo dejar que mi hijo piense que su tía es una arpía. — Y lo dará, a raíz de esto estoy segura de que va a empezar a ver las cosas de otra manera, y si no lo hace, te puedo asegurar que como su hermana menor trataré de que Kitty tenga lo que se merece, ¿de acuerdo? — eso sí que puedo asegurarle que no es una promesa falsa.
Uso tan poco el teléfono móvil, que cuando me pregunta por los walkie talkies tengo que tragarme la mueca que indica que no puedo ayudarle, porque esa tecnología antigua no es algo que se vea hoy en día. Aun así, estaría dispuesta a intentarlo si con eso consigo que su estado de ánimo mejore. Niego varias veces seguidas con la cabeza, en silencio y mientras una de mis manos acaricia su espalda y la otra hace lo mismo pero en su cabello rizado, tratando de proporcionar una calma que no siento. — No puedes ir a buscarla, Brian, es muy peligroso, ¿crees que yo te dejaría marchar así como así? ¿Y qué haría yo sin ti durante todo ese tiempo? Sería la mamá más infeliz del planeta… — intento llevarlo por ese terreno, si no es a mi favor, que al menos se termine por dar cuenta de que es así como se siente su tía. — Además, alguien tiene que estar aquí cuando Katerina regrese, ¿no? Si todos salimos a buscarla y le da por volver por su cuenta, ¿cómo crees que se sentiría de no haber nadie esperándola? — sé que no tiene ninguna lógica, pero es lo único que se me ocurre decir, lo veo capaz de hacer una locura como esa solo por su prima, así que mejor no incentivar ningún comportamiento de ese tipo ni actos de heroísmo. Me duele decirlo, pero ahora mismo encontrar a Kitty es trabajo de los aurores.
Uso tan poco el teléfono móvil, que cuando me pregunta por los walkie talkies tengo que tragarme la mueca que indica que no puedo ayudarle, porque esa tecnología antigua no es algo que se vea hoy en día. Aun así, estaría dispuesta a intentarlo si con eso consigo que su estado de ánimo mejore. Niego varias veces seguidas con la cabeza, en silencio y mientras una de mis manos acaricia su espalda y la otra hace lo mismo pero en su cabello rizado, tratando de proporcionar una calma que no siento. — No puedes ir a buscarla, Brian, es muy peligroso, ¿crees que yo te dejaría marchar así como así? ¿Y qué haría yo sin ti durante todo ese tiempo? Sería la mamá más infeliz del planeta… — intento llevarlo por ese terreno, si no es a mi favor, que al menos se termine por dar cuenta de que es así como se siente su tía. — Además, alguien tiene que estar aquí cuando Katerina regrese, ¿no? Si todos salimos a buscarla y le da por volver por su cuenta, ¿cómo crees que se sentiría de no haber nadie esperándola? — sé que no tiene ninguna lógica, pero es lo único que se me ocurre decir, lo veo capaz de hacer una locura como esa solo por su prima, así que mejor no incentivar ningún comportamiento de ese tipo ni actos de heroísmo. Me duele decirlo, pero ahora mismo encontrar a Kitty es trabajo de los aurores.
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¿Qué la tía Ingrid reconozca que es muy dura con Kitty? Solo mamá puede pensar eso, por algo es la única amiga que tiene mi tía, puede ver cosas buenas en los muchos defectos que tiene y por eso mismo también es la favorita de todos los sobrinos en la familia, sé que tanto Oliver como Luka me envidian mi suerte, porque yo la tengo de mamá y eso quiere decir que está veinticuatro horas conmigo, los siete días del año. No querría que eso cambie nunca, jamás haría lo de Kitty. Pero nuestras casas son tan distintas… ¿por qué si quería huir no vino a esconderse aquí? Le habríamos preparado un cuarto de alquimista en el ático, con estantes para poner todas sus piedras. Escucho todo lo que mi mamá me dice, lo tengo claro, sé de qué se trata ser una familia… solo me cuesta con la tía Ingrid. —¿Y si adoptas a Kit Kat, mamá?— le pregunto, —si la tía Ingrid sigue siendo mala con ella, ¿no quieres ofrecerle a que vaya Jenna y nosotros traemos a Kit Kat? ¡Solo un tiempo! No es que entreguemos a Jen— que a mi hermana la quiero aunque me meta en su habitación solo para molestar, —ella estará de acuerdo y se lleva bien con la tía Ingrid, sería únicamente para que Kit Kat pueda estar bien…— propongo, lo que sea con tal de sacarla del maltrato de mi tía.
Si la recuperamos… por ratos creo que así será, que la veremos aparecer un día por la puerta así que como un día también desapareció, si yo la estoy pasando mal, Milo la debe estar pasando fatal. Y los tíos no me dejaron traerlo. Él debe ser el perrito más infeliz del mundo. Envuelvo con mis brazos a mi mamá cuando dice algo similar, la quiero, no quiero que se ponga triste por mi culpa, no quiero lastimar su corazón… ella que sí lo tiene, no como la tía Ingrid. —Nunca voy a dejarte, mamá. Nunca. A todas las aventuras que vaya, te llevaré conmigo, a todos los distritos que viaje, te llevaré conmigo, y cuando seas viejita y no puedas caminar, ni aparecerte, te compraré una limusina—. Me tardé muchos años en poder encontrar a mi papá, para luego no ver a mi mamá, ¡nunca! —Si la tenemos que esperar, ¿le harás un pastel? Seguro que la tía Ingrid le echará la bronca si vuelve, así que luego va a necesitar de un pastel. Haremos nuestra propia fiesta cuando ella vuelva… y espero que nunca más se vaya— lo deseo en verdad. —¿Sabes qué me gusta de que Jenna no tenga novio o novia, mamá? Significa que nunca se irá de casa, y por insoportable que sea a veces, eso quiere decir que vamos a seguir juntos siempre.
Si la recuperamos… por ratos creo que así será, que la veremos aparecer un día por la puerta así que como un día también desapareció, si yo la estoy pasando mal, Milo la debe estar pasando fatal. Y los tíos no me dejaron traerlo. Él debe ser el perrito más infeliz del mundo. Envuelvo con mis brazos a mi mamá cuando dice algo similar, la quiero, no quiero que se ponga triste por mi culpa, no quiero lastimar su corazón… ella que sí lo tiene, no como la tía Ingrid. —Nunca voy a dejarte, mamá. Nunca. A todas las aventuras que vaya, te llevaré conmigo, a todos los distritos que viaje, te llevaré conmigo, y cuando seas viejita y no puedas caminar, ni aparecerte, te compraré una limusina—. Me tardé muchos años en poder encontrar a mi papá, para luego no ver a mi mamá, ¡nunca! —Si la tenemos que esperar, ¿le harás un pastel? Seguro que la tía Ingrid le echará la bronca si vuelve, así que luego va a necesitar de un pastel. Haremos nuestra propia fiesta cuando ella vuelva… y espero que nunca más se vaya— lo deseo en verdad. —¿Sabes qué me gusta de que Jenna no tenga novio o novia, mamá? Significa que nunca se irá de casa, y por insoportable que sea a veces, eso quiere decir que vamos a seguir juntos siempre.
Si no fuera porque la situación no lo amerita, me hubiera reído más de lo que se percibe en la forma que tengo de curvar los labios, por esa propuesta que bien podría tomarme un poco en serio después de los acontecimientos de hoy, pero pedirle la custodia de Kitty a mi hermana no es algo que se me apetezca decirle ni aun en broma. ¿Se imaginan? No salgo viva de esa casa. Me aclaro la garganta con necesidad al escuchar lo de su hermana. — ¿Tanto te molesta tu hermana mayor que la intercambiarías tal que así? — bromeo. No puedo culparlo al respecto, de todas formas, sé de sobra que en más de una ocasión a mí me hubiera gustado intercambiar a Ingrid por la vecina cuando éramos niñas. Curiosamente esa muchacha que vivía al otro lado de la calle por entonces se hacía llamar Anne Ruehl, si le llego a proponer a mis padres cambiar a la rubia por ella, probablemente hubiera recibido más de un escarmiento por ello. — Kitty primero tiene que regresar para saber lo que haremos a continuación, no creo que a tu tía le guste la idea de que venga a vivir aquí, porque entre tú y yo, sabe que somos mucho más guays que ella, y eso le molesta un poquito poquito… mucho — por eso se queja tanto cuando viene, claro, la última vez que estuvo aquí dijo que iba a contratar a una sirviente para que viniera a limpiar, si es que quería que mis hijos vivieran en una pocilga. Y eso solo porque vio dos platos sucios en el fregadero. ¡En fin! — Pero te prometo que Kitty estará bien, no dejaré que su madre se pase con ella, incluso si eso significa que la tenemos que raptar luego, ¿sí? — que espero no tener que llegar a ese punto, si se lo digo es para tenerlo de mi lado un poco más y no vaya mañana directo a casa de mi hermana a gritarle que es una arpía delante de todo el vecindario.
— ¡Qué hice para merecerte! Pero que sea con un buen chófer, eh — exclamo cuando propone el comprarme una limusina para cuando sea vieja, paso a besar el borde de su cabeza con cariño, frotándole el cabello después con una mano. — Pues claro que le haremos un pastel, y le prepararemos galletas perrunas a Milo también si quieres, ¡toda una fiesta de bienvenida! — hago de esto como si Kitty se hubiera ido a un campamento de verano y no a vaya saber dónde, lo que me hace pensar que Ingrid querrá internarla en uno militar durante todas las vacaciones como castigo. Como tía y madrina, supongo que me tendré que encargar de sacarla de ahí a escondidas… Pongo cara de estar escuchándole cuando pasa a preguntarme si sé por qué le gusta que Jenna no tenga novio y niego silenciosamente con la cabeza. Su respuesta me hace asomar una sonrisa que se va ensanchando de a poco y lo estrujo entre mis brazos un poco más fuerte ahora que sigue siendo un niño que respeta el amor incondicional de una madre y no como Jenna, que parece que tengo la viruela cada vez que intento abrazarla. — ¿Sabes una cosa? Que no importa que Jen no tenga novio o novia, porque si lo tuviera… seguiríamos estando juntos siempre, aunque estuviéramos lejos y se fuera a vivir con su pareja, tuvieran hijos o lo que sea… Yo siempre voy a estar para recibiros con mis brazos y estrujaros, ¡incluso cuando tú empieces a interesarte en otras cosas! ¿O es que ya hay alguna niña o niño al que le andas echando el ojo y no me has contado? — ¡hay que aprovechar estos momentos, gente! — No importa, incluso cuando tengáis cincuenta años, seguiréis siendo mis nenes — le aseguro, volviendo a estamparle un beso de lo más sonoro en la mejilla.
— ¡Qué hice para merecerte! Pero que sea con un buen chófer, eh — exclamo cuando propone el comprarme una limusina para cuando sea vieja, paso a besar el borde de su cabeza con cariño, frotándole el cabello después con una mano. — Pues claro que le haremos un pastel, y le prepararemos galletas perrunas a Milo también si quieres, ¡toda una fiesta de bienvenida! — hago de esto como si Kitty se hubiera ido a un campamento de verano y no a vaya saber dónde, lo que me hace pensar que Ingrid querrá internarla en uno militar durante todas las vacaciones como castigo. Como tía y madrina, supongo que me tendré que encargar de sacarla de ahí a escondidas… Pongo cara de estar escuchándole cuando pasa a preguntarme si sé por qué le gusta que Jenna no tenga novio y niego silenciosamente con la cabeza. Su respuesta me hace asomar una sonrisa que se va ensanchando de a poco y lo estrujo entre mis brazos un poco más fuerte ahora que sigue siendo un niño que respeta el amor incondicional de una madre y no como Jenna, que parece que tengo la viruela cada vez que intento abrazarla. — ¿Sabes una cosa? Que no importa que Jen no tenga novio o novia, porque si lo tuviera… seguiríamos estando juntos siempre, aunque estuviéramos lejos y se fuera a vivir con su pareja, tuvieran hijos o lo que sea… Yo siempre voy a estar para recibiros con mis brazos y estrujaros, ¡incluso cuando tú empieces a interesarte en otras cosas! ¿O es que ya hay alguna niña o niño al que le andas echando el ojo y no me has contado? — ¡hay que aprovechar estos momentos, gente! — No importa, incluso cuando tengáis cincuenta años, seguiréis siendo mis nenes — le aseguro, volviendo a estamparle un beso de lo más sonoro en la mejilla.
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—¡No digo de intercambiarla! Solo será un rato, para darle un respiro a Kit Kat…— explico una vez más, —lo hablaremos con ella y verás que estará de acuerdo, ¡seguro hasta nos paga para irse a vivir con la tía Ingrid y Lex!—. No lo creo, tengo la impresión que la tía Ingrid no le cae bien ni siquiera a Jen. ¡Ni siquiera a ella! Si hiciéramos un concurso de impopularidad en la familia, la tía Ingrid tendría el mismo puntaje que Oliver tiene en popularidad, pero ella en negativo. En su cuenta de Wizzardface es la única que tiene su número de amigos en negativo… quizás en esto ya estoy exagerando. Se entiende el punto, ¿no? —Lo sé— le doy la razón a mi madre en cuanto a las razones por la que mi tía nos envidia, —nuestros disfraces y la decoración de la casa en Halloween siempre es mejor que en la suya, también en Navidad hacemos los mejores regalos y eres la única que sabe cuántas novias tuvo Oliver. Debe ser por eso que también se molesta con Kitty, debe fastidiarle que sea tan divertida— y ya sabemos que a la casa de la tía Ingrid si no entras con cara de gárgola, no entras, te quedas en la puerta.
—Será un chofer con bata de sanador y se llamará… Dean Shepherd— así mi mamá puede vivir el sueño de estar paseando con su novio imaginario, ese que ve en la televisión, pero le pagaré el doble al chofer para que no le dé más que un beso en la mejilla ¡y quizás! ¡solo quizás! Deje que le tome la mano. Todos necesitan de vez en cuando algo que les haga sentir queridos, así como mi mamá un novio imaginario, Jen otro novio imaginario, también Kitty un pastel y Milo unas galletas perrunas. —Pobre, Milo— me lamento por el cachorro de mi prima que debe estar extrañándola tanto como yo, —que sean galletas de chocolate perruno— le pido. Me acomodo de manera que mi cabeza queda sobre su regazo así puede peinar mis rulos con sus dedos como cuando era más pequeño, así puedo explayarme en mi confesión luego de un suspiro dramático. —Hay una niña que es amiga de Kit Kat, tiene una sonrisa muy grande y muy brillante— y señalo a mi propia boca con un dedo, —cuando el sol le da en los brackets brillan— explico, por si no se entendió. —Y también le gustan los comics y al cumpleaños de Paul al que fui disfrazado de Batkid, ¿te acuerdas? Ella fue disfrazada de Wonder Girl. ¡Somos de la misma franquicia, mamá! ¡Estamos hechos el uno para el otro!— otro suspiro. —Pero ella no lo ve… porque le gusta el niño que fue disfrazado de Captain Neopanem. Me rompió el corazón.
—Será un chofer con bata de sanador y se llamará… Dean Shepherd— así mi mamá puede vivir el sueño de estar paseando con su novio imaginario, ese que ve en la televisión, pero le pagaré el doble al chofer para que no le dé más que un beso en la mejilla ¡y quizás! ¡solo quizás! Deje que le tome la mano. Todos necesitan de vez en cuando algo que les haga sentir queridos, así como mi mamá un novio imaginario, Jen otro novio imaginario, también Kitty un pastel y Milo unas galletas perrunas. —Pobre, Milo— me lamento por el cachorro de mi prima que debe estar extrañándola tanto como yo, —que sean galletas de chocolate perruno— le pido. Me acomodo de manera que mi cabeza queda sobre su regazo así puede peinar mis rulos con sus dedos como cuando era más pequeño, así puedo explayarme en mi confesión luego de un suspiro dramático. —Hay una niña que es amiga de Kit Kat, tiene una sonrisa muy grande y muy brillante— y señalo a mi propia boca con un dedo, —cuando el sol le da en los brackets brillan— explico, por si no se entendió. —Y también le gustan los comics y al cumpleaños de Paul al que fui disfrazado de Batkid, ¿te acuerdas? Ella fue disfrazada de Wonder Girl. ¡Somos de la misma franquicia, mamá! ¡Estamos hechos el uno para el otro!— otro suspiro. —Pero ella no lo ve… porque le gusta el niño que fue disfrazado de Captain Neopanem. Me rompió el corazón.
¿Jenna pagando por vivir en casa de mi hermana? Lo dudo mucho, si apenas y puedo hacer que salga de su habitación estos días, como para sugerirle cambiar de lugar con su prima. Aunque no le dirijo más que una muequita al respecto, sí me permito reír con más soltura por sus ocurrencias sobre por qué su tía debe envidiarnos. Honestamente, no puedo culparlo por la imagen de cara rancia que tiene mi hijo con respecto a mi hermana, porque si vamos al caso, Ingrid no es que haya puesto demasiado esfuerzo en tratar de aparentar que no es la persona más estirada que conocimos en la vida. ¿Decoración de Halloween? ¿Cuándo fue la última vez que vi a mi hermana vestida de algo de eso? Ni siquiera la recuerdo como una niña a la que le gustaran esas cosas, demasiado infantiles para su gusto. Está claro que Ingrid es la clara definición de snob, no puedo discutirle eso a Brian. — Pero aun así la queremos, porque por muy estirada y amargada que pueda ser la tía Ingrid… todos en la familia sabemos que esa es su forma de demostrar preocupación por nosotros, ¿sabes? No, yo tampoco lo entiendo a veces, pero… cada uno tenemos nuestras flaquezas, ¿no? Así como yo puedo tener las mías con la colada… Ingrid las tiene con el control — le revuelvo el pelo, haciéndolo una broma más que un tema serio, cuando sé bien lo que nos ha llevado a tener esta conversación.
Alzo una ceja curiosa, al tiempo que mis labios tratan de delinear una sonrisa que no estoy muy segura de lo que pretender expresar. — ¿Así que una niña, huh? ¡Y yo que pensaba que era la única mujer de tu vida! — me hago la ofendida un segundo, poniendo un puchero en mis labios, así la imagen se centra en ese gesto y no en que mi corazón acaba de sufrir de un pequeño estruje a causa de esta noticia que hace a mi niño, un poco menos niño cada día. Se me pasa un tanto cuando detrás del interés que pueda tener por la niña, declara que sigue siendo mi nene al que le gustan los cómics y disfrazarse de sus personajes favoritos. — Pues a mí me gusta más Batkid, ¿eso no cuenta? — está claro que no, qué le va a importar la opinión de su madre cuando la chica que le gusta no dice lo mismo. — ¡Te rompió el corazón! ¿¡Cómo se atreve!? Ven, ven, puedes estar seguro de que tu mamá no va a romperte el corazón, jamás, no necesitas mirar a ninguna niña, no se dan cuenta de lo que se pierden — le aseguro al rodear su cuerpo con mis brazos para envolverlo en un abrazo excesivamente largo, de esa manera que me hace sentir que sigue teniendo cinco años y no está a punto de entrar a la adolescencia, ahí donde a perdí a Jenna entre los libros y chismes, no estoy dispuesta a perder a Brian por niñas de la escuela.
Alzo una ceja curiosa, al tiempo que mis labios tratan de delinear una sonrisa que no estoy muy segura de lo que pretender expresar. — ¿Así que una niña, huh? ¡Y yo que pensaba que era la única mujer de tu vida! — me hago la ofendida un segundo, poniendo un puchero en mis labios, así la imagen se centra en ese gesto y no en que mi corazón acaba de sufrir de un pequeño estruje a causa de esta noticia que hace a mi niño, un poco menos niño cada día. Se me pasa un tanto cuando detrás del interés que pueda tener por la niña, declara que sigue siendo mi nene al que le gustan los cómics y disfrazarse de sus personajes favoritos. — Pues a mí me gusta más Batkid, ¿eso no cuenta? — está claro que no, qué le va a importar la opinión de su madre cuando la chica que le gusta no dice lo mismo. — ¡Te rompió el corazón! ¿¡Cómo se atreve!? Ven, ven, puedes estar seguro de que tu mamá no va a romperte el corazón, jamás, no necesitas mirar a ninguna niña, no se dan cuenta de lo que se pierden — le aseguro al rodear su cuerpo con mis brazos para envolverlo en un abrazo excesivamente largo, de esa manera que me hace sentir que sigue teniendo cinco años y no está a punto de entrar a la adolescencia, ahí donde a perdí a Jenna entre los libros y chismes, no estoy dispuesta a perder a Brian por niñas de la escuela.
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—¿Cómo ser estirada y amargada puede significar que se preocupa por nosotros?— pregunto, es válido que lo pregunte, cuando una persona te trata con indiferencia lo que muchas veces quiere decir, es que simplemente no le interesas. — Es como si no supiera lo que es querer a alguien—, ¿y uno no nace con ese conocimiento? Peor aún si esa persona no hace más que martirizarte, como la tía Ingrid lo hace con la pobre de Kit Kat. No es lo mismo que mi manía de sacarle la poca paciencia que tiene mi hermana, no es una tortura real, a mi manera le hago saber que también le apoyo y si alguna compañera le molestara en la escuela por ser nerd, yo me encargaría de poner babosas en su almuerzo, con mis propios dedos, sin varita. —Que se te tiña la ropa en la colada por no haber separado bien los colores no es lo mismo que el estricto control de la tía Ingrid— suspiro.
Podríamos seguir discutiendo sobre mi tía y sus defectos de carácter toda la noche, sin que eso nos lleve a alguna conclusión sobre por qué es como es y por qué le cuesta tanto querer a su familia como se debe querer. —Quizás la tía Ingrid tiene una maldición, tal vez una maldición que afecta a una persona entre los Helmuth cada tantas generaciones, en el que su corazón se recubre de hielo por un glacius en la sangre— fantaseo, esto se me daba bien con Kit Kat, para quien ninguna de mis teorías era descabellada, mi madre será quien deba prestar oídos y aunque sus comentarios pueden ser igual de ingeniosos, no es lo mismo. De todos modos, valoro que sea ella quien, al final de cuentas, está conmigo cuando todas las chicas de mi vida, primas y wonder girls, se van. —No eres la única, pero eres la más importante— aseguro, eso nunca dejará de serlo.
Me abrazo a ella con mi nariz contra su ropa, así que tengo que separarme cuando me falta el aire, lo necesario como para sacar la nariz de los pliegues y sigo con mi mejilla contra su estómago. —Y lo serás siempre, por siempre— prometo. —Nunca te dejaría—, porque en verdad espero que ella nunca lo haga, si ni siquiera mi mejor amiga así como mi padre pudieron quedarse conmigo en su momento, como seguramente tampoco lo hará Jen a la larga, espero que al menos mamá sea la persona que me abrace cuando sienta que acabo de perder todo lo que creí que nunca se iría. No puedo culpar a Kitty, ella solo quería escapar de su madre, buscar la piedra filosofal, así que donde sea que esté, espero que tenga suerte. Pero yo no necesito ninguna piedra filosofal, porque mi mamá es lo único eterno que necesito.
Podríamos seguir discutiendo sobre mi tía y sus defectos de carácter toda la noche, sin que eso nos lleve a alguna conclusión sobre por qué es como es y por qué le cuesta tanto querer a su familia como se debe querer. —Quizás la tía Ingrid tiene una maldición, tal vez una maldición que afecta a una persona entre los Helmuth cada tantas generaciones, en el que su corazón se recubre de hielo por un glacius en la sangre— fantaseo, esto se me daba bien con Kit Kat, para quien ninguna de mis teorías era descabellada, mi madre será quien deba prestar oídos y aunque sus comentarios pueden ser igual de ingeniosos, no es lo mismo. De todos modos, valoro que sea ella quien, al final de cuentas, está conmigo cuando todas las chicas de mi vida, primas y wonder girls, se van. —No eres la única, pero eres la más importante— aseguro, eso nunca dejará de serlo.
Me abrazo a ella con mi nariz contra su ropa, así que tengo que separarme cuando me falta el aire, lo necesario como para sacar la nariz de los pliegues y sigo con mi mejilla contra su estómago. —Y lo serás siempre, por siempre— prometo. —Nunca te dejaría—, porque en verdad espero que ella nunca lo haga, si ni siquiera mi mejor amiga así como mi padre pudieron quedarse conmigo en su momento, como seguramente tampoco lo hará Jen a la larga, espero que al menos mamá sea la persona que me abrace cuando sienta que acabo de perder todo lo que creí que nunca se iría. No puedo culpar a Kitty, ella solo quería escapar de su madre, buscar la piedra filosofal, así que donde sea que esté, espero que tenga suerte. Pero yo no necesito ninguna piedra filosofal, porque mi mamá es lo único eterno que necesito.
Es complicado encontrarme en esta situación para nada habitual, en la que tengo que armarme una lista de recursos para defender a mi hermana. Normalmente no es así, porque normalmente ella suele apañárselas para hacerle saber a toda la familia que lleva la razón, incluso cuando no la tiene y aun así se la damos porque es mucho más fácil asentir que estar escuchándola quejarse por horas en los almuerzos familiares. ¿Pero tener que defenderla? Mucho más complicado que asentir con la cabeza. — Lo extraño del amor es que no conoce de forma alguna, no todo el mundo lo expresa de la misma manera y creo que eso es lo que le pasa a la tía Ingrid, ¿entiendes? No es que tenga ninguna maldición, por mucho que eso explicaría muchas cosas… — muchas, de verdad, por más que decir que eso llevaría a Kitty a intentar romper la maldición de su madre y quizá, a restaurar el vínculo entre ellas. — Nosotros lo demostramos con apretujones y besos en la mejilla, siempre que Jenna nos deje, claro… — me río por la actitud de su hermana, esperando que sea solo una fase — Tu tía de la manera que ella cree es mejor para sus hijos, incluso cuando no pueda ser así… No podemos obligar a alguien a amar de la misma forma que nosotros — declaro, quizá con menos emoción en la voz al ir terminando mis frases.
Ingrid no deja de ser mi familia, así como Nick también lo es, ahí donde el mayor no me saca tanto de quicio como mi hermana, porque hace sus críticas de manera más sutil, ella no tiene problema con señalarme las que cree que son mis faltas más naturales. Aun así la quiero, porque sé que sus intenciones están lejos de ser malas, por eso tengo todo la certeza de que son iguales para con su hija. La diferencia entre Katerina y yo es que mi hermana no tiene ningún poder sobre mí, más que aquel que yo dejo que tenga para que no sienta que estoy pasando por completo de su opinión, mientras que mi sobrina no puede librarse de esa influencia. — Más te vale, porque algún día seré tan vieja que se me olvidará separar las prendas de color de las blancas — bromeo sobre este asunto de la colada que siempre me lleva por el camino de la amargura, lo hago algo que esperar a futuro para tener la aseguración de que nuestras vidas entonces no serán tan diferentes de lo que son ahora. Es un engaño, claro está, no puedo evitar que mis hijos sigan creciendo, que descubran nuevos horizontes y, si mi hermana hubiera entendido esto un poco antes, no estaríamos en esta situación ahora mismo. — Ahora vayamos a hacer esa pizza, dejaremos que Jenna ponga el pepperoni — dejo un último beso en lo alto de su cabeza antes de alentarlo a que salga de la cama con mis manos, que yo solo necesito de esto para el resto de mis días, esto y esperar que dure para siempre.
Ingrid no deja de ser mi familia, así como Nick también lo es, ahí donde el mayor no me saca tanto de quicio como mi hermana, porque hace sus críticas de manera más sutil, ella no tiene problema con señalarme las que cree que son mis faltas más naturales. Aun así la quiero, porque sé que sus intenciones están lejos de ser malas, por eso tengo todo la certeza de que son iguales para con su hija. La diferencia entre Katerina y yo es que mi hermana no tiene ningún poder sobre mí, más que aquel que yo dejo que tenga para que no sienta que estoy pasando por completo de su opinión, mientras que mi sobrina no puede librarse de esa influencia. — Más te vale, porque algún día seré tan vieja que se me olvidará separar las prendas de color de las blancas — bromeo sobre este asunto de la colada que siempre me lleva por el camino de la amargura, lo hago algo que esperar a futuro para tener la aseguración de que nuestras vidas entonces no serán tan diferentes de lo que son ahora. Es un engaño, claro está, no puedo evitar que mis hijos sigan creciendo, que descubran nuevos horizontes y, si mi hermana hubiera entendido esto un poco antes, no estaríamos en esta situación ahora mismo. — Ahora vayamos a hacer esa pizza, dejaremos que Jenna ponga el pepperoni — dejo un último beso en lo alto de su cabeza antes de alentarlo a que salga de la cama con mis manos, que yo solo necesito de esto para el resto de mis días, esto y esperar que dure para siempre.
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