Tenía pendientes mil tareas de la casa, pero solo podía pensar en dónde diablos estaba Jared. Me había quedado dormido antes de que volviera de casa de Kendrick la noche anterior, y cuando me había despertado para buscarlo en su habitación, me la había encontrado vacía. Premio al peor padre del año por acá por favor. Iba maldiciendo mientras andaba, porque sentía que aparecerme no era buena idea, a parte de porque no recordaba la calle exacta donde estaba la casa de Kendrick, estaba demasiado alterado y lo que menos necesitaba era dejarme un brazo en casa.

El paseo me resultaba relajante, así que cuando llegué a casa del susodicho a tocar la puerta, no estaba sintiéndome una mierda; podía tocar suavemente por si se habían quedado dormidos, y recordar que el distrito era mucho más seguro de lo que el 14 fue jamás, además el hecho de que Jared no fuera exactamente desconocido, le mantenía relativamente a salvo. Al menos eso quería pensar. — ¿Ken? ¿Puedes abrirme? — Escuché ruidos al otro lado de la puerta, por lo que pensé que no estaban de humor para abrirme. No le extrañaba, era bastante pronto; el sol ya había salido pero las calles eran desiertas y si se habían pasado la noche despiertos, seguramente se acabarían de acostar. — Solo necesito saber si jared está — fracasé en mi intento por conseguir nada.

Utilicé la varita para abrir, me valía madres su intimidad y la de los que vivían con él. Lo que no esperaba encontrarme era la cara de Meerah al otro lado de la puerta. Meerah. La hija del ministro de justicia que se supone que debería estar tranquilita en su casa, obedeciendo a su papá. — La madre que te parió, Meerah.

Yo sé que no debía ver la presencia de mi hermana como una situación de conveniencia, pero lo era. Tener una bebé que demandaba atención dentro de la casa implicaba que no tuviese que buscar excusas demasiado rebuscadas para justificar mis ausencias. A veces un simple “fui a desayunar afuera” o “quise ir a diseñar al parque” bastaba, y pese a que me sentía terrible al mentir, tenía que admitir que ya se había vuelto una costumbre el hacerlo. Era hipócrita de mi parte, lo sabía, pero ya había pasado la barrera de lo que consideraba moral y lo que consideraba correcto. Ahora me limitaba a poner excusas vagas y a ayudar un poco más a Hero con esto de preparar a Ken para sus apariciones públicas, o más bien la dejaba hacer de las suyas y solo me limitaba a corregir el cómo debía vestir ciertas cosas o cómo debía peinarse para que no pareciera un vagabundo recién levantado.

Mi visita de este sábado era extraoficial, pero me había entusiasmado y había podido armar un atuendo para el otoño que no era un traje en sí mismo, pero que podía ser lo suficientemente formal para ser usado en algún evento público. Claro que no esperaba que Jared estuviese en la casa y que, gruñones y recién despiertos lo primero que pensaran era en el desayuno. Al menos habían prometido traer pastelitos de lo de la señora Roddam, yo había preferido esperarlos para no exponerme más de la cuenta, o para no enfrentarme a la mirada suspicaz de la señora después de que nos encontrara con Jim en la parte trasera de su local. 

Estaba aburrida y algo hambrienta pese a haber desayunado, así que cuando sentí que alguien tocaba la puerta mi primer impulso fue el de saltar del sillón para ayudar. Claro que luego pude hacer uso de mis neuronas y, cuando razoné que Kendrick no llamaría a la puerta de su propia casa, quedé congelada a pocos pasos de la entrada. Creo que contuve la respiración hasta el momento en que pude reconocer la voz de Seth al otro lado de la puerta, y si bien no era alguien a quien deseara enfrentar, era mucho mejor que alguna de las alternativas. Ken era una figura pública, cualquier persona podía tocar la puerta de su casa. 

Lo que en definitiva no me esperaba era que mi tío entrara de todas formas y antes de siquiera poder, no sé, esconderme detrás de una cortina, el susodicho ya me había reconocido. - Audrey Niniadis, tengo entendido que es tu hermana. Un gusto. - Levanto una mano y lo saludo levantando solo el dedo índice y medio con un gesto rápido. - Jared y Ken fueron a desayunar al café de la calle seis, por si te interesa. - Aclaro al saber que ese era el motivo de su visita.