Recapitulemos. Cuando vine hace unos meses bajo las órdenes de Monroe, todo terminó con Rowling internado en el hospital con varios problemas para poder hablar, pensar y con la lengua tan enroscada que se transformó en una persona inútil. Eso nos dejó en claro dos cosas: que los rebeldes son más listos de lo que pensábamos para poner trampas y que teníamos que ser más inteligentes que ellos, cosa que no veo posible. No por falta de confianza, sino porque… ¡Otra vez hemos tenido un cambio de liderazgo en el departamento de aurores! Y no, en lugar de buscar a uno de los más experimentados, colocaron a alguien muy joven que no me produce confianza. ¿Como mierda vamos a ganar esta guerra, si no existe consistencia en algo tan básico como el movimiento de nuestras fuerzas armadas? Me dará una urticaria, que ya lo dije.

Pero volvamos al presente, a lo que importa y eso es que me estoy congelando el culo. Nos refugiamos de las miradas ajenas en la oscuridad de la noche y menos mal que no me interesa demasiado el verme bien en un momento como este, porque los lentes de visión nocturna que nos ha otorgado el ministerio nos hace lucir como insectos de tamaño mutante. Los bosques que rodean los campos del nueve están repletos de escarcha, la nieve solamente se luce como restos sobre los arbustos y troncos y, aún así, el único calor que poseo conmigo es el de la adrenalina. Me he pasado por el culo un par de indicaciones, porque mis compañeros son unos inútiles y he conseguido traer a dos personas en las cuales confío un poco más. Una de ellas es Alecto y la otra, por extraño que suene para el resto, es Lexa.

Apenas muevo la rama, tratando de enfocar las luces lejanas que sobresalen en el campo abierto. Estamos lejos, pero estoy seguro de que es uno de los puestos de vigilancia que han puesto en los límites del distrito, lo que significa que estamos cerca de los campos de protección que han levantado — Tiene que haber un punto débil — insisto, como si fuese una conversación que ya estábamos teniendo, cuando en realidad he estado callado un buen rato — Siempre hay uno — sino, no se explica como nos han jodido tantas veces.

Es una verdadera lástima, Monroe me caía bien, tenía potencial como jefa del escuadrón, lo que me hace dudar de la que ha tomado el puesto en su lugar después de todos los cambios que hemos estado sufriendo. Me supongo que su retirada habrá sido a costa de lo que ocurrió con uno de los aurores que trataron de internarse en el distrito nueve y tres cuartos, Rowling, al cual nunca conocí personalmente, pero su destino sobre el torcimiento de lengua y cerebro vegetal no es la primera vez que lo escucho de boca de algún compañero. Eso solo quiere decir una cosa y es que los rebeldes no son tan estúpidos como creía, o como me hubiera gustado creer, ya que esto demuestra que no podemos relajarnos siquiera un instante. Ya hemos sufrido demasiadas bajas estos últimos meses, sumando las de lo que ocurrió precisamente en este distrito, como para que otro grupo termine con las lenguas retorcidas.

Llevo puesto uno de los uniformes que protegen del frío, además de la nieve y posible mojadura por lluvia, es una tela tan fina que sorprende que pueda hacer el trabajo de mantener el calor, pero lo cierto es que las prendas de última tecnología son de lo mejor que se puede encontrar en el capitolio estos días. Por eso no me importa tanto el haberme tirado sobre uno de los matorrales del bosque donde nos encontramos con Percy y Alexa. Sí, mi cara debió ser un completo poema al tener que hacer esto con los tortolitos del escuadrón, que todo el mundo en la base sabe que estaban por casarse, hasta que Perce decidió ponerle los cuernos con otra. La noche definitivamente pinta bien.

Estoy siguiendo a uno de los que parecen encargados del turno de vigilancia cuando escucho las palabras de Percy, esas que me hacen girar la cabeza hacia él y levantar un poco el mentón a causa de estar en alturas diferentes. Apuesto a que tengo que parecer una mosca mirándole con estas gafas. — ¿Y qué es lo que sugieres? Estamos tratando con magia, esto no es como si fuera un campo electromagnético que los resguarde, los hechizos de protección no funcionan como la electricidad. — si fuera así sería muchísimo más fácil el penetrar, pero ahora contamos con un ejército de magos en el equipo contrario, juegan en nuestra misma línea y eso nos hace quedar cómo estúpidos.

Otra vez me hallaba en una posición en la que prefería no juzgar hasta no obtener resultados, pero no estaba particularmente contenta con el cambio de jefatura. Ya me había molestado que se pasaran a mi madre por encima cuando habían nombrado a Monroe jefa del departamento, ¿pero a Kenna Richards?. No la conocía de mucho, pero considerando que tenía casi la edad suficiente para ser mi hermana, no inspiraba mucha confianza que digamos. No cuando sabía a ciencia cierta que había gente más competente que ella. De nuevo, no quería juzgar, pero estaba frustrada con la situación luego de llevar tiempo ya en el que nuestro departamento no estaba mostrando los mejores resultados.

Al menos podíamos hacer rondas de reconocimiento, y a diferencia de Rowling, confiaba en que los tres teníamos más de un cerebro y mucho más sentido común. O al menos Percy lo tenía al solicitarnos a nosotras como acompañantes y no a los demás incompetentes. Pese a cualquier historia que haya entre nosotros, primero que nada éramos profesionales.

- No debe ser solo magia si es que permiten ingresos regulados todos los días… - Que sí, los hechizos de protección eran evidentes, pero entre tanta guardia y el ingreso del tren… Debería haber un punto débil. - Además, se especula que el número de gente que tienen es menor al que quieren aparentar. Mantener este tipo de hechizos… Como mínimo hay que considerar como debilidad el factor humano. - Ya de qué nos serviría eso cuando todos estaban dentro… no tenía idea. Se supone que estamos hablando de la gente que permaneció escondida por quince años al cuando menos. Ahora simplemente estaban resguardados a simple vista.

Sé que no se ve que pongo los ojos en blanco gracias a los lentes de mosca, pero al menos Alexa me saca las palabras de la boca en lo que yo me pongo a revisar el comunicador. No hay mensajes, así que nuestros compañeros no deben haber encontrado absolutamente nada; tampoco hay ningún patronus cruzando el aire, pero habría que ser idiota al mandar algo que delataría tan obviamente nuestra posición. De algo nos tiene que servir la tecnología, para variar — El distrito 9 ¾ es demasiado grande como para que puedan tener cronometrado todo el terreno. Si ellos podían colarse en el norte, nosotros podremos colarnos dentro de su pueblucho — engancho el comunicador en el lugar donde corresponde y toqueteo los botones del antifaz, los cuales aumentan mi visión como si se tratasen de unos excéntricos binoculares de alta gama. En definitiva, se trata de un puesto de vigilancia, pero vaya a saber cuántos han colocado por el perímetro. ¿Habrán cámaras? ¿Podrán vernos a nosotros o se encuentran confiados en su propia seguridad?

— ¿Hay algún registro de los paquetes de importación y exportación que manejan? — pregunto repentinamente, me giro tan rápido que me olvido de sacar el aumento y me encuentro con la nariz de Alecto de un tamaño aterrador, tanto que me sobresalto hacia atrás al confundirla con un insecto — Tienes un moco, Alec. Aaaaahí…. — me permito el fastidiarla, estirando la mano para picar su nariz de manera molesta en un intento de adivinar lo que estoy haciendo por puro tacto — Tal vez no podamos meter personas… Pero sí cajas — al menos que las desaparezcan, lo cual tampoco me sorprendería. Toqueteo un poco más los botones, pero como aumentan y reducen la imagen sin dejarme ver con claridad, tironeo de las gafas hasta ponerlas por encima de mi frente. Mirarlas con mis propios ojos por un segundo, se siente como un soplo de aire fresco — Aunque más que entrar, el problema es sacar la información sin tener una maldición encima. ¿Creen que pueda filtrarse desde adentro mediante alguna laguna legal? — que soy listo, pero se me hace que ellos lo han sido más.

El factor humano. Lo dice como si fueran idiotas cuando, por donde estamos nosotros situados y dónde están ellos, es evidente que inteligencia no es algo que les falte, por mucho que me cueste reconocer y el motivo por el cual no lo manifiesto en voz alta. — Habrá que ver en qué momento hacen el cambio de turno, no pueden estar eternamente en el mismo puesto, ese será el momento más débil en toda la vigilancia. — ya no solo por la distracción de tener que intercambiarse con su compañero, sino porque después de pasarse horas mirando a la nada, lo último que desea alguien en esa situación es alargar la estancia. Vamos, que lo sé por experiencia y por todas esas veces que tuve que hacer una guardia larga en los primeros meses de pertenecer al escuadrón. Creo que aquí todos tenemos una o dos anécdotas que contar sobre eso. — En cuanto a lo de colarse, no lo sé, ¿qué sentido tiene colarse si uno no puede beneficiarse de ello? — digo, si los encantamientos protectores te van a negar el poder delatar información, vale casi nada el intentar entrar.

Me encojo de hombros, aunque no sea un gesto que se aprecie en la oscuridad y es por eso que alzo la voz no mucho después de darme cuenta. — No lo sé, si lo hay, habría que buscar la forma de conseguirlos. — lo cual, no debería ser muy difícil, pero aun así me atrevo a esbozar una sonrisa socarrona. — ¿Por qué? ¿Es que quieres meterte dentro de un barril de cerveza para colarte dentro? — no estoy más que bromeando, algo un poco inusual por mi parte, vuelvo un poco más a mi ser cuando siento su mano en mi nariz y la tengo que apartar de un manotazo si no es que quiera que le muerda el dedo. — A veces me pregunto que cuántos años tienes, edad mental, no cronológica. — me burlo, torciendo mis labios en una curvatura. Imito su comportamiento al quitarme las gafas nocturnas, un descanso para mis ojos que, a pesar de ver con mayor amplitud, se estaban cansando de la impresión. — ¿Laguna legal? Estamos hablando con gente que se pasa las leyes por el forro, si hay algo que no tendríamos que tener en cuenta dentro de su territorio, es su legalidad. — bufo.

- El norte es más extenso que el nueve y no tiene la mitad de la protección que tienen aquí. Muchas fronteras, pocos recursos… no es lo mismo que un terreno vasto que hasta hace pocos meses todavía formaba parte del país. - Las patrullas en el doce entraban dentro de las peores rondas que a uno le pudiese tocar, incluyendo el estar montando guardia por fuera de un distrito rebelde a las tantas de la noche. - Y Alecto tiene razón, ¿cuál es el punto de entrar si no podemos conseguir nada de ello? - Qué técnicamente, había una entrada. Una que no permitía que nada importante saliese, he ahí la cuestión del asunto.

No podían ser tan listos, no había forma de que hubieran pensado en todas las alternativas; es ahí donde teníamos que preocuparnos nosotros. Ignoro las infantilidades de Perce y trato de centrarme en la discusión que están llevando. - No legales, legales sino… Sabemos que quien trate de hablar la pasará igual que a Rowling, pero qué pasa con escribir, con… no sé ¿lenguaje de señas? ¿Si no te hacen el control al ingresar, su protección sirve de la misma manera? - Demasiadas variantes como para poder contemplarlas a todas. O bueno, no teníamos a tanta gente que nos permitieran sacrificar. - Esto es tedioso. Para poder de verdad averiguar esas cosas hace falta tiempo y gente descartable. Cosas con las que no contamos. - Para cuando logro quitarme las gafas ellos ya han hecho lo mismo, y pese a que me gustaría relajarme, no logro quitarme la sensación de la espalda que no conseguiremos nada si seguimos aquí.

— Siempre se puede retener la información hasta encontrar el modo de desactivar la maldición — me toco la cabeza como si estuviese señalando una idea obvia, aunque honestamente hasta yo admito que deben haber tenido contempladas todas las variantes — El ministerio cuenta con un montón de cerebritos, alguno debe ser lo suficientemente bueno como para poder contra ellos — me niego a creer que un puñado de rebeldes que han elegido seguir a un adolescente sean más inteligentes que magos y brujas entrenados para su empleo, esto no tiene sentido — ¿Por qué no? El trabajo de campo es mucho más entretenido que el de oficina. ¿No extrañan tener misiones que te hacen usar el cerebro? — que eran mucho más sencillas y menos riesgosas que las que se han instalado luego del inicio de la guerra abierta, pero aún así… — Podría meterme en un barril de brandy, le daría un toque especial — y casi que suelto un “¿no crees, Lex?” a ver si va a hacerme la segunda, hasta que recuerdo de que no estamos en precisamente los mejores términos.

Me pongo bizco ante mi acusación de madurez, tomándolo con toda la gracia que puedo poseer en un momento como este, mientras Alexa sigue mi corriente sin sorprenderme en lo absoluto — El problema no está en cómo pases la información, sino que la misma salga del distrito. ¿Saben que una mujer quiso contarle a su madre algunos detalles del distrito y acabó en el hospital, a pesar de estar enviando un mensaje de texto? — pregunto, aunque no he hablado con la susodicha, así que tengo que dejarme llevar por los rumores — Quizá deberíamos seguir recorriendo el perímetro, chequear con exactitud cuántos puestos de vigilancia tienen consigo y averiguar si existen cámaras entre los árboles. Ningún sistema es perfecto. El primero que encuentra una pista, invita las cervezas mañana — si para entonces podemos regresar sin congelarnos.

— Quizá no haga ni falta desactivar la maldición, ¿qué hay de quiénes pueden leer pensamientos? De esa forma uno no estaría revelando información, solo estarían robándosela. No es como si lo estuvieras ofreciendo libremente, ¿creéis que la maldición rebotaría? — porque se han dado casos históricos en los que una maldición ha tenido ese efecto, pero tampoco sé si se ha probado con alguien o si acaso se le ha ocurrido a algún cerebrito, como dice Percy. Sería lo suyo, si el ministerio no se quiere hacer parecer tan estúpido como estoy segura la mitad de los rebeldes opina. — Ah, ¿pero que tú tienes de eso? — esta vez soy yo la que se permite bromear con respecto al dicho cerebro de Percy, con una sonrisa ladina que no estoy tan segura de que se pueda apreciar en medio de la oscuridad noche. — Y terminarías como piñata entre rebeldes. — ruedo los ojos por ese toque especial del que habla, al menos hay una persona aquí que se toma en serio todo esto aparte de mí, y sí, estoy hablando de su ex-prometida. Por lo menos tengo que agradecer que no se andan tirando besitos.

No, la verdad es que no lo sabía, pero tiene sentido si consideramos que deben tener al menos una persona que controle de tecnología, sino no se explica cómo pudieron desbloquear la seguridad del distrito nueve sin que saltaran las alarmas. — Qué aburrido, Donnadieu, esperaba algo más atrevido que buscar cámaras entre los árboles de tu parte. — digo en un murmullo que declara que me siento un poco decepcionada con su persona, a pesar de que no le doy mucha más bola. — Pero si eso es lo que quieren hacer por el resto de la noche… — bueno, tampoco es como si pudiéramos hacer otra cosa estando de servicio, que nos han mandado aquí por una buena razón y al paso que vamos regresaremos con la misma información que los últimos palurdos que estuvieron en nuestro lugar.

Nadie dijo que no se podía retener la información, pero tenerla guardada sin poder hallar la forma de usarla, era lo mismo que la nada. Si el ministerio contase con cerebritos tan buenos no estaríamos ahora montando guardia en pleno invierno, la magia y la tecnología eran una combinación peligrosa. - Me gusta el trabajo de campo cuando podemos obtener resultados. - Cuando parecía imposible que fuésemos a conseguir nada, no tanto. - ¿Crees que nadie intentó ya eso de leer mentes? Si somos nosotros los primeros en andar pensando estas alternativas el resto de los departamentos deja mucho que desear. - Van meses desde que tomaron el nueve, quería creer que si no habían podido conseguir nada antes era por falta de capacidad y no de inventiva. O bueno, no tanta inventiva como la de Percy y su idea del barril, esa que me hace negar con la cabeza y no emitir comentario por lo ridículo que puede parecerme.

- Es más tentador que seguir congelándonos mientras nos quedamos quietos, pero no quiero andar trepándome a ningún árbol. - Ya podía imaginar desde ahora las burlas de Percy si tenía que treparme como un mono y era algo que no estaba dispuesta a soportar. - ¿Quieren que nos dividamos? Si vamos juntos será más seguro, pero con lo inmenso del distrito me temo que no terminaremos hasta la semana entrante si es que tenemos que mantenernos de noche. - Medito al pensar en los puestos de vigilancia y las rondas que deberían mantener. -¿Creen que todos los que se encuentran en la seguridad del distrito trabajen de verdad para ellos? Aunque no podamos sacar información, tal vez algún trabajo interno… - Tentar a alguien para que se ponga en contra de ellos no debería ser muy complicado. Tenía entendido que mucha gente se había quedado en el distrito por falta de otras posibilidades.

— ¿Tienes alguna mejor idea? — le espeto a Alecto, no con intenciones de pelear pero sí con la espera de ver si no soy el único que anda buscando tirar una soga en este lugar — De verdad, Alec, si se te ocurre algo mejor para averiguar algo además de ser un grupo perdido entre la nieve, soy todo oídos. Lo único que obtenemos todos los días son solo supuestos y nadie acciona, pero cuando propones hacerlo… Siempre hay una mala cara que dice que lo estás haciendo mal — porque parece que en eso se ha vuelto todo el departamento, no me sorprende que los rebeldes ganen cuando aquí todo es un chiste de quejicas y egocéntricos que no tienen la menor idea de cómo hacer su trabajo.

Al menos, Alexa me hace la segunda y me pregunto si la razón por la cual salimos tanto tiempo, es que coincidimos en cosas como esta. Acomodo el cinto, allí donde aún sostengo la varita y sacudo la cabeza con convencimiento — No me parece bien arriesgarnos. No solo porque es de noche y hay nieve, sino también porque estamos muy cerca de ellos. Si encuentran a uno solo de nosotros… — no tienen fama de crueles, pero es mejor prevenir que curar. Me alejo del árbol que me mantenía seguro y doy algunos pasos, decidido a retomar la marcha en lo que vuelvo a colocarme los lentes — ¿Dices de colarnos dentro como trabajadores en su defensa? — pregunto — No creo que sean muy confiados al momento de tomar empleados que vienen del ministerio. ¿Alguien siquiera lo ha intentado? — que yo no lo he oído, pero me gustaría saberlo si ellas sí.

Me encojo de hombros, porque si bien formamos parte del departamento que debería averiguar estas cosas, el hecho de que haya un hombre vegetal en el hospital y una mujer en circunstancias, aunque leves, similares, da mucho para decir sobre la lluvia de ideas que están teniendo para darle una solución al problema de su seguridad. Powell no fue insensato cuando dijo que no deberíamos subestimar al enemigo, por ahora nos están abofeteando con ganas y sin siquiera oponer resistencia de nuestra parte. Pero todo sistema conlleva unos riesgos, es imposible que el suyo sea perfecto, como mínimo tiene que tener alguna falla, la cuestión es averiguar cuál es antes de que sea demasiado tarde.

Será vigilancia de terreno, entonces. Me pongo en pie, sacudiéndome de la nieve que se ha pegado en mis ropas, esperándome hasta que sea el momento para volver a colocarme las gafas en lo que prescindo de ellas. — No que yo sepa, solo he escuchado del escuadrón de aurores que trató de internarse, pero por lo que parece no debieron de ser muy discretos. — no quiero caer en la estupidez, pero tiene hasta lógica que los del nueve encontraran su procedencia dudosa. — Pero volveríamos a estar en las mismas, de nada serviría trabajar para ellos si luego no puedes revelar nada de lo que pasa dentro. Lo suyo sería derribar primero sus defensas y luego tratar de moverse entre los suyos con el fin de averiguar lo que traman. — porque alguna manera habrá de sacar esa información sin que se te retuerza la lengua o te dejen como un vegetal, digo yo.

Hago una mueca y me pienso un poco más mi línea de pensamiento. - No hablo en sí de trabajar para ellos. No creo que sean tan idiotas como para tomar de seguridad a alguien recién salido del ministerio. ¿Pero nadie tiene una amistad que todavía permanezca dentro del distrito? - Se supone que son abiertos y que las visitas están permitidas. Con alguien que pueda manejarse dentro del distrito, recaudando información de a poco y tratando de averiguar más de su sistema de vigilancia. - Sí, será un trabajo de hormiga y hasta no solucionar el tema de cómo informar lo que se averigüe no servirá de mucho. Pero para el momento en que descubramos como tirar abajo sus defensas, o romper el encantamiento que hayan realizado, ¿quién sabe si para esas alturas no desarrollaron algo todavía más resistente? - No iba a subestimarlos, no cuando luego de tantos meses llevábamos tan poco progreso.

Me limpio las manos contra la tela del abrigo y trato de enderezarme para no quedar entumecida al momento de movernos. - ¿Entonces…? No quiero quedarme congelada toda la noche, así que mejor pongámonos en movimiento por favor. - Que la noche era larga, y si íbamos a hacer reconocimiento grupal, esto sería un trabajo de muchas horas y de varios días. ¿No podían haber tomado el distrito en verano? Trueno mi cuello con toda la delicadeza que puedo y sacudo mis ropas más por costumbre que por otra cosa.