OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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El norte siempre ha sido mucho más helado que casa. La nieve aún sigue teniendo un grosor significante y eso significa que muchas personas en esta calle se mueven hacia el mercado en busca del carbón que los mantendrá calientes por las noches. Por mi parte, tengo tanto abrigo encima que apenas se notan mis ojos, entre el gorro que aplasta mi cabello y la bufanda que cubre hasta mi nariz. No es solo para protegerme del frío, claro está; no es como si las personas como yo sean muy bienvenidas en el distrito doce, especialmente en los tiempos que corren. Según los nuevos registros, una gran parte de la población norteña se encuentra en movimiento, buscando el refugio que les otorga Black en el nueve, mientras que otros buscan instalarse en el resto del país a causa de los desastres producidos por el muchacho y sus compañeros. Digamos, en pocas palabras, que NeoPanem se encuentra patas para arriba y necesito verlo con mis propios ojos, comprender qué es lo que está sucediendo más allá de las defensas que me mantienen seguro y cómodo en mi mundo de perfección.
Conozco bien estos pagos, los recorrí de un lado al otro en los tiempos en los cuales buscaba a mi hermana. Hoy podría sobrevolarlos por mi seguridad, pero sé que no es lo mismo que andar entre ellos, así que no me ha quedado otra que tener una escolta. Alecto Lancaster será muy ágil en su entrenamiento como auror, pero yo continúo siendo más alto y mis zancadas me hacen adelantarme con facilidad, incluso cuando la nieve aún perjudica nuestros pasos. Las luces del mercado negro se ven cerca, lo que indica que no tendremos que soportar la helada por mucho más tiempo y que yo comenzaré a sudar de calor en cuanto me encuentre un poco más resguardado — Te aconsejo subirte la bufanda y cubrir tu nariz. Ese lugar puede apestar — no sé si me comprende, mi abrigo ahoga bastante la voz pero confío en que el haberle lanzado una mirada baste para que se dé cuenta de que le estoy hablando. Es pequeña, asumo que su utilidad como defensora civil debe estar en sus dotes mágicas. O vaya a saber, que seguimos perdiendo las batallas.
Como sospechaba, el mercado se encuentra más lleno que de costumbre. Habría que ser necio para no darse cuenta y admitir que muchos de los puestos contienen una mayor cantidad de productos, además de precios algo más accesibles al no existir el gasto inicial. Bufo con fuerza, porque no puedo negar que comprendo lo que han hecho aquí. Nadie va a ser más fiel que aquel perro de la calle al cual le diste comida y calor — Ves lo mismo que yo. ¿No es así, Lancaster? — que me lo diga, que alguien inferior a mí me señale los errores que sé muy bien que tenemos que corregir.
Conozco bien estos pagos, los recorrí de un lado al otro en los tiempos en los cuales buscaba a mi hermana. Hoy podría sobrevolarlos por mi seguridad, pero sé que no es lo mismo que andar entre ellos, así que no me ha quedado otra que tener una escolta. Alecto Lancaster será muy ágil en su entrenamiento como auror, pero yo continúo siendo más alto y mis zancadas me hacen adelantarme con facilidad, incluso cuando la nieve aún perjudica nuestros pasos. Las luces del mercado negro se ven cerca, lo que indica que no tendremos que soportar la helada por mucho más tiempo y que yo comenzaré a sudar de calor en cuanto me encuentre un poco más resguardado — Te aconsejo subirte la bufanda y cubrir tu nariz. Ese lugar puede apestar — no sé si me comprende, mi abrigo ahoga bastante la voz pero confío en que el haberle lanzado una mirada baste para que se dé cuenta de que le estoy hablando. Es pequeña, asumo que su utilidad como defensora civil debe estar en sus dotes mágicas. O vaya a saber, que seguimos perdiendo las batallas.
Como sospechaba, el mercado se encuentra más lleno que de costumbre. Habría que ser necio para no darse cuenta y admitir que muchos de los puestos contienen una mayor cantidad de productos, además de precios algo más accesibles al no existir el gasto inicial. Bufo con fuerza, porque no puedo negar que comprendo lo que han hecho aquí. Nadie va a ser más fiel que aquel perro de la calle al cual le diste comida y calor — Ves lo mismo que yo. ¿No es así, Lancaster? — que me lo diga, que alguien inferior a mí me señale los errores que sé muy bien que tenemos que corregir.
No soy de las que se quejan cuando recibo una orden, pero vamos, considero que ponerme como escolta de algún pedante cargo del ministerio se siente como haber salido recientemente de la academia, que ese trabajo es para los recién graduados, todo el mundo lo sabe. Al menos, en cuanto a pobres dirigentes se refiere, ya saben, los tipos que no son tan importantes como para que se les escuche en el ministerio, pero lo suficientemente estirados como para que requieran de un guardaespaldas. Es más puro teatro que otra cosa, nadie se molestaría en atacarles cuando ni al propio Aminoff le importaría su ausencia. Es por eso que estoy a punto de alzar la voz en protesta, cuando el nombre Powell se escapa de sus labios y tengo que comerme todas mis quejas para hacer de escolta del ministro.
Si fuera otra persona quizá hubiera preguntado cuál es la razón por la que un ministro se arriesgaría a viajar hasta el norte con toda la que ha estado cayendo, pero imagino que a estas alturas tiene que haber al menos uno en el ministerio que tenga la decencia de reconocer todos los errores que vienen desde arriba y ver por sí solo las consecuencias de sus actos. Obvio que sé que la culpa recae en su mayoría sobre los hombros de Weynart, motivo de más para preguntarme qué narices pinta un hombre como Powell en el norte. — No hace falta que lo jure… — digo en respuesta, el vistazo que le dedico a las calles que vamos dejando atrás deja en evidencia que el lugar en sí no es lo que produce mal olor, sino las personas que recorren el arcén. — Si a mí me lo pregunta, no creo que la peste venga necesariamente del local… — que no, no me lo ha preguntado, pero siento la necesidad de comentarlo, que es conocido la cantidad de repudiados, criminales y vaya a saber qué más panda de ilegales se acumulan en las esquinas de este lugar. Realmente inaceptable.
Aun así, me limito a hacer mi trabajo, subiéndome la tela de mi bufanda para taparme la nariz y manteniéndome cerca de su figura en caso de que a algún subnormal le dé por acercársenos. Bajo la ropa no se puede ver mi expresión asqueada, en lo que arrugo la nariz y se entrecierran un poco mis ojos para acostumbrarse a la luz. ¿Que si veo lo que ocurre? — Un problema más es lo que veo, señor. — por decirlo de alguna manera que no patee su orgullo de ministro por haber permitido que lleguemos hasta este punto. — Si continúan así lo próximo que perderemos será otro distrito, esta gente ha sabido confiar en un mes en una panda de criminales todo lo que no han hecho en más de una década en el gobierno. — no los culpo, si se piensa que han pasado del culo de los norteños por años, esto no es más que el karma ejerciendo su trabajo. — La mitad de lo que hay aquí es ilegal, lo más sensato sería enviar un escuadrón a quemarlo todo antes de que se propaguen más ideas liberales. — creo que ya ha quedado más que claro que lo que la gente necesita no es la piedad del gobierno, sino la mano dura. Con estas personas es lo único que funciona.
Si fuera otra persona quizá hubiera preguntado cuál es la razón por la que un ministro se arriesgaría a viajar hasta el norte con toda la que ha estado cayendo, pero imagino que a estas alturas tiene que haber al menos uno en el ministerio que tenga la decencia de reconocer todos los errores que vienen desde arriba y ver por sí solo las consecuencias de sus actos. Obvio que sé que la culpa recae en su mayoría sobre los hombros de Weynart, motivo de más para preguntarme qué narices pinta un hombre como Powell en el norte. — No hace falta que lo jure… — digo en respuesta, el vistazo que le dedico a las calles que vamos dejando atrás deja en evidencia que el lugar en sí no es lo que produce mal olor, sino las personas que recorren el arcén. — Si a mí me lo pregunta, no creo que la peste venga necesariamente del local… — que no, no me lo ha preguntado, pero siento la necesidad de comentarlo, que es conocido la cantidad de repudiados, criminales y vaya a saber qué más panda de ilegales se acumulan en las esquinas de este lugar. Realmente inaceptable.
Aun así, me limito a hacer mi trabajo, subiéndome la tela de mi bufanda para taparme la nariz y manteniéndome cerca de su figura en caso de que a algún subnormal le dé por acercársenos. Bajo la ropa no se puede ver mi expresión asqueada, en lo que arrugo la nariz y se entrecierran un poco mis ojos para acostumbrarse a la luz. ¿Que si veo lo que ocurre? — Un problema más es lo que veo, señor. — por decirlo de alguna manera que no patee su orgullo de ministro por haber permitido que lleguemos hasta este punto. — Si continúan así lo próximo que perderemos será otro distrito, esta gente ha sabido confiar en un mes en una panda de criminales todo lo que no han hecho en más de una década en el gobierno. — no los culpo, si se piensa que han pasado del culo de los norteños por años, esto no es más que el karma ejerciendo su trabajo. — La mitad de lo que hay aquí es ilegal, lo más sensato sería enviar un escuadrón a quemarlo todo antes de que se propaguen más ideas liberales. — creo que ya ha quedado más que claro que lo que la gente necesita no es la piedad del gobierno, sino la mano dura. Con estas personas es lo único que funciona.
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Uno de los errores que siempre he creído clásico de Jamie es el no darse cuenta de que las personas no la respetarían si ella no hacía lo mismo y Magnar ha sabido ver esa falla. Puedo decir que le respeto su decisión de darle derechos a ciertos renegados de la sociedad, pero no estoy de acuerdo en incorporar a las personas que pueden ser un riesgo, como los hombres lobos que pueden llegar a descontrolarse y causar un caos. Ahora es muy tarde, las personas que se murieron de hambre por años han sabido que mirar hacia el nueve es mucho mejor que seguir repartiendo migajas a pesar de que eso signifique una traición a su sangre mágica y, no puedo evitarlo, refunfuño cuando Alecto lo deja bien en claro. Lo que sí consigue que la mire con una expresión escandalizada es lo último que dice, clásico de las personas que actúan con los nervios y no con el cerebro. Doy gracias a haber sido siempre una persona ligada a la lógica y no a la locura, al menos cuando es en verdad necesario — Quema este lugar y lo único que harás es ponerte en contra a un puñado de personas que ahora mismo se están debatiendo entre nosotros y entre ellos — explico — No podemos señalarnos como el tirano enemigo, no cuando Black les está enviando cajones de comida para pasar el invierno.
No me gusta admitirlo, pero sé muy bien que si no actuamos rápido, perderemos el norte sin necesidad de batalla. Me acerco hacia uno de los puestos más cercanos, del cual se asoma una mujer rechoncha que se encuentra conversando con otra, mucho más joven y, a juzgar por el bulto en su vientre, sospecho que debe estar embarazada. En la variedad de cosas que se consiguen en este lugar, las telas están a la orden del día. Toqueteo la lana, de una calidad muy diferente a la que suele haber en este sitio. Juegan sucio, lo admito — Tú estuviste el día de la batalla, cuando se hicieron las negociaciones. ¿No es verdad? — su nombre estaba en la lista de aurores, estoy seguro. Creo que todavía conservo una buena memoria — ¿Qué viste en ellos? En los rebeldes. ¿Qué tipo de personas son cuando no están detrás de un arma? — porque yo solo tengo una visión, regalada por la experiencia y mis reuniones con Ballard. La señora me chista, recriminando que debo dejar de toquetear sus cosas si no voy a comprar nada, así que escondo la mano y hago un movimiento de cabeza para despedirme.
No me gusta admitirlo, pero sé muy bien que si no actuamos rápido, perderemos el norte sin necesidad de batalla. Me acerco hacia uno de los puestos más cercanos, del cual se asoma una mujer rechoncha que se encuentra conversando con otra, mucho más joven y, a juzgar por el bulto en su vientre, sospecho que debe estar embarazada. En la variedad de cosas que se consiguen en este lugar, las telas están a la orden del día. Toqueteo la lana, de una calidad muy diferente a la que suele haber en este sitio. Juegan sucio, lo admito — Tú estuviste el día de la batalla, cuando se hicieron las negociaciones. ¿No es verdad? — su nombre estaba en la lista de aurores, estoy seguro. Creo que todavía conservo una buena memoria — ¿Qué viste en ellos? En los rebeldes. ¿Qué tipo de personas son cuando no están detrás de un arma? — porque yo solo tengo una visión, regalada por la experiencia y mis reuniones con Ballard. La señora me chista, recriminando que debo dejar de toquetear sus cosas si no voy a comprar nada, así que escondo la mano y hago un movimiento de cabeza para despedirme.
Podía imaginar que esa sería su respuesta, al fin y al cabo Hans Powell no llegó a ministro ni a tener la influencia que tiene exclusivamente por su aspecto, a pesar de que a muchas de mis compañeras de escuadrón les gustaría pensar que sí. Es abogado por una razón, el modo que tiene de escoger sus palabras la respalda y solo puedo que morderme la lengua. — ¿Y qué es exactamente lo que propone usted? Porque en lo que a mí respecta y según lo que tenemos frente a los ojos, esta gente ya ha escogido de qué bando está. Solo es cuestión de tiempo que lo próximo con lo que aparezcan de contrabando sean armas y no comida. — no estoy precisamente en posición de exigir explicaciones de un ministro sobre lo que tienen planeado hacer con los rebeldes y los que parecen sus próximos aliados, pero tampoco voy a desaprovechar la oportunidad para preguntar si es que Powell se encuentra más charlatán que de costumbre. — Porque para eso ha venido, ¿no? Podría haber mandado a cualquiera a hacer un chequeo de como están las cosas, pero ha preferido venir hasta aquí por su cuenta. — no estoy diciendo nada que no sea verdad, solo me da curiosidad por qué un hombre como él, que tiene familia y una cama caliente a la que regresar, se arriesgaría a un viaje como este.
— No debería… — me quedo en la mitad de la frase porque lo siguiente que pasa a hacer es acercarse a uno de los puestos y para no quedarme atrás me trago mis palabras, colocándome a su altura en lo que estiro un poco el cuello. Qué más da lo que le diga, si va a hacer lo que le apetezca. Apenas le dedico un vistazo a las mujeres del tendero, una simple mirada vale para saber que una de ellas está embarazada y se me hace más peligroso cualquier otro sujeto que se pueda aparecer, como ese de la nariz ganchuda. Aparentemente solo está fumando tabaco, quizá debería relajarme. — Sí, señor. — razón de más por la que esto ya se trata de un asunto personal. Cómo nos humillaron a todos cuando se hicieron con un distrito que ni siquiera estaba en alerta. — No puedo saberlo, las únicas veces que he visto sus caras ha sido en batalla, lo cual debe decir mucho de su personalidad si lo único por lo que aparecen es para atentar contra la vida de nuestros ciudadanos y sus derechos. — no necesitan mucho más análisis, solo conocen de guerra y de usurpación de bienes, esos que pretenden quitarnos. — Me es bastante indiferente si bordan cojines los domingos o juegan a las cartas por las tardes, para mí siguen siendo criminales. — no me cuesta mucho decirlo, tampoco creo que lo vaya a escuchar nadie más que él por las telas que cubren mis labios. — ¿Nos movemos? — pregunto cuando la mujer detrás del puesto también parece haberse cansado de nuestra presencia.
— No debería… — me quedo en la mitad de la frase porque lo siguiente que pasa a hacer es acercarse a uno de los puestos y para no quedarme atrás me trago mis palabras, colocándome a su altura en lo que estiro un poco el cuello. Qué más da lo que le diga, si va a hacer lo que le apetezca. Apenas le dedico un vistazo a las mujeres del tendero, una simple mirada vale para saber que una de ellas está embarazada y se me hace más peligroso cualquier otro sujeto que se pueda aparecer, como ese de la nariz ganchuda. Aparentemente solo está fumando tabaco, quizá debería relajarme. — Sí, señor. — razón de más por la que esto ya se trata de un asunto personal. Cómo nos humillaron a todos cuando se hicieron con un distrito que ni siquiera estaba en alerta. — No puedo saberlo, las únicas veces que he visto sus caras ha sido en batalla, lo cual debe decir mucho de su personalidad si lo único por lo que aparecen es para atentar contra la vida de nuestros ciudadanos y sus derechos. — no necesitan mucho más análisis, solo conocen de guerra y de usurpación de bienes, esos que pretenden quitarnos. — Me es bastante indiferente si bordan cojines los domingos o juegan a las cartas por las tardes, para mí siguen siendo criminales. — no me cuesta mucho decirlo, tampoco creo que lo vaya a escuchar nadie más que él por las telas que cubren mis labios. — ¿Nos movemos? — pregunto cuando la mujer detrás del puesto también parece haberse cansado de nuestra presencia.
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— Le he propuesto muchas cosas al presidente Aminoff. La mejor de ellas sería el contraatacar con un mayor servicio a nuestros ciudadanos, volver a ganarse su confianza. Pero todo lo que se debate en esas oficinas del ministerio… bueno, no es algo que te incumba — que algunas de las cuestiones que estamos trabajando no me dejan bien parado, exponen a mi familia y ser un juguete de Magnar no era una de las cosas que había considerado para mi carrera. Otros planes son secretos de estado, ni hace falta aclararlo — He venido por mi cuenta porque me gusta ver con mis propios ojos cómo se encuentra la situación, me ayuda a comprender mejor el panorama a tener que quedarme con lo que me dicen las noticias o los rumores — conoce a tu enemigo, a tus empleados, tu territorio. Creo que es algo que cualquier político debería tener en cuenta.
No es necesario que mi compañera opine, puedo ver por mí mismo que la mujer no tiene intenciones de poseerme como comprador y sus ojos se cargan de sospecha. No puedo culparla, es imposible confiar en personas con el rostro prácticamente cubierto y tampoco soy tan tonto de creer que mis ropas tienen la misma calidad que las del resto, solo basta echar un vistazo para notarlo. Doy un paso hacia atrás al alejarme de las telas con educación, más pendiente de las novedades que trae la joven que tengo conmigo. Le lanzo una mirada escrutadora, de pies a cabeza, hasta que accedo a moverme y marco nuevamente el paso. El pasillo que tenemos delante de nosotros apesta, pero si algo he aprendido es que los olores nos llevan a los más necesitados y esos, ahora mismo, captan aún más mi atención — Criminales o no, son personas con técnica militar o niños salidos de la calle. La crianza y el tipo de razonamiento son fundamentales para comprender a tu enemigo. No todos somos iguales, no todos tendremos las mismas reacciones ni compartiremos accionar. Los pequeños gestos nos dicen mucho de una persona. Por ejemplo… — me detengo para dejar pasar a un hombre bastante robusto que no tiene aspecto de querer siquiera esquivarnos, hasta contengo la respiración porque parece llevar hasta moscas consigo — Tengo entendido que Kendrick Black se subió al caballo en medio de las negociaciones, después de plantear un acuerdo absurdo y reclamar su poder sobre NeoPanem. A mí me dista mucho del adolescente pacífico que vemos en las noticias — en serio, ¿qué les enseñan en la academia de aurores? Lógica no vendría mal como materia.
No es necesario que mi compañera opine, puedo ver por mí mismo que la mujer no tiene intenciones de poseerme como comprador y sus ojos se cargan de sospecha. No puedo culparla, es imposible confiar en personas con el rostro prácticamente cubierto y tampoco soy tan tonto de creer que mis ropas tienen la misma calidad que las del resto, solo basta echar un vistazo para notarlo. Doy un paso hacia atrás al alejarme de las telas con educación, más pendiente de las novedades que trae la joven que tengo conmigo. Le lanzo una mirada escrutadora, de pies a cabeza, hasta que accedo a moverme y marco nuevamente el paso. El pasillo que tenemos delante de nosotros apesta, pero si algo he aprendido es que los olores nos llevan a los más necesitados y esos, ahora mismo, captan aún más mi atención — Criminales o no, son personas con técnica militar o niños salidos de la calle. La crianza y el tipo de razonamiento son fundamentales para comprender a tu enemigo. No todos somos iguales, no todos tendremos las mismas reacciones ni compartiremos accionar. Los pequeños gestos nos dicen mucho de una persona. Por ejemplo… — me detengo para dejar pasar a un hombre bastante robusto que no tiene aspecto de querer siquiera esquivarnos, hasta contengo la respiración porque parece llevar hasta moscas consigo — Tengo entendido que Kendrick Black se subió al caballo en medio de las negociaciones, después de plantear un acuerdo absurdo y reclamar su poder sobre NeoPanem. A mí me dista mucho del adolescente pacífico que vemos en las noticias — en serio, ¿qué les enseñan en la academia de aurores? Lógica no vendría mal como materia.
— Supongo que no. — respondo simplemente, como su propia contestación ya me la esperaba, me limito a aceptar lo que dice en nombre de su departamento, que nada tiene que ver con el mío y pronto estaremos los aurores recibiendo órdenes a diestro y siniestro cuando los de arriba hayan solucionado sus propios asuntos. — No es mi intención sonar agorera, pero quizá sea un poco tarde para ganarse la confianza de una gente que lleva años reprimida y sufriendo las consecuencias de una guerra que no parece acabar. — puede tacharme de pesada, pero no le va a hacer falta más que otro vistazo a nuestro alrededor para darse cuenta de que llevo razón. Esta gente no se encuentra en debate personal sobre qué bando ocupar, tampoco creo que porque el gobierno tenga un gesto generoso con ellos su opinión vaya a cambiar. — No me lo tenga en cuenta, señor, pero la visita hubiera estado bien hace diez, cinco años, tal vez, lo único con lo que va a encontrarse ahora es un golpe al orgullo. Nos traicionan en puro combate, este lugar no está más que lleno de traidores, pero al menos no van con la careta puesta. — resoplo, recordando como personas como Weynart dejaron de lado a sus compañeros en plena batalla para unirse al bando traidor.
Al menos no tenemos que quedarnos parados durante mucho tiempo y le dedico un último vistazo a las mujeres del tendedero antes de seguir al ministro entre las demás personas que se apelotonan por el pasillo, no sé si porque aquí dentro hace menos frío o porque verdaderamente vienen con intenciones de comprar. Me fijo en que hay pocas personas que tengan en realidad dinero y puedo escuchar mientras avanzamos las conversaciones de trueque que tienen lugar entre el vendedor y el comprador. Venir al norte es como trasladarse directamente a otra época, nada que ver con el estilo de vida que se conoce en el capitolio. — Otra razón por la que no deben tener un juicio muy acertado si envían niños a luchar en el campo de batalla, ¿o usted armaría a su hija y la mandaría al frente? — para mí que sean adolescentes los convierte en puros críos, muchos de ellos ya aparecen en carteles por todo el país como los criminales más buscados. — Pero para tratar de entenderlos también tendría que convivir con ellos cierto tiempo, un simple vistazo no sirve para conocer a una persona, mucho menos para entender sus motivos y su accionar. — esto que estamos haciendo no es más que un sondeo para ver como está la situación, no creo que de aquí vaya a sacar ninguna conclusión específica acerca de quiénes son o con quiénes estamos tratando. — Habría que infiltrarse en el distrito nueve y no cualquiera podría hacerlo, claro. — porque si de verdad quiere conocer a su enemigo, esa tarea conlleva algo más de tiempo y dedicación. Kendrick Black es otro asunto completamente aparte.
Al menos no tenemos que quedarnos parados durante mucho tiempo y le dedico un último vistazo a las mujeres del tendedero antes de seguir al ministro entre las demás personas que se apelotonan por el pasillo, no sé si porque aquí dentro hace menos frío o porque verdaderamente vienen con intenciones de comprar. Me fijo en que hay pocas personas que tengan en realidad dinero y puedo escuchar mientras avanzamos las conversaciones de trueque que tienen lugar entre el vendedor y el comprador. Venir al norte es como trasladarse directamente a otra época, nada que ver con el estilo de vida que se conoce en el capitolio. — Otra razón por la que no deben tener un juicio muy acertado si envían niños a luchar en el campo de batalla, ¿o usted armaría a su hija y la mandaría al frente? — para mí que sean adolescentes los convierte en puros críos, muchos de ellos ya aparecen en carteles por todo el país como los criminales más buscados. — Pero para tratar de entenderlos también tendría que convivir con ellos cierto tiempo, un simple vistazo no sirve para conocer a una persona, mucho menos para entender sus motivos y su accionar. — esto que estamos haciendo no es más que un sondeo para ver como está la situación, no creo que de aquí vaya a sacar ninguna conclusión específica acerca de quiénes son o con quiénes estamos tratando. — Habría que infiltrarse en el distrito nueve y no cualquiera podría hacerlo, claro. — porque si de verdad quiere conocer a su enemigo, esa tarea conlleva algo más de tiempo y dedicación. Kendrick Black es otro asunto completamente aparte.
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— Siempre está aquel que apuesta a la mejor opción. Mira lo que sucedió con las criaturas y los hijos de muggles que se acercaron cuando se abrieron las puertas… — creo que el mayor error de las personas es pensar en extremos, siempre existen aquellos que se mueven en la escala de grises y acaban inclinándose hacia el mejor apostador. Que nos traicionan en pleno combate… ahí no tengo con qué refutar, porque aún no comprendo qué es lo que ha sucedido con Colin Weynart y cómo es que Riorden lo ha permitido. Aún respeto a ese hombre, le tengo aprecio a los viejos tiempos, pero sé que no está actuando cómo debería y Magnar ha dejado en claro que no se encuentra feliz con su rendimiento. No puedo meterme, pero si yo fuera él… empezaría a poner algunas cosas como prioridad.
No diré que puedo entender cómo es que funciona su modo de pensar al mandar a niños al frente, pero solo le encuentro una explicación sensata — ¿No siguen ellos a un adolescente? — algo que me parece una completa estupidez, incluso cuando estoy seguro de que Black no es más que una imagen y un apellido, no el cerebro. Por lo poco que lo he conocido, no me parece alguien demasiado brillante, pero tampoco quiero prejuzgar. ¿No es que vienen de un distrito en el cual los entrenaban para la guerra? Yo no lo haría con Meerah, pero soy consciente de que tenemos ideas y modos de crianza completamente diferentes. Me encojo de hombros, no le diré que se meta en la base de seguridad para medir por ella misma a Ballard — ¿Crees que no lo pensamos? Un pequeño grupo de aurores ya lo intentó. El que pudo entrar, ahora mismo está en el hospital con una maldición en la lengua que no le permite hablar y su cerebro no parece funcionar con normalidad. No son estúpidos, subestimar a tu enemigo siempre te jugará en contra — ni sé por qué estoy dándole consejos, cuando ni siquiera es mi trabajo y estoy seguro de que ella lo sabe.
No diré que puedo entender cómo es que funciona su modo de pensar al mandar a niños al frente, pero solo le encuentro una explicación sensata — ¿No siguen ellos a un adolescente? — algo que me parece una completa estupidez, incluso cuando estoy seguro de que Black no es más que una imagen y un apellido, no el cerebro. Por lo poco que lo he conocido, no me parece alguien demasiado brillante, pero tampoco quiero prejuzgar. ¿No es que vienen de un distrito en el cual los entrenaban para la guerra? Yo no lo haría con Meerah, pero soy consciente de que tenemos ideas y modos de crianza completamente diferentes. Me encojo de hombros, no le diré que se meta en la base de seguridad para medir por ella misma a Ballard — ¿Crees que no lo pensamos? Un pequeño grupo de aurores ya lo intentó. El que pudo entrar, ahora mismo está en el hospital con una maldición en la lengua que no le permite hablar y su cerebro no parece funcionar con normalidad. No son estúpidos, subestimar a tu enemigo siempre te jugará en contra — ni sé por qué estoy dándole consejos, cuando ni siquiera es mi trabajo y estoy seguro de que ella lo sabe.
— ¿Usted considera que unirse a los rebeldes es la mejor opción? — sé que no ha sido más que una frase hecha, pero me atrevo a alzar una ceja en su dirección, a pesar de que mis ropas tapan parte de la expresión de mi rostro. — No creo que estas personas estén apostando por la mejor opción, sino por la que más les conviene ahora mismo. — me encojo de hombros. Es comprensible si se tiene en cuenta que el gobierno ha pasado de alimentarlos por años, reduciéndolos a nada más que grupos de rechazados sociales y repudiados y, no lo defiendo, pero aquel al que se le pasan la vida entera llamando criminal, termina por convertirse en uno. No hay más que ver a esta gente, la mayoría desesperada por llevarse algo a la boca, en especial en este invierno que acecha con más potencia en los barrios del norte. Dicen que la desesperación te lleva a tomar medidas del mismo calibre, y como nunca he estado en su situación, no puedo decir que no tiene lógica que acaben faltando a su propia moral.
— Black no es más que una cara, que se apoya en su pasado para darle credibilidad a su discurso, uno que, si me lo permite decir, no deja de ser pura basura. Sáquelo de entre las cabezas que sostienen su ego y el crío no sabría ni guiar a un ganado de ovejas. — él y Niniadis hacen un pareja de esperpento que cuesta tomarse en serio, y lo triste es que todavía hay gente que se traga sus discursos de cómo los magos y los muggles podemos convivir en sociedad, como si no nos hubieran arrebatado siglos de historia y derrochado nuestra sangre para su propia diversión. — No digo que sean estúpidos, pero quizá sería más conveniente infiltrar alguien ajeno al escuadrón de aurores, una persona de la que no podrían sospechar. Aunque tampoco lo niego, sus hechizos protectores son más potentes de lo que hubiera pensado. — impedir que aquel que entre al distrito nueve revele información de interés una vez en sus exteriores es una táctica que, tengo que reconocerlo, nos jode bastante.
— Black no es más que una cara, que se apoya en su pasado para darle credibilidad a su discurso, uno que, si me lo permite decir, no deja de ser pura basura. Sáquelo de entre las cabezas que sostienen su ego y el crío no sabría ni guiar a un ganado de ovejas. — él y Niniadis hacen un pareja de esperpento que cuesta tomarse en serio, y lo triste es que todavía hay gente que se traga sus discursos de cómo los magos y los muggles podemos convivir en sociedad, como si no nos hubieran arrebatado siglos de historia y derrochado nuestra sangre para su propia diversión. — No digo que sean estúpidos, pero quizá sería más conveniente infiltrar alguien ajeno al escuadrón de aurores, una persona de la que no podrían sospechar. Aunque tampoco lo niego, sus hechizos protectores son más potentes de lo que hubiera pensado. — impedir que aquel que entre al distrito nueve revele información de interés una vez en sus exteriores es una táctica que, tengo que reconocerlo, nos jode bastante.
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A veces creo que hablo sirenio o, por lo menos, que mi cabeza no funciona a la misma velocidad que las del resto de las personas. Siempre han elogiado mi inteligencia, pero me gustaba pensar que no era porque sobresalía entre un mar de necios. No puedo culpar a Lancaster, es joven y aún se encuentra ganando experiencia en el ámbito, lo que me preocupa es que se trata de una persona que el ministerio ha formado para defender a los civiles que tanto la necesitan — La mejor opción es siempre la que te conviene. El punto es ser esa conveniencia y apuntar más alto de lo que ellos apuntan. El muerto de hambre no va a mirar tu moral, sólo se fijará en si le es útil o no — por estas cosas es que se necesita el trabajo de campo, conocer la práctica dentro de la pulcritud del Capitolio jamás será útil.
No me está diciendo nada nuevo, tengo bien en claro lo que es Kendrick Black, tuve la suerte de verlo cara a cara cuando su egocentrismo aún no estaba siendo alimentado por un montón de soñadores cargados de falsas y desagradables esperanzas. Lo que yo recuerdo de él es un niño menudo, demasiado lloroso que acabó perdiendo todo su valor con algunas sacudidas y no el líder impoluto que está pretendiendo ser — Ya se han barajado esas opciones — insisto, sacudiendo una mano para restarle importancia — Pero si filtrar información te lanza una maldición instantánea, tendremos que encontrar su punto débil en el sistema. No es tan sencillo como señalar con el dedo y darlo por hecho. Allí donde nosotros hacemos magia, ellos también lo hacen — no como mi padre, que vaya a saber dónde está metido sin dar señales de vida, como una sombra amenazante.
Me detengo en uno de los rincones del mercado, no por intención propia sino porque un golpe seco me obliga a frenar y, al bajar la mirada, me encuentro con una niña pequeña. La reconozco como tal a pesar de su mugre, porque sus ojos enormes me miran al pedirme disculpas antes de pasar entre mis piernas y seguir su camino. ¿Qué tan mayor que Tilly será? ¿Dos, tres años? Me remueve un poco el estómago, pero la cantidad de abrigo que llevo conmigo me ayuda el cubrir la expresión — ¿Hace cuánto te graduaste de la academia de aurores, Lancaster? — no puedo evitar preguntar — Debió ser una decisión difícil, el saber que estabas cediendo tu vida a la necesidad de tu pueblo. Siempre la he considerado una profesión respetable.
No me está diciendo nada nuevo, tengo bien en claro lo que es Kendrick Black, tuve la suerte de verlo cara a cara cuando su egocentrismo aún no estaba siendo alimentado por un montón de soñadores cargados de falsas y desagradables esperanzas. Lo que yo recuerdo de él es un niño menudo, demasiado lloroso que acabó perdiendo todo su valor con algunas sacudidas y no el líder impoluto que está pretendiendo ser — Ya se han barajado esas opciones — insisto, sacudiendo una mano para restarle importancia — Pero si filtrar información te lanza una maldición instantánea, tendremos que encontrar su punto débil en el sistema. No es tan sencillo como señalar con el dedo y darlo por hecho. Allí donde nosotros hacemos magia, ellos también lo hacen — no como mi padre, que vaya a saber dónde está metido sin dar señales de vida, como una sombra amenazante.
Me detengo en uno de los rincones del mercado, no por intención propia sino porque un golpe seco me obliga a frenar y, al bajar la mirada, me encuentro con una niña pequeña. La reconozco como tal a pesar de su mugre, porque sus ojos enormes me miran al pedirme disculpas antes de pasar entre mis piernas y seguir su camino. ¿Qué tan mayor que Tilly será? ¿Dos, tres años? Me remueve un poco el estómago, pero la cantidad de abrigo que llevo conmigo me ayuda el cubrir la expresión — ¿Hace cuánto te graduaste de la academia de aurores, Lancaster? — no puedo evitar preguntar — Debió ser una decisión difícil, el saber que estabas cediendo tu vida a la necesidad de tu pueblo. Siempre la he considerado una profesión respetable.
Vamos, que lo que me está queriendo decir sin llegar a hacerlo es que todas las ocurrencias que han tenido en un intento de sonsacar información sobre el nueve han terminado en pura chapuza, lo que no deben de estar siendo buenas noticias para el ministerio. — Solamente espero que podamos encontrar ese punto antes de que cometamos otro error y terminemos volando todos por los aires. Esto dejó de ser un juego para ellos hace mucho tiempo y que nosotros tengamos más bajas que los rebeldes no nos coloca en un buen lugar. — que no soy yo la primera de la que habrá escuchado esas palabras, estoy segura de que él mismo se las repite por las noches porque mal que mal, los ministros serán siempre los que tengan que cargar con el peso de esas equivocaciones. Pero por lo que parece, Weynart tiene que estar haciéndole unos cuantos favores a Magnar si se las ha apañado para mantener el culo en su puesto después de tantas estocadas que ha recibido el departamento de aurores. — Será cuestión de ser el más listo, entonces. — si estamos tratando con gente que tiene nuestras mismas ventajas, esto es prácticamente una partida de ajedrez.
Tengo el impulso de acercarme de manera algo brusca cuando parece que alguien roza al ministro, pero me encuentro con la figura de una cría que apenas debe medir un metro de altura. La sigo con la mirada cuando nos atraviesa en búsqueda de quien espero sea su madre, porque mi primer instinto me hace preguntarme quién dejaría a una criatura así sola. Tengo que regresar la mirada hacia Powell cuando vuelve a hablar y me obligo a moverme para no quedarnos parados en pleno pasillo, no muy segura de qué es lo que le ha llevado a hacer esa pregunta. — Hace dos años, harán tres a principios de verano. — digo, sin mucho preámbulo, es lo siguiente lo que me hace pensarme un poco más mi respuesta. — En el momento no me parecía una decisión tan complicada, le sorprendería saber cuanta gente en edad de especializarse no tiene ni la menor idea de lo que escoger. Muchas veces uno termina por cogerle el gusto a su elección, los años en la academia, supongo. No le diré que siempre quise trabajar como auror porque le estaría mintiendo, pero es hoy que puedo decirle que siento orgullo por lo que hago. — aunque no siempre salga bien, claro. — ¿O usted siempre quiso dedicarse a las leyes? — pregunto, a pesar de que no es mi intención el invadir su intimidad.
Tengo el impulso de acercarme de manera algo brusca cuando parece que alguien roza al ministro, pero me encuentro con la figura de una cría que apenas debe medir un metro de altura. La sigo con la mirada cuando nos atraviesa en búsqueda de quien espero sea su madre, porque mi primer instinto me hace preguntarme quién dejaría a una criatura así sola. Tengo que regresar la mirada hacia Powell cuando vuelve a hablar y me obligo a moverme para no quedarnos parados en pleno pasillo, no muy segura de qué es lo que le ha llevado a hacer esa pregunta. — Hace dos años, harán tres a principios de verano. — digo, sin mucho preámbulo, es lo siguiente lo que me hace pensarme un poco más mi respuesta. — En el momento no me parecía una decisión tan complicada, le sorprendería saber cuanta gente en edad de especializarse no tiene ni la menor idea de lo que escoger. Muchas veces uno termina por cogerle el gusto a su elección, los años en la academia, supongo. No le diré que siempre quise trabajar como auror porque le estaría mintiendo, pero es hoy que puedo decirle que siento orgullo por lo que hago. — aunque no siempre salga bien, claro. — ¿O usted siempre quiso dedicarse a las leyes? — pregunto, a pesar de que no es mi intención el invadir su intimidad.
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Puedo prestarle atención a su paso por el pasado a pesar de tener la mirada fija en la mercancía que vamos dejando atrás, pero mi visión se oscurece cuando su pregunta me rebota y me lleva de una patada a unos años que quedaron muy atrás. Recuerdo al pequeño Hans Powell sentado en la silla de la oficina de su padre, haciéndola girar en círculos mientras él se encontraba enfrascado en conversaciones enteras por teléfono o videoconferencia, esas que lo obligaban a frenar el asiento para que no le dé una mala imagen. Incluso hoy, puedo escuchar con claridad su voz. Hasta tengo que admitir que he aprendido demasiado de él, de sus casos, de las horas que lo escuché y vi trabajar. Una de las pocas ocasiones en las cuales Hermann se dignaba a hablar conmigo más de cinco minutos durante mi adolescencia era cuando me metía en su despacho a tratar de averiguar más de sus juicios en proceso. Odio decirlo, pero mi padre fue mi primer profesor de leyes y, a decir verdad, uno de los mejores que he tenido. Quizá por eso le temo, porque sé cómo funciona su mente.
— Siempre tuve interés en ellas… — acabo confesando, pero no me pondré a contarle intimidades a una persona que no conozco y con la cual, se supone, estamos trabajando — … pero me decidí por seguir una carrera de abogado cuando el gobierno cambió y vi una oportunidad de poder volcar mis pensamientos e ideales en un mundo que se merecía ser mejor, más justo, corregido y limpio — es una ironía en sí misma el decirlo en un lugar como este, rodeado de personas que han sido empujadas por el sistema al punto en el cual se volvieron nuestros enemigos. Acomodo mi abrigo, tratando de encontrar el modo de respirar sin sentirme asfixiado — Digamos que los dos intentamos limpiar nuestro país en base a nuestras creencias y terminamos… aquí.
— Siempre tuve interés en ellas… — acabo confesando, pero no me pondré a contarle intimidades a una persona que no conozco y con la cual, se supone, estamos trabajando — … pero me decidí por seguir una carrera de abogado cuando el gobierno cambió y vi una oportunidad de poder volcar mis pensamientos e ideales en un mundo que se merecía ser mejor, más justo, corregido y limpio — es una ironía en sí misma el decirlo en un lugar como este, rodeado de personas que han sido empujadas por el sistema al punto en el cual se volvieron nuestros enemigos. Acomodo mi abrigo, tratando de encontrar el modo de respirar sin sentirme asfixiado — Digamos que los dos intentamos limpiar nuestro país en base a nuestras creencias y terminamos… aquí.
Asiento con la cabeza, aunque lo hago de forma silenciosa y como indicación de que le estoy escuchando a pesar de no decir nada en lo absoluto. Supongo que algunas cosas es imposible no heredarlas cuando las has mamado desde pequeño, ¿no era que Richter fue abogado de los Black en su día? No se lo digo, pero mi suposición es que le tiene que sentar como el culo el haber terminado en una misma posición que su padre, aunque en veredas completamente diferentes. — Supongo que sí, debió de ser duro vivir cuando el antiguo régimen aun estaba instaurado. — es lo único que me limito a decir, viene de alguien que no tuvo la edad suficiente como para apreciar lo que fue la tiranía de los Black, y francamente, agradezco no tener esos recuerdos como sé que muchas otras familias llevan consigo. Para que luego gente como esta se dedique a apoyar a Black junior como si toda nuestra historia fuera puro chiste.
— Deberíamos volver, señor, ¿o quiere inspeccionar algo más? — no necesito mirar el reloj de mi muñeca para asegurar que se está haciendo tarde, por no mencionar las miradas que se están volviendo más curiosas sobre nosotros debido a que nuestras ropas, aunque discretas, siguen teniendo mucho mejor aspecto que la mayoría de lo que porta la gente que recorre estos pasillos. De todas formas, el ministro no encontrará mucho más de lo que ya está viendo aquí, pues, a pesar de las cargas que han llegado con alimentos, estas personas siguen estando en la ruina y la pobreza y el hambre es algo que se extiende por todos los lares de este lugar. Como dije, no es algo que se pueda remediar de la noche a la mañana y sospecho que el gobierno tampoco tiene muchas intenciones de hacerlo cambiar.
— Deberíamos volver, señor, ¿o quiere inspeccionar algo más? — no necesito mirar el reloj de mi muñeca para asegurar que se está haciendo tarde, por no mencionar las miradas que se están volviendo más curiosas sobre nosotros debido a que nuestras ropas, aunque discretas, siguen teniendo mucho mejor aspecto que la mayoría de lo que porta la gente que recorre estos pasillos. De todas formas, el ministro no encontrará mucho más de lo que ya está viendo aquí, pues, a pesar de las cargas que han llegado con alimentos, estas personas siguen estando en la ruina y la pobreza y el hambre es algo que se extiende por todos los lares de este lugar. Como dije, no es algo que se pueda remediar de la noche a la mañana y sospecho que el gobierno tampoco tiene muchas intenciones de hacerlo cambiar.
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