OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Hacía mucho tiempo que no tenía un lugar estable y deseaba terminar con aquello. Un año había pasado. Sí, había estado un tiempo en el lugar que Moira me había otorgado, había usado un cuerpo que no era el mío para hacerme contactos, pero todo se había venido abajo cuando por un ligero descuido, no muy propio de mí, permití que descubrieran mi verdadera identidad. Desde entonces, había estado de un lado a otro sin casa estable. Escapando, desconfiando de que cualquier lugar fuera seguro, oyendo noticias de lo que estaba sucediendo en el resto de Neopanem y usando mi habilidad como metamorfomaga para pasar desapercibida.
Las noticias del Distrito 9 habían llegado a mí. Saber que allí había oportunidades de dejar de huir y encontrar algunas respuestas, unas que había buscado hace mucho tiempo y otras que en el trascurso de ese año se habían generado, me impulsó a tomar la decisión de dirigirme hacia allí.
Por eso me encuentro sentada en un vagón de tren que comienza a detenerse, con un ligero bolso lleno de mis cosas necesarias, cosas que pude mantener conmigo a pesar de mi nomadismo. Finalmente me encuentro en el Distrito 9 ¾.
Mostrar mi verdadera cara no era algo que me convenciera del todo, así que bajo del vagón aún con mi apariencia irreconocible: pelo negro, ojos marrones, una cara completamente distinta a la mía y una falsa juventud que podía generar fácilmente con ayuda de mi habilidad.
Lo primero que noto es la cantidad de vigilancia y me parece una buena decisión en vista de cómo puede resultar todo si llega alguien no deseado. Lo segundo, es que reconozco a una de las personas que se encuentra vigilando, así que me acerco a ella y decido hablarle aunque no me reconozca -Así que... ¿ahora montás guardia? Siento que el empleo te queda
Las noticias del Distrito 9 habían llegado a mí. Saber que allí había oportunidades de dejar de huir y encontrar algunas respuestas, unas que había buscado hace mucho tiempo y otras que en el trascurso de ese año se habían generado, me impulsó a tomar la decisión de dirigirme hacia allí.
Por eso me encuentro sentada en un vagón de tren que comienza a detenerse, con un ligero bolso lleno de mis cosas necesarias, cosas que pude mantener conmigo a pesar de mi nomadismo. Finalmente me encuentro en el Distrito 9 ¾.
Mostrar mi verdadera cara no era algo que me convenciera del todo, así que bajo del vagón aún con mi apariencia irreconocible: pelo negro, ojos marrones, una cara completamente distinta a la mía y una falsa juventud que podía generar fácilmente con ayuda de mi habilidad.
Lo primero que noto es la cantidad de vigilancia y me parece una buena decisión en vista de cómo puede resultar todo si llega alguien no deseado. Lo segundo, es que reconozco a una de las personas que se encuentra vigilando, así que me acerco a ella y decido hablarle aunque no me reconozca -Así que... ¿ahora montás guardia? Siento que el empleo te queda
No suelo hacer rondas de control en persona cuando implemento alguna mejora tecnológica. Estoy acostumbrada a monitorear desde mis equipos, haciendo seguimiento de las redes y los registros en la base de dados, tranquila desde la comodidad de mi enorme y muy mullida silla. Sin embargo, en este caso no puedo darme ese lujo. Primero por la importancia que tiene el control de tránsito de ingresos y egresos al distrito, y segundo porque si bien habíamos probado los hechizos una cantidad infinita de veces, la tecnología y la magia eran seguros hasta el punto en que dejan de serlos. No pasaría, me había asegurado de que todo estuviera correcto hasta el más pequeño e ínfimo de los detalles, pero nunca estaba de más el controlar.
Al menos la gente que se encuentra apostada en el ingreso es competente, incluso aunque no me reconozcan se muestran eficientes e infalibles en su tarea y eso me asegura que estamos haciendo las cosas bien. La lealtad no era algo que se pudiese tomar a la ligera, y encontrar el personal adecuado no siempre era sencillo.
Estoy distraída con mi tableta, esa que he conseguido como una necesidad básica para la administración de ciertos procesos, cuando siento que alguien invade no solo mi espacio personal. Me sobresalto cuando habla, y me giro enseguida hasta la persona que habla, encontrándome con una cara que ciertamente no reconozco. -No es este mi trabajo necesariamente, pero tampoco espero que un extraño lo sepa. ¿Apellido? - Consulto dando toques en la pantalla táctil hasta abrir el registro de ingresos del día.
Al menos la gente que se encuentra apostada en el ingreso es competente, incluso aunque no me reconozcan se muestran eficientes e infalibles en su tarea y eso me asegura que estamos haciendo las cosas bien. La lealtad no era algo que se pudiese tomar a la ligera, y encontrar el personal adecuado no siempre era sencillo.
Estoy distraída con mi tableta, esa que he conseguido como una necesidad básica para la administración de ciertos procesos, cuando siento que alguien invade no solo mi espacio personal. Me sobresalto cuando habla, y me giro enseguida hasta la persona que habla, encontrándome con una cara que ciertamente no reconozco. -No es este mi trabajo necesariamente, pero tampoco espero que un extraño lo sepa. ¿Apellido? - Consulto dando toques en la pantalla táctil hasta abrir el registro de ingresos del día.
No me resulta extraño que la chica que tengo frente a mis ojos me trate distantemente, yo también lo haría si una figura desconocida se me acercase. Debo reconocer que si de mi dependiera, el trato hubiera sido mucho más frío que el de la chica, evitando siquiera una respuesta. Pero adjudico ese pensamiento a la creciente desconfianza que mi situación actual había generado.
Observo atentamente la tableta que tiene en las manos y recuerdo, muy claramente, que la chica que tengo frente a mi se lleva muy bien con la tecnología, después de todo era su trabajo. Lanzo una ligera sonrisa por primera vez en mucho tiempo, simplemente por el hecho de encontrarme con alguien y algo tan conocido para mí. Aquella chica, Mimi, traía todos los recuerdos de la época más extraña de mi vida, pero de la única parte sincera que mantenía en ese entonces. Una Audrey que, a pesar de tener un puesto dentro de la seguridad nacional, ayudaba a quienes creían que no merecían el cruel destino que el gobierno de su difunta tía les ayudaba a tener .
Sin pensarlo demasiado y aún manteniendo mi apariencia irreconocible, hablo -Niniadis- espero que confirme en el aparato ubicado en sus manos mi nombre, que en unos segundos sus ojos muestren reconocimiento y que aún a pesar del largo tiempo que no nos vemos no me haya olvidado.
Observo atentamente la tableta que tiene en las manos y recuerdo, muy claramente, que la chica que tengo frente a mi se lleva muy bien con la tecnología, después de todo era su trabajo. Lanzo una ligera sonrisa por primera vez en mucho tiempo, simplemente por el hecho de encontrarme con alguien y algo tan conocido para mí. Aquella chica, Mimi, traía todos los recuerdos de la época más extraña de mi vida, pero de la única parte sincera que mantenía en ese entonces. Una Audrey que, a pesar de tener un puesto dentro de la seguridad nacional, ayudaba a quienes creían que no merecían el cruel destino que el gobierno de su difunta tía les ayudaba a tener .
Sin pensarlo demasiado y aún manteniendo mi apariencia irreconocible, hablo -Niniadis- espero que confirme en el aparato ubicado en sus manos mi nombre, que en unos segundos sus ojos muestren reconocimiento y que aún a pesar del largo tiempo que no nos vemos no me haya olvidado.
Levanto mi vista de la tableta con una rapidez casi que alarmante cuando escucho su apellido. No es que hubiese muchos Niniadis hoy en día, y salvando a Sophia creía que a todos los que quedaban los teníamos viviendo ya dentro del distrito. ¿Creía que era idiota? ¿o pensaba que usurpar una identidad le serviría de algo? Bajo la vista hacia el aparato nuevamente y tipeo rápidamente el apellido que me entrega, sorprendiéndome cuando la coincidencia que trae se lee “Niniadis, Audrey”. Si hubiera elegido cualquier otro nombre lo habría dejado pasar con un par de preguntas, o bajo la creencia de que tal vez Niniadis era un nombre común que tener en Neopanem. Pero no esa combinación, no cuando llevaba mucho sin escuchar de ella.
- Y voy a suponer que quiere que crea que ese es su nombre. ¿Tiene algún tipo de identificación que lo valide? - Audrey Niniadis era el nombre de una traidora al estado, y no es que escasearan los criminales, pero justo había elegido robar la identidad de una vieja conocida. - Por favor, le voy a pedir que me acompañe. - No quería llamar la atención en el medio de la estación, era mejor evitar cualquier tumulto que pudiese generarse y por suerte había un par de oficinas dentro del edificio.
No es difícil hacer que me siga, así que cuando quedo enfrente de una puerta familiar, la abro y me alegro cuando la veo vacía. No es que me costara mucho el pedir que la desocupasen, pero no me gustaba sacar a relucir que era miembro del consejo como una imposición de un poder que no creía tener. Al menos no la mayoría del tiempo, ahora no sabía que pensar de las intenciones de esta persona que me había buscado específicamente. - Espero que sepas disculpar esta movida, pero esperaba poder hablar con franqueza y sin público. ¿Qué es lo que estás buscando? Porque no puedes pensar que creo que eres Audrey.
- Y voy a suponer que quiere que crea que ese es su nombre. ¿Tiene algún tipo de identificación que lo valide? - Audrey Niniadis era el nombre de una traidora al estado, y no es que escasearan los criminales, pero justo había elegido robar la identidad de una vieja conocida. - Por favor, le voy a pedir que me acompañe. - No quería llamar la atención en el medio de la estación, era mejor evitar cualquier tumulto que pudiese generarse y por suerte había un par de oficinas dentro del edificio.
No es difícil hacer que me siga, así que cuando quedo enfrente de una puerta familiar, la abro y me alegro cuando la veo vacía. No es que me costara mucho el pedir que la desocupasen, pero no me gustaba sacar a relucir que era miembro del consejo como una imposición de un poder que no creía tener. Al menos no la mayoría del tiempo, ahora no sabía que pensar de las intenciones de esta persona que me había buscado específicamente. - Espero que sepas disculpar esta movida, pero esperaba poder hablar con franqueza y sin público. ¿Qué es lo que estás buscando? Porque no puedes pensar que creo que eres Audrey.
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