La llamada de Josephine me agarra en medio de una comunicación online con uno de los jueces principales del Wizengamot, el cual creo que puede ver cómo me cambia la cara en cuanto me llega la noticia de que tengo que moverme hacia el despacho de la vicepresidente Road. Hace tiempo que no tenemos una charla a solas y, con todo lo que ha estado pasando en los últimos meses, no me sorprendería el salir de allí con un nuevo tic en el ojo o un mechón de pelo entre los dedos. El coliseo del pasado sábado ha estado en boca de todos, pero en su mayoría no parece ser por los motivos correctos. ¿Suicidios en televisión? Por mi parte, lo único que pude hacer en ese momento fue el mirar de soslayo al presidente, tratando de que no se me note en las facciones que el espectáculo estaba siendo un poco… bueno, tengo el estómago sensible, ver gente destripada por criaturas me parece un poco perturbador.

Corto mi comunicación media hora antes de lo esperado así soy libre de abandonar el despacho, acomodo mi corbata en el camino al ascensor y me apresuro, por todos los medios, el ingresar antes que Patricia Lollis lo note; ya la he visto midiendo los niveles a ver en qué piso se baja la gente para sacar sus propias conclusiones y no tengo idea de dónde se ha enterado de los rumores que me conectaron, alguna vez en el pasado, con la mujer que tengo que ver en minutos. Lo último que necesito en estos días es chisme barato de oficina o cualquier tontería que pueda afectar a mi familia, una que la mitad de mis empleados no puede entender de dónde salió. Para cuando me abren la puerta del despacho de Abbey, doy los pasos suficientes hasta que me detengo en seco al ver a la última persona que esperaba en este sitio — ¿Qué hace Phoebe aquí? — ni siquiera me molesto en saludar a mi hermana, la pregunta increpa de inmediato a la morena — Te dije que quería a mi familia fuera de cualquier asunto que pudiésemos tratar — tal vez los meses le oxidaron la memoria, yo qué sé.

Aún así, termino mi recorrido con recelo y tomo lugar frente al escritorio, a la izquierda de mi hermana, a quien le lanzo una rápida mirada de disculpas — ¿Esto tiene que ver con lo que sucedió en noviembre? Porque Phoebe ya ha dado todos los testimonios habidos y por haber — he estado presente en casi todos, actuando más como abogado que como ministro o hermano. Si ha quedado algún cabo suelto yo no lo he visto y, siendo sincero, ese no es un error que tienda a cometer en mi área de trabajo.

Hay algo extraño en que reciba un aviso del ministerio con la poca antelación de unas horas, pidiendo que me presente en el despacho de la vicepresidenta. No me cuesta ver que esa petición aparentemente amable es más bien una orden que no puedo rechazar aunque quisiera. Sé de sobra que no me encuentro entre la lista de favoritos de esta gente, ni hace falta mencionar por qué, pero que ni siquiera tenga tiempo a consultar con mi hermano a qué se debe el llamado, me pone un poco más ansiosa por dentro. No es como si no lo hubiera intentado, pero tras varias contestaciones, estas no tan amables, de Josephine diciendo que Hans se encuentra en junta y que no me puede atender, creo que es un buen momento para entrar en pánico. El que Charles esté trabajando tampoco me ayuda a comentar la situación, el único consuelo que le veo es el poder estar en el mismo lugar en caso de extrema necesidad, y aun así no creo que sirva de nada cuando se trata de asuntos ministeriales.

En mi camino al despacho trato de pensar en los motivos por los que Road pueda requerir mi presencia, analizando lo que ha ocurrido en los últimos meses, lo único que se me ocurre es que tenga algo que ver con lo que pasó en el nueve. Prefiero no darle vueltas al Coliseo del sábado pasado, porque eso me trae recuerdos de la anterior edición y puede que no vaya tan desorientada al pensar que, de alguna manera, ha podido relacionar cosas. Pero no tendría sentido, ¿no? Es lo que quiero creer, porque estoy a apenas unos pasos de los aurores que vigilan las puertas del despacho y no puedo simplemente darme la vuelta. Quedaría como demasiado obvio, si acaso me tengo que tragar la cara de culpabilidad por algo que no sé siquiera si es el motivo de la cita. — ¿Quería verme? — digo, haciéndome entrar al descubrir la figura morena detrás del escritorio. Tomo asiento no porque me lo pida, sino porque en serio lo necesito ahora que estar de pie está empezando a convertirse en un ejercicio pesado a cada poco.

El alivio que siento cuando declara que debemos esperar a que legue mi hermano para discutir lo que sea que haya venido a discutir me dura apenas unos segundos, porque puedo percibir sin mucha complicación que esta no será una charla agradable. O quizá solo me estoy adelantando en los acontecimientos, pero cuando veo entrar a Hans por la puerta, apenas puedo dirigirle una mueca que estaba pensada para ser una sonrisa. Junto con mi mirada dice algo parecido a sálvame de estar sola con esta arpía. Está claro que Phoebe puede hablar por sí sola, por mucho que mi hermano tome el papel de abogado nada más tomar asiento, pero me veo incapaz a hacerlo cuando mis ojos se posan en los oscuros de Road con la intriga reflejada y solo soy capaz a decir: — ¿Y bien? — espero que no haya sonado tan insistente como yo lo siento por dentro.

Ha llegado el punto en el que me encuentro agotada a causa de mi trabajo, y pese a que eso sería esperable en cualquiera, no era algo normal en mi accionar cotidiano. Me gusta lo que hago, he llegado a un punto en el que otra persona podría sentirse más que satisfecha con su vida, pero no yo. No es mi estilo el que los trabajos se hagan a medias o estén mal hechos, no estoy familiarizada con la idea del fracaso, y cada día se sentía que estábamos demasiado cerca de cruzar esa línea que estaban usando para empujarnos y acorrarlarnos. No soy una criatura que deje que otras personas les marquen los límites del juego, así que supongo que es nuestro turno de mover una pieza en este tablero que cada vez se hacía más chico.

Llamar a los Powell era una jugada que ya habíamos discutido con antelación, pero no la habíamos puesto en marcha al no creerlo el momento oportuno. Esperar fue la decisión adecuada si contamos que los sucesos de los últimos meses no nos han dejado bien a la vista del público, y no hay mejor cosa para apelar a la compasión de la gente que una buena historia en la que el villano es un tirano abusador, mientras que las víctimas son figuras públicas a las que nunca se les ve un lado vulnerable. El cuento sencillamente se contaba solo…

La primera en llegar es la menor de los hermanos, y cuando le digo que espere, Hans no me decepciona cuando llega y enseguida salta a conclusiones que no son las acertadas. - Oh, que no se te alboroten las plumas. Este asunto les atañe a los dos. - Le sonrío mientras rodeo la silla de mi escritorio y tomo asiento delante de ellos. - Pueden quedarse tranquilos, la señorita Powell ¿o es Sawyer ahora?... el punto es que no se encuentra en problemas. Simplemente fueron llamados en fin de cumplir con… ¿Cómo decirlo? Supongo que llamarlo “deber civil” sería adecuado. Espero que lo entiendan, como están los tiempos tenemos que hacer uso de todos los recursos que podemos, y ustedes tienen una bonita historia que el público estaría encantado de escuchar.

Tengo el instinto suficiente como para sentir que las palabras “deber cívil” me huelen a mierda. La mirada que clavo en la vicepresidenta no es amigable, recargo mi peso en el respaldar del sillón y cruzo mis brazos sobre mi pecho en lo que la dejo hablar, sus palabras entran por mis oídos y se deslizan hasta transformarse en un nudo lleno de porquería en el interior de mi garganta. Ni siquiera necesito pensarlo demasiado, hay una sola historia que mi hermana y yo compartimos y que podría ser de interés para el gobierno, cuando Abbey y yo ya hemos conversado sobre esto — Ni lo sueñes — sé que estoy sonando mucho más prepotente de lo que debería, pero soy incapaz de controlarlo. Descruzo los brazos para adelantarme y apoyo los codos en su escritorio, la cercanía me da el permiso de clavar los ojos en los suyos con una intensidad muy diferente a la de otros tiempos — Puedo deducir lo que están intentando hacer y no haré de mi familia un circo de entretenimiento a base de nuestro sufrimiento. Ya han tenido demasiado — puedo dejarme a mí mismo a un lado. Phoebe tendrá a su hijo en unos meses y en su estado debería estar tranquila, no cargando con un montón de prensa. En cuanto a Lara y mis hijas... bueno, no necesitan a nadie chismorreando sobre esos secretos dolorosos que mantuvimos siempre entre nuestras paredes.

Siento que esto es una burla y una violación. Tengo la urgencia de querer proteger a la mujer que tengo a mi lado, pero por alguna razón no me atrevo a mirarla, posiblemente porque me da miedo el ver cómo le afectan esas cosas que yo no puedo controlar. Uno mis manos sobre el escritorio y jugueteo con mis pulgares — La gente está más preocupada por la distribución de alimentos que por lo que esté o no haciendo Hermann Richter. Podemos conseguir compasión entrevistando a aquellos que tuvieron que abandonar sus hogares por la llegada de los terroristas, no apelando a los errores de un sujeto que ahora mismo no da señales de vida. Ninguno aquí quiere revolver esa cantidad de bosta, Abbey — tampoco creo que podamos hacerlo, por el bien de nuestra salud mental.

Mis ojos apenas se despegan de ella en lo que toma asiento y afirma que no hay ningún problema aparente, pero como es obvio eso todavía no me deja tranquila. — Sigue siendo Powell. — recalco con un tirón de mis labios que declara cierta ironía por como lo formula. Me da que pensar el que esta mujer y yo podríamos ser familia si siguiera casada con el hermano de Chuck y tengo que agradecer que no sea así por un momento, porque no creo que pudiera guardarme el comportamiento defensivo ante su persona. En especial cuando comienza a hablar y, tengo que ser honesta, no entiendo una palabra de lo que dice. Osea, sí, las entiendo, pero no capto hacia donde quiere ir realmente hasta que Hans abre la boca y la vista se me va fugazmente hacia su figura.

— ¿Qué? — no creo que ninguno me escuche, mi hermano está demasiado ocupado dándose a entender en su posición y yo tengo que ralentizar un tanto la conversación para llegar al fondo de todo esto, porque aquí parece que dos saben de lo que se está hablando y la tercera figura de la imagen es la perdida. A nadie le sorprende que ese tercero sea yo, evidentemente. — Es una broma, ¿no? — creo que voy tarde, pero es lo primero que sale de mi cabeza cuando ato cabos. — De ninguna manera, no, nuestro pasado no es algo con lo que podáis jugar a vuestro antojo. Son asuntos personales y como tal, no os incumben en lo más mínimo, se encuentra muy por fuera de vuestro alcance, si es lo que pretenden conseguir. — aclaro, sacudiendo la cabeza tras ese shock inicial que me deja con la cara de espanto por siquiera haberlo sugerido.

No sé con qué derecho se cree a inmiscuirse en una historia que no la concierne, a pretender que divulguemos información sobre nuestra vida privada como si no fuera más que parte de un reality de televisión. No llevo meses yendo a un psicólogo tratando de dejar el pasado a un lado para que venga esta morena a remover el cajón de mierda solo porque se cree con el poder para hacerlo. — ¿Para qué revolver sobre alguien que no ha aparecido en casi un año? — que alguien me explique la lógica de esta gente porque yo desde luego que no la comprendo. — Me niego, es un no rotundo, es parte de nuestra intimidad y no tenéis ningún derecho a violarla, es... vergonzoso que lo propongan, ¿no tienen siquiera un mínimo de respeto? — mi espalda se estira contra el respaldo, al contrario que mi hermano cuya táctica parece ser acercarse a la vicepresidenta, yo siento la necesidad de mantener toda distancia posible con la morena, que ya siento que me estoy alterando.

Sé que contrario a la situación que planteo, mi expresión no va en concordancia con lo que estoy escuchando. Estoy demasiado entretenida al verlos exponer sus razones y es solo gracias a mi propio autocontrol que no me largo a reír ahí mismo. ¿Creen que los citaba aquí para negociar? No era una sugerencia, no era un trueque, no necesitaba que vinieran con ideas innovadoras de cómo podríamos manejar una situación. - ¿Soñarlo? No necesito soñar nada. Cuando dije “deber civil” es porque eso es lo que es. Una orden. - Me empujo con las ruedas del sillón hacia atrás, y abro el cajón central del escritorio que cuenta con unos pocos papeles impresos. No es común que imprima archivos, prefiriendo la tecnología antes que cualquier cosa tangible, pero aún así extraigo de dentro una carpeta negra que dejo cerrada delante mío.

- No hay muchas cosas que se encuentren lejos de nuestro alcance, y ciertamente ustedes no entran en esa categoría. Hans fue tan amable de ilustrarme un poco la personalidad de su querido padre, y aún así él solo no me sirve cuando me falta la otra parte de la historia. - Hans era la cara visible, la celebridad que llamaría la atención en un primer lugar. Phoebe Powell era la víctima, el pobre cordero al que habían abandonado en un mundo que no supo hacer otra cosa más que demostrarle crueldad. - Podemos entrevistar a las personas y mostrar el éxodo del nueve como algo a nuestro favor. Pero el niño Black se encargó de dejar en claro que hacerlo era una opción, y siempre existen aquellos que vean la huída del distrito como una falla. Nuestra falla. La gente se va porque no pudimos protegerlos, y la vulnerabilidad es una moneda que se tiene que jugar con cuidado. No podemos garantizar aceptación o comprensión con esas historias y, mal que mal, siguen siendo historias  completamente anónimas.

Presiono las yemas de mis dedos sobre la carpeta, y le sonrío a la mujer antes de deslizarla en su dirección. No debería costarle mucho el reconocer la foto que se encuentra dentro. - Hablas de intimidad y de derechos, pero te invito a ver el expediente que ahí se encuentra. Te aseguro que es la única copia física del documento, pero soy cuidadosa con mis recuerdos y no me costaría mucho el presentar ante un tribunal la confesión de Andrew Keogh.- La silla hace un chirrido cuando me vuelvo a recostar contra ella y la observo a la espera de su respuesta. - No es necesario revolver las aguas en contra de un terrorista, sino en recordar el por qué la igualdad que plantean no equivale a justicia. El mostrar por qué los muggles no dejarán jamás de ser una escoria para esta sociedad. Kendrick Black puede jurar que tiene otros ideales, pero su apellido siempre va a recordar los horrores de una historia que aunque quieran, jamás van a poder borrar.

Quiero pedirle a Phoebe que guarde silencio, que me deje a mí el manejar el problema con el mismo idioma que Road está utilizando, pero tampoco puedo prohibirle el sentirse indignada por esto. Hemos pasado por años que ocultamos en el cajón, por experiencias que nos marcaron tanto que nos transformaron en las personas que somos hoy en día, en mi caso incluso me ha llevado a una carrera política. La misma que me hace entornar la mirada en dirección a Abbey y ladear la cabeza hacia un lado con una mueca — No ensucies tus palabras con términos que no existen en nuestras leyes. Esto no es deber civil, es un capricho de Magnar para que limpiemos la basura del camino — que me lo niegue, la mirada que clavo en ella la reta a hacerlo.

Mastico palabras, permito que sean las voces femeninas las que llenen la habitación en lo que yo intento seguir la línea de su pensamiento y tengo que interrumpirme en cuanto el archivo se presenta sobre la mesa, revolviéndome las entrañas. Habría que ser idiota para no ver la amenaza implícita, antes de que mi hermana pueda hacer algo, es mi mano la que tapa el documento y lo acerca hacia mí — Déjame frenarte ahí — siseo — Creo que te estás olvidando de que el Wizengamot sigue siendo mi territorio y no permitiré que lo utilices para que juegues con mi familia en él. ¿Quieres las bolas de Black colgadas de un poste? Cuenta conmigo. ¿Buscas que los muggles se mantengan en el barro que se merecen? Sabes que soy tu soldado. Pero no te creas que puedes meterte en mi área, amenazar a mi hermana y que no te enseñe los colmillos, Abbey — puedo trabajar para ellos, pero ella tiene su rol y yo tengo el mío. Si quiere cagar en mi trabajo, se ha equivocado de ministro.

— ¿Quieres una declaración en contra de Hermann? Pues perfecto, la haré yo. Organiza la conferencia de prensa para esta misma tarde si así lo deseas, pero Phoebe es una civil y como tal se encuentra protegida. Yo respondo a sus errores, pero no haré que pase por esto… —  mis dedos golpetean con nerviosismo la cubierta del archivo, tengo que respirar para relajar el tono de mi voz — Abbey, me conoces, sabes que puedes contar conmigo, que compartimos enemigo. ¿No es preferible que lo conversemos como se debe en lugar de que recurras a las amenazas que acabarán por enfrentarnos?

Debí haberlo imaginado, y creo que de alguna manera lo hice, solo no esperaba que se tratara de esto, precisamente, ahí donde duele y saben que muestra nuestro lado más vulnerable. Ni siquiera soy capaz a controlar la mirada de repulsión que le dedico, tampoco me importa demasiado ocultarla porque está más centrada en las palabras de mi hermano que en mí. Lo que me da tiempo a prepararme para la bofetada que siento golpearme en la cara cuando se dirige hacia mí y mis ojos pasan a centrarse en la carpeta que planta frente a mí. Tengo que morderme la lengua para no saltar en respuesta a la amenaza que va directamente hacia mí, no soy tan estúpida como para no pillarla.

Ni siquiera tengo tiempo a comprobar lo que hay dentro de la carpeta, cual es la información que tan orgullosamente guarda esta zorra sobre lo que pudo pasar, que mi hermano se toma la libertad de apropiarse de los papeles y por primera vez en un rato largo me permito respirar como si no fuera una ilegalidad. Tratar de escuchar las palabras de Hans se vuelve una tarea complicada cuando paso a frotarme los dedos por la frente con una mano, ignorando el dolor de cabeza que está empezando a aparecer. O puede que solo lo esté imaginado como un efecto inmediato a estar teniendo esta conversación. De igual manera, mi silencio no me podría colocar en una peor posición ahora, y al mismo tiempo siento que es lo único que puedo hacer para no meter la pata. Tengo un título en eso, Hans lo sabe tan bien como yo al apartarme por completo de la negociación.

Levanto la mirada poco a poco hacia mi hermano, siendo consciente de que no importa lo que diga, él debería saber mejor que nadie que no va a funcionar, y a quién menos le va a importar es a la morena. — ¿Qué es lo quieren? — cuando hablo regreso la mirada hacia Road, ignoro por completo los intentos de Hans de mantenerme fuera de esto, porque él no va a responder por mis errores. — Estoy embarazada, ¿no les es suficiente material de prensa lo que ocurrió en el nueve, que ahora también quieren usarnos como mártires? — sé que la forma que tengo de escupirlo es venenosa, pero apenas puedo controlarlo. — ¿Qué es lo que quieren de nosotros? ¿Que le contemos al mundo entero como Hermann Richter golpeaba a nuestra madre, como tuvimos que soportar sus gritos, sin poder hacer nada, hasta matarla? ¿Eso es lo que desean? ¿Quiere que le cuente como con ocho años me repudiaron de mi propia casa, como mi hermano tuvo que convivir con un asesino durante años o... qué? ¿Hasta dónde piensan llegar? — ¿cuál es el límite que tienen sus cabezas llenas de morbo? Le dedico una última mirada, de arriba a abajo en lo que me permite el escritorio ver su figura. — Es repugnante, e inhumano. — ¿una conferencia frente a prensa? Está loca si cree que voy a ser capaz a soportar eso sin perder la cabeza.

- ¿Y quién dijo que esos términos eran excluyentes entre sí? Magnar es nuestro presidente, capricho o no es su deber como ciudadanos el cumplir un pedido que trata de beneficiar a nuestra nación. - Como funcionario del gobierno, y aún más siendo que ostenta uno de los cargos más altos, no debería poner queja alguna. - ¿Cómo es que cuando se te llama a batalla no tienes problema en asistir, pero ahora parece que estamos atentando contra tus derechos? - En ninguna parte de la constitución estaba estipulado ninguna de las dos cosas, y aún así Hans creía que todavía tenía el derecho de decidir.

- ¿Frenarme? Hans, tus palabras pueden servir el e tribunal, pero yo no veo las pelotas de Black colgadas de ningún lado, y no hablemos de la cantidad de muggles que ahora se sienten con la libertad de hacer lo que quieran dentro de un distrito que nos fue arrebatado. - Simplemente no tenían opción. Ese era el punto de esta reunión, comunicarles los próximos pasos, no consultarlo con ellos. - Y el Wizengamot puede ser tu territorio todo lo que quieras, pero ni siquiera como ministro se te permitirá ser juez en un caso contra tu hermana debido a los lazos fraternales que los unen. - Él conocía las leyes mucho mejor que yo, pero hay cosas que no podía cambiar de un día para otro por conveniencia y lo sabía. Colmillos o no, esta vez Hans Powell no tenía las de ganar. No sin perder algo que para él podría ser más valioso.

Me tomo el silencio de la mujer como el intento de reconocer las figuras de autoridad en la sala, y casi que siento el impulso de sonreír mientras sigo enfrentando al ministro. - No entiendo en qué momento soy yo la mala de la historia. Phoebe Powell es una civil que, con las pruebas adecuadas, podría ser acusada de traición al gobierno. Por respeto a tu integridad y a otros favores que has sabido prestarme es que te estoy ofreciendo esta oportunidad. Son los dos, o no son. - Y la opción de no ser no sería una que le gustaría a ninguno. - Eso es exactamente lo que quiero, pero con más pesar y menos rabia. ¿Tal vez alguna lágrima suelta por ahí? Estás embarazada cariño, ¿qué causa más simpatía que una futura madre y un padre de familia? Unidos luego de un pasado tortuoso a manos de un asesino que les hizo la vida miserable… Suena bien, ¿no? -- Esta vez sí sonrío en su dirección y me inclino hasta que nuestros ojos quedan a la par. - Espero que esos adjetivos vayan dirigidos a su progenitor, yo particularmente me estoy sintiendo compasiva.

— Estás queriendo obligarla a ser testigo de una causa extra oficial y, por ende, estás atentando contra su privacidad… — intento seguir por una línea lógica, esa que se ve interrumpida por las palabras que me obligan a morderme la lengua. No puedo defenderla frente a ese error, uno que le valió mi confianza en su momento y que ahora mismo sirve para que la tengan agarrada del cuello. No quiero mirarla de manera acusadora y recordarle que ella misma se ha metido de lleno en este problema, pero faltas no me ganan. ¿Y ahora qué? ¿Tendremos que agachar la cabeza para contarle a todo el mundo que Hermann Richter es una basura? Pensé que eso había quedado en evidencia cuando ocasionó ese pequeño caos en el funeral de Jamie Niniadis. Me alejo de Abbey, recargando la espalda en el asiento y cruzándome de brazos, mis ojos aún siguen puestos en ella en lo que ambas siguen hablando y trato, de alguna manera, de encontrar el modo de negociar. No puedo hacerlo, al menos no sin humillarme en el proceso.

— Haré la conferencia si me permites ser quien lleve la batuta — acabo diciendo — Phoebe solo responderá dos o tres preguntas, es todo lo que voy a permitir. ¿O acaso ya no me quieres en tu equipo? — por la manera que le arqueo una de las cejas, es obvio que la estoy invitando a preguntarle a su presidente qué es lo que opina al respecto — Conozco mucha de la mierda que se maneja en este lugar y mi firma permite que casi toda se lleve a cabo. Podemos hacer esto de manera que todos aquí ganemos, sin riesgos ni marcas personales. Phoebe no se encuentra en un estado aceptable para estar bajo grandes dosis de estrés — mi hermana hace tiempo no es alguien realmente estable, no puede ser víctima de las artimañas de esta mujer, la cual se parece cada día más a una víbora — ¿Tenemos un trato?

Nadie más que yo puede saberlo, pero mi corazón empieza a palpitar de forma que tengo miedo de que se puedan estar escuchando mis propios latidos. Me estoy mordiendo la parte interna de mi mejilla para no caer en el error de escupirle en la cara que no tiene nada contra mí, cuando ni siquiera sé qué es lo que hay bajo la carpeta que guarda cuidadosamente Hans bajo su mano. Tengo la tentación de estirar la mía para comprobar su contenido, pero las palabras de Road me mantienen con la atención fija en su figura, en sus ojos oscuros. Es su palabra y la de una persona que está muerta contra la mía, puede creer que tiene algo y en realidad se está aferrando al vacío, pero es evidente que estoy en una clara desventaja cuando se trata de posición, y ella lo sabe. Por no hablar del miedo que me invade el cuerpo y me retiene de decir nada, cuando para colmo se habla sobre mí como si no estuviera presente. Y dudo mucho ser invisible cuando estoy alojando a otra persona en mi cuerpo.

No ayuda que me recuerden mis faltas como si tampoco pudiera escucharles, lo hago perfectamente, por eso es que puedo responder por mí misma. Me falta odio para expresarle a esos ojos que se me acercan con los míos, no solo por la manera que tiene de profanar nuestros recuerdos, sino porque reconozco que está disfrutando con ello también. — ¿Vas a darme un guión entonces? — suelto en un ataque de desprecio, que me hace querer coserme la boca por un momento porque en serio no estoy en posición de rechistar nada. Aun así, sé que la voz de mi hermano se impone sobre la mía, quizá porque tiene más para decir de lo que yo hago y eso me permite poder alejar el rostro de la morena. Presto mi silencio para que se haga escuchar, pero en mi cabeza ya tengo una respuesta y difiere bastante de la de Hans. — No. — me vale un vistazo a mi hermano para frenar el trato que él mismo propone, soy plenamente consecuente de mis acciones, se lo dije una vez, no tiene por qué mirar por mí. — Lo haré, si lo que quieren es que hable, hablaré, si quieren que llore, pues también lo haré. Haré lo que deseen. — acepto, me han usado en un millar de ocasiones, una vez más no va a añadirle mucho más dolor. Mi hermano tiene razón, no actúo bien bajo presión o estrés, pero puedo hacerlo, debo hacerlo, si no es por mí, por el bien de mi familia. Aunque me rompa, aunque tenga que revelar cosas que me hacen débil y vulnerable, secretos que solo aquellos que se ganaron la confianza conocen, puedo hacerlo.

Creo que mi sonrisa demuestra mi felicidad en el momento en que ambos se resignan a su suerte. Incluso el que Hans quiera marcar pautas, demostrando su autoridad hasta el máximo en que puede estirarse, era algo que esperaba y para lo que estaba preparada. - Tranquilo Hans, que sigues siendo alguien que siempre querré en mi equipo. Ponerte en contra nuestro a propósito sería una estupidez de mi parte. - Y sí, tal vez estuviese adulando de más, pero no estaba mintiendo. No del todo al menos. - Me gusta tu predisposición, Phoebe. Sobre todo porque de verdad que no quiero ser el ogro que los arroja a los buitres. No arriesgaremos que periodistas sensacionalistas y despiadados busquen retorcer sus palabras o arrinconarlos cuando ninguno se lo merece. - No podíamos permitirnos ningún desliz y el escenario debía estar predispuesto de manera correcta.

- No habrá conferencia de prensa, queremos que se trate de una entrevista solamente. Un ambiente cómodo en el cual puedan sentirse libres de confesarse sin audiencia. - Sin público y sin reporteros los riesgos se reducían bastante. - Preferiría que traten de ser sinceros en primera instancia, pero tendremos un guión preparado por si acaso. Podremos editar los momentos que sean necesarios, incluso dejaré que ustedes mismos supervisen y puedan aportar su… ¿visión creativa? - Tal vez era muy frívolo de mi parte el decirlo de esa forma, pero no sabía de qué otra forma plantearlo. Al menos podía ser benevolente al ofrecerles esto, ¿no?

Me duele. De verdad, me afecta en lo más profundo del alma, el saber que Phoebe está dispuesta a seguir con esto es la clase de cosas que me recuerdan que mi vida ha dejado de pertenecerme en el momento en el cual me volví una figura pública. No me sirve en lo absoluto que Abbey me confirme lo mucho que me necesitan, porque al final es quien termina ganando y lo único que puedo hacer es morderme el interior de la mejilla. Mi silencio solo se destruye cuando se me escapa una risa cínica que soy incapaz de mantener en mi garganta, hasta interrumpe entre mis labios de una manera ciertamente violenta — Visión creativa — repito con cierto desdén — ¿Quieres hacer una película de nuestra desgracia? Lo único que Hermann se merece es que contemos las cosas como son y que el mundo simplemente sepa que fue una mierda de persona, ni más ni menos. No gastaremos nuestras fuerzas ni saliva extra en alguien como él.

Sin darle más oportunidades de meter bocado y destruir el pequeño acuerdo, me pongo de pie y acomodo mi saco — A partir de ahora, yo me encargaré de pactar los detalles con Phoebe y ya no tendrás que hablar con ella, solamente lo harás mediante de mí. ¿De acuerdo? — por el modo en el cual le arqueo una de las cejas, eso no está en negociación — Te prometo sinceridad a cambio de algo de privacidad y cuidado para con mi familia. Te estás metiendo con nuestra historia y prefiero marcar una distancia saludable, al menos en la medida que sea posible. Es televisión, esto quedará grabado y nuestros hijos tendrán acceso a este historial en algún momento — Meerah hasta tiene la consciencia para vivirlo por su cuenta, lo cual tendré que conversar con ella para que no le afecte. Como si no hubiera más que decir, giro mi rostro hacia mi hermana — Vámonos, Phoebe — antes de que se me suba el veneno, que Abbey parece tener una enorme cantidad, suficiente como para contagiarlo.

No me es muy difícil imaginar el motivo por el que ni siquiera será una rueda de prensa, sino una grabación premeditada, creo que le quedó claro a todo el país que tengo la capacidad para soltar estupideces en el momento menos oportuno. No es un error que vayan a permitir que se cometa otra vez y, aunque tengo que morderme la lengua, no me agrada escuchar que esto se tratará como si fuera un reality de televisión más. Desde mi posición puedo decir que no pienso decir más de lo necesario, ni voy a hacer un espectáculo de nuestras vidas, primero de todo por respeto a las personas que formaron parte de ella y eso incluye a nuestra madre, quién probablemente se esté removiendo en su tumba por siquiera escuchar que estoy aceptando a hacer esto.

— No voy a seguir un guión, menos cuando está escrito por alguien ajeno que no conoce ni la mitad de lo que ocurrió. Podéis grabarnos y hacer el montaje que os venga en gana, pero no con información que salga fuera de nosotros. — no me cuesta mucho coincidir con la postura de mi hermano, en especial porque, creo, que es de las pocas cosas que estamos en disposición de exigir. Lo que no me hace tanta gracia es tener que pensar en que como dice Hans, nuestros hijos crecerán viendo estas grabaciones, cuando me he esforzado mucho en este tiempo en tratar de dejar el pasado atrás. Me levanto del asiento apoyándome sobre la madera del escritorio, como una respuesta instantánea a la petición de mi hermano, que no tengo intención de quedarme en esta habitación por mucho más tiempo. No soy idiota, claro, me apresuro a tomar la carpeta que Hans ha dejado sobre la mesa antes de dedicarle un último vistazo a Road. — Que tenga un buen día. — poco en mi forma de escupirlo suena a que se lo deseo de verdad, pero no es como si me importara ahora que tengo entre mis manos lo único que puede usar contra mí.