Enero

Estrecho mi mano con quien dirige la academia y veo como los reclutas que han recibido la noticia de que tendrán que esperar otro año para volver a intentarlo se retiran del gimnasio o enojados o con la cabeza caída hacia adelante. Tengo mis ojos clavados en ellos mientras observo como se pierden entre los pasillos. Probablemente me haya equivocado con varios, tal vez algunos sí merecían una oportunidad pero estoy tomando las decisiones en base a la realidad que estamos viviendo. Y lo que necesito ahora son pequeñas máquinas, chicos cargados de entusiasmo y lealtad hacia el Capitolio que puedan hacer el trabajo que los viejos sentimentales ya no pueden hacer... Hemos perdido compañeros que deben ser reemplazados, pero tampoco puedo pretender que los nuevos estén a la altura del entrenamiento de los que ya tienen experiencia así que creo que lo mejor es dividirlos en grupos distintos, con misiones diferentes.

Veo en el lugar a uno de los jóvenes que ya había sido seleccionado en los días anteriores en éste reclutamiento anticipado. Lo observo con el ceño fruncido y al final decido acercarme con las manos metidas en mi chaqueta de cuero - Romanov  - saludo colocándome solo a su lado. Éste es uno de los chicos que encaja a la perfección con lo que pensaba hace un momento, probablemente termine resultando indomable, pero servirá para algunas cosas que tengo pensadas - Hermano de Alexa, supongo - que la chica ya lleva algo de tiempo con nosotros. Estuvo en el escuadrón de la vergüenza, pero no digo nada al respecto - ¿Qué haces aquí? Conseguirte el visto bueno ésta semana, ya deberías estar preparándote para integrarte al escuadrón.

Cruzó los brazos bajo el pecho, con la espalda ligeramente apoyada contra las espalderas de hierro y la mirada fija en sus compañeros, al menos los que aún no habían sido llamados para la última de las pruebas a las que se enfrentarían como meros estudiantes. Él ya había pasado por ello, y no solamente el llamamiento, sino también las pruebas. Estaba claro que el cuerpo de aurores quería renovarse con nueva sangre en un intento por tratar de suplir la mediocridad de los que ya formaban parte del mismo y no habían podido hacerse respetar con un montón de salvajes desordenados. El problema recaía en los magos que les habían dado la espalda y en las criaturas mágicas que jugaban a su lado; si solo hubieran sido humanos solo hacía falta soplarles para darles su merecido y colocarlos en el lugar que les correspondía. Limpiando la mierda de los que tenían sangre mágica corriendo por sus venas.

El desfile de salida fue reconfortante, en especial cuando vió a Sanders no siendo uno de los elegidos, una media sonrisa divertida se dibujó en los labios de Luka, siguiéndolo con la mirada hasta que se sintió observado y en la obligación de colocarse recto en su lugar, con las manos a la espalda. ¿Cómo tenía que llamarla? ¿Jefa? ¿Señora? ¿Cuál era su apellido? Por lo que solo asintió con la cabeza, tratando ahorrarse un error de buenas a primeras. — Hermano menor de Alexa Romanov —. Lo último que quería era meter a su hermana en aquello, suficiente la había jodido por el ridículo que, posiblemente, hizo en la defensa del distrito nueve. — Quería saber si las pruebas habían sido iguales para todos —, joder, el ego del rubio se habría ido  a la mierda si hubiera observado unas más complicadas para sus compañeros, él siempre quería ser el primero y el mejor. —, y ver cuáles de mis compañeros conseguían pasarlas por méritos propios o un golpe de suerte —. Por suerte o por desgracia no se mordía la lengua. Sabía cuando debía hablar y cuando, el momento y el lugar, pero también que su sinceridad, aunque pudiera hundir a unos, alzaría también a otros.