OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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El frío que entra por una rendija del marco de la ventana eriza la piel de mis brazos, baja por mi espalda desnuda, la sábana está enredada en mis pies. Permanezco con el rostro escondido en la almohada que huele a nada para mí, a la transpiración del sexo con un hombre que no veré luego de este día y que por los minutos en los que tarda de disiparse el sueño, me hace sentir que soy esa misma chica que arrastraba su cuerpo fuera de la cama. En reflejo a un recuerdo pasado, mis manos vagan por mis brazos buscando las marcas de moretones y tropiezan con los pinchazos de aguja en el doblez del codo. Recojo algunas prendas del suelo para ir cubriéndome y las mangas de mi abrigo se me hacen grandes, espero encontrarme con el cuerpo escuálido de aquella chica al comprobar mi imagen en el cristal de la ventana. Puedo verla por un segundo, sus ojos azules con cargadas líneas negras alrededor, con tantas lágrimas sin derramar que la hacían ver quebrada y eso era lo que motivaba a otros a querer servirse de sus pedazos.
No amaneció, es una única luz la que pende del techo de la habitación que reúne en un solo espacio todas las estancias. La mesa baja con el desorden de copas vacías está a dos pasos de la cama, sobre el sillón quedan algunas prendas que no son las mías, y salgo por la puerta con un golpe seco, no quiero ninguna cara para recordar después. El pasillo es estrecho, con un par de lámparas rotas, así que el camino es oscuro hasta que salga por una puerta lateral de emergencia que da un callejón, entonces la poca claridad que da la luna escondida entre las nubes negras de las últimas noches de diciembre, me guían hasta la esquina donde me detengo un minuto a pensar a dónde iría después de todo este tiempo. A dónde carajos iré después de todo este tiempo. El farol de la calle vacila y se apaga. «¿Quieres estar sola, Annie? Quédate sola». No es ninguna de las voces de siempre la que me lo murmura, sino esa chica a la que todavía encuentro en ocasiones.
Me fijo en los letreros con indicaciones de las calles que están sobre mi cabeza, marcan algún punto al que nunca volveré en el Capitolio. Saco el teléfono del bolsillo interno de mi abrigo para escribir un mensaje breve, voy hacia atrás, busco en la lista de contactos hasta dar con su nombre y pulso a llamar, así me aseguro de que se despierte y no hacer un viaje en vano. —Voy para tu casa— es todo lo que le digo para colgar luego, desaparecerme y encontrarme minutos después de pie en el portal de una de las casas ricas de los jueces del Wizzengamot.
No amaneció, es una única luz la que pende del techo de la habitación que reúne en un solo espacio todas las estancias. La mesa baja con el desorden de copas vacías está a dos pasos de la cama, sobre el sillón quedan algunas prendas que no son las mías, y salgo por la puerta con un golpe seco, no quiero ninguna cara para recordar después. El pasillo es estrecho, con un par de lámparas rotas, así que el camino es oscuro hasta que salga por una puerta lateral de emergencia que da un callejón, entonces la poca claridad que da la luna escondida entre las nubes negras de las últimas noches de diciembre, me guían hasta la esquina donde me detengo un minuto a pensar a dónde iría después de todo este tiempo. A dónde carajos iré después de todo este tiempo. El farol de la calle vacila y se apaga. «¿Quieres estar sola, Annie? Quédate sola». No es ninguna de las voces de siempre la que me lo murmura, sino esa chica a la que todavía encuentro en ocasiones.
Me fijo en los letreros con indicaciones de las calles que están sobre mi cabeza, marcan algún punto al que nunca volveré en el Capitolio. Saco el teléfono del bolsillo interno de mi abrigo para escribir un mensaje breve, voy hacia atrás, busco en la lista de contactos hasta dar con su nombre y pulso a llamar, así me aseguro de que se despierte y no hacer un viaje en vano. —Voy para tu casa— es todo lo que le digo para colgar luego, desaparecerme y encontrarme minutos después de pie en el portal de una de las casas ricas de los jueces del Wizzengamot.
Un gruñido sale de mis labios aún teniendo los ojos cerrados, sé que alguien está viniendo pero mi cerebro no logra procesar quien ni tampoco comprende que averiguarlo es tan sencillo como abrir los ojos y comprobar el nombre de la persona que me ha llamado. Quiero seguir durmiendo pues siento que me he dormido hace solo unos segundos, pero el teléfono no deja de vibrar en mi mano como señal de que debo despertarme, así que al final abro los ojos para encontrarme con el montón de mensajes sin contestar que he dejado antes de dormirme, algunos son conversaciones simples pero la mayoría solo se trata de personas que he conocido en las redes sociales y estoy en pleno proceso de traerlas a mi cama... Quedándome dormido a mitad de las conversaciones no lograré mucho, pero no es lo que importa de la pantalla, sino la llamada que al parecer es de Rebecca ¿A ésta hora?
Intento despejarme lo más rápido posible y para cuando bajo con la bata puesta ya encuentro a la loba frente a la puerta. La miro de arriba a abajo con ojos adormecidos pero no hace falta estar en mi mejor estado para comprender que algo le está ocurriendo, lo dice su ropa, las ojeras alrededor de sus ojos y su lenguaje corporal... Culpable, eso es lo que dice. He visto a lo largo de mi carrera a muchas personas como ella ahora mismo, pero no quiero en papel de juez, sino de amigo y averiguar qué la trae frente a mi puerta.
Me quito la bata y cruzo el marco de la puerta para envolverla con ésta, así abrazándola por los hombros la llevo al interior de la casa y cierro detrás de nosotros. No sé qué decir pues hace tiempo que no la veo, de hecho creo que ambos hemos pasado una buena estancia en el hospital desde el último encuentro... Pese a lucir mejor que yo, se ha recuperado mucho mejor pues a mí aún me cuestan ciertos movimientos - Solo yo tengo derecho a las visitas imprevistas en medio de la noche, creí que eso estaba en claro - murmuro con una sonrisa mientras la dejo sentada en uno de los taburetes de la cocina, necesito prepararle algo caliente ahora mismo, por eso muevo mi varita para comenzar - ¿Estás bien?
Intento despejarme lo más rápido posible y para cuando bajo con la bata puesta ya encuentro a la loba frente a la puerta. La miro de arriba a abajo con ojos adormecidos pero no hace falta estar en mi mejor estado para comprender que algo le está ocurriendo, lo dice su ropa, las ojeras alrededor de sus ojos y su lenguaje corporal... Culpable, eso es lo que dice. He visto a lo largo de mi carrera a muchas personas como ella ahora mismo, pero no quiero en papel de juez, sino de amigo y averiguar qué la trae frente a mi puerta.
Me quito la bata y cruzo el marco de la puerta para envolverla con ésta, así abrazándola por los hombros la llevo al interior de la casa y cierro detrás de nosotros. No sé qué decir pues hace tiempo que no la veo, de hecho creo que ambos hemos pasado una buena estancia en el hospital desde el último encuentro... Pese a lucir mejor que yo, se ha recuperado mucho mejor pues a mí aún me cuestan ciertos movimientos - Solo yo tengo derecho a las visitas imprevistas en medio de la noche, creí que eso estaba en claro - murmuro con una sonrisa mientras la dejo sentada en uno de los taburetes de la cocina, necesito prepararle algo caliente ahora mismo, por eso muevo mi varita para comenzar - ¿Estás bien?
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La carcajada vacía que raspa mi garganta por el gesto de colocarme la bata en los hombros, es la respuesta a una amabilidad tardía que había perdido toda esperanza de recibir, que he asumido que no merezco porque todas mis decisiones que se dieron en el resentimiento de saberme abandonada, también fueron las que me dejaron sola en mi miseria, y en este punto, especialmente en este punto en que siento repulsión por mí misma y busco que todo mi cuerpo también lo sienta, no creo merecer que alguien se haga cargo de mi para sentarme bajo la lámpara encendida de una cocina y se siente conmigo. Me sentiría mejor si mi presencia fuera una invasión a su casa, si recibiera su rechazo como contestación, una puerta cerrada como todas a las que me enfrenté en la vida. Si abre su casa para mí y mis oídos escuchan esa pregunta que hubiera agradecido a los quince años, cuando todavía creo era posible impedir que mi vida se torciera de esta manera, no puedo lograr reprimir las primeras lágrimas que van surcando mi rostro. —No estoy bien— contesto.
Mis manos tiemblan cuando las coloco sobre mi regazo, hago un nudo con mis dedos que se entrelazan. Escondo el dolor en mi mirada al bajar mis párpados, nunca me ha gustado confesarme vulnerable, porque también las personas con sus mentiras de cariño se abusan de la debilidad que pueden percibir en otro, de las únicas que escuché una escasa sinceridad al decirme que me querían fue de mis madres, una en la agonía de su enfermedad y la otra perdida en su memoria. No pude encontrar eso que me dieron para devolvérselo a la única persona que se merecía oírlo. — Me han mirado con rechazo antes, con absoluto menosprecio, me han mostrado enfado y asco, pero nadie nunca me miró con el odio que vi en los ojos de mi hija. Me aborrece tanto que me cuesta creer que una vez fue parte de mí, me respondió a mi total falta de sentimiento hacia ella al abandonarla con una emoción tan intensa que no creo que alguien me haya golpeado así en la vida—. Y sufrí golpes, muchos golpes en la vida, de los que te marcan la piel y el espíritu.
Mis manos tiemblan cuando las coloco sobre mi regazo, hago un nudo con mis dedos que se entrelazan. Escondo el dolor en mi mirada al bajar mis párpados, nunca me ha gustado confesarme vulnerable, porque también las personas con sus mentiras de cariño se abusan de la debilidad que pueden percibir en otro, de las únicas que escuché una escasa sinceridad al decirme que me querían fue de mis madres, una en la agonía de su enfermedad y la otra perdida en su memoria. No pude encontrar eso que me dieron para devolvérselo a la única persona que se merecía oírlo. — Me han mirado con rechazo antes, con absoluto menosprecio, me han mostrado enfado y asco, pero nadie nunca me miró con el odio que vi en los ojos de mi hija. Me aborrece tanto que me cuesta creer que una vez fue parte de mí, me respondió a mi total falta de sentimiento hacia ella al abandonarla con una emoción tan intensa que no creo que alguien me haya golpeado así en la vida—. Y sufrí golpes, muchos golpes en la vida, de los que te marcan la piel y el espíritu.
Es una respuesta que esperaba dada su condición al presentarse en la puerta, pero de todas formas se enciende una alarma en mi interior pues no tengo idea de cómo reaccionar frente a éstas cosas. Mi primer instinto siempre es hacer una broma, así es como se sale de los momentos incómodos, pero para mi sorpresa no logro hacerlo. Siento su preocupación como si fuera mía y sé que ahora mismo no necesita que sea un inmaduro para mejorar... Y quiero que lo haga... Quiero que mejore porque es mi amiga, que necesita alguien con quien charlar así que es lo que haré.
Veo como tiemblan sus manos así que acerco una de las mías dubitativas para calmarla. Escucho lo que me dice sintiendo como se acelera mi corazón pues hay muchos datos que desconocía sobre ella en lo que me confía y debo procesar todos y cada uno de ellos. Así que tiene una hija la cual abandonó, conociendo por lo que tuvo que pasar no me sorprende mucho, así que intento buscar un contexto. Las imágenes de la discusión llegan a mi mente y puedo ver el rostro de una joven, en buen estado, y que si mal no recuerdo pertenece al escuadrón de aurores. La chica está bien, no resultó una drogadicta ni una criminal, así que por ese lado podría decirse que estuvo mejor lejos de su madre.
- Hey - murmuro buscando sus ojos pues necesito que vea a alguien que no la ve como lo que ella describe, sino con respeto y admiración, tal vez incluso un poco de cariño - Es el cuento más viejo de todos, niños enfadados con sus padres por no hacer lo que ellos consideran correcto - comienzo desviando mis ojos solo por un momento para ver como las tazas de té se sirven a nuestro lado - Ven el resultado final, no el panorama... Desconozco las razones que tuviste en ese momento para hacer lo que hiciste, pero estoy seguro de que no fue por placer o simplemente porque lo quisieras - que he visto la discusión, al menos por momentos breves y Becca tiene razón... la niña tuvo todo lo que cualquier desea, un sitio en donde crecer con normalidad, comida y salud - No te culpes, Becca - intento calmarla limpiando las lágrimas con mi pulgar - No dejes que éste sea un golpe que te tire al suelo y allí te deje, hiciste lo correcto y saldrás adelante aferrada a esa idea.
Veo como tiemblan sus manos así que acerco una de las mías dubitativas para calmarla. Escucho lo que me dice sintiendo como se acelera mi corazón pues hay muchos datos que desconocía sobre ella en lo que me confía y debo procesar todos y cada uno de ellos. Así que tiene una hija la cual abandonó, conociendo por lo que tuvo que pasar no me sorprende mucho, así que intento buscar un contexto. Las imágenes de la discusión llegan a mi mente y puedo ver el rostro de una joven, en buen estado, y que si mal no recuerdo pertenece al escuadrón de aurores. La chica está bien, no resultó una drogadicta ni una criminal, así que por ese lado podría decirse que estuvo mejor lejos de su madre.
- Hey - murmuro buscando sus ojos pues necesito que vea a alguien que no la ve como lo que ella describe, sino con respeto y admiración, tal vez incluso un poco de cariño - Es el cuento más viejo de todos, niños enfadados con sus padres por no hacer lo que ellos consideran correcto - comienzo desviando mis ojos solo por un momento para ver como las tazas de té se sirven a nuestro lado - Ven el resultado final, no el panorama... Desconozco las razones que tuviste en ese momento para hacer lo que hiciste, pero estoy seguro de que no fue por placer o simplemente porque lo quisieras - que he visto la discusión, al menos por momentos breves y Becca tiene razón... la niña tuvo todo lo que cualquier desea, un sitio en donde crecer con normalidad, comida y salud - No te culpes, Becca - intento calmarla limpiando las lágrimas con mi pulgar - No dejes que éste sea un golpe que te tire al suelo y allí te deje, hiciste lo correcto y saldrás adelante aferrada a esa idea.
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¿Por qué? ¿Por qué después de todo este tiempo? ¿Qué hace una persona cubriendo mi mano con la suya, su mirada limpia de juicios? Con toda la ironía, entre las muchas ironías que suelen sucederse en mi vida como moneda corriente, de que sea un juez y que de ratos su descaro me lleve a recordar a alguien que me olvidó, solo para tener la certeza firme de que no se parecen en nada. Porque es alguien que encontró una señal, vaya a saberse cuál, que le dijo que tratara de ver en mí hasta hallar algo bueno, cuando todo lo bueno lo perdí hace tiempo, cansada de guardarlo dentro y protegerlo de los golpes, mezquinarlo para mí y con la esperanza de que llegaría alguien que lo descubriera. Eso bueno también lo abandoné, después de años se volvió una carga, lo arrojé entre toda la basura del norte y para cuando me enteré que estaba embarazada, ¿qué me quedaba para darle a ese bebé? Si hace mucho había renunciado a todo, si me había convencido, no, había asumido de una maldita vez que las cosas buenas no tardan en llegar para algunas personas, algunas no se la merecen y no le llegan nunca.
La vida no iba a darme nada, el mundo no iba a arrojarme un pedazo de suerte para que lo mastique entre dientes, no le importaba a nadie y quien me mirara dos veces no sería por ver algo en mí que pudiera apreciar, sino para ver qué podía conseguir de mí, que tanto podía usarme hasta hacerme a un lado. Y cuando entiendes eso, te entregas para que te usen, que recojan toda la mierda que quieran y se revuelquen en la mentira de creer que pudieron tomar algo de mí. Todo lo que he hecho en estos años es contar mentiras. Mi mirada nunca se rompió como en este momento, en el que como un espejo quebrado puede echar un vistazo a mis miserias si así quiere. Retiro ese engaño en los ojos que era el resentimiento, así puede ver en toda su crudeza mis miedos que mutaron a una bestia; para que ellos no me devoraran, me transformé en esto. —¿Cómo puedes decirme que hice lo correcto?— le pregunto, mi voz se atora en mi garganta y me agarro con fuerza de su mano al sentir que otra lágrima corre libre por mi rostro.
Lo suelto con brusquedad al levantarme de la banqueta, le doy la espalda al cubrirme la cara con los brazos y toda la angustia la suelto en una única violenta exhalación. —¡Dime que fue una mierda lo que hice! ¡Que fue atroz, que fue inhumano! ¡Dime que una madre no deja que su hija llore y pase hambre por días porque no soporta verla! ¡Dime que ninguna madre desea morirse cuando tiene un hijo!— grito tan alto como para que toda la cocina se llene de mi voz, que esta retumbe contra las paredes y perdure en mis oídos. —Porque era todo lo que quería hacer, te lo juro, lo único que quería hacer en ese momento era morirme. Porque también lo quise antes, quise hacerlo tantas veces, solo morirme sin entender por qué demonios seguía viva— lo escupo con tanta repugnancia hacia mí misma. Mi rostro me quema por las lágrimas que nunca quise que nadie viera, no entiendo por qué después de todo este tiempo hay alguien que pueda comportarse como un amigo conmigo. —Todas las personas, también las que alguna vez dijeron quererme, me han mirado siempre como si estuviera echada a perder. ¿Por qué no lo dices? No será nada que no me hayan dicho antes. ¿Por qué no me dices que soy una perra de corazón frío capaz de rechazar a su hija?— murmuro con la mueca de una sonrisa amarga, cierro mis párpados al contraerse todo mi rostro por el dolor y presiono mis palmas en mis sienes al no poder controlar que todo el pasado vuelva a ser escupido de mi boca, ¿cuándo podré olvidarlo?
La vida no iba a darme nada, el mundo no iba a arrojarme un pedazo de suerte para que lo mastique entre dientes, no le importaba a nadie y quien me mirara dos veces no sería por ver algo en mí que pudiera apreciar, sino para ver qué podía conseguir de mí, que tanto podía usarme hasta hacerme a un lado. Y cuando entiendes eso, te entregas para que te usen, que recojan toda la mierda que quieran y se revuelquen en la mentira de creer que pudieron tomar algo de mí. Todo lo que he hecho en estos años es contar mentiras. Mi mirada nunca se rompió como en este momento, en el que como un espejo quebrado puede echar un vistazo a mis miserias si así quiere. Retiro ese engaño en los ojos que era el resentimiento, así puede ver en toda su crudeza mis miedos que mutaron a una bestia; para que ellos no me devoraran, me transformé en esto. —¿Cómo puedes decirme que hice lo correcto?— le pregunto, mi voz se atora en mi garganta y me agarro con fuerza de su mano al sentir que otra lágrima corre libre por mi rostro.
Lo suelto con brusquedad al levantarme de la banqueta, le doy la espalda al cubrirme la cara con los brazos y toda la angustia la suelto en una única violenta exhalación. —¡Dime que fue una mierda lo que hice! ¡Que fue atroz, que fue inhumano! ¡Dime que una madre no deja que su hija llore y pase hambre por días porque no soporta verla! ¡Dime que ninguna madre desea morirse cuando tiene un hijo!— grito tan alto como para que toda la cocina se llene de mi voz, que esta retumbe contra las paredes y perdure en mis oídos. —Porque era todo lo que quería hacer, te lo juro, lo único que quería hacer en ese momento era morirme. Porque también lo quise antes, quise hacerlo tantas veces, solo morirme sin entender por qué demonios seguía viva— lo escupo con tanta repugnancia hacia mí misma. Mi rostro me quema por las lágrimas que nunca quise que nadie viera, no entiendo por qué después de todo este tiempo hay alguien que pueda comportarse como un amigo conmigo. —Todas las personas, también las que alguna vez dijeron quererme, me han mirado siempre como si estuviera echada a perder. ¿Por qué no lo dices? No será nada que no me hayan dicho antes. ¿Por qué no me dices que soy una perra de corazón frío capaz de rechazar a su hija?— murmuro con la mueca de una sonrisa amarga, cierro mis párpados al contraerse todo mi rostro por el dolor y presiono mis palmas en mis sienes al no poder controlar que todo el pasado vuelva a ser escupido de mi boca, ¿cuándo podré olvidarlo?
Quizás porque decirle que hizo lo correcto es lo correcto a decir, por confuso que suene. En realidad ignoro si es la forma más adecuada de levantarle el ánimo pues soy un inexperto en la materia que se presenta frente a mí. Pero estoy haciendo mi mejor esfuerzo, hablando desde el corazón como dicen los cursis, y eso me da la garantía de que es el camino a seguir. Pero se aparta dejándome con mis propias confusiones así que me tomo un segundo para beber un sorbo de té y que la fuerza de los ancestros británicos me den la fuerza para manejar la situación como un caballero. Ojalá hubiese un libro para ésto... Si hay uno que te dice cómo condenar a los que se acuestan con muggles o qué pena merecen aquellos que planean un asesinato ¿Por qué no hay uno sobre qué decir frente a mujeres que han pasado por el trauma del embarazo y luego dejado a sus hijos? Sé es un factor predisponente para muchas cosas, pues incuso en algunos sectores de las leyes hay cláusulas específicas que contemplan ese estado así que... Es complicado en muchos niveles, no hay forma de dar en el clavo.
-Lo que hiciste fue una mierda, atroz e inhumano - respondo al final de mala gana mientras me paro para ir hacia dónde está ella. Ahora comprendo mejor, pero no lo pongo en palabras porque un término tan mundano como "Depresión posparto" no puede aplicársele a alguien como Rebecca. El término fue investigado en mujeres normales que tenían hijos en condiciones óptimas antaño ¿Qué queda para una repudiada de la sociedad que se convirtió en mujer lobo y sufrió los maltratos de su familia durante la niñez? No, no merece ser insultada con una explicación tan sencilla.
Me recargo en la pared con los brazos cruzados y alzo las cejas con media sonrisa pues la última pregunta sí es sencilla de responder - Porque no lo creo, Becca, así de simple - soy honesto encogiéndome de hombros. Y así como ella me transmite su dolor desearía poder transmitirle también cómo me hace sentir... Porque lo que describe apesta de verdad, solo prueba del límite al que ha llegado y de verdad no quiero que siga en esa línea de pensamiento - La vida tiene etapas - comienzo acercándome para tomarla de los hombros y así dar pequeñas caricias en ellos, tiene que tranquilizarse sino Kida terminará llamando a los aurores por miedo - Algunas son una mierda en la que solo queremos morir, pero tú no lo hiciste, ya lo has superado... Estuviste en el fondo y saliste, lo cual es señal de que tienes más ovarios que cualquier otra persona que podría llegar a merecer vivir más - comienzo flexionando un poco mis rodillas para ponerme a su altura - El pasado no puede cambiarse, en tu caso fue terrible pero aquí estás con una profesión de la que deberías estar orgullosa, con chicos que te admiran e incluso te quieren- porque ese Santiago la ve como una madre, de verdad la adora y ojalá pudiera decirle cómo es que lo sé... Lo pude ver cuando me metí en su cabeza para encontrar la casa de la loba en el siete e incluso esos pocos segundos fueron suficientes para mostrarme algo de Becca que creí que jamás vería a través de otros ojos... Y que ahora, veo a través de los míos - Si fueras una perra de corazón frío no estarías aquí llorando al respecto, no te pongas tú misma en dónde te han encajado los demás... Eres mucho más que eso - continúo - No necesitas que lo demás te aprueben, el amor propio es lo único que alcanza... Y si eso no es suficiente... pues estoy seguro de que no soy el único idiota dispuesto a darte una dosis de vez en cuanto - termino con una sonrisa.
-Lo que hiciste fue una mierda, atroz e inhumano - respondo al final de mala gana mientras me paro para ir hacia dónde está ella. Ahora comprendo mejor, pero no lo pongo en palabras porque un término tan mundano como "Depresión posparto" no puede aplicársele a alguien como Rebecca. El término fue investigado en mujeres normales que tenían hijos en condiciones óptimas antaño ¿Qué queda para una repudiada de la sociedad que se convirtió en mujer lobo y sufrió los maltratos de su familia durante la niñez? No, no merece ser insultada con una explicación tan sencilla.
Me recargo en la pared con los brazos cruzados y alzo las cejas con media sonrisa pues la última pregunta sí es sencilla de responder - Porque no lo creo, Becca, así de simple - soy honesto encogiéndome de hombros. Y así como ella me transmite su dolor desearía poder transmitirle también cómo me hace sentir... Porque lo que describe apesta de verdad, solo prueba del límite al que ha llegado y de verdad no quiero que siga en esa línea de pensamiento - La vida tiene etapas - comienzo acercándome para tomarla de los hombros y así dar pequeñas caricias en ellos, tiene que tranquilizarse sino Kida terminará llamando a los aurores por miedo - Algunas son una mierda en la que solo queremos morir, pero tú no lo hiciste, ya lo has superado... Estuviste en el fondo y saliste, lo cual es señal de que tienes más ovarios que cualquier otra persona que podría llegar a merecer vivir más - comienzo flexionando un poco mis rodillas para ponerme a su altura - El pasado no puede cambiarse, en tu caso fue terrible pero aquí estás con una profesión de la que deberías estar orgullosa, con chicos que te admiran e incluso te quieren- porque ese Santiago la ve como una madre, de verdad la adora y ojalá pudiera decirle cómo es que lo sé... Lo pude ver cuando me metí en su cabeza para encontrar la casa de la loba en el siete e incluso esos pocos segundos fueron suficientes para mostrarme algo de Becca que creí que jamás vería a través de otros ojos... Y que ahora, veo a través de los míos - Si fueras una perra de corazón frío no estarías aquí llorando al respecto, no te pongas tú misma en dónde te han encajado los demás... Eres mucho más que eso - continúo - No necesitas que lo demás te aprueben, el amor propio es lo único que alcanza... Y si eso no es suficiente... pues estoy seguro de que no soy el único idiota dispuesto a darte una dosis de vez en cuanto - termino con una sonrisa.
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—Gracias— lo digo, logro que mi voz no tiemble como lo hace mi cuerpo entero, consigo que hasta mis ojos se tornen duros por el segundo en que puedo mentirle con la postura aprendida de quien no le duele las culpas que le echan a la cara. Se lo agradezco, por no salirse del guión que se impuso en mi vida, no conozco otro y no sabría cómo contestarle, aunque lo suyo no sea en realidad correrse del guión, sino decir palabras que llegan demasiado tarde, tan tarde para mí. Esta es la vida escrita para mí, lo poco que alguna vez pude anhelar llega tarde con sus palabras, solo una única persona que pudiera mirarme como algo más que un error que lastima a otros, vislumbrar un indicio de algo bueno, que no lo hiciera más que por la intención honesta de darme su amistad. Solo eso, nada más que eso. ¿Por qué sigo sin poder confiar? ¿Por qué lo miro como si no pudiera creer en nada de lo que dice y, aunque mis ojos se desbordan de un llanto contenido por años, evito su mirada? No quiero caer en la falsedad de alguien pueda entenderme y a la vez, soy víctima de todas mis carencias cuando dejo que estás me carcoman, yo necesito imperiosamente que diga, aunque sea una mentira, que me entiende.
No dudo de que Viktor tenga sus propios demonios torturadores, todos los tenemos, nos castigan sin descanso, y aun así no creo que pueda hacer carne del sentimiento que me mantenía susurrando en la oscuridad más absoluta de mi infierno, un llamado a mí misma para mantenerme viva, la repetición agónica de mi nombre, que buscaba los oídos de quien pudiera tirar de mi mano y sacarme de ese vacío negro, y cuando pasó, no lo hizo nadie. Fui yo misma, incorporándome del barro en el que me había sepultado, para responder a la voz de un hombre que llamaba a las bestias y eso es lo que soy, ¿no? Pensar que todo comenzó, la primera mentira, el primer error, la primera distancia con alguien que quería, para no hacerle daño… te lastimo, para salvarte de un daño mayor. Miro mis manos para encontrar las palmas surcadas de las cicatrices invisibles de las heridas que me infligí a mí misma al sostener la daga que hería a otros, desde mucho antes de que asesinar fuera mi trabajo.
—No quiero amor, no ese amor— musito con mi voz ahogada, —nunca fue lo que quise. Hubo hombres que me han dicho que me amaban porque decían conmoverse conmigo— cierro mis párpados al doblar mi boca en una sonrisa desganada, —y entonces se levantaban de la cama, me daban la espalda, soy tan fácil de dejar atrás, me olvidan…— la sonrisa cruzando mi cara se profundiza un poco más, resbala por el pozo de mi amargura. —Todas esas personas que dices que me siguen, que me quieren… se van, no sé si es porque les repugno, porque saben que hago daño o simplemente porque no tengo ningún valor para ellos—. Coloco mis manos donde siento las suyas sobre mis hombros, no lo hago para retirarlas, sino para encontrar un apoyo por unos segundos. —Todos esos chicos que trato de ayudar, soy yo misma, una y otra vez, soy yo tratando de salvarme a mí misma. Y en todos los casos, fracaso. Fracasé de la peor manera con la única chica que en verdad importaba— le di lo mejor y lo peor de mí, el más claro ejemplo en mi vida de que al alejar a una persona de mí puede tener una vida limpia de desdichas, las que hubiera conocido de quedarse conmigo. —El pasado no puede cambiarse, ni tampoco la persona que soy ahora, ni quiero hacerlo, porque me costó demasiado, demasiado, tener el coraje para volver a mirarme a los ojos en un espejo, de ser alguien que asuste a mis propios demonios. Aunque tu intento de ver algo bueno en mí llegue tarde, te lo agradezco…— abro mis párpados lentamente, me cuesta hacerlo por el peso de las lágrimas en mis pestañas. —Me hubiera gustado tener un amigo como tú antes, supongo que no era como debía ser. Tenía que terminar convertida en esto.
No dudo de que Viktor tenga sus propios demonios torturadores, todos los tenemos, nos castigan sin descanso, y aun así no creo que pueda hacer carne del sentimiento que me mantenía susurrando en la oscuridad más absoluta de mi infierno, un llamado a mí misma para mantenerme viva, la repetición agónica de mi nombre, que buscaba los oídos de quien pudiera tirar de mi mano y sacarme de ese vacío negro, y cuando pasó, no lo hizo nadie. Fui yo misma, incorporándome del barro en el que me había sepultado, para responder a la voz de un hombre que llamaba a las bestias y eso es lo que soy, ¿no? Pensar que todo comenzó, la primera mentira, el primer error, la primera distancia con alguien que quería, para no hacerle daño… te lastimo, para salvarte de un daño mayor. Miro mis manos para encontrar las palmas surcadas de las cicatrices invisibles de las heridas que me infligí a mí misma al sostener la daga que hería a otros, desde mucho antes de que asesinar fuera mi trabajo.
—No quiero amor, no ese amor— musito con mi voz ahogada, —nunca fue lo que quise. Hubo hombres que me han dicho que me amaban porque decían conmoverse conmigo— cierro mis párpados al doblar mi boca en una sonrisa desganada, —y entonces se levantaban de la cama, me daban la espalda, soy tan fácil de dejar atrás, me olvidan…— la sonrisa cruzando mi cara se profundiza un poco más, resbala por el pozo de mi amargura. —Todas esas personas que dices que me siguen, que me quieren… se van, no sé si es porque les repugno, porque saben que hago daño o simplemente porque no tengo ningún valor para ellos—. Coloco mis manos donde siento las suyas sobre mis hombros, no lo hago para retirarlas, sino para encontrar un apoyo por unos segundos. —Todos esos chicos que trato de ayudar, soy yo misma, una y otra vez, soy yo tratando de salvarme a mí misma. Y en todos los casos, fracaso. Fracasé de la peor manera con la única chica que en verdad importaba— le di lo mejor y lo peor de mí, el más claro ejemplo en mi vida de que al alejar a una persona de mí puede tener una vida limpia de desdichas, las que hubiera conocido de quedarse conmigo. —El pasado no puede cambiarse, ni tampoco la persona que soy ahora, ni quiero hacerlo, porque me costó demasiado, demasiado, tener el coraje para volver a mirarme a los ojos en un espejo, de ser alguien que asuste a mis propios demonios. Aunque tu intento de ver algo bueno en mí llegue tarde, te lo agradezco…— abro mis párpados lentamente, me cuesta hacerlo por el peso de las lágrimas en mis pestañas. —Me hubiera gustado tener un amigo como tú antes, supongo que no era como debía ser. Tenía que terminar convertida en esto.
Su sonrisa desganada encaja extrañamente en contexto con la mía cargada de diversión pues jamás pensé que me pararía en frente de una mujer a ofrecerle mi amor... Pero es mucho más complejo que algo romántico, porque sé que no podría cumplir con todas las expectativas que ella tendría y yo nunca terminaría completamente satisfecho, lo cual no quiere decir que quiero con todo mi corazón que esté de la mejor manera. Quizás siento este vínculo profundo porque fue la primer persona con la que me atreví a navegar en las mentes nuevamente, fue el primer pensamiento que me impactó desde el reinicio que tuvo mi vida y... ¿Cómo no vamos a tener un vínculo fuerte si cuando nos conocimos intentamos matarnos mutuamente? - Suerte que no soy la clase de hombre que deja a las mujeres solas por la mañana - bromeo haciendo fuerza con las mejillas para contener la risa que lucha por formarse en mi rostro. Aún no sé si la parte seria de la charla ha llegado a su fin, así que será mejor mantener mis bromas a raya.
Termina de hablar y me hundo en mis pensamientos por un momento, dejando que las palabras de su experiencia intenten adaptarse un poco a las mías. Para cuando termina de hablar, mis ojos están clavados en el suelo, pensativos, y tras unos segundos de silencio decido apartarme con pasos lentos y mordiéndome la lengua pues... Ni siquiera sé lo que estoy pensando, no sé si es una buena idea o si siquiera va a considerar aceptarla pero supongo que no pierdo nada con intentarlo - Lo único que pierdo diciendo ésto es mi imagen de indiferente a la vida frente a tí - murmuro llevando mi mano a la nuca para rascarme y hacer un último análisis rápido de mis futuras palabras antes de abrir la boca.
- Yo no fui un niño lastimado así que no puedo verme reflejado en los que sí lo están... Pero tenía un hermanito, Rowie, que nació squib y con síndrome de Down... Quizás era lo primero por lo segundo o lo segundo llevó a lo primero, no lo sé - cuento por primera vez acercándome a la mesada para tomar lo que queda del té allí - Él lo era todo para mí, cada vez que iba a la escuela contaba los minutos para saber cuánto faltaba para volver a casa con él - sigo con una sonrisa melancólica que dura unos segundos, lo suficiente para ubicarme nuevamente en el taburete, solo que esta vez con mis hombros colgando hacia adelante - Cuando las rebeliones comenzaron, las de los magos... - nuestro bando en ese entonces -... él no vio personas atacando su casa, no a brujos como sus padres... Así que intentó detenerlos corriendo hacia ellos, sin un plan o habilidades a su favor... Solo corrió esperando que eso fuera suficiente para que reinara la paz - mi voz suena cada vez más y más baja pero es el precio que pago para que no se note lo mucho que me quiebro al hablar de éstas cosas - Murió ese día en el fuego cruzado - finalizo con un tono más grave. Aprovecho el silencio momentáneo para tragar saliva - Él es el niño que no pude salvar así que puede que también busque una forma de compensar eso - termino la idea.
Con el timing perfecto, veo la cabeza pelirroja de Kida asomarse y le dedico una sonrisa y estiro mi mano para que venga aquí con nosotros. La muchacha se acerca con sus dificultades y mira a la loba con desconfianza, hasta que llega a mi altura y se abraza a mi brazo como si eso fuera a darle alguna clase de protección frente a ella... Lo sé porque leo sus pensamientos, su cabeza es otra a la que me he atrevido a entrar sin miedo - Kida... ¿Puedes contarle a Rebecca cómo la pasas aquí? - pregunto mirándola de reojo - La verdad - le aseguro con un asentimiento de cabeza.
La historia empieza a salir de los labios de la joven que por edad ya debería ser una adolescente, pero que por la terrible infancia que ha tenido se ha visto atrapada en ese período. Comienza por cosas sencillas hasta que se va entusiasmando con otras y tengo que darle unas palmadas con una sonrisa para que no exagere pues estoy seguro de que Becca no encontrará tan atrayente la tarde que pasamos evaluando las abdominales de los actores del momento - El punto es... - la interrumpo pues dudo que termine algún día si le damos rienda suelta- El punto es que nunca es tarde para corregir esos errores, salvar a quienes creamos que hay que salvar o al menos intentarlo... Porque ésto - nos señalo a ambos - puede salir terriblemente mal, y los sé... Pero aunque tenga un final trágico no me arrepentiré de haberlo intentado siquiera, porque es lo que me trae paz. Tú no deberías rendirte tampoco, sigue tu instinto, y ahora tienes un juez amigo que puede darte una mano - finalizo con un suspiro - Si vas a reportarme... Supongo que no me quedará más remedio que huir.
Termina de hablar y me hundo en mis pensamientos por un momento, dejando que las palabras de su experiencia intenten adaptarse un poco a las mías. Para cuando termina de hablar, mis ojos están clavados en el suelo, pensativos, y tras unos segundos de silencio decido apartarme con pasos lentos y mordiéndome la lengua pues... Ni siquiera sé lo que estoy pensando, no sé si es una buena idea o si siquiera va a considerar aceptarla pero supongo que no pierdo nada con intentarlo - Lo único que pierdo diciendo ésto es mi imagen de indiferente a la vida frente a tí - murmuro llevando mi mano a la nuca para rascarme y hacer un último análisis rápido de mis futuras palabras antes de abrir la boca.
- Yo no fui un niño lastimado así que no puedo verme reflejado en los que sí lo están... Pero tenía un hermanito, Rowie, que nació squib y con síndrome de Down... Quizás era lo primero por lo segundo o lo segundo llevó a lo primero, no lo sé - cuento por primera vez acercándome a la mesada para tomar lo que queda del té allí - Él lo era todo para mí, cada vez que iba a la escuela contaba los minutos para saber cuánto faltaba para volver a casa con él - sigo con una sonrisa melancólica que dura unos segundos, lo suficiente para ubicarme nuevamente en el taburete, solo que esta vez con mis hombros colgando hacia adelante - Cuando las rebeliones comenzaron, las de los magos... - nuestro bando en ese entonces -... él no vio personas atacando su casa, no a brujos como sus padres... Así que intentó detenerlos corriendo hacia ellos, sin un plan o habilidades a su favor... Solo corrió esperando que eso fuera suficiente para que reinara la paz - mi voz suena cada vez más y más baja pero es el precio que pago para que no se note lo mucho que me quiebro al hablar de éstas cosas - Murió ese día en el fuego cruzado - finalizo con un tono más grave. Aprovecho el silencio momentáneo para tragar saliva - Él es el niño que no pude salvar así que puede que también busque una forma de compensar eso - termino la idea.
Con el timing perfecto, veo la cabeza pelirroja de Kida asomarse y le dedico una sonrisa y estiro mi mano para que venga aquí con nosotros. La muchacha se acerca con sus dificultades y mira a la loba con desconfianza, hasta que llega a mi altura y se abraza a mi brazo como si eso fuera a darle alguna clase de protección frente a ella... Lo sé porque leo sus pensamientos, su cabeza es otra a la que me he atrevido a entrar sin miedo - Kida... ¿Puedes contarle a Rebecca cómo la pasas aquí? - pregunto mirándola de reojo - La verdad - le aseguro con un asentimiento de cabeza.
La historia empieza a salir de los labios de la joven que por edad ya debería ser una adolescente, pero que por la terrible infancia que ha tenido se ha visto atrapada en ese período. Comienza por cosas sencillas hasta que se va entusiasmando con otras y tengo que darle unas palmadas con una sonrisa para que no exagere pues estoy seguro de que Becca no encontrará tan atrayente la tarde que pasamos evaluando las abdominales de los actores del momento - El punto es... - la interrumpo pues dudo que termine algún día si le damos rienda suelta- El punto es que nunca es tarde para corregir esos errores, salvar a quienes creamos que hay que salvar o al menos intentarlo... Porque ésto - nos señalo a ambos - puede salir terriblemente mal, y los sé... Pero aunque tenga un final trágico no me arrepentiré de haberlo intentado siquiera, porque es lo que me trae paz. Tú no deberías rendirte tampoco, sigue tu instinto, y ahora tienes un juez amigo que puede darte una mano - finalizo con un suspiro - Si vas a reportarme... Supongo que no me quedará más remedio que huir.
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Me asusta, demasiado, me asusta abrirme a una persona para mostrarle toda la oscuridad, los demonios entre la basura, que me atormentan. Me asusta aún más que esa persona quiera abrirse conmigo, que quiera dar un paseo por sus propios rincones porque es irresponsable, es un peligro dejarme entrar. Nunca lo he hecho bien cuando alguien me dejó echar un vistazo, me han sacado a patadas en más de una ocasión. ¿Por qué todavía duele tanto? ¿Dónde está la cura prometida del olvido que no llega? Lo escucho hablar de su hermano menor, puedo verlo todo con claridad cuando cierro los ojos, recuerdo mi propio miedo de niña, el que me paralizaba en una esquina en la que trataba de esconderme porque todo lo que sucedía delante de mis ojos me sobrepasaba, temblaba entonces como el conejo marrón que solía tener escondido en mi habitación y al que me abrazaba cuando cubría mis rodillas con una manta. Éramos criaturas frágiles en un mundo violento.
Entonces nos transformamos en esto, en quien hace daño y no pestañea cuando los latidos de una persona se van extinguiendo. Escucho el relato de su esclava con el silencio como distancia, puedo verla como es, otra criatura lastimada. No le haría daño, recuerdo haberle dicho a Viktor que él tampoco lo hiciera, porque era una presa vulnerable y si bien he asesinado a sangre fría, no he caído aun en el sadismo. Cuando la veo protegida por el brazo del hombre, comprendo que ese instinto de pararse delante del débil también está presente en él. Es a la vez, una debilidad propia como debe ser, por eso lo esconde y lo hace su secreto. —El juez eres tú, Viktor— es lo que digo finalmente, mi voz relajada pese al sinceramiento peligroso al que acabamos de someternos. —No yo— mis brazos se cruzan al frente de mi atuendo, —yo voy detrás de los nombres que me dan para que persiga y el tuyo no me lo han dado— explico, es mi manera de decirle que no revelaré su secreto. —Cuida de que no me den tu nombre, Viktor— se lo pido, no disimulo la nota de ruego en mi tono. —¿Esta es tu forma de redimirte? ¿Cuál de todas? ¿Apoyando esclavos, atendiendo enfermos, cuidando de una niña? Dime qué es lo que estás tratando de hacer, qué camino es el que quieres seguir, entonces trataré de no cruzarme en él porque si lo hago... si lo hago como jefa del escuadrón licántropo, estarás en problemas. Lo sabes.
Entonces nos transformamos en esto, en quien hace daño y no pestañea cuando los latidos de una persona se van extinguiendo. Escucho el relato de su esclava con el silencio como distancia, puedo verla como es, otra criatura lastimada. No le haría daño, recuerdo haberle dicho a Viktor que él tampoco lo hiciera, porque era una presa vulnerable y si bien he asesinado a sangre fría, no he caído aun en el sadismo. Cuando la veo protegida por el brazo del hombre, comprendo que ese instinto de pararse delante del débil también está presente en él. Es a la vez, una debilidad propia como debe ser, por eso lo esconde y lo hace su secreto. —El juez eres tú, Viktor— es lo que digo finalmente, mi voz relajada pese al sinceramiento peligroso al que acabamos de someternos. —No yo— mis brazos se cruzan al frente de mi atuendo, —yo voy detrás de los nombres que me dan para que persiga y el tuyo no me lo han dado— explico, es mi manera de decirle que no revelaré su secreto. —Cuida de que no me den tu nombre, Viktor— se lo pido, no disimulo la nota de ruego en mi tono. —¿Esta es tu forma de redimirte? ¿Cuál de todas? ¿Apoyando esclavos, atendiendo enfermos, cuidando de una niña? Dime qué es lo que estás tratando de hacer, qué camino es el que quieres seguir, entonces trataré de no cruzarme en él porque si lo hago... si lo hago como jefa del escuadrón licántropo, estarás en problemas. Lo sabes.
Hago un asentimiento con mi cabeza a modo de agradecimiento y vuelvo a respirar con tranquilidad pues sus palabras me dan la garantía que necesito para seguir viviendo como lo estoy haciendo desde hace algunos meses ya. Puede que ella no sea jueza, pero hay un colega que quizás me tenga vigilado por una situación que vio dentro de la casa. Quiero creer que podré callarlo con sexo, o que seré lo suficientemente inteligente como para desvirtuar la idea que se formó en su mente hasta que lo considere algo sin importancia... Vengo trabajando en ello y hasta el momento no ha habido problemas, pero debo ser discreto y trabajar de la mejor manera en un ámbito que hasta ahora había considerado una maldición y no un arma a mi favor como lo es la legeremancia.
- No te preocupes... Soy Viktor Carstairs ¿De verdad crees que el ministerio puede con mi ingenio? - intento restarle importancia al asunto con media sonrisa. No van a atraparme, no pueden hacerlo porque voy un paso delante y para cuando la idea cruce por sus mentes ya habré hecho tres acciones que demuestren mi lealtad hacia Magnar. O al menos eso creo, eso espero, así como espero que la gota de miedo que recorre mi cuerpo no se note en mi voz al intentar tranquilizarla.
- Seguiré el camino al que la vida me lleve - respondo al final dando un beso de buenas noches a Kida en la coronilla antes de responder a su pregunta de si puede ir a su habitación. Espero que la esclava salga de la habitación antes de continuar - No necesariamente alzaré una bandera y atravesaré un campo de batalla - aunque últimamente me ha pasado y mucho, pero intentaré que ya no más - El sistema ha creado a un Viktor que creía que la única forma de sobrevivir era manteniendo las relaciones personales al margen, concentrándose en el trabajo y nada más pero ¿Sabes qué? Mi acto de rebeldía será dejar que las emociones fluyan, no limitarme a vivir como ellos lo quieren... Sino encariñarme con una esclava y tratarla bien sin que eso importe, si un día me pide que ayude a otros como ella y creo que es lo correcto, lo haré - sigo encogiéndome de hombros - Te he dado la información para destruirme, no se me ocurre mayor muestra de amistad - quizás es lo más estúpido que he hecho en mi vida pero si abrirme de ésta manera es lo que ella necesita para saber que puede contar conmigo cuando y dónde quiera, pues que así sea - El cambio empezó desde hace tiempo... Pero creo que he llegado al punto de aceptarlo - termino levantándome del taburete para caminar fuera de la cocina y hacer una seña para que me siga - Cuando nos conocimos te dije que yo no voy a citas... Y ahora creo que incluso me estoy enamorando de alguien - sonrío de solo pensar lo ridículo que parece en mí - Aún estoy en período de negación, ya sabes, intentando buscar otras personas pero... Está pasando - vuelvo a encogerme de hombros - Y eso está bien... ¿Quieres darte un baño? Puedo dejarte mi cama para descansar también, o compartirla... Entran hasta cinco personas, está comprobado.
- No te preocupes... Soy Viktor Carstairs ¿De verdad crees que el ministerio puede con mi ingenio? - intento restarle importancia al asunto con media sonrisa. No van a atraparme, no pueden hacerlo porque voy un paso delante y para cuando la idea cruce por sus mentes ya habré hecho tres acciones que demuestren mi lealtad hacia Magnar. O al menos eso creo, eso espero, así como espero que la gota de miedo que recorre mi cuerpo no se note en mi voz al intentar tranquilizarla.
- Seguiré el camino al que la vida me lleve - respondo al final dando un beso de buenas noches a Kida en la coronilla antes de responder a su pregunta de si puede ir a su habitación. Espero que la esclava salga de la habitación antes de continuar - No necesariamente alzaré una bandera y atravesaré un campo de batalla - aunque últimamente me ha pasado y mucho, pero intentaré que ya no más - El sistema ha creado a un Viktor que creía que la única forma de sobrevivir era manteniendo las relaciones personales al margen, concentrándose en el trabajo y nada más pero ¿Sabes qué? Mi acto de rebeldía será dejar que las emociones fluyan, no limitarme a vivir como ellos lo quieren... Sino encariñarme con una esclava y tratarla bien sin que eso importe, si un día me pide que ayude a otros como ella y creo que es lo correcto, lo haré - sigo encogiéndome de hombros - Te he dado la información para destruirme, no se me ocurre mayor muestra de amistad - quizás es lo más estúpido que he hecho en mi vida pero si abrirme de ésta manera es lo que ella necesita para saber que puede contar conmigo cuando y dónde quiera, pues que así sea - El cambio empezó desde hace tiempo... Pero creo que he llegado al punto de aceptarlo - termino levantándome del taburete para caminar fuera de la cocina y hacer una seña para que me siga - Cuando nos conocimos te dije que yo no voy a citas... Y ahora creo que incluso me estoy enamorando de alguien - sonrío de solo pensar lo ridículo que parece en mí - Aún estoy en período de negación, ya sabes, intentando buscar otras personas pero... Está pasando - vuelvo a encogerme de hombros - Y eso está bien... ¿Quieres darte un baño? Puedo dejarte mi cama para descansar también, o compartirla... Entran hasta cinco personas, está comprobado.
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—Tienes que tener cuidado con ese pensamiento, Viktor— lo prevengo con una preocupación honesta hacia él, acompaño a mis palabras con un suspiro. —No eres el primer hombre inteligente que ha confiado excesivamente en su inteligente al hacer cara al ministerio… que ha demostrado de sobra que le importa poco los nombres y las astucias para matar si así lo tienen que hacer— no lo digo nada que no sepa, sus ojos han visto más de cerca que los míos los cambios que hubo en la silla principal del ministerio. —Cualquier hombre, por inteligente que sea, nunca es más inteligente que la muerte cuando ya tiene su nombre escrita en una tarjeta— se lo digo de una manera que para mí es más clara, si bien al decirla suena sacada de alguna de las páginas que he pasado mi vida leyendo y releyendo. —Y yo solo cumplo órdenes.
Mi sonrisa es auténtica al escuchar su conclusión. «Donde la vida nos lleve», que frase tan a la deriva, llena de caminos sinuosos y destinos imposibles de ver con anticipación. Porque ayer dije que hoy estaría en otro lugar, hoy no me arriesgo a tal apuesta, mañana quién sabe dónde estaré. Espero a que la muchacha se retire para continuar con nuestra conversación, de hecho, no para seguir hablando sino para hacer algo que no lo haría nunca delante de ninguna otra persona, y puesto que yo sé un secreto que podría condenar a Viktor sin un juicio, no creo que se arriesgue a decir por fuera de estas paredes que lo he abrazado en su cocina como respuesta a su ofrecimiento, mi mentón apoyado en su hombro. —Me da miedo preguntar si la persona de la que te has enamorado soy yo— bromeo cerca de su oído, —puesto que nunca ha ocurrido en toda mi vida, lo descartaré y sin riesgo de darte ilusiones, en verdad te agradezco que hagas algo como ser un amigo para mí— me separo de su cuerpo unos centímetros para poder sostener su mejilla con mi palma.
—¿Por qué lo haces? No, no contestes. Lo tomaré como que el karma ha decidido darme un poco de paz, tal vez algo peor se venga pronto— me río con una única, triste carcajada. Me acerco a sus labios para dejar un beso suave. —Esta noche no, quizás otra. Demasiada intimidad para una vez— la sonrisa está fuera de tono con mis ojos aún enrojecidos, esos que parecen hielo manchado de sangre. Lo miro con una disculpa grabada en ellos, por todo. Por no poder ser en este punto de mi vida la persona que pueda responder a su amistad como se merece, porque no hay vuelta atrás, he caminado demasiado, recorrido un trecho muy largo para llegar hasta aquí, pero por un momento, luego de tan larga noche, después de todas las miserias, dejo que sea Annie quien abrace y se sujete a él con todas sus fuerzas en una despedida, antes de darme la vuelta para irme.
Mi sonrisa es auténtica al escuchar su conclusión. «Donde la vida nos lleve», que frase tan a la deriva, llena de caminos sinuosos y destinos imposibles de ver con anticipación. Porque ayer dije que hoy estaría en otro lugar, hoy no me arriesgo a tal apuesta, mañana quién sabe dónde estaré. Espero a que la muchacha se retire para continuar con nuestra conversación, de hecho, no para seguir hablando sino para hacer algo que no lo haría nunca delante de ninguna otra persona, y puesto que yo sé un secreto que podría condenar a Viktor sin un juicio, no creo que se arriesgue a decir por fuera de estas paredes que lo he abrazado en su cocina como respuesta a su ofrecimiento, mi mentón apoyado en su hombro. —Me da miedo preguntar si la persona de la que te has enamorado soy yo— bromeo cerca de su oído, —puesto que nunca ha ocurrido en toda mi vida, lo descartaré y sin riesgo de darte ilusiones, en verdad te agradezco que hagas algo como ser un amigo para mí— me separo de su cuerpo unos centímetros para poder sostener su mejilla con mi palma.
—¿Por qué lo haces? No, no contestes. Lo tomaré como que el karma ha decidido darme un poco de paz, tal vez algo peor se venga pronto— me río con una única, triste carcajada. Me acerco a sus labios para dejar un beso suave. —Esta noche no, quizás otra. Demasiada intimidad para una vez— la sonrisa está fuera de tono con mis ojos aún enrojecidos, esos que parecen hielo manchado de sangre. Lo miro con una disculpa grabada en ellos, por todo. Por no poder ser en este punto de mi vida la persona que pueda responder a su amistad como se merece, porque no hay vuelta atrás, he caminado demasiado, recorrido un trecho muy largo para llegar hasta aquí, pero por un momento, luego de tan larga noche, después de todas las miserias, dejo que sea Annie quien abrace y se sujete a él con todas sus fuerzas en una despedida, antes de darme la vuelta para irme.
Sé que es un riesgo pero espero que ser quien mira las tarjetas antes de que salgan impresas sirva de algo en éste caso. La justicia está frente a mis ojos todos los días, los archivos, las pruebas, todo a mi alcance... Y no solo eso, sino que puedo acceder a las mentes y, además, camuflarme entre las personas gracias a mi metamorfomagia. Yo no quiero controlar al mundo, simplemente vivir como se me de la gana y creo que tengo las herramientas para hacerlo - Me encargaré de que las cosas no se salgan de control, y si algún día lo hacen... Me aseguraré de que la tarjeta caiga en manos de cualquiera, menos las tuyas - que una cosa es duelear a muerte estando uno de los dos drogado, pero hacerlo de verdad y ahora no creo que sea tan sencillo.
Apoyo mi mejilla contra su cabeza cuando me abraza y me tomo la libertad de dar algunas caricias en su espalda en lo que dura el contacto - Creo que sí me estoy enamorando un poco de tí... De tu personalidad, tu fortaleza - comienzo con el ceño fruncido - Pero no - la tranquilizo entre risas - Se llama James - cuento con una sonrisa justo cuando se aparta para tomar mi mejilla. Intento mantenerme serio, pero no puedo, y justamente es por eso que creo que me estoy enamorando de él.
Abro la boca para responder cuando me interrumpe y me uno a su carcajada pese a que es un punto de vista bastante sombrío el que propone. Pero ella es así, supongo, y en realidad no sería extraño que algo malo venga para los dos considerando las aguas que estoy comenzando a navegar - Algún día voy a devolverte el beso, Becca, y estarás perdida - bromeo con ella tras lograr desparalizarme de la posición en la que me deja.
Tomo su rostro con mis manos y doy algunas caricias con mis pulgares. De verdad espero que al llegar a casa esos ojos no sigan llorando, sino pueda descansar en paz y despierte mañana como la loba poderosa que es - Mi cama disponible para cuando lo necesites ¿O es la casa lo que se ofrece? Perdón... Sabes que soy nuevo en ésto de las amistades - ofrezco con una sonrisa y ésta vez yo acerco mis labios para dar un beso de despedida y dejarla ir temporalmente pues algo me dice que sus visitas serán más frecuentes de ahora en más.
Apoyo mi mejilla contra su cabeza cuando me abraza y me tomo la libertad de dar algunas caricias en su espalda en lo que dura el contacto - Creo que sí me estoy enamorando un poco de tí... De tu personalidad, tu fortaleza - comienzo con el ceño fruncido - Pero no - la tranquilizo entre risas - Se llama James - cuento con una sonrisa justo cuando se aparta para tomar mi mejilla. Intento mantenerme serio, pero no puedo, y justamente es por eso que creo que me estoy enamorando de él.
Abro la boca para responder cuando me interrumpe y me uno a su carcajada pese a que es un punto de vista bastante sombrío el que propone. Pero ella es así, supongo, y en realidad no sería extraño que algo malo venga para los dos considerando las aguas que estoy comenzando a navegar - Algún día voy a devolverte el beso, Becca, y estarás perdida - bromeo con ella tras lograr desparalizarme de la posición en la que me deja.
Tomo su rostro con mis manos y doy algunas caricias con mis pulgares. De verdad espero que al llegar a casa esos ojos no sigan llorando, sino pueda descansar en paz y despierte mañana como la loba poderosa que es - Mi cama disponible para cuando lo necesites ¿O es la casa lo que se ofrece? Perdón... Sabes que soy nuevo en ésto de las amistades - ofrezco con una sonrisa y ésta vez yo acerco mis labios para dar un beso de despedida y dejarla ir temporalmente pues algo me dice que sus visitas serán más frecuentes de ahora en más.
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