OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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¿De verdad era la única que lo conocía allí? ¿Y qué se supone que tenía que hacer? Cruzó los brazos bajo el pecho, caminando en dirección a la supuesta vivienda que había tomado después del abandono de sus propietarios. Encontrar a los recién llegados no era complicado, y el registro de entrada y salida que se estaba llevando a cabo había surtía efecto. Al menos no tuvo que preguntar por ahí por un tipo más bien solitario que, posiblemente, daba un nombre diferente cada vez que hablaba.
Los ojos de la veela recorriendo las casas que se erguían a ambas lados de la calle; todas ellas rústicas, y muchas abandonadas habiendo dejado incluso la puerta abierta. Era absurdo; les ofrecían una alternativa, un lugar en el que poder seguir viviendo como siempre, usando la magia si así lo deseaban pero compartiendo con el resto, no siendo superiores a nadie, trabajando como siempre. Mas preferían irse de allí, posiblemente por miedo a las represalias. Chasqueó la lengua, dejando ir todo el aire de sus pulmones y bajando las cejas con cansancio. Ni siquiera sabía que podía hacer allí; había aplicado leyes, las había mandado a ejecutar, pero la rubia nunca estuvo demasiado interesada en el desarrollo de éstas, en el espíritu que en las mismas residía. Cesó en su caminar cuando llegó hasta la vivienda indicada, observándola con detenimiento antes de dirigirse hacia la puerta de la misma. Algo simple. Ella misma ni siquiera había decidido donde quedarse puesto que lo eligieron en su lugar, tampoco tenía lugar quejarse teniendo en cuenta la provisionalidad que podría tener la misma.
Sus nudillos chocaron contra la puerta, esperando pacientemente al otro lado de la misma, tamborileando con los dedos en su antebrazo. Inclinó su cuerpo hacia la derecha y entrecerró los ojos en un intento de ver algo del interior desde aquella ventana. — Dressler — llamó al hombre por su nombre, volviendo a golpear la puerta con algo más de insistencia. Tenía demasiadas cosas que hacer, además de preferir pasar su ‘tiempo libre’ con sus sobrinos o Ben, como para tener que estar allí parada. La diestra viajó hasta su bolsillo, tanteando la varita durante unos segundos. No era educado y sabía que no debía hacerlo. — Sé que eres un amable vecino que no dejaría a nadie esperando frente a su puerta — volvió a hablar mientras alejaba la mano de la varita.
Los ojos de la veela recorriendo las casas que se erguían a ambas lados de la calle; todas ellas rústicas, y muchas abandonadas habiendo dejado incluso la puerta abierta. Era absurdo; les ofrecían una alternativa, un lugar en el que poder seguir viviendo como siempre, usando la magia si así lo deseaban pero compartiendo con el resto, no siendo superiores a nadie, trabajando como siempre. Mas preferían irse de allí, posiblemente por miedo a las represalias. Chasqueó la lengua, dejando ir todo el aire de sus pulmones y bajando las cejas con cansancio. Ni siquiera sabía que podía hacer allí; había aplicado leyes, las había mandado a ejecutar, pero la rubia nunca estuvo demasiado interesada en el desarrollo de éstas, en el espíritu que en las mismas residía. Cesó en su caminar cuando llegó hasta la vivienda indicada, observándola con detenimiento antes de dirigirse hacia la puerta de la misma. Algo simple. Ella misma ni siquiera había decidido donde quedarse puesto que lo eligieron en su lugar, tampoco tenía lugar quejarse teniendo en cuenta la provisionalidad que podría tener la misma.
Sus nudillos chocaron contra la puerta, esperando pacientemente al otro lado de la misma, tamborileando con los dedos en su antebrazo. Inclinó su cuerpo hacia la derecha y entrecerró los ojos en un intento de ver algo del interior desde aquella ventana. — Dressler — llamó al hombre por su nombre, volviendo a golpear la puerta con algo más de insistencia. Tenía demasiadas cosas que hacer, además de preferir pasar su ‘tiempo libre’ con sus sobrinos o Ben, como para tener que estar allí parada. La diestra viajó hasta su bolsillo, tanteando la varita durante unos segundos. No era educado y sabía que no debía hacerlo. — Sé que eres un amable vecino que no dejaría a nadie esperando frente a su puerta — volvió a hablar mientras alejaba la mano de la varita.
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Es el séptimo baño que me doy en el día, quizás es ridículo pero hasta hace poco no tenía la oportunidad de hacerlo así que ¿Cómo dejar pasar la oportunidad? Estos pequeños detalles son los que me ayudan a ver el lado positivo de lo conseguido, más allá de que si el propósito inicial se cumple o no al final del día. Por eso recién cuando salgo del baño escucho los llamados de quien creo que es Arianne. Me apresuro a secarme y me pongo unos jeans para salir a atender. Es curioso poder tomarme ésta libertad... Sin tomar una escopeta y mirar por la mirilla antes de abrir la puerta.
- No me digas que aquí también somos vecinos - digo como si me estuviese quejando mientras me seco la espalda y el cabello - Estaba ocupado y no esperaba visitas - me defiendo antes de que pueda decir algo más y hago una seña con la cabeza para que pase a mi humilde morada... Creo que no puedo hacer ésto desde que tengo como 20 años, un sitio fijo en dónde mis invitados puedan tomar asiento e incluso pueda ofrecerles algo de beber. Porque los Rogers me han dejado un par de cosas, algo que les agradezco de corazón pues no sé como habría comenzado mi vida aquí de tener que comenzar de cero.
Lanzo la toalla sobre uno de los sofá y me acerco hasta el refrigerador para tomar una botella de agua y dos vasos - Aún no tengo nada más fuerte que ofrecer pero planeo mejorar eso en los próximos días - bromeo con una sonrisa - ¿Qué te trae por aquí? - pregunto pues no la veo desde la improvisada reunión que hubo poco después de la batalla... Aún no puedo captar las ideas que salieron de ahí, eso me pasa por ir medio muerto.
- No me digas que aquí también somos vecinos - digo como si me estuviese quejando mientras me seco la espalda y el cabello - Estaba ocupado y no esperaba visitas - me defiendo antes de que pueda decir algo más y hago una seña con la cabeza para que pase a mi humilde morada... Creo que no puedo hacer ésto desde que tengo como 20 años, un sitio fijo en dónde mis invitados puedan tomar asiento e incluso pueda ofrecerles algo de beber. Porque los Rogers me han dejado un par de cosas, algo que les agradezco de corazón pues no sé como habría comenzado mi vida aquí de tener que comenzar de cero.
Lanzo la toalla sobre uno de los sofá y me acerco hasta el refrigerador para tomar una botella de agua y dos vasos - Aún no tengo nada más fuerte que ofrecer pero planeo mejorar eso en los próximos días - bromeo con una sonrisa - ¿Qué te trae por aquí? - pregunto pues no la veo desde la improvisada reunión que hubo poco después de la batalla... Aún no puedo captar las ideas que salieron de ahí, eso me pasa por ir medio muerto.
Tamborileó con los dedos contra su pierna, esperando con impaciencia a que la puerta se abriera. Hasta que lo hizo. Y vaya si lo hizo. Frunció el ceño, recorriéndolo, sin pudor alguno, de pies a cabeza. Acabando por cruzar los brazos bajo el pecho antes de mirar hacia ambos lados de la calle. — No sé si sería capaz de soportar tener que verte cada día con estas pintas —. Chasqueó la lengua, esquivándolo para internarse al interior de la vivienda. Bastante cómoda y arreglada, tenía que decirlo. Caminó hasta el sofá más cercano, dejándose caer sobre éste y acomodando sobre sus piernas uno de los cojines cercanos. — Es bonita — comentó refiriéndose a la casa, permitiéndose esbozar una amable sonrisa.
Lo cierto era que solo habían coincidido en tres ocasiones. Fue su primer contacto con otra persona; llegando incluso a sentir la suficiente confianza como para decirle que se había convertido en una veela. El que despertó ciertos recuerdos que parecía haber bloqueado. En la segunda le dijo su nombre bajo unas circunstancias en las que ni siquiera podía decir que hubiera sido ella misma. Y la tercera… era la que la llevaba hasta allí. Alzó la mirada en su dirección, bajándola hasta la toalla que dejó caer en otro de los sofás. — La próxima vez traeré una como regalo de bienvenida — bromeó cruzando las piernas y apoyando las manos sobre el cojín que aún sostenía.
Sonrió, acomodándose. — Vengo a ofrecerte un lugar dentro del Consejo — habló directamente, no dando rodeos ni andándose con explicaciones o estupideces. — Coincidimos en algunos de los puntos que se debatieron en la reunión por lo que creen que tienes cierto criterio o conocimiento de causa. Soy la única que sabe que existes y, aunque te quería solo para mí, no puedo negar que puedes ser algo más útil — frunció los labios, encogiéndose de hombros antes de volver a hablar. — Y, al parecer, faltan adultos confiables. ¿Eres un adulto confiable? — preguntó, inquisitiva, fijando sus ojos claros en los contrarios.
Lo cierto era que solo habían coincidido en tres ocasiones. Fue su primer contacto con otra persona; llegando incluso a sentir la suficiente confianza como para decirle que se había convertido en una veela. El que despertó ciertos recuerdos que parecía haber bloqueado. En la segunda le dijo su nombre bajo unas circunstancias en las que ni siquiera podía decir que hubiera sido ella misma. Y la tercera… era la que la llevaba hasta allí. Alzó la mirada en su dirección, bajándola hasta la toalla que dejó caer en otro de los sofás. — La próxima vez traeré una como regalo de bienvenida — bromeó cruzando las piernas y apoyando las manos sobre el cojín que aún sostenía.
Sonrió, acomodándose. — Vengo a ofrecerte un lugar dentro del Consejo — habló directamente, no dando rodeos ni andándose con explicaciones o estupideces. — Coincidimos en algunos de los puntos que se debatieron en la reunión por lo que creen que tienes cierto criterio o conocimiento de causa. Soy la única que sabe que existes y, aunque te quería solo para mí, no puedo negar que puedes ser algo más útil — frunció los labios, encogiéndose de hombros antes de volver a hablar. — Y, al parecer, faltan adultos confiables. ¿Eres un adulto confiable? — preguntó, inquisitiva, fijando sus ojos claros en los contrarios.
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Sonrío pues vaya que va a tener que verme así si piensa mudarse cerca. Voy a hacer todo lo que no pude, eso puedo firmarlo en cualquier sitio, desde salir a recoger el periódico en pijama hasta ponerme a plantar flores en el jardín con la camiseta a modo de pañuelo en la cabeza - ¿Qué puedo decir? No extraño el frío del norte - respondo con una sonrisa sin intenciones de buscar una camiseta para cubrirme. Anda que tampoco soy uno de esos rebeldes puro músculo, así que en realidad no hay nada que pueda esconder - Muchas gracias - agradezco al cumplido de mi nueva casa sin poder evitar echarle el millonésimo vistazo desde que estoy aquí, sí que es bonita.
-Todos los regalos son bienvenidos - respondo alzando las manos y tomando asiento en uno de los lugares libres. Pero no me da tiempo a relajarme pues la bomba que lanza hace que me quede con la botella a medio abrir y el ceño tan fruncido como mis músculos me lo permiten - ¿Yo? - pregunto incrédulo. Deben haberse quedado sin opciones... Y honestamente, creí que eran una especie de secta satánica a la que nadie entraba.
Sí coincidimos en algunas cosas en la reunión, una a la que no debería haber asistido en primer lugar, pero de ahí a formar parte de algo como eso... Sí debo admitir que podría aportar mucho con mi conocimiento del pasado, además de que la historia y la política van de la mano pero ellos no saben eso, no saben quién soy ni cuáles son mis habilidades - Soy un adulto pero aún no sé si puedo confiar en ustedes, y la confianza es recíproca- que hasta ahora ni siquiera sabía que debía incluirla a ella en ese grupo de gente golpeada por la vida - ¿De qué va todo ésto? - pregunto pues si bien en la reunión dieron una leve introducción de lo que sería, no puedo comprender mi papel - No estoy diciendo que sí... Demonios que no digo que sí, pero... ¿Cuál sería mi rol?
-Todos los regalos son bienvenidos - respondo alzando las manos y tomando asiento en uno de los lugares libres. Pero no me da tiempo a relajarme pues la bomba que lanza hace que me quede con la botella a medio abrir y el ceño tan fruncido como mis músculos me lo permiten - ¿Yo? - pregunto incrédulo. Deben haberse quedado sin opciones... Y honestamente, creí que eran una especie de secta satánica a la que nadie entraba.
Sí coincidimos en algunas cosas en la reunión, una a la que no debería haber asistido en primer lugar, pero de ahí a formar parte de algo como eso... Sí debo admitir que podría aportar mucho con mi conocimiento del pasado, además de que la historia y la política van de la mano pero ellos no saben eso, no saben quién soy ni cuáles son mis habilidades - Soy un adulto pero aún no sé si puedo confiar en ustedes, y la confianza es recíproca- que hasta ahora ni siquiera sabía que debía incluirla a ella en ese grupo de gente golpeada por la vida - ¿De qué va todo ésto? - pregunto pues si bien en la reunión dieron una leve introducción de lo que sería, no puedo comprender mi papel - No estoy diciendo que sí... Demonios que no digo que sí, pero... ¿Cuál sería mi rol?
Chasqueó la lengua. No es que le interesara ni fuera a llamarle la atención verlo descamisado la mayor parte del día, ni siquiera se había mudado excesivamente cerca como para tener que hacerlo, pero se compadecía de los que fueren sus vecinos. Tampoco quería tener a Benedict todo el día sin camiseta paseando por casa, mucho menos tener que ver a alguien ajeno a sus intereses. Suspiró, estirando los dedos en torno al cojín. — El invierno ataca a todos los distritos, no es como si hiciera distinciones por sangre — contestó rodando los ojos pero acabando por asentir con la cabeza. Si se ponían de acuerdo era probable que tuvieran que pasar cierto tiempo en compañía del otro; al menos si consentía la segunda petición que le haría. Lo que realmente supondría un favor más que una obligación.
Los adultos eran, supuestamente, los que darían algo de estabilidad al Consejo; los que habían vivido tales situaciones que los colocaba en un lugar de conocimiento. O al menos eso parecía. Todos tenían un tema del que ocuparse, un punto fuerte del que estaban dotados de experiencia. Pero, ¿cuál era el suyo? En realidad estaba allí para descubrirlo y tener la facultad de ubicarlo en uno de ellos ya que era la única que lo ‘conocía’. Inclinó su cuerpo al frente para quitarle la botella de agua y terminar de destaparla, llenando ambos vasos de agua antes de dejarla al lado de éstos. — La confianza es algo débil — contestó tomando el vaso y resguardándolo entre ambas manos. — Nadie puede confiar ciegamente en los demás, pero podemos aprovecharnos los unos de los otros antes de que ésta se rompa —. Tomó aire por la boca, golpeteándose los incisivos con la lengua hasta acabar por soltar una respiración cansada.
— Llamémoslo nuestra pequeña república — bromeó esbozando una ladeada sonrisa y llevándose el vaso a los labios. Bebiendo apenas un ápice para volver a apoyarlo entre las manos. — Si queremos romper con las reglas de Aminoff debemos de establecer unas propias. Unas que marquen la diferencia, que hagan que las personas quieran estar aquí y crear una comunidad que deseen defender — anunció recorriendo con el pulgar el borde del vaso, manteniendo la mirada fija en él mientras hablaba. Inclinó la cabeza hacia un lado; le gustaban las personas que hablaban directamente y sin tapujos, que no se andaban con rodeos. — No voy a ofrecerte un puesto sin saber a qué te dedicabas antes de acabar aquí, sería un poco irresponsable ofrecerte la parte económica si ni siquiera sabes sumar, ¿no crees? — inquirió, tratando de ser natural y cercana con él. — Lo que me lleva a una pregunta personal que no tienes que contestar con demasiados datos sobre tu pasado, sólo con los que consideres que se ajustan a la misma — aseguró. A nadie le gustaba hablar de su pasado ni de cómo habían llegado hasta allí, a otros les gustaba presumir de ello. Él no parecía del segundo grupo. — ¿A qué te dedicabas antes de llegar aquí? ¿Qué se te daba bien o te hacía sentir útil? — preguntó con voz calma. A veces las personas se ocupaban mejor de los asuntos que les gustaban que de los que eran útiles, y también a la inversa. — Que sea legal, por favor — apostilló a modo de advertencia.
Los adultos eran, supuestamente, los que darían algo de estabilidad al Consejo; los que habían vivido tales situaciones que los colocaba en un lugar de conocimiento. O al menos eso parecía. Todos tenían un tema del que ocuparse, un punto fuerte del que estaban dotados de experiencia. Pero, ¿cuál era el suyo? En realidad estaba allí para descubrirlo y tener la facultad de ubicarlo en uno de ellos ya que era la única que lo ‘conocía’. Inclinó su cuerpo al frente para quitarle la botella de agua y terminar de destaparla, llenando ambos vasos de agua antes de dejarla al lado de éstos. — La confianza es algo débil — contestó tomando el vaso y resguardándolo entre ambas manos. — Nadie puede confiar ciegamente en los demás, pero podemos aprovecharnos los unos de los otros antes de que ésta se rompa —. Tomó aire por la boca, golpeteándose los incisivos con la lengua hasta acabar por soltar una respiración cansada.
— Llamémoslo nuestra pequeña república — bromeó esbozando una ladeada sonrisa y llevándose el vaso a los labios. Bebiendo apenas un ápice para volver a apoyarlo entre las manos. — Si queremos romper con las reglas de Aminoff debemos de establecer unas propias. Unas que marquen la diferencia, que hagan que las personas quieran estar aquí y crear una comunidad que deseen defender — anunció recorriendo con el pulgar el borde del vaso, manteniendo la mirada fija en él mientras hablaba. Inclinó la cabeza hacia un lado; le gustaban las personas que hablaban directamente y sin tapujos, que no se andaban con rodeos. — No voy a ofrecerte un puesto sin saber a qué te dedicabas antes de acabar aquí, sería un poco irresponsable ofrecerte la parte económica si ni siquiera sabes sumar, ¿no crees? — inquirió, tratando de ser natural y cercana con él. — Lo que me lleva a una pregunta personal que no tienes que contestar con demasiados datos sobre tu pasado, sólo con los que consideres que se ajustan a la misma — aseguró. A nadie le gustaba hablar de su pasado ni de cómo habían llegado hasta allí, a otros les gustaba presumir de ello. Él no parecía del segundo grupo. — ¿A qué te dedicabas antes de llegar aquí? ¿Qué se te daba bien o te hacía sentir útil? — preguntó con voz calma. A veces las personas se ocupaban mejor de los asuntos que les gustaban que de los que eran útiles, y también a la inversa. — Que sea legal, por favor — apostilló a modo de advertencia.
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Me encojo de hombros porque no puede negarme que el invierno es más frío... Aunque ¿Hace cuánto que pasea por las calles de los distritos que llamo hogar desde hace años? Porque en los últimos casi 20 años ha habido eneros en los que era imposible salir afuera y claro que no había ningún medio para calentarse como lo tengo en ésta casa ¡Incluso hay una cocina con hornallas! Mis vecinos pueden estar seguros de que los invitaré a comer algo en los próximos días... Arianne no está invitada, claro está, ya que se solo viene a mi casa a rodar los ojos.
Alzo las cejas pues bonita definición de confianza tiene y si lo que busca es que me una al círculo no lo está haciendo para nada bien. Podría decirse que tengo confianza en una sola persona viva sobre la faz de la tierra ahora mismo, y ese es Adam, a quien conozco desde hace años, así que para hacerlo con ellos deberían pasar muchas batallas más.
Dejo que hable, procesando cada una de sus palabras mientras clavo mis ojos en el vaso de agua que tengo entre mis manos. Lo que dice tiene sentido, es el modo correcto de actuar, pero para hacer eso necesitan gente preparada y no creo que un montón de personas que estuvieron toda su vida aislados de la sociedad sean las personas correctas para manejarlo.
No digo nada, solo me levanto de mi lugar y voy hasta la silla en donde tengo mis tres prendas locas de ropa y me pongo una camisa. Esta no va a ser una conversación casual así que necesito estar más... ¿Presentable? Es increíble como las cosas se han puesto serias de un momento a otro siendo que pensaba que esto solo era una visita casual - Era profesor de historia - respondo serio, aún sin comprender del todo ésto - En el norte no era una profesión muy requerida así que tuve que dedicarme a robar, lo que hacemos todos - porque que nadie me venga a decir que tiene su historial limpio, es imposible - Y mis padres eran médicos, mis padres adoptivos... Así que algo de eso sé - no sé por qué se lo estoy contando - Podría ayudar, pero serían unos estúpidos por confiar en mí... No me conocen, podría ser un psicópata o robarme el dinero de las arcas como todo buen político.
Alzo las cejas pues bonita definición de confianza tiene y si lo que busca es que me una al círculo no lo está haciendo para nada bien. Podría decirse que tengo confianza en una sola persona viva sobre la faz de la tierra ahora mismo, y ese es Adam, a quien conozco desde hace años, así que para hacerlo con ellos deberían pasar muchas batallas más.
Dejo que hable, procesando cada una de sus palabras mientras clavo mis ojos en el vaso de agua que tengo entre mis manos. Lo que dice tiene sentido, es el modo correcto de actuar, pero para hacer eso necesitan gente preparada y no creo que un montón de personas que estuvieron toda su vida aislados de la sociedad sean las personas correctas para manejarlo.
No digo nada, solo me levanto de mi lugar y voy hasta la silla en donde tengo mis tres prendas locas de ropa y me pongo una camisa. Esta no va a ser una conversación casual así que necesito estar más... ¿Presentable? Es increíble como las cosas se han puesto serias de un momento a otro siendo que pensaba que esto solo era una visita casual - Era profesor de historia - respondo serio, aún sin comprender del todo ésto - En el norte no era una profesión muy requerida así que tuve que dedicarme a robar, lo que hacemos todos - porque que nadie me venga a decir que tiene su historial limpio, es imposible - Y mis padres eran médicos, mis padres adoptivos... Así que algo de eso sé - no sé por qué se lo estoy contando - Podría ayudar, pero serían unos estúpidos por confiar en mí... No me conocen, podría ser un psicópata o robarme el dinero de las arcas como todo buen político.
Permaneció en silencio, observando su reacción a su propuesta, además de preguntas. No le gustaba andarse por las ramas, había demasiadas cosas que hacer como para andar dando rodeos en algo como aquello. Dudaba que otra persona viniera a su casa a hablar con él, a tratar de convencerlo de que pusiera también su granito de arena, pero tampoco lo presionaría. Todos tenían derecho a unos días de calma después de todo lo que habían tenido que sufrir; disfrutar, aunque solo fuera momentáneamente, de lo que se ganaron a pulso. Pero la ‘paz’ era algo delicado por la que tendrían que seguir luchando. Todos juntos.
Arqueó ambas cejas, dejando que sus azules ojos lo siguieran hasta que acabó poniéndose una camisa, lo cual provocó que los labios de la veela se elevaran sutilmente. No lo conocía lo más mínimo pero, al menos, sabía identificar el tipo de conversaciones con las que se podía enfrentar. Bebió de su vaso, inclinándose al frente para depositarlo sobre la mesa pero alzando la mirada en su dirección cuando volvió a escuchar su voz. — Profesor de historia… — susurró, arrugando los labios y asintiendo ligeramente con la cabeza, inmersa en sus pensamientos mientras escuchaba todo lo que tenía que decir a su proposición.
Otro adoptado. Allí era donde se juntaban todos los abandonados por sus padres; todos aquellos que habían sido no solo menospreciados por el mundo sino, también, por aquellas personas que les dieron la vida. No los que les proporcionaron una, sino los que los trajeron al mundo. — De acuerdo — contestó. — Podrías ser un importante apoyo en el área médica, aportarle a Whiteley aquellos conocimientos que no se pueden adquirir únicamente por la vía de la práctica —. Las de la veela sonaron lentas, quizás hasta arrastradas conforme surgían de sus labios. — Pero creo que tu lugar está en educación. ¿Cuántas personas, dentro de éste círculo, han crecido dentro del sistema educativo y lo conocen? — preguntó con un ligero arqueo de cejas, permitiéndose señalarlo a él y luego a sí misma con el mismo dedo. Otros provenían del Capitolio pero no tenían la suficiente edad como para haber trabajado con el mismo o conocerlo a fondo, ¿quién mejor que una persona que habría tenido, incluso, que elaborar una programación didáctica para sus alumnos? — Creo que lo harías bien, y todo el peso no recaería sobre tus hombros. Un Consejo conlleva el debate de las medidas a llevar a la práctica. Nadie tiene la palabra suprema —. O al menos esperaba que así fuera; si no lo era… la veela sería la primera en oponerse a ello.
Suspiró. — Dressler — llamó con tranquilidad, apoyando el codo sobre el reposabrazos del sofá y la mejilla contra la palma de la mano. — Aquí nadie es político ni hay dinero que robar — dijo en primera instancia, encogiéndose de hombros —. Estoy ofreciéndote un puesto desde el que puedas ayudar a que éste sitio se convierta en un modelo que todos quieran apoyar. En un sitio estable para nosotros… y los que puedan venir de fuera — insinuó en la misma posición, deslizando los dedos por su mejilla con calma.
Arqueó ambas cejas, dejando que sus azules ojos lo siguieran hasta que acabó poniéndose una camisa, lo cual provocó que los labios de la veela se elevaran sutilmente. No lo conocía lo más mínimo pero, al menos, sabía identificar el tipo de conversaciones con las que se podía enfrentar. Bebió de su vaso, inclinándose al frente para depositarlo sobre la mesa pero alzando la mirada en su dirección cuando volvió a escuchar su voz. — Profesor de historia… — susurró, arrugando los labios y asintiendo ligeramente con la cabeza, inmersa en sus pensamientos mientras escuchaba todo lo que tenía que decir a su proposición.
Otro adoptado. Allí era donde se juntaban todos los abandonados por sus padres; todos aquellos que habían sido no solo menospreciados por el mundo sino, también, por aquellas personas que les dieron la vida. No los que les proporcionaron una, sino los que los trajeron al mundo. — De acuerdo — contestó. — Podrías ser un importante apoyo en el área médica, aportarle a Whiteley aquellos conocimientos que no se pueden adquirir únicamente por la vía de la práctica —. Las de la veela sonaron lentas, quizás hasta arrastradas conforme surgían de sus labios. — Pero creo que tu lugar está en educación. ¿Cuántas personas, dentro de éste círculo, han crecido dentro del sistema educativo y lo conocen? — preguntó con un ligero arqueo de cejas, permitiéndose señalarlo a él y luego a sí misma con el mismo dedo. Otros provenían del Capitolio pero no tenían la suficiente edad como para haber trabajado con el mismo o conocerlo a fondo, ¿quién mejor que una persona que habría tenido, incluso, que elaborar una programación didáctica para sus alumnos? — Creo que lo harías bien, y todo el peso no recaería sobre tus hombros. Un Consejo conlleva el debate de las medidas a llevar a la práctica. Nadie tiene la palabra suprema —. O al menos esperaba que así fuera; si no lo era… la veela sería la primera en oponerse a ello.
Suspiró. — Dressler — llamó con tranquilidad, apoyando el codo sobre el reposabrazos del sofá y la mejilla contra la palma de la mano. — Aquí nadie es político ni hay dinero que robar — dijo en primera instancia, encogiéndose de hombros —. Estoy ofreciéndote un puesto desde el que puedas ayudar a que éste sitio se convierta en un modelo que todos quieran apoyar. En un sitio estable para nosotros… y los que puedan venir de fuera — insinuó en la misma posición, deslizando los dedos por su mejilla con calma.
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Nunca creí que pasaría de un minuto a otro de ser un hombre que planeaba relajarse unos días hasta conseguir un empleo en un negocio en las plantaciones a ser un hombre estresado con una propuesta de trabajo que de aceptar afectaría al distrito entero. No digo nada pues estoy procesando todo lentamente, podría ayudar a la mujer que dice con las cosas de medicina e incluso pedirle a Adam que trabaje en conjunto con ella... Pero no puedo meter mucha mano ahí pues escucharía a mis padres llamándome sinvergüenza a cada palabra. Ellos querían que fuera médico, quizás eso me habría servido más en el norte, pero no podía seguir con la tradición familiar, necesitaba mi propia identidad aunque al final significó decepcionarlos.
-Entonces debo idear un sistema de educación que abarque los temas más importantes éstos días tanto para personas sin magia como para los magos - en ésto último necesitaré ayuda pues lo único que sé de magia es eso que Sigrid me ha mostrado o las personas con las que me he cruzado en el norte - Puedo hacer eso... - creo que personalmente me gusta la idea, podría por fin ejercer de eso que quería y además ayudar a las personas sin involucrarme directamente en la guerra. De ambos lados, no importa la sangre que corra por tus venas, se piensa que la educación es importante.
Sigo sin levantar la vista en su dirección pues el entusiasmo me está venciendo por un momento y las ideas empiezan a llegar a mi mente, todas esas clases que pensé en mi juventud y nunca pude dar... Es como un sueño, tanto que al final sonrío con nostalgia - Gracias - murmuro aunque no espero que comprenda lo que ésto significa para mí - La pequeña pelirroja es una política, deberían escucharla, porque del otro lado si hay personas con traje y en algún momento tendrán que derrotarlos con la mente - sugiero encogiéndome de hombros. El bando rebelde ya ha demostrado que es más fuerte en fuerza... Pero dudo que sean tan estúpidos como para venir a enfrentarnos de la misma manera, siendo que ya ganamos la primera vez - De acuerdo, me comprometo a ayudar en lo que esté a mi mano que tenga que ver con la educación - termino aceptando tendiéndole la mano para cerrar el trato - Pero necesito ver en dónde y con quién voy a trabajar... ¡Oh! Y todos esos que estuvieron luchando, también los quiero en clase... Incluso Kendrick, porque la pluma es más fuerte que la espada - termino con el índice en alto.
-Entonces debo idear un sistema de educación que abarque los temas más importantes éstos días tanto para personas sin magia como para los magos - en ésto último necesitaré ayuda pues lo único que sé de magia es eso que Sigrid me ha mostrado o las personas con las que me he cruzado en el norte - Puedo hacer eso... - creo que personalmente me gusta la idea, podría por fin ejercer de eso que quería y además ayudar a las personas sin involucrarme directamente en la guerra. De ambos lados, no importa la sangre que corra por tus venas, se piensa que la educación es importante.
Sigo sin levantar la vista en su dirección pues el entusiasmo me está venciendo por un momento y las ideas empiezan a llegar a mi mente, todas esas clases que pensé en mi juventud y nunca pude dar... Es como un sueño, tanto que al final sonrío con nostalgia - Gracias - murmuro aunque no espero que comprenda lo que ésto significa para mí - La pequeña pelirroja es una política, deberían escucharla, porque del otro lado si hay personas con traje y en algún momento tendrán que derrotarlos con la mente - sugiero encogiéndome de hombros. El bando rebelde ya ha demostrado que es más fuerte en fuerza... Pero dudo que sean tan estúpidos como para venir a enfrentarnos de la misma manera, siendo que ya ganamos la primera vez - De acuerdo, me comprometo a ayudar en lo que esté a mi mano que tenga que ver con la educación - termino aceptando tendiéndole la mano para cerrar el trato - Pero necesito ver en dónde y con quién voy a trabajar... ¡Oh! Y todos esos que estuvieron luchando, también los quiero en clase... Incluso Kendrick, porque la pluma es más fuerte que la espada - termino con el índice en alto.
Asintió lentamente con la cabeza, tamborileando con los dedos contra su mejilla y permaneciendo con sus ojos prendidos de él durante los escasos segundos en los que el silencio fue lo único que hizo acto de presencia entre ambos. Era directa, no tenían mucho tiempo que perder y ya podría tener otro momento para ejercer de vecina ejemplar que llamara a su puerta con un pastel de manzana. Porque sabía hacerlos de sobra. Una diminuta sonrisa apareció en sus labios, permaneciendo callada y solo examinando sus expresiones tanto cuando hablaba como cuando callaba. Una de las cosas buenas que había sacado de tantos años trabajando en el Wizengamot era aprender a leer a las personas; no todos hablaban y, en ocasiones, un gesto decía mucho más que un elaborado y prefabricado discurso. — Historia, ética… lo importante es prevenir, con datos, que algo como esto pueda volver a pasar. Hacerles aprender los errores del pasado para que no vuelvan a cometerlos en el futuro; educarlos en una adecuada convivencia inclusiva — contestó volviendo a su postura inicial. También incluiría otras materias, pero quería dejar claras aquellas que necesitaban necesariamente estar presentes en el proyecto.
Volvió a tomar el vaso, bebiendo con suma lentitud pero permitiéndose arquear ambas cejas. — ¿Hero Niniadis? — preguntó aun a sabiendas de que sabía de sobra que se estaba refiriendo a ella. Se encogió de hombros, prefiriendo guardar silencio sobre su opinión respecto a ella. Podía haber vivido toda su vida en el Capitolio, rodeada de políticos y de las ideas de su familia, pero no dejaba de ser una niña. ¿Cuántos años tenía? Quizás la edad no importaba demasiado para tener una opinión y exteriorizarla, pero ella no sabía demasiado del mundo que la rodeaba y solo había decidido comenzar a pensar cuando se vió traicionada por ‘su sangre’. Meneó la cabeza, saliendo de su ensimismamiento para inclinarse al frente y estrechar su mano. — Sabes que no puedes romper una promesa cerrada con una veela, ¿verdad? — se burló soltando su mano con diversión. — Dicen que no nos gusta que nos rechacen ni que nos traicionen — sonrió de medio lado cruzando los brazos bajo el pecho.
Todavía existían muchas cosas que desconocía sobre su raza; pocas eran las veelas completas con las que se había cruzado hasta el momento, y la información escrita en los libros podía quedarse corta ante lo desconocido. Prensó los labios con diversión. — ¿Crees que tengo algún tipo de poder dentro del Consejo? — preguntó, sin poder evitar acabar riendo — Es algo que tendrás que proponer en la siguiente reunión, pero tendrás mi voto si se somete a votación — aseguró acompañando sus palabras con un gesto de pulgar arriba — Y se me olvidaba… — susurró chasqueando la lengua contrariada, quizás prefería ocuparse de algún área médica en su tiempo libre, pero no perdía nada. — Te necesito para elaborar un plan de reintegración humana —. No era un quiero, o un te pido; más bien una necesidad. Era el único humano que conocía, y que encima parecía tener algo de capacidad como para poder ser su apoyo en aquel ámbito.
Volvió a tomar el vaso, bebiendo con suma lentitud pero permitiéndose arquear ambas cejas. — ¿Hero Niniadis? — preguntó aun a sabiendas de que sabía de sobra que se estaba refiriendo a ella. Se encogió de hombros, prefiriendo guardar silencio sobre su opinión respecto a ella. Podía haber vivido toda su vida en el Capitolio, rodeada de políticos y de las ideas de su familia, pero no dejaba de ser una niña. ¿Cuántos años tenía? Quizás la edad no importaba demasiado para tener una opinión y exteriorizarla, pero ella no sabía demasiado del mundo que la rodeaba y solo había decidido comenzar a pensar cuando se vió traicionada por ‘su sangre’. Meneó la cabeza, saliendo de su ensimismamiento para inclinarse al frente y estrechar su mano. — Sabes que no puedes romper una promesa cerrada con una veela, ¿verdad? — se burló soltando su mano con diversión. — Dicen que no nos gusta que nos rechacen ni que nos traicionen — sonrió de medio lado cruzando los brazos bajo el pecho.
Todavía existían muchas cosas que desconocía sobre su raza; pocas eran las veelas completas con las que se había cruzado hasta el momento, y la información escrita en los libros podía quedarse corta ante lo desconocido. Prensó los labios con diversión. — ¿Crees que tengo algún tipo de poder dentro del Consejo? — preguntó, sin poder evitar acabar riendo — Es algo que tendrás que proponer en la siguiente reunión, pero tendrás mi voto si se somete a votación — aseguró acompañando sus palabras con un gesto de pulgar arriba — Y se me olvidaba… — susurró chasqueando la lengua contrariada, quizás prefería ocuparse de algún área médica en su tiempo libre, pero no perdía nada. — Te necesito para elaborar un plan de reintegración humana —. No era un quiero, o un te pido; más bien una necesidad. Era el único humano que conocía, y que encima parecía tener algo de capacidad como para poder ser su apoyo en aquel ámbito.
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Intento no hacerlo pero al final se me escapa una pequeña carcajada al escuchar la palabra "ética" saliendo de sus labios. Rápidamente niego con la cabeza para que continúe hablando pues dar mi opinión lo único que lograría es sumergirnos en una discusión sin respuesta que podría durar horas y horas... Pero de verdad ¿Ética en éste mundo? Creo que la falta de ella es la que mantuvo vivos a la mayoría, no se puede aplicar tal ciencia cuando todo el tiempo están las vidas el riesgo. Es dilema tras dilema y dudo que alguna cabeza tolere las ideas de antiguos filósofos para tomar las decisiones sin explotar el primer día.
- La última planificación que armé la hice ignorando el sonido de los juegos en la televisión de fondo pero lo que uno aprende queda guardado... Así que me pondré a trabajar en ello - admito primero y garantizo luego. Necesito suministros, en primer lugar una computadora con la que trabajar pues la mía ha quedado descartada desde el encuentro con Weynart y Kavalier. Vaya, ahora hasta conozco el nombre de mis adversarios y resulta que uno de ellos incluso es un vecino también. El mundo es pañuelo.
Estiro mi mano para tendérsela y luego sonrío con su amenaza encubierta. Hasta ahora solo he roto una sola promesa en toda mi vida y esa fue haberle prometido a Jen cuando la tuve por primera vez en mis brazos que jamás la dejaría sola - Tampoco les gusta llamar antes de presentarse en las casas por lo que me han dicho - bromeo con una sonrisa y luego asiento como señal de que voy a tomarme en serio éste trabajo - No te preocupes, haré mi mejor trabajo siempre y cuando tu prometas que no usarás tus poderes de veela sobre mí ¿De acuerdo? Porque de no estar seguro de que puedo lograrlo, dudaría de que estuvieses manipulándome para hacerlo - dejo salir con las cejas en alto. Tiene el poder para eso ¿No? De jugar con la mente de los hombres.
Me encojo de hombros porque la verdad no tengo idea ni de quién es el encargado de comprar el pan en ese consejo, pero supongo que de ahora en más tendré que conocerlos a todos hasta integrarme... Creo que Arianne es una forastera como yo, así que no sé si su voto me servirá de algo, pero mierda que esos niños van a odiarme como todos buenos adolescentes a su profesor... Con cariño.
Pero el asunto no termina allí pues lanza otra bomba que me hace caer de nuevo al asiento quedando en la mitad de mi intento por levantarme e invitarla a retirarse - Disculpa ¿Qué? - pregunto acercando mi cabeza como si eso fuese a ayudarme a escuchar mejor - ¿Reintegrar humanos? ¿Tu no eras una jueza que los condenaba?- y los que fuimos afortunados de escapar no la pasamos muy bien tampoco - Supongo que podrías comenzar por "Como patearle las bolas a un mago 101" o "Rompiendo varitas en dos simples pasos" abierto a la interpretación... - dejo salir entre risas pues me pesca por sorpresa - Debo pensar eso, de verdad... Pues como humano déjame decirte que no sé si quiero tu ayuda para eso, preferiría lograrlo solo, quizás los demás también - murmuro a continuación - Tenemos tiempo ¿Cierto?
- La última planificación que armé la hice ignorando el sonido de los juegos en la televisión de fondo pero lo que uno aprende queda guardado... Así que me pondré a trabajar en ello - admito primero y garantizo luego. Necesito suministros, en primer lugar una computadora con la que trabajar pues la mía ha quedado descartada desde el encuentro con Weynart y Kavalier. Vaya, ahora hasta conozco el nombre de mis adversarios y resulta que uno de ellos incluso es un vecino también. El mundo es pañuelo.
Estiro mi mano para tendérsela y luego sonrío con su amenaza encubierta. Hasta ahora solo he roto una sola promesa en toda mi vida y esa fue haberle prometido a Jen cuando la tuve por primera vez en mis brazos que jamás la dejaría sola - Tampoco les gusta llamar antes de presentarse en las casas por lo que me han dicho - bromeo con una sonrisa y luego asiento como señal de que voy a tomarme en serio éste trabajo - No te preocupes, haré mi mejor trabajo siempre y cuando tu prometas que no usarás tus poderes de veela sobre mí ¿De acuerdo? Porque de no estar seguro de que puedo lograrlo, dudaría de que estuvieses manipulándome para hacerlo - dejo salir con las cejas en alto. Tiene el poder para eso ¿No? De jugar con la mente de los hombres.
Me encojo de hombros porque la verdad no tengo idea ni de quién es el encargado de comprar el pan en ese consejo, pero supongo que de ahora en más tendré que conocerlos a todos hasta integrarme... Creo que Arianne es una forastera como yo, así que no sé si su voto me servirá de algo, pero mierda que esos niños van a odiarme como todos buenos adolescentes a su profesor... Con cariño.
Pero el asunto no termina allí pues lanza otra bomba que me hace caer de nuevo al asiento quedando en la mitad de mi intento por levantarme e invitarla a retirarse - Disculpa ¿Qué? - pregunto acercando mi cabeza como si eso fuese a ayudarme a escuchar mejor - ¿Reintegrar humanos? ¿Tu no eras una jueza que los condenaba?- y los que fuimos afortunados de escapar no la pasamos muy bien tampoco - Supongo que podrías comenzar por "Como patearle las bolas a un mago 101" o "Rompiendo varitas en dos simples pasos" abierto a la interpretación... - dejo salir entre risas pues me pesca por sorpresa - Debo pensar eso, de verdad... Pues como humano déjame decirte que no sé si quiero tu ayuda para eso, preferiría lograrlo solo, quizás los demás también - murmuro a continuación - Tenemos tiempo ¿Cierto?
Lo escuchó con interés, no dejando que escapara ninguna de las palabras que pronunciara. Había aprendido, a base de errores, que lo más importante de mantener una conversación con otra persona era mantener intacta la atención que les prestaba a los mismos, no captando solo el mensaje principal de sus palabras, sino teniendo especial cuidado en las reacciones, gestos y coletillas que podía incorporar. Ella, por su parte, siempre habló lo justo y necesario, en aquellos meses era cuando su lengua había comenzado a desenredarse, causando cierto caos cuando no conseguía mantenerla a salvo en determinadas ocasiones. No sabía si estaba volviendo a ser ella misma o era la impulsividad que le proporcionaba su nuevo ser lo que trataba de abrirse un lugar a pasos agigantados.
— De acuerdo, si necesitas cualquier cosa podemos tratar de conseguirlo. Seguro que hay materiales en alguna de las naves o en las casas que han sido abandonadas — contestó con serenidad, prefiriendo no pensar demasiado en cómo armó la última planificación educativa que tuvo el honor de llevar a cabo. No entraba entre sus conocimientos las lecciones lectivas por lo que no haría ningún comentario más enfocado al mismo; ahora estaba en sus manos, lo último que haría la veela en relación al tema sería comunicar al Consejo que aquella área acababa de ser cubierta por alguien que, por suerte, disponía de ciertos conocimientos. Soltó su mano, no pudiendo esconder la sonrisa divertida que curvó sus labios. No tenía una explicación, pero su compañía se le hacía, en cierto modo, divertida y liviana. Recogió la mano, cruzando las piernas y dejando que ambas acabaran apoyadas sobre la rodilla. — Soy una veela con educación — se quejó con diversión, apoyando la espalda contra el respaldo del sofá y adoptando una posición algo más cómoda. Asintió con la cabeza, concediéndole lo que acababa de pedirle. Tampoco tenía un mayor interés en manipularlo, ¿qué conseguía con ello?
Pero su posición cómoda no iba a durar demasiado tiempo, no después de la propuesta que acababa de hacerle, mucho menos tras su respuesta. Una que había barajado entre sus opciones pero parecía molestar mucho más escucharlo en palabras de otro. Cruzó los brazos bajo su pecho, volviendo a erguirse. — También ayudé a otras personas, me molesta profundamente que todos piensen en la figura del juez como aquel que se dedica única y exclusivamente a condenar humanos. Siento romper tu burbuja de odio, pero no es así — contestó con un tono más cortante, permaneciendo seria mientras pronunciaba aquello, tratando de contenerse por no rodar los ojos. Sentía que debía de dar explicaciones a todo el mundo. Había cubierto casos de maltrato, lesiones, robos, agresiones sexuales… pero todos le señalaban lo negativo de la que fue su profesión. No estaba orgullosa de algunas de las cosas que tuvo que hacer, que las malas pesaban más que las buenas, pero era exasperante. — Me han pedido que me ocupe de ello para poder redactarlo en concordancia con el resto de normativa; como sabes no soy humana y tampoco he pasado por lo mismo que vosotros, no sé lo que queréis ni como lo queréis — volvió a hablar. No le importaba si querían su ayuda o no, se lo habían encomendado y debía hacerse cargo de ello, no era como si lo hubiera elegido.
Dejó ir el aire mientras se levantaba del sillón, alisando su chaqueta con ambas manos. — Tenemos todo el tiempo del mundo, pero lo mejor sería dejar el tema cerrado cuanto antes mejor — dijo. Si quería que tuvieran algún derecho legal tenían que hacerlo, tratar de dar ayudas o alguna regulación que los colocase en una situación más cómoda. Chasqueó la lengua. — La próxima vez de verdad traeré una botella de whisky, quizás de ese modo la conversación pueda ser más liviana —.
— De acuerdo, si necesitas cualquier cosa podemos tratar de conseguirlo. Seguro que hay materiales en alguna de las naves o en las casas que han sido abandonadas — contestó con serenidad, prefiriendo no pensar demasiado en cómo armó la última planificación educativa que tuvo el honor de llevar a cabo. No entraba entre sus conocimientos las lecciones lectivas por lo que no haría ningún comentario más enfocado al mismo; ahora estaba en sus manos, lo último que haría la veela en relación al tema sería comunicar al Consejo que aquella área acababa de ser cubierta por alguien que, por suerte, disponía de ciertos conocimientos. Soltó su mano, no pudiendo esconder la sonrisa divertida que curvó sus labios. No tenía una explicación, pero su compañía se le hacía, en cierto modo, divertida y liviana. Recogió la mano, cruzando las piernas y dejando que ambas acabaran apoyadas sobre la rodilla. — Soy una veela con educación — se quejó con diversión, apoyando la espalda contra el respaldo del sofá y adoptando una posición algo más cómoda. Asintió con la cabeza, concediéndole lo que acababa de pedirle. Tampoco tenía un mayor interés en manipularlo, ¿qué conseguía con ello?
Pero su posición cómoda no iba a durar demasiado tiempo, no después de la propuesta que acababa de hacerle, mucho menos tras su respuesta. Una que había barajado entre sus opciones pero parecía molestar mucho más escucharlo en palabras de otro. Cruzó los brazos bajo su pecho, volviendo a erguirse. — También ayudé a otras personas, me molesta profundamente que todos piensen en la figura del juez como aquel que se dedica única y exclusivamente a condenar humanos. Siento romper tu burbuja de odio, pero no es así — contestó con un tono más cortante, permaneciendo seria mientras pronunciaba aquello, tratando de contenerse por no rodar los ojos. Sentía que debía de dar explicaciones a todo el mundo. Había cubierto casos de maltrato, lesiones, robos, agresiones sexuales… pero todos le señalaban lo negativo de la que fue su profesión. No estaba orgullosa de algunas de las cosas que tuvo que hacer, que las malas pesaban más que las buenas, pero era exasperante. — Me han pedido que me ocupe de ello para poder redactarlo en concordancia con el resto de normativa; como sabes no soy humana y tampoco he pasado por lo mismo que vosotros, no sé lo que queréis ni como lo queréis — volvió a hablar. No le importaba si querían su ayuda o no, se lo habían encomendado y debía hacerse cargo de ello, no era como si lo hubiera elegido.
Dejó ir el aire mientras se levantaba del sillón, alisando su chaqueta con ambas manos. — Tenemos todo el tiempo del mundo, pero lo mejor sería dejar el tema cerrado cuanto antes mejor — dijo. Si quería que tuvieran algún derecho legal tenían que hacerlo, tratar de dar ayudas o alguna regulación que los colocase en una situación más cómoda. Chasqueó la lengua. — La próxima vez de verdad traeré una botella de whisky, quizás de ese modo la conversación pueda ser más liviana —.
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Asiento pues sé que podremos conseguir cosas del territorio que ha sido abandonado. Particularmente los Rogers me han dejado hasta una televisión así que no puedo quejarme. El contenido no es de lo más entretenido, mayormente es ofensivo para las personas como yo, pero no puedo negar que me ha atrapado un drama de sanadores en el que al parecer su único propósito en la vida es sufrir... Hay muchos errores en el guion respecto a las enfermedades pero ¿Qué importa cuando te preocupas por que Drake no se entere de que el hijo que cree que es suyo en realidad es de Presson? En fin.
-Con educación pero que consigue lo que quiere - remarco pues ya he aceptado y no hay salida luego de ésto. No sé si me pondrá un blanco en la espalda, si me dedico solo al ámbito de la educación nadie puede decir que estoy poniendo en peligro a alguien... Pero el ministerio tiene formas interesantes de ver las cosas, al igual que Sigrid, y no quiero darle ninguna excusa para que deje de considerar traer a Jen y a Brian a visitarme ¿Cuánto tiempo más piensa tardarse? Podría enviar una carta pues la incertidumbre me está matando.
Me encojo de hombros pues no va a resultarle tan sencillo que cambie mi opinión sobre los jueces. Ella ya se ha ganado mi perdón, quizás, pero las emociones intensas son las que te ayudan a mantener el rumbo cuando no tienes hacia dónde ir, como me ocurrió todos éstos años... Amor y odio, un balance que me ha llevado a estar aquí hoy, así que no puede decirme que no funciona - Derechos, obligaciones, igualdad, sitios libres de magia en el territorio - dejo salir comenzando por lo que me parece más sensato - Por ejemplo, me gustaría jugar un partido de fútbol en alguna cancha los fines de semana sin estar preocupándome por que la hinchada mágica de lado contrario me lance un hechizo de esos que confunden y me haga perder - es un ejemplo banal, lo sé, pero puede aplicarse a cualquier aspecto de la vida.
También me levanto de mi asiento pues al parecer ahora sí la conversación ha terminado y hago una mueca cuando propone lo del whiskey - Beberemos agua cuando charlemos de la situación legal de mis compatriotas - bueno, quizás me estoy pasando - El alcohol vendrá si quieres charlar con un buen vecino el sábado - como dije antes, balance - Y... gracias por tenerme en cuenta, y por hacer algo a favor de los muggles - agradezco haciendo un ademán para acompañarla hasta la puerta.
-Con educación pero que consigue lo que quiere - remarco pues ya he aceptado y no hay salida luego de ésto. No sé si me pondrá un blanco en la espalda, si me dedico solo al ámbito de la educación nadie puede decir que estoy poniendo en peligro a alguien... Pero el ministerio tiene formas interesantes de ver las cosas, al igual que Sigrid, y no quiero darle ninguna excusa para que deje de considerar traer a Jen y a Brian a visitarme ¿Cuánto tiempo más piensa tardarse? Podría enviar una carta pues la incertidumbre me está matando.
Me encojo de hombros pues no va a resultarle tan sencillo que cambie mi opinión sobre los jueces. Ella ya se ha ganado mi perdón, quizás, pero las emociones intensas son las que te ayudan a mantener el rumbo cuando no tienes hacia dónde ir, como me ocurrió todos éstos años... Amor y odio, un balance que me ha llevado a estar aquí hoy, así que no puede decirme que no funciona - Derechos, obligaciones, igualdad, sitios libres de magia en el territorio - dejo salir comenzando por lo que me parece más sensato - Por ejemplo, me gustaría jugar un partido de fútbol en alguna cancha los fines de semana sin estar preocupándome por que la hinchada mágica de lado contrario me lance un hechizo de esos que confunden y me haga perder - es un ejemplo banal, lo sé, pero puede aplicarse a cualquier aspecto de la vida.
También me levanto de mi asiento pues al parecer ahora sí la conversación ha terminado y hago una mueca cuando propone lo del whiskey - Beberemos agua cuando charlemos de la situación legal de mis compatriotas - bueno, quizás me estoy pasando - El alcohol vendrá si quieres charlar con un buen vecino el sábado - como dije antes, balance - Y... gracias por tenerme en cuenta, y por hacer algo a favor de los muggles - agradezco haciendo un ademán para acompañarla hasta la puerta.
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