OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Tengo que hacerme a la idea de que cada dos pasos que camine en las calles de este distrito, voy a toparme con alguna cara que está entre los buscados por el ministerio, sea por crímenes contra el Estado o también crímenes menores que a nadie en verdad le importa. No tengo que actuar con sospecha hacia ellos, algunos no son más que esclavos que al final gozan de su libertad y eso me provoca un cosquilleo extraño en los brazos, pintan un paisaje muy distinto al que conocía en el Capitolio o en la isla ministerial donde visitaba a mi hermano y su familia. El mundo ha girado 180º para mí, el invierno que está pisando en los talones se hace notar y también colabora con esta impresión de que todo está cambiando, que me encuentro un poco desorientado de a ratos.
No lo suficiente como para no saber distinguir cuando tengo que apartar la vista de ciertas caras y a cuáles seguir mirando con repulsión. —No puedo creer que a bastardos que acosan a menores se les permita estar aquí— escupo nada más cruzarme con el hombre que acechaba a los chicos Helmuth, he visto hace un rato al viejo saliendo de una de las pocas tiendas que siguen atendiendo en el distrito y a este me lo encuentro al poner un pie en otra. —¿Lo saben?— pregunto, sin que lo piense dos veces, mi mano ya se está cerrando alrededor del brazo del hombre para retenerlo. —Porque no creas que me quedaré callado sin reportarte, dudo que quieran que este distrito se convierta en un nido de delincuentes— por no decir que su delito es el más repugnante.
No lo suficiente como para no saber distinguir cuando tengo que apartar la vista de ciertas caras y a cuáles seguir mirando con repulsión. —No puedo creer que a bastardos que acosan a menores se les permita estar aquí— escupo nada más cruzarme con el hombre que acechaba a los chicos Helmuth, he visto hace un rato al viejo saliendo de una de las pocas tiendas que siguen atendiendo en el distrito y a este me lo encuentro al poner un pie en otra. —¿Lo saben?— pregunto, sin que lo piense dos veces, mi mano ya se está cerrando alrededor del brazo del hombre para retenerlo. —Porque no creas que me quedaré callado sin reportarte, dudo que quieran que este distrito se convierta en un nido de delincuentes— por no decir que su delito es el más repugnante.
Es ridículo ponerme feliz por poder comprar en una tienda con dinero real en pleno día y llevar las cosas en bolsas de papel con las que es imposible maniobrar, pero lo hago y estoy a punto de llenarme los brazos cuando alguien me detiene y plantea algo que casi me hace largar una carcajada... Oh, yo sé quien es este tipo... Es el hombre del ministerio que irrumpió en mi hogar y casi nos mata a Adam y a mí ¿Qué demonios hace aquí? ¿Por qué nadie hace nada? ¿Acaso no comprueban los antecedentes de las personas que dejan entrar al distrito?
- Ahora temo que se convierta en un nido de traidores - escupo soltando mi brazo de un tirón - ¿Tu novio también está aquí? ¿Qué es lo que quieren? Porque si lo que buscan es destruirnos desde adentro, no podrán hacerlo... Llama a seguridad, éste hombre está con el Capitolio - digo al encargado del negocio con toda la autoridad que puedo. Mierda... Y yo aquí sin ningún tipo de arma, no me interesa, iré a los golpes de ser necesario... Pero antes de eso creo que será mejor aclarar de una vez el asunto porque no quiero que me ande difamando por ahí ¡No soy un acosador!
- Las fotos de los niños que viste... Esos son mis hijos - hablo entre dientes y la mandíbula me duele de tanto que la aprieto - Así que lávate la boca antes de echar culpas, traidor... Porque hice todo ésto por ellos, son todo lo que tengo y seguiré luchando hasta que ya no me quede aire de ser necesario... Así que no, no soy un maldito acosador - en cuanto a lo de delincuente, intentaré dejar de serlo.
- Ahora temo que se convierta en un nido de traidores - escupo soltando mi brazo de un tirón - ¿Tu novio también está aquí? ¿Qué es lo que quieren? Porque si lo que buscan es destruirnos desde adentro, no podrán hacerlo... Llama a seguridad, éste hombre está con el Capitolio - digo al encargado del negocio con toda la autoridad que puedo. Mierda... Y yo aquí sin ningún tipo de arma, no me interesa, iré a los golpes de ser necesario... Pero antes de eso creo que será mejor aclarar de una vez el asunto porque no quiero que me ande difamando por ahí ¡No soy un acosador!
- Las fotos de los niños que viste... Esos son mis hijos - hablo entre dientes y la mandíbula me duele de tanto que la aprieto - Así que lávate la boca antes de echar culpas, traidor... Porque hice todo ésto por ellos, son todo lo que tengo y seguiré luchando hasta que ya no me quede aire de ser necesario... Así que no, no soy un maldito acosador - en cuanto a lo de delincuente, intentaré dejar de serlo.
Cubro su boca con la palma de mi mano antes de que comience a gritar como un desquiciado, lo que me falta, una escena para que crean que soy yo el que está buscando problemas, cuando es responsabilidad de este sujeto por ser quien los crea. Lo saco de un tirón de la tienda para que el vendedor no tenga que presenciar nada y ambos terminemos delante de Pearson, Franco o quien sea que se esté encargando de que los disturbios en este distrito no surjan de la propia gente de aquí. Tengo mis pies fuera y bien plantados sobre el suelo, sino hubiera tropezado de escuchar lo que me dice. —No es cierto— es lo que sale de mi boca, —¡es mentira!— me niego a creerle, no es más que un criminal que se escondía en un hueco de rata, la madre de esos chicos no dijo conocer a nadie con sus características. —Hablamos con la madre y dijo que el padre de los chicos estaba muerto, así que no trates de aprovecharte de eso.
Eso fue lo que dijo, ¿no? ¿Por qué me cuesta tanto recordarlo en este momento? Sigrid Helmuth no estaría mintiendo, no cuando su hermana también trabaja como auror y su hermano es uno de los ministros. Ella sería la primera en hablarnos de un marido acosador y… —¿Por qué mentiría?— se lo pregunto. Me echo hacia atrás con la duda de que alguien pueda ser tan vehemente y que todo sea una mentira, porque no sería tampoco el primer y único caso de un padre que tiene hijos en el Capitolio mientras vive como repudiado, o a la inversa, de alguien que vive allí y tiene una hija entre repudiados. Estuve en ambos extremos como para darle, al menos, dos minutos a este hombre para que se explique. —Son los sobrinos del ministro Helmuth, su madre es la hermana menor del ministro, ¿cómo demonios esa familia terminó vinculado con un delincuente?— le echo una ojeada de pies a cabeza, pasando por su bolsa de compras.
Eso fue lo que dijo, ¿no? ¿Por qué me cuesta tanto recordarlo en este momento? Sigrid Helmuth no estaría mintiendo, no cuando su hermana también trabaja como auror y su hermano es uno de los ministros. Ella sería la primera en hablarnos de un marido acosador y… —¿Por qué mentiría?— se lo pregunto. Me echo hacia atrás con la duda de que alguien pueda ser tan vehemente y que todo sea una mentira, porque no sería tampoco el primer y único caso de un padre que tiene hijos en el Capitolio mientras vive como repudiado, o a la inversa, de alguien que vive allí y tiene una hija entre repudiados. Estuve en ambos extremos como para darle, al menos, dos minutos a este hombre para que se explique. —Son los sobrinos del ministro Helmuth, su madre es la hermana menor del ministro, ¿cómo demonios esa familia terminó vinculado con un delincuente?— le echo una ojeada de pies a cabeza, pasando por su bolsa de compras.
Hago una mueca de asco cuando logro sacarme su mano de la boca y lo empujo lo más fuerte que puedo para apartarlo de mí cuando salimos fuera de la tienda. Para colmo me contradice a lo cual solo pongo los ojos en blanco pues suena a algo que Sigrid haría ¿No era el plan A después de todo? Decirle a los niños que morí y que no tenían que preocuparse por mí - Habría dicho que me comió un troll con tal de que no se me relacione con ella - me quejo acomodando mi ropa por el agarre. Al fin que tengo la oportunidad de vestir decente, lo que me falta, que venga un traidor a arruinarme la apariencia.
Acomodo las bolsas de forma en que mis manos queden libres y se las enseño para que vea que están vacías - ¿Porque no soy suficiente para una familia como los Helmuth? ¿Ves? Sin varita - mierda, parece una estúpida novela de televisión, el pobre plebeyo que se enamoró de la princesa y tuvo que luchar contra toda la familia para perseguir su amor... Solo que en este caso la princesa se alió con la familia y entre todos me patearon en el suelo hasta que comenzaron a correr los títulos. Así sin más, sin escena poscréditos.
- Es increíble como los jóvenes olvidan que hubo una vida antes de que se nos repudiara - hago una seña con la cabeza para que me siga pues no es una conversación para tener en la puerta de un negocio. De todas formas debo mantenerlo aquí pues confío en que el encargado llame a seguridad - Nos conocimos cuando no importaba quién era mago y quién no, nos enamoramos, tuvimos una hija y todo se vino al demonio luego de eso... De un día para el otro no estaba bien para alguien como yo vivir en la sociedad y no me quedó más remedio que huir para no ser esclavo - ser esclavo de Sigrid pasó tanto por su cabeza como por la mía, pero es un camino que me alegro de que no hayamos tomado - Incluso tuvimos a Bri luego de eso, pero un día decidió que ya no podía verlos... Y eso es todo.
Acomodo las bolsas de forma en que mis manos queden libres y se las enseño para que vea que están vacías - ¿Porque no soy suficiente para una familia como los Helmuth? ¿Ves? Sin varita - mierda, parece una estúpida novela de televisión, el pobre plebeyo que se enamoró de la princesa y tuvo que luchar contra toda la familia para perseguir su amor... Solo que en este caso la princesa se alió con la familia y entre todos me patearon en el suelo hasta que comenzaron a correr los títulos. Así sin más, sin escena poscréditos.
- Es increíble como los jóvenes olvidan que hubo una vida antes de que se nos repudiara - hago una seña con la cabeza para que me siga pues no es una conversación para tener en la puerta de un negocio. De todas formas debo mantenerlo aquí pues confío en que el encargado llame a seguridad - Nos conocimos cuando no importaba quién era mago y quién no, nos enamoramos, tuvimos una hija y todo se vino al demonio luego de eso... De un día para el otro no estaba bien para alguien como yo vivir en la sociedad y no me quedó más remedio que huir para no ser esclavo - ser esclavo de Sigrid pasó tanto por su cabeza como por la mía, pero es un camino que me alegro de que no hayamos tomado - Incluso tuvimos a Bri luego de eso, pero un día decidió que ya no podía verlos... Y eso es todo.
—Provengo de una familia similar— digo, los Weynart no tendrán una historia tan impoluta como la de los Helmouth, pero en cuanto a estatus social nos colocarían a ambas como fotografías enmarcadas en un mismo estante para que se puedan apreciar las semejanzas. Somos círculos cerrados, hacemos elecciones racionales para definir nuestros vínculos más fuertes, nos apartamos de las personas que no podrían pertenecer a este, fue lo que hice con la madre de Hanna, ¿no? Renuncias a las relaciones que no te llevarán a nada bueno cuando tienes la edad y la madurez para entender que es lo correcto por hacer. A no ser que seas un niño necesitando de una amiga y no te cuestionas que sea incapaz de hacer magia, una niña que crece en paralelo para que acabar es ese mismo punto donde tampoco eso es importante.
Repito ese gesto que se ha vuelto costumbre en estos días, el de frotar mi frente con la palma de mi mano para calmar esos pensamientos que me hacen encontrar en detalles de la historia del hombre, algunas particularidades en las que podría estar proyectando. —Comprendo— elijo decir, en vez de un «lo siento», no voy a fingir una inmediata empatía con él cuando todavía estoy considerando si debo creer o no de las cosas que me dice. Como estar en este distrito exige un poco el dar pasos a ciegas hacia otras personas, eso es lo que hago, camino detrás de él y por hoy decido creer en su historia. —Entonces las fotografías no eran porque los estuvieras acosando, sino porque…— recuerdo la sala de la casa de Riorden con los marcos de sus hijos adoptivos, con Hanna llegamos a tener una también. A este hombre no le quedó más que pegarlas en una pared sucia. —Pero sí destruiste las antenas, sí estabas interfiriendo en la comunicación… y golpeaste a Kavalier— tengo que sentir que no estuvimos del todo equivocados. Mierda, hicimos el ridículo en la casa de su esposa, la mujer se nos rió en toda la cara. —¿Qué sabes hacer?— pregunto, esperando que me diga que algo más que un criminal. —¿Qué hacías en el norte? ¿Qué esperas hacer aquí?
Repito ese gesto que se ha vuelto costumbre en estos días, el de frotar mi frente con la palma de mi mano para calmar esos pensamientos que me hacen encontrar en detalles de la historia del hombre, algunas particularidades en las que podría estar proyectando. —Comprendo— elijo decir, en vez de un «lo siento», no voy a fingir una inmediata empatía con él cuando todavía estoy considerando si debo creer o no de las cosas que me dice. Como estar en este distrito exige un poco el dar pasos a ciegas hacia otras personas, eso es lo que hago, camino detrás de él y por hoy decido creer en su historia. —Entonces las fotografías no eran porque los estuvieras acosando, sino porque…— recuerdo la sala de la casa de Riorden con los marcos de sus hijos adoptivos, con Hanna llegamos a tener una también. A este hombre no le quedó más que pegarlas en una pared sucia. —Pero sí destruiste las antenas, sí estabas interfiriendo en la comunicación… y golpeaste a Kavalier— tengo que sentir que no estuvimos del todo equivocados. Mierda, hicimos el ridículo en la casa de su esposa, la mujer se nos rió en toda la cara. —¿Qué sabes hacer?— pregunto, esperando que me diga que algo más que un criminal. —¿Qué hacías en el norte? ¿Qué esperas hacer aquí?
- ¿Por qué no me sorprende? - pregunto con las cejas en alto. Tengo que quitarme el prejuicio, no todos los magos son de familias puristas, solo los que he tenido la oportunidad de cruzarme... Porque puede que Lea haya sido buena onda, pero su madre es una más de ellos, sangre tan pura que puede ser intoxicante para los demás - De verdad no entiendo esos ideales suyos, soy adoptado así que la sangre no significa nada para mí - y pese a que los Moon hicieron su trabajo cuando pudieron, al día de hoy tengo otra persona como figura paterna, alguien que no estuvo cuando era joven pero sí cuando lo necesité.
-...los extraño - completo la frase que deja en el aire dejando las bolsas sobre un banco que encuentro no muy lejos. Pero estoy más cerca de verlos ahora, así que espero poder tener fotos más personalizadas y no las que robé de sus perfiles de Wizzardface.
Se me escapa una risa cuando continúa intentando hacerme encajar en el perfil de criminal, qué equivocado está éste hombre... Al menos si está en el nueve funcionando de espía, sabemos que no es uno muy bueno - Sí golpeé a ese Kavalier - concedo pues es de lo único que puedo hacerme cargo - Pero en mi defensa... Estaban invadiendo propiedad privada - y Adam estaba adentro - Pero no tengo idea de qué antenas estás hablando... Mi contacto con ésta gente se limita a una reunión, una amiga en común que ya no está entre nosotros y la pelea de hace unos días - resumo encogiéndome de hombros. Hasta podría decirse que soy descartable para ellos, por eso no debería bajar tanto la guardia.
- ¿Qué se hacer? Soy profesor de historia - respondo entre risas pues puedo apostar a que no ve esa respuesta venir - En el norte lo único que hacía era intentar sobrevivir... Me las he ingeniado a lo largo de los años para obtener lo que otros querían - robar, pero dicho de forma más bonita - Y aquí solo quiero conseguir un empleo y dejar de correr - soy honesto - ¿Terminó el interrogatorio? Me gustaría lanzar todas las preguntas de vuelta. - yo he sido honesto con él así que espero que lo sea conmigo.
-...los extraño - completo la frase que deja en el aire dejando las bolsas sobre un banco que encuentro no muy lejos. Pero estoy más cerca de verlos ahora, así que espero poder tener fotos más personalizadas y no las que robé de sus perfiles de Wizzardface.
Se me escapa una risa cuando continúa intentando hacerme encajar en el perfil de criminal, qué equivocado está éste hombre... Al menos si está en el nueve funcionando de espía, sabemos que no es uno muy bueno - Sí golpeé a ese Kavalier - concedo pues es de lo único que puedo hacerme cargo - Pero en mi defensa... Estaban invadiendo propiedad privada - y Adam estaba adentro - Pero no tengo idea de qué antenas estás hablando... Mi contacto con ésta gente se limita a una reunión, una amiga en común que ya no está entre nosotros y la pelea de hace unos días - resumo encogiéndome de hombros. Hasta podría decirse que soy descartable para ellos, por eso no debería bajar tanto la guardia.
- ¿Qué se hacer? Soy profesor de historia - respondo entre risas pues puedo apostar a que no ve esa respuesta venir - En el norte lo único que hacía era intentar sobrevivir... Me las he ingeniado a lo largo de los años para obtener lo que otros querían - robar, pero dicho de forma más bonita - Y aquí solo quiero conseguir un empleo y dejar de correr - soy honesto - ¿Terminó el interrogatorio? Me gustaría lanzar todas las preguntas de vuelta. - yo he sido honesto con él así que espero que lo sea conmigo.
—No es una cuestión de sangre…— ¿o sí? La base de muchos conflictos, incluso entre los magos ha sido la sangre, si voy al origen de todos los principios que me inculcaron, es posible que encuentre la sangre como razón última de todo. —Se trata de ser familia…— lo digo así, con esas palabras que bien podrían ser las de un niño y me avergüenzan, es un susurro así que puedo guardar la esperanza de que no lo haya escuchado o que las haga a un lado como si nada, no alargo las explicaciones sobre mi familia porque arremeto con las preguntas sobre él, sus motivos, su historia, para que esa imagen que recogí del distrito doce logre hacer coincidir con la de este hombre al que de repente encuentro caminando las mismas calles que yo. Y me deja sumido en el silencio cuando en vez de completar mi frase inconclusa con la reafirmación de que esos chicos eran sus hijos, me expone un sentimiento que estoy empezando a descubrir que también lo puedo sentir.
Ocupo la banca que usó para sus bolsas para sentarme el borde y con las manos tensas uniéndose sobre mis rodillas, escucho su versión de todos los hechos. La revelación que tomo para mí es la de quién es, más que su vinculación o no con los rebeldes que tomaron por asalto la oficina del alcalde. No voy a hacer hincapié en que para ser alguien que sabe de historia, esta es la que en verdad pesa sobre todas las familias como la mía, la bendita y bastarda historias que heredamos luego a nuestros hijos y tal vez por eso nunca quise tener uno, nunca. Hanna simplemente apareció como la primera señal de que nada es nunca como se supone que debe ser.
¿Qué me toca responder a mí? Mis ojos sobre él se demoran unos segundos hasta que abro la boca. —Soy cazador, he trabajado toda mi vida para la seguridad nacional. Lidio con bestias, no con criminales, el problema es que en estos días hasta las bestias están en el ministerio y nos dicen que los rebeldes son los salvajes… se confunde un poco a quien atacar y un par de golpes sobre todo en la conciencia me trajeron hasta aquí. No lo sé, incluso trabajando con animales y bestias… nunca tuve eso de atacar por placer a la caza, en realidad me gustan los animales, no los heriría adrede… pero a veces son peligrosos para las personas y a ellas hay que defenderlas y… soy muy malo explicándome, supongo que lo que te quiero decir es que siempre he visto mi trabajo como algo para defender a otros, no para atacar porque sí, y eso es lo que espero poder hacer aquí… defender esto…
Ocupo la banca que usó para sus bolsas para sentarme el borde y con las manos tensas uniéndose sobre mis rodillas, escucho su versión de todos los hechos. La revelación que tomo para mí es la de quién es, más que su vinculación o no con los rebeldes que tomaron por asalto la oficina del alcalde. No voy a hacer hincapié en que para ser alguien que sabe de historia, esta es la que en verdad pesa sobre todas las familias como la mía, la bendita y bastarda historias que heredamos luego a nuestros hijos y tal vez por eso nunca quise tener uno, nunca. Hanna simplemente apareció como la primera señal de que nada es nunca como se supone que debe ser.
¿Qué me toca responder a mí? Mis ojos sobre él se demoran unos segundos hasta que abro la boca. —Soy cazador, he trabajado toda mi vida para la seguridad nacional. Lidio con bestias, no con criminales, el problema es que en estos días hasta las bestias están en el ministerio y nos dicen que los rebeldes son los salvajes… se confunde un poco a quien atacar y un par de golpes sobre todo en la conciencia me trajeron hasta aquí. No lo sé, incluso trabajando con animales y bestias… nunca tuve eso de atacar por placer a la caza, en realidad me gustan los animales, no los heriría adrede… pero a veces son peligrosos para las personas y a ellas hay que defenderlas y… soy muy malo explicándome, supongo que lo que te quiero decir es que siempre he visto mi trabajo como algo para defender a otros, no para atacar porque sí, y eso es lo que espero poder hacer aquí… defender esto…
La palabra llega a mis oídos casi tan débil como la brisa que corre en el distrito, así que no digo nada... Pero familia, eso sí que puedo comprenderlo. Una vez tuve una que me trató como si fuese propio, me dio el apellido Moon y me convirtió en le hombre que soy. Luego llegó la familia que elegí, esa que formé solo y se terminó rompiendo por las políticas gubernamentales ¿Y ahora? Hace tiempo que no puedo considerar a nadie de esa forma, quizás a Adam pero aún entre nosotros hay secretos así que no sé si encajaríamos en esa descripción - La familia es la que uno elige - digo al final casi tan suave como él y dejo que el tema simplemente se desvanezca.
Ya con las primeras dos palabras logra sorprenderme cuando comienza a dar sus respuestas. Incluso sonrío un poco pues que sea cazador y no auror explica algunas cosas, como por ejemplo su falta de eficacia al pelear contra un viejo y un delincuente que no había peleado apropiadamente hasta hace unos días. A decir verdad... sus palabras son hasta conmovedoras así que no me atrevo a burlarme respecto a ellas, solo guardo silencio un largo rato hasta que giro mi cabeza para observarlo y termino dándole una palmada en la espalda.
Está siendo honesto, no sé por qué pero sé que es así - Bienvenido - digo simplemente con una sonrisa amable. No tengo derecho a decirlo porque aquí no soy nadie, pero quizás le hagan bien las palabras de un nuevo vecino - En las guerras hay dos bandos que se matan, pero dicen que también sirven para unir a las personas - murmuro apoyándome en lo que queda libre del banco - Quizás te has separado de lo que creías que era tu familia pero aquí, con esas ideas en mente, tendrás un lugar - prosigo - Y hay un zoológico con muchas criaturas que se alegrarán de tener a alguien que sabe lo que hace - agrego una vez más sonriente - Siempre quise tener un perro... Hasta ahora no había tenido la oportunidad - pienso luego en voz alta - ¿Hay perros mágicos con dos colas y alas? Podría intentar con uno de esos.
Ya con las primeras dos palabras logra sorprenderme cuando comienza a dar sus respuestas. Incluso sonrío un poco pues que sea cazador y no auror explica algunas cosas, como por ejemplo su falta de eficacia al pelear contra un viejo y un delincuente que no había peleado apropiadamente hasta hace unos días. A decir verdad... sus palabras son hasta conmovedoras así que no me atrevo a burlarme respecto a ellas, solo guardo silencio un largo rato hasta que giro mi cabeza para observarlo y termino dándole una palmada en la espalda.
Está siendo honesto, no sé por qué pero sé que es así - Bienvenido - digo simplemente con una sonrisa amable. No tengo derecho a decirlo porque aquí no soy nadie, pero quizás le hagan bien las palabras de un nuevo vecino - En las guerras hay dos bandos que se matan, pero dicen que también sirven para unir a las personas - murmuro apoyándome en lo que queda libre del banco - Quizás te has separado de lo que creías que era tu familia pero aquí, con esas ideas en mente, tendrás un lugar - prosigo - Y hay un zoológico con muchas criaturas que se alegrarán de tener a alguien que sabe lo que hace - agrego una vez más sonriente - Siempre quise tener un perro... Hasta ahora no había tenido la oportunidad - pienso luego en voz alta - ¿Hay perros mágicos con dos colas y alas? Podría intentar con uno de esos.
—Supongo que gracias— murmuro, no porque dude de tener que decir la palabra, sino por la incredulidad de que alguien me ofrezca la bienvenida cuando creí que andar por este distrito me haría blanco de más miradas hostiles, que partícipe de charlas en las que me pidan explicarme y puedan entenderme. Por su actitud sin prejuicios hacia mí, considerado que se ha ganado que yo también haga a un lado a los míos y no lo vea más que como un hombre que también está tratando de encontrar un lugar en este distrito recién conquistados, con derechos que tendrán que ser repartidos con un criterio distinto al que yo conozco y que responda a las exigencias de todo por lo que lucha esta gente, que se ha vuelto lucha compartida.
—Y estaba pensando en, literalmente, unirme a las personas que defiendan este distrito. No me molestaría encargarme de los animales del zoológico, lo haría por gusto, no como trabajo. No… no estoy aquí para mantenerme al margen. Sino porque quiero pelear y es lo que espero poder hacer, tal vez…— poner en voz alta lo que he pensado se siente tan raro por la falta de hábito, —hacer de este lugar uno donde más personas puedan venir y estar bien…—, como Hanna, algún día. Correría hacia atrás para ir hacia ella y traerla, pero si ese día volvía a la casa, nunca hubiera salido de ella. No habría podido darme esos minutos de poner un pie en la vida que sostuve por años, con los deberes que tenía que cumplir, esos minutos me hubieran significado que perdiera toda la valentía y a la larga ser solo un hombre que le había perdido el sentido a todo, pésimo padre por no haberme preparado nunca para la posibilidad de serlo y… aunque la haya dejado, también estoy aquí por ella. Porque espero algún día ser alguien mejor para ella. —Te recomiendo un perro normal, los crups suelen ser algo hiperactivos…— es mi consejo a su pregunta, y sin venir a cuento, le planteo mi propia duda. —¿Crees que esto vaya a funcionar? Todo en este distrito…
—Y estaba pensando en, literalmente, unirme a las personas que defiendan este distrito. No me molestaría encargarme de los animales del zoológico, lo haría por gusto, no como trabajo. No… no estoy aquí para mantenerme al margen. Sino porque quiero pelear y es lo que espero poder hacer, tal vez…— poner en voz alta lo que he pensado se siente tan raro por la falta de hábito, —hacer de este lugar uno donde más personas puedan venir y estar bien…—, como Hanna, algún día. Correría hacia atrás para ir hacia ella y traerla, pero si ese día volvía a la casa, nunca hubiera salido de ella. No habría podido darme esos minutos de poner un pie en la vida que sostuve por años, con los deberes que tenía que cumplir, esos minutos me hubieran significado que perdiera toda la valentía y a la larga ser solo un hombre que le había perdido el sentido a todo, pésimo padre por no haberme preparado nunca para la posibilidad de serlo y… aunque la haya dejado, también estoy aquí por ella. Porque espero algún día ser alguien mejor para ella. —Te recomiendo un perro normal, los crups suelen ser algo hiperactivos…— es mi consejo a su pregunta, y sin venir a cuento, le planteo mi propia duda. —¿Crees que esto vaya a funcionar? Todo en este distrito…
Alzo las cejas sin decir una palabra pues respeto esa postura. Es bueno que la gente quiera pelear, en las guerras se necesitan soldados y de momento, creo que yo voy a dejar de serlo. Buscaré otra forma de ser útil pero lo que quería ya lo he conseguido y eso es una oportunidad. Claro que Sigrid podría cambiar de opinión o ignorar todas mis cartas de ahora en más y solo entonces tendría que plantearme qué hacer. La lucha sigue adelante y ahora tienen más gente a disposición, quizás no me necesiten y después de todo no soy una gran pérdida pues no tengo la preparación militar que necesitan - Los soldados tienen que estar listos para hacer cualquier cosa ¿Tú lo estás? Porque el otro día, peleando con uno de los de tu antiguo bando... - remarco ésto último con media sonrisa - Hubo un momento en el que ya no sabía cómo mantenerlo a raya, claro que dejarlos inconscientes es una opción pero las cosas no siempre salen cómo quieres y la sangre corre sin previo aviso - mierda que vi como Arianne mataba a Kenny al lado mío, sigo sin comprenderlo y quizás debería preguntárselo algún día - Ahí, personalmente, me dí cuenta de que no puedo matar - por mis hijos y por mí.
Tomo nota con una sonrisa distraída de su recomendación. Muchos se han ido y algunos han abandonado a sus mascotas así que no me costará encontrar un perrito que busque un hogar... En realidad probablemente encuentre muchos y terminaré teniendo un propio zoológico en mi casa, lo cuál no es conveniente para mí - Creo que hay ganas de que funcione - respondo al final - Habrá errores, muchos, porque no hay una sola persona que sea experta en el tema - ni que tampoco tenga suficiente experiencia - Pero creo que dando lo mejor de cada uno tenemos una oportunidad y solo tenemos que preocuparnos de que esos errores no sean tan grandes como para que los que no luchan ésta batalla se pongan en contra. - finalizo pensativo - ¿Por qué te quedaste? - pregunto luego volviendo a mirarlo - ¿Fue un despertar de la conciencia?
Tomo nota con una sonrisa distraída de su recomendación. Muchos se han ido y algunos han abandonado a sus mascotas así que no me costará encontrar un perrito que busque un hogar... En realidad probablemente encuentre muchos y terminaré teniendo un propio zoológico en mi casa, lo cuál no es conveniente para mí - Creo que hay ganas de que funcione - respondo al final - Habrá errores, muchos, porque no hay una sola persona que sea experta en el tema - ni que tampoco tenga suficiente experiencia - Pero creo que dando lo mejor de cada uno tenemos una oportunidad y solo tenemos que preocuparnos de que esos errores no sean tan grandes como para que los que no luchan ésta batalla se pongan en contra. - finalizo pensativo - ¿Por qué te quedaste? - pregunto luego volviendo a mirarlo - ¿Fue un despertar de la conciencia?
Mi respuesta fácil es que estoy listo para hacerlo, esta vez no se trataría de ir tras nadie, de darle caza con lo cruda que es esta palabra cuando se trata de personas y lo real que se ha vuelto, sino de defender algo que considero lo suficientemente importante como para querer que se mantenga porque representa el único espacio que conozco libre de barreras para tantas personas que hasta el momento nos veíamos dentro de cajas cerradas, de las que no podías salirte, no parecía haber nada fuera de esa caja y sí lo había, esto, poder conversar con un tipo al que una vez le di un golpe sin preguntarle nada. Pero, contra mi propio deseo de evitarlo, termino pensando que mi hermano podría ser una de esas personas a las que tendría que enfrentarme, y entonces no, no lo haría. No lo hice, él tampoco lo hice.
Y eso es también lo bueno de estar de este lado, porque en el otro, estaba obligado a atacar a Alice. De este lado no estoy obligado a atacar a Riorden, se trata de defender lo que tenemos, pero es tan distinto a la autoridad a la que antes tenía que responder, que aquí sí siento que puedo decir: «esto no lo haré». —Antes podía decir que asesinar a alguien estaba justificado por mi deber como empleado del ministerio— le contesto, mi voz un poco más baja que la suya, —estar de este lado y que mi consciencia esté por delante de mi deber es extrañamente reconfortante, porque me da la posibilidad de tratar de buscar otras opciones primero y asesinar a alguien sea la última— entonces lo recuerdo, tan claro, me golpea en la nuca, la imagen de esa mujer tirando el cuchillo y diciéndome que lo que quiere es paz. Si después de pasar por algo, en todo este contexto de peleas constantes, no logro plantearme que siempre habrá otras maneras, es porque mi cabeza es más dura que mi propio carácter.
Es esperanzadora de la forma en la que habla, siento culpa por haber golpeado a un tipo que se nota ilusionado con esto, porque me hace ver que a todos los repudiados que despreciábamos en el norte eran personas anhelantes de un sitio como este y me da una punzada, dolorosa, al recordarme a alguien que ya no está. No tiene caso preguntárselo, sin embargo lo hago. —¿Alguna vez conociste a una mujer de apellido Yilmaz?— solo por si las dudas, estoy manoteando a la nada sentir la culpa de una injusticia que causé. Meneo mi cabeza después del momento de silencio que sigue a su pregunta sobre mi repentina despertar de la consciencia. —No, no sucedió que de un día para el otro lo blanco se volvió negro, descubrí que los malos eran los buenos, ni abrí los ojos a que tuviéramos despostas que nos decían que hacer. Lo cierto es— suspiro, —que lo sabía, sabía que había despostas de un lado, oportunistas del otro. De que asesinábamos de un lado, también del otro. Pero los míos y lo que teníamos estaba del lado en el que me encontraba, era un mundo realmente pequeño en el que me encontraba, con pocas personas… y sucedió que por estar tan dentro de ese mundo, otras personas quedaban fuera… personas que eran importantes— como Hanna y su madre, —o que se volvían importantes— como Alice. —Y como esas personas no encajan en el mundo en el que estás, rompes fronteras para estar con ellas y que sea posible pensar en un lugar— que idiotez pensar en lo mucho que deseé por momentos volver al refugio en Europa, —donde todos podamos estar, por eso me quedé en este distrito, me gustaría que fuera el lugar donde podamos estar.
Y eso es también lo bueno de estar de este lado, porque en el otro, estaba obligado a atacar a Alice. De este lado no estoy obligado a atacar a Riorden, se trata de defender lo que tenemos, pero es tan distinto a la autoridad a la que antes tenía que responder, que aquí sí siento que puedo decir: «esto no lo haré». —Antes podía decir que asesinar a alguien estaba justificado por mi deber como empleado del ministerio— le contesto, mi voz un poco más baja que la suya, —estar de este lado y que mi consciencia esté por delante de mi deber es extrañamente reconfortante, porque me da la posibilidad de tratar de buscar otras opciones primero y asesinar a alguien sea la última— entonces lo recuerdo, tan claro, me golpea en la nuca, la imagen de esa mujer tirando el cuchillo y diciéndome que lo que quiere es paz. Si después de pasar por algo, en todo este contexto de peleas constantes, no logro plantearme que siempre habrá otras maneras, es porque mi cabeza es más dura que mi propio carácter.
Es esperanzadora de la forma en la que habla, siento culpa por haber golpeado a un tipo que se nota ilusionado con esto, porque me hace ver que a todos los repudiados que despreciábamos en el norte eran personas anhelantes de un sitio como este y me da una punzada, dolorosa, al recordarme a alguien que ya no está. No tiene caso preguntárselo, sin embargo lo hago. —¿Alguna vez conociste a una mujer de apellido Yilmaz?— solo por si las dudas, estoy manoteando a la nada sentir la culpa de una injusticia que causé. Meneo mi cabeza después del momento de silencio que sigue a su pregunta sobre mi repentina despertar de la consciencia. —No, no sucedió que de un día para el otro lo blanco se volvió negro, descubrí que los malos eran los buenos, ni abrí los ojos a que tuviéramos despostas que nos decían que hacer. Lo cierto es— suspiro, —que lo sabía, sabía que había despostas de un lado, oportunistas del otro. De que asesinábamos de un lado, también del otro. Pero los míos y lo que teníamos estaba del lado en el que me encontraba, era un mundo realmente pequeño en el que me encontraba, con pocas personas… y sucedió que por estar tan dentro de ese mundo, otras personas quedaban fuera… personas que eran importantes— como Hanna y su madre, —o que se volvían importantes— como Alice. —Y como esas personas no encajan en el mundo en el que estás, rompes fronteras para estar con ellas y que sea posible pensar en un lugar— que idiotez pensar en lo mucho que deseé por momentos volver al refugio en Europa, —donde todos podamos estar, por eso me quedé en este distrito, me gustaría que fuera el lugar donde podamos estar.
Guardo silencio por unos largos segundos con el ceño fruncido, porque eso es algo con lo que no puedo sentirme identificado y realmente me cuesta ponerme en sus zapatos... Nunca obedecí a nadie, desde que era un adolescente rebelde hasta ahora que soy un adulto que se la ha pasado toda la vida escapando a las reglas. De haberme quedado en mi hogar supongo que lo habría sufrido de la peor manera: "No responder a los amos", "Tener la casa limpia antes de las siete", "No puedes enamorarte de personas con magia", "Eres inferior". Pero ninguna de esas reglas se asemeja a tener que hacer daño a alguien en nombre de un gobierno - Si te sirve de consuelo... El asesinato justificado por una causa es algo socialmente aceptable desde hace siglos y siglos- que los soldados siempre fueron aplaudidos a volver a casa, sin pensar en la cantidad de sangre que tuvieron en sus manos. Pero hubo treguas en las que ambos bandos compartieron cosas, sin importar la bandera que tenían en sus uniformes... Eso habla de que en realidad no se los puede considerar asesinos, sino las mayores víctimas - La guerra no es eterna, seguir viviendo con la conciencia limpia es mucho más sencillo sin importar quien gane - porque puede que nos quiten el distrito mañana y tengamos que volver al norte como ratas pero... Creo que lo mejor es disfrutar el momento.
Su pregunta me toma por sorpresa, así que vuelvo a tomarme unos segundos intentando recordar. He conocido muchas personas a lo largo de los años y ninguno de ellos ha llegado a conocerme a mí, pero tengo un vago recuerdo - Puede ser, hace años... - murmuro confundido - ¿Asiática? - que incluso recuerdo haberla confundido con Kennedy en una ocasión, pero ella era más joven.
Escucho su pequeño discurso de forma seria primero y luego se va formando una sonrisa en mi rostro hasta que termina de hablar y vuela una carcajada entre nosotros - Lo siento, lo siento - me disculpo haciendo fuerza con el abdomen para volver al aspecto serio de la charla ¡Que el hombre está siendo honesto! ¡No me le puedo reír en la cara! - Es que por un momento deseé tenerte de esposo, ya sabes, arriesgar todo para venir aquí en dónde se puede estar con la gente que importa... - comparto apartando la vista - Ojalá Sigrid tuviese ese poder de decisión - y decir eso es lo que me ayuda a apagar la risa casi de un segundo a otro. No sé cómo están las relaciones de Colin, si es que aún tienen esperanza, pero sé que la mía con mi exmujer está enterrada bajo diez metros de tierra... Lo romántico al menos ¿Pero no podríamos ser amigos por el bien de los niños? - ¿Quién iba a decir que un cazador invade casas tendría mi mismo punto de vista sobre la vida?
Su pregunta me toma por sorpresa, así que vuelvo a tomarme unos segundos intentando recordar. He conocido muchas personas a lo largo de los años y ninguno de ellos ha llegado a conocerme a mí, pero tengo un vago recuerdo - Puede ser, hace años... - murmuro confundido - ¿Asiática? - que incluso recuerdo haberla confundido con Kennedy en una ocasión, pero ella era más joven.
Escucho su pequeño discurso de forma seria primero y luego se va formando una sonrisa en mi rostro hasta que termina de hablar y vuela una carcajada entre nosotros - Lo siento, lo siento - me disculpo haciendo fuerza con el abdomen para volver al aspecto serio de la charla ¡Que el hombre está siendo honesto! ¡No me le puedo reír en la cara! - Es que por un momento deseé tenerte de esposo, ya sabes, arriesgar todo para venir aquí en dónde se puede estar con la gente que importa... - comparto apartando la vista - Ojalá Sigrid tuviese ese poder de decisión - y decir eso es lo que me ayuda a apagar la risa casi de un segundo a otro. No sé cómo están las relaciones de Colin, si es que aún tienen esperanza, pero sé que la mía con mi exmujer está enterrada bajo diez metros de tierra... Lo romántico al menos ¿Pero no podríamos ser amigos por el bien de los niños? - ¿Quién iba a decir que un cazador invade casas tendría mi mismo punto de vista sobre la vida?
Está tratando de ¿hacerme sentir mejor? —Esta es una charla tan agradable para tenerla en un banco de la calle— murmuro para mí, lo suficientemente alto para que también me escuche, tuerzo un poco mi boca para hacerle saber que no sé si quiero seguir por ese lado de hablar que tan justificado está algo que es asesinato, aunque usemos otros nombres para quitarle parte del impacto que tiene la palabra en sí. Como mis planes de prestar seguridad en este distrito, volverá a colocarme en algún momento con esos dilemas, y aun con mi consciencia por delante, no sé si quiero adelantarme en pensamiento a todo lo que podría llegar a enfrentarme. Quiero darle una tregua a mi mente por un tiempo, por breve que sea, lo necesito para no enloquecer, bastante tiempo estuve a solas quebrantándome con pensamientos que no lograba callar. —¿Crees en eso?— y soy yo quien vuelve sobre el tema, —¿Crees en verdad como algunos al parecer lo hacen, de que podemos atravesar esta guerra con la conciencia limpia? ¿Qué conseguiremos excusar todos nuestros actos?— porque yo nunca me habría perdonado de matar a Alice, sin embargo mentiría si dijera que no hubiera sido capaz de hacerlo si la veía convencida de ello, no porque lo dijera explícitamente, sino porque se veía tan perdida y me dejé convencer por eso. No puedo jurar que esté libre de cometer otros actos semejantes, somos humanos al fin y al cabo.
Muevo mi mentón en un asentimiento para darle la confirmación de que estamos hablando de la misma mujer. —Era la madre de mi hija, nos separamos siendo muy jóvenes y… pasaron diez años. Nunca me pregunté que había sido de ella, no hasta que tuve que hacerme cargo de Hanna y me di cuenta que su madre era desconocida para mí. Fue un terrible desencuentro, es confuso el que sea posible que personas que deberían estar juntas no hagan más que desencontrarse… que nos hayamos separado, que ella criara a Hanna, que muriera y Hanna quedara conmigo, irme…— otra bonita charla para tenerla en el banco de una calle, esta debe ser una versión distinta a la de sincerarte con un extraño en un bar, la confianza repentina sorprenda, aunque no tanto como para considerar la posibilidad de una boda. —No es que quiera defender a tu esposa— bueno, no, ella de hecho nos mintió en toda la cara diciendo que estaba muerto sin que le temblaran las pestañas. —Pero no es tan fácil dejarlo todo, y me dirás que hay gente que se ve obligada a eso, sí, las hay. Pero cuando te obligan, no tienes otra opción, no la tienes. Te quitan todo, algo externo decide sobre ti. Cuando no te obligan, sino cuando es decisión tuya, entre todo eso que te dice que te vayas y todo eso que te pide que te quedes, hay un sacrificio por hacer. Hacer ese sacrificio te desgarra, aunque lo mejor sea irse, aunque eso sea lo realmente liberador… tienes que desgarrar algo de ti— lo digo con sentimiento, —y lo que sea que cortaste te deja una herida abierta que sangra, por fuerte que te digas que eres, si quieres avanzar a partir de eso, lo haces con una herida sangrante a cuestas. Avanzas porque no queda de otra, más adelante la herida habrá cicatrizado o tal vez no. Pero en el momento de la decisión, cuando tienes el filo en tu mano y tienes que decidir qué sacrificar, créeme, nunca es una decisión fácil como se puede ver desde afuera.
Muevo mi mentón en un asentimiento para darle la confirmación de que estamos hablando de la misma mujer. —Era la madre de mi hija, nos separamos siendo muy jóvenes y… pasaron diez años. Nunca me pregunté que había sido de ella, no hasta que tuve que hacerme cargo de Hanna y me di cuenta que su madre era desconocida para mí. Fue un terrible desencuentro, es confuso el que sea posible que personas que deberían estar juntas no hagan más que desencontrarse… que nos hayamos separado, que ella criara a Hanna, que muriera y Hanna quedara conmigo, irme…— otra bonita charla para tenerla en el banco de una calle, esta debe ser una versión distinta a la de sincerarte con un extraño en un bar, la confianza repentina sorprenda, aunque no tanto como para considerar la posibilidad de una boda. —No es que quiera defender a tu esposa— bueno, no, ella de hecho nos mintió en toda la cara diciendo que estaba muerto sin que le temblaran las pestañas. —Pero no es tan fácil dejarlo todo, y me dirás que hay gente que se ve obligada a eso, sí, las hay. Pero cuando te obligan, no tienes otra opción, no la tienes. Te quitan todo, algo externo decide sobre ti. Cuando no te obligan, sino cuando es decisión tuya, entre todo eso que te dice que te vayas y todo eso que te pide que te quedes, hay un sacrificio por hacer. Hacer ese sacrificio te desgarra, aunque lo mejor sea irse, aunque eso sea lo realmente liberador… tienes que desgarrar algo de ti— lo digo con sentimiento, —y lo que sea que cortaste te deja una herida abierta que sangra, por fuerte que te digas que eres, si quieres avanzar a partir de eso, lo haces con una herida sangrante a cuestas. Avanzas porque no queda de otra, más adelante la herida habrá cicatrizado o tal vez no. Pero en el momento de la decisión, cuando tienes el filo en tu mano y tienes que decidir qué sacrificar, créeme, nunca es una decisión fácil como se puede ver desde afuera.
-Al menos no la estamos teniendo en la fila del mercado - remarco con las cejas en alto. Aunque sí, puede que sea un lugar poco común para hablar de éstas cosas, lo que no quiere decir que esté mal pues al menos yo me la he pasado teniendo conversaciones serias en departamentos secretos, callejones oscuros y sucios e incluso en hoyos bajo la tierra ¿No me toca ahora hablar bajo la luz del sol con las personas que pasan por la calle como testigos? Es un buen cambio aunque no sea lo convencional - Supongo que depende de qué tan lejos estemos dispuestos a llegar - comienzo entrecerrando los ojos al ver hacia el cielo pues el sol pega demasiado fuerte - A veces nos vemos en caminos que solo nos permiten una acción, y está en las personas que nos rodean ayudarnos a atravesar eso de la mejor manera - solos me consta que no funcionamos bien en el caos - De momento yo estoy bien, conciencia limpia, corazón tranquilo... Solo espero que no me atrape ninguno de esos callejones. - comparto con un suspiro, y espero que a el tampoco más allá de que se lo vea más motivado que a mí por enfrentar esas adversidades.
La montaña de cubos que estaba formando a su favor se desmorona de inmediato cuando escucho su relación con ésta mujer asiática... o más bien con su hija. Me muerdo la lengua y contengo las ganas de darle un golpe en la nuca pues no hace falta decir en voz alta que soy la clase de padre que movería cielo y tierra para tener cerca a sus hijos ¿Y él se ha separado no solo una vez, sino que dos veces? - Retiro la propuesta de matrimonio - dijo con una ceja en alto y luego guardo silencio para analizar con cuidado las palabras que le siguen. Me he puesto en sus zapatos ya, he intentando comprenderla pero siempre llego a la misma conclusión, una y otra vez sin importar cuánto suba mi umbral de tolerancia a la crueldad frente a mí.
- Llevo más de doce años intentando comprender ese punto de vista, de verdad lo intento pero quizás soy demasiado testarudo - respondo de mala gana, incluso me cruzo de brazos como si fuese un niño pequeño enojado porque no le compran lo que quiere - Pero el enojo con ella es lo que me mantuvo de pie, la alternativa era rendirme y aceptarlo y no podía hacer eso... No puedo - sigo con una mueca - Estoy enfadado con ella, con lo externo y estoy seguro de que mi herida ha sido más grande que la suya... Llevo más de una década sangrando, Colin - no espero que comprenda pues Sigrid jamás lo hizo - Pero ésto si que no es una charla para un banco en la calle... ¿Qué tal una cerveza el fin de semana?
La montaña de cubos que estaba formando a su favor se desmorona de inmediato cuando escucho su relación con ésta mujer asiática... o más bien con su hija. Me muerdo la lengua y contengo las ganas de darle un golpe en la nuca pues no hace falta decir en voz alta que soy la clase de padre que movería cielo y tierra para tener cerca a sus hijos ¿Y él se ha separado no solo una vez, sino que dos veces? - Retiro la propuesta de matrimonio - dijo con una ceja en alto y luego guardo silencio para analizar con cuidado las palabras que le siguen. Me he puesto en sus zapatos ya, he intentando comprenderla pero siempre llego a la misma conclusión, una y otra vez sin importar cuánto suba mi umbral de tolerancia a la crueldad frente a mí.
- Llevo más de doce años intentando comprender ese punto de vista, de verdad lo intento pero quizás soy demasiado testarudo - respondo de mala gana, incluso me cruzo de brazos como si fuese un niño pequeño enojado porque no le compran lo que quiere - Pero el enojo con ella es lo que me mantuvo de pie, la alternativa era rendirme y aceptarlo y no podía hacer eso... No puedo - sigo con una mueca - Estoy enfadado con ella, con lo externo y estoy seguro de que mi herida ha sido más grande que la suya... Llevo más de una década sangrando, Colin - no espero que comprenda pues Sigrid jamás lo hizo - Pero ésto si que no es una charla para un banco en la calle... ¿Qué tal una cerveza el fin de semana?
Froto mis dedos en mi entrecejo para aliviar esa pesadumbre que cae sobre mí cuando hablamos de las personas que nos acompañan, nunca había creído que llegaría el día en que apartado de mi familia pudiera ver más claro quién soy y lo único que lamento, lamento de verdad en todo esto, es que Hanna se cruzó en mi vida demasiado tarde o demasiado pronto, cuando no era la persona que pudiera ser un padre para ella como lo necesitaba. No me había encontrado a mí mismo como para ser para alguien más. Ese callejón oscuro que este hombre dice querer evitar a toda costa ya lo recorrí, no dudo de que vuelva a atravesarlo en otro momento y la mirada que le lanzo es una que le desea que ojalá no le ocurra a él, aunque también creo que cruzarlo es precisamente lo que te hace entender mejor a otras personas y es lo que hoy me permitió poder hablar con él.
Porque cuando atraviesas caminos que te avergüenzan y te traen remordimiento, también te quitan parte de ese juicio severo sobre los otros, ¿no me habían dicho más de una vez que era arrogante desde mi posición? Me reconozco como la cara contraria a la desgracia que sufrió, en parte comprendo su rechazo que no llega a ser absoluto, me deja una puerta entreabierta, no se aparta. No es mi intención abogar por su esposa, nada de eso. Pero si podemos sentarnos a hablar en medio de la calle para tratar de vernos como algo más que cuerpos sin historia a los que colocamos una etiqueta de amigo o enemigo, estamos un poco más cerca del entendimiento. Pateo el suelo con la punta de mi bota al hablar, mi mirada gacha así no tengo que mirarlo. —El enojo suele ser un buen motor para avanzar, pero no trae paz. Te hace vivir atormentado. Hay otra cosa, que si la usas de motor, hace que puedas entenderlo todo un poco más claro y en verdad, te hace avanzar mucho más lejos de lo que te hubieras creído capaz, para sentirte en paz…—. No, no es algo de lo que me gustaría estar hablando así bajo el sol del día en una acera transitada, con sus bolsas de compras a un lado. — De acuerdo— acepto con otra mirada de soslayo, recelando del giro brusco que todo en mi vida ha dado por moverme de lugar, acercándome a personas como él y sin que pueda encontrar en mí, ni un residuo de viejos juicios, que me digan que es un enemigo.
Porque cuando atraviesas caminos que te avergüenzan y te traen remordimiento, también te quitan parte de ese juicio severo sobre los otros, ¿no me habían dicho más de una vez que era arrogante desde mi posición? Me reconozco como la cara contraria a la desgracia que sufrió, en parte comprendo su rechazo que no llega a ser absoluto, me deja una puerta entreabierta, no se aparta. No es mi intención abogar por su esposa, nada de eso. Pero si podemos sentarnos a hablar en medio de la calle para tratar de vernos como algo más que cuerpos sin historia a los que colocamos una etiqueta de amigo o enemigo, estamos un poco más cerca del entendimiento. Pateo el suelo con la punta de mi bota al hablar, mi mirada gacha así no tengo que mirarlo. —El enojo suele ser un buen motor para avanzar, pero no trae paz. Te hace vivir atormentado. Hay otra cosa, que si la usas de motor, hace que puedas entenderlo todo un poco más claro y en verdad, te hace avanzar mucho más lejos de lo que te hubieras creído capaz, para sentirte en paz…—. No, no es algo de lo que me gustaría estar hablando así bajo el sol del día en una acera transitada, con sus bolsas de compras a un lado. — De acuerdo— acepto con otra mirada de soslayo, recelando del giro brusco que todo en mi vida ha dado por moverme de lugar, acercándome a personas como él y sin que pueda encontrar en mí, ni un residuo de viejos juicios, que me digan que es un enemigo.
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