The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Diciembre, 2469

Me llevó algunos días pero al final pude traer mis pocas pertenencias a mi nuevo hogar. La verdad es que la casa me queda un poco grande, tiene un amplio ventanal en lo que funciona como cocina comedor, hay una pequeña televisión, dos habitaciones y un baño. También hay un gran jardín en la parte de adelante pero todo se ve demasiado vacío, estoy acostumbrado a vivir en apartamentos abandonados diminutos u hoyos en el suelo a los que no ingresa ni la luz así que ésto... Va más allá de todas mis expectativas. Lo único que pude poner que hace que tenga un ligero aspecto hogareño son las fotografías en la pared, las cuales me las paso viendo la mayoría de los días. Aún necesito tiempo para recuperarme así que el trabajo no es prioridad, quizás la semana entrante cuando al menos pueda caminar dos pasos sin sentirme agotado.

Estoy contento con el resultado, parece un hogar digno de alguien responsable y creo que es lo que quiero mostrarle a Sigrid cuando venga. Hace unos días que envié una lechuza firmada con un alias que solo ella sabrá interpretar, le dejé mi dirección y mis intenciones bien en claro a través de la letra de una vieja canción. No sé si vendrá pero decido mantener las esperanzas altas pues quizás así note que mis hijos no correrían peligro conmigo... Por favor, bien podría haber intentado contactar a Jenna y hacer las cosas a su espalda pero no, aquí estoy, en buena ley y con todo mi derecho.

La veo llegar acompañada de uno de los vigilantes de la estación y aguardo en el porche con las manos en los bolsillos y el rostro más serio que el shock me permite formar... No diré que sigue igual desde nuestro último encuentro porque sería una mentira, pero allí están esos rasgos que me hacían perder el sueño cuando era más joven - Te dije que pelearía por ellos - es lo primero que digo aprovechando la altura que me dan los pocos escalones que hay en la entrada - Lo hice y aquí estoy, en un sitio seguro, ordenado y con futuro - porque luego de ver la organización, creo que confío en éste equipo.
Anonymous
Sigrid M. Helmuth
No soy de las que se posicionan del lado de Magnar, creo que no hace falta dar muchas explicaciones para comprobarlo, pero una cosa es eso y otra completamente diferente es no estar de lado de mis hermanos cuando los dos han resultado heridos en la usurpación del distrito nueve y tres cuartos. Soy consciente de que no acostumbro a ser la hermana más familiar, que prefiero soltarles un chiste y hacerme la despreocupada porque crecimos así, siendo yo la oveja negra de una familia con pocos puntos débiles, pero cuando se trata de su vida, creo que puedo hacer una excepción. Más cuando también ha salido afectada mi sobrina, la hija mayor de Ingrid y aunque Kostya ha asegurado tenerlo todo bajo control, no he podido evitar el pasarme para echar una mano.

Por si eso no fuera poco, me he enterado por fuentes confiables que Dressler ha participado de esta masacre, y ya no solo eso, sino que después de unos días de estabilización, recibo una carta firmada bajo un sello que reconozco bien, lo suficiente como para saber que se trata de él. ¿Que quiere que vaya al distrito rebelde? No ha tenido los huevos de escribir eso, y aun así, mis ojos se pasean por el papel una y otra vez en busca de que no sea real. Bien, podría simplemente quemarla, ignorarla como llevo haciendo todo este tiempo y problema resuelto, pero hay una parte de mí que tiene interés en conocer sobre lo que tiene que argumentar al respecto.

Es por eso que termino accediendo a sus demandas, me presento en las afueras del lugar a la espera de ser escoltada por los que aquí deben funcionar como sus vigilantes, hasta me siento importante y todo. Es obvio por mi cara que no estoy de humor cuando llego a la casa donde al parecer ahora vive el padre de mis hijos, mis brazos cruzados sobre el pecho nada más llegar afianzan mi posición en lo que le dirijo una mirada analizadora sin disimulo. Sé que él hace lo mismo, porque llevamos años sin vernos y es imposible no notar lo que el tiempo le ha hecho a nuestros cuerpos. — Ya veo. Aunque tengo que reconocerlo, Dressler, no imaginé que con pelear te refirieras a casi cargarte también en el proceso a sus dos tíos, también su prima. — comienzo, alzando una ceja, apenas me muevo de mi sitio sin poner un pie en las escaleras que nos separan. — Se ve muy seguro, sí… — digo, ahora sí echándole un vistazo a nuestro alrededor, que aunque mi tono de voz denote ironía, sí es cierto que se ve tranquilo, al menos esta parte de la calle. — ¿Qué quieres, Dressler? — yendo al grano, como siempre me ha gustado, sin rodeo alguno.
Sigrid M. Helmuth
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Episode XI - Sigrid Helmuth IqWaPzg
Invitado
Invitado
Se me escapa una sonrisita hasta que dice prima pues ahí sí no tengo idea de quién está hablando... No tuve el placer de patear el trasero de Nicholas e Ingrid pero sé que el primero cayó horriblemente luego de unos pocos ataques y la segunda fue abatida por la veela que me tiene tan confundido - Están vivos ¿No? Hay otros que no tuvieron la misma suerte - sé que hubo bajas de su lado, dos aurores perdieron la vida pero no tuve que ver en ninguna de esas muertes... Quedó comprobado que no puedo ni podré acabar con la vida de alguien, tuve la oportunidad de hacerlo pero ¿Eso me daría más derecho de tener a mis hijos? Creo que no, todo lo contrario.

Pongo los ojos en blanco pues su tono muestra que no habla en serio. Quizás no es seguro para sus estándares capitolenses de los últimos años, pero creo que la mayoría de la población de Neopanem estaría de acuerdo conmigo al decir que es un lugar en el que vale la pena vivir... Siempre y cuando el gobierno no decida destruirnos con algo y la visita de Sigrid en realidad sea un ataque bomba encubierto.

No respondo de inmediato, solo bajo los escalones que me faltan para quedar frente a frente con ella pues quiero que me vea a los ojos con lo que le voy a decir - Quiero que los traigas - digo sin más con tono serio, al igual que mi mirada que lucha por no volverse nostálgica al tenerla frente a mi luego de tantos años... Debo pensar en esa última pelea, cuando me dijo que ya no los quería conmigo, sé que ese recuerdo puede vencer a todos los demás - Tienen derecho a saber lo que pasó de mis labios, aquí no es peligroso así que ¿Qué excusas pondrás ahora?
Anonymous
Sigrid M. Helmuth
No puedo quedarme aquí y observar cómo se le va apareciendo una sonrisa en el rostro cuando menciono lo que les ocurrió a mis hermanos, él probablemente ya esté al tanto de ello y por eso se regodea en mi cara, sin siquiera cortarse un poco. — Desde luego, en la guerra uno nunca sabe quién va a quedar de pie en el final. ¿Planeas que esta sea tu vida, a partir de ahora? — porque si mis sospechas son ciertas, espero que no espere que mis hijos sepan de su existencia cuando literalmente anda haciéndose el héroe a sus espaldas. Debí haber escuchado a Ingrid en su día, detesto admitirlo, pero decirles que está muerto habría sido más fácil que intentar contarles sobre esto.

Le observo bajar los escalones, mi mirada apenas se inmuta en lo que mis ojos lo siguen hasta tenerlo parado frente a mí, me permito analizar los detalles de su rostro con más exactitud que frente a la distancia. La risa no tarda en brotar de mis labios, como si su petición fuera el chiste más gracioso del mundo. Honestamente lo es. — ¿Es una broma, no? — pregunto cuando consigo apagar la risa, aun queda algún resquicio cuando continuo. — Quieres que traiga aquí a mis hijos, aquí, que ya solo por llevar el nombre que llevan serían un blanco directo sobre el cual atacarlos. — porque por si no fuera obvio, no llevan su apellido, sino el de mi familia.

¿Qué es lo que pasó, Dressler? Porque desde donde yo lo veo, yo solo quise darles la seguridad de un futuro donde no sean juzgados, y creía que tú querías lo mismo para ellos, pero al parecer sigues siendo el mismo egoísta que hace quince años. — ahora que me paro bien, ni siquiera ha cambiado tanto de aspecto, es un reflejo de lo que fuimos no hace tanto tiempo atrás. — Lo siento, pero traerlos aquí no es una opción, de modo que si es por lo que me has llamado, puedes decirle a tus seguratas que me escolten de nuevo a la estación. — mi posición es clara, doy un paso atrás para remarcarlo, aunque no creo que haga falta por la realidad de mis palabras.
Sigrid M. Helmuth
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Episode XI - Sigrid Helmuth IqWaPzg
Invitado
Invitado
Esta vez río sin disimulo pues no puedo creer que justo ella de todo el mundo sea quien está haciendo esa pregunta, ella con quien compartí mis sueños cuando era joven y que tiene bien en claro que mi ideal de vida está muy lejos de tener que luchar con una espada en la mano - Tú me obligaste a que ésta fuera mi vida - porque antes de que rompa nuestro pacto mantenía un perfil bajo, solo robaba lo necesario para sobrevivir pues mi motor eran los chicos - De no ser por tí ni siquiera habría estado en ésta pelea, Sigrid... Soy un profesor, solo un profesor... ¿Te parece que  disfruto tener que andar lastimando gente? ¡Todo lo que hago lo hago por ellos! - y me ha traído más cerca pues hasta ahora solo había soñado con una audiencia como la que estamos teniendo ahora.

De poder darme consejos a mí mismo, me estaría insultando de arriba a abajo por ser tan débil. Por mucho que intento concentrarme en lo que ocurre y en los aspectos negativos de la rubia frente a mis ojos, los flashes de los buenos momentos atacan a cada segundo y uno de ellos en particular me hace apretar fuertemente el puño para contener las ganas de llevar mi mano a su rostro y acariciarlo... La distancia no está ayudando, así que me aparto al igual que ella lo hace más tarde y tomo asiento en los escalones con los ojos clavados en el suelo.

- Te sorprendería los tipos de apellidos que hay en éste lugar - porque es una combinación impensada para muchos, hay personas con pasado y nadie está asesinando a nadie ¿Así que por qué lo harían con unos niños? - Jamás sugeriría traerlos si creyera que corren peligro, Ziggy - mierda, no tengo que llamarla así - Y no te vas a ir, no hasta que me escuches - vuelvo a ponerme de pie con ayuda de la baranda. Estoy mejor, pero aún duelen ciertos grupos musculares - ¿Quieres pasar a ver? No diré nada, solo quiero que veas y me digas si es un sitio en el que podrían estar en peligro... O si parece el hogar de un soldado sediento de sangre - me he llamado soldado a mí mismo hace no mucho tiempo, pero lo segundo no se aplica para nada.
Anonymous
Sigrid M. Helmuth
¿Cuándo vas a dejar de culparme por tus acciones, Dressler? Yo no te obligué a que cogieras un arma, no te obligué a disparar a cientos de personas, esa sangre está en tus manos, no las mías. Sé consecuente con lo que haces, por una vez en la vida. — le espeto, cuando regresa a su posición sobre hacerme a mí la culpable de todas sus miserias. No sé si disfruta de andar lastimando a la gente, pero desde luego no es el mismo tipo del que me enamoré lo suficiente como para tener dos hijos con él. — ¿De no ser por mí? Dressler, yo solo hice lo que tenía que hacer para darle a nuestros hijos el futuro que se merecen, es todo lo que me ha importado siempre, ahora más que nunca. — si bien en su momento lo hice por presión familiar, es ahora que puedo decir que Jenna y Brian siempre han merecido más de lo que obtuvieron. ¡Y no! No lo estoy culpando por ser squib, tan solo… ¡tan solo que razone un poco!

Acepto que se separe, lo tomo como una señal de que está calmando sus nervios y eso me permite a mí hacer lo mismo, porque es verdad lo que dicen mis hermanos de que se me suele pegar el comportamiento ajeno, como si me lo contagiaran. ¿Y la verdad? Me importa bastante poco la clase de apellidos que pueda haber por aquí, Black, Niniadis, Franco… Creo que es todavía más razón para que se mantengan en el capitolio, seguros. — Me iré cuando yo lo sienta oportuno, Dressler. — recalco, con mi cara de que alguien me pegó una bofetada por no poder creer que haya tenido la osadía de ser quien me permita o no marcharme de aquí.

Si me quedo es porque la siguiente propuesta me descoloca un poco y tengo que pensarme dos veces lo que responder. — ¿Qué es lo que pretendes con esto? ¿Que los traiga aquí para que vivan contigo en una casa que has usurpado? — digo, extendiendo mis manos para abarcar el hogar entero, el mismo que probablemente haya pertenecido a otra familia, una que se habrá visto obligada a marcharse. — Mi respuesta sigue siendo no. No los voy a traer aquí, están bien conmigo, tienen su vida, serías un egoísta si quisieras despojarlos de eso solo por un capricho tuyo. — ¿que no lo entiende? Para mí se ve bastante claro.
Sigrid M. Helmuth
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Episode XI - Sigrid Helmuth IqWaPzg
Invitado
Invitado
Llevo las manos a mi rostro pues han pasado años y no creo que vaya a entender ahora. Ha tenido casi una década para convencerse a sí misma de que tiene razón en lo que hace así que creo que es una batalla perdida. Solo me gustaría que me nombrara una sola persona que haya conseguido lo que quería quedándose sentada en casa como ella pretendía que yo hiciera... Ninguna, absolutamente nadie - Ya - solo digo resfergándome los ojos para despertarme un poco y evitar ponerme a pelear una vez más - Sé que te importan los niños y que haces todo para protegerlos, el que te importaba una mierda era yo - y ahora ni hablemos que ya ni siquiera soy el padre de sus hijos, no soy más que un desconocido para ella.

Sujeto fuerte la baranda de la escalinata y respiro profundo para llenarme de paz y no mandarla a la mierda ahora mismo. Me tiene cansado, pero es quien tiene el poder pues si no me la compro no conseguiré que los traiga en buena ley - Aquí vivía la familia Rogers, pude hablar con la pareja antes de que se fueran y me dijeron que lo hacían solo por miedo al contraataque del ministerio - cuento encogiéndome de hombros. No siento culpa alguna por estar aquí - Se habrían quedado, pero se fueron por miedo y no a nosotros, Sigrid - recalco metiendo las manos en los bolsillos. Sí, ésta es la posición, neutra y que me obligará a mantenerme en un mismo lugar sin hacer estupideces.

- Lo que quiero es que los traigas, ven con ellos si quieres... Necesito que me vean, explicarles - pido intentando sonar duro y no suplicante, no lo logro del todo - No te los voy a robar, solo quiero que me des la oportunidad de abrazarlos si es que ellos me dejan - porque sé que por años han consumido el veneno de su madre, así que no será sencillo - ¿O acaso tienes miedo de que por fin vean quién es el malo del cuento? Solo una visita, luego los puedes llevar de nuevo a tu mundo de plástico.
Anonymous
Sigrid M. Helmuth
¿Cuántas veces hemos tenido esta conversación a esas alturas? Creo que no importa el tiempo en el que nos encontremos, pasado, presente o futuro, que siempre acabaremos soltándonos la misma cartelera de palabras que en un inicio. — Dressler… — me gustaría poder seguir hablando, pero lo cierto es que no tengo una respuesta directa que pueda servirle como consuelo ahora mismo. Tengo que pensármelo durante unos segundos que se me hacen bastante cortos en comparación con los que estuve esperando por tener noticias sobre mis hermanos. — No me importabas una mierda, solo tomé como prioridad lo que en su momento me pareció más importante. Mis hijos siempre van a ir por delante de cualquiera, Dressler, no importa de quién se trate. Si eso va a hacer que me odies, pues es con lo que voy a tener que cargar. — me encojo de hombros, pues no me disculparé por poner a Jenna y Brian primero.

Escucho su relato, no con mucha confianza si voy a ser sincera, porque podría estar perfectamente mintiéndome exclusivamente para quedar bien. Pero muy a pesar, tengo que reconocer que le creo, lo cual me provoca el no saber como plantarme con respecto a mi propia posición en todo esto. Sé que tengo una cosa clara, y es que la vida que llevan mis hijos ahora nada tiene que ver con la que tendrían de haber permanecido en el dos. ¿Soy tan mala persona por no querer arrebatarles eso? Soy incapaz a contestar, no soy quien está parada del lado del ministerio por mucho que mis hermanos tengan una opinión firme, no soy a quien deberían tenerle miedo.

Tratar de tragar saliva se vuelve una tarea complicada cuando se me ha quedado la boca seca. Aun así, intento que no se me note en la cara que lo que me está pidiendo es en cierto modo, una locura, porque soy consciente de todo lo que perdería si acepto a ese trato. Claro que no puedo ir y decirle eso cuando no se tarda en publicarlo abiertamente, de modo que me tengo que quedar con otra estrategia. — Lo pensaré, pero no te estoy prometiendo nada. Tienes que comprender que ellos han vivido mucho tiempo sin un padre, tendré que meditar muchas cosas antes de darte una respuesta. — la cual, creo que ya estoy empezando a maquinar dentro de mi cabeza.
Sigrid M. Helmuth
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Episode XI - Sigrid Helmuth IqWaPzg
Invitado
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Guardo silencio y por primera vez intento pensar qué habría hecho yo de ser la situación a la inversa. Por mucho intenté no pensar en ello pues temía la respuesta que podría llegar a mi mente, pero creo que es hora. No me cuesta mucho debatirlo, probablemente me habría arriesgado con los niños para no separarlos de ella... Había mantenido el secreto hasta que nos descubriese el gobierno y luego de ellos habría hecho que todos juntos intentáramos vencer esas estúpidas leyes que nos habían impuesto. No la habría dejado sola, jamás, nos habría mantenido juntos aunque fuese en la mugre del norte y luego en ésta bella casa... Porque hay familias de repudiados, me consta que viven de forma precaria pero al menos se tienen los unos a los otros.

Al parecer mi honestidad surte efecto pues logramos avanzar un poco en la conversación que comenzamos ya tantos años atrás. Se me escapa una sonrisa de felicidad, la cual intento ocultar para que no note que tiene tanto poder sobre mí... Que va, la sola posibilidad de verlos de nuevo hace que el cuerpo cansado y los golpes que dí con mis manos no se sientan tan en vano - Literalmente recibí una maldición cruciatus por ellos - dejo salir como si estuviese contando una anécdota más del día - Gracias, Sigrid, me haces muy feliz con ésto - agrego acercándome para tomar sus manos. La miro a los ojos pero no veo la alegría que yo tengo en los míos, eso me decepciona un poco pero comprendo que ésta decisión no es una fiesta en ambas direcciones - ¿Puedo ofrecerte té antes de que te vayas? Es lo único que tengo, debo hacer las compras...
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Sigrid M. Helmuth
¿Qué dirían mis hermanos de todo esto? En especial Ingrid, se pondría como una loca si siquiera mencionara el nombre de Dressler, no me quiero imaginar el ataque que le daría si confieso que he aceptado a hacer esto. Obvio que no tengo intención de contarlo, soy una mujer que no funciona en base a las expectativas que tienen mis familiares sobre mí, por mucho que ciertas decisiones hayan sido influenciadas por ellos. No me arrepiento de haberlas tomado, incluso cuando eso me coloque como la mala de la película, lo único que me preocupa en estos momentos es como voy a poner en boca a mis hijos que su padre quiere verlos, cuando no estoy segura todavía de aceptar su petición. Soy plenamente consciente de que no es una situación que me favorezca, pero tampoco puedo hacer como siempre e ignorarlo porque ha quedado claro que tiene las herramientas como para comunicarse con ellos si así quiere. No, tengo que ser más lista que eso.

Le observo, ahora no me fijo en los posibles cambios que haya podido hacer la edad, sino en las cicatrices que le ha dejado una vida donde la guerra no le ha favorecido. Aunque no digo nada, reconozco que no se ve como solía hacerlo, supongo que las heridas nos pesan a todos, sean superficiales o más internas. Y me siento horrible, de verdad, porque no pretendía que nada de esto sucediera, mucho menos darle la esperanza cuando todavía no sé cual será mi respuesta final. Pero entonces coge mis manos y el sentimiento se vuelve mucho peor. Tengo que recordarme a mí misma por quién es que hago esto, dejar a un lado cualquier remordimiento o sentimiento de culpa, porque no es algo que me vaya a ayudar a solventarlo.— Está bien, solo un té, nada más, no me conviene estar aquí por mucho tiempo. — porque él puede decir lo que quiera sobre su seguridad, pero no me fío de que no vayan a sacar provecho si se les presenta la situación.
Sigrid M. Helmuth
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Episode XI - Sigrid Helmuth IqWaPzg
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-Tregua - digo al escuchar su respuesta y le doy un rápido beso en la mejilla con una sonrisa. Me estoy pasando, lo sé, pero luego de casi diez años de solo llorar en solitario por no poder ver a mis hijos ¿Alguien puede culparme por el arrebato de alegría? Aun si la persona con la que lo estoy compartiendo es esa mujer que me quitó todo en primer lugar. No interesa, no ahora, porque lamentablemente tiene todo el poder sobre ellos y necesito tenerla de mi lado aunque eso signifique dejar el orgullo de lado por un tiempo... Ya fui agresivo y no funcionó, es hora de probar una nueva estrategia.

Así que suelto sus manos y hago un ademán para que me siga dentro de la casa. Quiero que compartamos té como lo hicimos algún día, contarle lo que he hecho durante todos éstos años y que ella me cuente sobre los niños... No soy estúpido, sé que no puedo esperar que sea un libro abierto pero me conformo con que la conversación vaya en una sola dirección, que me conozca para que así sepa que los niños estarían bien al menos una tarde conmigo.

- Sabes que... Hace unos días vinieron unos tipos del gobierno a uno de mis refugios - me ahorraré el detalle - Y encontraron fotos de Brian y Jen, creyeron que los estaba acosando - digo divertido pues, ahora, puedo recordarlo de esa manera, estando seguro de que los cuatro involucrados terminamos bien - Gente extraña... Por un momento dudé si realmente eran aurores. - continúo entre risas mientras preparo el té.
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