OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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He pasado la mañana en los campos de cultivo junto con algunos de los agricultores que han decidido dar una mano, escuchando un montón de cosas sobre el cuidado y recolección de alimentos del cual he comprendido menos de la mitad. Lo bueno de tener a Hero conmigo es que ella parece tener un mayor grado de concentración y se las arreglaba para hacer las preguntas correctas en los momentos precisos, así que a mí solamente me quedaba la tarea de asentir, estrechar la mano y felicitar a los demás por su trabajo. Es irónico, porque parece ser que eso es lo que hacen todos los políticos a fin de cuentas. ¿Era esto lo que se supone que tengo que hacer? ¿Saludar, verme amable y preocupado y esperar a que los demás solucionen los problemas por mí? Es un poco molesto, a decir verdad, en especial porque todavía nadie ha venido una solución a una de mis mayores preocupaciones: ¿Cómo sacaremos a Ava de ahí?
Lo bueno es que para la hora de la merienda Hero decide que me puedo ir a casa y, para cuando llego a la puerta del hogar que he estado ocupando estos días, me encuentro con la cabeza llena de rulos de Kyle. Suspiro con fuerza ante su simple visión, que había olvidado nuestros planes de pasar un rato juntos como en los viejos tiempos, cuando solíamos tener momentos en los cuales podíamos tontear y ni hablemos de que en ese entonces vivíamos juntos, además de que Synnove no entraba en la ecuación. Tengo que decirlo, amo pasar tiempo con ella, pero admito que me gusta tanto que he descuidado un poco a mi mejor amigo. ¡Es que no puedo partirme en varios trozos para poder abarcarlo absolutamente todo! — Lo siento, Kyle, creí que iba a terminar antes… — espero que lo entienda, de verdad tiene que entenderlo.
Otra de las cosas extrañas que me han sucedido es que ahora abro la puerta de una casona que me pertenece. No es tan grande como la alcaldía o las mansiones de los ministros, pero es tan inmensa como para hacerme sentir dentro de un palacio. Hero me ha dicho que es una casa de corte inglés, cosa que no sé muy bien qué es pero yo le creo; me conformo con que me gustan los jardines y tiene ventanales muy grandes. Arrojo las llaves a un lado y me quito la chaqueta, esa que Kitty viene corriendo a recoger. Ah, sí, Hero me dejó su elfina. Dice que en su casa son tres y yo necesito un poco de control — Prometo que haremos todo lo que tú quieras por el resto del día. ¿Te apetece dormir aquí? Tengo algunos cuartos de sobra — no quiero sonar desesperado porque no me atrevo a decir que me siento solo pero… bueno. Meto las manos en mis bolsillos, balanceándome sobre mis pies — ¿Tienes hambre? ¿Quieres jugar videojuegos? ¡Ya sé! Puedes contarme por qué llegaste tarde a la fiesta la otra vez y te perdiste la oportunidad de invitar a Holly a salir — que no se me note que estoy tratando de recuperarlo, por favor.
Lo bueno es que para la hora de la merienda Hero decide que me puedo ir a casa y, para cuando llego a la puerta del hogar que he estado ocupando estos días, me encuentro con la cabeza llena de rulos de Kyle. Suspiro con fuerza ante su simple visión, que había olvidado nuestros planes de pasar un rato juntos como en los viejos tiempos, cuando solíamos tener momentos en los cuales podíamos tontear y ni hablemos de que en ese entonces vivíamos juntos, además de que Synnove no entraba en la ecuación. Tengo que decirlo, amo pasar tiempo con ella, pero admito que me gusta tanto que he descuidado un poco a mi mejor amigo. ¡Es que no puedo partirme en varios trozos para poder abarcarlo absolutamente todo! — Lo siento, Kyle, creí que iba a terminar antes… — espero que lo entienda, de verdad tiene que entenderlo.
Otra de las cosas extrañas que me han sucedido es que ahora abro la puerta de una casona que me pertenece. No es tan grande como la alcaldía o las mansiones de los ministros, pero es tan inmensa como para hacerme sentir dentro de un palacio. Hero me ha dicho que es una casa de corte inglés, cosa que no sé muy bien qué es pero yo le creo; me conformo con que me gustan los jardines y tiene ventanales muy grandes. Arrojo las llaves a un lado y me quito la chaqueta, esa que Kitty viene corriendo a recoger. Ah, sí, Hero me dejó su elfina. Dice que en su casa son tres y yo necesito un poco de control — Prometo que haremos todo lo que tú quieras por el resto del día. ¿Te apetece dormir aquí? Tengo algunos cuartos de sobra — no quiero sonar desesperado porque no me atrevo a decir que me siento solo pero… bueno. Meto las manos en mis bolsillos, balanceándome sobre mis pies — ¿Tienes hambre? ¿Quieres jugar videojuegos? ¡Ya sé! Puedes contarme por qué llegaste tarde a la fiesta la otra vez y te perdiste la oportunidad de invitar a Holly a salir — que no se me note que estoy tratando de recuperarlo, por favor.
Acostumbrarme a esta nueva rutina está siendo algo extraña, si es que realmente se le puede llamar rutina. Claro que ahora puedo ir por las calles del distrito sin temor a que alguien me reconozca y se vuelva loco llamando a las autoridades, pero... Vamos, que ni siquiera sé qué hacer ahora con tanta libertad. Durante toda mi vida, excepto durante unos años que apenas recuerdo, he tenido que vivir escondido, así que esto es un cambio abismal. Así que cuando no paso las horas las horas recorriendo las calles, en busca de algo interesante, las pierdo intentando decidir qué hacer. También le he cogido el gusto a ir al campo, que aunque no es lo mismo que el bosque, al menos es entretenido intentar aprender agricultura y no solo herbología. Y luego está el hecho de que me ha dado por jugar a baloncesto, un antiguo deporte mundano del que mi madre me habló una vez. Fue culpa de que me encontré la pelota tirada en una de las casas recién abandonadas, y lo que empezó como una curiosidad, ahora se está convirtiendo en una afición.
Es sentado en uno de los escalones del porche de la nueva casa de Kendrick, botando la pelota contra el suelo, cuando mi mejor amigo por fin aparece. Mi primera reacción es lanzarle la pelota, haciéndome el indignado, y después, me levanto de un saltito, me aparto los rizos que me caen sobre la cara, y le miro. Intento hacerme el serio, pero al final, se me acaba escapando una risa porque no estoy hecho para estas cosas. — No te preocupes, imaginaba que quizá llegarías tarde. Son los inconvenientes de tener a mi mejor amigo como líder... — dejo caer con pesadez y suspiro, haciéndome el dramático. Al menos él tiene algo qué hacer, que ya es más que yo. — ¿Cómo va todo, por eso? ¿Te dejan respirar aunque sea? — Porque una cosa es que al menos no esté aburrido, y otra muy distinta no tener ni un segundo libre. Ambos extremos son igual de malos para la salud mental.
Le sigo al interior de la vivienda, que aunque no es la primera vez que estoy dentro, su tamaño me sigue sorprendiendo como el primer día. — Sí, por favor. Necesito alejarme un día de mis hermanas. — Sobre todo de Chloe, que no para de preguntarme cada día que por qué apesto tanto a porros. Es cierto que cada vez consumo menos, pero oye, las cosas llevan su tiempo. Y estoy a punto de explicarle la nueva afición de mi melliza de pintar paredes y a pestosear toda la casa con olor a pintura cuando saca un tema que literalmente hace que me ahogue con mi propia saliva. Eso me provoca una tos molesta, que aunque me da unos segundos para pensar una respuesta, no consigo decidirme por nada. — ¿Ho... lly? — pregunto, alzando ligeramente las cejas y mirándole por encima de algunos rizos que han acabado sobre mis pestañas. — Me quedé dormido, pero tampoco es como si Holly se fuera a fijar nunca en mí. — ¿Cómo va a hacerlo cuando tiene a alguien como Meyer? Sin hablar de todos los tíos con los que hablará en su trabajo... Es mi amor platónico; estoy seguro de que nunca conseguiré nada con ella. — Y después de la fiesta... — continúo, porque cuanto antes lo sepa por mí mejor, que no quiero que alguien se lo diga antes. — ... meacostéconBeverly — añado todo lo rápido que mi lengua me permite y desvío la mirada. — Pero explícame cómo acabaste tú con Syv otra vez — cambio rápidamente de tema, y le doy un codazo amistoso en las costillas. Quizá hablando de su novia, se le pase por alto la bomba que acabo de soltar. Algunas desventajas tiene que tener estar enamorado y que esa persona te corresponda.
Es sentado en uno de los escalones del porche de la nueva casa de Kendrick, botando la pelota contra el suelo, cuando mi mejor amigo por fin aparece. Mi primera reacción es lanzarle la pelota, haciéndome el indignado, y después, me levanto de un saltito, me aparto los rizos que me caen sobre la cara, y le miro. Intento hacerme el serio, pero al final, se me acaba escapando una risa porque no estoy hecho para estas cosas. — No te preocupes, imaginaba que quizá llegarías tarde. Son los inconvenientes de tener a mi mejor amigo como líder... — dejo caer con pesadez y suspiro, haciéndome el dramático. Al menos él tiene algo qué hacer, que ya es más que yo. — ¿Cómo va todo, por eso? ¿Te dejan respirar aunque sea? — Porque una cosa es que al menos no esté aburrido, y otra muy distinta no tener ni un segundo libre. Ambos extremos son igual de malos para la salud mental.
Le sigo al interior de la vivienda, que aunque no es la primera vez que estoy dentro, su tamaño me sigue sorprendiendo como el primer día. — Sí, por favor. Necesito alejarme un día de mis hermanas. — Sobre todo de Chloe, que no para de preguntarme cada día que por qué apesto tanto a porros. Es cierto que cada vez consumo menos, pero oye, las cosas llevan su tiempo. Y estoy a punto de explicarle la nueva afición de mi melliza de pintar paredes y a pestosear toda la casa con olor a pintura cuando saca un tema que literalmente hace que me ahogue con mi propia saliva. Eso me provoca una tos molesta, que aunque me da unos segundos para pensar una respuesta, no consigo decidirme por nada. — ¿Ho... lly? — pregunto, alzando ligeramente las cejas y mirándole por encima de algunos rizos que han acabado sobre mis pestañas. — Me quedé dormido, pero tampoco es como si Holly se fuera a fijar nunca en mí. — ¿Cómo va a hacerlo cuando tiene a alguien como Meyer? Sin hablar de todos los tíos con los que hablará en su trabajo... Es mi amor platónico; estoy seguro de que nunca conseguiré nada con ella. — Y después de la fiesta... — continúo, porque cuanto antes lo sepa por mí mejor, que no quiero que alguien se lo diga antes. — ... meacostéconBeverly — añado todo lo rápido que mi lengua me permite y desvío la mirada. — Pero explícame cómo acabaste tú con Syv otra vez — cambio rápidamente de tema, y le doy un codazo amistoso en las costillas. Quizá hablando de su novia, se le pase por alto la bomba que acabo de soltar. Algunas desventajas tiene que tener estar enamorado y que esa persona te corresponda.
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A pesar de que atajo la pelota que me lanza con una vaga sonrisa, la misma se apaga un poco sin intención de preocuparle. No es que pueda quejarme en realidad, incluso con lo malo que hemos pagado para conseguir lo que tenemos, es que... no tengo mucha idea de qué hacer con ello — No soy un líder, Kyle. Solo soy quien da la cara — porque no puedo verme como tal cuando dependo de lo que los demás me digan que debo hacer — Respirar, respiro. Solo que es demasiado y parece no terminar nunca — ¿Así será mi vida ahora? ¿Luchar por territorios que luego tendré que mantener hasta que sea viejo y pueda retirarme? No suena como a mí.
Puedo entender la urgencia por algo de soledad y eso me dice que lo tendré para mí al menos esta noche. Lanzo la pelota a un lado, la misma rebota hasta detenerse en uno de los rincones en lo que intento guiarlo en dirección a la cocina, a ver qué es lo que podemos usar para llenar nuestras barrigas en lo que gastamos nuestro tiempo en cosas como videojuegos. Es antes de entrar a la cocina que le lanzo una mirada de exasperación — El único motivo por el cual ella no te mira, es porque insistes en hacerte invisible. ¿Ni siquiera intentarías un ligue de una noche? — que vamos a ser sinceros, conociéndola de seguro es lo único que está dispuesta a dar. Empujo la puertecilla que da paso a la cocina y me meto de lleno en la heladera, ahí donde encuentro un montón de sobras. No, nada de esto sirve ahora. Vuelvo a cerrarla y empiezo a revolver las alacenas, así que por un momento creo que he escuchado mal por culpa de todo el movimiento — ¿Que tú hiciste qué cosa? — el paquete de galletas que estaba tratando de alcanzar se me cae de lleno en la cabeza, rebota y con suerte lo atajo contra mi pecho antes de que se vaya al piso, así que apenas siento su codazo —¡Ah, no, no intentes volverlo sobre mí y Syv! ¿Cómo es posible que te hayas acostado con Beverly? Quiero decir... es atractiva y eso, pero... ¡Es Beverly!
Pido tiempo. Sé que suena cruel lo que estoy diciendo, pero he visto a Beverly y sus locuras durante toda mi vida. Crecimos juntos, hay unas pocas fotografías que nos muestran incluso como bebés que compartían bañera. Sé que se pasó todos estos años diciendo que estaba enamorada de mí, pero en mi cabeza ella siempre fue algo así como una hermana o prima algo chiflada. Jamás pensé que alguien pudiera verla de una manera diferente por falta de costumbre, mucho menos de forma sexual y... ¿Fue Kyle? — ¿Por qué...? Quiero decir.... ¿Te gusta o solo fue el calentón del momento? — no puedo evitar preguntar. Abro el paquete de galletas y, sin quitarle los ojos de encima a mi amigo, le hago una seña para regresar a la sala — Syv y yo... bueno, después de la fiesta lo hicimos y decidimos darnos otra oportunidad o algo así — me encojo de hombros, que no pienso dar más detalles hasta que él se aclare porque...DIOSSANTOKYLESEFOLLÓABEVERLY.
Puedo entender la urgencia por algo de soledad y eso me dice que lo tendré para mí al menos esta noche. Lanzo la pelota a un lado, la misma rebota hasta detenerse en uno de los rincones en lo que intento guiarlo en dirección a la cocina, a ver qué es lo que podemos usar para llenar nuestras barrigas en lo que gastamos nuestro tiempo en cosas como videojuegos. Es antes de entrar a la cocina que le lanzo una mirada de exasperación — El único motivo por el cual ella no te mira, es porque insistes en hacerte invisible. ¿Ni siquiera intentarías un ligue de una noche? — que vamos a ser sinceros, conociéndola de seguro es lo único que está dispuesta a dar. Empujo la puertecilla que da paso a la cocina y me meto de lleno en la heladera, ahí donde encuentro un montón de sobras. No, nada de esto sirve ahora. Vuelvo a cerrarla y empiezo a revolver las alacenas, así que por un momento creo que he escuchado mal por culpa de todo el movimiento — ¿Que tú hiciste qué cosa? — el paquete de galletas que estaba tratando de alcanzar se me cae de lleno en la cabeza, rebota y con suerte lo atajo contra mi pecho antes de que se vaya al piso, así que apenas siento su codazo —¡Ah, no, no intentes volverlo sobre mí y Syv! ¿Cómo es posible que te hayas acostado con Beverly? Quiero decir... es atractiva y eso, pero... ¡Es Beverly!
Pido tiempo. Sé que suena cruel lo que estoy diciendo, pero he visto a Beverly y sus locuras durante toda mi vida. Crecimos juntos, hay unas pocas fotografías que nos muestran incluso como bebés que compartían bañera. Sé que se pasó todos estos años diciendo que estaba enamorada de mí, pero en mi cabeza ella siempre fue algo así como una hermana o prima algo chiflada. Jamás pensé que alguien pudiera verla de una manera diferente por falta de costumbre, mucho menos de forma sexual y... ¿Fue Kyle? — ¿Por qué...? Quiero decir.... ¿Te gusta o solo fue el calentón del momento? — no puedo evitar preguntar. Abro el paquete de galletas y, sin quitarle los ojos de encima a mi amigo, le hago una seña para regresar a la sala — Syv y yo... bueno, después de la fiesta lo hicimos y decidimos darnos otra oportunidad o algo así — me encojo de hombros, que no pienso dar más detalles hasta que él se aclare porque...DIOSSANTOKYLESEFOLLÓABEVERLY.
En parte tiene sentido lo que dice de Holly y de mí, pero es complicado. Al menos, aunque fuera lejos del mundo y aislado, él sí se relacionaba con chicos de nuestra edad, pero yo... apenas tuve amigos hasta que los conocí a ellos. Es cierto que a Holly la conozco desde que era bien pequeño, pero creo que eso me hace encontrar la situación incluso más que extraña. — ¿Me has visto a mí y has visto a Meyer? — Que no me considero un monstruo, pero que yo sigo teniendo carita redondita de niño, y él a mi lado... en fin. — Holly podría tener a cualquiera que quisiera... ¿Crees que podría tener alguna posibilidad algún día? — Y no es una pregunta retórica, porque quizá sí y no lo sepa ver por ser tan pesimista con este asunto. Quizá unas clases de cómo ligar con chicas no me iría mal, viendo que parece que a Kendrick las cosas le vuelven a ir bien con Syv.
Pero creo que las clases deberán dejarse para otro día porque la conversación vuelve a un tema que ni siquiera yo termino de comprender. Me tomo mi tiempo, e incluso le robo el paquete de galletas de las manos para llevarme una a la boca y así ganar más segundos mientras intento pensar cómo explicarle lo que pasó. — Fue el calentón — respondo antes de dar otro mordisco a la galleta. — No estuvo mal. — Al momento me arrepiento de decirlo porque sé que él no la ve como puedo verla yo, que además han crecido juntos. Tampoco es como si recordase todo lo que pasó, pero tengo algunas imágenes de ciertos momentos de aquella noche en su habitación. — Pero no te voy a engañar, la veo como una buena amiga hoy por hoy — añado con toda la seguridad que puedo, sintiéndome como una bolita ahora mismo porque sé que me acabará juzgando. — No pensaba que mi primera fuera a ser así, pero tampoco puedo quejarme. — Me encojo de hombros antes de llevarme el último trozo de galleta a la boca, y suelto un largo suspiro para liberar la tensión. — Al menos, a ti las cosas te vuelven a ir bien con Syv. — Le doy una palmadita en el hombro y sonrío. Me alegro por él porque tener una relación seria con quien quiere debe de ser increíble, y más con los tiempos que van a venir ahora. Puede que diga que él solo da la cara y que no es un líder, pero aun así, no son momentos fáciles ahora que hay que ganarse la confianza de la gente para seguir avanzando.
Pero creo que las clases deberán dejarse para otro día porque la conversación vuelve a un tema que ni siquiera yo termino de comprender. Me tomo mi tiempo, e incluso le robo el paquete de galletas de las manos para llevarme una a la boca y así ganar más segundos mientras intento pensar cómo explicarle lo que pasó. — Fue el calentón — respondo antes de dar otro mordisco a la galleta. — No estuvo mal. — Al momento me arrepiento de decirlo porque sé que él no la ve como puedo verla yo, que además han crecido juntos. Tampoco es como si recordase todo lo que pasó, pero tengo algunas imágenes de ciertos momentos de aquella noche en su habitación. — Pero no te voy a engañar, la veo como una buena amiga hoy por hoy — añado con toda la seguridad que puedo, sintiéndome como una bolita ahora mismo porque sé que me acabará juzgando. — No pensaba que mi primera fuera a ser así, pero tampoco puedo quejarme. — Me encojo de hombros antes de llevarme el último trozo de galleta a la boca, y suelto un largo suspiro para liberar la tensión. — Al menos, a ti las cosas te vuelven a ir bien con Syv. — Le doy una palmadita en el hombro y sonrío. Me alegro por él porque tener una relación seria con quien quiere debe de ser increíble, y más con los tiempos que van a venir ahora. Puede que diga que él solo da la cara y que no es un líder, pero aun así, no son momentos fáciles ahora que hay que ganarse la confianza de la gente para seguir avanzando.
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— Sí, lo he visto — lo digo con ese tono que grita “valga la redundancia” — Incluso los he visto juntos en una discoteca, pero jamás vi indicios de que tengan “algo más”. Tú solo sé tú mismo o, mejor… ¡Pregúntale! ¿Qué es lo peor que pueda pasar? — muchas cosas, podría hacerle una lista repleta de ellas y muchas me llenarían de vergüenza hasta a mí, pero no puedo decirle eso a un amigo que está en aprietos amorosos. Por eso, solo cierro mi mano en un puño y le doy un golpecito en el brazo con una sonrisa — Si se lo toma a mal, dile que estabas bajo los efectos de su estado de veela y asunto solucionado, jamás se dará cuenta. ¡Pan comido! — si logra hacerlo sin que se le enrosque la lengua, será mi nuevo héroe.
Espero no atragantarme y tengo que hacer el camino a la sala con cuidado de no llevarme nada puesto, que aún no me conozco esta casa de memoria y no puedo quitar mis ojos de él. Ok, fue solo un calentón, pero no sé si quiero conocer los detalles — Bev es una buena amiga y no te juzgaré si te gusta, pero… Jamás los vi interactuar demasiado y no creí que fuese tu estilo — confieso, descubriendo la verdad con palabras que suenan dudosas — No lo sé, K, eres muy clásico y ella es… bueno, es Beverly — me parece que es la mejor manera de describirla. No hay persona más única en todo nuestro grupo que ella. Me acomodo en el sofá y subo los pies a la mesa del café, cruzándolos entre sí en lo que me meto algunas otras galletas a la boca — Yo pensaba que mi primera vez iba a ser con Delilah — si ella alguna vez me hubiera dado bola. Me encojo de hombros — Supongo que lo importante es saber que lo disfrutamos y no nos arrepentimos. Porque no te arrepientes… ¿No? — que sino tendré que sacar mi carta de consuelo y no soy precisamente bueno en ello.
Le regreso la sonrisa por detrás de esa palmada, esta vez de una manera un poco más amplia y, como Jim dice, posiblemente tenga mi mejor rostro de estúpido — ¿Puedes creer esa suerte? — se me va el entusiasmo al tope, así que me obligo a masticar un poco más lento para simular estar un poco más tranquilo — Jamás pensé tener éxito con las chicas y Syv… ella es espectacular, amigo. Me hace creer y desear que no querré estar con otra persona en toda mi vida — dejo caer la cabeza contra los cojines del sofá, esos que me permiten observar la lámpara del techo. Es demasiado brillante, con tanto detalle que me hace pensar que debe ser un decorado bastante antiguo — ¿Piensas que podrá durar? ¿A pesar de todo? — que el mundo se ha vuelto loco para nosotros, lo que sucederá mañana es un enorme misterio — ¿Alguna vez sentiste algo así? — tengo que mirarlo así que giro mi rostro hacia él, pendiente de sus palabras. Hemos hablado de muchas cosas, pero creo que es la primera vez que podemos darnos el lujo de ser… bueno, sujetos que tocan temas del corazón.
Espero no atragantarme y tengo que hacer el camino a la sala con cuidado de no llevarme nada puesto, que aún no me conozco esta casa de memoria y no puedo quitar mis ojos de él. Ok, fue solo un calentón, pero no sé si quiero conocer los detalles — Bev es una buena amiga y no te juzgaré si te gusta, pero… Jamás los vi interactuar demasiado y no creí que fuese tu estilo — confieso, descubriendo la verdad con palabras que suenan dudosas — No lo sé, K, eres muy clásico y ella es… bueno, es Beverly — me parece que es la mejor manera de describirla. No hay persona más única en todo nuestro grupo que ella. Me acomodo en el sofá y subo los pies a la mesa del café, cruzándolos entre sí en lo que me meto algunas otras galletas a la boca — Yo pensaba que mi primera vez iba a ser con Delilah — si ella alguna vez me hubiera dado bola. Me encojo de hombros — Supongo que lo importante es saber que lo disfrutamos y no nos arrepentimos. Porque no te arrepientes… ¿No? — que sino tendré que sacar mi carta de consuelo y no soy precisamente bueno en ello.
Le regreso la sonrisa por detrás de esa palmada, esta vez de una manera un poco más amplia y, como Jim dice, posiblemente tenga mi mejor rostro de estúpido — ¿Puedes creer esa suerte? — se me va el entusiasmo al tope, así que me obligo a masticar un poco más lento para simular estar un poco más tranquilo — Jamás pensé tener éxito con las chicas y Syv… ella es espectacular, amigo. Me hace creer y desear que no querré estar con otra persona en toda mi vida — dejo caer la cabeza contra los cojines del sofá, esos que me permiten observar la lámpara del techo. Es demasiado brillante, con tanto detalle que me hace pensar que debe ser un decorado bastante antiguo — ¿Piensas que podrá durar? ¿A pesar de todo? — que el mundo se ha vuelto loco para nosotros, lo que sucederá mañana es un enorme misterio — ¿Alguna vez sentiste algo así? — tengo que mirarlo así que giro mi rostro hacia él, pendiente de sus palabras. Hemos hablado de muchas cosas, pero creo que es la primera vez que podemos darnos el lujo de ser… bueno, sujetos que tocan temas del corazón.
¿Preguntarle? ¿Cómo? ¿Se supone que tengo que ir preguntarle si tendría algo conmigo, más allá de un simple lío de una noche como el que tuve con Beverly? Si para dar un paso allá y acostarme con alguien con quien no tengo sentimientos románticos ya tuve que ir ebrio, no quiero ni imaginarme cómo tendría que estar para decidirme a ser tan directo con Holly. Porque quizá suena lamentable, pero no me gustaría que fuera algo de una ocasión y ya. Nunca he tenido novia ni realmente he tenido tampoco intención de pedirle salir a alguien de esa manera, pero Holly es lo más parecido a eso que he sentido nunca. A veces pienso que simplemente es porque es mi enamoramiento de la infancia y que me recuerda aquella época en la que todo era algo más fácil. — ¿Bajo los efectos...? — Tengo que callarme porque me siento como un estúpido por no haber pensado en utilizar eso como excusa. ¡Es la tapadera pefecta! Si quedo como un idiota y ella se molesta, siempre puedo disculparme más tarde con eso. Que vale, mentir no está bien, pero tampoco quiero perderla como amiga. — Decidido. La próxima vez que la vea, lo intentaré. — Ahora sueno convincente, pero luego ya veremos.
Por el camino, voy meditando lo que dice sobre lo distintos que somos Bev y yo, y lo único que hago es soltar un gruñido afirmativo como respuesta. Sé que en personalidad somos diferentes, pero supongo que ha habido otros factores que nos han unido. Y no me refiero solo al negocio que nos montamos en el norte, sino a las putadas que nos ha dado la vida. — La verdad es que empezamos a unirnos cuando te secuestraron. — Ahora parece algo muy lejano, pero ha sido una amistad que se ha ido desarrollando progresivamente. — Y después... — continúo, pero hago una pausa para dejarme caer de manera seca en el sofá, a su lado. — Montamos un «negocio» en el norte, ya sabes — exagero la palabra negocios todo lo posible y pronuncio cada sílaba lentamente, mientras que con mis dedos hago el típico gesto de comillas para dejar claro que no es tan simple. La palabra drogas y camellos suena algo preocupante e irreal cuando lo digo en voz alta, así que... — Pero no, no me arrepiento — respondo a su pregunta al final, negando también con la cabeza. Puede que no tenga esos sentimientos románticos que me hubiera gustado tener con la chica con la que fuera a perder la virginidad, pero al menos la conozco y tengo una amistad con ella.
Su sonrisa de tipo enamorado consigue que sonría yo también por verle así, feliz. Pensándolo bien, creo que hablando de su novia es la vez que más feliz le he visto y me alegro muchísimo por él. — Creo que puede durar. Ha dejado su vida por ti; sabe quién eres y aun así, sigue aquí, apoyándote. Está completamente enamorada de ti. — Puede que Ken esté loco por ella, pero ella también sabiendo cómo le respalda. Por mi parte, ni siquiera me pienso la respuesta a su pregunta porque tristemente es de las pocas cosas que he tenido claras en en esta vida: — Todavía no, pero espero poder sentirlo algún día. — Creo que todos nos merecemos poder sentirlo y estar con alguien a quien queramos y que nos quiera. Es una de las cosas bonitas de la vida.
Por el camino, voy meditando lo que dice sobre lo distintos que somos Bev y yo, y lo único que hago es soltar un gruñido afirmativo como respuesta. Sé que en personalidad somos diferentes, pero supongo que ha habido otros factores que nos han unido. Y no me refiero solo al negocio que nos montamos en el norte, sino a las putadas que nos ha dado la vida. — La verdad es que empezamos a unirnos cuando te secuestraron. — Ahora parece algo muy lejano, pero ha sido una amistad que se ha ido desarrollando progresivamente. — Y después... — continúo, pero hago una pausa para dejarme caer de manera seca en el sofá, a su lado. — Montamos un «negocio» en el norte, ya sabes — exagero la palabra negocios todo lo posible y pronuncio cada sílaba lentamente, mientras que con mis dedos hago el típico gesto de comillas para dejar claro que no es tan simple. La palabra drogas y camellos suena algo preocupante e irreal cuando lo digo en voz alta, así que... — Pero no, no me arrepiento — respondo a su pregunta al final, negando también con la cabeza. Puede que no tenga esos sentimientos románticos que me hubiera gustado tener con la chica con la que fuera a perder la virginidad, pero al menos la conozco y tengo una amistad con ella.
Su sonrisa de tipo enamorado consigue que sonría yo también por verle así, feliz. Pensándolo bien, creo que hablando de su novia es la vez que más feliz le he visto y me alegro muchísimo por él. — Creo que puede durar. Ha dejado su vida por ti; sabe quién eres y aun así, sigue aquí, apoyándote. Está completamente enamorada de ti. — Puede que Ken esté loco por ella, pero ella también sabiendo cómo le respalda. Por mi parte, ni siquiera me pienso la respuesta a su pregunta porque tristemente es de las pocas cosas que he tenido claras en en esta vida: — Todavía no, pero espero poder sentirlo algún día. — Creo que todos nos merecemos poder sentirlo y estar con alguien a quien queramos y que nos quiera. Es una de las cosas bonitas de la vida.
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No me sorprende nada de lo que está diciendo, creo que he oído algo de todo ese asunto de las drogas y quizá Beverly lo mencionó en alguna ocasión, pero solo tengo una duda — ¿Cómo diablos vendían, si estaban en los carteles de los más buscados? — sé que sonaré como un adulto amargado, pero parece que ahora mismo soy el idiota que tiene que tomar ese papel para que su mejor amigo tenga más cuidado. Mierda, estoy pasando demasiado tiempo con Synnove — Hay riesgos que no hace falta correrlos, no cuando ahora tenemos la oportunidad de tener trabajos más… bueno, legales y sin problemas extra. Si quieres pasar tiempo con Beverly, existen millones de otras cosas que pueden hacer — al menos, arrepentirse es algo que no parece estar en su lista y solo puedo darle un amistoso golpecito en el hombro.
— Ella no… Synnove tenía muchas razones para dejar su hogar, no solo estaba yo en el medio. Creo que es algo que ella necesitaba hacer por sí misma — ya hemos hablado de esto con la rubia y no sé si me siento capaz de expresar lo importante que es para mí el verla feliz, en un sitio donde puede ser ella misma y compartir con sus amigas — Pero sí, es genial tenerla conmigo. Sé que no sería igual si no tuviese su apoyo. Me siento mucho más… inmenso con ella, ¿sabes? — a riesgo de sonar cursi, no me queda otra que ser sincero con él. Lleno mi boca con un gesto quedo, más preocupado en nuestra charla que en lo que me llevo a los labios y tengo que detenerme un momento, así soy libre de responder sin tener la boca llena — Mira el lado positivo, ahora tendremos la oportunidad de conocer a cientos de personas nuevas y el panorama será mucho más amplio. Y quizá… ¿Quién sabe? — me chupo el polvillo salado que ha quedado en mi pulgar, creando una pasta asquerosa que se pega a la yema — Todos sabemos que tendrás que superarme algún día — bromeo.
Subo los pies al sofá, haciéndome una bola contra mi rincón en lo que sacudo el paquete frente a él, así se hace con más porquería — ¿Te sientes cómodo con todo esto? — no puedo evitar preguntarlo — Ya sabes, con un nuevo distrito, nueva gente. Sé que no es fácil de procesar, pero creo que sabes que cualquier cosa que necesites, estoy aquí para escucharte.
— Ella no… Synnove tenía muchas razones para dejar su hogar, no solo estaba yo en el medio. Creo que es algo que ella necesitaba hacer por sí misma — ya hemos hablado de esto con la rubia y no sé si me siento capaz de expresar lo importante que es para mí el verla feliz, en un sitio donde puede ser ella misma y compartir con sus amigas — Pero sí, es genial tenerla conmigo. Sé que no sería igual si no tuviese su apoyo. Me siento mucho más… inmenso con ella, ¿sabes? — a riesgo de sonar cursi, no me queda otra que ser sincero con él. Lleno mi boca con un gesto quedo, más preocupado en nuestra charla que en lo que me llevo a los labios y tengo que detenerme un momento, así soy libre de responder sin tener la boca llena — Mira el lado positivo, ahora tendremos la oportunidad de conocer a cientos de personas nuevas y el panorama será mucho más amplio. Y quizá… ¿Quién sabe? — me chupo el polvillo salado que ha quedado en mi pulgar, creando una pasta asquerosa que se pega a la yema — Todos sabemos que tendrás que superarme algún día — bromeo.
Subo los pies al sofá, haciéndome una bola contra mi rincón en lo que sacudo el paquete frente a él, así se hace con más porquería — ¿Te sientes cómodo con todo esto? — no puedo evitar preguntarlo — Ya sabes, con un nuevo distrito, nueva gente. Sé que no es fácil de procesar, pero creo que sabes que cualquier cosa que necesites, estoy aquí para escucharte.
Lo cierto es que su pregunta es una que yo mismo me estuve haciendo durante semanas, cuando trataba de encontrar la manera de vender sin ser descubierto. En un principio me planteé decírselo a Agatha y que lo hiciera ella, pero no quise arriesgarme por si se ponía sobreprotectora... Y eso solo me dejó con la opción de Chloe. No fue fácil convencerla, y tuve que darle parte de las ganancias, siempre con la condición de que yo no consumiría. Al final, el negocio se fue yendo a la ruina, ya no solo por venir a vivir aquí, sino por descubrir que le estaba engañando y que yo también tomaba. — Bev y yo nos encargábamos de preparar el material, y mi melliza lo iba vendiendo. La de puertas que se te abren cuando no eres una cara conocida... — Mi rostro lleva tanto tiempo colgando en carteles por las calles, que ya hasta saborear esa libertad es un vago recuerdo. Al menos, ahora en el 9 podemos tener una vida relativamente normal en ese aspecto.
Abro ligeramente la boca, sorprendido, y suelto un pequeño «oh» casi en un susurro cuando escucho sus explicaciones. Lo cierto es que apenas conozco a su novia, pero siempre había dado por hecho que el principal motivo por el que se había unido a nosotros era por Kendrick. Las personas siempre te sorprenden de una forma u otra, visto lo visto. — Si algún día tengo pareja, tenemos que tener una cita doble. Creo que sería genial y además así podría conocer a Syv mejor. — Que no tengo nada en contra de conocernos los dos sin citas dobles de por medio, pero de la otra manera siempre es más divertido. — Quién sabe... Quizá tengo suerte y, como dices, consigo salir con alguien en poco tiempo ahora que hay tanta gente desconocida por aquí. — Le guiño el ojo en plan cómplice y para hacerme el seguro, pero es algo que dudo bastante. Ni siquiera sé cómo ligar y tampoco sé muy bien a quién pedirle consejo.
Me estiro para robarle el paquete de galletitas un momento, y voy dando bocados a una mientras escucho su pregunta. Estar comiendo me permite tomarme mi tiempo para pensar, porque incluso yo estoy teniendo dudas sobre mi nueva vida aquí. Pero no tengo queja, porque al menos puedo estar con los míos. — Es extraño poder vivir con menos preocupaciones. Las hay, pero al menos no tengo que preocuparme por si alguien me delata, ¿sabes? — Eso ya es un gran punto a favor del 9. — Y mi familia y amigos estáis aquí, pero no voy a negar que a veces no sé muy bien que hacer; de qué trabajar y eso. — Supongo que no soy el único así, pero por ahora solo tengo claro que participaré en todos los entrenamientos porque todavía me hace falta mejorar más en duelos. — Estaba pensando trabajar como agricultor a tiempo parcial. ¡Y hacerme vegetariano! — Siempre he querido porque he tenido la sensación de que estaba unido a la naturaleza y a los animales, pero nunca he podido serlo. Ahora que tenemos más comida, que no necesito cazar, y que precisamente estamos en el distrito agrícola, puede ser el momento idóneo.
Abro ligeramente la boca, sorprendido, y suelto un pequeño «oh» casi en un susurro cuando escucho sus explicaciones. Lo cierto es que apenas conozco a su novia, pero siempre había dado por hecho que el principal motivo por el que se había unido a nosotros era por Kendrick. Las personas siempre te sorprenden de una forma u otra, visto lo visto. — Si algún día tengo pareja, tenemos que tener una cita doble. Creo que sería genial y además así podría conocer a Syv mejor. — Que no tengo nada en contra de conocernos los dos sin citas dobles de por medio, pero de la otra manera siempre es más divertido. — Quién sabe... Quizá tengo suerte y, como dices, consigo salir con alguien en poco tiempo ahora que hay tanta gente desconocida por aquí. — Le guiño el ojo en plan cómplice y para hacerme el seguro, pero es algo que dudo bastante. Ni siquiera sé cómo ligar y tampoco sé muy bien a quién pedirle consejo.
Me estiro para robarle el paquete de galletitas un momento, y voy dando bocados a una mientras escucho su pregunta. Estar comiendo me permite tomarme mi tiempo para pensar, porque incluso yo estoy teniendo dudas sobre mi nueva vida aquí. Pero no tengo queja, porque al menos puedo estar con los míos. — Es extraño poder vivir con menos preocupaciones. Las hay, pero al menos no tengo que preocuparme por si alguien me delata, ¿sabes? — Eso ya es un gran punto a favor del 9. — Y mi familia y amigos estáis aquí, pero no voy a negar que a veces no sé muy bien que hacer; de qué trabajar y eso. — Supongo que no soy el único así, pero por ahora solo tengo claro que participaré en todos los entrenamientos porque todavía me hace falta mejorar más en duelos. — Estaba pensando trabajar como agricultor a tiempo parcial. ¡Y hacerme vegetariano! — Siempre he querido porque he tenido la sensación de que estaba unido a la naturaleza y a los animales, pero nunca he podido serlo. Ahora que tenemos más comida, que no necesito cazar, y que precisamente estamos en el distrito agrícola, puede ser el momento idóneo.
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Intento imaginarlo. Syv y yo, junto a Kyle y una desconocida que tendrá que adaptarse para soportar la cantidad de gansadas que podemos decir por minuto. Pobre persona extraña — Siempre puedes venir a casa cuando ella está por aquí, no es necesario esperar a una cita doble si te interesa… — sugiero, aunque pronto se me pinta una sonrisa traviesa — … y si puedes soportar tener a dos personas dándose besitos al lado tuyo — no me contengo, pongo mi trompa para adelante y lanzo algunos besos al aire hasta reírme por lo bajo — Ya. Conocerás a alguien y, en el mientras tanto, eres completamente libre de experimentar con quien quieras. No tiene nada de malo y si con Beverly tienes esa confianza… pues bien por ustedes. Solo usen condón — que se nos libre de que la rubia ande repitiendo la historia de su madre por ahí.
Me quedo sin galletas, así que solamente me limito a limpiarme el dorso de la boca en lo que Kyle da sus explicaciones, las cuales puedo comprender bastante bien. Es la primera vez que podemos vivir como personas normales, en un distrito que funciona como una ciudad evolucionada y no escondidos o aislados cerca de las montañas — No tienes que preocuparte por eso, aún tenemos tiempo para descubrir lo que queremos hacer — al menos, ellos. A mí me ha tocado la parte de tener un empleo obligado hasta nuevo aviso — Podemos probar diferentes actividades extra, hay algunas clases en el centro que podríamos husmear — no me imagino anotándome a algo como yoga, pero creo que entiende mi punto.
Aunque separo los labios para decirle algo con respecto a la agricultura, acabo formando una expresión de sorpresa porque no me veía venir lo último. Vengo de un distrito en el cual los alimentos eran tan limitados que la idea de aferrarse a una dieta se sentía ridícula, por lo que no es algo que acostumbre a escuchar — ¿Ves? Hasta ya tienes de dónde iniciar — le doy una palmada de ánimo en el brazo — Será una pena el no poder invitarte a comer hamburguesas en cuanto lo hagas, pero me parece bien si quieres intentar. ¿Y sabes qué? Syv ama comer cosas con vegetales, así que podrías preguntarle a ella. ¿Ves? Ya te conseguí una excusa para que se hagan amigos y todo — que somos pocos y, a pesar de que el panorama ahora se amplíe, siempre debemos aferrarnos a las personas que conocen nuestra historia. Para eso, no hay distrito inmenso que valga.
Me quedo sin galletas, así que solamente me limito a limpiarme el dorso de la boca en lo que Kyle da sus explicaciones, las cuales puedo comprender bastante bien. Es la primera vez que podemos vivir como personas normales, en un distrito que funciona como una ciudad evolucionada y no escondidos o aislados cerca de las montañas — No tienes que preocuparte por eso, aún tenemos tiempo para descubrir lo que queremos hacer — al menos, ellos. A mí me ha tocado la parte de tener un empleo obligado hasta nuevo aviso — Podemos probar diferentes actividades extra, hay algunas clases en el centro que podríamos husmear — no me imagino anotándome a algo como yoga, pero creo que entiende mi punto.
Aunque separo los labios para decirle algo con respecto a la agricultura, acabo formando una expresión de sorpresa porque no me veía venir lo último. Vengo de un distrito en el cual los alimentos eran tan limitados que la idea de aferrarse a una dieta se sentía ridícula, por lo que no es algo que acostumbre a escuchar — ¿Ves? Hasta ya tienes de dónde iniciar — le doy una palmada de ánimo en el brazo — Será una pena el no poder invitarte a comer hamburguesas en cuanto lo hagas, pero me parece bien si quieres intentar. ¿Y sabes qué? Syv ama comer cosas con vegetales, así que podrías preguntarle a ella. ¿Ves? Ya te conseguí una excusa para que se hagan amigos y todo — que somos pocos y, a pesar de que el panorama ahora se amplíe, siempre debemos aferrarnos a las personas que conocen nuestra historia. Para eso, no hay distrito inmenso que valga.
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