Jueves 25 de noviembre por la mañana

Es increíble lo que la magia y los elfos domésticos pueden hacer. La sede de gobierno se ve como nueva, sin rastros de la batalla de hace unos días. Hemos quitado también los cuadros por miedo a que funcionen como espías y la bandera de NeoPanem fue retirada del mástil frontal, así que se ve como una mansión perfecta para ser transformada en nuestro sitio de reuniones y asuntos políticos. Obvio que la idea no salió de mí sino de Hero, pero no pienso decirlo en voz alta porque nadie me lo ha cuestionado y ya me da vergüenza el admitir que necesito de su cerebro como para tirarle aún más flores.

Para colmo, su sonrisa mal disimulada me deja bien en claro que debo verme patético. En lo que ella está muy cómoda jugueteando con una tablet en el asiento a la derecha de la silla principal, yo todavía sigo de pie, acomodando el cuello de mi camisa una y otra vez sin despegar la vista de la enorme ventana. Nos encontramos en un salón de juntas en el segundo piso, se sintió el sitio ideal para llevar a cabo la reunión que pedí, especialmente por su larga mesa de negocios. ¡Hasta encontramos un par de letreros con los nombres de los ministros para colocar justo delante de sus lugares! Fue divertido pasar el desayuno tachándolos y ahí donde había nombres como R. Weynart, E. Leblanc o H. Powell, ahora se leen cosas como “R. DeRata”, “E. Lamanca” y “H. Deputa”.  Eso también lo escondí, no sea cosa de que los demás lo vean y crean que soy un idiota.

Que la puerta se abra hace que no le vuelva a preguntar a Hero si cree que los demás van a asistir y suspiro de alivio, porque realmente necesitaba de esto. Tras lus saludos iniciales y en vista de que comienzan a ocupar sus asientos, acabo empujando la silla de la cabecera y me acomodo allí. ¿Y ahora qué? No sé cómo lo hacía Arleth, jamás estuve en sus reuniones — Creo que los motivos por los cuales los llamé son obvios — inicio. Vacilo un poco, pero la manera que tiene Hero de clavarme sus ojos grandes que dan miedo hace que carraspee para seguir hablando — Ahora que el distrito es nuestro tenemos que organizar nuestro propio gobierno y, como no tenemos los recursos para volvernos un ministerio, pensé que podríamos hacerlo como lo hacíamos en el catorce. Quiero que este lugar sea manejado por un consejo, puesto que… bueno, no puedo hacerlo solo. Y los quiero a ustedes, para demostarles que trabajando juntos, se puede hacer mucho más.

Todavía no ha pasado ni una semana desde que ganamos el distrito, y todavía no me puedo creer lo mucho que necesitaba este tipo de libertad. Todavía hay incertidumbre, todavía está el miedo a las consecuencias que pueda haber, pero progresivamente, día a día la gente se anima un poco más. Para lo grande que es el distrito, hay menos personas de las que debería, pero las que están pueden salir a la calle sin mirar tres veces por encima del hombro, sin la necesidad de palparse los bolsillos, sin tener que cubrirse la cabeza con una capucha que al fin y al cabo no es una defensa contra hombres lobo o dementores. A Kenny le habría gustado, y a Lea, y a Jeff, y a Ferdia… Mierda, hasta Moira habría sido feliz acosando a la gente. Al menos ella todavía podía aparecer a la vuelta de la esquina si es que tenía un poco de esperanza. Ya qué, ya había llorado lo suficiente durante el funeral.

Tenía que admitirlo, la nueva sede de gobierno era lejos de ser el edificio en ruinas que había quedado luego de los enfrentamientos, pero aún así prefería la vieja casita de la abuela de Syv. Tenía un invernadero precioso, era tremendamente luminosa y por sobre todas las cosas, no tenía que subir dos pisos en escaleras para asistir a una bendita reunión. - ¿Es que acaso no se les ocurrió poner ascensores? - Es mi saludo cuando ingreso a la habitación. Los demás no tardan en llegar, así que tomo asiento en una de las sillas vacías que se encuentra lo suficientemente alejada de la cabecera. No sabía exactamente de qué se trataba esto, aunque podía hacerme una vaga idea, pero prefería ver todo de frente, y no de costado.

Ken comienza a hablar, y por unos segundos cuesta entender que la imagen del líder revolucionario y la del chico que quiso salir corriendo ante la sola presencia de la madre de su novia sea la misma. - No estoy muy segura de cómo manejaban las cosas en el catorce, pero si por consejo te refieres un lugar dónde todos tenemos voz, voto y podemos opinar… Pues me gustaría decir que tenemos que hacer algo con los controles de seguridad y la salida de información. Entiendo el concepto de igualdad, libertad, fraternidad o lo que sea; pero hay muchos cabos sueltos que atar si no queremos sufrir un ataque en los próximos días. - Me tomo la libertad de empezar, porque en verdad había notado la deficiencia en ese ámbito. No es que los hechizos protectores fuesen a flaquear, pero la lealtad de todos los habitantes del distrito era algo que no se podía garantizar a ciegas. - He estado desarrollando unos prototipos: sellos, lectores, hechizos delatores… necesitaría ayuda, pero me parece que al menos podríamos saber si es que alguien anda hablando de más.

Aún sigo aturdido por los acontecimientos de los últimos días, no solo por ellos que inundaron los televisores de NeoPanem, sino también por las bajas que hemos sufrido. No solo por el comprender qué había pasado con Kenny, sino también porque vaya a saber lo que están haciendo con Ava. Sí, es la primera vez en mucho tiempo que podemos salir a la calle y disfrutar de un espacio verde sin temer perder la vida en ello. ¿Y a qué costo? ¿Por qué no puedo sentirme de verdad feliz, incluso cuando sabíamos los riesgos? Antes se me daba mejor hablar para distraerme o subir los ánimos, esta semana he estado demasiado callado. Ni siquiera observo las habitaciones de la mansión que ahora servirá como punto de encuentro cuando llego a la reunión, siguiendo los pasos de mis compañeros. Me conformo con tomar asiento, bostezar y lamentarme por no haber tenido un mejor desayuno. Creo que mi saludo apenas se escucha.

Mi mirada se levanta ante las palabras de Kendrick, pero no puedo decir que me sorprenda. ¿No había dicho hace tiempo que no quería gobernar, que solo ayudaría aprovechando su apellido como arma? Busco con los ojos a Amber, porque los dos escuchamos lo que sucedió en el despacho el otro día, cuando tuvo sus minutos de reclamar poder y recordarme exactamente de dónde viene. Hoy seremos un consejo… ¿Pero qué sucederá mañana? ¿Cómo mantienes en la línea a una persona joven que puede saborear tenerlo todo en la mano? Kendrick tiene diecisiete y una vaga inclinación a entusiasmarse cuando descubre que algo le sale bien. Lo conozco, confío en que no se perderá en el camino, pero temo equivocarme. Por eso, solo acepto con un asentimiento y no digo absolutamente nada.

Gracias al cielo que Mimi habla y lanza una idea original que no me decepciona — Es buena. No podemos tener ojos en todos lados y confiar plenamente en las personas que se queden. ¿Y si pides un juramento de fidelidad? Nada muy arriesgado, solo realizar un registro de personas y pedir un comprobante que te asegure que no meterán personas del Capitolio dentro. También creo que deberíamos plantar puntos de guardia en los límites del distrito, como hacíamos con las torres de vigilancia. El terreno es mucho más grande de lo que estamos acostumbrados, necesitaremos estar preparados tanto para ataques como para recibir a las personas que quieran venir — muevo mis ojos por la mesa, fijándome en las caras que me acompañan. Muchos se ven tan cansados como yo — Seguiremos siendo un distrito en guerra contra más de la mitad del país y subirles los impuestos a los civiles no hará que nos miren con buenos ojos de inmediato. No solo necesitamos entrenamiento, sino también aliados. Si hacemos esto bien, podríamos extendernos al norte. No hemos ganado, no aún.

He tenido que pasar los últimos días prácticamente en mi nueva cama, haciendo reposo y recuperándome de las heridas. Todavía arrastro algunas secuelas, pero es poca cosa, más allá de tener algunas costillas lesionadas por culpa de uno de los golpes que me di cuando la chica Powell me mandó volando contra una de las estanterías del despacho. Pero al menos estoy en lo que ahora es nuestro hogar, con la seguridad que este proporciona, que es más de lo que podemos decir de algunos de los nuestros. Ya no es solo que Kennedy y Lea murieran, sino que ni siquiera sabemos qué habrá sido de Ava. El simple pensamiento de imaginarla con esa gente, siendo torturada para intentar sacarle información sobre nosotros, me quita el sueño por las noches.

Así que el café se está convirtiendo en mi mejor amigo durante las mañanas para estar más despejada; para compensar la falta de sueño. Para no romper con mi nueva rutina, es sujetando una taza casi más grande que mis manos como entro a la sala de reuniones.

Me siento en una de las sillas libres, y dando sorbos de vez en cuando a la bebida, escucho las palabras de Kendrick. No me extraña que quiera crear un consejo porque es lo más lógico, ya no solo porque es el modelo político con el que ha crecido, sino porque precisamente reconoció que no quería gobernar. Pero el poder es el poder, y más a esas edades. Un simple vistazo a Ben me basta para comprender que tiene los mismos pensamientos que yo, pero que ahora no es el momento ni el lugar para estas cosas.

Aprovecho que Mimi y Ben son los primeros en sugerir ideas para terminarme el café, y tras hacer la taza a un lado, tomo el turno de palabra: — Creo que los puntos de guardia deberían ser una de las primeras medidas a implementar — corroboro, y miro tanto a Mimi como a Ben. — Deberíamos adjudicar gente que patrulle los límites como hacíamos en el 14, pero también desarrollar alguna mejora mágica y técnica como las que dice Mimi para que trabajen juntos. — Porque a veces se necesita tanto como mano de persona, como tecnología para conseguir la máxima eficacia. En el 14 no teníamos a nadie que nos ayudase con estas cosas porque nadie sabía casi nada de tecnología, pero por suerte, ahora sí podemos. — También pienso que deberíamos seguir con los entrenamientos a los más jóvenes, pero permitiendo que todos los niños y adultos que vivan en el distrito se sumen si lo desean. Quizá sepan lo básico de cómo defenderse y atacar con magia, si es que les han enseñado. Pero sí que nadie les habrá dicho cómo mejorar sus reflejos o cómo combatir con armas mundanas. — Hasta una simple piedra puede ser tan letal como un hechizo si sabes dónde y cómo golpear. — Puede que nos dejen tranquilos un tiempo mientras se recuperan y deciden cómo ir a por nosotros, pero no podemos relajarnos. Debemos proteger a los civiles que decidan quedarse o venir a vivir aquí.

De verdad me interesa lo que puede llegar a salir de ésta charla, más bien quiero asegurarme de que no puse mi cuello en riesgo junto a la gente equivocada y que las cosas de ahora en más no serán un desastre... En espíritu estoy aquí, sentado en un rincón, pero siento que mi cuerpo sigue recostado en la cama de mi nueva casa... Es curioso, hace años que no dormía en una casa decente, ni tampoco tenía agua caliente, ni estaba libre de la presión que sentía por el miedo de ser atrapado en cualquier momento. Es la primera vez en años que puedo estar relajado y creo que eso es lo que hace que mi cuerpo sea como un muñeco de trapo arrastrándose por las calles del distrito, como anestesiado en cuerpo y alma para no sentir todo el dolor que aún me genera la partida de Lea.

El chico comienza a hablar y la última bola de presión que tenía en mi pecho se libera, pues al menos no va a ser un gobierno monocéfalo en el que tendremos que obedecer sin chistar, piensa instruirse de las ideas de los demás y creo que es lo más cercano a la democracia que vamos a tener en éstos tiempos así que me vale - Creo que lo primero en la lista sería evitar que vuelen éste distrito como hicieron con el suyo - porque de los errores se aprende y de estar en el lugar de Aminoff atacaría antes de que tengamos la oportunidad de organizarnos.

Me acomodo en el sofá y hago una mueca cuando una de mis tantas lesiones pega un tirón. Los magos se recuperan más rápido, eso seguro, pues se los ve mucho mejor de lo que me siento yo - Tienen que tener en cuenta que éste es un distrito de granjeros - conozco el estilo de vida, he pasado robándoles mucho los últimos años - No hay muchos fanáticos de Aminoff, pero tampoco creo que vayan a arriesgar sus vidas por Kendrick aún - deslizo mis ojos hacia él - De momento solo les has mostrado la guerra, una que hay que ganar, pero dales una probada de lo que será la vida después de eso, para que comprendan la causa y tengan algo más que fe ciega - propongo con tono tranquilo. Creo que soy el más neutral aquí y solo digo lo que me gustaría escuchar.

A pesar de que en más de una ocasión tengo ganas de burlarme de los nervios de Ken, me quedo en silencio en lo que la reunión comienza. No diré que nada de esto es natural para mí porque difiere demasiado de lo que yo recuerdo de mi casa, cuando eran ellos los enemigos contra los cuales mis padres reprochaban todos los días. ¿Qué dirían de poder verme ahora? ¿Aceptarían lo que quiero hacer con tal de limpiar nuestro nombre o creerían que estoy completamente loca? Que tal vez lo estoy, pero yo en verdad creo que vale la pena.

Tengo la costumbre necesaria como para escribir a una buena velocidad en la tableta, asintiendo y anotando las ideas que llueven sobre la mesa. Al menos Kendrick sabe de quién rodearse, eso se lo concedo. No es hasta que el sujeto que creo que se llama Dressler habla, que bajo mi aparato para poder inclinarme un poco más sobre la mesa y hablar — Es un buen punto. Ganar un distrito no es ganarse a las personas. Ahora mismo, somos usurpadores — como veo que Ken abre la boca para discutir, levanto un dedo — No me digas que no es así, porque no importa quién arrojó la primera piedra, estas personas han vivido de una manera por años y que clames el territorio no te transforma en su líder ideal. No todo el mundo va a estar de acuerdo contigo y, si quieres mi consejo, tendremos que encontrar el modo de mantenerlos contentos para que te elijan sobre Magnar. Si conseguimos eso, estaremos más seguros, porque no necesitamos de levantamientos dentro de nuestro propio distrito. ¿Quizá algo de caridad? ¿Acercarnos a conocer a la gente? Lo que se muestra es siempre importante — paso mi dedo por encima de la tableta, tratando de chequear los puntos que hablamos —Mientras Ken se gana al pueblo, podemos hacernos con algo de tiempo. ¿Creen que las ideas sobre seguridad y entrenamiento pueden ser pulidas en dos días para poder presentarlas aquí y votar entre todos? — hey, que organizar no se me da mal, podría acostumbrarme a esto.

Ni siquiera había pasado una semana desde lo ocurrido en la mansión del distrito 9; lugar en el que ahora estaba… ¿viviendo? No tenía claro su usar aquella palabra era acertada, a fin de cuentas en el escaso transcurso de un año no había sentado el culo en ningún sitio de modo permanente. Por suerte, o por desgracia, su curación era algo más acelerada que la de la mayoría, quizás por esa razón se permitió patear el distrito durante algunos días previos. Prefirieron aislarse en sus pensamientos y cavilaciones antes que tener que escuchar lo que tuvieran en decir los demás. Habían perdido a personas, personas con las que ella no tuvo trato o no llegó a conocer del todo, por lo que todos tenían sus propios problemas con los que lidiar. Al menos hasta que tuvieran que ponerse manos al asunto. Aquella victoria no lo era en absoluto si no conseguían estabilizar el distrito y convencer a sus gentes que era una buena idea mantenerse allí.

Ocupó un asiento, dejando las manos sobre sus piernas y observando con tranquilidad los rostros que allí se encontraban. Al menos no eran del todo desconocidos. Seguir a un niño que siempre había estado bajo las faldas de los adultos no era una buena idea, mucho menos uno al que lo habían mantenido aislado del mundo hasta hacía poco tiempo. ¿No podía hacerlo solo o no quería hacerlo solo? Mantuvo su mirar fijo en él mientras hablaba, alternándolos sobre aquellos que decidían tomar la palabra. Inclinó el cuerpo hacia atrás cuando escuchó la voz de Dressler, una de las más acertadas en su opinión, seguida de la joven Niniadis. ¿Qué podía decir? Parecía que la labia era algo que se heredaba en su familia.

Aquello parecía un mitín político. Caridad. Las personas lo que querían era seguridad, no alguien que les comiera la oreja y les hiciera regalos para  porque eran unos pobrecitos. — Uno se gana al pueblo probándoles que todos vamos a ser iguales aquí, no tratando de acercarse a ellos para ganarse su confianza. Cuando vives tanto tiempo bajo un sistema opresor aprendes a ser desconfiado. No se los va a ganar con caridad, se los va a ganar demostrando que éste es un lugar seguro donde todos contamos. — Estaba claro que las decisiones siempre las tenía que tomar alguien, eso todo el mundo lo sabía. — Creo que lo más importante es comenzar por los humanos, despojarlos de su situación de esclavo y proporcionarles otra salida. Este es un distrito grande que está empezando a sufrir las carencias de todos aquellos que se están marchando. Proporcionarles una vivienda, un trabajo digno y, lo más importante, estabilidad. —  Recorrió los rostros de los presentes.  La condena humanos acababa de hablar de darle libertad y derechos a éstos. — Si te dan algo bueno luchas por ello, no es lo mismo si solo te dan un nombre. — Obviamente la seguridad del distrito era importante, pero si conseguían que aquellas personas confiaran realmente en ellos se ofrecerían; no podían defenderse siendo los que eran contra todo un país.

Menos mal que Hero está anotando todo, porque estoy seguro de que soy incapaz de retener la cantidad de información que van soltando a pesar de estar poniendo mi mejor esfuerzo en prestar atención. Tengo las manos unidas sobre la mesa y asiento a cada una de sus palabras para dejar en claro que los escucho, que es obvio que tienen una mejor idea de cómo hacer esto que yo. Es Hero quien dice las primeras palabras que quiero reprochar pero que me valen un reto de su parte, así que me muerdo la lengua hasta que la voz de Arianne me llega desde otro punto de la mesa — He pensado en ello — admito — Sé que el anuncio no fue suficiente, así que quizá podamos usar ese registro que desean hacer para ir chequeando, hogar por hogar, la cantidad de esclavos que hay y que deben proclamar su libertad. Podemos organizar un sistema de incorporación a la sociedad, adaptación y reintegración — ey, eso sonó incluso serio. Apoyo las palmas sobre la mesa al estirar un poco la espalda — Deberíamos también darles un empleo digno, porque no podemos ceder nuestros pocos fondos a mantenerlos a todos. Y aunque no me guste, sé que tendremos que crear nuestra propia constitución.

No soy estúpido, sé que no todo el mundo estará de acuerdo con nuestras ideas y tampoco todos querrán irse — Así que deberíamos tener nuestros propios castigos si alguien se resiste a nuestras normas, no podemos ser solo una anarquía. En el catorce teníamos una prisión… — observo a mis compañeros que vivieron también allí, buscando su opinión de manera casi tímida — Me gustaría que todos en realidad tengan la oportunidad de elegir, pero dudo que tengamos una totalidad de pacifistas. ¿Crees que puedas redactar algunas leyes que puedan ser válidas? — la pregunta va directamente hacia Arianne, que se supone que se formó en el campo — Puedo pasar tiempo con los trabajadores y conocerlos mejor, si quieren. Dejar de ser un extraño tampoco es mala idea, además de que son sus tierras. Nadie mejor que ellos para decirnos cómo trabajarlas y defenderlas.

Tomo un asiento en la sala de juntas que Ken ha improvisado en la mansión de la alcaldía donde apenas hace una semana el mismo lugar estaba hecho escombros. Me sorprende verla igual que cuando entramos aquí con intenciones pacíficas, solo para verla explotar en lo que pasaron a ser minutos de una batalla, esa que no terminó tan perdida como se veía al principio. No es que yo sea la negativa del grupo aquí, a pesar de que me considero una persona realista, sí es verdad que el resto tiende a tacharme de pesimista. Pero hay una gran diferencia entre pensar las cosas con razón y hacerlas porque no hay otra opción, lo de esta semana ha sido un poco de ambas, así que tampoco pueden negarme que ninguno de ellos no pensó en las mil quinientas posibilidades de que esto saliera mal.

Pero no ha sido así, afortunadamente. Tampoco hubo mucho tiempo para recuperarse siendo que el peso de como regir este lugar recae directamente sobre nuestros hombros. Es lo primero que dice Kendrick al estar todos sentados alrededor de la mesa alargada, dejando claro que no va a optar por el sistema de Aminoff en su totalitarismo fanático. Mis ojos se pasean por la sala, de un lado a otro en lo que tomo y escucho lo que cada uno tiene por argumentar en base a sus intereses, que a fin de cuentas si queremos que esto funcione tendremos que trabajar como un equipo.

Me contengo de hablar sobre lo que desconozco hasta que siento la necesidad de llevar la conversación hacia el terreno sobre el que entiendo y que pienso es de crucial importancia si planeamos convertir esto en un lugar funcionante. Me aclaro un poco la garganta antes de elevar la voz. — Sabemos que la comida no será un problema porque este es el lugar desde el que se abastece prácticamente todo el territorio de Neopanem, pero la medicina no es su fuerte. Los recursos médicos se acabarán en algún momento y no podemos permitir que la población enferme, en especial ahora que el invierno está por comenzar y la época de gripes a la vuelta de la esquina. Pienso que deberíamos hacer un chequeo de como está la salud entre los habitantes, muchos vendrán del norte y no estarán en las mejores condiciones, pero para poder seguir luchando no podemos enviar enfermos a combatir. Habrá que solucionar como hacemos para conseguir esos recursos. — porque está claro que del capitolio no los vamos a conseguir. — Si vamos a continuar con los entrenamientos como hicimos en el catorce, también creo que sea buena idea instruir a aquellos que estén interesados en técnicas de auxilio básicas, al menos. Si contamos con que nos doblan en número, ya solo con saber frenar una hemorragia en medio de una batalla puede salvar muchas vidas. — y... creo que eso era todo lo que quería decir, en una primera intervención.

Las sugerencias de todos son buenas y tarde o temprano deberían aplicarse de la forma que fueran. Está claro que lo primero que tenemos que hacer es conseguir que Kendrick se gane la confianza de la gente del distrito o de los que se estén planteando mudarse. Nosotros le conocemos; sabemos cómo es, pero ellos solo conocen lo que han ido diciendo de él y poco más. Será difícil cambiar la idea preconcebida de chico Black y nada más, pero hay que intentarlo. — Podríamos ponerlos a trabajar en el campo — sugiero, en referencia a lo que decía Kendrick de ofrecer un empleo digno a los que ahora son esclavos. — Tendríamos que mirar cómo pagarles, pero es fundamental que la agricultura siga en funcionamiento y quizá muchos de los que hasta ahora se encargaban, ahora ya no están. — Habría que hacer un chequeo para comprobar cuántos trabajadores quedan para ver cuántas vacantes cubrir. — O podríamos pagarles cierta parte con comida. — La economía no es lo mío, pero he estado en la situación de no tener nada que llevarme a la boca, y hubiera trabajado simplemente por alimentos si alguien me hubiera dado la oportunidad en su momento. — Sea como sea, los cultivos son nuestra moneda de cambio para conseguir recursos. Alice tiene razón y necesitamos algo con lo que negociar, ¿y qué mejor que la comida que todo el país necesita?

Me acomodo en la silla, buscando una posición que no me aumente incluso más el dolor de espalda provocado por los golpes de la batalla, antes de seguir hablando: — También deberíamos plantearnos cómo tratar a las Criaturas Mágicas. Creo que todos estamos de acuerdo en que este debe de ser un distrito libre para los humanos, pero también debería serlo para ellas. — Solo en esta sala, estamos unas cuantas y sabemos lo que es que en algún momento nos hayan despreciado por ello. — Magnar las tiene en libertad siempre que trabajen para el Gobierno. Tienen que saber que aquí serían tratadas con los mismos derechos que cualquier otra persona. — No puedo evitar pronunciar la palabra «libertad» con una mueca de asco, que es lo que me provoca inevitablemente Aminoff con sus patrañas y sus manipulaciones.

El déficit de atención es algo con lo que que he aprendido a lidiar en mi vida casi hasta el punto de no notarlo. Pero ahora, mientras todos hablan y exponen su punto siento que estoy mareándome entre el mar de opiniones, ahogándome por unos segundos en mis propios pensamientos. Y tengo que frenar, ponerme en off unos pocos segundos y tratar de reorganizar lo que se ha dicho en algo razonable. - Un segundo por favor, me cuesta un poco seguir a todos pero creo que podemos marcar un orden. Creo. - Inspiro profundo y miro alrededor hasta dar con lo que necesito, teniendo que aprovechar mi altura para estirarme por encima de la mesa hasta tantear con la tablet de la pelirroja. - Ya te la devuelvo. Lo prometo.

Bajo por la hoja de la aplicación que tiene, y aunque claramente es más moderna de lo que podría haber tenido en los últimos años, no es difícil de entender en lo absoluto. Debía conseguirme una de estas. - Primero lo del registro. Es una excelente idea, pero propongo hacerlo en… ¿una semana? Creo que en una semana podré perfeccionar bien lo necesario para que, cuando estemos armando el mismo, podamos a su vez tener el hechizo listo que nos permita descubrir a los delatores. Tal vez, si coordinamos bien la seguridad podamos armar… no lo sé, ¿un perímetro? Magia y tecnología combinadas pueden hacer maravillas, y creo que podemos mezclar todo para controlar los ingresos anexados a la barrera de seguridad. - No levanto la vista mientras hablo, porque voy tipeando todo lo rápido que puedo para no olvidarme de nada. Incluso aunque tenga una sala llena de gente que pueda recordar lo que digo, nunca está de más el dejar el registro.

- Ya con el tema del trabajo y la igualdad, los distritos del Norte… Vamos de a poco, paso a paso. Sería bonito creer en la igualdad generalizada, pero habrá personas que se vayan porque pueden, y habrá personas que se queden porque no tienen opción. No les caerá bien que acojamos a todas las personas y les demos todos los beneficios que ellos tardaron una vida en conseguir. Deberíamos recibir a quienes quieran y estén dispuestos a trabajar, y se les pagará con las mismas ganancias que ellos generen. No estamos matando el comercio, nos estamos incorporando en él y debemos aprender el cómo se manejaban antes. No podemos subir impuestos, pero tampoco podemos regalar todo. - Era un distrito trabajador, y se ganaban en oro cada gramo de trigo cosechado, cada gota de sudor que se les escapaba en largas jornadas que debían consumirles horas. - Eso sin contar a que muchos de los que vendrán tendrán que adaptarse a otro estilo de vida. Todos sabemos que la mayoría fuimos ladrones, traficantes o contrabandistas en el mejor de los casos. No todos querrán dejar de lado ese estilo de vida, y muchos de ellos son excelentes informantes. Habrá que ver qué quieren hacer con ellos... - No podía imaginar lo que habría sido mi propio trabajo sin las cosas que conseguía Ferdia, así que había muchas cosas que considerar.

Ya sobre los esclavos y la salud no opino. No hay mucho que corregir ahí porque las cosas eran como eran. La libertad primero que nada, y el asegurar que no faltasen insumos. - Leyes, seguridad, salud, economía… Lo de las criaturas ni siquiera debería ser un apartado. En eso sí somos iguales, todos. - Llevo un mechón de pelo a mis labios y lo mastico casi que por inercia, era un mal hábito que no me había podido sacar nunca y probablemente nunca pudiese cortarlo. - Mmmm… Hacer campaña para que Ken no parezca un ogro usurpador, ¿qué falta?

Agradezco que Mimi se digne a agarrar la tablet y hacerme un resumen bastante acertado, al cual le hago un repaso mental antes de asentir — Creo que lo básico se encuentra anotado — coincido, dando unos golpecitos con los dedos en el borde de la mesa — Tendremos que aprovechar los siguientes días para poder ir creando al menos un sistema provisorio para poder mantener el orden y evitar filtraciones. Si cada uno de ustedes trae una idea que podamos analizar y aprobar entre todos, creo que podríamos hacerlo funcionar. Habría que encontrar a alguien que nos ayude con la agricultura y ganadería, pero en general, creo que podremos organizarnos — Y cuando todas sus ideas llegue, será solo cuestión de ver largos debates. Serán tiempos complicados, que ya me lo veo.

Acabo por pasar los ojos por encima de todos, hasta que me enderezo un poco en el asiento — Eso es todo, entonces. Esta semana será dispuesta a la presentación de proyectos de diferentes áreas y ya luego sabremos hacia dónde encaminarnos, para que esto funcione — la sonrisa que tengo no es alegre, pero al menos intenta regalarles algo de confianza — Podemos terminar por hoy.