OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Recuerdo del primer mensaje :
Dejo de masticar la tostada cuando el patronus se cuela dentro de mi casa y pronuncia un comunicado sobre mi mesa, con una voz que reconozco como la de Kendrick Black. ¿Que ellos han hecho qué? ¿Qué pretenden qué cosa? Mis ojos buscan a Scott como preguntándole si ella ha escuchado lo mismo que yo, a ver si estoy delirando a causa de que no me he despertado del todo; sería coherente, puesto que no he bebido más que dos sorbos de café. En esos segundos en los cuales la confusión se mezcla con el miedo, paso la mirada de mi prometida a la bebé, para acabar en mi hija mayor. Y entonces suena el comunicador.
Tengo que dejar la mesa, ni siquiera he alcanzado a ponerme el saco y tironeo mi corbata con nerviosismo en lo que tengo la oreja pegada al aparato que me da instrucciones. La televisión de la sala está encendida, enseñándonos cómo la sede de gobierno del distrito 9 ¾ se encuentra rodeada de seguridad en lo que parece haber estallado una batalla en su interior. Sabía que esto iba a pasar, Magnar envió a personas de menor rango para testear el campo con la seguridad de rechazar cualquier negocio que pudiera hacer con Black. Lo que sí no me espero es la orden directa de presentarme en batalla y, antes de que pueda siquiera discutir, Abbey interrumpe mi conexión — ¡Mierda! — lanzar el comunicador contra el suelo es lo único que me nace, antes de pasarme las manos por el cabello, echándolo hacia atrás con frustración. Me relamo, respirando agitadamente en lo que me tomo los minutos para voltearme. Sabíamos que este día llegaría, pero siempre me había hecho la estúpida ilusión de que podría seguir postergándose — Tengo que ir — anuncio, ni siquiera es una explicación. Avanzo, quitándome la corbata por completo y la lanzo sobre una de las sillas en lo que chequeo el tener mi varita segura en el cinto — Me necesitan en el frente, si quieren verlo de esa manera. Ellos… creen que está siendo una masacre — no tengo idea de si hablamos de muertos o heridos, pero sea como sea, el panorama no parece alentador para nosotros.
Los pasos que hago para acercarme a la puerta son los que detengo cuando me percato de que no puedo marcharme así. Me volteo con la rapidez que me permite besar a Scott, prolongando la presión de mis labios contra los suyos antes de separarme, obligándome a mirar hacia otro lado para besar la frente de Tilly — Estaré de regreso antes de que puedan siquiera preocuparse — intento sonar más seguro de lo que me siento y les enseño una vaga sonrisa, en lo que me acerco a Meerah para estrecharla contra mí. ¿Qué se dice en momentos como éste? Porque no tengo palabras para explicarme, soy incapaz de expresar siquiera un mínimo de lo que me gustaría en caso de que las cosas salgan mal. Y cómo sé que si sigo aferrándome a ellas no me iré, me obligo a soltarlas para salir rápidamente por la puerta.
En cuanto me aparezco frente a la zona de batalla, los aurores se encuentran acomodándose y Magnar Aminoff se mordisquea los labios, sujeto a su varita y sin sacarle la vista de encima a la mansión. Hay una voz entre los curiosos que se acercan y son limitados por la seguridad nacional que llama mi atención, así que me volteo para descubrir a Charles discutiendo con un auror que le prohíbe el paso. No es hasta que se percata de que estoy aquí que grita las palabras que me hielan el cerebro: Phoebe está ahí dentro. Y es mi deber el llevarla de regreso a casa.
Dejo de masticar la tostada cuando el patronus se cuela dentro de mi casa y pronuncia un comunicado sobre mi mesa, con una voz que reconozco como la de Kendrick Black. ¿Que ellos han hecho qué? ¿Qué pretenden qué cosa? Mis ojos buscan a Scott como preguntándole si ella ha escuchado lo mismo que yo, a ver si estoy delirando a causa de que no me he despertado del todo; sería coherente, puesto que no he bebido más que dos sorbos de café. En esos segundos en los cuales la confusión se mezcla con el miedo, paso la mirada de mi prometida a la bebé, para acabar en mi hija mayor. Y entonces suena el comunicador.
Tengo que dejar la mesa, ni siquiera he alcanzado a ponerme el saco y tironeo mi corbata con nerviosismo en lo que tengo la oreja pegada al aparato que me da instrucciones. La televisión de la sala está encendida, enseñándonos cómo la sede de gobierno del distrito 9 ¾ se encuentra rodeada de seguridad en lo que parece haber estallado una batalla en su interior. Sabía que esto iba a pasar, Magnar envió a personas de menor rango para testear el campo con la seguridad de rechazar cualquier negocio que pudiera hacer con Black. Lo que sí no me espero es la orden directa de presentarme en batalla y, antes de que pueda siquiera discutir, Abbey interrumpe mi conexión — ¡Mierda! — lanzar el comunicador contra el suelo es lo único que me nace, antes de pasarme las manos por el cabello, echándolo hacia atrás con frustración. Me relamo, respirando agitadamente en lo que me tomo los minutos para voltearme. Sabíamos que este día llegaría, pero siempre me había hecho la estúpida ilusión de que podría seguir postergándose — Tengo que ir — anuncio, ni siquiera es una explicación. Avanzo, quitándome la corbata por completo y la lanzo sobre una de las sillas en lo que chequeo el tener mi varita segura en el cinto — Me necesitan en el frente, si quieren verlo de esa manera. Ellos… creen que está siendo una masacre — no tengo idea de si hablamos de muertos o heridos, pero sea como sea, el panorama no parece alentador para nosotros.
Los pasos que hago para acercarme a la puerta son los que detengo cuando me percato de que no puedo marcharme así. Me volteo con la rapidez que me permite besar a Scott, prolongando la presión de mis labios contra los suyos antes de separarme, obligándome a mirar hacia otro lado para besar la frente de Tilly — Estaré de regreso antes de que puedan siquiera preocuparse — intento sonar más seguro de lo que me siento y les enseño una vaga sonrisa, en lo que me acerco a Meerah para estrecharla contra mí. ¿Qué se dice en momentos como éste? Porque no tengo palabras para explicarme, soy incapaz de expresar siquiera un mínimo de lo que me gustaría en caso de que las cosas salgan mal. Y cómo sé que si sigo aferrándome a ellas no me iré, me obligo a soltarlas para salir rápidamente por la puerta.
En cuanto me aparezco frente a la zona de batalla, los aurores se encuentran acomodándose y Magnar Aminoff se mordisquea los labios, sujeto a su varita y sin sacarle la vista de encima a la mansión. Hay una voz entre los curiosos que se acercan y son limitados por la seguridad nacional que llama mi atención, así que me volteo para descubrir a Charles discutiendo con un auror que le prohíbe el paso. No es hasta que se percata de que estoy aquí que grita las palabras que me hielan el cerebro: Phoebe está ahí dentro. Y es mi deber el llevarla de regreso a casa.
Puedo sentir los dedos de Meerah temblorosos entre los míos, soy incapaz de decirle que no llore porque no puedo dejar de hacerlo por mi cuenta. Y si quiere llorar, si desea sentirse asustada y miserable, este es el momento para hacerlo, porque cuando llegas a ese límite en el cual no sabes hacia dónde ir, tienes que tomarte un momento para aceptar todo lo que sientes. El miedo está ahí, tan fuerte como la necesidad de que se encuentren a salvo y el vago alivio de saber que mi hermana me perdona no basta para que las lágrimas se detengan, sí para que una vaga sonrisa se atreva a aparecer en su dirección. Eso es todo, hoy puedo dormir. ¿Por qué no me drogan un poco más? Lo único que pido es descansar, que no tengo idea de lo que va a suceder después y necesito tener todos los sentidos alerta. Hoy están todos aquí.
No me espero el regreso pronto de Scott y dejo caer los dedos de Phoebe, dejando la mano libre para que sea la de la morena aquella que puedo sentir a pesar de sentirme adormecido. Me encuentro a mí mismo sin reacción, creo que es culpa de que puedo darme yo el gusto de mirarla y recordarme lo mucho que me gusta, cosa que creo que no le he dicho lo suficiente desde que estamos juntos. ¿Esto es lo que sucederá ahora? ¿Tendré que recordarle todos los días lo mucho que me importa, solo por si acaso? — No quiero que llores… — es lo único que puedo decirle, mi mano amaga a alzarse pero vuelve a caer sobre el colchón al verse incapaz de limpiarle las lágrimas. No por mí al menos, no quiero ser quien le cause ese dolor. Puedo reaccionar a mi nombre en sus labios al buscarla con los ojos, tengo el deseo de sentarme para poder alcanzarla pero tengo que conformarme con una caricia vaga en sus labios — No puedo prometerte eso — ella lo sabe, todos aquí lo saben. No es un tema que quiera tocar frente a mis hijas, pero no voy a ponerme en censura cuando las cosas están más que claras — Pero sí puedo prometerte que te cuidaré y te amaré con cada parte de mí el tiempo que tenga disponible. Y deseo con todas mis fuerzas, de verdad, el poder ver a las niñas crecer y contarte las canas del cabello, así que… disfrutaré de esto, todo lo que pueda, todos los días — creo que no necesito votos para el día de nuestra boda, nada de lo que pueda decir debajo de un arco podría ser tan honesto como las palabras de una cama de hospital.
Porque ella no vio lo que yo vi. No tiene idea de los cuerpos que se extendían a lo largo del camino o como la sangre teñía el suelo de madera. Siento las manos de Tilly, curiosas por el cable que se conecta a mí y tengo que mover los dedos para buscar apartarla con sumo cuidado — Hay tanto que necesito contarte — por el modo en el cual hablo, casi modulando y sin sonido, es obvio que no son noticias bonitas. No puedo decirlo, no quiero ser el que la quiebre — Pero no ahora. Solo… ¿Podemos estar en silencio? — me conformo con su compañía, con poder sentir que tengo a las niñas en la cama, por preguntarme qué hicimos para llegar a este punto. El resto puede quedarse del otro lado de la puerta, hasta que ya sea imposible retenerlo y los huesos se me rindan de una buena vez.
No me espero el regreso pronto de Scott y dejo caer los dedos de Phoebe, dejando la mano libre para que sea la de la morena aquella que puedo sentir a pesar de sentirme adormecido. Me encuentro a mí mismo sin reacción, creo que es culpa de que puedo darme yo el gusto de mirarla y recordarme lo mucho que me gusta, cosa que creo que no le he dicho lo suficiente desde que estamos juntos. ¿Esto es lo que sucederá ahora? ¿Tendré que recordarle todos los días lo mucho que me importa, solo por si acaso? — No quiero que llores… — es lo único que puedo decirle, mi mano amaga a alzarse pero vuelve a caer sobre el colchón al verse incapaz de limpiarle las lágrimas. No por mí al menos, no quiero ser quien le cause ese dolor. Puedo reaccionar a mi nombre en sus labios al buscarla con los ojos, tengo el deseo de sentarme para poder alcanzarla pero tengo que conformarme con una caricia vaga en sus labios — No puedo prometerte eso — ella lo sabe, todos aquí lo saben. No es un tema que quiera tocar frente a mis hijas, pero no voy a ponerme en censura cuando las cosas están más que claras — Pero sí puedo prometerte que te cuidaré y te amaré con cada parte de mí el tiempo que tenga disponible. Y deseo con todas mis fuerzas, de verdad, el poder ver a las niñas crecer y contarte las canas del cabello, así que… disfrutaré de esto, todo lo que pueda, todos los días — creo que no necesito votos para el día de nuestra boda, nada de lo que pueda decir debajo de un arco podría ser tan honesto como las palabras de una cama de hospital.
Porque ella no vio lo que yo vi. No tiene idea de los cuerpos que se extendían a lo largo del camino o como la sangre teñía el suelo de madera. Siento las manos de Tilly, curiosas por el cable que se conecta a mí y tengo que mover los dedos para buscar apartarla con sumo cuidado — Hay tanto que necesito contarte — por el modo en el cual hablo, casi modulando y sin sonido, es obvio que no son noticias bonitas. No puedo decirlo, no quiero ser el que la quiebre — Pero no ahora. Solo… ¿Podemos estar en silencio? — me conformo con su compañía, con poder sentir que tengo a las niñas en la cama, por preguntarme qué hicimos para llegar a este punto. El resto puede quedarse del otro lado de la puerta, hasta que ya sea imposible retenerlo y los huesos se me rindan de una buena vez.
Tengo que admitir que, aunque me llene de ternura el ver a Hans y Lara profesar su amor de una manera tan dulce, no sé como reaccionar cuando hablan de mí y de Tilly siendo que ambas estamos presentes en la habitación, así que limpiándome la cara con el dorso de la mano trato de girar la vista hacia el otro lado y así poder darles algo de privacidad. Que no había, porque estamos en una habitación conjunta y rodeados de familia, pero la intención estaba.
El pedido de Phoebe se escucha ahora que la cortina que los divide ya no está presente, y trato de decirle con la mirada que si no fuese por no querer dejar solo a mi padre, también estaría a su lado, abrazándola con fuerza al ver que también se hallaba entera y bien. - ¿Saben si les darán el alta pronto? - Necesitaban descansar, lo sabía, pero como siguieran peleados después de esto, yo misma los arrastraría a todos de las orejas. - Digo… tal vez y sea posible tener un almuerzo todos juntos algún día de la semana. No sé muy bien que va a pasar luego, pero me gustaría que podamos estar todos juntos de nuevo en otro lugar que no sea una habitación de hospital. - Necesitaba abrazarlos a todos, asegurarme que pese a todo, estaríamos bien como familia.
El pedido de Phoebe se escucha ahora que la cortina que los divide ya no está presente, y trato de decirle con la mirada que si no fuese por no querer dejar solo a mi padre, también estaría a su lado, abrazándola con fuerza al ver que también se hallaba entera y bien. - ¿Saben si les darán el alta pronto? - Necesitaban descansar, lo sabía, pero como siguieran peleados después de esto, yo misma los arrastraría a todos de las orejas. - Digo… tal vez y sea posible tener un almuerzo todos juntos algún día de la semana. No sé muy bien que va a pasar luego, pero me gustaría que podamos estar todos juntos de nuevo en otro lugar que no sea una habitación de hospital. - Necesitaba abrazarlos a todos, asegurarme que pese a todo, estaríamos bien como familia.
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