Noto el dolor de cabeza incluso antes de que los primeros rayos de luz terminen de despertarme. No puedo evitar soltar un gruñido entre dientes cuando al tratar de incorporarme, noto como si tuviera algo dándome martillazos en todos los rincones de la cabeza. Mi boca no es que esté mucho mejor, pues es una extraña mezcla entre sequedad, pastosidad y un sabor amargo que supongo que habrá sido provocado por lo que fuese que consumiese anoche. Porque siendo sincero, ni siquiera recuerdo algunas cosas... o al menos no en un primer momento, porque conforme voy despertándome más, empiezo a tener pequeños flashes de lo que pasó.

Curiosamente, una de las cosas que mejor recuerdo es lo que pasó con Beverly, aunque lo atribuyo a ser simplemente porque tener sexo con alguien no es algo que sea haga todos los días, especialmente cuando es tu primera vez. Después de eso, todo es un poco borroso y lo último que recuerdo es haberme quedado dormido en su casa y sin haberme... sin haberme vestido. Con el simple gesto de levantar un poco las sábanas y mirar hacia dentro, puedo comprobar que, efectivamente, estoy tal y como vine al mundo.

Todavía dentro de la cama y tratando de no hacer movimientos bruscos, me estiro hacia el suelo para buscar mis calzoncillos, y con cuidado de no caerme, los agarro. Ponérmelos es una tarea más complica, y aunque consigo hacerlo a cámara lenta, justo cuando voy a terminar de subirlos y de levantar mi cintura para ello, acabo dándole un golpe sin querer a Beverly. — Oh, mierda... — murmuro. No es que quisiera huir de ella porque lo que hicimos fue decisión de los dos, y sorprendentemente, ni estando sobrio me arrepiento de ello. El problema es que me hubiera gustado haber estado más vestido cuando ella estuviera despierta. Que sí, que me habrá visto desnudo y eso, pero eso no significa que no quiera un poco de intimidad ahora que no estamos en plena faena. — Siento haberte despertado. — Y supongo que ahora es el momento de hablar de lo que pasó anoche; eso que siempre me ha parecido tan típico, pero que ahora veo que tiene todo el sentido del mundo.

Estaba teniendo un sueño algo raro cuando sentí un golpe y me desperté, pero ya no podía recordar que había soñado, solo sabía que me dejo una sensación rara. Entonces mi memoría volvió de golpe y me quede un momento analizando todo.

Había tenido sexo. Con Kyle. No hubo fuegos artificiales pero creo que había tenido al menos un orgasmo, tendría que preguntarle a Alice si fue así aunque Ava supongo que también sabía, definitivamente de esto no le diría a Ben. Fue raro y me molestaba un poco la vagina, pero en conclusión no estuvo mal. También había besado a Ken. Y a Hero y a Syv. Ken y Syv seguro habían tenido sexo también. ¿Me preguntó como debía hablar con Syv? Ken seguro me tratará como si no hubiera pasado nada.

Me gire a mirar a Kyle cuando me hablo, aun tenía los ojos legañosos asíque solo vi una figura borrosa con rulos. Me refregue la cara contra la almohada y me estiré en toda mi altura.

- Buenos días - le dije cerrando los ojos de nuevo y con ganas de haraganear en la cama. Teniendo en cuenta que habría que limpiar por lo de anoche, no tenía ninguna urgencia de levantarme y no me molestaba aun seguir desnuda, todo el verano dormía así - ¿Dormiste bien? Yo siento que solo cerre los ojos y ya se hizo de día. Aunque supongo que estoy casada luego de la actividad física - intente bromear como había leido en mis novelas, la verdad no sabía que decirle - Estuviste bien anoche - supongo que subirle el autoestima era una de las cosas que se debía hacer.

— Buenos días a ti también, Bev — respondo de espaldas hacia ella, todavía algo incómodo por seguir sin ropa. Aprovecho el momento y que ella todavía está algo adormilada para destaparme, levantarme de la cama y empezar a buscar el resto de mi ropa por su habitación. No sé en qué momento mi camiseta acabó colgando del picaporte de la puerta, o cómo mis calcetines han acabado cada uno en una punta... y de mis pantalones ya ni hablemos. — Del ejercicio físico y de la fiesta — reconozco. Si yo noto la resaca, lo de ella debe de ser hasta peor porque ya llevaba rato en la fiesta cuando yo llegué.

Estoy terminando de ponerme la camiseta cuando menciona que anoche lo hice bien, y agradezco tener la cabeza escondida en la ropa porque puedo notar cómo se ruborizan mis mejillas. También un ligero pinchazo de orgullo en el pecho, porque no sé si lo dirá de verdad o solo para hacerme sentir bien, pero me ha subido el ego de todas maneras. Como todos, el miedo de ser un desastre la primera vez está siempre ahí, pero debido a estar ebrio, ni siquiera noté nervios. No me fue mal, pero por culpa de estar así, podría haber sido lamentable. — Gracias. Lo pasé bien — respondo, ahora ya con la camiseta puesta, y me giro hacia ella para poder mirarla. No sé cómo será para las chicas, pero creo que todos, como personas, pasamos un poco de nervios cuando es la primera vez que te acuestas con alguien. No sé si Beverly era virgen, por muy lanzada que sea, pero lo fuese o no, sí era la primera vez que lo hacía conmigo.

¿Y ahora qué? Nunca he sido un adolescente obsesionado con perder la virginidad ni con las hormonas alteradas, a diferencia de la mayoría de chicos, porque no he tenido tiempo para pensar en esas cosas. Y me siento igual que siempre; no es como si algo hubiera cambiado. Tampoco sé qué se supone que debe de pasar ahora entre nosotros porque por bien que nos llevemos, creo que los dos sabemos que fue el calentón del momento. Nunca he estado enamorado de nadie, y la única chica que me ha gustado fue Holly cuando era pequeño. No obstante, tengo ojos y sé que Beverly es atractiva, claro está. — ¿Te queda algún porro? — pregunto para cambiar de tema, pero sobre todo porque lo necesito para afrontar un nuevo día y por si acaso la conversación gira hacia temas serios sobre lo que pasó.

Me termino levantando porque siempre me puso ansiosa tener a alguien en mi cuarto y tenerlo mirandome mientras duermo, seguro Ben tenía algo que ver, como todos mis traumas.

Me quedo mirando mientras se viste, como perdida, nunca me había pasado de no saber que decir. No es como si esto nos volviera una pareja y sentía que él tampoco esperaba más. ¿Qué se dice en estos casos realmente? Por suerte saca otro tema y no debo seguir pensando en el post sexo, aunque su pregunta me da otra cosa para pensar.

- ¿No crees que es muy temprano para eso? Digo, acabamos de despertar y te ves algo resacoso, no que te critique pero... - yo me sentía bien porque no había bebido mucho anoche y solo fumado unas pitadas pero incluso así nunca había desayunado un porro - Y con lo que te dí la última vez deberías tener - le dedico una mirada seria - Kyle, dime que no te lo fumaste todo ya.

Me quedo con el zapato a medio atar cuando insinúa algo sobre las hierbas que me dio el otro día, sin saber muy bien qué decir. Al final, no puedo evitar soltar un suspiro y sacudir ligeramente la cabeza para apartar un poco también los rizos que me caen sobre los ojos. — No exactamente... — empiezo a decir. Sí que es cierto que últimamente estoy consumiendo más, pero no es solo eso. — Tuve que vender un poco de lo mío porque el resto se vendió rápido — añado. Y es verdad, aunque lo que vendí de mi parte no fue demasiado. Pero no tengo por qué ser tan específico y dar mucho detalle porque solo conseguiré que se preocupe, sobre todo cuando puedo notar esa mirada seria.

Terminar de atarme los cordones de los zapatos me sirve de excusa para agacharme y evitar su mirada, pues no sé hasta qué punto se creerá lo que he dicho. Beverly no es tonta, y a estas alturas creo que me conoce lo suficiente como para saber si oculto algo o no. — Bev... — Tengo que hacer una pausa para replantearme bien lo que voy a decir porque hablar de estas cosas no me resulta fácil con nadie, ni siquiera con mis hermanas, por mucho que sean las personas que más pueden comprenderme. — ¿Cómo lo haces? — pregunto, y vuelvo a girarme hacia ella. — ¿Cómo eres capaz de levantarte cada mañana y afrontar un nuevo día después de todo lo que hemos pasado; después de...? — Haber perdido cada uno a nuestras madres. No soy capaz de terminar la frase porque es como si me faltara el aire de repente. No hay día en que no recuerde la última conversación que tuve con mi madre, o que me atormenten las manchas de sangre en las paredes del salón de la casa de la tía Ari. Con los puños apretados hasta el punto de que mis nudillos se vuelven un poco blancos de la fuerza, cojo una gran bocanada de aire. — Lo siento. Si no quieres hablar, lo entenderé.

Acepto su respuesta por ahora, no me convence del todo pero no voy a ponerme en plan interrogatorio porque es muy temprano y tampoco creo que consiga sacarle más información así. Además habiamos compartido algo especial y no quería arruinar el ambiente.

Me empiezo a poner mi piyama al menos porque tenía hambre y no se me permitía bajar desnuda a desayunar, remilgados, viendo que Kyle ya estaba listo para salir. Pero me quedo un momento en pausa al escucharlo llamarme, no me esperaba que quisiera hablar y menos sobre ello. Bueno, el desayuno tendría que esperar porque el trabajo de sanadora estaba llamandome.

Termino de ponerme aunque sea un calzón y la remera para sentarme a su lado mientras trato de encontrar las palabras correctas.

- No es fácil - le digo - Muchas veces no tengo ganas de hacerlo y termino pasando el día en la cama. Recuerdo que me drogue mucho las primeras semanas, sobretodo cuando estuvimos atravesando el desierto, me sorprende que ningun tuviera una infección - trato de bromear, pero realmente había sentido orgullo de que no del todo lucida no maté a ninguno - Pero revolcarnos en nuestro dolor o huir de él no sirve al final porque termina siendo peor - lo miró fijamente, tratando de medir mis palabras, siento que estaba teniendo una especie de deja vu al haber hablado de algo parecido con Syv, pero esto si era algo con lo que podía identificar mucho - La única manera que me ayudo fue recordarla, no soliamos tener malos días pero incluso esos sirven, y saber que su presencia sigue - esperaba que Kyle entediera de quien hablaba - Lo que nos queda es seguir viviendo y llevar un poco de ese dolor con nosotros - tome su mano con la mía y le dí un apreton - También ayuda hablando con otros, al principio es incomodo pero veras que una vez empiezas no puedes parar.

Recordar aquellos duros días en el desierto me provoca un escalofrío porque es una de esas etapas de estos últimos años que trato de olvidar. Fueron días difíciles, aunque fue realmente ahí cuando nos convertimos más en un grupo, junto con las semanas que tuvimos que pasar solos hasta que los mayores nos encontraron. Aun así, a pesar de esa broma que ha tratado de hacer para romper un poco con la seriedad del asunto, puedo entender lo que dice. — Hay días en los que no salgo de mi habitación — reconozco, dándole la razón. Y a veces, si salgo es porque vivimos todos al lado y cuando no es uno quien me convence de hacer algo, es otro quien lo consigue. Realmente no sé qué sería de mí si no los tuviera a ellos, por mucho que tenga a mis hermanas y a mi tía. Sé que tengo suerte porque al menos me queda familia de sangre viva, lo que hace que a veces me sienta un egoísta cuando me dejo hundir en la pena porque algunos ni siquiera tienen eso...

Sonrío un poco mientras escucho sus palabras reconfortantes y al notar el pequeño apretón en la mano, y asiento con la cabeza antes de hablar: — Mi madre fue quien me enseñó todo lo que sé de plantas, ¿sabes? — Alguna vez he ayudado a Bev con su jardín, pero creo que nunca le había explicado por qué sé lo que sé. — Los duelos nunca fueron lo mío, así que me empezó a enseñar herbología — me río, porque no sé cuántas veces he dicho esa primera parte de la frase, aunque es totalmente cierta. Chloe fue quien se llevó más el talento de nuestros padres para los hechizos ofensivos y defensivos, porque por mucho que con los años yo esté mejorando, todavía me queda para llegar a su nivel. — Bev... ¿puedo contar contigo si necesito hablar alguna vez? — pregunto, y tengo que desviar un momento la mirada porque de repente me siento algo incómodo por si no quiere que la moleste. — Deberíamos formar el club de los adolescentes huérfanos. Seríamos unos cuantos miembros. — Esta vez soy yo quien quien suelta una broma dentro de un asunto serio y doloroso como es ese.

Asiento cuando me habla de su madre, aun no tenía muy claro que había pasado pero si sabía que él lo había visto y esto podía ser doloroso, pero como quiero que siga hablando lo espero en silencio.

No sigue contandome pero al menos su pregunta muestra que quiere hacerlo y voy a dejar que lo haga a su tiempo.

- Claro que puedes contarme lo que quieras - le digo - Incluso si es para decirme de que va el juego que juegas con Ken y Jim - me resultaba una perdida de tiempo ya que no tenía trama realmente, no había drama ni romance, pero supongo que cada cual con sus obsesiones - Y si formamos un club no le avises a Ken hasta tener todos los puestos elegidos, seguro que quiere ser el presidente también - le sigo la broma.

Me levanto y voy a alcanzar un pantalón que había en la silla.

- Ahora, ¿qué te parece si vamos a buscar algo para desayunar? Que muero de hambre y seguro nos dejan sin nada - le ofrezco mi mano para ayudarlo a levantarse.